Motivación en el trabajo 4
Entonces lo entendí lo habíamos hecho, pero apenas aún nos habíamos besado. Mi boca empezó a sentir ese deseo que la había enloquecido con los pezones, solo que esta vez lo sentía por sus labios. Quería rozarlos, sentirlos, sentir como su lengua abría paso en mi boca.
─ ¿Me has hecho algo? –murmuró en un susurro.
─ ¿Cómo que si te he hecho algo?
─ Si no se, será el calor que me hace sentir cosas… -dijo desconfiada.
Nos dormimos, a mí me costó bastante, realmente si pensaba con claridad era obvio que se habría despertado cuando la acariciaba, quizá no desde el principio, pero lo sabía… Lo que no sabía era como actuar, como tomarme eso… ¿Significaba que le gustaba? O simplemente se había dejado hacer esperando a que yo me cansara… Cuando por fin el alcohol ingerido me hizo caer redonda lo agradecí muchísimo, porque algo borracha como iba solo hacía que comerme la cabeza.
Cuando desperté me asusté bastante, era la primera vez que me levantaba y ella no estaba durmiendo, apenas estaba en la cama ni la habitación. Mil pensamientos aterradores me pasaron fugazmente por la cabeza, la habría asustado… Aunque ella era mayor que yo... No sabía su edad exacta pero rondaría los 28 años, yo tenía 22 (los dos patitos).
Salí con cautela de la habitación y me dirigí a la cocina. Por el pasillo casi chillo, al abrir una puerta me la encontré de cara. Casi se le cae la bandeja a ella del susto.
─ Por un día que quería darte la sorpresa…
─ No si la sorpresa me la he llevado. –no pude evitar reírme por el sobresalto que di.
─ Jajaja, si… algo he notado. –comentó riéndose ella también.
Le gustara o no lo de la noche anterior al menos hoy estaba simpática. Al estar las dos despiertas desayunamos en el comedor a eso de las 8:30, nos lo tomamos con calma ya que nos faltaba media hora para empezar el día. No hablamos en absoluto de lo de anoche ni el insomnio, ni la borrachera, si no que hablamos del día que nos venía encima. Venían 30 niños durante una hora, teníamos que hacer un cumpleaños, lo que significa pasear ponys durante una hora turnando a los críos… (Insoportable, cuando sabes de montar y ves como tiran del caballo y los molestan te resulta insoportable).
Acabamos de comer y empezamos las clases, hasta las 12:00 del mediodía no venía el cumpleaños. Llegada esa hora preparamos dos ponys uno para cada una. Nos fuimos a la pista y empezamos a subir niños, eran unos 5 minutos por niño, hicimos casi dos horas aunque había niños que no habían venido.
Por fin terminó y nos dispusimos a duchar los ponys y guardarlos. Ya eran las 14:00 por lo cual hasta el martes estaríamos en la hípica sin tener que trabajar ya que eran nuestros días festivos.
Al recoger las monturas y materiales del caballo los llevamos al guadarnés de escuela, el de escuela era pequeñito, con montureros que son unos palos enganchados a la pared que sujetan las monturas lo cual hacía el cuarto más estrecho. En parte ese lugar era muy excitante, como una biblioteca donde siempre piensas hacerlo en las estanterías, pues aquí sería en los montureros. Dada esa estrechez al pasar ella por delante de mío de espaldas me rozó con todo su trasero, lo hizo muy lentamente, para mala suerte su montura iba justo delante de mí, así que se inclinó para colgarla, lo cual conmigo enganchada en la pared presionó más su trasero contra mí, una nalga suya estaba perfectamente encajada en mis partes, sentí presionado mi clítoris. Traté de coger aire y apartarme, pero estaba encajada contra la pared y hasta que no aliviara la tensión de su trasero no me podría mover. Al enderezarse con un movimiento extraño de su cintura se restregó completamente contra mi clítoris. Como ya se había enderezado pude escaparme y salir de allí porque empezaba a agobiarme ese lugar con ella tan cerca y receptiva a diferencia de cuando ‘dormía’.
La tarde la pasamos viendo la televisión, series de risa básicamente, una que me encanta que se llama Jane the virgin, una pobre chica virgen que es inseminada por equivocación… Nos reímos viendo toda una temporada. Cenamos algo sencillo, pizzas y refresco. Hablamos un poco de que podríamos hacer todo el lunes, le propuse que una ruta por el campo llevándonos la comida y con dos caballos tranquilos nos iríamos lejos. Me dijo que era buena idea aunque hacía mucho calor tanto para los caballos como para nosotras así que lo dejamos en el aire, dependiendo del tiempo que hiciera. Nos fuimos a dormir.
Tenía demasiado claro que esta noche no le haría nada, me daba igual que mi cuerpo lo desease, no podía ser tan caprichoso. Así que de entrada me puse de espaldas a ella y traté de dormirme. Cuando ya estaba en la fase de sueño ligero, que aún percibía cosas de la realidad mientras empezaba a soñar.
Sentí como se apartaba el pelo de mi oreja, dejándola destapada. No conseguía despertarme pero estaba consciente de lo que ocurría. Un aliento se fue acercando a mi oreja, cada vez lo oía más fuerte a medida que se acercaba, el peso de la cama se movió un poco.
─ ¿Hoy me vas a dejar con las ganas? –ese susurro mandó todo un espasmo a mi cuerpo y conseguí abrir los ojos.
─ Vamos sé que me estás escuchando… -volvió a decir en un susurro, y puso su mano en mi cintura.
Le oía la respiración agitada, realmente se la notaba ansiosa, con mucho deseo.
─ Supongo eso significa que me toca a mí… -murmuró y empezó a mover suavemente la mano de mi cintura, la desplazaba por mi costado, haciéndome cosquillas a la vez que me excitaba.
Poco a poco ascendió por mi costado y se dirigió a mi seno izquierdo, que era el más cercano a ella. Con un dedo lo presionó suavemente y empezó a hacer círculos, no entendía a que venía tanta vergüenza por mi parte pero sabía que era cuestión de tiempo que acabara toda a su merced. Seguramente percibía la tensión de mis piernas, trataba de juntarlas fuertemente, así producía movimientos en mi clítoris y me aumentaba el placer y deseo. Se fue directa al otro seno, empezó haciendo círculos grandes alrededor de mi pezón, poco a poco más pequeños hasta pararse justo en medio de él, justo encima de ese agujerito pequeño por el cual se saca la leche. Ese punto justo es el más sensible, lo acarició con la uña justo en ese lugar y ninguno más. Tuve que aflojar la presión de mis piernas, casi me dio un tirón de la fuerza. Movió su mano hasta mi hombro y lo empujo, entendí que quería que me pusiera boca arriba, pero me daba mucha vergüenza que me viera así que me resistí.
─ Venga por favor… -susurró con deseo–. Quiero que me montes como lo haces con Bolero (mi caballo).
Eso me encendió hasta las pestañas, me di la vuelta bruscamente y quedé encima de ella. Ella ya estaba desnuda, yo llevaba la ropa interior. Me desató el sujetador y lo arrancó como pudo ya que la presión de nuestros pechos no dejaba que saliera bien. Hizo el gesto de quitarme la parte de abajo pero como no podía bajarlas del todo me las quité yo. Puse mi pierna derecha entre las suyas y la doblé la izquierda pasaba por encima de la suya derecha, era la tijera pero completamente una encima de la otra, nuestros sexos se unían, no a la perfección ya que al estar estiradas las dos no se podía así que se rozaban un poco y el resto se rozaba contra las piernas. Aún no había empezado a moverme. Busqué con mi boca su pezón, lo mordí sin previo aviso, sin ningún suave lametón ni beso. Al hacerlo tensó su cuerpo y presionó su sexo contra el mío, jadeamos las dos queriendo perdernos en un baile de cinturas. Pero aún era pronto. Estuve un largo rato en un pezón, luego en el otro, estaban tan duros y adoloridos… No podía dejar de lamerlos, verlos así de duros me volvía loca, quería mamar de ellos como si fuera a brotar leche de dentro. Así lo hice, hasta que sentí que gemía, una mezcla entre placer y dolor. Estaban tan entumecidos y arrugados… Empecé a moverme sutilmente, hacía como si tuviera espasmos en la cintura y ella notaba la ligera presión haciéndola desear más… Cuando ambas estábamos desquiciadas de placer, empecé a moverme como solo mi caballo me había enseñado a hacerlo, moviendo mi cintura a una velocidad incontrolable, con una presión enloquecedora, era como si la embistiera sin llegar a embestirla con nada. Nuestros pechos eran como gelatina, se movían de un lado al otro, nuestros pezones de rozaban de vez en cuando, los suyos perforando los míos. Cuando empezó a clavar sus uñas en mí entendí que llegaba al orgasmo por lo cual me incorporé un poco para poder moverme aún más rápido, así lo hice, ella me tenía agarrada con manos y uñas por la cintura, ayudándome en cada movimiento, mi orgasmo también se acercaba. A una velocidad que nunca había conseguido hacer nos liberamos las dos, el placer del orgasmo reducía mi capacidad para moverme, así que para acabar de soltar nuestros flujos lo único que podía hacer eran fuertes embestidas. Las cuales en cada una de ellas la escuchaba gemir por lo bajo, intentando reprimirlo, mientras yo suspiraba y de vez en cuando tenía gemidos largos e intensos. Caí de espaldas rendida, en ese momento nuestros sexos se encajaron a la perfección, haciendo que las dos nos estremeciéramos.
Al rato de descansar y escuchar nuestros jadeos inundar la habitación ella se incorporó y puso encima de mí, estábamos al revés en la cama…
─ Hay una cosa que aún no has hecho y me muero por sentir… -dijo con dificultad.
Entonces lo entendí… lo habíamos hecho, pero apenas aún nos habíamos besado. Mi boca empezó a sentir ese deseo que la había enloquecido con los pezones, solo que esta vez lo sentía por sus labios. Quería rozarlos, sentirlos, sentir como su lengua abría paso en mi boca.
─ Por favor… hazlo… -supliqué.