Motivación extra

Una madre muy práctica, ayuda a su hijo a aprobar el curso, con consecuencias insospechadas para ambos

La familia Gonzo Giménez, está compuesta por 3 miembros, el padre, la madre y el hijo.

Sandro Gonzo es un hombre de 42 años, trabaja en una importante multinacional de mantenimiento en una de sus plantas de refino. Es un hombre corpulento, alto, fuerte, con el pelo corto. Tiene los ojos oscuros y es atractivo.

Viviana Giménez, es una mujer de 37 años, ama de casa. Es una mujer alta, que cuida su figura para verse atractiva para su marido, de buen cuerpo, con un culo prieto y respingón, una cintura de avispa, unas piernas largas y torneadas, unas tetas enormes y bien puestas, una cara preciosa con unos ojos claros y unos labios gruesos. Es una madre cariñosa y una buena esposa, muy práctica.

Marco Gonzo, es un chico de 18 años. Es un chico alto, como su padre, robusto, fuerte y con ojos oscuros. No tiene novia, ni amigos. Es buen estudiante y muy deportista. Pero últimamente ha bajado en sus estudios.

El matrimonio se casó cuando ella apenas tenía 19 años y se quedó embarazada poco después, dando a luz a su hijo Marco a los 20 años. Decidieron no tener más hijos para poder tener tiempo de calidad para ellos. Por esa razón, criaron y consintieron en todo lo que podían y se merecía a su retoño. Marco creció muy apegado a su madre, pero también a su padre. Tenía muy buena relación con ambos, se contaban todo, incluso de vez en cuando y dependiendo de la edad del muchacho, intimidades. El problema vino con Marco cuando cumplió años. A esa edad tremendamente hormonal fue cuando dejó de ver a su madre como tal para empezar a verla como una mujer o un objeto sexual. Se volvió más hosco y huidizo con los temas amorosos o de chicas como los llamaba su padre, y dejó de estudiar para dedicarse a observar a su madre. Sus primeras pajas fueron con una foto en bikini de su madre en la playa en dónde salían madre e hijo abrazados mientras su padre inmortalizaba el momento. Se obsesionó con su madre a partir de ahí. Solo con estar cerca de ella tenía erecciones. Y cada vez sentía más celos de todo hombre que la mirara, incluido su padre.

Viviana trabajaba como comercial en una importante empresa, pero debido a su hijo tenía jornada reducida y podía trabajar desde casa. Marco dejó de tener ojos para otras mujeres, solo veía a su madre, a su preciosa madre. Marco luchaba contra ese sentimiento de remordimientos, su necesidad de verla desnuda era mucho mayor. Viviana nunca andaba desnuda por la casa, siempre se mostró muy recatada frente a su hijo, por lo que el muchacho solo pudo pensar en espiarla para intentar verla desnuda. Alguna vez se tuvo que contentar con escuchar tras la puerta de la habitación o de la pared como sus padres hacían el amor e imaginarse a su madre con él en la misma situación. Se hacía muchas pajas pensando en eso. Solo la veía en vacaciones con menos ropa, con el bikini luciendo su esbelta figura, eso para él era una lenta agonía hasta que se podía saciar.

De todas maneras, decidió arriesgarse, y comenzó a vigilar a su madre para hallar la ocasión perfecta de saciar sus deseos de voyeur. Un día que su padre no estaba, Viviana llego de la calle desesperada por bañarse porque venía del gimnasio y allí estaban las duchas averiadas y el día estaba muy caluroso. También estaba estresada por el trabajo, así que le dijo que se iba a meter a la bañera. El corazón del muchacho dio un vuelco, sabía que era la mejor oportunidad. Viviana se metió a su habitación y cerró la puerta, pero nunca cerraba con llave y eso su hijo lo sabía, por lo que se metió a su habitación y esperó un rato hasta que imaginó que su madre estaría ya dentro de la bañera. Sigilosamente le dio vuelta a la perilla de la puerta, abrió muy despacio y entró de puntillas en la habitación. Vio sobre la cama toda la ropa que se había quitado, incluyendo su ropa interior. Tenía ganas de agarrar su tanga, para olerlas, pero prefirió no perder tiempo y dirigirse a la puerta del baño. Su corazón palpitaba aceleradamente y sus manos temblaban, todo su cuerpo parecía presa del miedo y la excitación. La puerta del baño estaba semiabierta, y con mucho cuidado se asomó para ver a su madre. Entonces pudo ver que la bañera estaba llena de espuma, pero ¡Viviana no estaba! Sorprendido, tardó unos instantes en reaccionar, pero antes de que hiciera nada escuchó una voz demasiado familiar.

Viviana: ¡Marco! ¿Qué haces? - dijo sorprendida.

Marco pegó un brinco del susto y casi grita; cuando se giró su madre estaba detrás de él, cubierta solamente con una toalla sujeta por un nudo hecho por encima de su pecho que sujetaba con una mano para asegurarse que no se cayera, mientras que con la otra mano sostenía su pequeño teléfono móvil. Tenía el pelo húmedo, y estaba descalza. Aunque en ese momento el muchacho solo sentía miedo, luego, al recordar la estampa de su madre con ese "atuendo", semidesnuda y luciendo la humedad sobre ella, se excitó mucho. Viviana, al ver cómo su hijo la miraba, entendió la situación, pero lo tomó como la curiosidad de su pequeño hijo adolescente por ver el cuerpo de una mujer, aunque esa mujer fuera ella, su madre. Solo le cabreó el susto que le dio.

Viviana: ¡Responde Marco!, ¿Qué haces aquí? ¿Tú me estabas espiando? - dijo sorprendida.

Marco: ¡Yo no hacía nada! – dijo nervioso.

Marco se fue rápido de la habitación, y se encerró en su habitación. Marco tenía tanto miedo y rabia que deseaba morir. Miedo por la reacción de su madre y porque fuera a contárselo a su padre; y rabia porque todo fue en vano y no pudo verla desnuda. Comenzó a maldecir su mala suerte y tiró algunas cosas al suelo, mientras lloraba de la rabia. Un rato después, Viviana se presentó en la habitación de su hijo para hablar con él.

Viviana: Hijo, vine a hablar contigo de lo que estabas haciendo. No soy estúpida, así que no me digas que no me estabas espiando – dijo tranquila y seria - Se que querías verme desnuda en el baño; lo que quiero es tratar de entender por qué. No tengas miedo y hablemos con confianza.

Marco: ¡No! – dijo nervioso.

Viviana: Escucha, ahora no pienses en mi como tu madre sino como una amiga – dijo tranquilizadora - Ya te dije que se lo que hacías y lo que quiero es que me respondas con la verdad. Dime, ¿yo te excito, mi cuerpo te provoca erecciones?

Marco: Bueno yo, sí, creo que sí – dijo nervioso.

Viviana: Y hace tiempo que te fijas en mí como una mujer – dijo curiosa.

Marco: Si, hace tiempo – confesó cabizbajo.

Viviana: Bueno, cuéntame todo con calma – dijo seria.

Marco: Bueno yo, llevo tiempo espiándote, me gusta tu cuerpo, tus tetas, tu culo, tus piernas, todo, no puedo evitar tener erecciones cada vez que llevas un pantaloncito corto por la casa o algún camisón para dormir, o camisetas o pantalones ajustados, o faldas o vestidos – enumeró sincero – desde hace tiempo todas mis masturbaciones son pensando en ti y aunque no te he visto desnuda, me gustaría hacerlo – dijo nervioso.

Viviana: Si no hubiera olvidado el móvil en mi habitación seguramente lo hubieras conseguido – dijo para romper el hielo - ¿Y tú crees que tus malas calificaciones tienen que ver con esta obsesión conmigo? - dijo ella pensativa.

Marco: No sé, bueno, en gran parte sí – dijo sincero.

Viviana: Bueno jovencito, pensaré en lo que hemos hablado. No te preocupes, no estoy furiosa, aunque tampoco muy contenta; tengo que pensar todo esto con calma – dijo seria - No le diré nada a tu padre, tranquilo. Por lo pronto cerrare la puerta de mi cuarto con llave, hasta mañana – se despidió con un beso suave y rápido en la frente de su hijo.

Aunque no me había ido tan mal, Marco estaba muy preocupado. Viviana podía cambiar de opinión y decirle todo a su padre, o mandarle con un psiquiatra, o castigarle. Se sentía como un enviado a muerte a su ejecución, esperando su final, y era incomodo estar bajo el mismo techo con su madre. Con esos pensamientos se durmió. Viviana se quedó entre halagada y preocupada por su hijo. No se lo dijo a su marido. Al día siguiente, mientras su marido trabajaba y su hijo estaba en clase, ella se dirigió a un psicólogo para que le aconsejara mejor.

Doctor: Hola, buenos días, señora, siéntese – dijo señalándole el diván - ¿En qué puedo ayudarla? – dijo serio.

Viviana: Verá doctor, se trata de mi hijo – dijo seria – está obsesionado conmigo y no sé qué hacer – dijo preocupada.

Viviana: Verá doctor, no sé desde cuándo, pero mi hijo me espía constantemente, quiere verme desnuda y no estudia, ha bajado sus notas y yo me siento responsable – dijo preocupada.

Doctor: Cuénteme – dijo serio.

Doctor: Explíquese – dijo serio.

Viviana: Sí doctor, me siento responsable porque antes mi hijo no era así, mi hijo era muy responsable, estudioso, pero me di cuenta de que hace tiempo se encerró en sí mismo, no estudia y según lo que hablé con él, creo que es por espiarme – dijo preocupada.

Doctor: ¿Hablaste con tu hijo? – dijo serio.

Viviana: Sí, le pillé espiándome en la ducha y lo encaré, me confesó que lo hacía hace mucho y haciendo cuentas en mi cabeza creo que empezó a hacerlo cuando cambió, yo creo que porque se siente culpable – dijo preocupada.

Doctor: ¿Y la relación entre padre e hijo es buena? ¿Se llevan bien? – dijo serio.

Viviana: Sí, es excelente, pasan el tiempo libre de cada uno juntos, yendo de pesca o viendo algún deporte, pero es cierto que cuando mi marido intenta hablar temas de chicas o personales con él, se comporta muy tenso y no contesta, lo evade – dijo pensativa.

Doctor: Bueno, señora, permítame darle mi opinión profesional – dijo enderezándose – Miré, según lo que usted me ha contado, su hijo sufre complejo de Edipo, está enamorado de usted.

Viviana: ¿Qué? – dijo preocupada.

Doctor: Mire, piénselo – dijo serio – Según lo que me ha contado usted, su hijo era un chico normal, hablaba con su padre de todos los temas y estudiaba antes de empezar a espiarla – enumeró – Desde ese momento, según usted, su hijo dejó de estudiar para centrare en usted y aunque hace cosas con su padre, no quiere hablar con él de chicas y se pone tenso porque no quiere discutir con él, no quiere decirle que su amor es su madre, porque sabe que su relación cambiaría totalmente y él, aunque la quiera a usted como mujer, no quiere eso – explicó.

Viviana: ¡Eso es una tragedia! – dijo seria – ¿No hay nada qué hacer, nada para ayudarle? – dijo preocupada.

Doctor: Ahora, yo soy padre, y cómo padre la entiendo, pero siempre hay solución – dijo serio.

Viviana: ¿A qué se refiere? – dijo seria.

Doctor: Mire señora, cómo doctor en psicología, le digo que su hijo debería de saber cuál es su sitio, el de hijo y que sepa que tu marido, su padre, está por encima de él le guste o no y que tiene que respetarlo – dijo serio - pero como padre, sé que si usted hace eso su hijo se cerrará más y no será feliz nunca, no tendrá amigos ni podrá conseguir un buen trabajo, ni tener una buena chica que lo quiera – dijo serio.

Viviana: ¿Qué hago entonces, doctor? – dijo preocupada.

Doctor: Mi consejo es que le de pie, poco a poco, a satisfacer su curiosidad, su fantasía y poder seguir con su vida – dijo serio.

Viviana: ¿Quiere que me entregue a mi hijo como mujer? – dijo escandalizada.

Doctor: No digo que llegue a tanto, señora, simplemente que, si su hijo quiere ver alguna parte de su cuerpo, muéstresela, y utilícelo para que su hijo vuelva a estudiar, por ejemplo, para que se relacione más o para que deje de ver a su padre como un intruso entre él y usted - explicó.

Viviana: Veré que puedo hacer – dijo pensativa.

Estuvieron hablando sobre el tema casi una hora, de cómo encararlo y como solucionarlo. Viviana salió de la consulta con la idea clara de ayudar a su hijo, pero no podía contarle nada a su marido, no aún. Por eso empezó a idear un plan. Al día siguiente, tras ver lo tenso que se encontraba su hijo, lo encaró, aprovechó que estaba preparando su mochila en su habitación para encararlo.

Viviana: Muy bien Marco, he pensado muy bien en lo que te ocurre. Mira, si yo fuera una mujer chapada a la antigua como mi madre hubiera hecho un gran escándalo, estaría muerta de dolor y vergüenza, y pensaría que mi hijo está loco o que es un aborto de la naturaleza, porque solo así sería capaz de una abominación como esa; y si fuera mi abuela estaría muerta de la impresión. Pero tú sabes que, aunque soy una mujer seria y no soy una libertina, también soy una mujer de mente abierta. No me escandalizo fácilmente, y no me gusta juzgar a mi propio hijo. Además, yo sé que todos los niños y adolescentes sienten una cierta atracción sexual por sus madres, y tú no eres menos. Supongo que esto es una etapa, y las causas deben ser psicológicas – dijo de carrerilla por el nerviosismo que la corroía.

Ambos estaban nerviosos, Viviana por proponerle lo que tenía en mente y Marco por esperaba que, en algún momento de su monólogo, su adorada madre lo rechazara o lo tratara como un delincuente.

Viviana: No digo que lo que hiciste es bueno o malo, solo paso y muy posiblemente vuelva a ocurrir. Yo sé que cuando una persona tiene metida en la cabeza una obsesión es muy difícil quitársela de la mente. Y sé que cuando alguien tiene un deseo muy fuerte, si no lo satisface se hace más intenso, y si se lo reprimen se hace enfermizo porque nada hace algo más atractivo que el tabú; y siempre lo prohibido es lo más deseado. Así que si te reprimo y prohíbo que me sigas viendo con otros ojos, solo haré tu deseo más fuerte. Mientras no satisfagas tu curiosidad no estarás contento – dijo seria - Por otro lado, tenemos el problema de tu escuela; no quiero que pierdas este año como estuviste a punto de perder el anterior, y quiero que mejores tu promedio para que tengas mejores oportunidades de estudiar en el extranjero. Creo que necesitas un estímulo para mejorar en las clases y empezar a sentirte bien para hacer amigos – dijo mirándolo a los ojos.

Marco la miraba sorprendido, no entendía nada de lo que salía por la boca de su madre. Viviana lo notó y decidió ir al grano.

Viviana: Marco, por una parte, quiero que mejores en los estudios, y por la otra quiero curarte de esa curiosidad sexual que sientes conmigo, así que te tengo una propuesta, una idea que se me ocurrió para resolver tus problemas – dijo seria - Te propongo que, si tu apruebas este año con excelentes notas en todas las asignaturas, yo dejare que me veas desnuda – dijo decidida.

Marco: ¿Qué? - dijo sin poder creer lo que oía.

Viviana: Lo que oíste, y baja la voz, escandaloso – ordenó - Ya te dije que sé que tu deseo será más grande sino lo satisfaces, porque lo oculto es más atractivo; en cambio sí me ves desnuda se te quitara el capricho y la obsesión, ya no vivirás pendiente de espiarme en ninguna parte porque ya habrás visto todo lo que querías ver – dijo con una sonrisa victoriosa - Ya te dije que soy una persona de mente abierta y sin complejos, además de muy práctica. Y así también te obligare a estudiar.

Marco: ¡No te creo! – dijo sorprendido - Vamos tú lo que quieres es que me rompa la cabeza estudiando, pero no creo que tu….

Viviana: ¡No me crees!, Bueno yo me esperaba eso – dijo una vez más sorprendiendo a su hijo - Por eso te propongo algo: si apruebas con buenas notas el primer trimestre yo dejare que me veas las tetas, si apruebas el segundo trimestre, me pasearé en tanga por la casa para ti; y si apruebas el tercer trimestre, bueno, te enseñare el coño en todo su esplendor – dijo sonriendo - Pero, claro que hay condiciones, se trata solo de ver y no tocar, no olvides que soy tu madre, y si se te ocurre tocarme algo que no debes tocar, no solo te daré una buena bofetada sino que haré que te arrepientas – dijo seria - Hasta te mando a un internado – amenazó - Yo pongo los límites de lo que puedes hacer o no.

El muchacho no podía creer que su madre le estuviera diciendo todo aquello, estaba tan sorprendido que parecía que estaba en shock. Pensó en pellizcarse para ver si era un sueño o una de sus fantasías sexuales. Pero era verdad, y pronto se sorprendió excitado, con una erección que crecía ante la sola idea de que su madre cumpliera su promesa. Envalentonado por la libertad que me estaba dando mi madre, decidí poner también mis condiciones.

Marco: Está bien mama, pero entonces yo también tengo derecho a poner algunas condiciones – dijo serio.

Viviana: ¿Y cuáles son? – dijo curiosa.

Marco: Bueno, en la clase de ética siempre dicen que todo derecho adquirido es irrenunciable e irreversible – dijo serio - Por eso, si me lo enseñas una vez debo tener derecho a seguir viéndolo otras veces; no es que va a ser una sola vez y después volvemos a la situación de antes, sin poder ver más nunca – dijo elocuentemente.

Viviana: Vaya, eres un buen negociante - dijo con una sonrisa maliciosa y sarcástica – está bien, una vez que te enseñe algo, te lo seguiré enseñando en el futuro. ¿Trato hecho?

Le extendió su mano, y Marco la tomó con fuerza. Su erección era tan grande que temió que se diera cuenta, algo que por la cara de picardía de su madre supuso que había ocurrido, pero no hizo ningún comentario.

Marco: Tenemos un trato, mama – dijo emocionado.

Ella se dio la vuelta para irse, pero se giró para decir algo más.

Viviana: Ah, una cosa más cerrare mi puerta con llave para que no vayas a disfrutar la mercancía con anticipación - dijo mientras me guiñaba un ojo con sonrisa pícara.

Pasó el tiempo, tras el cual, madre e hijo se comportaban normal y Marco pasaba más tiempo con su padre y estudiando para evitar la tentación. Para él, todo el trimestre fue muy largo, pues pasaba los días pensando en el regalo que le daría su madre por aprobar. Hasta los maestros se sorprendieron gratamente por la mejora de sus notas. Se convirtió en el estudiante más aplicado de la clase. Finalmente aprobó sus exámenes del primer trimestre con notas increíblemente mejores a las del año anterior, para los profesores prácticamente era un milagro. Solo Viviana sabía la verdad, una verdad incómoda, pero que le hacía sentir orgullosa de su hijo y de ella misma por saber llevar la situación. Y entonces llegó la hora de que Viviana cumpliera con la primera parte de su promesa, enseñarle a su hijo sus tetas. Tras las felicitaciones por parte de sus padres, Marco, nervioso, miró a su madre impaciente y se fue a su habitación. Pasaron solo 3 minutos antes de que la puerta de su habitación se abriera y pasara una decidida y sonriente Viviana. Llevaba puerta una camiseta ajustada de andar por casa y un sujetador junto con un pantalón corto de estar por casa. Marcó la miraba nervioso y expectante.

Viviana: Muy bien Marco, te luciste este trimestre -dijo con sonrisa pícara - imagino que quieres que cumpla lo que te prometí, ¿no?

Marco: Si - dijo nervioso.

Viviana: Bueno, palabra es palabra – dijo traviesa.

Con mucha parsimonia y una sonrisa pícara en la cara, Viviana se llevó las manos a la parte baja de su camiseta y la agarró con fuerza para, sin dejar de mirar a su hijo a los ojos, elevarla y sacarla lentamente por su cabeza dejando ver que llevaba puesto conjunto de ropa interior de color blanco de encaje que levantaba sus pechos haciéndolos ver más tentadores. Enseguida sintió como su verga se ponía dura.

Viviana: ¿Cómo quieres que lo hagamos Marco? – dijo pícara.

Marco: Quiero que te pongas de espaldas y que te quites el sujetador – dijo nervioso y excitado – Y luego te des la vuelta poco a poco.

Ella le sonrió, consciente de que lo había deseado desde hace mucho, se dio la vuelta y lentamente se desabrocho el sujetador. Luego se lo quitó con calma y sensualidad poniéndolo encima del escritorio. El corazón del muchacho se aceleró. Ella se dio la vuelta lentamente, cubriéndose los pechos con las manos.

Viviana: Cuando tú quieras Marco, tú me dices – dijo sonriéndole.

Marco: Ya – dijo con la boca seca.

Viviana retiró las manos lentamente y dejo a la vista el espectáculo de sus hermosos pechos. ¡Que Par de Tetas! Para Marco eran unas tetas magnificas, grandes y bien formadas, levantadas y duras. Sus pezones eran una invitación irresistible a lamerlos y morderlos, se le hacía agua la boca de ver aquellas bellísimas montañas. Deseaba acercarse y tocar aquellos melones, lamer y mamar ese par de delicias. Pero sabía que solo podía verlas, y eso era más de lo que habría esperado unos meses antes.

Viviana: ¿Y qué tal? ¿Tengo buenas tetas? ¿Son como tu esperabas? – dijo pícara – Tranquilo, di lo que piensas, no te voy a regañar por tus comentarios ni a asustar por tu vocabulario – lo alentó.

Marco: Son…espectaculares, mamá – dijo morboso admirando sus pechos – Me encantan tus tetazas, grandes y gordas, y tus pezones.

Viviana: ¡Vaya! ¡Gracias, me siento halagada! - dijo ella contenta por los halagos y un poco ruborizada - Bueno, si me vas a ver las tetas, al menos vamos a sentarnos y a hablar.

Ella se sentó en la cama y él en una silla frente a ella. Hablaron mucho, durante un rato bien largo, casi una hora. Lo hacían con naturalidad, como una charla normal, a excepción del detalle de que ella estaba con los pechos al aire, semidesnuda. Le habló de su día y de cómo se sentía en su trabajo. Él hablaba también animado de sus clases, pero prefería escucharla a ella mientras gozaba con morbo de ver sus esplendidos pechos. Tuvo una erección que no consiguió calmar en todo el tiempo y Viviana se dio cuenta, pero no hizo ni dijo nada. Luego ella se levantó, se puso su sujetador y la camiseta otra vez, y se fue.

Viviana: Bueno mi amor, como lo prometido es deuda volveremos a hablar con mis tetas al aire en otras ocasiones – dijo pícara, guiñándole un ojo - Ahora alíviate y estudia más para ganarte los siguientes premios - le dijo mientras le daba un beso en la mejilla señalando burlona su erección.

Nada más salir por la puerta, Marco no pudo aguantar más la excitación y se hizo una paja con los ojos cerrados, recordando los pechos de su madre, gimiendo bajo.

Marco: ¡Mamá que tetas tienes, que ganas de comerte las tetas y de que me hagas una buena cubana y llenártelas de leche! – gemía corriéndose.

Lo que no sabía, era que Viviana se había quedado a escuchar tras la puerta desde el pasillo y entre sorprendida y morbosa, previendo lo que haría su hijo, lo escuchó todo y al día siguiente le tocó limpiar los restos de la corrida. No sabía por qué, supuso que era por el morbo de saber que la causante de que su hijo se masturbara era ella, pero le daba morbo. En los meses siguientes el muchacho disfrutó de otros momentos en los que ella le enseñaba los pechos mientras hablaban en privado, normalmente en fin de semana y cuando no estaba Sandro, al tiempo que él estudiaba con más ahínco para tener derecho a ver la siguiente parte de su anatomía. Lo que empezó como algo práctico, dio resultado, pero empezó a acarrear un efecto secundario en Viviana, le ponía cachonda estar expuesta con su hijo y provocarlo desnudándose ante sus morbosos ojos para que la disfrutara. Cuando hacía eso, el sexo con su marido era brutal. Después de semanas que fueron siglos para el muchacho, cumplieron la segunda parte del reto al aprobar el muchacho con magnificas calificaciones el segundo trimestre. Viviana se reía con satisfacción y picardía al leer sus calificaciones, consciente de que todo era obra de su extraña forma de estimular a su hijo, mientras Sandro le miraba y abrazaba orgulloso sin ser conocedor del secreto de madre e hijo. Luego, cuando Sandro se fue a trabajar, le dio el premio correspondiente a su hijo. Preparó la plancha como siempre frente al sofá en el salón y se fue a su habitación. Marco esperaba expectante a ver la sorpresa de su madre. Cuando salió Viviana de su habitación se quedó sin habla, ante él estaba su madre, prácticamente desnuda, solo con un minúsculo tanga que le tapaba lo justo. Iba descalza.

Viviana: ¿Te gusta? - dijo pícara – Es nuevo – dijo refiriéndose al tanga.

Nervioso, se fijó en el tanga rojo, diminuto, tipo hilo dental y su verga se puso dura y erecta, cosa que Viviana notó, pero lo dejó pasar, solo le miró pícara. Le hizo un modelaje en el salón para que la viera bien, para romper el hielo. Cuando dio varios pases de modelo, le sonrió pícara.

Viviana: Que disfrutes de tu regalo, cariño – dijo sonriente mientras se daba la vuelta y se disponía a planchar.

Marco podía ver su hermoso culo cuidado a base de ejercicio solo con un diminuto tanga de hilo dental. Aunque ya lo había disfrutado verlo en los pequeños bikinis que ella usaba en la piscina, ahora lo tenía delante, solo para él. El pobre Marco estaba muy cachondo viendo ese culo, queriendo pellizcar y acariciar sus nalgas y apartar su tanga para abrir su raja y ver su espléndido agujero anal, pero debía conformarme con ver.

Viviana: ¿Qué tal? ¿Tengo un buen culo? – dijo pícara mirándolo sin girarse.

Marco: ¡Increíble! ¡Tienes un culo de campeonato! – exclamó comiéndoselo con los ojos.

Los dos se rieron por el comentario. Se quedó sentado admirando el culo de su madre mientras terminaba de planchar, siguiendo su juego y disfrutando el momento, recreando su vista en su culo y en sus pechos cuando se movía para dejar la ropa.

Viviana: Veo que me miras más a mí que a la televisión – dijo pícara mirándolo sin girarse.

Marco: Es que la vista es mucho mejor y más interesante – dijo morboso, ganándose un guiño de su madre mientras le sacaba la lengua divertida.

Viviana hablaba y se reía como si fuera la cosa más normal del mundo, y bromeaba por lo que estaban haciendo, pero ella sabía muy bien lo que su adorado hijo pensaba y deseaba en ese momento y, muy contrariamente a lo que pensaba en un principio, no le importaba y hasta le gustaba, le daba morbo, disfrutaba siendo la hembra que calentaba al macho provocándolo para después dejarlo con hambre, aunque aquel macho fuera un niño y además fuera su propio hijo. Pero a ella le excitaba ser deseada, ser devorada con los ojos, ser follada mentalmente frente a ella misma. Una vez más su rato de diversión terminó, y ella, después de planchar y recoger el salón en tanga un buen rato, se acercó a su pequeño pervertido, le dio un beso en la mejilla mientras le acariciaba la cara y le ponía las tetas frente a sus ojos.

Viviana: Bueno cariño, por hoy ya está bien, espero que hayas disfrutado tu regalo y espero tus próximas notas – dijo con cariño.

Marco: Y yo – dijo embobado mirando sus tetas y relamiéndose.

Viviana le guiñó un ojo y se fue a su habitación, se vistió y volvió a salir para seguir preparando la cena y hacer unas compras. Luego, durante los siguientes meses, se repetían los ratos en que ella le mostraba sus tetas y a veces su culo, mientras Marco seguía estudiando como loco para aprobar el año con honores y así poder gozar de la vista de su cuerpo entero totalmente desnudo, de aquel coño que era lo que me faltaba por ver. Había pasado el curso, y Marco estaba a punto de lograrlo. Finalmente llegaron los resultados de los exámenes finales y la victoria fue suya, había aprobado todo con calificaciones sobresalientes. Ahora debía cobrar y lo esperaba ansioso. Viviana se compró un conjunto de lencería para la ocasión, sabedora de que su hijo cumpliría con su parte del trato, pues como adolescente hormonal que era, su hijo desearía verla desnuda por encima de todo y haría lo que fuera. Por eso cuando Marco le entregó las calificaciones, Viviana estaba radiante y feliz, al mismo tiempo que un orgulloso Sandro abrazaba a su hijo con fuerza, zarandeándolo. Madre e hijo intercambiaron miradas de complicidad y sonrisas picaras.

Sandro: ¡Te voy a comprar la moto para que este verano fardes con tus amigos y ligues con las chicas! – dijo orgulloso, pícaro y divertido mientras Marco tenía otro regalo en mente.

Viviana sonreía divertida sabedora del regalo que realmente quería su hijo. El día de su recompensa, Viviana fue a su habitación luego de que Sandro se fuera a trabajar, con su bata casera y sus pantuflas, y se encerraron.

Viviana: Estoy muy orgullosa de ti, cariño, de tu esfuerzo y perseverancia – dijo mirándolo cariñosa.

Marco: Gracias, mamá – dijo orgulloso de sí mismo.

Viviana: Imagino que esperas tu regalo - dijo con una sonrisa seductora.

Marco: Ni te lo imaginas - dijo morboso.

Viviana se colocó en medio de la habitación mientras su hijo se sentaba en la cama y la miraba intensamente. Iba vestida con una bata de seda que usaba en las ocasiones especiales con su marido. Se la quitó y la dejó caer, dejando a su hijo sin aliento. Llevaba puesto un conjunto muy sexy de ropa interior de color rojo, color favorito de su hijo. Ella se dio la vuelta como toda una modelo para que el muchacho pudiera admirar todo el conjunto. Marco se quedó boquiabierto al ver al monumento de su madre vestida tan provocativa, con el sujetador semitransparente y el tanga que solo le cubría el coño mientras ella reía satisfecha.

Viviana: ¿Te gusta? Lo compre para la ocasión, ni siquiera tu padre me lo ha visto puesto – dijo pícara modelando para él - No todos los días mi hijo ve por primera vez desnuda a una mujer en persona, y menos si esa mujer soy yo. Ahora siéntate y disfruta el espectáculo – dijo guiñándole un ojo.

Marco miraba excitado como nunca en su vida hasta ese momento. Ella se desabrocho el sujetador bailando sensualmente y se lo quito en frente de Marco, que se relamía, liberando una vez más aquellos grandes y gordos pechos. Con la mano le dio vueltas en el aire al sujetador para terminar arrojándoselos en la cara a su hijo mientras los dos reían. Luego empezó a bailar más sensual. En un momento se inclinó ante su hijo haciendo con la boca como si fuera a darle un beso, sacando su lengua juguetona, sus pechos colgaban en el aire y se movían libres. ¡Marco estaba a mil! Su erección era muy evidente, cosa que Viviana notó y excitó, haciéndose más atrevida, con movimientos mucho más exagerados. Luego de unos minutos, ella se dio la vuelta y tomando el tanga comenzó a bajársela mientras sacaba el culo exponiéndolo a la vista de su hijo que apenas se encontraba a unos centímetros de su madre. Marco temblaba de emoción. Ella se lo bajo con lentitud y destreza, se inclinó levemente hacia delante sacando más su culo hacia atrás, hacia su pervertido hijo que estaba loco por que se lo quitara. Luego tomó su prenda íntima y la arrojo a un lado, a un mueble. Ya estaba desnuda y el corazón de Marco latía como loco. Ante la vista de su hijo se abrió de piernas mostrando su cuidado y depilado coño y ano a la vista de su hijo, que respiraba agitado y miraba excitado y morboso.

Viviana: ¿Te gusta lo que ves? – dijo seductora y excitada.

Marco: Si, muchísimo – dijo agarrándose la polla por encima de los pantalones cortos.

Con una sonrisa seductora, orgullosa de sí misma por causarle esa impresión a su pequeño hijo se dio la vuelta lentamente. Marco estaba muy excitado. Viviana se colocó de pie frente a su hijo, se acarició los pechos con mucha sensualidad y caminó hacia atrás mientras le pedía con una mano a su hijo que se acercara y con la otra colocaba la silla del escritorio frente a ella. Marco obedeció como un autómata sin molestarse en tapar su erección mientras no quitaba la vista de su madre. Viviana, mientras su hijo se sentaba en la silla, obediente, se subió al escritorio y colocando sus piernas flexionadas, las abrió todo lo que podía, dejando su coño expuesto a su hijo.

Marco: Eres la mujer más hermosa y preciosa del mundo, tienes un cuerpo de diosa - dijo rompiendo el silencio.

Viviana: ¿Eso crees? – dijo excitada.

Marco: Desde luego – dijo morboso.

Viviana: ¡Gracias! – dijo abriéndose los labios vaginales – Mírame bien, cariño, ¿valió entonces la pena tu esfuerzo?

Marco: Si – dijo sonriente.

Viviana: ¿Sabes? Tú eres el único hombre, aparte de tu padre que me ha visto así, totalmente desnuda - informó.

Marco: No sabes cómo me alegra oír eso – dijo orgulloso - es un privilegio y un honor para mí. Te lo agradezco – dijo solemne y divertido.

La erección del muchacho ya le hacía daño, parecía que iba a reventar el pantalón corto al verla en esa postura y completamente desnuda para él, cosa que Viviana notó y con morbo, tomó una decisión que cambiaría sus vidas.

Viviana: Marco, quiero pedirte algo, y no digas que no – dijo seria y morbosa.

Marco: ¿Qué? – dijo nervioso.

Viviana: Quiero verte desnudo – dijo morbosa - Es que no quiero ser la única desnuda – dijo con un puchero sensual.

Marco: Pero yo…

Viviana: Se que estás erecto y es normal, cariño, de verdad no me importa. Solo que yo me desnudé para ti, quiero que mi hijo haga lo mismo conmigo – dijo sonriente.

Sin protestar se quitó la camiseta y el pantalón corto quedándose desnudo frente a su madre. Ella le veía con una sonrisa nerviosa y pícara, contemplando asombrada su cuerpo y en especial su verga erecta.

Viviana: Bueno, también es la primera vez que le veo a otro hombre que no sea tu padre su polla erecta – dijo divertida y morbosa – Me alegra que sea la tuya, ya tenía curiosidad por ver cómo habías crecido – dijo pícara – Es grande y bonita – le alagó.

Viviana empezó a acariciar su cuerpo lenta y sensualmente, pasando sus manos por sus pechos, sus pezones, sus piernas, su vientre, su coño. Marco la miraba lleno de deseo. Viviana lo notó y no pudo aguantarse más-

Viviana: Marco, mastúrbate – dijo morbosa, colocando sus manos en sus pechos, sopesándolos.

Marco: ¿Qué? – dijo sorprendido.

Viviana: Hazlo, cariño, no te preocupes por mí – dijo morbosa - Tienes que desahogarte o vas a reventar.

Sin poder contenerse, hizo lo que le dijo. Veía fijamente su cuerpo mientras ella se acariciaba lascivamente. Marco, con mucho morbo, agarró su dura polla y comenzó a pajearse, lentamente, mirando las tetas y el coño a su madre. Viviana le miraba.

Viviana: Eso es, cielo, pajéate viendo desnuda a tu madre – dijo provocándolo con una sonrisa muy sexy – muévete la polla para mami.

Marco: Me encanta, mamá – gimió aumentando el ritmo de la paja - ¡Estás buenísima!

Viviana: ¿Te gusta mami? – dijo pícara - Dímelo.

Marco: Me encantas mami, estás muy buena – gimió morboso mientras seguía aumentando el ritmo de su paja – Me encantan tus tetas y tu culo, tus piernas y tu coño – dijo mirándola lascivamente – Me encanta pajearme delante tuya.

Viviana: A mami también le gusta ver a su niño menearse el rabo delante suya mientras la mira – dijo agarrando más fuerte sus tetas y pellizcando sus pezones.

Marco: ¡Me pones muchísimo! – gimió a punto de correrse, cosa que Viviana notó.

Viviana: Vamos, mi niño, córrete para mami, saca tu leche para mami – le provocó pellizcándose los pezones y mordiéndose el labio.

Marco: ¡Oh sí, mamá, me voy a correr, sí! – gimió.

Viviana: ¡Córrete, cariño, échale a mami tu leche calentita! – dijo colocándose de rodillas frente a su hijo, que abrió sus piernas.

Marco: ¡Oh sí, me corro, me corro, toma mi leche, guarra, sí! – gimió mientras se corría en las tetas de su madre.

Marco se corría como un animal en las tetas y cara de su madre mientras Viviana recibía gustosa la leche caliente de su hijo, sin dejar de mirarle. Cuando se corrió, Marco cayó de espaldas a la silla, exhausto.

Viviana: Espero que te haya gustado mi regalo extra por tu dedicación – dijo levantándose como si nada – Voy a limpiarme, cielo – dijo dándole un beso en la barriga y acariciándole la polla flácida.

Marco: Va…vale, mamá – dijo sin respiración.

Ella se puso de pie y pasó cerca de él, acariciándole de nuevo la cara, apenas a centímetros. Luego busco su bata y se la puso, recogió su ropa interior y la puso en un bolsillo de la bata.

Viviana: Nunca olvidare este día, también fue especial para mí - dijo mientras una lagrima surcaba su rostro.

Marco: Perdón por llamarte guarra – dijo nervioso.

Viviana: No te preocupes, cariño, ha sido la excitación – dijo quitándole importancia, porque realmente se sentía así, una guarra, una cualquiera.

Marco: Este no es el final, ¿verdad? – dijo ansioso.

Viviana: Claro, siempre necesitaras estimulo, ¿no? - dijo sonriendo traviesa saliendo de la habitación.

Marco se quedó un momento pensando en lo que acababa de pasar, aún sorprendido y morboso. Se tumbó en la cama y se quedó dormido, por eso el muchacho no pudo oír a su madre masturbarse en la habitación de al lado. Viviana, nada más salir de la habitación de su hijo, tuvo que masturbarse para calmar un poco su calentura antes de que llegara su amado marido y la hiciera suya por la noche. Lo hizo pensando en su hijo, se corrió mientras se masturbaba gimiendo el nombre de su hijo ¡Marco!