Mónica, la sirena sometida III

Continuación del castigo de la sirena quien es doblemente perforada y está por tener el orgasmo de sirena más animal de su vida

Mónica, la sirena sometida III.

Dos hombres, uno negro de 190 CM y otro blanco de 180CM se sortearon los orificios. El negro le daría por culo mientras que el blanco por coño.

El negro se tumbó de espaldas en el suelo para que en su pecho se tumbase Mónica. Aunque era molesto el volumen de la bolsa en la cara del hombre, a este no le importó y mientras su compañero se preparaba para follarla por el coño, pellizcaba y tiraba de sus pezones para que Mónica chillase y así se terminase antes el aire.

Mónica podía escuchar todo lo que los hombres en la sala decían de ella.

“qué sirena más puta!, como me la he follado!, la van a reventar esos dos!. Te vamos a preñar y tendrás sirenas más putas que tú!”.

Mónica no podía resistirlo más, el coño y el culo le quemaban, y las dos pollas estaban por entrar en ella.

Sin prevenirla la perforaron, le hicieron ver las estrellas. La bolsa se hacía más grande y más pequeña a mayor velocidad que con los anteriores. Los gemidos y jadeos eran más intensos, sus agujeros no podían soportarlo más.

Sin embargo, esta tortura más intensa, con más ingredientes, estaban provocando en ella un placer único. Su coño y culo se entregaban con más intensidad y no sabría como explicarlo. Se preguntaba si acaso era el jengibre, o como la estaban follando.

El orgasmo estaba por llegar. También el aire de la bolsa estaba por agotarse. Los espectadores, el ama y el resto de participantes, tendían que debatirse entre mirar como era follada, o en su cara al saber que el orgasmo estaba al punto y su asfixia también.

En un instante de lucidez Mónica chillaba y decía.

“ama, por favor pare esto! No puedo resistir más!, no quiero asfixiarme!, decidles que paren!” el ama, sabiendo el punto en el que se encontraba su sirena le respondió.

“Responde puta: te gusta lo que sientes?, te gusta lo que te hacen?, estás disfrutando?”. ella sabía que sí, sabía que estaba por correrse y también que se quedaría sin aire.

“Síííííííííííííí!, no quiero pero sí me gust… ya no puedo respir….”. La bolsa se pegaba a su cara, sentía cuna gran presión en su cabeza. comenzaba a sacudirse como reflejo de la falta de aire. Al mismo tiempo su cuerpo se estremecía por el intenso orgasmo. Su espalda se arqueaba sobre el negro que la sujetaba, y su pelvis se alzaba como gesto de entrega a la polla del blanco que la perforaba. Quiso separar las piernas y consiguió desgarrar la cola de sirena.

Un último gemido ahogado, silenciado por la bolsa, era el anuncio de su corrida.

Se corrió como nunca antes. El fuego de sus agujeros se apagaba con sus propios fluídos, casi de inmediato la llenaban de leche y como broche a tan sublime acto, el hombre blanco tiraba de las puntas de los extremos sueltos del lazo para ceñir más si cabe, la bolsa e intensificar la asfixia de Mónica.

Su ama la miraba a los ojos que sin palabras le suplicaban que la liberase. La boca abierta, como los peces a punto de asfixiarse si están fuera del agua, Mónica hacía el último esfuerzo por respirar un aire que ya no tenía.

El ama con el dedo índice, perforó la bolsa justo en el punto de la boca abierta de Mónica que de inmediato cogió aire y así, poner fin a su agonía.

El cuadro que se mostraba al público en internet era denigrante a más no poder.

Los ocho hombres rodeaban a la puta sirena, que animados por el ama, comenzaron a bañar de una fluída y humillante lluvia dorada. No había milímetro de piel que no fuese cubierto por el nausiabundo líquido. Los más desquiciados, jugaban a acertar al agugero de la bolsa, en la boca de ella quien debía tragar y dejarles hacer.

Al terminar tan denigrante juego, los participantes dejaban de estar en pantalla para solo mostrar al ama y a Mónica en el centro del plató.

El ama con guantes y careta de protección, tiraba de la bolsa junto con el lazo para descubrir la cabeza de Mónica. La cogía de los brazos y los extendía como si la sirena estuviese tumbada sobre una cruz.

A los pies del ama, se veía una caja que era de suponer, un nuevo juguete para su sirena.

“Sí, se lo que estáis pensando, este es el fin. Sin embargo, os tengo una sorpresa, para vosotros y también para ti zorra”.

El ama al decir esto, golpeaba con su pie derecho el Vientre de la sirena. “Qué asco das zorra! Pero si así eres feliz, quien soy yo para negar tus más vomitivos placeres. Así como as sido bañada por fuera, también lo serás por dentro”

Mónica aún intentando recuperarse de todo lo ocurrido solo movía la cabeza mostrando desconcierto a lo que ella le decía.

“Zorra, hay algo que no sabes pero desde el primer día, tus seguidores han guardado cada condón en el que se han corrido haciéndose pajas disfrutando de tu belleza y de tu denigración. Ellos tan agradecidos por tu entrega, han querido compartir su lefa contigo, y aquí está en directo, la prueba de que todos vosotros, de algún modo, podréis decir que vuestra corrida está dentro de una sirena, Que podéis preñar a una sirena! No os parece alucinante?”

El ama alzó la caja para que estuviese a la vista de todos. De ella extrajo dos henormes falos que tenían forma de polla pero en dimensiones sobrehumanas. Ambos medían más de 30 CM y su diámetro era de casi 10 CM. En la base se apreciaba una especie de émbolo, como el de las geringuillas y que al tirar de él, hacía más terrorífica, la longitud y volumen de ambos dispositivos.

“Necesitaría a dos voluntarios para la siguiente sesión. “Quien quiera participar, tendrá que coger guantes y careta de la mesa del fondo”.

El ama se dirigía a los asistentes y fueron los dos primeros folladores quienes se ofrecieron sin saber muy bien en que consistiría el juego.

Una vez preparados para la tarea, el ama entregaba a cada uno, su respectivo falo. Entonces, el ama cogía de la caja un recipiente de cristal, templado, que estaba lleno casi al límite de su capacidad. Su contenido no era otra cosa que toda la lefa acumulada y extraída de los condones que todos los espectadores reunieron y enviaron de forma anónima sin saber hasta ahora, el propósito de dicha petición.

Con el recipiente en sus manos, mostrándolo tanto a Mónica como a Cámara, el ama describiría esta nueva tortura.

“Mi puta sirena, sé que entre más te denigras, más es difícil saciarte y quedarte satisfecha. He pedido ayuda a tus amigos, y ellos han colaborado. En este recipiente está casi 1,5 litros de lefa humana. Puede que como sirena solo estés familiarizada con la lefa de animales marinos pero la lefa humana también satisface a putas sirenas como tú.

Como prueba de que esta es el simiente de tus admiradores, te tengo este regalo”.

El ama cogía la caja y volcaba su contenido sobre Mónica. Cientos y cientos de preservativos cubrían sus pechos, cara y estomágo. En ellos se encontraban residuos que era imposible de recuperar pero además de la sensación de pringue y suciedad por la lluvia dorada de antes, sentir los condones pringosos sobre su piel, la hacían sentir más puta, más cerda, más usada y totalmente abandonada de si misma.

Mónica, tumbada en el suelo, con sus orificios rotos, inflamados, adoloridos; su cuerpo cubierto de orina, condones usados, y un edor nausiabundo que impregnaba el aire, veía a cámara lenta todo lo que ocurría a su alrededor. Entre la fatiga por el esfuerzo, el orgasmo que la sacudió y la asfixia, le costaba razonar todo lo que paso a paso estaba sucediendo.

Desde el suelo, veía a su ama quien le daba en el vientre, pelvis y coño con el pie. En su mano izquierda el recipiente con toda esa lefa casi a punto de desbordar. Un mechero en la otra mano, el cual no tenía explicación para ella por ahora.

A su izquierda los dos hombres, sujetando como espadas, dos falos de proporciones inimaginables en la realidad que se acercaban a su cara, le rozaban las mejillas, los pechos y la golpeaban la boca. Mientras que los individuos hacían ruidos de succión, o la humillaban al jugar con los falos y su cuerpo.

Se contemplaba así misma en una de las pantallas en la sala y el llanto era el siguiente invitado en este colapso de sensaciones.

Continuará