Montse, la puta de AmoDoma (3)

Continua mi humillación y sumisión con AmoDoma, hasta el punto de hacer partìcipe a mi marido y follarme delante de él en nuestra propia cama

Mi vida seguía discurriendo como siempre, la monótona vida de un ama de casa, ya habían pasado varios días desde el episodio de la escalera y no había vuelto a tener noticias de Amodoma y yo luchaba entre mi yo de amante esposa y mi otro yo de puta sumisa de ese hombre que había descubierto.

Y esa tarde, otra maldita tarde ocurrió, estábamos viendo una peli en el sofá cuando sonó el interfono, cosa rara mi marido se levanto a abrir.

-Ya le abro. Escuche que decía

Se quedo en el portal esperando, le pregunte que quien era pero no me contesto, escuche la puerta abrirse y una voz.

-Buenas tardes, venia a ver a Montse.

Me quede helada, muerta de miedo, era él, Amodoma, el que estaba en la puerta de mi casa. Entro mi marido en el salón seguido por Amodoma, llevaba una tablet bajo el brazo.

-Mira cariño, ha venido un amigo a verte. Dijo mi marido.

-Hola Montse. Saludo Amodoma, mientras me plantaba dos besos en las mejillas.

-¿Así que sois amigos? Pregunto mi marido.

-Si, nos hemos visto alguna vez en el bar de la esquina, acerté a inventar.

-¿Y que se te ha perdido por aquí, Alex? Le pregunté nerviosa

-Pasaba por aquí y quería que vierais las fotos que hicimos el otro día. Contestó palmeando la tablet.

No sabia que hacer, ni decir, ni como actuar, aquel hombre iba a destruir mi matrimonio.

-Es que ahora íbamos a salir, ¿verdad Ramón? Balbucee

-No te preocupes, contesto, ya iremos otro día.

-Siéntate Alex. Le invito mi marido, ¿quieres una copa? Le pregunto.

Yo iba vestida solo con una camisa que dejaba completamente a la vista mis piernas y unas bragas de algodón normales, así que le dije que me iba a cambiar.

-No hace falta Montse, así estas muy guapa, ¿verdad Ramón? Dijo de inmediato AmoDoma

-Si, tienes razón, contesto él.

Me levante y fui a preparar las copas, las puse en la mesa de centro y AmoDoma me indico que me sentara entre los dos, así lo hice.

-Veras Ramón. Empezó a decir AmoDoma mientras abría la tablet. Tu mujer es una puta, en concreto mi puta y mi zorra, hace todo lo que yo le diga sin rechistar, ¿verdad puta?, me preguntó.

Yo no podía ni mirar a mi marido, solo miraba el suelo, solo deseando salir corriendo donde fuera.

-Ahora no contesta. Continuo él. Pero mira si aquí abría la boca Ramón.

En la pantalla de la tablet, maximizada para no perder detalle, iban apareciendo fotos de la tienda, como me desnudaba delante de los hombres, se veía claramente que eran cuatro, como se las chupaba, me follaban, todo lo que hicieron conmigo aquella primera vez.

  • ¿y este lugar, lo reconoces Ramón? Le preguntó

Se me veía en la escalera el día que se corrió en mis bragas. Paso una a una todas las fotos hasta llegar a la ultima y entonces cerro la tablet.

-Veras Ramón, ya hace unas semanas que tu esposa, tu mujer, es mi puta y hace lo que yo quiera que haga. ¿lo entiendes? Le decía a mi marido

-La que no entendía como no le rompía la cara a aquel chulo, como no lo echaba de nuestra casa, era yo, mi marido se mostraba ante él sumiso, dócil, sin decir ni una palabra, no lo entendía.

-Para que lo acabes de ver claro, venga puta. Me soltó delante de mi marido. Levantate y desnudate para nosotros. Me ordeno.

Yo, puta sumisa, me levante, pase al otro lado de la mesa de centro y empece a desabrocharme la camisa.

-Lo siento cariño. Le decía a mi marido mientras las lagrimas caían por mi cara a la misma velocidad que abría los botones de la camisa. Me la quite dejándola caer al suelo y quedando solo con las bragas.

-Las bragas también. Me ordeno. Los dos te hemos visto en pelotas, ¿no te va a dar vergüenza ahora?. Rio Amodoma.

Me las quite quedando completamente desnuda ante ellos, mi marido me miraba de arriba a bajo, como si efectivamente, nunca me hubiera visto desnuda.

Amodoma se levanto viniendo hacia mi, metió su mano en su coño, comprobando que estaba mojado.

-¿Quieres ver lo mojada que esta? Le pregunto a mi marido.

-No gracias, le contesto él, ya lo veo.

Entonces me hizo arrodillar delante de él, se saco la polla de los pantalones y me indico que ya sabia lo que tenia que hacer. Puta de mi me metí su polla en la boca y empece a chupársela con ganas hasta que note que se iba a correr, intente sacármela de la boca pero él lo impidió, quería que nuestra humillación fuera total.

-¿A ti nunca te deja correrte en su boca, verdad? Le pregunto. Pues mira.

Y empezó a correrse, como siempre, abundantemente, a borbotones que salían de mi boca, corriendo por mis mejillas y sobre mis tetas. Al final se limpio frotando su capullo por mis labios.

Fue al sofá y me indico que volviera a sentarme entre ellos.

-Ven con nosotros puta. Me indico. Pero no te limpies mi lefa.

Sentada entre ellos Amodoma llevo su mano a mi coño,

-Que mojada estas, como me gusta que seas tan puta. Me dijo

Yo mantenía los ojos cerrados mientras sentía como el me iba masturbando poco a poco, cuando note que mi marido me separaba las piernas, manteniendolas bien abiertas para Amodoma.

Pero el objetivo de Amodoma no era que me corriera en el sofá.

Se levanto y cogiéndome de la mano me indico que lo llevara a nuestro dormitorio.

-No hay nada tan cornudo como follarme a tu esposa en vuestra propia cama. Nos dijo.

Me estire sobre la cama, abierta de piernas, una puta entregándose a su amo, él se coloco sobre mi note su capullo separar mis labios vaginales y poco a poco me la fue metiendo hasta dentro. Lanzando yo un gran suspiro de placer al notar sus cojones en mi culo. Empezando entonces un mete saca lento, pero intenso, sacaba de mi coño toda la polla y me la volvía a clavar hasta el fondo. En el sofá me había quedado a las puertas del orgasmo, así que no tarde en correrme, y lo hice gritando, abrazando el torso de aquel hombre con mis piernas delante de mi marido. Quede casi desmayada, inerte sobre la cama, mientras él aguantaba un poco mas, continuando con su mete saca, ahora a toda velocidad, lo que hacia que mis pequeñas tetas temblaran como flanes hasta que se corrió dentro de mi, note su corrida, su leche inundándome y cuando me la saco la notaba salir de mi coño, resbalando hasta las sabanas de nuestra cama.

Amodoma se levanto y se puso los pantalones, ni siquiera se había desnudado del todo, me hizo incorporar y sentar en el borde de la cama, sentía su leche salir del coño y empapar las sabanas.

-Bueno, pues esto es lo que hay, a partir de ahora estáis a mi disposición, haréis lo que yo quiera cuando yo quiera, ¿de acuerdo? Preguntó.

Mi marido no contesto, pero yo le dije que si, que haría lo que el quisiera, entonces salio de la habitación acompañado de mi marido, escuche que hablaban algo que no acerté a entender y la puerta de la calle que se cerraba.

Yo me mantenía sentada en la cama, desnuda, sintiendo la lefa de Amodoma saliendo de mi coño cuando mi marido entro de nuevo en la habitación.

-Lo siento cariño, yo no se como he llegado a esto. Le dije llorando.

-Ya lo sabia, me contesto él. Me llamo hace unos días diciéndome que tenia una cosa importante que enseñarme, pero no podía imaginar lo que era, discutimos, casi llegamos a las manos, pero las fotos eran claras, entonces me dijo que te tenia a su merced y que harías lo que él quisiera y entonces me reto, me dijo que vendría a casa, que te follaría en nuestra cama delante de mi y el tenia razón.

Salio de la habitación y me quede en la cama, llorando, pensando a donde había llevado y matrimonio y temiendo que seria lo próximo que no pediría Amodoma.