Montse, La muñeca pasiva
Había contestado a un anuncio de un hombre que buscaba follarse a una esposa madura, pero quería que ella fuera como una muñeca de látex, que no hiciera nada y vaya si se folló a mi muñeca de látex.
Había leído un anuncio en una web de contacto que llamo mi atención “Busco madura sumisa, pasiva, una muñeca de carne y hueso” eso era todo lo que decía, la verdad es que describía perfectamente a mi esposa, ella siempre había sido sumisa, pero con la edad cada vez era mas pasiva, simplemente se dejaba hacer y no participaba en absoluto en el sexo. Así que, movido por la curiosidad conteste al mismo.
Al día siguiente recibí un e.mail de un hombre en el que solo aparecía un numero de teléfono, aquello era cada vez mas raro y a mi me estaba poniendo cada vez mas cachondo, ¿llame?, por supuesto que llame.
El teléfono sonó y sonó y cuando estaba a punto de colgar una voz retumbo al otro lado.
-”Hola, dígame”.
-”Hola, soy el que ha contestado a su anuncio en la web”. Respondi
-Así, mira. Me dijo. Lo mio es muy simple, estoy buscando una mujer madura, casada, no quiero que ella haga nada, llego a tu casa, la desnudas para mi, la tumbas en vuestra cama de matrimonio, le separo las piernas, se la meto, me la follo y me voy, así de claro, no voy a darte mas explicaciones, ¿Te interesa o no?
Me pareció tan directo, tan brusco que colgué sin darle ningún explicación. Pero la verdad es que mi llama de cornudo se había encendido en mi rincón de los cuernos de mi cerebro y se lo comente a mi mujer.
Le dije que había conocido a un hombre, que buscaba una esposa madura, para follarla, que ella no tendría que hacer nada, bla, bla, bla, ella follo con otros mas para darme placer a mi que por ella, asi que dijo que si. Mi pollita de cornudo dio un salto dentro de mis calzoncillos.
Esa misma tarde llame a aquel numero de teléfono.
-”Hola cornudo, dame tu dirección, necesitare un antifaz y una mordaza para la puta de tu mujer”.
-”¿Una mordaza?” balbucee
-”No preguntes nada, haz lo que te digo, mañana por la mañana estaré en la puerta de tu casa, ella estará vestida y amordazada”.
Le di la dirección y el hombre colgó sin decir ni una palabra.
Afortunadamente teníamos un antifaz y una mordaza de juegos anteriores, de lo contrario no sabia donde podía haber ido a comprarlo a esas horas.
Al momento de colgar fui consciente de lo que acababa de hacer, le había dado mi dirección a un perfecto desconocido para que viniera a casa a follarse a mi mujer, creía que me había equivocado, pero mi yo cornudo podía mas que el consciente.
No le dije nada a mi mujer y espere hecho un matojo de nervios que llegara el día siguiente.
El dia llego, evidentemente, pero lo que no llegaba era la visita, Montse, mi mujer, estaba vestida con ropa de casa, una camiseta, era verano y unas braguitas verdes de algodón, normales. Serian sobre las 18h. cuando un wasap apareció en mi móvil y el corazón me dio un vuelco cuando lo lei.
-”Estoy en la puerta cornudo, ponle el antifaz y la mordaza a esa puta y ábreme” decía.
Me levante y fui a nuestra habitación, cogí el antifaz y la mordaza de un cajón y retire la colcha de nuestra cama de matrimonio, nunca nadie se había follado a mi mujer en nuestra cama y ahora lo iba a hacer un tío del que ni siquiera conocía la cara. Volví al comedor y solo le dije a mi muer “es el momento” mientras la ponía el antifaz y la mordaza. Y entonces fui al portero y abrí la puerta. Espere hecho un manojo de nervios a que llegara el ascensor, cuando se abrió la puerta pude ver un hombre maduro, de nuestra edad, mas o menos. Ni me saludo, se metió en casa y yo cerré la puerta dócilmente detrás de él.
Montse se había levantado del sofá y nos esperaba de pie en medio del comedor.
-"Así que esta es la puta que me voy a follar" Dijo el hombre
-"Desnudala para mi" ordeno
Me puse detrás de ella y empece a subirle la camiseta, pero cuando no estaba ni a medio muslo el hombre me ordeno parar.
-"Así no cornudo" me dijo "cortala con unas tijeras"
Me levante y fui a la cocina a buscarlas, cuando regrese ella continuaba en el centro del comedor.
Me puse delante de ella y con las tijeras fui cortando poco a poco la camiseta hasta que llegue al cuello de la misma, entonces el hombre me hizo separar para poder verla así como estaba.
La camiseta se había abierto con el corte y se podían ver sus pequeñas tetas y las feas bragas verdes, sus brazos estaban inertes a ambos lados de su cuerpo.
-”Acaba de quitárselas, cornudo” ordeno.
Le quite lo poco que le quedaba de la camiseta y la deje en bragas delante de aquel desconocido.
-”Ahora esa mierda de bragas que lleva” dijo él.
Nuevamente me acerque a ella y corte las bragas, primero un lado y después el otro, cayendo al suelo y dejándola completamente desnuda delante de aquel tío.
El hombre la miro de arriba a abajo y solo me dijo
-”Vamos a follarla, llevala a vuestra habitación”
Cogí a Montse por los hombros y la guie hasta nuestra cama, donde la hice sentar.
El hombre había venido detrás nuestro y se estaba bajando los pantalones y quitándose los calzoncillos, quedando desnudo de cintura para abajo, ni siquiera se iba a dignar desnudarse del todo, lo de utilizar a mi mujer como una muñeca lo llevaban hasta el final.
-”Tumbalá en la cama y separale las piernas” ordenó.
Montse lo había escuchado y ya estaba estirada en la cama, con las piernas bien abiertas y las pantorrillas colgando del borde del colchón.
-”Tocale el coño a la puta y dime como lo tiene” me dijo
Deslice uno de mis dedos entre sus labios, estaba un poco húmeda, poca cosa y también poco dilatada y así se lo dije al hombre, del que por cierto no conocía ni su nombre.
El hombre se coloco entre las piernas de mi esposa y me ordeno que le llevara yo la polla hasta su coño, así lo hice, tenia una polla normal, tirando a gruesa sobre todo y no demasiado larga, pero si que era bastante gruesa, aquello le iba a doler a Montse.
Así que agarre la polla y puse su capullo entre los labios de mi esposa.
-”¿Quiere un poco de lubricante?” me atreví a preguntarle
-”Ni lubricante ni hostias” me contesto “¿Desde cuando a las muñecas se les pone lubrificante?”
Se agarro a las caderas de ella y empezó a empujar, se notaba que le costaba, Montse de por si no dilata demasiado, pero si encima no estaba mojada, de buen seguro le estaba doliendo.
La polla iba desapareciendo centímetro dentro de su coño, yo veía las manos de mi esposa agarrar crispadas la sabana y se la escuchaba gemir a trabes de la mordaza, de la que salían chorros de baba deslizándose por sus mejillas, intentando soportar el dolor que a buen seguro estaba sintiendo.
-”Quitale la mordaza, haber como suena la puta”, me dijo.
Di la vuelta a la cama y se la quite, entonces se empezaron a oír los gritos y quejidos de mi esposa, no eran demasiado fuertes, pero iban dando gritos con cada centímetro de polla que se clavaba en su cuerpo.
-”Joder” exclamo el hombre “es el coño de muñeca mas estrecho en el que la he metido, como me esta costando”
El hombre tenia algo mas de media polla clavada en el coño de Montse y vi como se coloca en mejor posición entre sus piernas, le levanto el culo y de un golpe de caderas se la clavo por completo hasta que sus cojones chocaron con su culo.
Entonces si que Montse dio un fuerte grito, intento levantar al hombre, pero aquel tío no se iba a levantar, al menos por el momento.
Le saco la polla dejando solo el capullo entre sus labios y esta vez se la clavo del todo de un solo golpe, ella volvió a gritar fuertemente, como grito todas y cada una de las veces que aquel hombre repitió la acción. Montse se movía, agitaba y gritaba con cada embestida del tío, comportándose como él quería como una muñeca de carne y hueso.
Hasta que dándosela clavado hasta el fondo empezó a moverse mas deprisa, hasta que por sus bufidos y resoples se corrió dentro de ella, entonces me di cuenta de que no habíamos hablado nada de preservativos y se estaba corriendo dentro del coño de mi esposa.
Por fin se levanto, con la polla todavía goteando su leche, yo estaba detrás de él y podía ver como rebosaba del abierto coño de mi esposa, se acabo de limpiar la polla entre esos labios inundados de su lefa, se subió puso los calzoncillos y los pantalones y me dijo que se iba.
Lo acompañe a la puerta, ni un saludo, ni un adiós, nada, se habia follado una muñeca y de las muñecas no se despide uno.
Volví a la habitación y Montse todavía estaba tumbada en la cama, abierta de piernas y saliendole la leche de aquel hombre que ya manchaba hasta nuestras sabanas, se había quitado el antifaz y sus ojos se veían rojo de haber llorado. Sin decirme nada se levanto y fue al baño.
Antes de entrar se giro y me dijo:
-”Voy a darme una ducha”
-”Por cierto, me ha gustado ser una muñeca”.