Montse y el zapatero, en prisión (4)

Disculpar el retraso, unos asuntos personales me ha impedido continuar esta seria, pero aquí me tenéis otra vez, entregada completamente a mi zapatero, cayendo cada vez mas bajo, sin ninguna voluntad y enganchada completamente a aquella polla, es mi droga.

Habían pasado unos días desde mi último encuentro con “mi” zapatero y había visto repetidas veces en la web mi video, que por cierto era todo un éxito y lo habían visto miles de hombres, que como yo, pagaban religiosamente por ver mi degradación y humillación ante aquellos hombres, lo veía cuando no estaba mi pobre marido en casa, completamente desnuda delante del ordenador y metiéndome en el coño todo lo que tenía a mano, pepinos, berenjenas, pero eso sí, todos de gran calibre, pero lo que necesitaba mi coño era el trato, la humillación y sobre todo la polla del zapatero.

Los escritos que me había hecho él no se habían borrado todavía y procuraba no tocarlos demasiado cuando me duchaba, quería ver grabado en mi piel a quien pertenecía, mi marido no se había dado ni cuenta, además, en estos días no me había follado y yo tampoco lo había intentado, esa pollita no me servía para nada ya.

Pero aquella noche algo cambio. Estaba con mi marido en el sofá, el viendo sus noticias y yo con mi Tablet mirando mis fotos y videos en la web, me daba mucho morbo mirarlo mientras mi marido estaba a mi lado, cuando él me dijo:

-Mira cariño, ¿no es tu zapatero?

Miré la tele alarmada y si, pude ver como la policía se lo llevaba esposado mientras la voz de locutor comentaba “desarticulada banda del Este dedicada a la prostitución, extorsión…”, la noticia hablaba de una banda que se dedicaba a todo eso, explicando que habían sido detenidos, bla, bla, bla.

-Pues sí que lo es, menuda sorpresa- le conteste a mi marido intentando dar un tono de tranquilidad a mi voz, pero en mi interior estaba muy preocupada, ¿qué pasaría con mis fotos, mis videos, me salpicaría la investigación, vendría la policía a mi casa a preguntarme, muy posiblemente delante de mi marido por esa actividad en la web?

Al día siguiente me acerqué hasta la tienda y pude ver un precinto en la persiana que indicaba que estaba cerrado por orden judicial. Me volví a casa preocupada por mi posible implicación en esa red, pero sobre todo por haber perdido a mi zapatero.

Esa noche quise conectarme a la web pero también estaba clausurada y así pasaron los días, las semanas y yo con una calentura cada vez mayor, me metía en páginas de contactos intentando encontrar a alguien, pero al final no me atrevía a quedar con nadie, así que el que mas contento estaba era el verdulero, mis compras de pepinos, calabacines y similares, se repetían a diario.

Pero un día recibí una carta certificada, era del Ministerio del Interior y temí que estuviera relacionado con el asunto de la banda y si que lo estaba pero no como creía, en ella me indicaban que el preso Vladimir ….. había solicitado un bis a bis en la prisión conmigo y que debía presentarme el día y la hora indicada en la misma.

Mi coñito me dio un vuelco y me pareció que se mojaba solo de leer la carta, la cita era para un par de días mas tarde y ya estaba deseando que llegara el día.

Y el día llego, afortunadamente nunca había estado en una prisión y no sabía como debía vestirme ni que hacer, así que me puse “normal” una falda justo un poco por encima de la rodilla, una camisa y ropa interior de mujer formal y seria, vamos unas bragas de algodón, pero sin sujetador, todo muy normal y así vestida cogí mi coche y me fui a la prisión, que estaba fuera de la ciudad.

Al llegar aparque el coche y me dirigí a las instalaciones, había una larga cola de familiares, amigos… para visitar a los internos, cuando me llego el turno le enseñe la carta al funcionario y me indico que esperara a que me llamaran.

Al rato escuché mi nombre por los altavoces, me dirigí a la ventanilla y un funcionario me acompaño hasta una habitación, era la habitación preparada para los bis a bis con los internos.

Era una habitación sin ventanas, con una puerta en una de las paredes, sin ventanas y una cama de matrimonio, con dos pequeñas mesitas a sus lados, sobre una de ellas solo había dos preservativos y un perchero, en la otra pared una puerta daba a una ducha, era todo lo que había en la habitación.

No sabía que tenía que hacer, así que me senté en la cama a esperar, no habían pasado cinco minutos cuando la puerta lateral se abrió, entrando un funcionario y mi hombre, mi Amo, cerrando el funcionario la puerta tras él.

Me levante para abrazarlo, besarlo, sentir su cuerpo, tal era mi dependencia de aquel hombre, pero él por toda respuesta me tiro sobre la cama, me levanto la falda y me arranco las bragas a tirones y me las tira a la cara, vi cómo se bajaba los pantalones y apareció su enorme verga, completamente dura, desafiante mirando al techo, por un momento me pareció mas grande y gruesa todavía.

Yo me había mantenido en la cama, con la falda sobre mi pecho, mis bragas rotas al lado de mi cara y mi coño expuesto a aquel hombre, que sin decir palabra me separo las piernas y colocándose entre ellas me penetro con su enorme ariete de un solo golpe, yo todavía tenia el coño seco y lance un grito de dolor al sentirme penetrada de aquella manera, además me la había metido hasta los cojones de golpe y el dolor era desgarrador, y seguía y seguía metiéndola y sacándola a toda velocidad, yo gritaba, pero esta vez era de dolor, un dolor que parecía empezar en mi coño y llegar hasta mi útero, sin duda golpeado por aquel tronco clavado en mis entrañas.

Llevaba varias semanas sin sexo allí encerrado y estaba desahogándose en mí, sin importarle nada lo que yo estuviera sintiendo, bueno, de hecho, eso nunca le había importado así que seguía follandome como una ametralladora, haciéndome realmente daño, yo gritaba de dolor y pensaba que en cualquier momento entraría algún funcionario a ver que estaba pasando, pero él entonces me apretó el cuello fuertemente, me estaba asfixiando a la vez que me follaba rudamente, el aire no me llegaba a los pulmones, no podía respirar, hasta que cuando empezaba a notar que iba a perder el sentido lo que sentí fue como él se corría dentro de mí, dando entonces él grandes gritos y gruñidos, sentía su leche inundarme el coño, hacia tiempo que no descargaba y me estaba inundando el coño. Creo que nunca había depositado tanta leche en mi interior.

Quedo completamente encima de mi cuerpo, sentía todo su peso de mí, recuperando los dos la respiración, hasta que se tumbó a mi lado, los dos mirando el techo, yo sentía su lefa saliendo de mi coño como a borbotones, resbalando por mi culo, saliendo de mí.

-Quita ropa, puta- fue lo primero que me dijo.

Me levante y me desnude, lo hice rápidamente, total, a él no le importaba el morbo, solo quería follar, así que en unos instantes quede completamente desnuda delante de él.

-Limpia polla- me ordenó.

Y yo, obediente, me arrodillé entre sus piernas y me metí aquella sucia de su semen en mi boca, succionándola, pasándole la lengua por todas partes y notando como con cada chupada mi coño se iba, ahora sí, mojando y me sentía excitada con aquella polla en mi boca, que estaba dejando como los chorros del oro.

-Limpia también sabana, puta- Escuche que me decía.

  • ¿Cómo dices? - le pregunté, no había entendido la orden

-Que limpias también sabana de mi lefa, ¿no entiendes zorra?, escupió

Y yo, puta zorra sumisa de aquel hombre deje de chuparle la polla, saque mi lengua de mamona y me puse a lamer la lefa que había en la sabana y ya estaba haciendo grumos, pero a mi no me importaba, era de mi Amo y el me lo había ordenado, así que lo hacía con gusto.

Estaba de rodilla sobre la cama, con el culo en pompa mientras limpiaba la sabana cuando note la primera palmada sobre mis nalgas, fue fuerte, con ganas, tanto que me hizo dar un salto hacia adelante quedando estirada sobre la cama.

-De rodillas puta y sigue lamiendo- ordenó

Así lo hice y las palmadas se iban repitiendo una tras otra, con fuerza, nunca me había dado tan fuerte, se notaba que estaba lleno de rabia y yo con cada palmada me iba mojando más y más.

Hasta que, por fin, con mi culo en pompa sentí el glande de mi Amo frotarse entre los labios de mi coño y agarrándose a mi cintura empezó a metérmela, ahora despacio, sintiendo como mi coño tragaba toda su polla.

Empezó entonces un mete saca lento, sentía como mis labios se cerraban al casi salir su glande y se abrían para recibirlo de nuevo, me tuvo así un buen rato, haciéndolo como nunca lo había hecho, poco a poco, como disfrutaba, empecé a sentir que me llegaba el orgasmo, yo misma aceleraba el ritmo para correrme y cuando estaba a punto de hacerlo me la saco, paro.

  • ¿pe, pero que haces? Acerté a balbucear -me estaba corriendo- casi grité.

-Tu hoy no corres- me dijo riendo.

Me había dado la vuelta en la cama y estaba boca arriba, con las piernas abierta y mi coño contrayéndose, lo notaba abriéndose y cerrándose como un pez fuera del agua, alargue una mano hacia el coño para masturbarme, necesita correrme, me estaba haciendo sufrir, pero él la sujeto con fuerza evitándolo mientras me hacía levantar de la cama y arrodillarme en el suelo entre sus piernas.

-Tu no correr, pero yo si- me dijo mientras me metía la polla en la boca.

Me sujeto la cabeza con fuerza y empezó a follarme la boca, mi cara pegaba contra su pubis y yo sentía su polla hasta la campanilla dándome arcadas, no duro mucho y enseguida note como se corría en mi boca, pero la saco y acabo corriéndose sobre mi cara, dejándomela llena de su lefa.

-Levántate, puta, pon las manos tras nuca y separa piernas- ordenó.

Él se mantenía sentado en la cama mirándome de arriba abajo y yo de pie ante él, sintiendo como su lefa resbalaba por mi cara y mis muslos.

  • ¿Dónde están escritos? Preguntó

-Se borraron con las duchas-

-Iras a un tatuador que te indicare y le dirás venir mi parte, el sabrá que hay que hacer-

-Pero no puedo hacerme un tatuaje-proteste- ¿Qué le diré a mi marido?

-Eso cosa tuya, a mí no importa- contestó.

-Ahora vete- me dijo como despedida.

  • ¿Puedo lavarme, por favor- le pedí

-No, tu puta guarra, vas así a la calle- me contesto mientras pulsaba un botón en la mesilla con el que llamaba al funcionario.

Cogí mi ropa y me vestí y esperamos unos instantes a que entraran los funcionarios, uno para llevárselo a él y otro para acompañarme hasta la sala, los dos se quedaron mirando mi cara llena de lefa y eso que no veían como se me estaba poniendo el interior de los muslos de la misma lefa, pero no dijeron nada y uno de ellos me llevo hasta la sala.

Cuando pasé por la sala de espera todo el mundo me miraba, pero hasta que no estuve sentada en el coche no pude darme cuenta de cual era mi apariencia, se me había corrido la pintura de los ojos y los restos de semen en mi cara eran mas que evidentes. Me limpié como pude con unos klínex y me fui para casa.

Durante el camino iba pensado en que se había convertido mi vida y lo que era peor en cómo podía acabar, tarde o temprano mi marido descubriría mi situación y encima ahora tenia lo del tatu que no sabia ni como seria, pero esa es otra historia.