Morgan Stone, Bruja adolescente 10

Los planes de Morgan avanzan rápidamente. Se da cuenta de que necesita una posición de poder para dirigirlo todo y en base a eso toma un nuevo cuerpo que la llevará a experimentar nuevas sensaciones.

Jenny no había sido capaz de quitarse aquella clase de la cabeza en los días siguientes. Todas aquellas chicas manipulando su polla una detrás de otra. Todas aquellas bocas envolviéndola, todas aquellas manos jugando con sus huevos. Aquellas lenguas que habían lamido desesperadamente su miembro… El momento en el que, guiadas por la profesora, todas las chicas habían ido en su dirección.

No era capaz de quitárselo de la cabeza. Eso, combinado a su nuevo gusto por llevar falda y medias hacía muy complicado esconder sus continuas erecciones. Estaba en la época del despertar sexual, y estaba sufriendo una cantidad de estímulos que a su edad eran raros. Era una suerte que su hermana y las otras chica siempre estuvieran allí.

Si se sentía acongojado no tenía más que acercarse a una de las animadoras y esta, muy amablemente, la acompañaba al baño más cercano y le hacía una mamada que la dejaba como nueva, le daba un beso muy tierno, le recordaba lo especial que era y la dejaba volver a su siguiente clase.

Morgan también se ofrecía, aunque tanto ella como Teresa estaban muy ocupadas con su gran proyecto. La que nunca faltaba a la cita era Martha, su querida hermana había desarrollado un interés especial en chupársela al menos una vez al día. Más de una vez había recibido reproches de sus padres cuando las descubrían en medio de una película. Pero merecía la pena por el morbo de aquellas situaciones.

Por ello, estaba con una sonrisa de oreja a oreja cada día, ajena a los planes que su señora estaba tramando. Morgan y Teresa se encontraban en su cuartel general, la habitación que el director había designado para ellas. Morgan había dado bastante libertad a las chicas, bajo la mano de Jovanka estaban bastante bien.

De vez en cuando llevaba alguna noticia de que alguna animadora había abordado a algún chaval y le había fornicado violentamente en un rincón apartado… pero eran rápidamente desestimadas como cuentos que se inventaban para quedar bien delante de sus amigos. Si alguno llegaba a más, Owen se ocupaba de ello.

Estaba plenamente centrada en su nuevo proyecto. Tanto que incluso había vuelto a su verdadero cuerpo. Estar en cuerpos ajenos despertaba en ella muchos deseos prohibidos. Aunque la forma en la que acariciaba las nalgas de Teresa mientras esa, sobre ella, le chupaba los pechos, sugería lo contrario.

Si Jess le había atraído en su momento por su mera belleza explosiva, Morgan no sólo se sentía atraída por el cuerpo tostado de Teresa. Realmente encontraba atractivo su cerebro y sus conocimientos. Juntas habían logrado diseccionar aquel instituto.

_ Una lástima lo del suministro de agua… _ Susurraba Teresa. _ Si la poción pudiera convertirse en agua bastaría con llenar los tanques.

Morgan tardó un momento en contestar, porque se estremeció por los besos de Teresa a sus pezones.

_ Tampoco podemos usar los aspersores… no ingerirían cantidad suficiente. _ Suspiró.

_ Entonces tenemos que asegurarnos de que ingieran un líquido en cantidad suficiente para que haga efecto la poción y más tarde ponerles un vídeo de presentación. _ Ratificó Teresa.

_ Sí, eso funcionaría… pero cómo hacer que se lo tomen. Con vosotras fue fácil con el entrenamiento y las bebidas isotónicas.

Teresa sonrió de oreja a oreja y le dijo a Morgan una sola palabra.

_ Pizza.

A Morgan se le abrieron los ojos como platos.

_ Si nos la ponen todos los viernes… lo hemos tenido delante todos estos días. _ Masculló, dejando escapar una risa. _ Y todos se la comen, nadie duda. Teresa, eres un genio.

La tomó de las mejillas y le dio un apasionado beso.

_ Gracias, mi ama. Vivo para servir. _ Sonrió de oreja a oreja.

_ Vale… ahora lo que necesito es estar en un puesto de poder. No puedo dejar que Owen se encargue, por muchas mamadas que le demos sigue demasiado cachondo como para dirigir todo esto.

_ La jefa de estudios está bastante buena… para su edad, quiero decir. _ Teresa sonrió. _ Además… podrías asegurar a los profesores con la cafetera de su salita. Teniendo a los profesores controlados, los alumnos serán mucho más fáciles. Estamos a miércoles. En tres días podrías tener a todo el instituto sometido.

_ Oh, joder… Teresa… que cachonda me has puesto. _ Morgan se mordió el labio.

_ ¿Te como el coño?

_ Sí, por favor.

Teresa se inclinó bajo su señora y comenzó a chupar ansiosamente. Decididamente, las lecciones de Jovanka estaban haciendo efecto. Todas las animadoras se estaban convirtiendo en auténticas expertas en el sexo, con especial énfasis en el sexo oral. Morgan apenas tardó un par de minutos en llegar al orgasmo y quedarse tumbada en su capa con una gran sonrisa. Pronto lo tendría todo bajo control.

La que sentía que no tenía las cosas bajo control era Rose. Rose era la jefa de estudios del instituto, y desde hacía algunos días sentía que se estaba gestando un caos extraño en el recinto. No terminaba el qué. Había alumnos comportándose de forma extraña, y todos aquellos rumores sobre chicos asaltados por las animadoras.

No se le pasaba por la cabeza que aquellas chicas estuvieran violando alumnos… era absurdo. Y, sin embargo, se seguían escuchando esos rumores. Rose necesitaba llegar al fondo de aquello si quería conservar su puesto de trabajo.

Era una mujer madura, pero muy bien conservada, de mirada severa, ojos oscuros y profundos, con el cabello negro cortado a la altura del cuello, unos pechos nada despreciables y un culo que había causado la locura de más de un alumno.

No dejaba de darle vueltas a todo aquello durante su descanso. Acababa de terminarse su café y extrañamente se sentía más cansada de lo que estaba antes de tomarlo. Las paredes de su despacho empezaban a deformarse lentamente.

Aquello la puso extrañamente contenta, y expresó una sonrisa exagerada mientras sus ojos comenzaban a ponerse vidriosos y dejaba la taza encima de la mesa. Lentamente se fue quedando quieta, dejando que una pequeña hilera de babas cayese por la comisura de su labio.

Estuvo unos diez minutos así, completamente congelada, hasta que la puerta de su despacho se abrió y Morgan se adelantó sin ser invitada, echó el pestillo y se colocó tras ella. Con total seguridad, comenzó a jugar con sus tetas.

Rose se estremeció instintivamente ante la invasión, en especial cuando una de las manos de la muchacha se metió bajo sus bragas y empezó a sobarle el coño con insistencia.

_ Dicen que te han llegado rumores sobre lo que hacen las animadoras… _ Le susurró Morgan. _ Todos son ciertos… las animadoras violan a los alumnos… y eso te pone muy pero que muy cachonda.

_ Cachonda… _ Repitió. Era raro escuchar a la jefa de estudios decir esa palabra. _ Me pone muy cachonda.

_ Así es… veras… ahora, cuando te cuente mi plan, no sólo no va a horrorizarte… si no que te va hacer sentir tan cachonda que te va a provocar varios orgasmos… y entonces vas a decidir ayudarme, además de entregarme tu voluntad, cuerpo y alma por haber sido tan generosa de permitirte participar.

Y así fue… un orgasmo al escuchar qué iba a convertir a los alumnos en sus esclavos… un orgasmo cuando le dijo que a partir de entonces se enseñaría a follar como asignatura troncal y obligatoria en el instituto. Un fortísimo orgasmo que sacó sus grandes tetas de su prisión. Un orgasmo cuando le dijo que ya había estado ocurriendo en los últimos días.

Rose acabó sentada en la silla, despatarrada, metiéndose ella misma los dedos y frotándose las tetas con una expresión enloquecida.

_ ¿Y bien, jefa de estudios? ¿Tiene alguna queja sobre mi nuevo plan educativo?

_ No… me encanta… quiero formar parte.

_ Bien… entonces ya sabes lo primero que tienes que hacer…

Cuando salieron de aquella habitación, la jefa de estudios parecía tan segura como siempre, tranquila y sosegada. Tras ella, en los ojos de su alumna aún se adivinaban los estertores de los orgasmos que habían destruido su mente.

_ Bien, buen trabajo, Rose. Veo que te acostumbras rápido a mi cuerpo. _ Sonrió Morgan. _ El tuyo aún se me hace extraño… me gusta la curva de aprendizaje. Ve al aula que te he ordenado. Teresa te dará más instrucciones.

_ Sí, mi ama. _ Susurró Rose. Que cachonda estaba.

Allí donde miraba veía a sus alumnos, que se convertirían irremisiblemente en esclavos al servicio de Morgan muy pronto. No podía esperar a verlo. Morgan calculaba que los otros profesores se tomarían el café una hora más tarde… pero antes de eso quería divertirse un poco con su nuevo cuerpo. Y sabía exactamente dónde hacerlo. Se miró en el espejo. Decididamente, esa sonrisa perversa y ese brillo siniestro en sus ojos, tras los cristales de sus gafas, no eran una expresión habitual en la jefa de estudios.

Cuando llegó frente al despacho del director, y llamó a la puerta, había conseguido mantener una expresión mucho más seria y neutra. Cuando llamó a la puerta pudo escuchar un pequeño alboroto en el interior.

_ Pase. _ Owen sonaba nervioso.

Para Morgan no fue difícil imaginarse lo que estaba pasando. Owen estaba nervioso y sudoroso y desde donde estaba podía ver la tienda de campaña de su pantalón. Por tanto, la única duda que tenía realmente era qué miembro de su selecto club estaba bajo la mesa chupándosela antes de que llamara.

Se paró a pensar en si Jenny también la chuparía. Le dio morbo imaginarse a Jenny arrodillada, chupando una polla mientras se frotaba ansiosamente la suya propia buscando alcanzar el orgasmo. Retuvo el pensamiento y lo dejó para más tarde. Lo cierto es que Owen sólo vio a su jefa de estudios entrar en su despacho y arrojar unos papeles sobre su mesa después de cerrar la puerta con pestillo.

Cuando se sentó y miró al suelo a propósito pudo ver los zapatos de la chica que estaba haciendo el trabajo oral a Owen. Por el tamaño de los pies quizá fuera Jess. ¿Después de lo que hacía en casa con su padre llegaba a clase con ganas de chupársela al director? Había creado un monstruo.

_ Los informes siguen llegando, Owen. Alumnos que dicen que los miembros del club de animadoras les están violando. Y tú te quedas ahí sentado sin hacer nada. _ Le imprecó.

_ Ya lo hemos hablado, Rose. Son habladurías, chicos que quieren impresionar a sus amigos. _ Le atajó Owen, que estaba pensando muy rápido para la poca sangre que tenía en el cerebro. _ Quiero decir… no son precisamente los chicos más guapos del instituto. ¿Has visto a las animadoras? Podrían tener a quién quisieran, no las veo acosando y violando a esos frikis.

Morgan comenzó a jugar con los botones de su blusa, en un gesto que parecía causal, pero que obligaba al excitado Owen a mirarle el pecho. Sin querer se le había soltado un botón… ups, que casualidad.

_ Eso es muy superficial, Owen. Quizá esas chicas tengan un problema, o quizá esos chicos quieran llamar la atención por una razón más grave. No podemos sencillamente asumir que no pasa nada. Está claro que hay un problema subyacente. _ A Morgan le gustaba la voz de Rose. Era potente, decidida.

Estaba claro que la jefa de estudios era una mujer con carácter, poderosa. Le gustaba estar dentro de ella. Era la primera mujer madura que poseía, y no dejaba de pensar que tenía que haberlo probado antes.

_ Rose, es mi última palabra al respecto. Si no hay ninguna prueba tangible de que está ocurriendo algo, no veo motivo para actuar y avergonzar a todos esos jóvenes.

Oh… lo cierto es que sería fácil conseguir pruebas, pero los líquidos para detectar fluidos eran caros y la policía no iba a investigar algo así. Se podía imaginar los pasillos escondidos iluminados con esas pruebas, como un árbol de Navidad, se excitaba al pensarlo. Owen estaba demostrando ser muy leal.

Morgan se incorporó y se acercó a él. Veía lo nervioso que estaba. Le mostró una expresión que mezclaba la preocupación con la picardía y se aproximó. Se sentó sobre la rodilla del director y le miró a los ojos con fijeza. La mesa dio un bote. Jess debía estar aterrada bajo aquella mesa.

_ Escucha… Owen… _ Le paso la mano por el torso delicadamente. _ Yo no puedo dejar que esto quede así… es una epidemia y tenemos que solucionarlo.

_ Rose… en serio… no hay nada que solucionar. Todo va bien.

Morgan bajó su mano y en rápido movimiento le aferró la polla sobre el pantalón. Owen se estremeció.

_ Yo creo que esto es un problema y hay que solucionarlo. No estás pensando con claridad.

Owen levantó la vista y se cruzaron sus miradas.

_ ¿Morgan? _ Le preguntó en un escaso susurro.

Ella sonrió y se acercó a su oído.

_ Me descubriste… pero no se lo digas a Jess… no quiero que lo sepa aún. _ Le dijo, en un susurro, antes de alzar la voz. _ La realidad, Owen, es que estás demasiado cachondo como para llegar al fondo de esto y la única forma de que dejes de estarlo es que yo me ocupe.

Bajo la mesa, Jess estaba flipando. No entendía lo que estaba pasando. Ya bastante concentrada estaba en intentar que no se notase que estaba ahí como para encima meditar en por qué Rose le había pedido sexo al director. Quizá fuera algo que hacían habitualmente, o al menos eso pensó.

_ Está bien, Rose. Cuando me haya corrido verás que mi opinión no cambia en absoluto. _ Respondió Owen, con firmeza.

_ Eso ya lo veremos, director. _ Morgan comenzó a desabotonarse la blusa y Owen le arrancó el sujetador de un bocado. El hombre había atacado a consciencia.

Estaba claro que el hombre deseaba a Rose hacía tiempo. La propia Morgan había fantaseado a veces con ella, con la erótica de su poder y su cuerpo. Sus pechos caían, sí, pero de forma bastante elegante. Y aún eran muy sensibles, como demostraron los gemidos que articuló en aquel momento.

Sin embargo, lo que más ganas tenía de probar Morgan, como demostró con la celeridad en la que se quitó las bragas, era el coño experimentado de la mujer. Ni siquiera se quitó la falda antes de empalarse con aquella polla dura como una piedra.

_ No te corras hasta que yo lo haya hecho. _ Le ordenó a Owen, sabiendo el trabajo que había Jessica y que probablemente le había dejado cerca de explotar.

Morgan notó la diferencia, vaya que si la notó. Aquella polla costaba meterla en todos los coños con que la había probado, pero en el de Rose entró con facilidad, aquel coño parecía preparado para un bombardeo.

Morgan gimió de gusto al notar que su interior parecía volverse mantequilla al ser penetrada por aquella espada. Comenzó a botar como una loca, enviciada en aquel placer. Jessica, bajo la mesa, tenía una vista espléndida del culo de Rose botando justo delante de su cara.

Fue superior a ella y tuvo que meterse los dedos. Morgan la había convertido en una guarra y no podía evitar que la lujuria hiciera presa de ella. Se mordió el labio con fuerza mientras observaba y se tocaba los pechos y el coño con insistencia.

Owen le aferró el culo a Morgan. El culo más deseado de entre las profesoras estaba por fin en sus manos y no pudo evitar gozárselo mientras la taladraba y mordía sus buenas tetas. Morgan se dejó llevar, experimentando los placeres de su nuevo cuerpo. Era muy distinto a tener un cuerpo joven. Ni mejor ni peor, sólo distinto.

El movimiento de penetración que estaba haciendo la cansaba más, pero la polla de Owen llegaba más adentro que a ninguno de “sus” otros coños. Acabó desmadejada sobre el hombre cuando este se corrió en su interior.

_ Jessica. _ La llamó. La mesa volvió a botar. _ Soy yo, tu ama. Sal y limpia este estropicio.

_ ¡Que traviesa es el ama! _ Respondió Jess saliendo de su escondite. _ Pensaba que estaba en un buen lío.

Evidentemente priorizó dejar el coño de Rose como los chorros del oro antes de limpiar a consciencia la polla de Owen.

_ Ha sido toda una experiencia. _ Morgan comenzó a ponerse las bragas. _ Bien, a estas alturas los profesores ya habrán terminado su café. Jess, esta tarde quiero a las chicas en las cocinas. Tenemos mucho trabajo que hacer. Tú también debes ir, Owen.

_ Sí, ama. _ Respondieron al unísono.

Era entrada la tarde y normalmente el instituto estaba vacío a esas horas. Pero en aquel momento, la cocina no lo estaba. Había mucha gente allí. Para empezar Rose, aún en el cuerpo de Morgan, Jovanka, casi todas las profesoras y todo el equipo de animadoras se encontraban desnudas frente a un caldero. Habían formado un círculo y se frotaban desesperadamente sus coños mientras se corrían con fuerza una y otra vez en el caldero.

_ Seguid así. _ Morgan, en el cuerpo de Rose, había asumido por completo el papel de Jefa de estudios. De hecho, era la única que estaba totalmente vestida de la sala. _ Según los cálculos de Felicia necesitamos al menos cinco litros de squirt para la pócima.

_ Sí, ama. Como ordenes ama. _ Repitieron, entre quejidos. Se estaban frotando el coño con tanta intensidad que ya les ardía. _ Bien, pollas, ¿Qué tal lo lleváis vosotros?

Frente a otro caldero más pequeño, Owen, Billy, Jenny  y los profesores masculinos se estaban frotando las pollas con ganas. Ya se habían corrido varias veces, pero distaba mucho de lo que necesitaba. Según los cálculos de Felicia, para la versión potenciada de la poción, que llevaba esperma, necesitaban nada más y nada menos que un litro.

_ Está claro que no estaba pensada para una cantidad tan alta. _ Aseguró la propia Felicia.

¿Quién es Felicia? La profesora de biología y química. Una apasionada de la investigación, una mujer de cabello rubio, ojos vivarachos y piel pálida. Parecía mucho más joven de lo que era, y a veces la confundían con una alumna.

En especial en momentos como aquel, en los que tenía una gran sonrisa por lo mucho que le gustaba su trabajo.

_ Sí, según los cálculos deberíamos enviar a alguna de las chicas a recoger algo más de materiales. Los excrementos de conejo son el mayor problema. Tendremos que sobrealimentar a los animales si esperamos alcanzar la cuota.

_ Martha. _ Miró a la muchacha pelirroja, que acababa de correrse. _ Vístete, tienes que acudir en busca de más materiales.

_ Sí, ama. _ Era un alivio para ella a esas alturas.

Felicia sólo llevaba la bata de laboratorio y, sujeto a la pelvis, un vaso. Además, podía verse un cable que salía de su coño y conectaba con el bolsillo de la chaqueta. En aquel momento, el vaso estaba lleno.

_ Bien, otra cuota satisfactoria. _ Dijo, quitándose el vaso y arrojando su contenido al caldera de las chicas.

Con toda la serenidad del mundo volvió a ajustar el vaso a su pelvis y subió ligeramente la potencia del vibrador que llevaba con el mando de su bolsillo.

_ ¿Para cuando estará lista la poción? _ Preguntó Morgan.

_ Si continuamos al ritmo actual, mañana por la mañana deberíamos poder envasar la salsa de tomate falsa en los bidones. Sería inteligente hacerlo antes de que llegaran las cocineras. O darles a probar la sasla.

_ Sí, tienes razón. ¿Tenemos consoladores y arneses?

_ Claro, por supuesto, ¿Por qué?

_ Quiero follarte el culo por hacer tan buen trabajo.

El rostro de Felicia se iluminó.

_ Gracias ama, es usted la mejor.

Los gritos de Felicia se unieron al coro de hombros y mujeres completamente entregados a la masturbación cuando Morgan empezó a penetrarla, lanzando una risa cargada de poder. Tan sólo un poco más y el instituto sería suyo.