Montse en el parque acuático (1)
Tenia ganas de sol, piscina y estrenar mi nuevo bikini, pero nunca imagine lo que podria pasarme en aquel parque acuatico
Es verano y hace mucho calor, además, quería estrenar el nuevo bikini que me había comprado para ese verano, pero mi marido estaba de viaje por trabajo y se había llevado el coche y yo con unas ganas de playa!!!!
Y entonces en la radio sonó el anuncio de un conocido centro acuático cerca de donde vivimos y además, según el anuncio era accesible por tren o autobús, perfecto pensé, aunque también es verdad que el centro no tenía demasiada buena prensa, especialmente por el público que iba.
Pero que narices, pensé, a tomar el sol y un baño, me puse un pareo, cogí mi bolsa de playa, metí dentro el bronceador, siempre hay que tener cuidado con el sol, la toalla y mi nuevo y esplendido bikini, metro, tren y al cabo de una hora ya estaba pagando la entrada.
El sitio no estaba mal, se veía limpio y cuidado, eso sí, una música de rumba resonaba en todo el recinto y se mezclaba con la de los aparatos que llevaban los chicos, el público era, pues era, no sé cómo explicarlo, mucho chico joven, con bañadores bien apretados tipo turbo o todo lo contrario de esos tan sueltos tipo bermudas por debajo de las rodillas y ellas, sin ganas de ofender a nadie por favor, eran “chonis”, creo que las llaman así, grandes pechos, figura perfecta, en fin, toda una envidia para una madura como yo.
Me metí en el vestuario y me enfunde mi nuevo bikini y no me gusto lo que vi, me arrepentí de no habérmelo probado en casa antes. No es que este gorda, pero un poquito entrada de peso si, para que mentir y la braguita del bikini se veía diminuta. En los grandes almacenes me lo había probado con ropa interior y no me había dado cuenta. Especialmente en el culo solo se veía un triangulito, además la braga era de esas que unen la parte de delante con la de detrás con un cordel y anudado con un lacito, lo que hacía que todavía tuviese menos tela. En cambio en las tetas no había demasiado problema, no tengo unos grandes pechos, así que el triangulito era suficiente.
En fin, pensé, de perdidos al rio y además, quien se va a fijar en una madura como yo con todas estas chicas jóvenes por aquí.
Cogí mis cosas y me fui a buscar un sitio tranquilo, era un día entre semana así que no me costó demasiado encontrar un sitio sin gente demasiado cerca, estire mi toalla y me dispuse a tomar el sol. Estaba medio endormiscada cuando unos gritos y voces me sacaron de mi ensoñación, era un grupo de chicos, todos jóvenes, 17 o 18 años, que se estaban instalando a mi lado.
-No abra sitio.- Pensé, sin hacerles demasiado caso.
Y al momento ya tenía la música rumbera a todo trapo justo a mi lado, me los quede mirando para que se dieran cuenta de mi molestia.
-¿Le molesta señora? .-Me dijo uno de ellos
No sé qué me molesto más si la música o que me llamaran señora. Me volví a estirar dispuesta a que nada perturbara mi dio de sol.
Al rato de estar a pleno sol quise ir a buscar un agua, como no sabía dónde estaba el bar les pregunte a los chicos.
-No se preocupe señora, que la invitamos a un vaso, o los que quiera de nuestro calimocho.
Señora, otra vez con el dichoso señora.
-Montse, me llamo Montse.-Les dije.
No había probado nunca el calimocho, pero la verdad es que era refrescante y los chicos eran agradables, estuvimos un rato hablando, mientras bebíamos calimocho. Nos habíamos sentando alrededor de la botella con las piernas cruzadas, como los indios y yo veía que las miradas de los chicos se iban sin ningún disimulo hacia el triángulo de mi bikini, que al estar sentada de esa manera hacia que se me marcaran los labios de la vagina de una manera más que evidente. Además, no sabía si eran imaginaciones mías pero me parecía que las manos de los chicos estaban cada vez más rato posadas en mis muslos con la excusa de la charla y además, cada vez más arriba.
Pero ya, entre el sol y el calimocho de las narices tenía un calor que no veas, así que les dije a los chicos que iba un ratito a la piscina.
-Nosotros la acompañamos Sra.Montse, que aquí hay mucho quinqui.- Soltó uno. Habían agregado el nombre, pero el señora no me lo quitaban de ninguna manera.
Y hacia la piscina nos dirigimos, escoltada por mi corte de cuatro gitanillos.
-Es por aquí.- me dijo el que parecía más lanzado.- poniéndome la mano en el culo con todo descaro orientándome hacia la piscina, le quite la mano del culo sin ningún disimulo, no quería que pensaran que podían sobarme como les diera la gana.
Al acercarme a la piscina me di cuenta de un detalle, no sé nadar y de hecho le tengo algo de miedo al agua.
-Oye que yo no sé nadar.- les dije a los chicos.
-No se preocupe que la piscina que la llevamos no cubre nada.- Contesto uno.
Llegamos a la piscina y efectivamente, tenía una rampa que iba adentrándose en la piscina haciendo que el agua te fuera cubriendo poco a poco, me metí hasta un poquito más del ombligo, los chicos me rodeaban entre risas, bromas, empujones…. Las manos ya no eran nada discretas, las notaba en mi culo, mi vagina, sobándome cada vez con más descaro, lo único que quedaba fuera de su alcance era mis pechos y porque estaban fuera del agua, seguro.
Les dije que volvía a la toalla, que ellos se fueran a divertir, ya me parecía que la cosa se estaba desmadrando un poco. Cuando en ese momento sonó una bocina, todo el mundo en la piscina se puso a gritar y dar saltos y una seria de olas empezaron a agitar la piscina, me habían metido en la piscina de olas!!!!
La primera ola me hizo casi caer, pero con la segunda ya perdí completamente el equilibrio y si no me sujeta uno de ellos me voy a fondo. Claro que lo hizo agarrándome directamente de los pechos.
Las olas cada vez llegaban más rápido y más altas, los chicos me habían rodeado y me estaba metiendo mano por todas partes, sin ningún pudor ni respeto a una señora de mi edad, yo con las olas no podía hacer nada por defenderme y sus manos ya campaban a sus anchas por debajo de mi minúsculo bikini tocándome directamente mi pubis, culo, hurgando entre mis labios…. Yo estaba desconcertada, no era por el alcohol, prácticamente no había bebido, pero no sabía qué hacer, como reaccionar, la excusa que me daba yo misma era que si me soltaba me iba a ahogar.
Cuando, note horrorizada, como mi bikini se desprendía de mí, no sabía si había sido por los toqueteos o porque alguno de ellos lo había desatado, yo creo que fue más bien lo segundo, el caso es que note como lo perdía y quedaba completamente desnuda de cintura para abajo en una piscina pública.
-Mi bikini, mi bikini.- Les grite.
Pero ellos hacían como si no me escucharan, mientras ahora sí, sus manos hurgaban en mí sin ningún impedimento, vamos, como si la braguita del bikini lo hubiera sido en algún momento.
La sirena volvió a sonar y las olas empezaron a ser más bajitas, yo no sabía qué hacer, no podía salir de la piscina desnuda. Les suplique que me devolvieran el bikini pero ellos decían que no lo tenían, que se habría perdido en la piscina.
-No se preocupe, Sra. Montse, vamos a buscar una toalla para salir de la piscina y volvemos a buscar su bikini.
Total, que uno se fue corriendo y volvió con lo que más parecía un pañuelo grande que una toalla, me lo coloque en la cintura y sujetándomelo fuertemente me fui hasta donde teníamos las toallas.
Me tumbe boca abajo y les pedí que por favor fueran a buscar el bikini.
-Uf, se está quemando la espalda.- Lanzo el más lanzado.
Si esperar ninguna respuesta me separo las piernas y se arrodillo entre ellas y sentí un chorro de algún aceite caer en mi espalda. Le dije que no, que era igual que en cuanto me trajeran el bikini me iba, pero él ni caso, frotaba el aceite por mi espalda y sin decirme nada, me quito el toalla, dejándome con el culo al aire, estábamos en un rincón del solárium, pero no dejaba de estar prácticamente desnuda delante de ellos cuatro, ninguno había ido a buscar mi bikini claro.
El chico continúo con el aceite, ahora también por mi culo y se debía haber sacado el pene, porque lo notaba entre mis nalgas cada vez que subía hacia mi nuca para frotarme el aceite. Aquello ya se había desmadrado y además yo empezaba a sentir un placer desconocido para mí que nunca había estado con otro hombre que no fuera mi marido, hasta había perdido la virginidad con él y no éramos muy fantasiosos en el sexo. Y ahora me encontraba en una piscina, desnuda de cintura para abajo, un chico frotándose el pene contra mi culo y otros tres mirando. Y aunque la verdad, estaba desconcertada, no sabía que me pasaba, tenía la vagina mojada como nunca la había tenido, decidí que ya era suficiente.
Les dije que me iba, que ya estaban bien, pero claro, ¿Cómo me iba, solo tenía puesto el pequeño sujetador del bikini y estaba boca abajo desnuda?
-Dadme la toallita.-Les exigí todo lo seca que pude.
-No se enfade Sra. Montse, solo era un juego, aquí la tiene.- Me la ofreció uno. Claro que estaba como a un par de metros de mí y no hacia ninguna intención de acercármela.
Así que pensé, ¿Quieren verme el felpudo, no lo llevaba demasiado depilado, pues les voy a dar el gusto.
Así que me levante toda digna, mostrándome a ellos en todo mi esplendor, le quite la toallita de un tirón, me la puse a la cintura y me fui hacia los vestuarios. Con la cabeza baja, casi corriendo, así que no me di cuenta de que los gitanillos me seguían.
Los vestuarios compartían entrada, los de las mujeres a la derecha y los hombres a la izquierda y cuando iba a entrar a lo que creía mi salvación un fuerte tirón del brazo me metió en el vestuario de hombres.
-¿No nos vas a dejar así, verdad?.- Me decía el espabilado- esto tiene que bajarlo Sra. Montse.
Con el estirón del brazo se me había caído la toallita y volvía a estar desnuda de cintura para abajo, los chicos me llevaron en volandas hasta las duchas del vestuario, me dejaron en un rincón de las mismas rodeada por ellos cuatro. Yo me tapaba el pubis mientras ellos me miraban con unas ganas increíbles.
-Sra. Montse.-Comenzó uno de ellos.- Nos ha calentado toda la mañana y ahora no nos puede dejar así.
Yo estaba entre caliente, azorada, desconcertada y mojada, muy mojada, no sabía que me pasaba ni cómo actuar.
-Yo no he hecho nada.-Les dije casi llorando.- Habéis sido vosotros los que no parabais de tocarme.
-Si, si, lo que quiera, pero yo no me voy a casa a si.- Continuo, sacándose un pene de considerables medidas del bañador.
Jolín.-Pensé.- es bastante más grande que la de mi marido.
-Si queréis os puedo masturbar.-Les dije.
-Masturbar.-Rieron.- Mira que es fina la Sra. Montse.
-De entrada deja de taparte, que queremos verte bien.- Me ordeno el jefecillo.- mientras me daba un manotazo en las manos.
Mis brazos colgaban ahora inertes a los lados de mis caderas, mostrándome a ellos.
-Quítese el bikini.- Me pidieron o más bien exigieron.
Muerta de vergüenza descordé la cinta y deje caer el bikini al suelo, por primera vez en mi vida me veía desnuda un hombre que no fuera mi marido y no era uno, era ante cuatro a los que me estaba mostrando.
Uno de ellos se acercó a mí y metiendo la mano entre mis piernas pudo comprobar que estaba muy mojada.
-Si lo está deseando, Sra. Montse.- Me dijo. Y pidió que trajeran un banco.
-Estaremos más cómodos, verdad Sra. Montse.
Llegaron los chicos a la carrera con un banco y me hicieron sentar en el borde, muy discreta con las piernas cerradas. Pero uno de ellos me las abrió dejando cada una de ellas a un lado del banco, a orcajadas, quedando abierta de piernas. Se acercaron a mí y me rodearon sus pollas, yo mantenía los ojos cerrados, llena de vergüenza.
-Abra los ojos señora, que vea lo que tiene a su disposición.- Escuche me decían.
Los abrí, los chicos se habían quitado el bañador y mostraban cuatro bonitos penes, todos bien erectos y todos, pensé, más grandes que el de mi marido.
Uno de ellos me cogió la mano y llevándola a su pene me dijo que ya podía empezar, otro lo imito y empecé a masturbarlos poco a poco. En eso era en lo único que tenía experiencia, a veces se lo hacía a mi marido cuando yo tenía la regla o sencillamente no tenía ganas.
Mientras, los otros dos se masturbaban ellos mismos delante de mi cara. Parecía que les gustaba porque los dos chicos iban dando gemidos de placer. Estaba enfrascada en mis masturbaciones, con ganas de que acabaran cuando los dos que estaban “libres” me fueron reclinando sobre el banco hasta que quede completamente estirara sobre él. Estiraron de mis abiertas piernas y me dejaron el culo al borde del mismo.
Sentí entonces como uno de ellos frotaba su pene entre mis labios vaginales con clara intención de penetrarme.
-Eso no, por favor.- Suplique, aunque también es verdad que no con demasiado ímpetu.- Habíamos quedado en masturbaros, por favor, no, llore, mientras sentía como el pene iba entrando en mí.
-Ponte un preservativo, -le rogué.- No tomo anticonceptivos.-le dije.
-Sí, no se preocupe que ahora mismo voy a la farmacia y compro uno, no te jode.- Le escuche mientras note como sus testículos chocaban contra mi culo.
¿Qué estaba haciendo se preguntaba una parte de mí?, practicando sexo con cuatro desconocidos, en el vestidor de una piscina pública y sin embargo estaba disfrutando, yo que nunca había hecho nada extraordinario con mi marido, que nunca me había acostado con nadie más que él, ahora me entregaba a cuatro chicos que podrían ser mis hijos y encima no podía negar que estaba disfrutando como nunca.
Me sentía llena, el que me estaba penetrando tenía un pene grueso, no me parecía muy largo, pero comparado con la que conocía si me parecía gruesa, muy gruesa. Me penetraba hasta el fondo para sacarla de nuevo casi por completo y volver a introducirla hasta el fondo, poco a poco pero sin descanso, además el chico me estaba frotando el clítoris a la vez, me mordía el labio hasta hacerme daño con tal de que no me escucharan gemir, gritar, pero no pude evitarlo y me corrí como nunca me había corrido, tuve un orgasmo animal, mientras yo misma levantaba el culo para sentir aquel pene más dentro de mí, al mismo tiempo uno de los chicos a los que estaba masturbando se corría sobre mis pechos, notaba el calor de su semen resbalándome por mi pecho, cayendo por mi lado.
Note como el que me penetraba había aumentado el ritmo, se iba a correr, lo notaba y le suplique que no lo hiciera dentro de mí.
-No, por favor, dentro no, dentro nooo, no tomo anticonceptivos- Suplicaba.
Pero al instante note como se corría dentro, la metía y sacaba muy lentamente, sin duda para vaciarse completamente dentro de mí, cuando la saco notaba perfectamente como su semen salía de mi vagina resbalando por mi culo, se había corrido completamente dentro, otra vez, por primera vez en mi vida alguien que no fuera mi marido inundaba mi vagina.
Pero no había acabado todo, me hicieron levantar y entonces si note como resbalaba su semen por el interior de mis muslos, al segundo que estaba masturbando no había conseguido correrse todavía y quedaba el tercero que se había estado masturbando con paciencia, sin duda esperando su turno.
Me hicieron arrodillar delante del banco y ponerme de bruces sobre él, al que había estado masturbando se sentó a horcajadas delante de mi cara y frotaba su pene por mi cara con la intención de que abriera la boca y se la chupara, pero lo que realmente me dio espanto fue sentir como me estaban separando las nalgas y un pene se apoyaba en mi ano, había dos cosas que nunca había hecho con mi marido, dejar que se corriera en mi boca y sexo anal y eso que el llevaba más de 20 años pidiéndomelo.
-Por el culito no, no, nunca me lo ha hecho por ahí.-Suplique otra vez.
-Por el culito dice, mira que es fina la Sra. Montse.- Me decía, esta vez mis suplicas tampoco tuvieron efecto.
Mi marido nunca me lo había hecho por ahí y al no estar relajada apretaba el esfínter, así que el chico no conseguía metérmela, note que dejaba de apretar y un salivazo cayo en mi ano, al instante un dedo se coló en mi culo, hacia movimientos de rotación para dilatarlo, escuche un nuevo salivazo, pero esta vez se debía estar lubricando el pene, porque no note nada, bueno si, otra vez el pene apuntalado en mi ano, esta vez sí note como me abría y algo se metía en mi culo, por ahora no dolía, pero el gitanillo, al ver que ya tenía la punta bien colocada, se cogió a mis caderas y empezó a empujar, no lo hacía bruscamente, pero si con insistencia, hasta que note como mi ano se dilataba y su capullo entraba en mí, entonces si dolió, era un dolor agudo, intenso, grite, gran error, el chico de delante aprovecho mi grito para metérmela en la boca, me sujetaba por la nuca para que no me la sacara de la boca, me la metió tan adentro que pensé que vomitaba, pero el que me la estaba metiendo bien adentro era el de mi ano, parecía que nunca acababa de empujar, hasta que al fin, en medio de un gran dolor, note sus testículos frotarse contra mi vagina, pensé que mi tortura había acabado y más cuando note que el chico se retiraba, sacándomela casi por completo, pero repitió la operación esta vez más deprisa, lanzándome contra el pene que tenía en la boca con cada embestida.
El chico me tenía sujeta la cabeza y penetraba mi boca como si la estuviera follando, yo quería pedirle, suplicar otra vez que no se corriera en mi boca, pero no podía articular palabra, las lágrimas caían por mi cara, por el dolor de mi ano, la humillación de estar en esa situación y también por el morbo, por el placer que estaba sintiendo precisamente por estarlo. Así que el chico se corrió en mi boca, ya sé que me repito, pero insisto, no tenía más experiencia que con mi marido, a él nunca le había dejado correrse en mi boca y ahora un desconocido lo estaba haciendo, continuaba agarrándome la cabeza así que no tenía más remedio que escupir su semen y tragarme lo que no podía, además, los empujones del de mi ano continuaban empujándome hasta este y el chico se corría y corría, nunca había pensado que se podía eyacular tanto y ya tragaba más de lo que escupía, finalmente la saco de mi boca y me la restregó por toda la cara, dejándome llena de su semen, con el culo atravesado por un pene pasándome lo que nunca creí pudiera pasarme, me corrí!!!!, me volví a correr por segunda vez y esta con un pene clavado en mi culo, un pene que continuaba entrando y saliendo de mí, que me hacía daño todavía y me estaba corriendo. Los gitanillos se dieron cuenta, era difícil que no lo hicieran claro.
-Vaya Sra. Montse, parece que está disfrutando, ¿no?, a lo mejor tiene que venir más a menudo al parque.- Reían.
El de mi culo todavía aguanto un par de minutos más, no sabía si se notaría cuando se corren en tu culo y vaya si se nota, note el calor de su leche en mis entrañas, mientras él sujeto a mis caderas se acababa de correr, cuando saco su pene de mi note como su semen salía de mi ano, mezclándose con el que todavía salía de mi vagina y corriendo ambos por mis muslos.
Quede estirada sobre el banco, con la leche de todos ellos sobre mi cuerpo, mi culo, mi vagina, mi cara…..
-Bueno Sra. Montse, ha sido un placer, nos volveremos a ver, no se preocupe.- Me dijeron mientras se iban y me dejaban tirada en el vestuario.
Me tenía que levantar e irme, pensé, ahora no entendía como no había entrado nadie en el vestuario, era el de hombres y no quería que me encontrara así alguien.
Vi la toallita en un rincón de la ducha y me la puse, siempre podía decir que me había equivocado, me fui a mi vestuario, me di una gran ducha, frotándome toda, limpiando mi vagina, mi ano, del que salía un poco de sangre, sin duda por algún desgarro, no sé cuánto rato estuve debajo del agua.
Fui a vestirme y me di cuenta de la desaparición de mi bikini, así que solo pude ponerme el pareo, coger el tren y desear que nadie se diera cuenta de que iba desnuda.
Llegue a casa sin problemas, me quite el pareo y me di otra ducha, desnuda me tumbe en la cama y empecé a recordar, poco a poco mis piernas se fueron abriendo hasta que mi mano llego hasta mi vagina, encontrándola mojada, me fui masturbando despacio, recordando todo lo que había pasado hasta que arqueando la espalda tuve un fenomenal orgasmo.
-Vaya, pensé.- esto tampoco lo hago con mi marido.- y una sonrisa se dibujó en mi cara.
Me dormí, desperté para cenar, ver un rato la tele y volver a la cama, mi marido todavía estaría un par de días más de viaje.
A la mañana al cambiar las cosas de bolso descubrí que no tenía el DNI, no sabía si lo había perdido, robado, pero cuando baje al buzón, lo descubrí.
Allí estaba mi DNI, con una nota, “Sra. Montse, se lo dejó en la piscina y hemos venido a devolvérselo”, ellos me lo habían quitado y ahora sabían dónde vivía, no solo eso, impresas habían dejado en el buzón alguna foto de lo que había pasado, en mi delirio no me había dado cuenta de que estaban sacando fotos con sus móviles, se me veía ya desde el bronceado, las duchas, en todo tipo de situaciones, con mi cara completamente al descubierto.
¿Qué pasaría ahora?