Morbo de una tarde de verano (Parte 3 - FINAL)

Última parte de esta pequeña serie de relatos. El punto y final de una gran tarde morbosa que culmina con el primer trío de mi vida.

Tras la proposición de ir a su casa, comencé a ir hacia la orilla. Antes de llegar a ella escuché como me chistaban desde el agua.

  • Ven un momento, porfa - me pidió Fran mientras me hacía un gesto con la mano. Volví a meterme mar adentro hasta que llegué a donde estaban.

  • ¿Qué pasa? - pregunté.

  • ¿Se lo dices tú o se lo digo yo?

  • Pues que - empezó Toni - tú puedes salir del agua con los pezones duros que no pasa nada... Pero como salgamos nosotros con las pollas duras como las tenemos... Jajaja.

  • Jajaja ah vale... Bueno, pues yo voy saliendo para ir recogiendo mis cosas y cuando queráis me hacéis compañía...

Volví de nuevo hacia la orilla. Llegué a mi toalla y me quedé de pie, secándome al sol y mirando hacia mis dos nuevos amigos pero con la cabeza pensando en lo que había pasado... Y lo que podía pasar. Notaba un pequeño cosquilleo en mi vientre. Lo que acaba de pasar en el agua me había puesto muy cachonda. Estaba deseando llegar a su apartamento y disfrutar de esos penes que había tocado bajo el agua. Pero de mi cabeza no se iba tampoco mi chico. Aunque claro, él fue el que me negó un polvo hacía unas horas, dejándome muy cachonda y haciendo que me marchara enfada a la playa. Le había mentido diciéndole que no me enfadaba aunque en realidad lo hiciera. Y me había quedado con las ganas de notar su polla dentro de mí. Y quizá, en un rato, serían dos las pollas que me diesen placer... Siempre y cuando yo quisiera, claro.

Cuando prácticamente estaba terminando de secarme y de salir de mis divagaciones, se me unieron Fran y Toni.

  • ¿Ya habéis solucionado vuestros problemillas? - dije con una sonrisa.

  • Sí, sí, todo solucionado... De momento. Porque yo ahora te veo así y claro... Jajaja - vaciló Fran

  • Jaja que bobo. Tranquilo que ya voy a vestirme.

  • Uy no, tranquila, no te preocupes. Te puedes quedar así.

  • No, no... Mejor me visto - me puse en la toalla sobre mis rodillas y me incliné sobre mi bolso a rebuscar mi vestido.

  • ¡Ole, ole que culazo! - exclamó Toni

  • No nos provoques tanto, niña -dijo Fran

  • ¡Idiotas, no miréis! - les contesté muerta de vergüenza mientras se reían.

Encontré mi vestido, me incorporé y me lo puse ante la atenta mirada de ellos. Al terminar de ponérmelo, notaba como mis pezones rozaban en la fina tela que los cubría. Sacudí mi toalla y la guardé en mi bolso.

  • Cuándo queráis nos marchamos, yo ya estoy lista.

  • Ah, nosotros también.

  • ¿No os vais a secar? - pregunté.

  • No, tranquila. Ahora ponemos las toallas en los asientos y solucionado.

Terminaron de recoger sus cosas y nos encaminamos hacia su coche, el cual estaba aparcado en la calle más cercana a la playa. Colocaron sus toallas en los asientos y Toni me cedió el asiento del copiloto. Fran conducía.

  • Anda Martita, que al final mira donde vas a acabar... - dijo Fran mientras ponía la mano en mi muslo y me acariciaba.

  • Marteta, Marteta... Se llama Marteta - le cortó Toni.

  • Sí, para que veas... Que vueltas da la vida - contesté.

  • Y tanto, y tanto... - Fran no dejaba de subir la mano por mi pierna mientras conducía.

  • Ten cuidado, no te despistes de la carretera - le dije.

  • Uy tranquila, ya he visto que ese semáforo está a punto de ponerse en rojo.

Paró en el semáforo y su mano siguió subiendo. Llegó a mi braguita y metió un dedo dentro. Empezó a acariciar con la yema de su dedo mi clítoris. Un extraño cosquilleo me recorrió. Intenté disimular para que los peatones que cruzaban la calle no se diesen cuenta. Todo era placer hasta que el coche de detrás pito para avisar de que el semáforo estaba ya en verde.

  • ¡Ya va, ya va! - dijo Fran sacando su dedo empapado del interior de mi braguita y arrancando.

  • Si es que te distraes Fran... - dije yo bromeando.

  • No perdona, me distraes tú - se llevó el dedo a la nariz. - Huele bien... - lo chupó - y sabe mejor.

Me sonrojé muchísimo. Según llegábamos a su apartamento, me iba poniendo más y más nerviosa. No sabía por qué. Si estaba en ese coche era porque yo quería. Acababa de dejar que Fran acariciara mi coñito, y en la playa permití que se pusieran morados con mis tetas. Y yo no me quedé corta sobando sus duras pollas. Pero tenía esa sensación de nervios. No se si la culpabilidad de engañar a Alberto me invadía o era todo por culpa del trío que parecía que iba a disfrutar.

Llegamos a su edificio. Era un pequeño bloque de apartamentos, situado cerca del paseo marítimo. Aparcamos en el parking y subimos a su casa. Una casa pequeñita, pero con lo justo para pasar unos días de vacaciones. Un par de habitaciones, un pequeño baño y una pequeña cocina y el salón. Me invitaron a sentarme en el sofá del salón y me preguntaron si quería beber algo. Les pedí una Coca Cola. La verdad es que no podía quejarme, estaban muy atentos conmigo y siempre preocupándose para que todo estuviese a mí gusto.

Se sentaron cada uno a un lado también con un refresco en la mano. Estuvimos hablando un poco sobre nosotros. Durante la conversación vi como sus miradas a veces bajaban hacia mis tetas. Notaba como mis pezones estaban duros, como se rozaban con la tela. Toni, sentado a mi derecha, puso la mano en mi pierna y cortó la conversación con una pregunta.

  • Marteta, cariño ¿tienes frío?

  • Que va... ¿Por?

  • No, como estás con los pezones duros...

  • ¿Yo? Que va... - traté de disimular.

  • Si se ve que sí...

  • Que no de verdad...

  • Demuéstralo.

Dejé caer el tirante izquierdo de mi vestido y lo bajé hasta dejar al descubierto mi pecho izquierdo.

  • Bueno... Quizá un poco durito si que está... Tenías razón, Toni.

  • ¿Ves? Te lo dije.

Note como Fran me agarraba el pecho y empezaba a amasarlo, alternando esto con pequeños pellizcos en mi pezón. Bajé el otro tirante, y bajé el vestido hasta mi cintura. Rapidamente, Toni imitó a Fran y me agarró la teta derecha.

  • Os gustan por lo que veo...

  • Ya ves que si, nena.

Fran comenzó a succionar mi pezón mientras con su mano ya jugaba cerca de mi braguita. Empezó a acariciarme por encima, aunque rápidamente introdujo la mano y comenzó a sobarme el coño. Se me escaparon un par de gemidos y el corazón empezó a latir muy deprisa. Y de nuevo noté ese misterioso cosquilleo en mi vientre. Fran empezó a bajar mis braguitas y Toni no dejaba de jugar con mis tetas, de las que era propietario ahora. Me recosté sobre el sofá e instintivamente abrí las piernas. Mientras Toni me comía las tetas sin parar, Fran comenzaba a hacer lo mismo con mi coñito. Mire hacia abajo. Vi como Toni lamía sin parar uno de mis pezones, y un poco más abajo vi mis despoblado pubis invadido por la lengua de Fran.

Toni dejó de jugar con mis tetas y se puso de pie. Bajó su bañador y dejo ante mí su polla bien dura. Tenía el vello recortado, con alguna que otra vena marcada. No era excesivamente larga, pero si era muy gordita. Tenía una pinta genial. Y a mí se me hizo la boca agua.

La descapulló y la acercó a mi boca, la cual se abrió sin mucho esfuerzo. Recibí en mi boca el capullo de su polla y empecé a lamerlo como si fuese un caramelo. Lo succioné con ganas, tratando de sacar todo su sabor. A todo, esto, Fran no dejaba de comerme el coño y de masturbarme con sus dedos. Sinceramente, estaba en la gloria.

Toni me puso las manos en la cabeza y me invitó a bajar por su polla. Obedecí y empecé a tragar cada uno de sus centímetros. Costaba ir tragando poco a poco debido al grosor. Despacito fui incrementando el ritmo de la mamada hasta que Toni retiró sus manos de mi cabeza y me dejo hacer a mi gusto. Mamaba con ganas su polla, se me caía algo de saliva por las comisuras de mis labios. Creo que Fran tenía dos dedos dentro de mí... Dos dedos que marcaban a que ritmo debía comerle la polla a Toni.

Fran dejó de comerme el coñito, el cual estaba empapado ya, y se puso de pie. Sin dejar de comer la polla de Toni, vi de reojo como bajaba su bañador también. La polla de Fran era algo más grande que la de Toni y también bastante gordita. Me incorporé y me quedé sentada. Pusieron ambos sus pollas frente a mí y me agarré a ellas.

Llevé primero a mi boca la de Fran, era su turno. Empecé a chupársela mientras pajeaba a Toni con todas mis ganas. Me sentía muy guarra devorando aquellos dos rabos, aquellos dos rabos que iban a ser para mí. Tras un ratito de chupada a Fran, volví a la polla de Toni y continué pajeando a Fran. Fran tuvo la genial idea de tratar de introducir en mi boca su capullo, sin sacar el de Toni. Y yo que soy de boca pequeña... Pero con mucho esfuerzo, lo lograron. Tenía sus dos capullos en mi boca. Trataba de recorrerlos con la lengua, pero me era imposible moverla. Toni sacó su polla y respiré.

El sofá era de estilo chaise-longue (o cheslong) y me pidieron que me tumbara sobre la parte que sobresale en este tipos de sofás. Obedecí. Me tumbé y Fran dejó su polla a la altura de mi boca, por lo que rápidamente la succioné. Jugaba con el piercing de mi lengua alrededor de su capullo y parecía darle mucho placer. ¿Y Toni? Toni estaba entre mis piernas, lamiendo mi coñito, succionando mi clítoris, saboreando mis jugos.

Segundos más tarde noté la punta de la polla de Toni acariciar la entrada a mi chochito. Miré de reojo, sin sacarme de la boca el aparato de Fran, y vi como jugaba. Poco a poco empecé a sentir la presión de su polla entrando en mi coño. Dejé de mamar la polla de Fran durante un instante, hasta que la polla de Toni estaba totalmente alojada en mi interior. A la par que Toni sacaba su polla de mi interior, volvía a meterme la de Fran en la boca. Pero Toni no la sacó entera. Dejó parte dentro y comenzó a follarme.

Con cada embestida de Toni, se me escapaban gemidos, gemidos que se ahogaban con la polla de Fran en mi boca. En ese momento solo pensaba en disfrutar de esas dos pollas. Toni se esforzaba por darme placer follándome, mientras que Fran no dejaba de darme de mamar.

Tras unos minutos de follada por parte de Toni, ambos se sentaron en el sofá. Me puse de rodillas frente a ellos. Agarré sus pollas y los pajeé. Ambos chicos suspiraban placer. Me llevé la polla de Toni a la boca. Fran me tocaba las tetas.

Fran se recostó sobre el sofá y me coloqué su polla entre mis tetas. Las apreté y comencé a hacerle una cubana. Después, hice lo mismo con Toni. Fran se puso de pie, de tal forma que me metió la polla en la boca sin que dejara de masturbar con mis pechos a Toni, la sacó, me dio unos pollazos en la cara y se fue para detrás.

Me cogió de la cintura, me colocó a cuatro patas. Tenía, frente a mí, la polla de Toni. Y por detrás, Fran estaba preparado para follarme. Empecé a sentir la polla de Fran entrándome, muy lentamente. Mientras entraba, lamía de abajo a arriba la polla de Toni.

Fran me agarró por la cintura y empezó a follarme bien fuerte. Mis tetas se movían sin control alguno, en círculos, por culpa de las duras embestidas de Fran. Ante esto era imposible que mamara de la polla de Toni. Estaba con la boca abierta, gimiendo de placer, con una polla a escasos centímetros de mi boca y me era imposible incluso lamerla.

Se echó Toni hacia delante y se encargó de meterla en mi boquita. Me agarró de ambos lados de la cabeza y comenzó a follarme la boca. Menuda escena. En medio del salón, yo a cuatro patas, con Fran clavándome cada centímetro de su rabo en mi coñito mientras Toni me follaba la boca llegando con su polla a mi garganta. Y yo... Yo a pesar de todo disfrutaba. Estaba muy cachonda y me sentía muy puta. Pero me encantaba. Ese cosquilleo se había ido y estaba disfrutando de aquello que horas antes había imaginado en el salón, justo cuando deje de hablar con ellos en mi casa y me masturbé.

Me sugirieron practicar una doble penetración. Os seré sincera: era algo que me daba mucho respeto hacer. No lo había probado nunca, tan solo alguna vez con algún juguetito mientras mi chico me follaba. Pero claro, no es lo mismo eso, que tener dos pollas follándome. Pero bueno, acepté, siempre y cuando ellos llevaran el control y lo hicieran despacio. No se opusieron.

Fuimos a la habitación y me preguntaron que polla quería en cada agujero. Lo tenía claro después de haberlas catado bien. Quería la polla de Toni en mi culo y la de Fran en mi coño. La de Fran era más larga y me daba algo de miedo que me la metiera en el culete. La de Toni era gordita, pero la prefería.

Fran se tumbó sobre la cama, con la polla tiesa. Me puse en la cama, de rodillas y con el culo en pompa entre sus piernas y jugueteé con mi lengua en su polla y huevos. Mientras tanto, Toni trataba de estimular mi culito y dilatarlo. Empezó comiéndome el coño y poco a poco fue subiendo hasta mi ano. Me regaló una comida de culo espectacular. Con el culo empapadito, empezó a jugar con sus deditos, primero uno, después otro. Con cada dedo que entraba en mí, yo me estremecía. Una extraña sensación de dolor y placer me invadía. Un tercer dedo. Y lo siguiente que entro fue su polla.

Poco a poco fue introduciendo en mi pobre culito su dura polla. Primero la cabeza. Todavía aguantaba con la polla de Fran en la boca. Empujó un poquito más, hasta la mitad. Tuve que soltar la polla de Fran que estaba sujeta con mis labios. Di un pequeño gritito antes de que incrustará del todo su polla en mi interior. Grité, esta vez más alto. Con mucho cuidado Toni empezó a sacarla y a volver a meterla. Poquito a poco, con mucha paciencia... Hasta que, cuando me di cuenta, ya estaba follándome por completo el culo.

Pasamos a intentar llevar a cabo la doble penetración. Fran siguió tumbado. Me subí sobre él y poco a poco me introduje su polla en mi coño. Con la polla de Fran en mi interior era el turno de Toni. No se como se colocó, pero poco a poco fue introduciendo su polla en mi culo. Se notaba que no era la primera vez que ellos hacían esto. Sin embargo yo, me quede quieta, inmóvil, sin saber que hacer, inexperta.

Sin yo moverme, ellos empezaron a follarme, cada uno su agujero. Iban sincronizados. Si uno sacaba su polla de dentro de mí, el otro hacía lo mismo. Lo mismo pasaba si la metían. Incluso si subían el ritmo. Yo clavé mis manos en los hombros de Fran. Gemía, gritaba, aquello era un descontrol. Notaba unas manos que ayudaban a abrir mi culete. La doble penetración ya estaba en marcha. El ritmo de la follada subió considerablemente y yo me dejé llevar en aquella habitación del vicio.

Sentía sus pollas perforar mis dos agujeros. No se si me dolía, si me daba placer o qué pasaba. Pero estaba disfrutando muchísimo de esa follada que me estaban regalando. Y ellos también. Toni gemía. Comentó algo sobre lo estrechito que era mi culo. Fran me miraba intensamente a los ojos y yo a él. Notaba en su mirada el vicio, el disfrute. Tardé poco en correrme, una explosión de placer invadió mi coño y un gran orgasmo salió de lo más profundo de mí. Las piernas no paraban de temblarme.

No pasaron muchos minutos más, cuando Toni sacó la polla de mi culo y se puso de pie en la cama. Me debió dejar el ano bien abierto, lo notaba extraño con la ausencia de su pollón. Se puso a mi lado y comenzó a pajearse. Me pidió que sacase la lengua y rápidamente noté una calenturienta lluvia sobre mi cara en forma de corrida. Exclamaba con alguna que otra palabra malsonante mientras me llenaba la cara de leche.

Cuando terminó, lo que calló dentro de la boca lo tragué. Me metió su polla en la boca y con mucho gusto se la limpié. Todo esto cabalgando sobre Fran, que seguía follándome sin parar. Cuando terminé de limpiar la polla a Toni, me quedé a solas con Fran. Tenía sus manos en mi culo, ayudándome a cabalgar, y los ojos puestos en el bote de mis tetas.

Me dio alguna que otra palmadita que me animó a seguir follándole. Después llevó las manos a mis tetas mientras yo dibujaba bonitos movimientos con mis caderas sobre su polla. Creo que estos movimientos fueron los culpables de que me pidiera que me tumbara sobre la cama.

Obedecí, se puso de rodillas con la polla en mi cara y con el tiempo justo para ello, empezó a correrse. Instintivamente, volví a sacar la lengua. Su polla lloraba chorros de semen que iban a estrellarse en mi cara, en mis mofletes, en mi boca e incluso en mi pelo. Todavía seguía teniendo los restos de la corrida de Toni, así que podéis imaginar como quedé...

Rebañé los restos de corrida de alrededor de mi boca con la lengua y me los tragué. Fran marchó al baño a limpiarse y me quedé sola en la habitación, tendida sobre la cama. Tenía un cansancio impresionante. Estaba muerta. Pero muerta de placer. Tenía la mente en blanco, tratando de asimilar lo que había pasado en aquella tarde. Parecía un sueño todo. Pero un sueño hecho realidad.

Los chicos vinieron a ofrecerme una ducha. Vacilaron con el tema de que tendría que lavarme bien para que mi chico no sospechara, pues tenía restos de su semen en mi pelo. Por supuesto, acepté esa ducha. Me vino genial, para volver al mundo real. Todavía notaba como el coño me palpitaba. Por no hablar de como sentía el culo. Me limpié con sumo cuidado las corridas y me lavé bien. Comencé a pensar que cuando llegara a casa no podía entretenerme mucho sin entrar al baño y ducharme de nuevo, o Alberto se daría cuenta de que llegaba tarde. Y además era tarde. Con la tontería, nos habían dado las 22:00h.

Cuando estuve limpia del todo y vestida, los chicos me dieron las gracias por el polvo que habíamos tenido. Les pedí que me llevaran a casa. Fran se ofreció a llevarme y Toni se quedaría arreglando la casa del polvo que había contemplado. Me despedí de Toni con dos besos y nos marchamos.

Llegando a casa, pedí a Fran que parara el coche un par de calles antes de la mía. No quería que Alberto pudiese ver que llegaba en coche.

  • Oye, Marta... ¿Qué te parece si me das tu móvil? No voy a molestarte ni a escribirte, al no ser que tú lo hagas. Te lo prometo.

  • Está bien, toma.

  • Muchas gracias por el polvazo que nos has regalado.

  • Lo mismo digo Fran.

  • ¿Puedo pedirte una última cosa?

  • Dime.

  • Dame un beso en la boca. A modo de despedida - me incliné sobre él y nuestros labios se juntaron. Nuestras lenguas jugaron unos segundos antes de que me separara. - Gracias Marta.

  • De nada. Me voy ya Fran.

  • Chao, guapa.

Me encaminé hacia mi casa. Iba nerviosa, muy nerviosa. Temía que Alberto descubriese algo. Abrí la puerta y ahí estaba él, en el sofá viendo la tele. Atravesé lo más deprisa que pude el salón.

  • Hombre, hola - me dijo -, menudas horas, ¿no?

  • Si cariño, es que me he entretenido un poco en la playa, se estaba muy bien. Voy corriendo para la ducha y salimos a cenar a algún restaurante, ¿vale?

  • Vale, pero...

  • Ahora me dices amor, no hay tiempo que perder y es tarde.

Me encerré corriendo en el baño. Me dispuse a ducharme y antes de que entrara en la ducha, sonó mi móvil. Era Fran. Y una foto. Maldita sea, me ha dicho que no me iba a escribir... El mensaje rezaba así: "Mira cómo me has dejado." Y la foto era en su coche. Su polla, bien dura, sobre el volante.

Y menuda polla...

FIN.