Mónica (II): En la oficina

Primera relación seria con Mónica en la oficina. Mónica da mucho más de lo que yo pensaba inicialmente.

(Recomiendo leer la parte I.- Mónica (I): El comienzo)

Pasaron los días en la oficina y la cosa entre Mónica y yo no pasaba de ser una relación bastante buena, sin hablar de nada en profundidad pero con buenos gestos y alguna que otra mirada. Yo realmente me planteaba cada vez más lo que pasaba hasta el punto de pensar que había sido un error porque había perdido confianza con ella y de alguna manera había roto la fidelidad que durante toda su vida había tenido a un único hombre. Llegó un momento cuando pasó la primera semana que empecé a olvidarlo como lo mejor que podía pasar.

Todo cambió como a los 10 días. Me quedé hasta las 8 a trabajar. En mi podía ser normal, pero para Mónica no era nada normal porque tenía labores administrativas y salía a las 5. La oficina estaba desierta. Ella se acercó a mi sitio y me dijo que teníamos que hablar. Yo le dije que no se preocupara, que entendía lo que había pasado, que había sido un desliz de una noche de copas y quedaba entre ella y yo. Ella me comentó acercándose a mí que había sido lo mejor que le había pasado en mucho tiempo, que no podía dejar de pensar en esa noche y que ella quería que hubiera algo más. En primera instancia me negué, y le expliqué durante un buen rato que era madre de familia, que era una señora tradicional y que yo tenía gustos algo extremos que no le agradarían. Ella se negaba una y otra vez, hasta el punto de comentarme de que haría lo que fuera para que siguiéramos o por lo menos lo intentáramos. La conversación me calentó bastante, la verdad, y empecé a pensar que podríamos intentar algo, que tal vez fuera verdad. Le dije que se adaptaría a mis gustos, que tendríamos una relación puramente sexual, y que seguramente no le gustaría. Ella se sentó encima de mí, me abrazó y me empezó a besar. Yo empecé a amasar sus tetas durante el beso y a meterle mano, ella se dejó sin ninguna oposición. Le masajeé las tetas una y otra vez, y se las saqué del sujetador sin que me dijera nada. En un momento dado paré y le dije que fuéramos a un sitio más discreto, que aunque fueran casi las 9 estábamos en mitad de la oficina y nos podría ver alguien. La cogí de la mano y la llevé al servicio que en nuestra oficina es bastante amplio. Corríamos algún peligro pero era muy poco probable que alguien llegara a esa hora, y en cualquier caso estábamos encerrados.

Dentro del servicio quise ponerla a prueba como le había explicado. Nada más entrar le dije que se desnudara. Se quedó un poco parada. Le dije que no pasaba nada, que nos íbamos. Enseguida se puso a quitarse la ropa a la vez que me agarraba de un brazo diciéndome que no me fuera. En un momento estaba desnuda delante de mí. La situación era bastante morbosa. Mi compañera de oficina cuarentona desnuda delante de mi dispuesta a que le hiciera lo que me diera la gana. Le cogí el coño y se lo empecé sobar con fuerza durante un buen rato. Ella me miraba y gemía un poco. La besé y la empecé a comer las tetas mientras le seguía sobando el coño cada vez con más fuerza. Le pude meter un par de dedos por su espesa pelambrera. Ella gemía cada vez más. Paré antes de que se corriera, no quería que se acabara tan pronto. Le dije que se diera la vuelta. Lo hizo con un poco de recato, pero se dio la vuelta, la flexione y me puse a meterle dos dedos por el culo. Se le notaba un poco incómoda, pero estaba disfrutando con la situación. Me empecé a dar cuenta de que Mónica estaba mucho más salida de lo que yo podría haber imaginado. Eso me calentaba aún más.

Después de eso le di la vuelta, me baje los pantalones y le dije que se arrodillara para chuparme la polla. No dudo un momento, aunque era la primera vez que chupaba una polla diferente a la de su marido en su vida por lo que me había dicho. No pareció importarle mucho porque la chupaba con ganas. Estuvo un buen rato chupándola con algo de torpeza. Se notaba la poca costumbre. Yo la agarré luego con la cabeza y comencé un mete y saca de su cabeza contra mi polla. No lo aguantaba bien por sus gestos, pero yo estaba muy caliente con la situación, Mónica arrodillada en pelotas chupándome la polla. Después la retiré y la eché al suelo:

-          Te la voy a meter puta

-          Si cabrón metémela, lo estoy deseando hace días

-          Ábrete más de piernas puta

-          Todo el coño para ti cariño, todo mi coño, llevo tiempo esperando tu polla ahí

-          Vas a ser mi puta

-          Quiero ser tu puta, quiero hacer todo lo que me digas, quiero tener mi coño siempre para ti, no te voy a fallar

Comenzamos una follada brutal. Ella se pudo correr un par de veces. Yo me corrí dentro de ella sin que me dijera nada (la verdad es que no podíamos parar), después sabría que no había problemas por su edad.

Tras la follada quedamos un rato medio sentados un poco abrazados. Yo no dejaba de jugar con su coño del que salía un poco de leche. Ella no me soltaba la polla que se iba quedando ya un poco flácida. De hecho al rato comenzó a chuparla un poco más rebañando la leche que quedaba y besándome después los huevos mientras yo le seguía metiendo mano en el coño y en las tetas.

Tras esta sesión, sin que me lo propusiera mucho, Mónica ya era mía. Empecé a pensar en grandes planes para ella, pero eso es cosa de los próximos capítulos que queda bastante por contar.