Morir una vez más… Corazón negro (5)

Yolanda ha disfrutado del sexo con tres hombres como jamás lo había hecho. Sin pensar en Roberto… (En este episodio se me ha ido un poco la pinza con el sexo...pero me apetecía)

Subió a su habitación a ponerse cómoda para la barbacoa, pensando en cómo había sido capaz de entregarse a tres tíos sin el menor reparo. Ella siempre tenía el control en sus relaciones sexuales, decidiendo a quien se follaba, como, cuando y donde. Jamás había permitido que nadie la influenciara en su decisión como había ocurrido con David.

Había sometido su voluntad a los caprichos de él y sin que nadie la hubiese forzado a ello. No era una chiquilla a la que puedes engañar con un caramelo. Y lo más preocupante es que le había encantado.

El hecho de que Roberto le fuese infiel no la legitimaba para que se convirtiera en una puta del primero que pasa. Y más sin haber tenido el valor de mostrar a su marido, las evidencias de sus engaños y pedirle explicaciones. ¿Pretendía pagarle con la misma moneda?

Se vistió para bajar a comer, con una camiseta de tirantes y unos pantalones cortos holgados. En el comedor, la gran mesa rectangular ya estaba preparada con ensaladas y la carne que algunos de los chicos se habían afanado en preparar. Corrió el vino entre los ocho comensales y la conversación entre todos fue muy distendida y simpática.

Estaba sentada entre David y Raúl, que no paraban de llenar su copa. Después llegaron los chupitos y mientras hablaba con Miguel, que estaba sentado delante de ella, sintió la mano de David abriéndose paso entre su pantalón y sus bragas hasta encontrar su raja, que empezó a masturbar.

-        Por favor David, - le susurró a su compañero – para… que se van a dar cuenta todos.

-        Eso es lo que pretendo, que vean lo zorrita que puedes ser. Te va a gustar, ya verás.

-        Ahgg… no está bien… por favor…

Yolanda cerraba sus ojos mientras su húmedo sexo se contraía ante la acción de los dedos de David. Sus jadeos de placer ya eran perfectamente visibles por parte de los que estaban sentados delante suyo, Pedro, Miguel, Oscar y Javier. Detrás de ella apareció Juanjo, que introdujo sus manos por escote de la camiseta y empezó a masajear sus pechos. Raúl le ayudó a desabrochar el sujetador y a quitárselo junto a la camiseta por encima de la cabeza de Yolanda.

Ella, desinhibida por el alcohol (y también por unas gotitas de afrodisiaco vertidas accidentalmente en su copa), se estiró hacia atrás sobre el respaldo de la silla mientras Juanjo y Raúl ya le estaban chupando sus erizados pezones. No podía evitarlo y tardó muy poco en correrse emitiendo unos grititos audibles por todos los presentes.

Los tíos de enfrente estaban alucinados. Oscar, Javier y Pedro habían liberado sus pollas y se estaban pajeando. David, saco sus dedos chorreantes de flujos y los metió en la boca de Yolanda.

-        Toma putita, esto es tuyo, saboréalo…

-        ¿Pero qué coño estáis haciendo? – se levantó Miguel gritando – ¿Cómo podéis hacerle esto a Yolanda?

-        Cálmate tío – contestó Juanjo – aquí no hacemos daño a nadie.

-        Yo no he venido aquí a follar, estoy casado como vosotros y quiero a mi mujer. No pienso quedarme ni un minuto más – Miguel estaba muy cabreado – Yolanda, me voy con una de las furgonetas, ¿quieres venir conmigo? ¿te llevo a tu casa?

David juntó su mejilla a la de Yolanda:

-        Venga, contéstale a Miguel, ¿te vas a casa con tu maridito o te quedas a zorrear con nosotros? Tú eliges.

Su cabeza le decía que saliera corriendo de esa casa, que subiera a esa furgoneta con Miguel y no parase hasta volver con su familia, con sus hijos. Pero de sus labios salió:

-        Me… quedo.

-        Ya has oído, aguafiestas. – decía David con voz segura - Y si te esperas un ratito verás cómo esta preciosidad pasa por debajo de la mesa y les va a chupar las pollas a nuestros amigos. ¿verdad que si Yolanda? ¿a que te mueres ganas de comerte esos tres falos tan duros?

-        Estás enfermo – dijo Miguel, saliendo por la puerta – que os den a todos.

-        Sois unos cabrones – les soltó Yolanda poco convencida.

-        Y tú una puta zorra que se va a hartar de pollas – le dijo Juanjo con dureza -.

-        Tranquilo Juanjo, Yolanda va a hacer lo que ella quiera – dijo David con su habitual tono tranquilo -  no la vamos a obligar a nada. Solo te recuerdo que tienes tres pollas esperando.

Yolanda, sintiéndose deseada no pudo vencer a su calentura. Se pudo de rodillas y fue gateando bajo la mesa hacia los hombres que la esperaban sentados. El primer a afortunado fue Javier, que no tardó en correrse en su boca. Ella se lo trago todo y dejó su polla bien limpia, sin desperdiciar ni una gota. Las mamadas a los otros dos acabaron de la misma manera.

Y la fiesta no paró en toda la tarde. Se la follaron todos incontables ocasiones, por todos sus orificios, preferentemente de tres en tres.  Se volvía loca con las dobles penetraciones. Se turnaban cuando había un espacio disponible mientras los demás bebían o esnifaban rayas de coca que había traído Raúl. Incluso Yolanda esnifó un poco. David había dejado sobre la mesa un bote de 30 pastillas de Viagra para que se autoabastecieran a demanda.

Yolanda estaba totalmente emputecida, la lujuria anulaba su razón y solo se autojustificaba pensando que era culpa de Roberto, cuando en el fondo de su ser, sabía que ella era la única culpable de lo que estaba sucediendo.

Pero necesitaba sentir placer y esos hombres se lo estaban dando en forma de sobredosis. Su coño y su ano estaban exageradamente irritados de tantas visitas que habían recibido. La cantidad de leche asimilada, lubrificaba sus orificios mitigando las molestias. La mandíbula le dolía de tanto engullir.

A las 9 de la noche hicieron un paréntesis para reponer fuerzas y aprovecharon para cenar. Estaban todos muy cansados, sobre todo ella. Al terminar la cena, unos fueron relajarse al jacuzzi y otros a tomar aire fresco al exterior. En el comedor se quedaron Yolanda, Juanjo y Raúl.

Ella, meditaba sobre la velocidad a la que estaban sucediendo las cosas mientras saboreaba el vino de su copa. No veía la salida del túnel donde estaba metida.

Raúl se le acerco por detrás mientras agarraba con suavidad sus pechos desnudos.

-        Tengo ganas de metértela otra vez en ese fantástico coñito que tienes, ¿te apetece?

Sin contestar, dejó la copa en la mesa y se puso a cuatro patas sobre la alfombra de la estancia. Raúl empezó a penetrarla sorprendiéndose de que su vagina volviese a estar muy mojada. Aumentó la cadencia de sus envistes mientas ella empezaba a jadear de placer. El sonido del tono de llamada de un celular se acoplo a los jadeos de la mujer. Juanjo se acercó con el móvil en la mano y se dio a Yolanda.

-        Es el cornudo de tu marido.

Ella se quedó inmóvil, y con un brazo agarró los glúteos de Raúl para apretar su cuerpo contra ella, y así detener sus embestidas.

Aceptó la llamada, implorando silencio a esos dos.

-        Hola querida, ¿Cómo lo estáis pasando?

-        Pues muy bien mi amor, hemos hecho muchas actividades y el tiempo acompaña.

-        ¿La barbacoa que tal?

-        Una barbaridad, nos hemos hartado de carne. Por la tarde hemos jugado un partido de futbol chicos contra chicas y casi ganamos.

-        Vaya que peligro tenéis las mujeres, no hay quien os tosa.

Raúl intentaba seguir embistiendo a Yolanda y Juanjo, con la polla tiesa, quería meterla dentro de su boca mientras hablaba.  Ella ladeaba la cabeza para evitarlo e intentaba retener los golpes de Raúl.

-        Recuerda que mañana comemos a las 15:00h en el restaurante.

-        Hoy nos acostaremos temprano. A primera hora vamos a hacer barranquismo, y de allí saldremos directos a Barcelona para llegar a tiempo a la celebración. Hay unas tres horas de viaje.

-        Perfecto, espera que te paso a Marc que te quiere enviar un beso. Adiós amor.

Mientras el niño se ponía al teléfono, Juanjo consiguió meterle la polla en la boca, impidiéndole hablar.

-        ¿mamá?, ¿mamá?... ¿me oyes?

Furiosa, logró zafarse de los dos y se alejó de ellos corriendo hacia su habitación. Se encerró en ella y con más tranquilidad pudo hablar con su hijo. Se inventó un montón de actividades divertidas para contárselas a Marc hasta que se dieron las buenas noches.

Se puso a llorar, se sentía vacía y humillada, pero no podía culpar a nadie más que a sí misma. Había decidido jugar con fuego y se había quemado. Pero lo peor es que le gustaba, lo disfrutaba. No entendía la vileza de su sumisión, pero la estaba gozando.

Al cabo de un rato unos nudillos golpearon a su puerta.

-        ¿Puedo pasar? – era David -.

-        Pasa… – contestó aun llorando -.

-        Hey… no llores preciosa. Todo está bien.

Se tumbó en la cama a su lado. Le habló con su voz hipnótica, susurrante. Era un dominador nato.

-        Déjame que te relaje – sus dedos ya estaban jugando en su coño – lo necesitas. Esta mojada, lo deseas, dímelo…, quieres tener mi polla dentro, pídemelo…

-        Si…aghh la quiero toda – ya estaba invadida por el deseo otra vez – ahora…

-        Suplícamelo putita, dime que la quieres…

-        Por favooor… la quiero...

-        Dime que eres mi putita… nuestra putita…, la de todos…

-        Siiii.. soy tu zorraaa, la de todooos, pero fóllame de una puta vez…

David se situó entre sus piernas y la folló de la manera más salvaje de lo que fue capaz, hasta que se corrieron los dos. Yolanda estaba muy cansada y tras la relajación de ese polvo bestial, se durmió.

Se despertó a las 10 de la mañana. Había dormido muy bien, pero no sobraba mucho tiempo si quería llegar a la celebración.

Abajo, todos habían desayunado. Yolanda les comentó que deberían partir sobre las 11h para ir tranquilos en el viaje de vuelta.

-        No te preocupes bonita, aún tenemos tiempo para un juego de despedida. – dijo Juanjo -

-        Creo que ya hemos follado bastante, ¿no?. Estoy molida.

-        Venga tía, te va a gustar mucho. Nosotros también estamos secos, pero las “azules” son milagrosas. Toma este tubito y metete esta rayita que te pondrá a tono.

-        No puedo llegar tarde, es el cumple de Roberto y mi familia me espera…

-        Pasa de tu marido, David nos ha dicho que te la pega continuamente. Suéltate y disfruta, que te va a encantar.

David se acercó a ella y la abrazó mientras de daba un beso metiéndole la lengua hasta las amígdalas. Ella respondió al beso con la misma pasión, mientras pensaba en la influencia de David sobre su voluntad. Un maldito beso y ya estaba chorreando. No, no solo era el beso sino el morbo de la situación, No quería reconocerlo, pero se sentía muy bien siendo el centro del deseo y la depravación de esos tíos.

Los demás empezaron a aplaudir y a vitorearla

-        Esa en nuestra chica, si señor, si señor... – gritaban a coro. –

-        Ahora vas a demostrar que eres nuestra putita – David le susurró al oído – como me dijiste ayer, ¿quieres jugar?

-        Ummm, sí.

-        Ahora vas animarte un poco – señaló la línea de polvo blanco sobre la mesa – Después te vas a desnudar y te pondrás a cuatro patas.

Yolanda obedeció las instrucciones, sintiendo el subidón de la coca se puso en posición perrito. Juanjo se acercó a ella con un pañuelo grande con el vendó sus ojos.

-        Ahora te vamos a meter una polla en la boca que vas a mamar hasta que se corra, tragándotelo todo o recibiendo la leche en tu cara, eso lo decidirá el dueño de la polla. No puedes tocarla con las manos. Al mismo tiempo, otra polla te va a follar por el coño o por el culo, también a gusto del consumidor. Consiste en que adivines de quiénes son las pollas.

-        ¿Y que gano si lo adivino?

-        Pero si ya has ganado putita, todas las pollas son para ti. Te vas a morir de gusto golfa.

Y al momento ya tenía una polla que le follaba la boca y otra en el coño que bombeaba con furia. El de la boca duró muy poco, tragándose toda la esperma que pudo. Identificó claramente a Juanjo, que era el que la tenía más grande de todos. El que la follaba por detrás podía ser Oscar o Pedro, la verdad es que le daba completamente igual, se estaba corriendo de placer al mismo tiempo que la polla se vació en ella. Cuando pudo recuperar el aliento después del orgasmo dijo:

-        Juanjo y Pedro

-        Bravo, dos de dos. Siguientes.

Notó como una polla apuntaba la entrada su conejito… pero no podía ser, era muy gruesa, no era posible que fuera Juanjo que se acababa de correr en su boca. Era mucho más gruesa que la de cualquiera de los presentes. Y muy larga, tenía prácticamente todo su coño ocupado y aún no estaba toda dentro. Había un nuevo jugador, pero no le importó, estaba sintiendo unas sensaciones únicas.

De pronto otra polla nueva pidió paso entre sus labios. Era tan gruesa que no casi no entraba en su boca. Poco a poco se fue abriendo camino entre sus mandíbulas. Unas manos rugosas cogían sus caderas mientras la taladraba por detrás una polla inmensa. Otras manos tiraban de su pelo mientras follaban su boca con rabia desatada. Intentó coger esa polla con una mano, pero alguien se lo impidió sujetándola contra el suelo.

Le quitaron el pañuelo de los ojos, tras unos parpadeos para acostumbrarse a la luz, pudo ver que un chico de color, muy joven y guapo, que le estaba follando la boca con su polla no muy larga, pero de un diámetro monstruoso. Sin poder verlo, dedujo que el de atrás también debía ser otro hombre de esa raza.

Oscar se puso debajo de ella para chuparle los pezones y Javier se dedicaba a masajear su clítoris. El cúmulo de sensaciones que estaba sintiendo la estaba disparando a un éxtasis inimaginable.

Los demás, le decían gilipolleces de diferente calibre.

-        Vamos chavales, dadle caña a la puta blanquita. Se muere de gusto.

-        Esto son pollas y no la de tu marido.

-        Si mi mujer fuese tan puta como tú me divorciaba.

-        No te preocupes zorra, que te los hemos lavado bien.

-        Llenadla de leche, que le encanta. Y el café también.

-        Están acostumbrados a trabajar en el campo, te van a dejar la finca bien sembrada.

En condiciones normales, el escuchar cualquier comentario machista y racista como aquellos, le hubiese soltado una patada en los huevos al autor y después una denuncia en un juzgado. Pero en ese momento, solo hacían que aumentar su calentura. Tuvo tres orgasmos antes de que eyacularan los dos chicos. Cuando estos se corrieron, la inundaron con tal cantidad de semen que su cuerpo fue incapaz de retener.

Estaba agotada y satisfecha. Pero el juego continuó. David quería ver como los negros le hacían una doble penetración.

-        No no no, es imposible que me entre eso por el culo, me van a desgarrar.

-        No te preocupes nena, te ha entrado la de Juanjo que casi es tan grande. Además, te vamos a lubrificar bien y Juanjo te preparará antes.

Y consiguieron que entraran esas pollas en su ano. Al principio, pese a la preparación, le dolió muchísimo y le saltaron las lágrimas. Pero tras el sufrimiento inicial, llego el placer indescriptible. Ahora sí que podía decir que jamás había sentido tanto placer en su vida. Ni con Roberto.

El potencial sexual de esos dos chicos era inhumano. Se intercambiaban ente ellos una y otra vez. Incluso la penetraron los dos estando de pie, mientras ella se colgaba del cuello de uno y le devoraba la boca. También, Oscar, Javier y Pedro aprovecharon las dobles penetraciones de los chicos de color para follarle la boca, corriéndose dentro, en su cara, en el pelo. El resto se pajeaba mirando el espectáculo.

Cuando decidieron dar por terminada la función, Yolanda estaba destrozada. Si la noche anterior tenía el coño y el ano irritado y dolorido, ahora solo sentía el dolor de la dilatación de su culo, agrandado como si fuera el Eurotúnel. Era imposible predecir cuándo su esfínter recuperaría su estado normal.

Cuando Yolanda fue consciente de la hora que era, las 16:15h, palideció. Buscó su móvil y tenía unas 20 llamadas perdidas de Roberto y de Paula. Y también más de 50 mensajes. Habían estado follando más de cinco horas. Calculó que como mínimo no llegaría a casa hasta las 20:30h. Y su familia estaría preocupada, sin noticias de ella.

Llamó urgentemente a Roberto

-        Hola Roberto.

-        Yolanda, ¿estás bien? Dios mío, estamos todos sufriendo sin saber nada de ti.

-        Tranquilo…, estoy bien… hemos tenido una avería en la furgoneta y… nos hemos quedado inmovilizados entre montañas, sin cobertura. Hasta ahora la asistencia en carretera no ha podido solucionarlo.

-        Gracias a Dios que estas bien…, tranquilos que mamá está bien – informaba a sus hijos – ¿Cuándo vas a llegar?

-        Calculo que sobre las 20:30h. Perdóname Roberto por lo que os he hecho sufrir.

-        No te preocupes, vuelve a casa pronto.

Se duchó rápidamente mientras los demás recogían todo. En la furgoneta se sentó en la última fila, entre Oscar y Pedro, que intentaron meterle mano durante el viaje. Ella les detuvo al instante con cara de pocos amigos.

-        Esto se ha acabado y no se volverá a repetir nunca más, que os quede bien claro.

-        Vale tía, no te pongas así.

-        Ya hablaremos en el trabajo – dijo David con una sonrisa burlona girándose atrás para ver la cara de Yolanda-.

-        No David. Ya está todo hablado, punto y final.

Continuó todo el viaje callada, pensando si Roberto se merecía lo que había hecho durante el fin de semana. Si equivalía a todas las infidelidades de su marido. Empezaba a dudar de todo.

Cuando llegaron al centro comercial, cogió la mochila del maletero y diciendo un seco adiós, fue directa a su vehículo para desaparecer a toda velocidad.

Entró en casa con miedo al recibimiento que le esperaba. Caminaba todo lo más derecha que podía, disimulando el dolor que le producía su dilatadísimo culo. Marc se lanzó a sus brazos para darle besos en la cara. Cuando se separó de ella, fue Roberto el que la abrazó con fuerza mientras la besaba con toda su alma. Yolanda respondió al beso con la misma pasión. Sentía un enorme remordimiento por lo que había estado haciendo tan solo cuatro horas antes. Seguía queriendo a Roberto con toda su alma, pero todo estaba cambiando.

Paula no se había levantado del sofá y estaba llorando. Miraba con rabia a su madre.

-        Como has podido hacerle eso a papá. Ni siquiera le has felicitado, ¿y su regalo?

-        Cariño…, yo… no he podido…

-        Eres una egoísta. Te dije que no fueras… pero solo piensas en ti… - salió corriendo a encerrarse en su habitación - .

Intentó ir tras ella, pero Roberto la detuvo agarrando su brazo.

-        Déjala, ya se le pasará. Debes estar cansada, si no quieres comer nada, vete a dormir. Pero creo que tenemos que hablar – dijo ahora muy serio. –

-        De acuerdo, mañana hablamos – no tenía fuerzas ni valor para enfrentarse a su esposo -.

-        Mañana salgo muy temprano de viaje a Marruecos. Lo dejaremos para el jueves, que estaré de vuelta con Erika.

-        De acuerdo, me voy a duchar y a dormir.

Se duchó con cuidado de no irritar más su vagina ni su ano. Aplicó una crema para mitigar la inflamación en las zonas sensibles. Inclinándose, contempló en el espejo como estaba su culo. Era impresionante ver aquello. No podía imaginar la reacción Roberto si lo viese. Por suerte no tendría que preocuparse hasta el jueves.

Cuando despertó, su marido ya no estaba en casa. Paula no quiso dirigirle la palabra y se marchó dando un portazo. En el trabajo, evitó tener contacto con nadie y estuvo encerrada todo el día en su despacho preparando los casos pendientes.

Martes y miércoles fueron calcados al lunes. Paula seguía sin hablarle, ni siquiera comentarle como habían ido los exámenes finales, aunque sabía que tendría excelentes notas. A Marc le fue más justito el tema, pero lo había aprobado todo. El culo estaba mejor, aunque no recuperado del todo.

El jueves se empezó a complicar a primera hora. David se presentó en su despacho y empezó mostrar sus oscuras intenciones.

-        Hola preciosa, ¿qué te parece si nos montamos una fiestecita en tu despacho?

-        Lárgate de mi despacho David.

-        Vamos putita, no te hagas la estrecha, aviso a Juanjo que está aquí al lado y nos haces uno de tus servicios.

-        O te largas ahora mismo, o te denunció por acoso sexual, solo tengo que descolgar el teléfono.

-        Vale zorra hija de puta. Eres nuestra putita y siempre lo serás. Y si te resistes, voy a hundir tu carrera.

-        Vete a la mierda – le gritó Yolanda mientras David salía muy enfadado del despacho.

Yolanda se quedó en su despacho, temblando de rabia. Si esos cabrones no la dejaban en paz, iría a contárselo al mismísimo Fiscal General. Desde ese momento y hasta la hora de la comida fue incapaz de centrarse en su trabajo. Estaba comiendo un sándwich en su escritorio cuando recibió una llamada de Paula. Era extraño, porque nunca la llamaba si no era por algo importante. Y menos como estaban últimamente.

-        Hola Paula, ¿ocurre algo?

-        Mamá – se la notaba nerviosa – al volver del instituto me he encontrado a papá sentado en el sofá con la mirada perdida. Tengo miedo.

-        Pero ¿te ha dicho algo?

-        Si, dice que no pasa nada, pero no es normal…y está bebiendo…bastante. Papa no bebe nunca.

-        Tranquila Paula. Ahora mismo voy.

Mientras conducía hacia su casa se decía:

-        Dios mío, ¿qué le estará pasando?

En el fondo de su corazón creía conocer la respuesta, solo deseaba estar equivocada…

(CONTINUARÁ)