Montaña rusa (INTRODUCCIÓN)

La vida es como una montaña rusa, tiene subidas, tiene bajadas y puntos medios donde no pasa nada, es tu decisión elegir subirte en ella o ser un simple espectador, esta es la historia de Adrián, un chico que esta por decidir en donde estar.

Creo que hay veces en las cuales uno se pregunta, ¿por qué no soy feliz?, ¿por qué tal él o ella sí lo son si a leguas se ve que son un asco de personas?, ¿por qué yo no si soy tan buena persona?, ¿acaso el amor existe en verdad o solo es una idea utópica que nos plantan nuestros padres y profesores para regular nuestro comportamiento?, estas y muchas más preguntas de este tipo me he hecho a lo largo de mis 21 años de vida y si, lo sé, puede que sean cuestionamientos un tanto tontos, sin sentido, pero vaya, creo que todos nos hemos hecho las mismas preguntas a lo largo de nuestra vida y no una o dos veces, si no cientos, la vida es una montaña rusa, tiene subidas, las cuales nos hacen sentir grandiosos, poderosos, alegres, estas se ven reflejadas en nuestros logros, en los nacimientos de nuevas relaciones, el fortalecimiento de las no tan nuevas y en la alegría de convivir con lo que nos rodea, pero las montañas rusas también tienen bajadas, esas que al momento de sentirlas piensas que no pasará nada, pero apenas te inclinas un poco y ya hay gritos, llanto, miedo, eso en nuestra vida se ve reflejado en nuestros temores, en nuestras decepciones, nuestras fallas, en la muerte de viejas relaciones que creíamos eternas; pero hay momentos en que la montaña rusa va en línea, no sube, no baja, va derecha, esos son los momentos de estabilidad y monotonía de nuestras vidas, donde pasa de todo, pero a los demás, nosotros solo somos meros espectadores viendo la vida pasar y quejándonos (o no) de por qué la vida del otro es más interesante que la nuestra, pero bueno, en este punto de la lectura se han de preguntar "¿alguna vez escribirá sobre relaciones, sexo, habrá personajes o historias nuevas que leer o solo se la pasará diciendo una sarta de estupideces sin sentido?", la respuesta a ello es si, hablaré de relaciones, de distintos tipos de relaciones, ¿habrá sexo en mis relatos? eso ni yo aún lo sé, creo que para ello debe fluir mi redacción de una manera muy buena y natural para que tal acto no se vea forzado, y respecto a los personajes e historias, esta lectura misma es la introducción a mi primer historia, lo que les he puesto a leer es para que en su inconsciente puedan entender un poco de la psique de Adrián, un chico un poco tímido, de buenos sentimientos, al cual la vida lo ha tratado muy mal y ve como todos a su alrededor cumplen sus sueños mientras él es... un simple espectador.

Por lo regular todas las historias inician con "me desperté...", pero no la mía, yo no quiero despertar, yo quiero dormir, mis sueños son el único lugar en el cual puedo ser quién yo quiera, en ellos puedo ser un super héroe, un detective, un caballero hasta un perro puedo ser y lo más importante, puedo amar a quién yo quiera, en este caso es un chico de mi escuela, Roberto, el chico más popular de la escuela; mide 1.85, tez apiñonada y cabello chino color negro, sus ojos, vaya ojos que tiene, parecen dos zafiros incrustados en sus ojos, tienen un todo azul tan puro y tan brillante que si no lo conocieras desde el kínder, como yo lo conozco, pensarías que son lentes de contacto, aparte de su altura y como es su rostro, he de decirles que tiene un cuerpo de muerte, no por nada es el capitán del equipo de americano de mi escuela; soñaba que me agarraba de la mano y me llevaba a una cita, donde al estar caminando un rato llegamos a un parque de diversiones, había mucho color y mucho ruido, no soy el tipo de persona que le gusta estar en lugares muy concurridos pero estaba con Roberto, seguíamos caminando, viendo todos los juegos y atracciones, siempre de la mano, en eso, frente a nosotros se nos apareció una montaña rusa, la más grande que yo haya visto, " THE HEARTBREAKER" tenía escrito en el letrero, el rompecorazones traducido al español; él se quería subir, pero yo no, le tenía mucho miedo a las alturas; él me insistía e insistía en que quería subirse, pero solo conmigo, yo seguía negándome, el seguía insistiendo, me empecé a marear, la música, los olores, su voz, las risas, todo daba vueltas a mi alrededor, el cielo se oscurecía, veía como el al final se enojaba y se iba, pero no se iba solo, un chico rubio, de piel muy blanca iba con él, me miraba fijamente a los ojos mientras yo le gritaba a Roberto que no me dejara, esos ojos, eran más hermosos que los ojos de Roberto, eran un tono esmeralda muy bonitos, pero el chico tenía una mirada muy fría que evitaba que le sostuvieras la mirada por más de cinco minutos, pero él seguía viéndome, se reía y yo lloraba, me sentía asustado y solo veía como ambos subían juntos a la montaña rusa, la rompecorazones le llamaban, mejor nombre no pudo tener....

Me levanté de un grito y completamente sudado, ese sueño ideal se había convertido en toda una pesadilla, todo había sido tan vívido, tan real, tanto que aún me acuerdo de los rasgos de aquel chico rubio con ojos de serpiente, de esos bellos ojos esmeralda, fríos como la misma joya que lleva su nombre; eran las 5:30, entraba al colegio a las 8 de la mañana, por lo que decidí ponerme un pants y salir a correr, salí de mi cuarto y atravesé el pasillo, no quería levantar a nadie, al ser primer día de clases, todos seguían durmiendo, menos yo por supuesto; mi colegio es un tipo de internado, es mixto, pero los chicos y las chicas tienen dormitorios diferentes, se supone que es el mejor instituto del país, en el van hijos de famosos, de políticos y de extranjeros, el terreno es gigantesco, el edificio principal, donde está el auditorio y un comedor para eventos especiales esta al centro, es un viejo castillo el cual tenía más de mil puertas, donde la mayoría siempre estaban cerradas, ya sea porque era el despacho de algún profesor o la llave o la puerta estaban tan viejas que ya no abrían, fuera del edificio principal había un jardín inmenso el cual se dividía en cuatro caminos diferentes, el primer camino hacia la derecha llevaba al dormitorio de las mujeres, ahí dormían chicas de 15 a 18 años de edad junto a las profesoras, era un bello edificio de cinco pisos cubierto de rosas, el primer piso era una sala y un comedor para que todas pudieran desayunar, merendar o cenar algo, el segundo piso era el piso de las novatas, las de primer año, el tercer piso era el de las chicas medianas, las que empezaban a agarrar poder porque veían ya cerca la salida de las chicas del cuarto piso, las de último año, las más populares dentro del colegio por la misma antigüedad que tenían, y en el último piso, las profesoras, las cuales mantenían el orden en el edificio; el edificio al lado de ese, era el área deportiva, había cancha de americano, de básquet, de vóley, de football y tenía piscina techada, el edificio continuo a ese eran los salones de clase, cada grupo tenía el mismo salón por todo un año, siendo estos cinco salones de cada grado, el último edificio era el mío, en el vivíamos todos los chicos, aquí en vez de haber rosa había gardenias ya que según la dueña actual, calmaba más el espíritu conflictivo de los chicos, el orden de las habitaciones en el edificio era el mismo que en el de las chicas, solo que en ellos los profesores no prestaban tanta atención a la conducta de los chicos en el mismo.

Pero continuando con lo que les decía, salí a correr en dirección al multideportivo, me gustaba nadar ahí cuando nadie me veía, por lo regular iba en las madrugadas ya que el vigilante, Don Jaime, me daba permiso, él era un hombre de unos 60, 70 años de edad, él ha trabajado en la escuela desde que la fundaron, de hecho, aquí conoció a su esposa. Me quité toda la ropa, me gustaba sentir el agua fría recorrer mi cuerpo al moverme debajo de ella, estuve nadando fácilmente más de una hora, viendo el reloj, efectivamente llevaba más de una hora, ya eran las 6:30, decidí dar una última vuelta cuando al salir del agua, totalmente desnudo, me deslumbró una luz, el sonido de una cámara, me acababan de tomar una foto desnudo y solo escuché pasos alejarse.

Me vestí como pude y corrí a los cuartos, ya habían algunos despiertos, veía el cómo pasaban chicos de cuarto en cuarto, unas risas por acá, unos insultos por allá, el piso olía a juventud y a café recién hecho, me fui directo a mi habitación y me metí a bañar, decidí dejar mi ropa fuera, en la habitación, ya que soy de los pocos en el internado que no comparte habitación, la mayoría lo comparte con uno o con dos compañeros más, el sentir el agua caliente contra mi piel desnuda era una sensación totalmente distinta al del agua fría de la piscina, el agua me relajaba y eso hacía que mi miembro se fuera despertando, me empecé a sobar lentamente mi cuerpo, recordando el sueño que había tenido esa misma noche, pero volvieron a mi mente esos ojos verdes, mirándome fijamente, por lo que no pude terminar aquello que había comenzado, me salí de la ducha y me vi en el espejo, no era tan musculoso como Roberto, pero yo, Adrián Corona, tenía una complexión decente, no era muy alto, pero mis 1.78 de altura me tenían muy feliz, mi piel blanca y mi pelo lacio y negro también me gustaban, mis ojos eran de un tono normal, café oscuro, nada de otro mundo, el cuerpo lo tenía en realidad fibrado por tantas corridas que daba cada mañana y mis nados nocturnos habían hecho que mi espalda fuera ancha y bien formada, mis piernas eran mi mayor orgullo, eran grandes y fuertes, me agradaba el chico en el espejo, estaba pensando en eso cuando escucho una voz familiar en mi cuarto y otras dos voces desconocidas en mi habitación, la primera voz era Don Pascual, el director del instituto, me alarmé, él solo iba a las habitaciones de los estudiantes si había ocurrido un accidente a algún miembro de la familia del alumno visitado o si lo iban a expulsar, sabía ya de facto que no me iban a expulsar, mis calificaciones son las mejores de mi generación, entonces solo quedaba una opción, mi padre, mi mamá o alguna de mis hermanas habían tenido un accidente, salgo cubriéndome con la toalla y lo veo, un chico rubio, como de 1,83, piel blanca y muy guapo, junto a él había otro chico, este era más pequeño, mediría un 1,75, él era moreno, cabello rapado de los lados y un copete en el medio color negro azulado y una perforación en la oreja derecha, sus ojos eran muy grandes para su cara, de un misterioso color gris, mientras que el rubio tapaba sus ojos con unos lentes de sol tipo aviador. - ¡ah! ahí estas, él es Adrián y será su nuevo compañero de cuarto. - les dijo Don Pascual a los dos chicos que estaban en mi habitación, bueno al parecer ahora nuestra habitación. -Adrián, ellos son Gustavo y Santiago, son nuevos en el colegio, espero seas buen anfitrión y les muestres el lugar. - Y con lo mismo se retiró, yo me quedé solo con estos dos chicos guapos en el cuarto, ellos completamente vestidos y yo con solo una toalla puesta. - ¡Hola, mucho gusto en conocerte, soy Santiago! - me dijo el pequeño chico de ojos grises, el cual no me quitaba la vista de encima. - Un gusto Santiago, me llamo Adrián, pero me puedes decir Adri y tú has de ser Gustavo ¿verdad? - Pero él no respondió, solo se limitó a quitarse sus gafas y voltearme a ver, sus ojos eran verdes, muy cercanos a las esmeraldas y tenía una mirada fría, como de serpiente, sus ojos me parecían familiares, a los de mi sueño.

A partir de este día ya éramos tres en este cuarto, yo, Santiago, el cual me dijo que le podía decir Santi y el antipático, pero aun así atrayente, Gustavo.