Montse y el zapatero (1)

De como unos zapatos necesitaban ponerse en la horma y lo que acabó dilatado fue mi coño

No hacia mucho que habían abierto un nuevo zapatero cerca de casa y como el anterior me quedaba bastante mas lejos empece a ir a este nuevo.

La verdad es que el dueño no era nada agradable ni agraciado, era claramente de alguna zona del este europeo y hablaba con un marcado acento, con una voz grave y profundo, para acabar de arreglarlo no era nada agraciado, bajo, rubio, pero casi calvo, barrigudo y vestía siempre con una camiseta de tirantes, con algo mas que unas manchas de suciedad y un pantalón de chándal, todo ello parecía que hacia mucho tiempo que no pasaba por una lavadora ni él por una ducha y encima entre la dificultad para hablar el idioma y el carácter arisco no lo hacían el mas agradable de los comerciantes, pero no sabia porque continuaba visitándolo para arreglar mis zapatos.

Así que esa mañana de verano fui de nuevo al zapatero, como digo era verano y llevaba una vestido de algodón, de esos que se abotonan por delante, justo un poco por encima de la rodilla, nada especial ni espectacular, una vestimenta normal de verano para una madura, casada, ama de casa como yo.

Entre en el pequeño taller y allí estaba él, como siempre enfundado en su sucia camiseta de tirantes que a duras penas contenía su prominente barriga.

-Le traigo unos zapatos para que me los ponga en la horma- Le dije.

Sin decir nada el hombre los saco de la bolsa donde los llevaba y los miro con cara de experto.

-Necesito saber cuanto tiempo poner en la horma- Me dijo al cabo de un rato con su fuerte acento del este, de intenso examen, aunque no sabia si a los zapatos o a mi.

-Siéntate en silla- Tuteándome como si nos conociéramos de toda la vida.

Me senté y el salio de detrás del mostrador, bueno, primero salio su barriga seguida de sus sucios pantalones. Cogió un taburete y se sentó delante de mi.

Cojiendome una pierna me saco un zapato y después el otro, pero el tío aprovecho el movimiento para tirar hacia delante el taburete y colocarse entre mis piernas, de manera que no podía cerrarlas, me sentía muy incomoda en esa situación, quería marcharme pero el hombre tenia completamente cerrada cualquier salida, puse mi bolso sobre el vestido con intención de taparle la buena vista de mis bragas que seguro ahora mismo tenia.

El hombre saco uno de los zapatos de la bolsa y levantadome la pierna me lo empezó a poner, mirándome ya sin ningún reparo mis bragas.

-Bonitas bragas lleva- Me soltó de golpe.

-Esto es demasiado- Le conteste indignada haciendo ademan de levantarme

Pero la posición del hombre entre mis piernas y que la silla estaba apoyada contra la pared me lo impedía. El hombre se levanto de golpe colocando casi su barriga contra mi cara, un penetrante olor a sudor me inundo el olfato.

  • Venir cada día aquí a calentarme, puta, no hacerte la estrecha- Gritó

-Esto es lo que venir a buscar y hoy tener- me dijo mientras de un tirón se bajaba el pantalón y los calzoncillos.

Lo que entonces vi me dejo alucinada, no soy ninguna mojigata, me gusta el sexo y antes de mi marido había tenido alguna relación con algún noviete, pero desde que estaba casada no había estado con ningún otro hombre, así que tenia con que comparar, bueno y estaba claro que aquello no tenia comparación con la de mi marido, aquello era grandioso, enorme, parecía tener el tamaño de un vaso de cubata, grueso, no demasiado largo, pero si gruesa, muy gruesa. El hombre debía estar circuncidado porque un capullo acabado en punta lucia calvo en la punta de aquel garrote. Mas bien estaca.

Tenia al hombre delante de mi, agarrándose aquel monstruo con una mano, frotándome los labios con el capullo con clara intención de metérmela en la boca, yo forcejeaba, intentado escapar, pero al sentarme en aquella silla contra la pared yo mismo me había metido en una trampa.

Desde donde estábamos se veía la calle por el escaparate y cualquiera que pasara podía vernos a nosotros también, pero a aquel monstruo no parecía importarle que pudieran vernos o incluso algun cliente pudiera entrar en el local.

Seguíamos en la misma situación, yo forcejeando y el frotando su capullo por mis labios, hasta que el tío me agarro fuertemente por los pelos y me grito.

-Tu chupar rabo por las buenas o por las malas-

El tirón de pelo me hizo dar un grito momento que él aprovecho para meterme el capullo en la boca mientras me sujetaba por la nuca.

Aquello era enorme, literalmente no podía abrir tanto la boca como para metermela en ella, aunque quisiera, que no era el caso. Pero el continuaba apretando mi cabeza hacia su barriga, a mi ya me dolía horriblemente la mandíbula y no creo que me hubiera metido mas que el capullo.

No se el rato que me tuvo así, a mi me pareció una eternidad, hasta que note que se iba a correr, alguna vez mi marido se había corrido en mi boca, pero era solo “el primer chorrito” como él decía e inmediatamente me la sacaba, pero ahora sabia que no iba a ser así, hubiera querido suplicar, gritar, pero aquella enormidad me lo impedía. Así que de pronto sentí como un chorro de semen inundaba mi boca.

Como he dicho con mi marido solo era el primer chorro, pero aquel tío se iba a correr lo que le diera la gana en mi boca, ademas, al ser tan grande actuaba como un tapón en mi boca y me impedía escupirlo, así que solo podía tragar y tragar, sentí como cinco o ser latigazo del monstruo y creo que no derrame ni una gota cuando el tío, finalmente, me la saco de la boca, resbalándome, entonces si, una gran bocanada de su lefa, junto con mis arcadas, mojándome la barbilla y el vestido, no podía ni cerrar la boca de lo dolorida que tenia las quijadas.

Vi como el tío se subía los pantalones sin ni siquiera limpiarse un poco la polla. Paso nuevamente detrás del mostrador, como si no hubiera pasado nada, yo continuaba sentada en la silla, intentando reponerme a aquella situación.

Me tiro una caja de pañuelos de papel

-Limpia, pareces una guarra- Me soltó

  • Ahora tiene varias opciones- me decía

-Explicar marido, denunciar a policía o volver mañana, usted elige, y ahora fuera de aquí, puta!-

Salí corriendo del local olvidando mis zapatos de la horma, a mala hora pensé los había llevado.

Llegue a casa, me desnude y me di una ducha de agua caliente, casi ardiendo, necesita limpiar aquel recuerdo. Después me senté en el sofá a pensar lo que había pasado y en las opciones que me había dado el zapatero, quedaba otra, olvidarlo, no decirle nada a mi marido y no volver jamas a ese local.

El resto del día fue normal, comí, sola como siempre y después vi la tele un rato esperando a mi marido.

Mi marido llego a media tarde, ya había tomado la determinación de no decirle nada, ¿que podía hacer él, ir a hablar con el zapatero? Todavía le rompería la cara a mi marido pensé.

Se cambio y se sentó conmigo, poniendo uno de sus canales favoritos en la tele.

-¿Nos tomamos un cubata, cariño? Me pregunto.

Me levante para prepararlos y al coger el vaso me vino el recuerdo de aquella mañana. No se la había llegado a tocar, pero aquella polla tenia que ser como el vaso que en aquel momento estaba agarrando.

En la cocina teníamos una regla así que lo medí, seis centímetros de diámetro por dieciséis de largo. Intente metermelo en la boca, pero me era imposible, solo la forma del capullo había permitido que me la metiera aquel tío en la boca.

Lleve los cubatas al salón y cada vez que le daba un trago me acordaba de aquella polla en mi boca.

Nos fuimos a dormir y yo no paraba de darle vueltas a lo sucedido aquella mañana, mientras escuchaba a mi marido roncar a mi lado yo solo pensaba en aquella polla en mi boca. Dormí poco y mal, hasta que sonó el despertador y nos tomamos el café como cada mañana y como cada mañana mi marido se fue a trabajar y yo me quede sola en casa, en pijama, sentada en el sofá, sin pensar en nada y sin pensar en nada me levante, me puse mi ropa interior de mujer casada y seria, vamos, unas bragas blancas normales y un sujetador también blanco, otro vestido a media rodilla, el otro lo había tirado a la basura y salí a la calle.

Entre en el bar del barrio de toda la vida y como toda la vida pedí un café con leche, pero esta vez me temblaban las manos al coger la taza. Me lo tome casi de un trago y nuevamente salí a la calle, iba dando vuelta sin sentido por el barrio como si no quisiera llegar a donde quería ir.

Sonó la campanilla y la puerta de cristal se cerro tras de mi.

-Vengo a buscar mis zapatos- Le dije al zapatero.

-Pasa, tengo aquí- respondió invitándome a entrar detrás del mostrador.

Pase detrás del mostrador, el tío continuaba con la misma camiseta sudada y el pantalón del chándal.

-¿Esto venir a buscar, verdad?- Me dijo mientras me cogía la mano y la llevaba a su paquete.

Y si, pensé, es como el vaso del cubata.

-Sacamela, puta- Ordeno

Obediente me arrodille ante él y baje el pantalón del chándal, la polla asomaba por encima del calzoncillo, por cierto, asqueroso, lleno de mierda, guarro…. Pero yo solo tenia ojos para aquella polla.

Me hizo levantar y bruscamente me apoyo contra la maquina del zapatero, esa que tienen todos de eje con diferentes piezas, clavándome algún accesorio en la espalda, pero no era un accesorio lo que me iban a clavar.

Poniéndose delante de mi me arranco un botón del vestido y parecía que tenia intención de arrancarlos todos, de allí iba a salir follada, pero necesitaba salir vestida, asi que le dije que esperara que lo haría yo. Así que botón a botón me fui desabrochando el vestido hasta quedar con las bragas y el sujetador a la vista de aquel hombre.

El hombre me miraba de arriba a abajo y comento

-Estar gorda, pero amigos gustaras-

Se acerco y de un par de tirones me arranco las bragas, dejándolas sobre el mostrador.

Me agarro fuertemente el coño haciéndome dar una exclamación, Entonces me agarro una de mis piernas por detrás de la rodilla y la levanto todo lo que pudo, dejándome en equilibrio sobre la otra pierna y de inmediato note como me frotaba el capullo entre los labios vaginales.

Me la va a meter, pensé, toda esa polla, estaba asustada, pero también muy excitada, nunca había tenido nada así en el coño y ahora me lo iba a reventar un zapatero.

Note como el capullo separaba mis labios y se metía en mi, pero el zapatero no tenia ninguna intención de ser cuidadoso, siguió apretando, yo notaba como iba entradando en mi, mi coño si iba dilatando y empezaba a doler, pero no lo conseguía, note como me la sacaba dejando solo el capullo dentro de mi coño y entonces apretó con ganas, note como mi coño se abría, se dilataba para alojar aquella estaca, el tío me tenia sujeta por las caderas mientras apretaba sin cesar, el coño me dolía horrores, desde que había parido no había vuelto a sentir un dolor así, yo forcejeaba inútilmente para intentar que me la sacara, pero era imposible, a todo esto, la puerta del local continuaba abierta y desde la calle podían verme con un tío encima, pero eso no me importaba en ese momento, solo quería sacármela de dentro.

En ese momento empezó a sacármela, pensé que había desistido y me relaje, gran error porque al notar él como me relajaba me la metió toda de un golpe, mi coño debió reventar, sentí un dolor agudisimo y solté un gran alarido.

-Calla puta, te van a oír-

Cogió mis bragas del mostrador y me las metió en la boca.

-¿Te gustar tratamiento, verdad puta?, pues otra vez- me dijo

Yo negaba con la cabeza, intentando implorar con mi mirada

Pero nuevamente me saco la polla y nuevamente me la clavo hasta sus cojones de un golpe, pero esta vez fue diferente, esta vez me corrí, me estaba corriendo con esa mezcla de dolor intenso y placer que estaba sintiendo, era un orgasmo intenso, nunca me había corrido con dolor y placer y ahora me estaba corriendo como un animal.

De mi boca, tapada con mis propias bragas solo salían gritos guturales, pero él se dio cuenta de que me estaba corriendo. Era muy evidente.

-Ves como gustar, puta- Me dijo mientras me sacaba la polla.

Las piernas casi no me sostenían y él me dio la vuelta y me puso de bruces contra el mostrador, me dio un par de patadas en las piernas para separarlas.

-A ver como ir de culo, a las putas gusta den por culo- escuche que me decía.

Esporádicamente había tenido sexo anal con mi marido y la verdad es que me gustaba, pero aquella polla no se podía meter en mi culo sin destrozarlo, intente escapar, manosear, librarme de él, pero lo único que conseguí es que con una de sus manazas sujetara las miás a mi espalda.

Horrodizada note como apoyaba el capullo en mi ano y apretaba, no se lo que me llego a meter, no creo que fuera ni todo el capullo, pero el dolor era atroz, notaba mi ano dilatarse, yo gritaba todo lo que podía todavía con las bragas en la boca, cuando me la saco, temí que me la metiera de golpe como había hecho en el coño, pero afortunadamente no fue así.

-Hoy no poder, pero no preocupes, mi polla acabara en culo- me dijo mientras apoyaba otra vez la polla en mi todavía dilatado coño.

Me la metió hasta que sentí sus cojones chocar contra mis muslos, se agarro a mi caderas y empezó a follarme nuevamente, no lo hacia rápido, la metía y sacaba casi del todo, para volver a repetir la acción, empotrandome a mi contra el mostrador y así, a la cuarta o quinta embestida me volví a correr, otro orgasmo intenso, fuerte, las piernas casi no me sostenían y solo me mantenía en pie por la tranca que me estaba empalando y entonces note como se estaba corriendo en mi, hasta ese momento no había pensado en que no había utilizado ni condón ni nada y ahora mis entrañas se estaban llenando de la lefa de aquel tío, que a saber donde había metido la polla, tomaba la píldora así que no había problema de embarazo, pero ¿enfermedades?, pero la verdad es que estaba disfrutando de esa corrida en mi interior.

Acabo de descargar dentro de mi y cuando me la saco notaba su lefa resbalar por mis muslo, yo continuaba con el culo en pompa sobre el mostrador y me dio una fuerte palmada en una de mis nalgas que me hizo poner derecha de un salto.

-Buen polvo, puta- me dijo

Abrió la caja registradora y saco un billete de 20€ que me metió en el sujetador, me estaba pagando como a una puta.

-Volver viernes por zapatos- decía, mientras me cogía del brazo y con el vestido todavía abierto me saco a la calle. Afortunadamente en ese momento no pasaba nadie y refugiándome en un portal me lo pude abrochar e ir para casa.

Por la calle notaba como me corría la lefa por los muslos abajo, llegue a casa, me desnude y me di una ducha, todavía tenia el coño dilatado y dolorido, al final lo que había dado de si el zapatero era mi coño, y mientras me limpiaba pensaba en si volvería otra vez, la verdad es que aquellos zapatos me gustaban mucho.