Mónica y Alba, Halloween ardiente.

Halloween 2021. La gente se divierte como quiere y ellas, también. Una mujer madura y otra joven. Se conocen en un bar y de ahí van a disfrutar de una noche especial en la que las protagonistas son ellas dos, sus cuerpos y sus instintos más primitivos. Hechos reales y vividos por ellas.

31 de octubre 2021.

Asturias.

Gijón.

Noche de Halloween tras la pandemia que nos ha azotado a todo el mundo.

Historia real.

Ya podemos salir a fiestas, ya que casi toda la población está vacunada, y que mejor que disfrutar de una fiesta que se hace con mucha fantasía. Como autor de la historia, no voy a contar como se divierte la gente, es más, no voy a decir cómo se han conocido las personas protagonistas de dicha historia, eso queda para ellas. Pero si voy a contar lo que dos personas hicieron en la noche ya de madrugada, en frente de mi casa, porque era el fin de semana (el lunes era festivo nacional) largo y mi calle se quedó desierta de vecinos, yo tenía que trabajar, jejeje.

Eran las tres o cuatro de la madrugada, me estaba preparando un té caliente para seguir con mi trabajo y oí como un coche aparcaba silenciosamente en mi calle, justo al lado de mi puerta, y no quise mirar mucho, pero a esas horas no tenía pensado recibir ninguna visita, por tanto, miré por la ventana y pude ver un coche Suv que tenía a dos personas dentro. En el asiento del conductor una mujer muy bella, rubia y entre los 25 y 30, aunque en la madrugada y como se maquillan las mujeres para salir de fiesta pueden parecer incluso más jóvenes, que lo sé. Pero esta mujer que la llamaré Mónica tiene treinta años. La otra persona que vi en el asiento del copiloto era más joven, mucho más joven. Pensé incluso que sería parte de su familia, pero ese pensamiento se me quito en cuanto vi cómo tras apagar el motor del coche y las luces de posición, se besaban, pero no un beso cordial, Nooo, un beso juntando sus labios, mientras una mano de cada una de ellas acariciaba la melena de la otra. Es más, la persona joven, era una mujer jovencita de unos 18 años, al menos esa fue mi impresión al intentar ver un poco, pero viendo que no las conocía de nada, pues seguí con mi trabajo. Apague la luz y me retire de la ventana, no era cuestión de que ellas, que estaban cómodamente en el interior del vehículo se cortaran o se fueran, la calle realmente estaba totalmente a oscuras, ideal para que muchas parejas vengan en sus coches y den rienda suelta a sus intentos sexuales a flor de piel en dichas ocasiones.

Paso como media hora y oí como cerraban las puertas, eran casi las cuatro de la madrugada, y me asomé de nuevo, ya que la curiosidad siempre mata al gato, jejeje. Y entonces vi que estaban ambas mujeres, Alba, que la llamaré así a la joven y Mónica, en la parte de atrás del vehículo, recostadas y notando como sus cuerpos estaban más pegados de lo habitual.

Alba estaba con una minifalda corta y pude ver también que llevaba el disfraz de Vilma, protagonista de la serie Scooby Doo, para quien no sepa quién es. Mónica no iba disfrazada, es más, llevaba un pantalón largo oscuro o al menos eso pude apreciar.

Alba no tenía mucho pecho como Mónica, pero si pude ver lo que mis ojos nunca dejarán de recordar y que cuento a continuación, ya que ambas me han pedido que lo cuente, al menos como yo lo vi y creí que ellas sentían.

Alba al estar en mini falda, pues podía abrir sus piernas para que los dedos de Mónica pudieran jugar con su braguita e interior, pero Mónica tenía que bajarse el pantalón y su tanga, si, tanga, por eso, note como alzaba su cadera y se quitaba todo el pantalón, dejándose su tanga puesto.

Realmente pude ver lo que hacían porque esa noche la luna estaba radiante, no había una nube y no hacía falta forzar mucho los ojos para ver lo que ellas hacían, y esto es lo que hicieron realmente.

Mónica comía la boca con ansia, con pasión a la joven Alba, mientras ella no paraba de tocar las tetas de esa madurita que la tenía toda mojada, con tanta ansia que le saco sus tetas del sujetador y acariciaba, tocaba y pellizcaba esos pezones duros como diamantes, mientras que Mónica no paraba de meter la lengua es esa boca jugosa que tenía Alba mientras empezaban supuestamente los jadeos, porque los gemidos creo que se quedaron en sus primeros besos.

Los dedos de Mónica ya estaban entrando dentro de la braguita de Alba, completamente mojada, excitada y con su coño hinchado, sabiendo que eso iba a llevar a un maravilloso orgasmo, pero entonces separo su boca de esa madurita y agarro una de las tetas ya más que erizada, hinchada y dura para meterse el pezón en su boca, morderlo con sus labios, incluso dientes y besar como se puede besar a una mujer, con tanta necesidad, mientras que con sus manos seguía tocando por un lado, la cadera y con la otra mano la otra teta.

Mónica quería tener a esa hembra caliente como a ella le gusta, ardiendo, que jadeara y que abriera sus piernas más por eso, empezó a meter un dedo muy lubricado entre los labios de ese coño juvenil empapado por el deseo y la lujuria, mientras que sus otros dedos tocaban sus labios y el dedo pulgar frotaba ese clítoris duro, erguido y que solo una mujer sabe hacer que se ponga más excitado que cualquier otra persona o juguete sexual.

Entonces Alba separo su boca del pezón de Mónica y se estiro en el asiento plegado del coche, mientras abría más sus piernas y empezaba a jadear rápidamente porque estaba notando como dentro de su coño empezaba el rito de “me voy a correr como una cerda” sutilmente descrito por el autor que suscribe dicha historia.

Por eso cuando Mónica noto que Alba se estiraba, llevo su rostro, su boca directamente al coño juvenil y apartando con su otra mano la braguita chorreando de Alba, puso su lengua en donde estaba su dedo pulgar, sus labios besaron apasionadamente y con deseo ese maravilloso musculo que tiene toda mujer y sin apenas coger aliento, succiono su clítoris, jugando con su lengua, labios y boca, saboreando también esos jugos que manaban del interior de esa joven, para que así, mientras dos dedos empezaban a follar su interior, la boca realizara lo que solo una mujer sabe hacer a otra mujer, una comida de coño en toda regla, un famoso cunnilingus que solo las más experimentadas practican con la maestría indudable, y por eso Alba no pudo aguantar la explosión que tuvo dentro de ella, no pudo tampoco evitar que su cuerpo empezara a vibrar, y no quiso aguantar los jadeos, gritos y aullidos que salieron de su boca tras recibir esa comida de coño, tanto que cayó en el asiento, con las piernas intentando ahogar la cabeza de esta madura porque era el instinto natural de Alba cuando se corre.

Pero no quedo aquí la cosa, no. Alba, se quitó la braga. O más bien levanto su culo para que Mónica le quitara la braga. La mini falda se quedó en la cintura, y su suéter o jersey se lo quito, porque le sobraba, porque tenía un calor muy grande y porque sus tetas pequeñas, pero con pezones sensibles, necesitan salir de su sujetador y ser libres.

Indico que Alba estaba tumbada y Mónica casi a cuatro patas para poder comer el coño joven, pero como la joven era de estatura algo menos que la mujer madura, pues se incorporó y le dijo que se tumbara, para así poder comerse mejor, porque ya era hora de un rico y jugoso 69 lésbico dentro de un coche amplio y grande, como son los Suv.

Mónica también estaba con ganas de recibir su merecido “tratamiento coñil” ya que para eso estaba allí con su presa. Si, presa. Alba era y es una presa, ya que está madura no había salido a pasar bien la noche, había salido de caza, por eso tenía una de las mejores presas que había cazado durante mucho tiempo. Así que, se tumbó boca arriba en los asientos, poniendo sus pies es los reposa cabezas de los asientos delanteros que estaban plegados hacia delante, y como el asiento de atrás estaba plegado hacia el maletero, digamos que casi había una cama en dicho interior, por eso estaban tan cómodas. Estaba claro que Mónica tenía ese vehículo por muchos motivos, pero uno de ellos es porque así puede follarse a sus víctimas mejor.

Cuando la mujer madura estaba completamente tumbada y abierta de piernas, Alba se sentó en la cabeza de Mónica y abriendo sus piernas, se tumbó para ahora comerse ella el coño maduro, ya que al tener un tanga solo tenía que apartarlo un poco, y se encontró con unos labios brillantes por todo lo que había pasado antes, dichos labios hinchados, y separando con cada dedo índice, paso la lengua desde el clítoris hasta llegar a la entrada, saliendo un ardor uterino e invitando a que su lengua joven entrará en dicha cavidad.

Mónica volvió a ese coño joven con su boca, y más ahora que estaba recién corrido, lamiendo, metiendo su lengua para absorber todo el líquido blanquecino que salía y que sabía al mejor orgasmo juvenil que una boca puede tener para paladear.

Alba incluso volvió a jugar con su lengua en ese clítoris maduro, e intentando dar el placer que ella había recibido minutos antes, que aunque no tenía la experiencia de una vida comiendo coños si sabía perfectamente chupar un clítoris, sabía que las prisas no conllevan a nada, pero que ir lenta tampoco hace mucho, por eso entre besos, mordiscos con dientes suavemente o con labios y frotando con los dedos, ese clítoris maduro se puso muy rígido, intentando salir de los pliegues que lo escondían, pero entre ellas supieron poner sus clítoris al rojo vivo aunque no se veía nada de nada, por la oscuridad.

Alba volvió a jadear por lo que estaba sintiendo en su coño realizado por Mónica, experta en el difícil pero placentero arte de “comer un rico coño” y la joven se esmeraba cada vez más, sobre todo por lo que ella estaba recibiendo en su joven coño, por eso, sin querer, pero sin dudar ni un momento, estas dos mujeres empezaron a mover sus vientres, a mover sus culos, a mover sus cuerpos. Alba volvía a sentir ese ardor interno, previo a una erupción no volcánica, sino uterina, y Mónica no se queda corta, empezaba a contraer sus paredes vaginales, sobre todo cuando Alba metió tres dedos, no uno ni dos, sino tres en ese coño que ya estaba más que dilatado, para frotar, para follar, para penetrar como si fuera un juguete sexual, y follarla hasta que se corriera.

Mónica también metió dos dedos en ese coñito, pero también metió un tercer dedo en ese culito tímido y cerradito de Alba, bien lubricado por la saliva, por la mezcla de la saliva de la boca y los jugos que aún salían del coño joven y entro de tal manera que la joven no podía aguantar esa sensación de ser follada sus dos agujeros calientes, por eso cuando empezó Mónica a follar rápidamente, Alba no aguanto mucho, aunque ella quería aguantar hasta que la madura se corriera en su boca, pero no pudo por mucho, y entonces el coño maduro se contrajo por dentro, moviendo su cadera y diciendo casi a gritos que se corría, por eso nuestra joven protagonista no aguanto más y gritando que se corría junto su cadera, su culo hacia la cabeza de su amiga, y así, cayendo ambos cuerpos y uniéndose en ese balanceo orgasmal, ambas tuvieron lo que pocas mujeres pueden coordinar y desean, un verdadero orgasmo conjunto o como yo lo denomino “nos corrernos a la vez porque estamos calientes y nos gusta”.

La verdad es que ambas tuvieron un fuerte orgasmo, porque no se movieron mucho, respiraban aceleradamente, y solo notaban en sus interiores como vibraban sus cuerpos, pero en el exterior notaban la una a la otra como sus coños palpitaban de dicha explosión coñil.

Cuando ya pudieron mover algo sus cuerpos, Alba sin decir nada, se cambió de posición e intercalando sus piernas, junto su coño con Mónica, el denominado “tijeras” que por cierto, no es nada fácil de hacer dentro de un coche, pero que ellas pudieron hacerlo, ya que la joven tenía mejor agilidad por la posición en la que se encontraba y Mónica, al estar tumbada, podía abrir mejor sus piernas, por eso cuando sus labios se rozaron, no puedo explicar bien lo que sus cuerpos sintieron, pero es esa sensación de que algo duro pero tierno a la vez, mojado y lubricado, caliente y palpitando se roza contra tu misma parte de tu cuerpo. La mente no sabe cómo definirlo, pero tampoco sabe que se sienten estimulaciones de tal manera que solo dos mujeres saben hacer que frotando hacia un lado y hacia otro, sus dos clítoris se besan, sus dos coños de frotan, y sin necesidad de penetrarse, consiguen encadenar otros orgasmos, y si, digo solo las mujeres son capaces de sentir eso, por eso, estas dos mujeres empezaron ese baile ceremonial juntando sus coños, hasta que sin poder aguantarse mientras se tocaban, apretaban y sobaban sus tetas volvieron a tener otro orgasmo cada una, porque si, su “tijeras sexuales” dieron el resultado que buscaban, sus coños corriéndose como dos cerdas, sexualmente.

Tras correrse Alba cayó encima del cuerpo de Mónica y se besaron, como pudieron, porque estaban casi sin respiración, pero la pasión tras los orgasmos hace que los besos sean metiendo lengua y mirándose a los ojos, o dicho de otro modo “besos con ganas de más si o si”.

Pero debo de indicar una cosa antes de seguir, y es que eran las cuatro y pico de la madrugada, casi las cinco. Ellas, ambas habían estado bebiendo en la fiesta en la que se conocieron, y aunque habían vaciado sus vejigas antes de montarse en el coche, cuando se bebe, el cuerpo acumula líquidos. No pasa nada, a no ser que tras correrte varias veces te entren ganas de si, mear. No es cuestión de hacerlo allí, dentro del coche, y a Mónica le entraron ganas. Pensó que se bajaría del coche, se agacharía y lo haría, allí, pero para eso, este buen escritor se acercó a su coche, las aplaudí llamo con un dedo al cristal, para indicarles que, si necesitaban algo, su casa estaba para ellas. Les felicité por el buen show que me habían regalado a mis ojos aplaudiendo casi silenciosamente para tampoco que se creyeran que soy un voyeur, y antes de que se enfadarán, les ofrecí el que fueran al baño, sin compromiso a nada, para que así se aliviaran.

Mónica hablo con Alba, y la joven le dijo que la verdad es que tenía ganas de ir, así incluso podrían seguir una vez vaciadas sus vejigas, por lo que tanto la mujer madura como la joven, intentando ponerse algo de ropa, porque estaban completamente desnudas dentro del coche, cerraron la ventana, cerraron el coche y entraron en mi casa, es decir, diez pasos desde el coche. Primero entro Mónica y se quedó en la puerta, y luego entro Alba. Les indique donde estaba el baño y se fueron las dos riendo, pero bien necesitadas de sentarse en la taza del váter.

Yo esperé tranquilo sentado en la silla de la cocina, tomándome otro té. Cuando salieron me agradecieron mi ofrecimiento, y antes de irse, me dieron el saludo de mano que se suele hacer.

Y con esto, acabo al menos mi parte de ver como dos mujeres se follaron enfrente de mi casa, aunque sé que seguirían hasta el amanecer en otro lugar, porque cuando se montaron en el coche, arrancaron y se fueron. Yo creo que les corto un poco el saber que un hombre las estuvo viendo, pero bueno, también agradecieron no tener que mear en la calle, cosa que, aunque da igual cuando vas de fiesta, lo que no te apetece es tener que limpiarte el coño con un pañuelo de celulosa o estar mirando de un lado para otro porque alguien te pueda ver lo que es una necesidad fisiológica del cuerpo humano. Pero sí sé que se fueron, y no volví a verlas.

Espero que al menos ellas disfrutaran más de lo que yo pude ver y contar.

Un beso en donde quieran para ambas, porque sé que al menos una, me va a leer su polvo de Halloween 2021.