Moreno, delgado y con una verga normal

La primera vez que fui a Paysandú conocí a un moreno que me hizo dejar el hotel en el cual me alojaba para ir a su casa donde pasé tres días muy intensos en su cama.

MORENO, DELGADO Y CON UNA VERGA NORMAL

Hoy les voy a contar unan experiencia que tuve en la ciudad de Paysandú a orillas del Rió Uruguay una vez que fui a conocer esa ciudad y me quedé un par de días disfrutando de sus playas y del negro Juan un sanducero que conocí en la Playa Mayea.

Partí de Montevideo en ómnibus, después de un largo viaje arribé a la ciudad de Paysandú alrededor de la una de la tarde, averigüé en la terminal y allí me recomendaron un hotel céntrico a donde me dirigí inmediatamente ya que no tenía tiempo para perder.

Era un viernes así que tenía para disfrutar esa tarde, el sábado y el domingo ya que a últimas horas de domingo debía tomar nuevamente el transporte de regreso hacia Montevideo porque el lunes había que trabajar.

En cuanto llegué a Paysandú me alojé en ese hotel céntrico que me ponderaron en la terminal, pero a los pocos minutos en el registro me dijeron que era un día de mucho calor y como yo no conocía nada de la ciudad me sugirieron que me fuese a la playa Mayea la cual se encontraba a unas cuantas cuadras del hotel.

Seguí las indicaciones del empelado del hotel y al poco rato pude divisar el Río Uruguay con la susodicha playa a lo lejos, caminé otro poco hasta encontrarme con la cálida arena donde me tiré a descansar del cansancio producido por el agotador trayecto de tantas cuadras de caminata.

Ese sitio estaba muy tranquilo por lo tanto inmediatamente cerré los ojos para recibir en mi rostro los calientes rayos del sol y en ese lugar me quedé descasando unos cinco o diez minutos en esa posición.

Transcurrido ese tiempo de intenso descanso abrí los ojos y comencé a quitarme la remera, pensaba quedarme solamente con la malla de baño pero una inquisitiba mirada me lo impidió.

A pocos pasos de mí, sobre una roca estaba un tipo moreno delgado un poco más alto que yo o sea que andaría por 1.76 o 78 de estatura, terriblemente lampiño, ni un pelo se le veía en su pecho de ébano, este tipo me estaba mirando más bien dicho me devoraba con los ojos.

Me inquieté un poco y a la vez me sentí muy incómodo porque recién había llegado a ese lugar y ya tenía "admiradores" o curiosos porque el tipo se había dado cuenta de que yo no era del lugar.

Al notar mi nerviosismo se levantó, caminó hasta donde estaba yo y luego me saludó diciéndome:

-¿Forastero?

No quise ser descortés con una persona del lugar por eso le conteste lo más amablemente que mi rabia me lo permitió.

-Sí, recién llegué de Montevideo y como no conozco nada por acá, el empleado del hotel me sugirió que viniese hasta la playa...

Se sentó en la arena cerca de mí y se puso a conversar, a través de sus palabras pude enterarme de que él tenía 32 años aunque representaba unos 22, sus padres habían fallecido hacía un tiempo, sus hermanas se habían casado y él vivía solo en la casa de sus padres a unas pocas cuadras de la playa en la que nos encontrábamos.

-Si querés puedo ser tu guía y llevarte en mi moto a conocer todos los alrededores de la ciudad y hasta podemos cruzar el Puente para Colón, en la Argentina.

No tenía nada que hacer porque había ido de turista por tres días, pensé que un ofrecimiento así nos se daba todos los días, no tuve miedo de que fuese un avivado o un asaltante porque su cara no denotaba eso, aunque hay caras de santos que al tratarlos resultan ser unos diablos.

-¿Cuánto me vas a cobrar por el paseíto?

-Nada, yo no soy guía turístico... pero si querés correr con los gastos de la nafta, de comidas y otros no me opongo. Ya que en mi laburo no gano mucho...

Juan que así se llamaba mi acompañante, por unos minutos me dejó solo en la playa para irse hasta su casa, volviendo al rato montado en su moto con la que me llevó a recorrer su ciudad.

Me subí a la moto pegando mi bulto muy contra su culo, para ir tanteando el terreno y como él no se quejó seguí apoyando mi verga creciente contra el sitio donde terminaba su espalda.

Partimos a toda velocidad hacia el norte, pasamos por el puerto donde me explicó algunas cosas sin bajar de la moto y luego seguimos hasta el puente que une Paysandú con la ciudad de Colón.

En este último trayecto podía sentir como mi verga estaba por reventar, él no se quejaba a veces gemía por el placer que sentiría al tener eso duro sobre su orto me aventuré sacando mis manos de su cintura y las apoyé sobre su bragueta notando una gran erección bajo el jean que vestía mi nuevo amigo el sanducero Juan.

-Si seguí así me vas a hacer acabar!!!¿ Querés ir a mi casa y hacemos algo?

Muy tímidamente se apresuró en decirme esto último, temiendo que yo me enojase, pero si él se había dejado tocar la verga y se le había endurecido con el contacto de mi cuerpo atrás del suyo, estaban descartados sus temores porque tenía que haberse dado cuenta de que yo también necesitaba de una sección de sexo para descargarme de las tensiones del viaje.

Ni llegamos al puente solamente lo divisé muy rápidamente ya que mi acompañante después de esa propuesta giró en U a toda velocidad para deshacer el camino recorrido y llevarme a su vivienda que según me había dicho en la playa quedaba a pocas cuadradas de esa playa pero a bastante distancia del puente que me iba hacer conocer.

Al levantar el brazo para abrazarlo sin querer le toqué la frente con la mano, pude darme cuenta que un río de transpiración manaba por sus glándulas sudoríparas mojándole le cara y al bajar la mano noté que sus brazos y axilas estaban en la misma situación.

Aceleró y luego me dijo:

-Me gustaste desde que te vi en la playa, que suerte que aceptaste hacer algo conmigo, porque hace tiempo que no consigo con quien hacerlo, acá es un lugar chico y hay que ser muy cuidadoso...

A los pocos minutos llegamos a una vivienda muy bien conservada aunque antigua de esas con un patio de varillas y piezas de techo muy alto de zinc de las que se construían en la década del 20.

Me hizo pasar a ese patio de varillas donde dejó la moto y luego me dijo:

-Uf!! Que calor!!! Me voy a bañar porque estoy todo transpirado....¿querés venir conmigo?

Efectivamente el sol nos había dado de lleno sobre la moto y por eso yo también estaba bastante transpirado como para aceptar su invitación.

El baño era grande, muy lindo para el verano pero en invierno se moriría de frío entre esas cuatro paredes que finalizaban en un techo tremendamente alto, pero yo no había ido a mirar el baño, por eso cuando él comenzó a desnudarse me puse a apreciar su moreno cuerpo.

Algo de ese cuerpo ya lo había visto en la playa, otra parte la había sentido con mis manos pero a pesar de imaginármela de buen calibre no podía saber como sería el arma que estaba escondida entre sus jeans.

Como ya dije Juan mediría cerca del metro ochenta de estatura, sus labios eran carnosos de color rosa-lila, con dientes muy blancos los cuales resaltaban muchísimo con la tez oscura de su piel, no tenía muchos vellos en el pecho, pero al quitarse el jean pude ver como unos vellos muy acaracolados se perdían dentro de sus minúsculo slip color verde Nilo.

Antes de que se quitase el slip me acerqué a él para besarlo en los labios, así pude comprobar que esos labios carnosos eran tan suaves como la seda, al menos eso me parecieron al posar mis labios sobre ellos.

Juan correspondió a ese beso mandándome la lengua lo más adentro que pudo de mi boca a la vez que con sus manos tanteaba mi culo sopesándolo para comprobar la dureza firme de mis carnes juveniles porque la primera vez que fui a Paysandú yo andaría por los 28 años.

Deseba que el baño terminase lo antes posible porque mi ardor y mi necesidad de tener su verga en mi boca se acrecentaba con el contacto de su bulto sobre el mío.

Aproveché que él tenía las manos ocupadas con mis nalgas y comencé a bajarle el slip para dejar ante mi vista una semi-decepción, porque yo me había imaginado que dadas sus características tendría una verga mucho mayor que la mía, pero al retirar mi cuerpo del suyo pude ver su verga erecta la cual no mediría más de 18 cm pero eso sí espantosamente gruesos eran esos centímetros de carne oscura y palpitante.

Dije semi-decepción porque su verga era normal para tipos de raza blanca pero para un moreno como él eso era una verga inaceptable, pero verga al fin trataría de sacarle todo el jugo que pudiese por eso me agaché para lamerla un poco, al hacerlo comprobé que tenía un terrible gusto salado porque la transpiración había llegado hasta allí metiéndose bajo el forro de su prepucio que aparentaba ser muy elástico.

Nos duchamos mutuamente enjabonándonos todos los rincones que nuestras manos pudieron abarcar, arrancándonos con ese suave jugueteo de la espuma jabonosa, unos gemido de inmenso placer que Juan exteriorizaba con mucha fluidez demostrando que tenía necesidad urgente de un desahogo sexual.

Yo no tenía mi equipo portátil de lubricantes, condones y otras cosas para un buen jugueteo previo, los cuales habían quedado en mi valija en el hotel, pero igualmente nos arreglamos con lo que Juan tenía en su casa.

Después de que la ducha relajante hubo quitado todos nuestros olores a transpiración dejándonos la piel perfumada por el rico jabón que seguramente Juan acostumbraba a usar en su aseo diario, me llevó hacia el dormitorio donde sobre la cama comenzamos un sinnúmero de besos caricias, abrazos y toda clase de masajes para excitarnos al máximo.

Ahora sí tenía la verga muy sabrosa, por eso comencé a lamerla para luego chuparla metiéndola en mi boca, haciendo denodados esfuerzo para contener las arcadas que me producía ese grueso calibre hasta que mis mandíbulas se acostumbrasen a recibirlo.

Como yo estaba muy ocupado degustando ese rico manjar no percibí que mi orto estaba siendo lamido por su inquieta lengua que peleaba por meterse lo más profundo que mi agujero la dejase entrar.

Juan de a poco comenzó a distender mi esfínter con sus dedos ensalivados y al cabo de un rato me puso de espadas sobre la cama, me separó las piernas luego las levantó y finalmente apoyó su verga chorreante de saliva y precum en mi entrada posterior.

En ese pequeño lugar había aprendido a mantener la verga más de 15 minutos dentro de un orto sin eyacular!!!

Qué fantástica cogida me dio este moreno de Paysandú!!!

Yo acabé entre sus manos mojándole todo su vientre y ombligo con una lechada blanquecina y espesa, mientras él seguía metiendo gimiendo y resoplando a la vez que iba gozando como loco con cada milímetro de su verga que entraba en mi ser.

Su verga se puso inaguantable porque engordó más de lo debido, haciéndome sentir su grueso calibre muy profundamente pero por suerte fueron pocos segundos porque una vez que hubo descargado una impresionante cantidad de leche él la sacó arrastrando con ella parte de la lechada que manaba por mi agujero mojando todo a su paso.

Saciado de tanto meter, sacar y revolear su verga me dijo:

-Hacía tiempo que nadie me hacia gozar como tu culito, quédate a dormir acá los días que tenés pensado recorrer Paysandú, te alquilo mi cama, mi moto y lo más importante: MI VERGA...

Reí con la ocurrente propuesta, pero yo tenía contratado el hotel...

Después de tan agotadora y deliciosa seccion de sexo comencé a sentir hambre y me di cuenta de que ese día no había almorzando, ya eran como las cinco de la tarde!!

Se lo comenté a Juan y me dijo que me llevaría a un restaurante a tomar aunque fuese un té o un café con alguna merienda porque para almorzar era tarde y para cenar era temprano.

Nos lavamos un poco para que el olor a leche en descomposición no delatase lo que habíamos estado haciendo, luego de vestirnos me llevó en su moto al hotel donde me cambié de ropa para ir a un restaurante cercano donde comimos unos emparedados regados por un delicioso té.

Dimos unas vueltas por la ciudad y terminamos cenando en el mismo restaurante donde habíamos ido en la tarde.

Pasadas las diez y treinta de la noche quise despedirme porque estaba cansado y quería irme al hotel para descansar, Juan me lo impido diciéndome que fuese a su casa.

Mejor que estar solo en el hotel me iba a resultar estar en su compañía por eso sin pensarlo dos veces, le dije que iría a su casa.

Antes de dormirnos hicimos un 69 muy rápido porque queríamos tragar todo lo que pudiésemos de carne dura, caliente y palpitante antes de que mis dedos dilatasen su esfínter.

Terminé clavándole mi estaca en su oscuro orto entre protestas y gemidos penetración que finalmente terminó haciéndonos gozar a los dos.

Juan me dijo que al otro día tenía que trabajar porque era cartero, pero que después del mediodía vendría a almorzar y luego me llevaría al ver el Puente que no pudimos terminar de visitar porque habíamos dado la vuelta para terminar en su casa haciendo lo que ya dije antes.

Su verga dura me despertó como a las seis de la mañana estaba muy apretada contra mis nalgas y bueno uno no es de piedra por eso la dejé entrar en mi interior donde me hizo una penetración rápida porque inmediatamente después que eyaculó una pequeña cantidad se levantó para irse a trabajar.

Nuevamente me dormí y cuando me desperté eran cerca de las diez de la mañana, muy apuradamente me vestí y me fui al hotel donde desayuné, luego pagué mi cuenta para volver a la casa de Juan a pasar los dos días que me quedaban de esas pequeñas vacaciones.

A la hora fijada estaba de vuelta preparamos un almuerzo opíparo y nos fuimos en su moto a ver el puente el cual cruzamos y luego dimos una vuelta por la ciudad de Colón done tomamos la merienda.

Que rápido se me estaban pasando los días en ese sitio, claro yo pensaba recorrerlo solo y me había salido un buen cicerone muy experto en todos los lugares que tuviesen atracción para el visitante.

Cuando volvíamos de Colón ya anochecía, él detuvo la moto al borde de un campo y me dijo:

-Vení quiero chuparte todo acá sobre el pasto pero no acabés porque lo terminamos en casa.

Me hizo una lamida y luego chupada desde los pies hasta la cabeza, se detuvo muchísimo rato en mi orto sacándome gemidos de intenso placer, con los cuales estuve muchas veces al borde de la eyaculación pero por suerte pude contenerla para lo que vendría

Mientras me chupaba la verga, le agarré la suya para comprobar que estaba tremendamente dura y gorda, como pude me acomodé sobre el pasto y se la empecé a chupar desde la cabeza hasta el tronco para terminar de pasarle mi lengua por sus huevos y para finalizar distendiéndole el ano de una manera fabulosa.

Su orto se contraía tremendamente y su verga también por lo que decidimos interrumpir todo porque en cualquier momento se produciría la explosión final y queríamos reservar nuestros fluidos para la noche.

Los mosquitos estaban infernales, por eso nos fuimos de alli con el gran recuerdo de las picaduras en las nalgas y en el pubis que nos ardía bastante.

Fuimos a cenar y luego tuvimos unas interminables horas de chupadas, penetraciones y todo lo que quisimos hacer en esa noche de ardiente pasión.

Para no extenderme mas en el relato, diré que el domingo dormimos hasta tarde y cuando nos despertamos estábamos con todo el cuerpo pegoteado pro la leche derretida porque habíamos quedado tan agotado por las tremendas eyaculaciones que le obligamos a nuestros cuerpos a producir, que ni ganas nos dieron de levantarnos para lavarnos, solamente dormimos con las piernas entrelazadas y los brazos rodeando nuestros cuerpos.

Después del baño matutino de ese domingo, vino el desayuno y la invitación de Juan para ir a almorzar a la casa de su hermana, lugar al que habitualmente iba todos los domingos y que quedaba a unos pocos kilómetros yendo por la ruta No. 30 en las afueras de Paysandú.

Me recibieron como si fuese un amigo de toda la vida, hospitalidad pueblerina que le llaman y luego de un regio almuerzo regresamos para Paysandú donde Juan me llevó a recorrer otros sitios muy pintorescos para después volver a su casa para recoger mi equipaje.

Y por supuesto para coger nuevamente ya que me pidió hacerlo por última vez porque quien sabe cuando encontraría a otro "forastero" que le diese tanto placer como se lo había dado yo.

A Juan lo vi un par de veces después de mi regreso a Montevideo, la primera vez fue cuando vino a visitarme porque estaba desesperado por tener algo de sexo y en su ciudad no se animaba a hacerlo para no descubrir sus debilidades.

Y la segunda vez vino para decirme que se casaba porque su hermana le había conseguido una novia y como a él le gustaba más penetrar que ser penetrado por eso había aceptado cambiar su condición civil para por lo menos tener una compañera y un desahogo sexual.

OMAR

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