Morbojuegos
-Me gustaría veros el coño, vamos al baño y ¿me lo enseñáis? -Vale, pero en el baño de chicas. -Id yendo, yo entro en 5 segundos, por aquello de disimular.
MORBOJUEGOS
No hemos encontrado la categoría adecuada para clasificar este relato, siendo la que mejor encaja de las existentes la de dominación, aunque en absoluto es un relato de dominación propiamente dicho, sino más bien un relato de juegos eróticos entre amig@s totalmente cierto.
Este relato es totalmente verídico, sólo se han cambiado los datos personales para mantener el anonimato de sus protagonistas y el “juntador de palabros” que lo ha escrito se ha permitido el lujo de alguna licencia literaria.
Ha sido escrito para que lo lean sus protagonistas, pero si tiene más repercusión y despierta interés en alguien más, mejor que mejor.
Todavía no podía creerme lo que había pasado y lo que deseaba que fuera a pasar. En mi cabeza se repetía como un eco lo que acababa de pedir a las chicas:
- Me gustaría veros el coño, vamos al baño y… ¿me lo enseñáis?
- Vale, pero en el baño de chicas.
- Id yendo, yo entro en 5 segundos, por aquello de disimular.
Mientras las chicas se alejaban contoneando sus preciosos culitos (o eso me pareció a mi), porque estaba tan alucinado que no sé si veía o soñaba, mi excitación iba en aumento. Durante aquellos interminables segundos, empecé a recordar como había comenzado todo…
Estoy felizmente casado con Adriana, una mujer maravillosa en todos los sentidos. Llevamos juntos 14 divertidos años. Es una mujer extraordinaria, primero de todo por aguantarme, pero sobre todo por su forma de ser y por qué no decirlo, también por su físico. Es delgada pero con curvas, sus ojos traviesos y su siempre presente sonrisa van acompañados, de serie, con unas tetas ni grandes ni pequeñas, un coñito rasurado con depilación brasileña y un culo voluptuoso que me vuelve loco. Pero además de todo ello, tengo la gran suerte de que le excitan y le encantan los jueguecitos que se le ocurren a mi mente calenturienta, ya nos tengan como protagonistas a nosotros solos, o a otras personas que quieran participar.
Adriana tiene una compañera de trabajo cuatro años más joven que ella (Adriana tiene unos espléndidos 32 años), y que es lo que yo llamo técnicamente una “cabra loca”, lo cual lógicamente nos encanta. En un principio la relación que mantenían era puramente laboral, ya que a primera vista son muy diferentes entre sí. Pero todo cambió cuando organizaron una cena entre la gente más joven de la empresa, a la que estábamos invitados también las parejas respectivas.
En ese ambiente más relajado, y entre copa y copa, notamos que empezamos a conectar muy bien con ella. Aunque no le contamos nada de los jueguecitos que ya habíamos hecho, comprobó que nuestra actitud ante el sexo no tenía nada que ver con la imagen que al parecer dábamos. Encajando rápidamente nuestra forma desinhibida de vivir la sexualidad, y despertando también su curiosidad con respecto a como hacíamos para seguir enamorados y encoñados después de tanto tiempo juntos.
Bueno, lo cierto es que ese primer encuentro hizo que se formara una pandilla con compañer@s del trabajo y amig@s comunes, entre los cuales era habitual cuando salíamos, jugar a juegos del estilo de “yo nunca”, por lo que, como siempre pasa en estos casos, acabábamos hablando de sexo y así fuimos descubriendo nuestras mutuas fantasías, posturas sexuales favoritas, etc.
Fue pasando el tiempo y las confidencias erótico-festivas, dieron lugar a los besitos primero y luego morreos entre Adriana y nuestra amiga Laura, ya que ambas compartían el morbo de jugar con otra chica, podéis imaginar como me ponía yo, al ver a ese pedazo de chicas comiéndose la boca como si no hubiese un mañana. Bueno, a todo esto no os he descrito todavía físicamente a Laura, deciros que es una chica morena, muy delgada y atractiva, con una mirada lujuriosa que incita a pecar…aunque ella se queja de que no le gusta su cuerpo, porque dice tener poco pecho. Yo siempre le digo que es mejor tenerlas bien formadas, que tenerlas grandes y caídas, además tiene los pezones más puntiagudos que he visto en mi vida, cuando los ves parece que te dicen cóóóóóóómeme. Intentaré ser más sintético y frío en las descripciones, porque sino me voy de la historia, je, je, je.
Como os habréis imaginado me habría encantado disfrutar de aquellos deliciosos morreos con Laura, pero no quería fastidiar nuestra amistad cómplice. Hasta que un sábado saliendo de un bar, Laura nos sorprendió a mi mujercita, a mí y a todos los presentes, preguntándole a Adriana:
- ¿Te importa que bese a tu chico?
Yo me quedé “ojiplático” e interiormente asentía como un perrito de los que se ponen en el coche. Adriana le contestó:
- Bésale cuanto quieras, estará encantado.
Hechas las gestiones, sin pedir mi opinión en ningún momento, nos besamos tipo peli de Hollywood, hasta que me dejé llevar y le metí la lengua hasta la campanilla, a lo que ella correspondió.
A partir de ahí, yo intentaba convencer a Adriana de que deberíamos plantearle a Laura participar en nuestros jueguecitos. Ella siempre me decía que una cosa son los besos y otra los jueguecitos de prendas, caricias, etc., por lo que nos conformábamos con fantasear con ello en la intimidad, pero no nos atrevíamos a planteárselo por miedo a perder a nuestra amiga.
Llegó el verano y la convencimos para que nos acompañara a una playa nudista, de la que somos asiduos, nos costó un poco porque ella ni siquiera hace topless en las playas textiles. Me excitaba un montón la situación de mostrarnos completamente desnudos ante ella, además de las ganas que tenía de verle las tetas, porque la parte de abajo nos dijo que no se atrevía. Aunque estando allí no fue para tanto, compartimos una tarde muy agradable, aunque yo notaba que de vez en cuando se le desviaba la mirada hacia mi polla, pero de un modo curioso más que lascivo.
Le encantó la experiencia aunque no repetimos, porque su novio no quería venir y nos fuimos de veraneo a diferentes sitios. Terminado el verano nos dijo que la próxima vez que fuéramos se quitaría todo, que se había quedado con las ganas y le apetecía un montón probar, pero antes quería hacerse la depilación brasileña. Nos confesaba estas cosas con la copa en la mano, yo le decía que era fácil decir eso ahora que estábamos en pleno otoño, pero que cuando llegara el verano se iba a rajar.
Otro día nos sorprendió describiéndonos con todo detalle como le había quedado el coño después de la depilación, le comenté que me encantaría ver el resultado, “no por lujuria, sino por interés artístico…” Me dijo que ya llegaría el momento, que ahora se lo quería enseñar a Adriana, y sin más se levantaron y fueron al baño. Este tipo de conversaciones y situaciones sucedían a menudo con su novio al lado, ajeno a nuestros diálogos, incluso a veces nos dábamos piquitos estando él cerca, pero nunca se enteró, he de confesar que me encantaban estas pequeñas travesuras entre buenos amigos. Recuerdo una de ellas, celebrábamos el cumple de una amiga, tod@s habíamos bebido mucho, con lo que las conversaciones giraron rápidamente al “monotema”, le recordé entonces en un pub que me había prometido enseñarme su coñito depilado, ella sonreía divertida, diciendo que ya llegaría ese momento y entonces, dejándome llevar por el exceso de alcohol y lujuria, le dije de repente:
- Lo que realmente me encantaría es…follar contigo.
Creo que no se enteró bien de lo que le dije, porque siguió hablando como si nada y yo respiré aliviado, porque si bien era cierto lo que le dije no quería bajo ningún concepto poner en peligro nuestra amistad.
Llegó el siguiente cumple y el homenajeado montó una fiesta de exaltación del mojito, nos enseñó a tod@s a prepararlo, y disfrutamos toda la noche de esta bebida en su casa. Cuando ya estábamos con el puntillo de reírnos por cualquier cosa, decidimos jugar a los típicos jueguecillos que dejaran patente nuestra borrachera. No recuerdo haberme reído tanto en mi vida, lo que nos hizo prometer que repetiríamos una fiesta del mojito.
Y por fin llegó el día clave, llegaba el fin de semana, pero este se presentaba en principio tranquilito porque por diferentes motivos la mayoría de la gente no estaba, de hecho sólo podíamos salir Adriana, Laura y yo, aunque no íbamos a salir, decidimos organizar una cena tranquila en casa de Laura, eso sí, con mojitos.
Todo fue genial, agradable conversación, risas, amistad cómplice. Al empezar a beber los mojitos, empezamos a compartir confidencias lujuriosas como siempre hacíamos.
Tuve que irme al baño y al volver Laura con una mirada insinuante me preguntó:
- ¿Quieres que hagamos un trío?
Había soñado con eso desde hacía un montón, pero no había bebido lo suficiente como para creerme que me lo preguntaba en serio, de ahí que le contestara:
- Te contestaré a eso cuando me lo preguntes en serio.
Luego, entre risas, me confesó que había sido mi mujercita la instigadora de este ”gracioso” puteo a mi líbido desatada.
Ahora le tocaba a Adriana ir al baño, y mirándole picarón le dije:
- Cuando vengas me las das.
Ella se ruborizó algo pero asintió, Laura no tardó en preguntarme que le había pedido.
- Le he pedido que se quite el tanga y me lo dé en cuanto salga del baño.
Adriana regresó y me las entregó obediente, yo como siempre me las guardé en el bolsillo y ambos seguimos como si nada. Laura estupefacta nos preguntó a que venía eso, le explicamos que desde hacía tiempo compartíamos un jueguecito consistente en que yo le daba “órdenes” y ella debía obedecerlas sin rechistar, lógicamente pactadas antes, por lo que tratamos de satisfacer fantasías de ambos, la gracia del juego es que podía pedírselo en cualquier lugar y en cualquier momento.
Lo que nos dijo Laura en ese momento nunca lo olvidaré.
- ¡Yo también quiero jugar!
El resto de la noche hablamos sobre los pormenores del juego, aunque no quiso darme su ropa interior alegando que no era bonita, que no contaba con que un salido degenerado como yo se la fuera a pedir, aunque si accedió algo ruborizada a levantarse la camiseta y enseñarme el sujetador. Lo dejamos ahí porque era tarde y al día siguiente salíamos de marcha.
Al día siguiente mientras hacíamos la compra semanal, nos llamó por teléfono para quedar esa noche y nos sorprendió una vez más, al contarnos que le había contado a su amiga Cristina lo del juego, y ella también quería jugar. No hace falta que os cuente como me sentía yo en esos momentos…
Quedamos en casa de Laura con las dos, cuando llegamos, para variar, todavía se estaban arreglando, pero dadas las circunstancias no nos importó esperar. Cuando entramos ambas nos recibieron con una gran sonrisa pícara que prometía diversiones venideras.
Cristina es una chica pelirroja con pequitas, y una mirada cálida y traviesa, como el resto de chicas del grupo, también es guapa y con un bonito cuerpo. Es algo tímida, como yo, por lo que hasta hacía poco casi ni habíamos hablado. Aunque entre las cosas que más recordaba de ella fue el día de la despedida de soltera de Adriana, recuerdo su mirada pícara clavada en mis ojos cuando vinieron a secuestrar a mi novia, para ir a beber cantidades ingentes de alcohol y a ver a tíos en bolas bailando.
Pasados los “cinco minutos” que decían que les hacía falta para arreglarse, fuimos a tomar unas copas a un bar cercano del que Laura casi manda más que los dueños.
Como siempre buena conversación, temas interesantes y como siempre también, la conversación derivó hacia el sexo, les explicamos qué hacíamos nosotros para escapar de la rutina inevitable a la que llegan todas las parejas después de un tiempo, entre ellas compartir jueguecitos morbosos como el role-playing, que consiste en fingir que somos otras personas, inventadas o reales, y seducirnos mutuamente acabando enrollándonos como si realmente nos lo estuviéramos montando por primera vez.
También les hablamos del que yo llamé pomposamente el “dominarol”, en el cual yo daba las órdenes y Adriana obedecía, ya que ella disfrutaba más obedeciendo que mandando…Sólo en este tema, en lo demás, era ella la que mandaba. Y por lo visto Cristina y Laura también preferían ser sumisas en principio, aunque yo les insistí que tendría más gracia si tod@s aportábamos nuestras ideas para los mandatos y tod@s diéramos órdenes. Una primera idea que aporté era que podíamos poner palabras clave para los diferentes mandatos, para así poder jugar en medio del resto de la pandilla, sin que se dieran cuenta de lo que hacíamos, así por ejemplo iniciaríamos el juego preguntando si nos apetecía beber mojito, esa rica bebida que propició que todo esto empezara.
Laura y Cristina fueron al baño y al regresar ambas extendieron sus brazos y me dieron sus bragas, yo me quedé un poco flipado porque por aquel entonces no estaba seguro de si querían jugar de verdad, o sólo querían calentarme, además lo hicieron descaradamente por lo que la amiga (Bárbara) con la que habíamos quedado (ajena a nuestros jueguecitos) quedó con los ojos abiertos pero no comentó nada. Después de mi sorpresa inicial las guardé en mi bolsillo y desconfiado les dije que eso no demostraba que fueran sin bragas, ya que podían haber traído un par más de casa para vacilarme. Me insistieron en que realmente iban sin bragas y entonces Laura me dijo:
- Acompáñame al baño y te lo demuestro.
Nos metimos en el baño de chicas sin importarnos quien nos viera, advertir que a esas alturas ya íbamos algo contentillos. Tan pronto Laura cerró la puerta le pregunté entre curioso y pícaro como me lo iba a demostrar, si se iba a levantar la minifalda que llevaba, ella me contestó:
- Se me ocurre algo mejor, puedes palparme el culo cuanto quieras y comprobar así que no llevo bragas.
Yo le pregunté si podía hacerlo por debajo de la falda, ella me dijo que no. Y quien era yo para protestar, teniendo en cuenta que disfrutaba de una situación que hace unos días ni habría soñado, entonces me dejé llevar y disfruté del morbo de la situación, comencé a acariciarle el culo suavemente disfrutando sin prisas de todo su volumen, para posteriormente amasarlo en plan adolescente, que era exactamente como me sentía en esos momentos. Ella solamente se dejó hacer, y aunque no lo dijo creo que disfrutó del morbo del momento. Yo, avaricioso como siempre, quería más pero aun no había llegado el momento y me conformé con lo mucho que había disfrutado, no sin antes comentarle que me había dejado “palote”, ella sonrió con cara de….. era exactamente lo que quería.
Salimos del baño y pronto notamos miradas de gente sorprendida, a saber que se habían imaginado. Cuando nos sentamos Bárbara le preguntó escandalizada a Adriana que era lo que estaba pasando, Adriana contestó sin darle importancia:
- Nada, es una apuesta que han hecho.
Respuesta que no le convenció mucho, pero seguimos hablando. Pasados unos minutos, le dije a Cris que le tocaba a ella, noté que se ruborizaba al instante, su cara era una mezcla de vergüenza y excitación.
Lo cierto es que sin mediar palabra fuimos los dos al mismo baño de antes, los camareros alucinaban y no eran los únicos, estaba compartiendo momentos muy morbosos con dos chicas espectaculares.
Dentro, le pregunté que podía hacer ella para demostrarme que no llevaba bragas, ella me contestó que tenía que creerla. Yo le dije que necesitaba algo más, se levantó un poco la falda por un lateral demostrándome así que en efecto no llevaba bragas. Aunque yo quería más me quedé con las ganas, entendía la situación, apenas nos conocíamos y además ella parecía no ser tan lanzada como Laura.
Al salir del baño nos esperaban las mismas miradas curiosas de antes, ahora más alucinadas todavía, a saber lo que estarían pensando l@s malpensad@s.
Antes de irnos, pues ya llevábamos bastante rato y bastantes copas, le pedí a Adriana su tanga para no ser menos que ellas. Me dijo que después que ahora ya nos íbamos. Aunque ya se lo había pedido muchas veces y en una gran variedad de sitios, me seguía dando mucho morbo pedírselo, sobre todo, como era el caso, si había más gente participando de nuestras inocentes travesuras.
Como ya éramos veteranos en estos jueguecitos, le dije que no podría ir al baño a quitárselo, por lo que tuvo que sacárselo en la pista de un pub, rodeada de gente, por las miradas de algun@s, vari@s fueron los que vieron a mi dulce mujercita realizando lo que para nosotros era ya casi un ritual: metía sus manos debajo de la falda, enganchaba el tanga con sus dos pulgares, tiraba enérgicamente hacia abajo, con el tanga por los tobillos levantaba alternativamente las piernas y ¡ya está!, tanga en su mano primero y después las posaba sumisa en mis manos. Las veces en que la veían y sabían que bailaba a su lado sin nada debajo, me ponía muy pero que muy burro. Guardé su tanga junto a las bragas de nuestras amigas y seguimos bailando cruzando miradas pícaras.
Yo estaba disfrutando de la situación, no sólo por el botín de bolsillo, sino sobre todo por compartir baile con esos tres pibones que me sonreían cómplices, disfrutando del momento, sabiendo que debajo de sus minifaldas estaban sus coñitos ¡ojalá mojados!, en estas estaba cuando se me acerca Laura y me dice:
- Yo también quiero comprobar que Adriana no lleva tanga.
Le contesté que medio pub vio como se quitaba el tanga. Guiñándome un ojo me dijo que quería comprobarlo personalmente. Pensé encantado que lo que quería era sobar un poquito a mi Adriana.
Laura busca a Adriana con su mirada más sensual y comienzan a bailar, restregándose como han hecho infinidad de veces, para regocijo mío y de todos los allí presentes. Se sentían observadas y deseadas, y claro está, eso les encantaba, aunque se fueron deslizando hacia una esquina más discreta y así Laura pudiera deleitarse discretamente comprobando lo que de sobra sabía. Mi mujercita, menos lanzada y con mucho morro, sólo se dejaba hacer, disfrutando del magreo, que maravilla de finde, pero el siguiente me iba a gustar mucho más.
Por semana, vino Laura a cenar a nuestra casa, algo que empezaba a ser habitual. Disfrutábamos de una agradable conversación, veíamos una peli, etc., pero aquella cena fue muy especial por muchos motivos, primero por volver a vernos después del finde, lo que daba un morbo añadido a la situación, y sobre todo, por lo que hablamos.
Al enterarme de que Laura iba a venir a cenar, le dije a Adriana que ese tendría que ser el día en que le “confesáramos” nuestras intenciones, llevábamos años con ganas de preguntarle si le apetecía formar parte de nuestros “morbojuegos”, pero siempre por miedo a perder su amistad nos echábamos para atrás, si ésta se ponía en riesgo preferíamos quedarnos con las ganas. Pero después de lo vivido el finde logré convencer a Adriana de que era el momento, y que lo peor que podría pasar es que nos contestara que prefería dejar las cosas como estaban.
Quedamos en planteárselo los dos, ya que era algo que deseábamos los dos, por eso le pedí que participara por mucha vergüenza que le diera, aunque a la hora de la verdad pasó lo de siempre…
Terminamos de cenar y yo estaba nerviosillo esperando el momento más adecuado para “soltar la bomba”. Recuerdo que nos pusimos a ver “Quién vive ahí”, lo que les dio cancha para criticar el mal gusto ajeno, o mirar con envidia algunas casas de ensueño. Yo estaba esperando que llegaran los anuncios, por que sino no iba a hacerme ni caso, pero ese día no daban llegado, se me hizo eterna la espera. Pero el momento ansiado por fin llegó, entonces miré cómplice a Adriana para que empezara a hablar y la muy ¡japuta! Calladita como una mula. En ese momento me di cuenta que iba a tener que planteárselo yo solito, ya me las pagaría.
Empecé a balbucear algo bastante nervioso:
- Emmmmmm, Laura,…Queríamos…emmmmm, proponerte algo.
Ella se mostró interesada y se dispuso a escuchar.
- Bueno, después de lo del finde…nos gustaría saber…si lo pasasteis bien, y…
- ¡Lo pasamos genial! Hablé antes con Cris y me dijo que lo pasó de maravilla y que le gustaría repetir, le caéis genial y siempre me pregunta por vosotros.
Oír eso me envalentonó para seguir adelante, resultaba muy agradable comprobar que no sólo nosotros habíamos disfrutado del finde.
Le conté un poco por encima los jueguecitos que Adriana y yo habíamos compartido en los últimos años, y viendo que a ella también le hacían disfrutar continué con mis intentos torpes de hacerle la gran propuesta.
- Te queríamos proponer algo…bueno…sabes que somos buenos amigos…y para nosotros eso es lo más importante…llevamos un tiempo queriendo plantearte algo…
Ella seguía mis balbuceos con una mirada entre divertida y curiosa, mientras yo seguía divagando:
- Pero nunca nos hemos atrevido…por miedo a perder tu amistad…pero ahora, después de lo del finde…queríamos preguntarte…bueno, dejando claro que si se pone en riesgo nuestra amistad no nos interesa.
- ¡¿Quieres decirme de una vez cual es la propuesta?!
- Bueno…pues…si quieres participar en nuestros jueguecitos (¡hala!, ya estaba hecho), ella se quedó algo sorprendida y callada, así que algo asustado decidí seguir hablando.
- Nos referimos a jueguecitos del estilo de los del finde…pero en casa tranquilos, tomando unas copas…bueno, se supone que esto te lo teníamos que preguntar los dos, pero ya ves lo cabronaza que es Adriana. No hace falta que nos contestes hoy, piénsatelo, tómate el tiempo que necesites…
- Sí, me apunto.
En ese momento empecé a pensar que ese cuento del karma era cierto. Entonces emocionado empecé a contar alguna de las travesuras que habíamos hecho y además le hablé de alguno de los juegos eróticos que tenemos en casa, se mostró muy interesada y decidí enseñarle los schnipps, son como los juegos reunidos Geiper de toda la vida pero eróticos para jugar en grupo, son 36 juegos, la mayoría Light, aunque hasta donde se llegue lo deciden sus participantes, ya que como en nuestro caso están orientados a jugar entre amig@s. Sintetizando, se trata de quitarse prendas, beber chupito, caricias, besos, preguntas indiscretas, mandatos, pruebas, “castigos”, etc. Es decir todo aquello que nos apetecía disfrutar con ellas en la intimidad de una casa.
- Suena todo muy bien…¡Tengo que llamar a Cris y contárselo!
Todo había salido genial, no solo Laura quería participar de nuestros jueguecitos, sino que también se lo iba a plantear a Cris.
- Hola Cris, ¿sabes con quién estoy? Estoy con Adriana y su maridito… y, ¿sabes lo que me acaban de proponer? Me acaban de proponer que si quiero jugar con ellos a juegos eróticos, como los del finde…
- Ja, ja, ja, ¿sabéis lo que me ha dicho Cris? ¿Qué era lo que nos iba a pedir ahora que nos quitáramos para darle?, ¿el suje?
Esa pregunta de Cris llevaba implícita la respuesta, era maravilloso, Cris también quería jugar con nosotros, el mundo es tan maravilloso… Mientras Laura seguía hablando con ella.
- Además tienen juegos eróticos de mesa, ahora tengo uno delante, con esposas, antifaces, etc. (y le fue contando de que iban los juegos). Me los voy a llevar para casa, así que pásate y los vemos.
Colgó y nos dijo que Cris también se apuntaba y que alucinaba de lo “traviesillos” que éramos. Seguimos charlando un rato y “yo seguía a la carga”.
- Además, de en casa, podríamos jugar por ahí, en bares y pubs, sin que nadie se enterase, ni siquiera los demás de la pandilla.
- Y eso…¿Cómo?- preguntó Laura interesada.
- Muy fácil, podemos usar palabras que tengan un significado en clave para nosotros, un significado más interesante. Por ejemplo, “quiero un mojito”, podría significar dáme tu tanga, je, je, je.
Nos reímos con lo del mojito, era increíble lo bien que lo pasábamos con esta maravillosa bebida.
- De este modo podemos estar jugando donde sea sin que nadie se dé cuenta.
Creo que la idea le encantó, se lo vi en el brillo pícaro de sus ojos. Además este añadido le daba todavía más morbo a los juegos y hacía compatible salir de marcha y “ser mal@s”.
Poco después se tuvo que marchar, eso sí acompañada de los schnipps, que habían despertado su curiosidad.
Ni que decir tiene que esa noche apenas dormí, primero recreaba de nuevo todo lo sucedido y después se me ocurrían un montón de jueguecitos para compartir entre los cuatro. Por mucho que intentaba pensar en otra cosa para poder dormir, mi pensamiento desobediente volvía una y otra vez a pensar en lo mismo.
Llegó el finde y aunque yo estaba algo más “alteradillo” de lo habitual por lo que podría pasar, no contaba con que íbamos a empezar ese mismo día con los morbojuegos, y ni en el mejor de mis sueños que iba a suceder lo que al final sucedió.
Me llevé un pequeño chasco cuando Adriana me dijo que Laura y Cris tenían una cena el sábado, iban a despedirse de una amiga que se iba a trabajar a otra ciudad. Pero que después de la cena quedaríamos con ellas. Pero había una buena noticia, vendría una amiga más “Pili” que yo creía que no sabía nada de nuestras travesuras.
Pili nos cae genial, y aunque sé que no nos creeréis, en esto no influye que esté buena… que lo está. Como le digo siempre a Laura, parece que para pertenecer a su grupito hay una norma obligatoria…¡hay que estar muy buena!, ¡ojo!, además son simpáticas, buena gente y buenas conversadoras, pero claro, al principio te fijas en otras cosas…Ellas tan modestas, se llaman a si mismas “las conejitas”, no se me ocurre por que se habrán puesto ese nombre, je, je, je. Os describiré como es Pili, pero de modo escueto para no dar muchas pistas.
A Pili le escogí ese nombre, porque su físico y actitud me recuerdan a Pilar Rubio, sí, habéis leído bien, Pili es una chica alta y explosiva, con un cuerpo lleno de curvas, y además es guapa, con una mirada cálida y sincera. Aunque muy a nuestro pesar, viste demasiado discreta para el cuerpazo que tiene.
Sé lo que estaréis pensando, que las tres sean pibonazos,…, bueno las cuatro, porque mi mujercita también está muy buena.
Quedamos con el resto de la panda, que no saben (por lo menos hasta ahora) nada de los juegos, no porque desmerezcan en nada a los que estamos en el ajo, sino simplemente no son tan…como decirlo…tan salid@s como nosotr@s.
La noche transcurrió genial como siempre, fuimos a picotear algo, conversaciones interesantes, risas,etc., pero aún así, mi neurona se iba por momentos a otro sitio, estaba como un chiquillo esperando nervioso la llegada de las “conejitas magas”.
Llegamos al bar donde empezamos la ronda de los cubatas, cuando estábamos terminando la primera ronda aparecieron las conejitas en tromba, saludaron y…me fijé en como me miraba Cris, con su mirada más pícara, compartiendo cómplices nuestro pequeño secreto. Todo siguió como siempre, sólo que con más cubatas encima, sobre todo las recién llegadas, decían ellas que para pillar nuestro ritmo. Empezamos a intercambiar nuestros asientos debido al trasiego necesario hacia el baño, entonces se sentaron a mi lado Cris y Laura, el corazón se me puso a mil cuando Cris me dijo con su cara más pícara:
- Nos apetece tomar mojitos.
Los ojos casi se me salen de la cara, después de reponerme de la sorpresa les contesté lo obvio:
- A mi también.
Muy animado por saber que esa noche íbamos a empezar el juego, y aún encima con todo el alcohol que llevábamos en sangre, no dejé pasar ni un segundo y le dije a Laura:
- Id al baño y sacaros fotos juntas… posando como queráis…bueno, ya me entendéis, luego me las enseñáis.
- Vale.
¡Joder, qué fácil y excitante! Y estaba pasando de verdad. No tardaron mucho en volver y me enseñaron un par de fotos con poses muy sugerentes, salían abrazadas con sus camisetas algo bajadas, permitiéndome imaginar lo que estaba debajo, haciéndome desear todavía más conocer sus cuerpos…¡ah! Y poniéndome morritos. Mis ojos les dieron las gracias y seguimos charlando, me estuvieron vacilando recordándome la cara que había puesto cuando me preguntaron lo de los mojitos. Todo había sido idea de Laura, le dijo a Cris que tan pronto tuviera la oportunidad me preguntara delante de todos si me apetecía tomar mojitos, “ya verás que cara se le queda”. Luego me contaron que Pili ya sabía lo de los jueguecitos, los que habíamos hecho y los que podíamos hacer…¡Y que también se apuntaba!, yo no me creía la suerte que tenía, y les dije que cuantas más mejor.
No quería pasar de cero a cien muy rápido para disfrutar de cada momento, de lo excitante que resulta ir subiendo poco a poco el grado de lascivia de las peticiones que les iba haciendo. Aprovechando las obligadas visitas al baño les pedí, otra vez a Cris y Laura ya que seguíamos sentados juntos, que repitieran lo de las fotos pero ahora haciéndose fotos más lujuriosas montándoselo entre ellas. Aceptaron y se fueron entre risitas al baño, esta vez tardaron más, dándole tiempo a mi mente calenturienta a imaginar/soñar con poses y escarceos de alto contenido erótico. Regresaron riendo, no sé si por la excitación de estar haciendo nuestras “travesuras” al margen del resto del grupo o por el contentillo que todos llevábamos. Me enseñaron unas preciosas fotos en las que se las veía (aprovechando el reflejo del espejo) enseñándome sus escotes en su máximo esplendor, luego comiéndose la boca con mirada ardiente a cámara, para terminar con una foto con las minis subidas permitiéndome ver sus braguitas de encaje con miradas que eran puro fuego. ¡Cómo me pusieron esas fotos!, estaba completamente “palote”, creo que ellas se dieron cuenta al ver las caras que ponía.
Se hacía tarde, mi mujer trabajaba al día siguiente y se tuvo que ir, la acompañé al coche y mientras le contaba todo lo sucedido, incluyendo lo de que Pili parecía que también quería jugar, noté en su expresión que le fastidiaba tenerse que ir justo ese día, pero no le quedaba más remedio que irse. Se despidió de mi con un morreo con más lengua de lo habitual y un:
- ¡Pasátelo bien…! Y mañana me lo cuentas.
Estaba preciosa, no os cuento muchas cosas sobre Adriana para garantizar nuestro anonimato y porque si me pusiera a escribir sobre ella me olvidaría, incluso, de lo que pasó esa noche. Sólo decir que la amo y la amaré siempre, por como es y por todo lo que me aporta, sino existiera, la vida para mi no tendría ningún interés. Bueno, prometo no volver a daros la chapa hablando de mi diosa.
Entramos en un pub al que íbamos siempre, música comercial para bailar dándolo todo. Disfrutamos del baile y dimos un poco de tregua a nuestras travesuras, bailamos hasta que cerró y decidimos seguir la velada en una disco del centro donde nuestros juegos se hicieron más hot.
Mientras pedíamos la copa de rigor, hablé por primera vez de los juegos con Pilar, parecían receptiva. Le estuve contando en que consistían los juegos, tanto los que haríamos por ahí de marcha, como sobretodo los que podríamos hacer en la intimidad de una casa con los juegos eróticos de mesa que tenemos y con las fantasías de los 5.
Terminada la copa, nos invitaron a una ronda de chupitos a tod@s, me bajé el mío de penalty y pensé, ahora o nunca, y dirigiéndome a Laura y a Pilar, que estaban a mi lado, les espeté al oído:
- Me gustaría veros el coño, vamos al baño y…¿me lo enseñais?
- Vale, pero en el baño de chicas.
- Id yendo, yo entro en 5 segundos por aquello de disimular.
Fueron los cinco segundos más largos y excitantes de mi vida, respiré hondo y me dirigí al baño de chicas. Al entrar había unas chicas retocándose, no contaba con eso pero no me iba a echar atrás, es más, con una naturalidad pasmosa, les pregunté:
- ¿En qué baño acaban de entrar dos chicas?
Ellas con una sonrisa juguetona me indicaron que en el del fondo y allí me dirigí como si aquello sucediera todos los días. Llamé a la puerta y dije:
- Soy yo.
Por una milésima de segundo pensé y ¿si no me abren?, pero la puerta se abrió y allí estaban esperándome las dos con cara de “niñas malas”. Les dije:
- Venga, quiero ver vuestros coñitos.
Hubo una cierta resistencia por su parte, entonces le recordé a Laura que nos había dicho a Adriana y a mí que quería acompañarnos a la playa nudista que íbamos siempre y esta vez tomar el sol completamente desnuda. Le argumenté que en la playa se lo vería, así que aquello sería un adelanto, además le recordé que siempre me había dicho que no le daba palo enseñármelo y así mostrarme como le había quedado después de hacerse el láser. Parece que el argumento le convenció y le preguntó a Pili si se atrevía, ella le dijo que sí y empezaron a hablar de cómo lo harían, como si yo no estuviera allí expectante. Me explicaron que cruzarían las piernas, de este modo lo único que podría verles era su vello púbico. Les dije que si eso es lo que querían que vale, quien era yo para discutir ante el espectáculo que me esperaba, era obvio que me hubiera gustado ver más pero estaba claro que pese a que yo era el que “daba las órdenes” la sartén la tenían ellas en sus manos.
Laura tenía un vestido entallado hasta la cintura que acababa en una minifalda de corte irregular muy sexy. Mientras que Pili llevaba una minifalda cortita, ajustada y muy sexy, complementada con un top ajustado que resaltaba sus generosas tetas. En fin, las dos eran un regalo para la vista.
Sin apartar la mirada de la mía, empezó el espectáculo Laura, que comenzó a subirse despacio la falda, mientras que Pili hacía lo mismo con su mini hasta que pude contemplar las bragas de encaje de Laura y el tanga, también de encaje, de Pili, ambos de color negro y con pequeñas transparencias que me permitían intuir lo que iba a ver después. Entonces con las faldas bien levantadas, se miraron cómplices y empezaron a bajarse sus respectivas prendas íntimas, deslizándolas lentamente por su cadera, bajándolas con sus pulgares, con un ligero contoneo del cuerpo que hacía el momento más erótico todavía, al mismo tiempo que me observaban con una mirada cargada de sensualidad. Cuando pude contemplar su coñito fue al cruzar las piernas, terminaron de bajárselas y con los brazos en jarra se me quedaron mirando como diciendo: que, satisfecho.
-¿Te gustan? – me preguntó Laura.
- Pues sí, me encanta vuestro corte de pelo, aunque me gustaría ver más…
Pero no hubo suerte, ellas dijeron con razón que habíamos quedado en eso, y “eso”, era estar en el baño de una disco con dos tremendas tías enseñándome sus chochitos con aire desafiante, los dos recortaditos con forma rectangular. Se disponían a vestirse cuando les dije:
- Laura quiero tu braga y Pili quiero tu tanga.
- Yo ya te la di el otro día – dijo Laura. Le toca a Pili que todavía no lo ha hecho.
Pili me dijo que de acuerdo, pero quería a cambio mi boxer. Yo alucinaba con lo atrevida que era Pili, pese a que Laura ya me lo había dicho, yo todavía no le conocía esa virtud que teníamos en común. Le dije que sí, pero luego porque habíamos escuchado a una chica decirle a otra que en el último baño había un tío. Las chicas se vistieron, Pili sin nada debajo, pero con las prisas no me dio su tanga. Les di un pico a cada una y salí yo primero como si hiciera eso todos los días, viendo como me miraban un grupito de chicas con “cara de paisaje”. Luego me contaron las chicas, que 10 segundos después de salir yo entró el portero preguntando donde estaba el chico.
Ya fuera, Pili me recordó que tenía algo para mi y que quería algo de mi. Me fui al baño y entré en el único baño con puerta para quitarme el boxer. Salí algo palote y me dirigí a Pili, llevaba el boxer en la mano hecho un gurruño y se lo puse encima de su mano, diciéndole:
- Aquí lo tienes, creo que tienes algo para mí.
Ella como si ya lo hubiera hecho cientos de veces, abrió su bolso y me dio su tanguita, vi como Cris abría los ojos como platos, ya que no sabía que había pasado en el baño. Me lo guardé en mi bolsillo y ya no salió de allí en toda la noche.
No me había dado tiempo a bailar nada, cuando se me acercó Laura y me soltó:
- Vamos al baño y les enseñas la polla.
Yo no daba crédito, pero obviamente acepté. Laura ya me había visto desnudo en la playa, y por lo visto, ella consideraba que yo tenía un “tremendo pollón” (palabras textuales) y quería que sus amigas lo comprobasen.
Estábamos Laura, Cris, Pili y yo. Les dije lo mismo que antes, que entraran solas y que en 5 segundos entraría yo, pero tendríamos que hablar más bajito para que no nos descubrieran. Entré en el baño, ahora sorprendentemente tranquilo, esta vez no había nadie dentro y las oí en el primer baño, llamé y me abrieron.
Creo que otro chico en mi lugar estaría algo nerviosillo porque me miraban expectantes, (bueno más que a mí a una parte de mí), pero realmente no lo estaba, ya que llevo muchos años yendo a playas nudistas y además os voy a confesar algo…soy bastante exhibicionista, me encanta que las chicas me miren desnudo, por lo que estaba encantado viendo como esas bellezas esperaban curiosas para comprobar si su amiga Laura había exagerado. Pese a lo excitante de la situación me sorprendí a mi mismo al darme cuenta de que NO ESTABA EMPALMADO, sólo la tenía “morcillona”, por eso antes de despelotarme les dije que “tendrían que perdonarme pero no estaba palote”, me miraron como diciendo…éste se raja. Asentí y empecé a quitarme el cinturón de un modo natural, como natural resultaba para mí la situación. Seguía con los botones del pantalón cuando levanté la vista y comprobé que realmente estaban expectantes, a Cris la noté algo ruborizada lo cual me dio mucho morbo. Me bajé del todo el vaquero y les dejé escrutar durante un buen rato mis partes íntimas (liberadas de la “claustrofobia” del boxer), de las cuales suelo afeitarme el bello. Ellas manifestaron su satisfacción con respecto al tamaño y hablaban de mi polla como si yo no estuviera allí.
- ¡Veis! Ya os lo dije- comentó Laura.
Me sorprendió mucho su reacción, ya que nunca consideré que tuviese “algo” tan grande como ellas decían, creo sinceramente que exageraban un poco, sobretodo cuando Cris dijo:
- ¡Joder! ¿Cómo puede ser tan grande? Y eso…sin estar empalmado.
Les dije que no era para tanto, pero ellas seguían hablando sin hacer caso a lo que decía.
Decían que nunca habían visto “al natural” una polla de esas dimensiones. Yo estupefacto ante la situación le intenté sacar partido y les espeté:
- Si queréis, podéis verla empalmada…¿Me la chupais?
Ellas lejos de escandalizarse, me miraron risueñas como diciendo…buen intento, pero va a ser que no. Pero la mecha ya estaba encendida, me subí los pantalones por si había que salir pitando de allí. Entonces Laura le dijo a Cris que le tocaba a ella enseñarme el coño. Ella le contestó rápidamente que no se atrevía, intenté convencerla diciéndole que podía cruzar las piernas, pero como vi que no le apetecía no insistí más. Entonces les solté:
- Me gustaría veros las tetas.
Después de un intercambio de miradas cómplices entre ellas, dijeron que empezara Pili, de lo que deduje que decían que sí.
A esas alturas ya me había dado cuenta que Pili era la más lanzada de ellas, ya que puso cara de –vale, vamos allá-…
Se bajó el top por un lado permitiéndonos ver su suje de encaje negro con transparencias, y mirándome entre desafiante y divertida nos mostró en todo su esplendor una de sus tetas. Necesitó para tan maravillosa acción toda su mano ya que tiene unas tetas grandes y firmes. Puso cara de satisfacción al ver mi cara de adoración incondicional con la correspondiente boca abierta. Laura y Cris preguntaron divertidas qué opinaba de sus “pilis”, les contesté que eran muy bonitas pero que sólo había visto una, sin necesidad de decir más, Pili repitió la misma operación de antes para mostrarnos su teta derecha.Yo envalentonado le pregunté:
-¿Puedo chupártelas?
Ella muy risueña me dijo que no y me preguntó:
-Esta también por si cuela, ¿no?
- Pues claro, yo pregunto y si os apetece…
Viendo que se volvía a guardar su teta, seguí con mis preguntas inocentes:
- ¿Quieres “mazar” conmigo? – me sorprendí a mi mismo al darme cuenta que llevaba desde mi adolescencia sin usar esa expresión tan dieciseisañera. Ella no dijo nada, pero hizo un gesto que traduje como…vale.
Me abalancé lascivo hacia ella y estrujé mi cuerpo contra el suyo, fundiéndonos en un morreo apasionado desde el principio con la consiguiente lucha de lenguas. No sé cuanto duró, pero cuando paré para tomar aire, le pregunté continuando con mi vocabulario adolescente.
-¿Te puedo meter mano?
Volvió a contestarme que sí, con una mirada divertida, y volví a la carga, pero esta vez sobando primero sus tetas con calma y mucho deleite, pese a su gran tamaño eran deliciosamente firmes, lo cual se lo agradecí iniciando un nuevo morreo, pero esta vez más pausado, disfrutando sin prisa primero de sus labios y después de su lengua…¡Qué maravillosa es la vida! No solo estaba disfrutando de ese pedazo de mujer, sino que notaba como nos miraban otros dos bombones. Pensé divertido que si ahora les enseñase mi polla…si me verían completamente palote, con ese pensamiento me dirigí a Cris y Laura:
- Ahora os toca a vosotras, quiero veros las tetas.
Ellas intentaron escaquearse argumentando que no tenían tantas tetas como Pili, a lo que les contesté que un buen par de tetas no tienen porque ser grandes, para mí lo más importante es que estén bien formadas y estén firmes. Además añadí que viendo vuestros escotes se nota que tenéis unas tetas preciosas, ahora solo me faltaba poder disfrutarlas al natural.
Laura me dijo que las suyas ya las había visto en la playa, le contesté que no era lo mismo.
- Bueno…pero ya sabes que las tengo pequeñas.
- No seas boba, tienen un tamaño normal, además… tienes unos tremendos pezones que me dan ganas de chuparlos cada vez que los veo.
Parece que la convencí porque se bajó el vestido por un lado y me enseño una teta sin quitarse el suje, disfrutando así de su preciosa teta y de su enorme y erecto pezón. Le pregunté si lo podía chupar pero no me dejó, como compensación me enseñó la otra teta. Le pregunté si quería mazar, a lo que no puso reparos. Empecé mi morreo metiéndole la lengua hasta la campanilla, yo tan delicado como siempre. Ella me correspondió también con unos buenos lengüetazos. A continuación sin preguntar (con Laura tengo más confianza) comencé a sobarle el culo mientras que disfrutaba de su boca.
Ahora mi siguiente “víctima” era Cris, que parecía con diferencia la más tímida, y aunque quería “jugar”, se notaba que le daba vergüenza. Le comenté varias veces que esa vergüenza/resistencia que manifestaba ante los mandatos me ponía muy cachondo.
Cris iba vestida con una camiseta entallada, más floja en la zona del escote, que era por cierto de esos escotes de vértigo que por mucho que lo intentes, es imposible dejar de mirarlos disfrutando así de todo el entreteto, como le confesé a ella misma, ya que fueron frecuentes esa noche las miradas furtivas a su maravilloso escote. Dicho atuendo se completaba con unos bonitos shorts.
Miré para ella y me perdí en su mirada, mezcla de inocencia y picardía, acentuadas por sus pecas y su pelirroja melena, de niña traviesa, y le dije sonriente:
- Es tu turno.
Ella se resistió diciendo que le daba mucha vergüenza, que apenas me conocía, etc. Entre todos parece que la animamos un poco y algo sonrojada aceptó, pero poniendo como condición que enseñaría una y la taparía rápidamente. No hizo falta que se bajara la camiseta, ya que con el tremendo escote con el que nos había obsequiado, sólo tuvo que separárselo un poco y bajar tímidamente la copa del suje. No pestañeé y pude ver lo que llevaba unas horitas deseando ver, era una teta bien formada y firme, en fin una belleza que dejamos de contemplar rápidamente, diciendo:
- Bueno, ya está, ¿vamos a bailar?
- Me gustaría mazar contigo también - le dije avaricioso.
Recuperó su sonrojo anterior y me miró con cara de no tienes remedio.
Acerqué tímidamente mi boca a la suya, no quería incomodarla, temiendo que me hiciera la cobra, pero no lo hizo. Nos besamos dulcemente al principio, pero pronto le introduje mi “lengua exploradora” a la que ella respondió rápidamente.
Dimos por finalizada nuestra pequeña travesura y salimos a bailar con los demás. Bailamos animadamente, pero cada vez que me acercaba yo a alguna de las conejitas, bailábamos restregándonos y cuando lograba arrinconarlas al fondo de la pista, les acariciaba el culo golosamente, haciendo también alguna visita furtiva a sus tetas, además de los inevitables besos. Me sentía pletórico y excitado, era muy morboso, por ejemplo, estar restregándome y sobándole el culo a Pili, sabiendo que no llevábamos ropa interior, que debajo de esa mini, tenía su coñito perfilado y bien cuidado…
Haciendo gala de mi lado más perverso, arrinconaba más veces a Cris, ya que esa vergüenza que aún mantenía me ponía muy cachondo. Al igual que con las otras, metía mi pierna entre las suyas y nos restregábamos sin pudor, al ritmo de la música, disfrutaba de nuestros morreos intermitentes y de mis cada vez más habituales sobeteos de su culo. Disfrutaba especialmente, creo que ella también, cuando de un modo muy sensual la giraba poniéndola de espaldas a mí, le subía los brazos y comenzaba a acariciarla delicadamente de arriba abajo, para luego pedirle que fuera agachándose contoneando su culo, demorándose en mi ya abultado miembro…
En esas estábamos cuando vinieron el resto de conejitas a buscarnos, me preguntaron si quería ir de nuevo al baño, yo obviamente dije que sí, me sentía como un trozo de carne, y eso me encantaba.
Esta vez, entramos ya todos juntos, solo había una chica que se nos quedó mirando sonriente, ante lo cual y con el cogorcio que llevaba, le dije con voz fingidamente femenina que éramos todas chicas, ella nos dijo risueña un ya, ya, y salió del baño. Entramos de nuevo en el primer baño, imaginaos la escena, yo rodeado de tres pibonazos esperando a que les enseñara de nuevo la polla, como si eso me pasara todos los días, comencé a soltarme el cinturón, desabotonar el vaquero, y bajar por segunda vez mis pantalones hasta las rodillas, no sin antes volverles a indicar que no sé porqué extraño acontecimiento no estaba palote en esos momentos y les hice la misma propuesta de antes. No hubo suerte, volvieron a decirme que no risueñas, alucinando con lo directo que soy para estos temas y lo cortado que soy para otros.
- Había que intentarlo, pero…podéis tocar si queréis…
Sólo se atrevió a tocar Laura y más que tocar, lo que hizo fue rozarla curiosa. Me subí los pantalones y les propuse:
- Podemos repetir lo de antes.
Vi como Pili volvía a mirarme divertida como diciendo “que morro tiene este tío”, y dirigiéndome a ella le pregunté si podía.
Ella asintió y volví a disfrutar de su boca, de sus maravillosas tetas cuyos pezones noté (o soñé) erectos, de su culo que se movía al antojo de mis manos, en fin, de todo su cuerpo, pero también de su manera de ser, apuntándose a mis travesuras creo que divertidas y placenteras. Cuando nuestras lenguas se desenlazaron y separé mis labios de los suyos, pude contemplar el fuego que había en sus ojos…o eso creí ver, porque por aquel entonces mis vasos sanguíneos eran verdaderos torrentes de alcohol. Me disponía a seguir disfrutando de sus bocas, cuando se volvió a oír desde fuera que comentaban que había un tío dentro del baño de chicas. Pero esta vez contesté poniendo “voz de chica”:
- Somos todas chicas, ya sabes…vamos siempre juntas al baño.
Lejos de mosquearse se rieron de aquella chorrada y se fueron no sin antes desearnos que lo pasáramos bien. Las conejitas dijeron que era mejor marcharse por si volvía el segurata.
Cuando salimos apenas nos dio tiempo a bailar, ya que poco después se encendieron las luces de la disco y nos invitaron amablemente a irnos, pero esa noche teníamos cuerda para rato así que decidimos irnos a un after, nos quedamos: las conejitas, un amigo ajeno al juego (si algún día se entera espero que sepa disculparme porque esa noche apenas estuve con él) y yo.
Por el camino, salvo algún pico furtivo, no hubo más juegos, hablábamos animadamente hasta que casi en la entrada del after coincidí con Pili a mi lado y le susurré al oído:
- ¿Qué se siente al ir por la calle sin nada debajo?
- Es muy excitante – contestó de un modo natural - .¿Y tú qué sientes?
Quedé flipado con su contestación, porqué no se mostraba nada cortada.
- Yo estoy cachondo perdido…
Sonrió ante mi confesión y entramos en el after, fuimos directamente a la barra a pedir unas cervecitas, volví a coincidir con Pili y yo más envalentonado, le susurré:
- ¿Estás mojada?
Ella recuperando el fuego que había visto en sus ojos anteriormente, me miró desafiante y me dijo que sí.
-Eso…tendría que comprobarlo… le dije mirando para su mini, sabiendo que solo ella se interponía entre su chochito y mi mano.
Asintió con la cabeza, y yo pesé a estar rodeados de gente, dirigí mi mano a explorar debajo de su mini. Acaricié primero su vello púbico suavemente, luego me detuve en su clítoris frotándolo lentamente de arriba abajo, para después acariciarlo en círculo, nos manteníamos la mirada desde el principio, comprobando así que su mirada desafiante se iba convirtiendo poco a poco en puro placer. Imaginaos como estaba yo en esos momentos, estaba haciéndole un dedo a esa pedazo de mujer, rodeados de gente, que podían darse cuenta de lo que hacíamos sólo bajando la mirada, era muy morboso y excitante.
Decidí seguir avanzando en esa dulce espiral lasciva, abandoné su clítoris y me deslicé por su realmente muy mojado coño, comprobando así que no mentía, aunque yo realmente quería que sintiese y sentir yo placer.
Realmente estaba muy excitada, por lo que mis dedos corazón e índice entraban sin dificultad en su coño, volví a comprobar en su mirada que era bienvenido por lo que comencé un movimiento rítmico de mete y saca, provocando por fin un rictus de placer en su cara. Eso me dio ánimos para incrementar el ritmo, ya que quería que se corriera con mis dedos, porque estaba demasiado excitado para “conformarme” con un orgasmo clitoriano. En eso estaba cuando Cris nos puso las 2 cervezas delante, cuando bajó la mirada y vió mi mano dentro de su mini, se quedó con la boca abierta, con un brillo pícaro en su mirada. Pili cogió su cerveza y yo interpreté que eso ponía fin a mi intento de provocarle un orgasmo, ante la duda, no quería que estuviese incómoda, por lo que muy a mi pesar retiré mis dedos de aquel lugar tan cálido y deseado, agradeciéndole aquel regalo con un beso.
Bailamos en la pista y cuando tuve oportunidad me acerqué a Pili y le dije sin rodeos:
- Está claro que tú y yo vamos a acabar follando…
No me dejó proseguir y cuando ni yo me había repuesto de lo que acababa de decirle, me dijo tranquilamente:
- Sí, pero hoy no.
Ni en uno de mis mejores sueños me esperaba esa respuesta, sobre todo teniendo en cuenta que la frase que le acababa de soltar no había salido de mi cabeza, o sí pero de otra cabeza…, porque aunque era obvio que me apetecía follar con ella, nunca se lo habría planteado conscientemente, dí gracias a aquel arrebato.
Por cierto, tiempo después me enteré que un chico que teníamos detrás y nos miraba fijamente era su actual novio…
Cuando me acercaba a la barra a por otra cerveza vi que Cris hacía lo mismo, me dirigí hacia ella dispuesto a seguir disfrutando del morbo que me daba su “lucha” entre “quiero jugar” y “me da vergüenza”, así que sin más cogí su mano y la puse sobre mi paquete, la dejé allí y empecé a restregar su mano por mi polla, permitiéndole comprobar como iba creciendo hasta ponerme “to burro”, ella pese a su leve sonrojo, no apartó su mano pese a estar rodeados de gente. Cuando quitó su mano aproveché para restregar obscenamente mi polla contra su precioso culo, en ese momento si que estaba completamente empalmado. La giré y le di un delicioso morreo, recordándole lo mucho que me excitaba su resistencia.
Volvimos con las cervezas y le comentó a Laura que le acababa de meter la lengua hasta la campanilla, seguía pareciéndole algo raro que un tío casado con el que no tenía demasiada confianza, le pegara esos morreos, Laura que nos conoce mejor le dijo que nosotros éramos así, y le preguntó:
-¿A qué te refieres con meter la lengua hasta el fondo…?
Entonces me cogió por la nuca y me dio un morreo que me dejó sin respiración, pero muy complacido. Miró risueña a su amiga y le dijo:
- ¿Te refieres a esto?, no es para tanto, sólo es un morreo, venga, ahora tú.
Y así pude disfrutar de otro morreo con Cris y su sonrojo. Repetimos alguna vez más, intercalando morreos con picos, sin importarnos que nos vieran los demás, no sé lo que pensarían…hasta que el encendido de luces nos anunciaba que también nos echaban de allí.
Salimos y ya había amanecido, nos dirigimos riéndonos y abrazándonos a coger un taxi.
Me despedí de mi amigo, mi despedida con Cris y Laura (Pili ya se había ido…supongo que con su novio) fue dándoles dos besos, el primero en la mejilla y el segundo en la boca, ante lo cual me obsequiaron con dos grandes sonrisas de verdadera amistad…especial y juguetona, pero por encima de todo amistad.
Me monté en mi taxi y fui dando cabezadas hasta llegar a mi casa, donde me esperaba mi dulce esposa, entre cabezada y cabezada no sabía si había disfrutado realmente de esa noche de ensueño o lo había soñado todo…el tanga que llevaba en mi bolsillo me demostraba felizmente que sí había sucedido.
Llegué a casa con una necesidad imperiosa de follar, las conejitas me habían puesto a mil, por lo que no dudé en despertar a Adriana, contándole al oído alguna de las travesuras que acababa de disfrutar, cuando escuchó como había acariciado y masturbado el chochito de Pili no pudo aguantar más y se abalanzó sobre mí, con fuego en los ojos dispuesta a follarme hasta quedar sin aliento, quedando así los dos exhaustos sobre las sábanas, quedándonos dormidos poco después.
…¿Continuará…?...
Aprovecho la publicación de nuestro relato para preguntar a las conejitas si les apetece continuar con nuestras travesuras y sobretodo, si les apetece que quedemos una noche los 5 a cenar en una casa para jugar a los schnipps o a los juegos eróticos que inventen nuestras mentes lascivas. Espero vuestra respuesta…
Espero que os siga apeteciendo tomar mojitos…muchos besos conejitas.