Motivación en el trabajo 3

Desperté extraña, en parte con energía a pesar de haber pasado mala noche. Algo en mi espalda parecía perforarme. No porfavor… Estaba abrazada a mí… Tenía sus pechos enganchados a mi espalda, y digo enganchados porque por el calor se habían hasta pegado a mí.

Me removí incómoda de modo que quedé hacia arriba. Miraba el techo en la oscuridad y no paraba de pensar que no dormiría en toda la noche. Transcurrida una media hora sin poder dormir empecé a agobiarme en aquella cama…

Escuché un leve gemido cerca de mi oído. Estaría soñando. Me encantaría saber en que soñaba. Se dio la vuelta así que quedó de espaldas a mí. Me la estaba jugando… pero deseaba hacerlo.

Con mi mano por debajo de las sabanas la acerqué a su muslo y la dejé reposar allí encima varios segundos a la espera de alguna reacción. Confiada de que estaría durmiendo y sin ser dueña de mis actos empecé a acariciarle la pierna, subiendo y bajando lentamente. Lo que si pude sentir fue su piel erizarse. Con más valentía, subí por su costado, acariciándole las costillas en dirección a su cuello. Suspiraba fuerte, pero la seguía sintiendo dormida, como si lo estuviera haciendo en sueños. Con mis dedos en su nuca los hundí un poco en su cabello y acerqué mi cuerpo al suyo, sentía sus muslos, su trasero y su espalda completamente enganchados a mí. Moví mi mano hasta la parte delantera del cuello y poco a poco en trazando una línea recta fui bajando hasta llegar en medio de sus pechos. Llevaba una camisa de tirantes lo cual no me impedía nada. Me arriesgué dirigiendo mi dedo índice hasta su seno derecho en dirección a su pezón.

Al rozarlo sentí su estómago contraerse, al mismo tiempo que apretaba sus piernas entre ellas. Me daba realmente mucho miedo que me descubriera, pero a la vez el morbo de la situación me tenía exageradamente desquiciada. No entendía porque hacía todo eso, quería parar pero no podía. Mis manos me dominaban y en un intento de luchar contra mi voluntad sin querer pellizqué suavemente su pezón al intentar que mi mano lo soltara.

Menos mal que me pasó al retirar mi mano porque se despertó justo cuando ya estaba alejada de ella.

─         ¿Qué me pasa? –oí que decía pensando que yo dormía.

─         ¿Estás bien? –pregunté haciéndome la loca.

─         Sí, creo que sí. –jadeaba un poco–. Estoy sudando.

─         Es que hace calor y más dos personas en una cama compartiendo temperatura.

─         Sí, seguramente será eso. –murmuró sin pensar.

─         Yo creo que iré al sofá un rato, no puedo dormir y me muero de calor. –sentirla así de sofocada no me ayudaba, y mucho menos habiéndola acariciado anteriormente.

─         Creo que iré contigo. –maldición….

Me levanté y me encaminé hacia la cocina. Serví dos vasos de agua bien fría.

─         ¿Hay hielo?

─         Sí, espera lo vi antes. –dije mientras buscaba en el congelador–. Pero el agua ya está bien fría.

─         No es para el agua…

─         ¿A no? –deduje para que pero preferí no pensar tan sucio…

─         Es para refrescarme un poco el cuerpo. –estábamos a oscuras, solo se veía la luz de la nevera y de las farolas de la hípica que siempre estaban encendidas.

Pude ver que realmente estaba sudando. Hacía calor, y seguramente estaba yo más excitada que ella pero tampoco como para sudar.

─         Creo que me iré a dar una vuelta por la hípica necesito aire fresco… -se la notaba exhausta.

─         No hombre no, ponte en el ventilador un rato.

─         Bueno vale, lo acercaré a mi lado de la cama un rato a ver si se me pasa.

Volvimos a la habitación sin hielo, al final no lo acabé de buscar. Movió el ventilador y lo puso a su lado. Nos tumbamos de nuevo y transcurrido un rato sin yo aún poder dormir, vi que ella tampoco dormía.

─         ¿Sigues despierta? –escuché que susurraba.

─         Sí, no consigo dormir…

─         ¿Te importa si me quito la camisa?

─         ¿Eh…? Sí… Es decir, no, no. Quítatela no pasa nada. –solo pensar en estar a centímetros de ella con sus senos desnudos me alteraba todo el organismo.

Se la quitó y la arrojó al suelo sin ningún cuidado. Me di la vuelta, le daba la espalda. Decidí contar ovejas… Creo que llegada la 100 empecé a cansarme y me entró un poco el sueño, supongo que debido al aburrimiento. Notaba su respiración en mi espalda, aun provocando cosquilleos en mí ya me sentía muy cansada y conseguí dormirme.

A la mañana… Desperté extraña, en parte con energía a pesar de haber pasado mala noche. Algo en mi espalda parecía perforarme. No porfavor… Estaba abrazada a mí… Tenía sus pechos enganchados a mi espalda, y digo enganchados porque por el calor se habían hasta pegado a mí. Sus pezones se iban endureciendo en ese momento poniéndome a mí de los nervios. Me libré de ella como pude y me dirigí a la puerta para irme. Al cerrar vi que la había dejado destapada por arriba. Realmente tenía unos pechos preciosos… cada seno parecía hecho perfecto para cualquier tamaño de una mano. Me llamaban a gritos, cada vez más endurecidos. Rápidamente cerré y me fui.

Me fui directa a la ducha dejándole un posit justo donde yo dormía.

Perdón por no hacerte desayuno pero no hay comida, esta noche iré a comprar. Te espero en el bar para desayunar.        Buenos días.

Me duché a toda velocidad ya que no quería cruzármela en las duchas. Me vestí y fui hacia el restaurante que ellos también habían dormido allí y hoy estaba abierto antes de que empezaran las clases.

─         Mírala que madrugadora… -Oscar siempre tan gracioso…

─         No hay más remedio… -respondí riéndome.

Lorena vino para darme dos besos y me ofreció un café. Le expliqué que había pasado mala noche sin comentarle el porqué, me ofreció desayunar pero le dije que esperaría a Lara.

Yo ya muerta de hambre y a punto de empezar las clases, Lara no venía, así que pedí dos bocadillos de lomo y queso porque si no cuando llegara no daría tiempo.

─         ¡¡Buenos días!!

─         ¿Hoy se te han enganchado las sabanas no? –comenté burlona.

─         Un poco… ya sabes que ha sido larga la noche…

─         He pedido por las dos ahora mismo porque si no, no nos daría tiempo. –comenté tratando de olvidar su comentario.

─         Ah perfecto, seguro que me gusta. –me sonrió dulcemente.

─         ¿Para beber que se les ofrece preciosas? –comentó Oscar mirándome fijamente, como si notara algo extraño entre las dos.

─         Mmm.. zumo de naranja para las dos. –contestó Lara sin darme tiempo a hablar, aunque era justo lo que quería.

Desayunamos a gusto. Cada una se fue a su trabajo ya que ella la primera hora tenía libre de clases así que montaba un potro y yo tenía que hacer clases a un niño así que nos tuvimos que dividir por narices.

Comimos todos juntos, toda la tropa de nosotros. El resto del día fue bastante bien, para nada sentía el cansancio de no haber dormido. Sentía unas ganas extrañas de que fuera la hora de dormir, mi cuerpo me decía que me traicionaría de nuevo y esta vez iría un poco más lejos mientras ella durmiera.

Llegó la noche y me fui a comprar cuatro cosas que necesitábamos. Al llegar me encontré a toda la tropa despidiéndose que esta noche se irían de fiesta, pero yo no podía irme, estaba a cargo de la hípica. Les dije que disfrutaran por mí y se fueron. Subí al piso y olía tremendamente bien. Se escuchaba una canción de Summertime de Kenny G, un gran saxofonista y una canción muy sensual.

Había preparado un poco de picoteo pero muy completo. Había jamón salado, queso, espárragos, ensalada, olivas, pinxitos, tortilla de patatas… muchas más cosas, pero lo mejor de todo un buen vino blanco.

Cené muy a gusto, con más canciones de Kenny G adornando la velada. Para postres trajo dos copas llenas de nata, fresas, plátano, chocolate, moras… Muy completo todo. Abrió una botella de Champagne, parecía todo una cena de lujo, se había tomado muchas molestias.

La mezcla de todo me había subido un poco, decidimos recoger al día siguiente ya que ella también iba contentilla. Mi cuerpo no dejaba de insistir en que fuéramos a dormir para hacer lo que él quería. Así que acaloradas por el alcohol y la temperatura nos fuimos a dormir las dos casi desnudas. Mi corazón iba demasiado acelerado, me decía que llevaba todo el día esperando. Pero todavía tenía que esperar a que se durmiera. Tardó poco ya que el alcohol es lo que tiene…

Esta vez ella dormía hacia arriba, así que estaba toda a mi merced. Mis movimientos eran algo más torpes que el día anterior, ya que hoy no estaba en uso completo de todas mis facultades. La acaricié suavemente por la barriga, se tensaba y se relajaba dependiendo de donde acariciara. Hoy ya no llevábamos ninguna el sujetador. Así que no tuve impedimento para subir mi mano hasta sus senos. La manta los cubría un poco, así que la retiré bajándola hasta su cintura. Se le endurecieron rápidamente los pezones al destaparla. Al deseo de sentirlos y con más valentía producida por el alcohol. Me incorporé para besarlos. Me acerqué suavemente dejando posar primero mi aliento en su pecho derecho, se endureció aún más. Era gracioso ver como el cuerpo reaccionaba aun cuando uno estaba durmiendo. Sin poder soportarlo más y mi boca haciéndose agua, saqué la punta de mi lengua y lo acaricié muy sutilmente, ese roce suave la hizo removerse. La miré y vi que aún dormía, así que me acerqué de nuevo solo que al seno contrario y ese sin previo aviso lo succioné suavemente para que no se despertara. Allí sus piernas se doblaron un poco y su espalda se arqueó pidiéndome más.

Yo ya no sabía si debería estar durmiendo, pero realmente lo parecía. Así que seguí succionándolo suavemente. Lo mordí muy flojo pero eso pareció estremecerle todo el cuerpo. Me acerqué a ella aún más, pasando mi pierna por encima de la suya, haciendo un hueco entre sus piernas. Seguía succionándole el pezón que parecía sentirse adolorido de tanto placer, mientras mi mano empezó a descender lentamente, sin ninguna prisa por su abdomen. Sumergí mi mano por debajo de la manta y le acaricié la cara interna de los muslos. Noté como los tensaba y aflojaba en un instante. Por la cara interna fui subiendo hasta llegar a sus braguitas, toqué sus labios por encima de ellas, estaban muy mojadas… igual que las mías o incluso peor.

Metí mi mano por dentro de ellas y con el dedo corazón rocé sus labios externos. Sentí como se abrían lentamente dándome paso a los internos. Sus flujos internos lo tenían todo mojado, su humedad llegaba hasta la entrada trasera. Empezó a palpitarle suavemente, lo percibía en el dedo, supe que eso me decía que su cuerpo pedía liberarse aunque ella durmiera. Le hice caso, con la palma de mi mano rodeé su clítoris y don el dedo corazón me quedé cerca de la entrada de su intimidad. Empecé a acariciar los dos sitios, solté su pezón que estaba arrugado de tanta humedad. Cada vez latía su entrepierna con más fuerza, mi dedo se iba empapando a medida que sus jugos salían al exterior, rogándome que entrara en ella. Así lo hice, introduje ese dedo restregándolo en su interior, buscando su punto fuerte en esa cueva, cuando lo encontré empecé a frotarlo allí dentro, un dedo sentía como se perdía en su interior, así que le introduje un segundo. No podía entender como seguía durmiendo, realmente jadeaba en sueños, sin darse cuenta que lo que sentía estaba en la realidad. Presioné la palma de mi mano más fuerte en su clítoris y haciendo círculos con mis dedos en su interior sentí como se iban comprimiendo poco a poco. No quería despertarla así que no podía aumentar mucho el ritmo, la hice correrse lentamente, de esa manera que te desquicia, que necesitas velocidad para hacerlo a gusto, así que mis dedos estuvieron investigándola mucho rato mientras su orgasmo se acercaba, era todo tan lento que su liberación era interminable. Tenía las piernas firmes, muy tensas, la espalda arqueada y presionando su sexo contra mi mano, hasta que sentí que la compresión que sentía en mis dedos se relajó. Me retiré de ella suavemente. Al día siguiente no sé qué pensaría al ver todas sus braguitas tan mojadas…

Me puse yo boca arriba, tratando de relajarme. Estaba tan excitada… hasta que escuché como pareció despertarse… si lo hizo porque se incorporó un poco quedando sentada en la cama. Noté que me miraba, pero la oscuridad le impedía ver si estaba yo despierta. Estaba temblando, y si sabía lo que había hecho? Incluso me podría denunciar… Me arrepentí mucho, pero aun temblando seguía muerta de excitación.

Recordaba sus labios perfectamente depilados, suaves y carnosos… su interior que estaba a una temperatura de unos 50 grados, mis dedos comprimiéndose en su orgasmo… hasta que su voz me hizo volver al presente…