Morboso paseo en barco 1

Mi cuñada nos invita a pasar un día en barco lleno de sorpresas, después del fin de semana que pasamos los tres en el piso de la playa. El patrón, un chico alto moreno con cierto parecido a Kortajarena se une a nuestra fiesta particular.

Hola a tod@s, llevo tiempo sin escribir. El relato que os narro no es continuación del relato titulado "Un fin de semana inolvidable" pero comparte protagonistas. Espero que os guste, lo valoreis y me escribais comentarios.

Había pasado más de un mes desde el fin de semana que habíamos pasado mi mujer y yo con mi cuñada en el piso de la playa. Desde entonces nuestra relación con ella se había vuelto mucho más estrecha e íntima, teníamos un grupo de whatsapp por donde en más de una ocasión habíamos intentado quedar para repetir lo sucedido durante aquel fin de semana, pero por motivos laborales de uno u otras, no habíamos conseguido quedar. Aun así, la temperatura en el grupo estaba siempre por las nubes. La última conversación del grupo era de anoche, me encontraba solo en casa, ya que a mi mujer le tocó trabajar de noche, envié al grupo una foto de mi polla empalmada con el glande enrojecido, las venas bien marcadas y chorreando preseminal, con el comentario “Acordándome de las dos”. La respuesta de mi cuñada no se hizo esperar, envió otra foto en la que se veía reflejada en el espejo del baño con una toalla enrollada en el pelo y completamente desnuda con el comentario “Deseando volver a juntarnos y echar un buen rato”. Se veía guapísima, su cara aniñada, ojos negros y labios gorditos, su cuerpo menudo que hacía contraste con sus redondos pechos, simplemente perfectos y sus pezones morenos apuntando hacia aarriba y un incipiente vello negro en el pubis bien recortadito, justo encima del clítoris. Comencé a masturbarme a un ritmo más rápido como un salido quinceañero con la espectacular imagen de mi cuñada, justo cuando brotaban los chorros de leche alcanzándome hasta el pecho, mi mujer contestó a nuestras fotos, “me estáis poniendo supercachonda, tengo el chichi encharcado y no me puedo pajear. Este fin de semana me la vais a pagar”.

A raíz de este último comentario pudimos quedar en vernos el sábado en el piso de la playa. Mi cuñada nos dijo que nos tendría preparada una sorpresa, pero no desveló nada más. Tanto mi mujer como yo intentamos sonsacarle en qué consistía la sorpresa pero la muy cabrona no dijo nada más.

Pasó la semana y el sábado por la mañana nos subimos en el coche mi mujer y yo con una maleta en dirección al piso, mi cuñada se iría desde su casa directamente hacia allá. Ese día mi mujer iba radiante, su pelo ondulado caía sobre sus hombros, su vestido playero y un conjunto de ropa interior cómodo para el viaje. Cuando llegamos, ya nos estaba esperando con su espectacular sonrisa. Llevaba una camiseta bajo la que se le adivinaba un bikini rosa fucsia y unos short vaqueros por los que sobresalía el nudo de la parte de abajo del bikini del mismo color. Tras saludar a su hermana con un abrazo y un pico en los labios, se abalanzó contra mí, agarrándome del cuello y dándome un morreo. Mi polla reaccionó poniéndose dura, lo que ella notó y se pegó aún más a mi cuerpo, diciéndome al oído:

  • Así me gusta encontrarla, bien dura. Y me dio un lametón en la oreja mientras me la agarraba por encima del pantalón. El día prometía, estaba deseando poder acariciar los cuerpos desnudos de mi mujer y su hermana y darles todo el placer que merecían como dos buenas zorritas que eran.

  • Venga subid las cosas al piso y poneros bañadores, que nos vamos, añadió. Subimos los tres al piso y nos pusimos nuestros bañadores. Mi mujer eligió para ponerse, el último que había comprado en una famosa tienda de lencería, con el top de triangulo y la braguita brasileña, mostrando buena parte de su culo, era de color blanco con unos motivos florales en rojo. Le quedaba de escándalo!!

Cuando bajábamos por las escaleras del bloque volvimos a preguntarle a dónde íbamos y cuál era la sorpresa que nos había preparado.

  • Solo os diré que lo pasaremos genial y que vengáis preparados para cumplir mis expectativas sexuales. Con esta frase acabó la conversación para que dejáramos de preguntarle, la verdad es que nos tenía descolocados tanto a mi mujer como a mi. Subimos a su coche y nos pusimos en marcha. Al principio creíamos que iríamos a la playa a la que solemos ir o a la playa nudista que está a pocos metros de ésta, pero cuando cogió el desvío hacia la carretera nos sorprendió de nuevo, aun así, ya no volvimos a preguntar a dónde nos llevaba. Íbamos charlando de nuestras cosas, del trabajo, de los niños que los habíamos dejado con los abuelos… cuando salió del desvío hacia el puerto deportivo, aparcó su coche y fuimos dando un paseo por la dársena hasta llegar frente a una embarcación de unos 8 metros de eslora donde nos esperaba en la cubierta un chico con aire a Kortajarena, moreno, alto, con barba de varios días, el pelo formándole un tupé y complexión atlética y con unas copas de vino espumoso en sus manos. La verdad es que aunque me considero 100% hetero, había que reconocer que el tío era guapo. Mi mujer quedó en un estado de sorpresa total al ver al chico, inmóvil sin capaz de articular palabra.

  • Bienvenidos a bordo, hoy seré vuestro guía en este paseo que vamos a dar por la costa. Mi mujer y yo nos miramos sorprendidos y dirigimos nuestra mirada hacia mi cuñada, la cual cruzando la pasarela hasta el barco, se reía.

  • ¿Os gusta la sorpresa?, dijo mi cuñada guiñándonos un ojo. - Venga, vamos, subid que se nos hace tarde. Tenemos en el barco todo lo que necesitamos para pasar el día!!

Una vez salimos por la bocana del puerto, las mujeres se acomodaron en la proa del barco donde había una zona con asientos. Mi cuñada se quitó la camiseta y mi mujer se deshizo del vestido que llevaba, sacaron el bote de protección solar y comenzaron a untarse crema para no quemarse con el sol. Yo estaba atrás con el chico, el cual me explicaba los mandos del barco y la potencia del motor, pero yo la verdad es que estaba más pendiente de como mi mujer y mi cuñada se masajeaban sus cuerpos una a la otra para que la crema penetrase en la piel, de espaldas a nosotros. Mi cuñada deshizo el nudo del top del bikini de su hermana para seguir untando crema, pero sujetó la tela contra su pecho para que no se viese nada. En un rápido movimiento mi cuñada tiró del bikini de su hermana arrancándoselo y soltándolo sobre el asiento, escuchaba a mi mujer reñirle y a mi cuñada reírse. Poco después cambiaron de posición y directamente mi cuñada se quitó el top del bikini para que su hermana esparciese la crema por la espalda.

Allí estábamos el chico y yo, mirando las desnudas espaldas de las chicas, que se dejaban caer hacia atrás, apoyadas sobre sus codos, disfrutando de la brisa marina.

  • No sabes la suerte que tienes, me dijo el chico, sacándome de la nube en la que me encontraba.

  • ¿Qué?, le respondí.

  • Tu cuñada cuando vino a contratar mis servicios me contó la relación tan estrecha que tenéis los tres y esperaba que esta travesía fuera inolvidable. Al final optó contratar el servicio de todo incluido, para que no os faltase de nada y pudieseis disfrutar al máximo el paseo.

  • ¿Pero, a que te refieres con todo incluido? Le dije interrumpiéndolo.

  • Si, te explico un poco. Podéis hacer uso de todo lo que se encuentra en el barco durante todo el día, beber y comer todo lo que os preparado, fondearemos en una cala de aguas cristalinas a la que solo se tiene acceso desde el mar y os serviré en todo lo que me pidáis, sexo incluido.

Estas últimas palabras hicieron que un latigazo cruzara toda mi cuerpo y notara una descarga en mi polla, solo fui capaz de decir…

  • Muchas gracias por la disposición, lo tendré en cuenta.

En ese momento mi mujer me llamó y la conversación con el chico terminó, me acerque a ellas y comenzaron a besarme y a acariciarme cada una por un lado, quedando entre ellas, lo que me permitía acariciar sus suaves tetas, la de mi mujer más pequeñas que las de mi cuñada pero igualmente de ricas y apetecibles, las apretaba entre mis dedos y estimulaba sus ya erectos y morenos pezones que sobresalían como gominolas, mientras iba alternando la boca de una y la otra, consiguiendo que nuestras salivas se mezclasen. En pocas palabras, estaba en la gloria, disfrutando de mis dos mujeres, mis dos amores. El bulto en mi bañador era evidente, incluso me empezaba a doler debido a presión que la prenda ejercía sobre mi polla, incapaz de crecer más. Sus caricias fueron bajando hasta que sus manos ya se encontraban posadas sobre mi bañador, palpando la dureza de mi polla. Fue mi mujer la que tomó la iniciativa y agarrando el bañador por los laterales, lo bajó liberando mi miembro de su cárcel que salió como un resorte y comenzó una suave paja, subiendo y bajando completamente el prepucio para que el glande se lubricase con el preseminal que había ido saliendo.

  • Uummm, qué polla más bonita tienes cuñao!! Me tienes caliente desde que enviaste la otra noche la foto, es que no me aguanto más, la necesito dentro de mi chochito y que me calme los picores que tengo.

  • Pues si tu hermana te la presta, es toda para ti, le contesté.

Mi mujer acercó mi polla a los labios de su hermana, mientras con la otra mano empujaba su cabeza hacia que ambos órganos hicieron contacto, impregnándolos de mi líquido preseminal. Sin apartar la vista de mis ojos, se relamió, limpió el resto de líquido que quedaba alrededor del capullo y abrió la boca hasta que mi capullo desapareció en ella. Lo succionaba, pasaba la lengua por el borde inferior, se entretenía con el frenillo, lo que hacía que me retorciera de placer, pasaba la lengua por el tronco hasta llegar a mis huevos, los lamía y volvía por el mismo camino hasta tener el glande de nuevo en su boca, con sus manos incrementaba más todavía si cabe el placer que me estaba dando pues con una me pajeaba y con la otra acariciaba mis huevos. La maestría con la que me la estaba comiendo no tenía parangón, no me extrañaría que en una de las conversaciones entre hermanas, mi mujer le hubiese contado como me gusta que me la chupe.

Ahí estaba yo, con mi cuñada esmerándose en sacarme hasta la última gota de leche con una espectacular mamada, mientras le comía la boca a mi mujer y metía mi mano por dentro del bikini, comprobando lo muy mojada que se encontraba ya. Pasé mis dedos a lo largo de su depilada rajita, separando los labios mayores, subí y baje a lo largo de su raja un par de veces más, consiguiendo que su clítoris se hinchar e hiciera acto de presencia y sus labios menores se abriesen, mostrándome su jugosa cueva, en la cual introduje dos dedos sin problema. Mi mujer se agarró a mí con más fuerza e intentó gemir al notar los dedos en su interior, pero al tener nuestras bocas ocupadas, lo único que se escuchó fue un jadeo.

Tras un rato en esa postura masturbando a mi mujer mientras nos besábamos y mi cuñadita dándome una de las mejores mamadas de mi vida y justo en el momento en el que empezaba a sentir el cosquilleo previo a la corrida,  se la sacó de la boca y llamó al chico que hasta ahora había permanecido impasible ante el espectáculo que estaba presenciando, centrándose en sus labores de patrón del barco. Paró el motor y abandonó el timón acercándose a la proa, donde los demás nos encontrábamos. Mi cuñada se levantó del asiento y lo recibió con un beso, el chico entreabrió su boca y sus lenguas comenzaron a bailar, la agarró del culo y la atrajo hacia él, haciendo que tanto las tetas de ella como el bulto que se marcaba en su pantalón quedasen atrapados entre ambos cuerpos.

Mi mujer paró de besarme y se quedó mirando a su hermana con cara de asombro, me acerqué a su oído y le dije.

  • La sorpresa de tu hermana no solo era el paseo en barco, esto también era sorpresa, hoy lo vamos a pasar de escándalo. Echó la cabeza sobre mi hombro mientras seguía acariciando su rajita, sin perder detalle de la vista de la otra pareja. Su orgasmo no tardó en llegar, sus piernas empezaron a temblar y sus gemidos fueron silenciados cuando me mordió el hombro.

Nos acomodamos en los asientos de proa, decididos a presenciar el espectáculo de la otra pareja. Él comenzó a deshacer los nudos del bikini de ella, primero uno y después el otro, el bikini cayó al suelo y siguió masajeando su precioso culito respingón. Desde nuestra posición podíamos ver como separaba sus nalgas y aparecía ante nuestra vista su delicioso agujerito, apretadito y estrechito de una coloración más oscura que la piel que lo rodeaba, daba la impresión de nunca haber sido profanado. Y bajo él, los labios de su pequeño coñito, que se separaban mostrando su sonrosada cueva brillante de sus propios jugos. Aquella visión hizo que me llevara la mano a mi polla y me la empezase a castigar de una forma refleja e inconsciente, estaba muy caliente, pues no me había llegado a correr todavía. Mi mujer, sentada a mi lado, al verme sacudiéndome la polla apartó mi mano y continuó ella con tan maravillosa paja, haciendo retroceder el prepucio hasta notar un pequeño tirón en el frenillo, esa lenta cadencia me estaba volviendo loco, me mantenía en un estado de excitación máximo sin llegar al orgasmo, la muy perra de mi mujer me estaba matando de placer.

Tras los morreos y el manoseo de culo, mi cuñada bajó las bermudas a su compañero de juegos, descubriendo un señor cipote completamente depilado, un poco más grueso y largo que el mío, pero más moreno sin llegar a ser demasiado oscuro, estaba circuncidado y por la punta colgaba un hilillo de liquido preseminal. Mi cuñadita dejo de comerle la boca y bajó hasta su pecho dándole lametones y besos, siguió por su vientre hasta llegar a su polla, que la esperaba apuntando hacia el cielo.

  • Vaya pollón tenias aquí escondido, dijo mi cuñada antes de meterse toda la cabeza en la boca y saborear los jugos. Comenzó a comerle la polla de una manera vertiginosa, mientras con una mano intentaba abarcar sus huevos, con la otra lo pajeaba. Desde nuestra posición podíamos ver como la polla entraba y salía completamente de la boca de mi cuñada, lo que le provocaba que de vez en cuando diese una arcada y saliese la polla de su boca chorreando babas, mientras el tío la tenía cogida por la nuca y la empujaba una y otra vez. Aquella mujer no parecía mi cuñada, estaba completamente poseída, las veces que me la había mamado a mi habían sido mas pausadas y menos profundas, estaba claro que había sacado a la perra que tenía dentro y quería vaciarle los huevos.

  • Venga cari, vamos a unirnos a ellos. Cómele el coñito a mi hermana, que estará deseando. Dijo mi mujer. Nos acercamos desde atrás y le hice una señal a mi cuñada para que abriese las piernas y colocarme boca arriba sobre el piso entre ellas. No había comenzado a comérselo cuando noté un calor y una humedad enorme en mi polla. Vi entonces a mi mujer con sus manos abriéndose el coñito y media polla mía dentro de ella, uuuffff, aaahhh!! resople del gusto tan grande que sentía.

La escena era de lo más excitante y caliente que me podía imaginar. Mi cuñada comiéndole la polla a un desconocido, mientras yo le como el coño y mi mujer me cabalga. Le sorbí todos los jugos que chorreaban, pasé la lengua desde su lentejita hasta su culito varias veces. Uuufff que delicia de coñito!! Me encantaba su olor y su sabor, metí la lengua todo lo que pude en su interior, ahí el sabor era más ácido, pero igual de excitante, los gemidos de ella eran silenciados por el pollón que tenía en la boca. Mi mujer mientras tanto no paraba de brincar sobre mi polla, de vez en cuando mi cuñada se levantaba un poco y me permitía verla. Siempre me ha excitado mucho la posición de la cowboy y ahí estaba, con los ojos cerrados, sus manos agarrándose las tetitas y pellizcándose los pezones, sin parar de gemir. Su pubis sin vello permitía ver su clítoris y sus labios completamente hinchados, si seguía así no aguantaría ni un minuto más.

  • Cámbiate de posición, quiero que mi hermana pruebe esta deliciosa polla que tienes, le dijo mi cuñada al chico. Ella se giró, con lo que yo tuve mejor acceso a su clítoris, el chico se colocó al lado de mi torso de tal manera que tenia a cada lado a una mujer.

  • Cuñadito, espero que no te pongas celoso cuando veas a mi hermana comiéndose otro rabo. Yo no podía responder con la boca llena de su coño. Mi mujer podía hacer lo que quisiera , era lo justo después de haberme tirado a su hermana. Las piernas de mi cuñada me apretaron la cabeza hasta dolerme, empezó a temblar y exhaló un fuerte grito a la vez que refregaba su coñito por toda mi cara y me la llenaba con su eyaculación. Para mi era el premio al buen trabajo realizado y tragué y lamí todo lo que pude de ese delicioso zumo.

  • Joder cuñado!! Vaya corrida me has proporcionado. En la vida me he corrido así con una comida de coño. Tu si que sabes hacer que una mujer disfrute, me dijo tras recomponerse del orgasmo. Se levantó y se inclinó hacia mi. Yo tenia la cara empapada de sus jugos, sacó la lengua y comenzó a lamerme, acabando con un apasionado beso.

  • Ahora te toca acabar a ti, me susurró al oído. Al abrir los ojos, me encontré a mi mujer comiéndose ese pollón mientras no paraba de hacer círculos con sus caderas para frotar su clítoris contra mi pubis, señal de que su orgasmo estaba al llegar y así fue, agarró con fuerza los huevos del chico, su hermana la relevó cuando se sacó la polla de la boca y comenzó a gritar. Las contracciones de su vagina sobre mi ya dolorida polla hicieron que me corriese dentro de ella, había sido brutal y tanto mi mujer como yo estábamos agotados. Aun sentada sobre mi, pude ver como el chico se agarraba la polla y se la sacudía con fuerza, las hermanas con sus caras jun tas frente al rabo se esforzaban en darle lametones en la punta.

  • Aaaahhh, siiii, me corroooo!! Por la punta brotaron varios chorros de semen que cayeron en las caras de ellas y sobre mi abdomen. Se apresuraron a mamarle la polla y dejársela bien limpia de restos de leche. Después se abrazaron e hicieron lo mismo entre ellas, lamiéndose la una a la otra y besándose hasta acabar con todas las pruebas de la corrida. Al levantarse mi mujer, salió mi pene flácido de su interior seguido de un chorro de leche.

  • Quiero que dejes a mi cuñadito igual de limpio que te hemos dejado a ti, le dijo al chico, que obedientemente sin mediar palabra se agachó y empezó a lamer su propio semen que había caído en mi vientre, cuando terminó se dirigió hacia mi zona genital e hizo lo mismo. Lamió los restos de mi corrida que me habían chorreado por los testículos, por el pubis y por la polla, dándole varios chupetones para dejarla completamente limpia.

  • Venga, vámonos al agua a refrescarnos un poco, dijo mi cuñada con su sonrisa angelical de no haber roto un plato, y salto al agua mientras mi mujer y yo nos mirábamos con cara de asombro por lo que acababa de hacerme el chico.

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