Morbo de una tarde de verano (Parte 2)

Un polvo frustrado con mi novio, desencadena en una de las tardes más morbosas de mi vida. Continuación del relato "Morbo de una tarde de verano".

Antes de empezar: Este relato es la continuación de mi relato "

Morbo de una tarde de verano

" que podrás encontrar en esta misma web (http://www.todorelatos.com/relato/124625/). Para entender lo que aquí sucede es necesario haber leído la primera parte.

  • ¿Qué quieres, Marta? - refunfuñaba entre las sábanas.

  • Mmmmm Alberto... - remoloneaba desnuda encima de él, mordisqueandole una oreja. - Estoy muy cachonda y necesito que me folles antes de bajar a la playa...

  • Me duele la cabeza cariño, lo siento. No creo que baje tampoco a la playa con este dolor que tengo... ¿Te enfadas?

  • No, no me enfado... Bajaré yo un rato y luego subiré.

Pero claro que me enfado. Y no porque me tocara bajar sola a la playa, eso me daba igual. Me molestaba el quedarme con estas ganas de follar y con este calentón, provocado por lo que había sucedido hace un rato. He de confesar algo: lo que realmente me calentó fue la conversación con los dos chicos, a través de la verja del patio, mientras hacia topless. Vale que luego me metí en el salón y me masturbé imaginando a aquellos dos disfrutando con cada centímetro de mi cuerpo (y yo de los suyos). Pero el morbo que me dio charlar con ellos, con las tetas tostándose al sol, con mi pareja en el piso de arriba... Ese morbo no tiene precio. Sólo espero que Alberto no hubiese escuchado nada. Y así parecía, pues estaba demasiado preocupado por quitarse el dolor de cabeza.

Bajé al salón y recogí las braguitas del bikini que se encontraban tiradas por el suelo, causa de mi tremendo calentón. Me las puse y salí al patio, a hacer lo propio con el sujetador del bikini. Me lo puse allí mismo, colocándome las tetas. Entré al baño a arreglarme un poco los pelos que se me habían quedado y a ponerme un vestido típico de verano para bajar a la playa. Que a Alberto le doliese la cabeza y no quisiese bajar a la playa no iba a influir para que yo no bajase. No iba a quedarme toda la tarde en casa, eso lo tenía claro. Subí a la habitación donde dormía y le di un beso en la frente, a modo de despedida. Bajé de nuevo, cogí el bolso con la toalla, las cremas solares y el móvil con unos cascos para escuchar música, y salí de casa dirección a la playa.

Mientras bajaba a la playa traté de calmarme el pequeño cabreo que llevaba por no haberme podido quitar el calentón de la forma que me hubiese gustado. No dejaba de darle vueltas al momento que había vivido minutos atrás y sentía como volvía a excitarme. Llegué a la playa y busqué un sitio que no estuviese invadido por familias, niños y demás. Buscaba tranquilidad, esa paz que transmite el mar. Y quería seguir tomando el sol, alejada de la multitud.

Encontré un sitio, casi al final de la playa, cerca de un rocas donde el mar rompía. Había algún que otro grupo de chicos y chicas que se comportaban de una forma tranquila, alguna que otra pareja y gente solitaria tomando el sol. Había conseguido huir del murmullo que llena una playa en pleno mes de julio, de la gente jugando con raquetas, niños corriendo y más niños jugando con la arena.

Planté mi toalla en la parte de atrás de la playa, me despojé del vestido y me senté sobre ella. Contemplé a la gente que disfrutaba de la playa en aquel rincón donde me había puesto yo, por el mero hecho de analizar a mis "vecinos". Me quité el sujetador, dejando mis pechos al aire, y rebusqué en el bolso algún protector solar. Me cubrí enterita de crema, ya que al ser de piel clara soy propensa a quemarme con facilidad. Me embadurné bien con crema brazos y piernas, vientre y por último mis tetas, con un suave masaje y restregando bien la crema para cubrirlas enteras.

Si os soy sincera, noté alguna que otra mirada en ese momento por varios de mis "vecinos" de playa, lo cual hizo que me diesen ganas de recrearme un poco más en el masaje con el único fin de ponerles los dientes largos (y lo que no son los dientes). Hice de la mejor manera que pude una almohada con el bolso y me tumbé para tomar el sol, acompañada por los ritmos y acordes de la música que salían de mis cascos. Y así es como debí quedarme un poco dormida.

Me desperté, atacada por la sed producida de estar al sol, y contemplé que sucedía a mi alrededor. En esa zona seguía habiendo poca gente, que se bañaba, me imitaba tomando el sol, leía o jugaba a las cartas. Unos metros más para allá vi un chiringuito y me pareció buena idea comprar algo de beber, así que para allá fui. ¿Y no se puso nada encima? Seguro que lo estáis pensando. Efectivamente, no me tapé con nada y fui en topless.

Al llegar al chiringuito, vi que al otro lado de la barra estaban un chico y una chica. La chica andaba contando la caja, mientras que el chico reponía las cámaras con bebidas.

  • ¡Hola! Dime, ¿qué querías? - me preguntó él cuando se percato de mi presencia. Le costó darse cuenta de que estaba con las tetas al aire, pero creo que noté el momento justo de cuando lo vio, ya que noté como su mirada bajaba hasta a ellas y como subía de nuevo rápidamente.

  • ¡Hola! - contesté de forma alegre. - Pues... me vas a dar una botellita de agua, por favor.

  • Pues agua tiene que ser del tiempo, fresquita no nos queda - me informó. - Me pillas reponiendo como ves jeje - de nuevo su mirada bajaba a mis pechos.

  • Bueno pues si tenéis Coca Cola fría ponme una, porfa.

  • Sí, claro, aquí tienes guapa. ¿Algo más?

  • No, nada más, ¿qué te debo?

  • Nada, nada, tranquila. Por el inconveniente de no tener agua... - Otra vez su mirada se postraba en mis tetas. ¿Seguro que la invitación era por el agua? Vi como la chica miraba de reojo a su compañero. ¿O era su novio? Esa cara de enfadada que tenía no era normal.

  • No, en serio, ¿cuánto es? - insistí.

  • Que nada de verdad...

  • Es 1,50€ cariño - soltó de forma tajante la chica desde la caja, con una sonrisa que rebosaba falsedad.

Rebusqué en mi monederito y pagué. Antes de marcharme noté que la tensión se podía cortar con un cuchillo. El chico se quedó resignado al ver que finalmente había pagado mientras que su compañera no quitaba ojo con una cara que le llegaba a los pies. Marché, pero no hacia mi toalla. Pensé que aprovechando que llevaba bebida fría, era buen momento para dar un paseo por la orilla de la playa.

Caminé hacia el extremo opuesto de donde me encontraba, con los pies metidos en el agua. A un ritmo lento, paseé por la orilla tranquilamente. Paseé a un ritmo pausado, ya que si andaba muy deprisa el vaivén de mis iba a ser bastante notorio. Y tampoco quería dar tanto espectáculo.

Llegué al extremo contrario de donde me encontraba y me encaminé hacia mis aposentos. Caminaba lentamente, notando alguna que otra mirada masculina y también alguna femenina. Iba tan tranquila de vuelta a mi sitio, cuando mi tranquilidad se rompió de repente.

  • ¡Hombre, pero si es nuestra amiga del chalet! - dijo una voz tras de mí.

Miré a ambos lados y me encontré a los dos chicos que tanto morbo me habían provocado tras la verja de mi casa. "No puede ser", pensé. Pero el caso es que sí era.

  • ¡Hombre si sois.... vosotros! - reí.

  • ¿Cómo es que al final has bajado guapa? Anda que nos avisas para que te hagamos compañía - dijo el de mi izquierda.

  • ¿Te has perdido o algo? Que andas por aquí por la orilla - dijo el de mi derecha.

  • Sí, perdidísima... Menos mal que habéis venido a rescatarme, si no llega a ser por vosotros - dije en tono vacilante. - Estaba dando un paseo por la orilla y ya me iba para mi toalla.

  • Joder, pues espéranos aquí y cogemos nuestras cosas y nos vamos contigo... - dijo el de mi derecha. - Bueno si quieres, ¿eh?

  • Jajaja haced lo que queráis... - contesté

  • Vale, pues no te vayas guapa.

Y esperé, en la orilla de la playa. Vi como a toda prisa recogieron sus toallas y volvieron conmigo. Nos encaminamos hacia mi toalla, alejada en uno de los extremos de la playa. Por el camino siguieron con su tono de broma, haciendo coñas sin parar. "Lo que no me pasé a mí...", pensé. "Acompañada por estos dos que todavía no se ni como se llaman..."

Llegamos a mis toallas y colocaron las suyas, cada una a un lado de la mía.

  • Por cierto - dije - estamos aquí con el jiji y el jaja y todavía no se cómo os llamáis.

  • Cierto, cierto - dijo el más alto de los dos - Yo soy Fran.

  • Y yo Toni.

  • Vale, vale... Bueno pues yo soy Marta.

Se acercó primero Fran a darme dos besos. Situó su mano en mi hombro. Muak, muak. Después fue el turno de Toni, que apoyó su mano en la zona baja de mi espalda. Muak, muak, mientras mis tetas rozaban levemente su pecho.

Nos tumbamos en nuestras toallas y seguimos conversando, siempre en tono de broma. Notaba de vez en cuando como sus miradas se dirigían a mis tetas. Me pidieron hacernos algunas fotos y selfies juntos. Momentos que aprovecharon para rozar de forma "inconsciente" mis tetas con sus brazos, espaldas... Fran le echó muchísimo morro para una foto, y aprovechándose de su altura, me abrazó y me estrujó contra su pecho, aplastando bien mis tetas contra él. Toni, sin embargo, me abrazó por la espalda y pasó sus brazos por delante, abrazándome a la altura de sus tetas. De esa forma, noté como en su bañador había un gran bulto que chocaba contra mi culo mientras Fran nos tiraba la foto.

  • Y bueno, ¿qué has hecho con tu novio? - preguntó Fran. - ¿O era una excusa para no dejarnos entrar en casa?

  • De excusa nada, bonito - le contesté. - Se ha quedado en casa porque le dolía la cabeza y a mí no me apetecía quedarme toda la tarde metida en casa, así que he bajado un rato.

  • Pues muy bien hecho - dijo Toni.

  • Y lo que son las cosas, al final hemos conseguido lo que queríamos - añadió Fran bromeando.

  • Para que veáis - vacilé - si es que al final no soy tan mala como creíais...

  • Jajaja, bueno, bueno, eso habrá que verlo guapa - dijo Toni. - Anda que tu novio que tonto, lo que se está perdiendo por un dolor de cabeza - me decía mientras me sonrojaba.

  • Pues tienes toda la razón, Toni - le contestó Fran - Oye, ¿nos damos un bañito? Que ya se notan los calores... - no se si dijo esto con un doble sentido.

Se pusieron de pie y me ofrecieron cada uno una mano para ayudarme a levantarme. Nos dirigimos al agua y ellos rápidamente se metieron. A mí me costó algo más, ya que el agua estaba algo fría. Noté como mi piel se erizaba y como mis pezones se ponían duros como una piedra. Finalmente llegué a donde se encontraban ellos, sin dejar de mirarme. Empezamos a jugar, a pelear bajo el agua. Trataban de hacerme cosquillas, aunque no les importaba si se la quitaba y en forcejeo rozaban mis tetas o mi culo.

Yo la verdad es que con esta situación, los jueguecitos y lo que había pasado en el chalet (incluido el polvo frustrado por parte de mi novio), me estaba poniendo como una moto. Hubo un momento en el que con tanto forcejeo me quede entre los dos chicos. Fran, a mi espalda, me agarro por detrás y empezó a hacerme cosquillas en el costado. Poco a poco subía sus manos hacia arriba, hasta que finalmente llegó a mis tetas. Empezó a amasarlas bajo el agua, a apretarlas y a sobarlas. Me pegué a él y note su polla en el bañador. Nadie podía ver el movimiento que hacía bajo el agua, tan solo Toni, ya que la playa quedaba a nuestra espalda.

  • ¿Te gustan? - pregunté picaramente.

  • Uff, me encantan - contestó. - No veas que pedazo de tetas tienes, Martita...

  • Martita, o Marteta más bien - bromeó Toni.

Hasta en estos momentos bromean. Empecé a sobar por encima del bañador la polla de Fran mientras besaba mi cuello. Se acercó Toni a nuestra posición y pidió permiso para sobar ahora él mis tetas. permiso concedido y empezó a jugar con ellas, mientras que con mi mano libre me dirigía a su paquete. Con las manos ocupadas, tan solo podía limitarme a disfrutar de como Fran me mordisqueaba el cuello y como Toni sobaba con ganas mis pechos.

  • Fran - interrumpió Toni - ¿nos la llevamos a nuestro apartamento?

  • Yo creo que deberíamos... ¿Te vienes Marteta?

  • Pues claro que voy...

Continuará...