Monica la calentona de siempre

No aguanté la calentura de cogerme a la esposa de mi amigo, regrese a su casa otra vez

Mónica la calentona de siempre.

Después de dos meses de haber ocurrido mi sorprendente experiencia con ella (ver el relato Mónica lo acaricia divino), no podía quitar de mi mente la cara de Mónica. Muchas veces recordé sus ojos mirándome, mientras su boca se tragaba un buen tanto de mi palo. Pensé muchas veces en regresar a verla a su casa, pero al final me arrepentía. Pero la calentura es cabrona. Un domingo ya no pude soportar las ganas de cogérmela otra vez y aprovechando que jugaríamos fútbol muy temprano, me retardé a propósito para no ir al partido. Llegué a la casa de Raúl corriendo a las 8:30 a. m., simulando mi retraso.

Toqué el timbre del departamento varias veces, hasta que alguien preguntó desde dentro:

¿Quién es?

¡Mario! – contesté - ¿Está Raúl?

Mónica abrió la puerta, aún en pijama, se alegró al verme. Me dijo que su esposo ya se había ido al juego junto con otros compas del equipo. Fingiendo una lastima muy lejos de sentir, me lamenté haber llegado tarde. No pude contener mi deseo por ella y le pregunté directamente.

Bueno, ya que no lo alcancé, ¿No me invitas a desayunar?

¡Claro Mario! Ya sabes que eres bien venido cuando quieras – me respondió muy coqueta- pásale.

Espera un poco, voy a quitarme la pijama, es que acabo de levantarme – me dijo, mientras se dirigía a su cuarto.

Pasé al departamento y me senté en la sala. Estuve esperando ansioso por Mónica. Tuve tiempo de reflexionar sobre salir o quedarme. Ganó la calentura, me quedé esperándola completamente caliente. Ella tardó varios minutos, por fin preguntó desde su recamara.

¿Qué quieres de desayunar?

¡Eh! este….. lo que sea! – le contesté.

Mónica salió vestida con una bata de satén roja corta, amarrada por la cintura, con unas finas medias negras que se perdían por debajo de la bata. Se había recogido el pelo y maquillado un poco su rostro. Por las zapatillas de tacón alto y su delgado cuerpo, se veía más alta de lo que ella es. ¡De revista! ¡Sí! Mónica parecía una hermosa modelo de revista. Ella caminó hacia la sala, se detuvo antes de llegar a la mesa de centro y desató su bata. Ella la abrió con sus manos para mostrarme su cuerpo desnudo. Entonces me preguntó con voz muy sensual:

¿Qué te parece este desayuno?

¡Exquisito! - le contesté.

Sus tetas pequeñas tenían los pezones erectos, subían y bajaban al ritmo de su respiración un poco agitada. De su plano abdomen, una hilera de finos vellos cerca de su cerrado ombligo se hacia más gruesa y abundante según se acercaba a su pubis. No pude verle su sexo por la gran cantidad de pelo que lo cubría. Me quedé inmóvil observándola e imaginado la cogidota que le daría. Sentí como mi miembro se endureció completamente. Las medias negras con elástico, de encaje grueso en su muslo, le daban un toque especial a su figura. Me parecía increíble tener frente a mí una mujer tan hermosa como ella.

¿Qué te parece el desayuno que te voy a dar? – me dijo sabedora de lo bien que se veía.

¡Excelente! – le dije – se ve muy apetitoso.

Quédate sentado ahí hasta que te diga que tu desayuno esta listo ¿Entendiste?

¡Sí Mónica, lo que digas!

Sentado hasta que te diga que tu desayuno esta listo ¿eehhh? – repitió.

¡Sí, está bien!

Ella caminó hasta estar muy cerca de mí.

¿Lo quieres con bata o sin bata? – me preguntó, mientras ella retiró un poco su bata, dejando sus hombros descubiertos.

Sin bata – le respondí. Ella terminó de quitarse la bata.

¿Lo quieres con medias o sin medias?

Con medias, así esta bien.

¿Te doy tu desayuno sentada o hincada? – me preguntó con una voz cachonda.

No te entendí- fue mi respuesta- ¿Qué quieres decir?

Qué si te doy tu desayuno parada ¿o así? – me respondió al momento que se dirigió al sillón, colocó sus rodillas separadas en la orilla del sillón y se agachó dándome una vista espectacular de su sexo. Ella voltió su rostro para verme y con su cara que reflejaba su calentura me preguntó con voz muy cadenciosa

¿Cómo lo prefieres?

¡Hincada Mónica! ¡Dame mi desayuno así como estas! – le contesté.

¡Todos lo quieren así! – dijo ella – les encanta ponerme así.

Mónica abrió sus piernas y levantó su culo lo más que pudo. ¡Que sexo tan hermoso tiene ella! Su abundante vello cubría por completo sus labios y su ano. ¡Ya no aguanté más! , me puse de pie para irme sobre Mónica. Ella, levantándose, me paró en seco.

¡Mario! ¡Siéntate! Todavía no te digo que tu desayuno esta listo – me ordenó.

Me desconcertó. A regañadientes me senté, pero entendí que ella quería ‘atenderme bien’. Ella volvió a colocarse en la postura que tenía, ahora me preguntó:

¿Quieres tu desayuno calientito?

¡Claro Mónica! Lo quiero muy caliente – le dije siguiéndole el juego.

¡Ahorita te lo caliento! – me respondió muy excitada.

Mónica pasó una de sus manos por en medio de sus piernas y con sus dedos juntos recorrió todo su sexo. Se tocaba muy suavemente desde su ano, hasta su clítoris. Comenzó a acariciar su sexo, dando masaje a sus labios vaginales, separando el vello de ellos. Mis ojos se quedaron fijos en como ella ‘calentaba’ mi desayuno. Sus dedos fueron abriendo y quitando los pelos que cubrían si vagina hasta dejarla completamente despejada. ¡Que maravilloso sexo el de Mónica! Sus dedos acariciaron haciendo círculos rápidos en su clítoris y la cantidad de líquido en sus labios vaginales aumentó considerablemente.

¿Ya viste que jugoso está tu desayuno? – me preguntó excitada.

¡Sí! ¡Se ve muy jugoso!

¿Te esta gustando cómo te preparo tu papayita? – dijo ella sin dejar de acariciar su sexo.

¡Mucho Mónica! ¡La preparas muy bien!

¿Me puedes enseñar que tanto te gusta? - Puta madre otra vez, no le entendí bien.

¡Muy bien Mónica! ¡Preparas la papayita muy bien! – le respondí, no’mas por decir algo. Ella corrigió:

Tu te vas a desayunar una jugosa papayita, yo quiero un burrito muy caliente – dijo ella, haciendo énfasis en ‘burrito’, sin duda en alusión a mi apodo.

¡Claro Mónica! Tu burrito ya esta muy caliente – le dije, presuroso me desabotoné mis pantalones y los bajé junto con mi truza, enseñándole mi miembro completamente parado.

¡Aquí tienes tu burrito! – le dije, sacudiendo mi palo con mi mano.

¡Ay Mario! ¡Esta enorme! ¡Me vas a volver loca! – su voz se escuchaba muy, muy excitada.

¿Ya esta listo mi desayuno? – le pregunté desesperado.

¡Déjame sentir que tan caliente esta! – me respondió.

Ella se introdujo todo su dedo medio en la vagina, lo sacó y volvió a introducir. Nada más de verla, así agachada metiéndose el dedo, sentí que iba a eyacular.

¡Ya esta muy caliente, Mario! ¡Ya esta listo tu desayuno!

¡Ya era tiempo Mónica! – le respondí presuroso- ¡Debe estar muy caliente!

¡Antes, pruébalo con tu boca, Mario! - me dijo al momento que con sus manos separó sus nalgas dándome acceso total a su sexo.

Con calma, observando todos los detalles de su sabroso sexo me hinqué junto a ella. Acerqué mi rostro a su sexo y le olí su vagina.

¡Mmmmmm! ¡Que rico huele mi desayuno! – era verdad que olía muy rico.

¡Pruébalo! ¡Espero que te guste! – dijo Mónica

¡Que jugoso y sabroso se ve!

Ella separó lo más que pudo sus glúteos con sus manos. Yo pegué mi boca a su sexo y saqué lo más que pude mi lengua intentando tocar su clítoris, lentamente subí mi lengua recorriendo sus labios vaginales, hasta su ano. Hice círculos con mi lengua en su agujerito. Algunos pelos quedaron pegados a mi lengua, los removí tallando mi lengua en su culito. Iba a meterle la lengua en su conchita, cuando inesperadamente sonó el timbre del departamento.

Mónica se levantó rapidísimo diciendo:

¡Chin! ¡Mi marido!

¿Qué no se fue a jugar? – le pregunté, acomodando mis ropas con prisa.

¡A lo mejor se le olvidó algo! – dijo temerosa.

¿No tiene llave de la casa?

¡Tienes razón él tiene llave, entonces debe ser alguien más!

Ella simplemente vistió su bata y se dirigió a la puerta amarrando la cinta y preguntando:

¿Quién es?

¡Paco! – respondieron - ¿Esta Raúl?

¡Puta Madre! ¡Esto ya se chingó! – pensé al reconocer la voz de Francisco, un amigo, también jugador del equipo de fútbol. Recordé que el domingo pasado fueron a buscarle al campo, para avisarle que su mujer había comenzado con los dolores del parto de su primer hijo.

Mónica abrió la puerta y le dijo que su marido no estaba. Sorpresivamente para mi, Paco le pidió pasar a usa el baño, ella no pudo negarse.

¿No te soy inoportuno? – le preguntó Paco.

¡Para nada! ¡Pásale, sirve que saludas a Mario! También se le hizo tarde – le dijo a Paco.

¡Hola Mario! – dijo dirigiéndose al baño. Cuando regresó, platiqué con él.

¡Que pasó Paco! Tampoco alcanzaste a Raúl – le dije pretendiendo justificar mi presencia ahí.

Bueno, en verdad no, no había pensado ir a jugar. Solo venía a decirle que mi esposa tuvo cesárea y que la estoy cuidando……..

¡Pero siéntense! – nos pidió Mónica pasar a la sala. – ¿Les ofrezco algo de tomar?

Ambos pedimos café, mientras Mónica lo preparaba, seguimos platicando sobre el bebé que tuvo y otras cosas. Ella llegó con los cafés, incorporándose a la plática. En eso, Paco me preguntó:

¿Y no vas a alcanzarlos al campo? – refiriéndose al equipo.

¡No! – le contesté – ya no tiene caso intentar ir.

¡Tienes razón, esta muy lejos para ir! ¡Vámonos entonces!

Yo no supe qué decir, me levanté pensando que me quedaría con las ganas de cogerme a Mónica. Ella intervino rápidamente.

¿Pero por qué se van tan rápido? Si estamos platicando muy a gusto.

Bueno, solo venía a avisar…..- respondió Paco.

Siéntense – nos dijo Mónica- háganme compañía, que estoy muy sola.

Nos sentamos, Paco y yo en el mismo sillón, ella frente a nosotros, continuamos la plática. Mónica hizo muchas preguntas sobre el embarazo de la mujer de Paco, hablando también de la experiencia del su embarazo hace casi ocho años. Hablaron de las cosas buenas y malas. Yo me mantuve atento escuchándoles. Cuando me estaba resignando a no cogerme a Mónica ese día, ella lo inició todo.

Pues lo más pesado para mi, fue no poder tener relaciones con Raúl por un tiempo. ¿Hasta cuando tuvieron relaciones ustedes? – preguntó muy natural.

¡A caray! – dijo Paco sorprendido por la pregunta – este… pues esteee… ya son varios días.

¿Cuántos? Nosotros estuvimos un mes sin relaciones.

No, pos’ nosotros ya llevamos como dos meses – respondió Paco.

Bueno, relaciones como deben de ser – aclaró ella- porque yo usé mucho mi manita y mi boca para ayudarle a Raúl. Imagino que tu esposa también te ayuda así, ¿verdad?

No…. pues no….. a ella no le gusta eso – comentó Paco muy apenado.

¡¿Cómo?! – se sorprendió Mónica- yo ayudaba casi diario a mi marido.

Pues sí, ella es así – respondió Paco.

Entonces ¿llevas dos meses sin ningún tipo de relación?

Pero tienes alguna amiga o has ido con una profesional, ¿verdad?

No

Mónica continuó interrogando a Paco hasta que le quedó claro que no había tenido ninguna relación en aproximadamente dos meses.

Pues me parece increíble que tengas tanto aguante – dijo Mónica - y estés tan tranquilo. Otros en tu lugar estarían desesperados, con muchas ganas de coger.

No te creas – contestó Paco- si vieras que ganas ya tengo de estar con mi esposa, pero ni modo, me las tengo que aguantar.

Noté que la mirada de ella tenía un brillo especial, pícaro, coqueto. Me dio la impresión que ella se estaba calentando por saber que Paco estaría deseoso de ‘vaciar’ su veneno. Yo entré a la plática:

¡Caray mano! Para cuando tengas relaciones, va a parecer que tu mujer esta utilizando la pasta de dientes, por lo espeso que va a salir. Jajajajajajaja – todos reímos.

Entonces, Mónica, deberías cambiar de ropa – le dije.

¿Por qué? – preguntó ella.

Paco debe estar atormentado de verte tan sensual con esa bata y esas medias– les dije. Paco se puso rojo de vergüenza.

¿Es verdad eso Paco? ¿Te incomoda verme así?

¡No! – contestó Paco – ¡cómo crees Mónica! Ni siquiera he pensado en eso.

¿De veras? ¿No sientes nada el verme así? – Dijo Mónica abriendo un poco su bata, dejando ver parcialmente sus pechos.

¡No se qué decirles! ¡Me da pena! – dijo Paco evidentemente nervioso.

¿Y así? – Mónica dejó sus tetas al descubierto.

Paco no habló, se quedo mirando fijamente las tetas de Mónica. Yo aproveché para incitar a Mónica.

No seas cruel Mónica, se le va a parar y no va a tener con quien desquitarse – les dije – y hasta te puede pedir que lo ayudes.

Paco siguió en silencio. Mónica abrió su bata y con sus manos acarició sus senos. Sus piernas, que se habían mantenido cruzadas y cubiertas por la bata, se separaron y quedaron abiertas lo suficiente para notar que Mónica no tenía pantaletas. La cara de desesperación y calentura en Paco era evidente.

¿No te gustaría que te diera una ayudadita? – le preguntó ella a Paco, haciendo señas con su mano, como si masturbara un pene.

¡Eso es lo que necesita ahora! – inmediatamente secundé a Mónica.

¡No Mario! ¡Cómo crees! – respondió Paco.

¿Piensas que debo ayudar a Paco? – me preguntó Mónica con voz sensual.

¡Claro Mónica! ¡Él lo necesita! Te imaginas tanto tiempo sin ‘descargar su arma’ y como debe estar de caliente de verte así, tan hermosa.

Paco quedó mudo, trago saliva con dificultad.

¿Y si se entera Raúl? – preguntó Mónica.

Nadie le va a decir nada ¿verdad Paco? – él contestó moviendo su cabeza.

Pero será únicamente con mi mano ¿Estas de acuerdo? – Paco seguía mudo.

Como sea pero ayúdale – me hice a un lado, para dar espacio a Mónica.

Ella se acomodó su bata y se sentó en medio de nosotros. Puso su mano izquierda sobre el muslo de Paco. Moviéndola en suaves círculos la fue moviendo hasta ponerla sobre el miembro de Paco.

¡Ay Paco! ¡Cómo que no sientes nada! ¡Si se nota que estas "muy emocionado"! – dijo ella en alusión a su erección.

Paco seguía sin saber que hacer o que decir. Por mi parte, sonreía en mis adentros. ¡Ya estuvo! Sabía que ahora Mónica no pararía hasta quedar bien cogida. Mónica uso sus dos manos para desabrochar el cinturón y pantalón de Paco. Sacó su miembro y lo masturbó suavemente.

¡Que buen tamaño tienes Paco! Se parece al de mi marido – dijo ella.

Él siguió sin hablar, solo veía las manos de Mónica, una bajando su pantalón y la otra masturbándolo suavemente.

¿Te gusta cómo te ayudo? – le preguntó ella.

¡Sí! – dijo él en tono apenas perceptible.

¿Por qué no lo ayudas con tu boca? – incité a Mónica.

Porque a lo mejor no le gusta – respondió con voz muy candente.

¡Me encantaría! – al fin habló Paco.

Sin decir nada más, Mónica dirigió su boca al pene de Paco. Él solo hizo su torso y cabeza hacia atrás. Ella interrumpió la mamada para decirle:

¡Baja tus pantalones! – le pidió Mónica – y acomódate bien.

Paco obedeció de inmediato, se bajó los pantalones y abrió sus piernas. Mónica se hincó en la alfombra frente a él. Ella tomó el miembro de Paco masturbándole muy rápido, luego agachó su cabeza para introducirlo en su boca. Paco bajó un poco su espalda y abrió sus piernas lo más que pudo, cerró sus ojos y levantó su cadera para darle toda su verga a Mónica. Yo saqué mi palo masturbándolo mientras veía a Mónica como se la chupaba a Paco. Me imaginé lo chingón que él sentiría, pues yo se de la habilidad de la boca de Mónica. Caminé para ponerme atrás de ella, mi miembro ya estaba completamente erecto, me quité el pantalón dispuesto a cogérmela. El culo de Mónica era cubierto parcialmente por la bata, la levanté doblándola sobre su cintura. ¡Por fin! Otra vez la tenía yo hincada frente a mí. Su sexo estaba completamente mojado y sus labios vaginales inflamados. Sus jugos se asomaban en su vagina. Pensé en continuar lo que dejamos pendiente, me hinqué detrás de ella para comerle su roja papayita. Con mi lengua recogí todos los líquidos alrededor de su vagina. ¡Que sabrosos jugos! Al sentirme, Mónica abrió sus piernas y comenzó a apretar y aflojar sus glúteos. Yo ya me había bebido todos sus jugos, pero seguí metiendo mi lengua dentro de su vagina. De pronto Mónica empezó a gemir muy fuerte y gritó con desesperación:

¡Mi botoncito! ¡Chúpame el botoncito!

Dirigí mi lengua hacia su clítoris, con esto, mi nariz quedó exactamente en su vagina. Moví mi cabeza rápidamente de un lado a otro, sin despegar mi lengua de su clítoris. Oí la voz Paco:

¡Me voy a venir! ¡Me vengo! ¡Me vengo! Aaaahhhhhhh!!!!!!

Su exclamación se mezcló con los quejidos de Mónica. Se estaban viniendo los dos. Mónica comenzó a toser porque se estaba ahogando con la cantidad de espermas que Paco le echó dentro de la boca. Sacó el miembro de su boca, pero lo siguió masturbando con su mano. Me hinqué detrás de ella, y sin más, le clavé mi verga a Mónica. Se fue toda. La comencé a meter y sacar muy rápido, ella comenzó a gritar pidiendo ser bien cogida:

¡Así, así, burrito! ¡Métemela toda! ¡Toda! – decía ella sacudiendo su cuerpo.

Mónica quedó con su cabeza sobre el abdomen de Paco, su cara con mucho esperma en ella, a un lado del pene semierecto y lleno de semen. Yo me puse de pie y le di empujones muy fuertes con mi palo. Haciendo que su cabeza empujara el cuerpo de Paco. Mónica volvió a meterse el miembro de Paco a la boca, tratando de hacerlo reaccionar. Ella la sacó de su boca, comenzando a masturbar a Paco, sin dejar de hablar:

¡Cójanme duro cabrones! ¡Así Mario así, métela toda!

Su vagina comenzó a contraerse con mucha fuerza, mi eyaculación se hizo inminente. Le di un empujón profundo para descargar mi semen dentro de ella.

¡Así, así, papi! ¡échamelos todos!

Aaaaaaahhhhhhhhhh – gemí muy fuerte durante mi eyaculación. Hacía mucho tiempo que había tenido una venida como esta.

Tan pronto terminé de venirme, me senté en el sillón junto a Paco. Él, ahora un poco desahogado abrió sus ojos muy grandes diciendo:

¡Pa’ su madre! ¡Que vergón tienes cabrón! ¿Y se la clavaste toda?

Me recargué en el sillón sin decir nada. Mónica solo lo miró muy picara, sonriendo, con huellas de semen en su cara.

¡Pinche flaca! ¿Te cupo toda?

Me cabe más - le respondió Mónica – me cabe esa y la tuya.

¿De veras? – preguntó Paco incrédulo.

Mónica ya no dijo nada. Se dirigió a mi miembro, lo tomó con las dos manos masturbándolo suavemente, y le habló como si mi verga le entendiera:

¡Pensé que ya no vendrías más, burrito! ¡Te extrañe mucho mi amor! – le dijo dándole un beso en la cabeza.

Luego fue otro beso y otro, y otro, hasta que comenzó a mamarla frenéticamente. ¡Puta madre! ¡Que divino la mama Mónica!

¡Mi rico burrito! ¡La falta que me hacías! – le decía a mi verga.

Mi verga pronto se puso enfurecida, muy crecida. Mónica comenzó a lamer mis huevos, pegando mi miembro contra mi abdomen, luego siguió subiendo su lengua desde la base de mi palo hasta la cabeza para rematar con unas chupadas muy fuertes a la punta de mi verga. Hizo esto varias veces. Luego combinó chupadas y suaves mordidas al cuerpo de mi miembro, pero sobre todo, le daba besos a la cabeza. Paco estaba asombrado de ver como Mónica desaparecía parte de mi verga en su boca, se masturbaba con fuerza, mientras estiraba un brazo para acariciar las tetas de Mónica.

Acuéstate en la alfombra – me pidió Mónica – cógeme otra vez.

Obedecí, sabiendo que ella quería sentirla adentro otra vez. Me acomodé entre el sillón y la mesa de centro. Ella se quitó su bata y puso sus pies a los lados de mi cadera. Se agachó para tomar mi miembro firmemente con su mano, sentándose en cuclillas, metió mi palo en su sexo. Detenida del sillón y la mesa de centro, Mónica se levantaba y dejaba caer enterrándose por completo mi miembro. Cada vez que se sentaba dejaba escapar un pequeño gemido. Puso saliva en su mano y se masajeo el clítoris, luego comenzó a moverse de atrás hacia delante, masajeando una de sus tetas y su clítoris. Paco seguía masturbándose mirando como Mónica me cogía, sí, ella era quien se estaba cogiendo a mi palo. Sus movimientos empezaron a ser sin control, ella dejó caer sus manos a los lados de mi cara, siguió moviendo únicamente su cadera, clavándose mi palo.

¿Ves bien cómo me cogen? – entre jadeos, le preguntó a Paco

¿Qué?

¿Qué si miras bien cómo me cogen?

Sí, ¡Que bárbara Mónica! ¡Te cabe toda! – le respondió Paco.

¿No te gustaría meterme la tuya? – le volvió a preguntar.

¡Claro! Espero mi turno – contestó él.

¡No! – dijo ella con mucha dificultad por sus gemidos- ¡No esperes! ¡Cógeme tú también!

¿Por dónde? – preguntó Paco.

¡Por donde puedas! ¡Pero rápido! – le dijo ella, mientras los movimientos bruscos de su cadera dejaban ver que tan caliente estaba.

¡Por el culo! ¡Dámela por el culo! ¡Que estoy que me derrito! – pidió Mónica.

Paco se paró detrás de ella, le pidió detenerse un poco e hizo el intento de penetrarla. Un fuerte grito de Mónica lo detuvo.

¿Te duele mucho? – preguntó temeroso.

¡No importa que me duela! ¡Tú métela! – le exigió ella - ¡Ponle saliva!

Hice mi cara para ver la acción de Paco, quien más confianza y también por su desesperación, embarró de saliva la cabeza de su verga, la colocó en el culo de Mónica y le dio un fuerte empujón. El grito de Mónica se ahogó en su boca, yo pude ver como ella apretó sus dientes, en seguida exhaló con fuerza.

¡Ya esta! ¡Ya entró! – dijo Paco.

¡Ay! ¡Que rico! ¡Papacitos! ¡Cójanme duro! – comenzó a hablar Mónica moviendo frenéticamente su cuerpo.

Paco y yo empezamos a meter y sacar nuestros palos. La sensación de más apretura en mi verga era sensacional. Nunca pensé en cogerme a una vieja junto con otro cabrón. De verdad que es una sensación increíble. Mónica comenzó a decir miles de cosas, su cuerpo estaba sudando y ella continuaba moviendo sus caderas disfrutando las duras metidas que le dábamos.

¡Así cabrones, así! ¡Más duro! ¡Me encantan!

De repente su cuerpo se tenso y en seguida un temblor sacudió su cuerpo.

-¡Uuuyyyy! ¡Aaaaahhhhh! – exclamó Mónica por su orgasmo.

¡Muévanse! ¡Muévanse cabrones! – nos pedía a gritos.

Mónica estaba en un estado en el que nunca había visto a una mujer, hasta ese entonces, creía que eso solo pasaba en las películas porno. Jamás imaginé tener a la esposa de mi amigo pidiéndome ser cogida así.

¡Cójanme duro! ¡Duro papacitos! ¡No paren! ¡Más fuerte!

¡Vamos burrito mi amor! ¡Dame duro!

¡Me vengo otra vez!

Los gritos de ella me trajeron a la realidad, estiré mis manos para tomarla de sus nalgas, y me impulsé para darle unas fuertes metidas de palo, tratando de atravesarla. Ella solo aumentó la intensidad de su movimiento, la forma como su vagina apretaba mi palo, y el roce con el miembro de Paco, desencadenaron la más chingona venida de mi vida. Ya no escuché, no vi nada, solo me concentré en mover mi cadera penetrando profundamente a Mónica. Mi venida fue larga, y me parecía que ocurría en cámara lenta. Mis ojos se abrieron encontrando el rostro de Paco haciendo gestos mientras sacaba su miembro escupiendo semen sobre el culo de Mónica. Otro chorro de espermas cayó sobre la espalda de ella, Paco los recogió con sus dedos y los llevo a la boca de Mónica. Ella giró su cara y sin pensarlo, metió los dedos de Paco a su boca, chupando los espermas de ellos.

La calma vino, Mónica se quedó acostada sobre mí, exhausta, sudando y respirando muy agitadamente. Después de unos momentos se levantó con calma, diciendo:

¡Que chinga me pusieron!

¿Te gustó? – le pregunto Paco.

¡Mucho! Hacía mucho tiempo que no me cogían así – respondió ella.

Me incorporé y senté en la sala, descansé en silencio y ajeno a la plática de ellos. Pensé: ¡Puta madre! De aquí no va a salir algo bueno. Me vestí y sin decir más me despedí de ellos. Por supuesto que la calentona de Mónica pidió que me quedara. Yo me fui. ¡Que decisión tan buena! A la semana siguiente me enteré del desmadre que pasó en la casa de Raúl. No se presentó el otro equipo a jugar, no hubo partido y él llegó temprano a su casa. Ya se imaginaran el desenlace, encontró a su mujer cogiendo con Paco. El buen Paco salió corriendo sin poder evitar ‘la madrina’ que le puso Raúl a Mónica. ¿Qué cómo lo supe? Raúl llegó en compañía de dos tipos del equipo. Han pasado un mes y Raúl ya no viene a jugar, lo que no se, es si ya no viene por pena o se queda en casa a quitarle lo calentona a su mujer.