Mónica cuenta algunos secretos

De como fue follada un día antes de su matrimonio.

Hola amigos de TR, con gusto les contaré mi historia de infidelidades, pero les ruego por favor que quede entre nosotros mi querido lector/a.

Según todas las personas que me conocen dicen que soy bella, y, por supuesto, yo me abuso de mis encantos. Tengo un aire angelical, soy muy femenina y suave al moverme y al andar, jamás levanto la voz cuando me enojo, para mi entorno familiar todo es paz y amor, aunque tengo una doble personalidad, esa sólo la conocen mis amantes, puedo llegar a ser, una mujer insaciable en la cama, y no paro de tener orgasmos, mientras me sienta cómoda con el partenaire de turno.

Si alguien que no está conmigo en la cama, jamás creería lo que puedo llegar a hacer, más bien me tienen catalogada como una muy buena chica, más bien fría y virginal.

Soy alta, piernas largas y torneadas,  cabello largo,  tan largo que pasa mi cintura, mi piel es blanca, rubia de ojos claros,  tengo buenas tetas, pero lo mejor, mi tesoro más preciado es mi trasero, redondo, duro y bien respingón.  Mis amantes lo llamaban "manzanita" porque les hacía recordar a la forma de una manzana deliciosa.

Como toda chica estudiante,  tenía mis historias con los chicos de mi edad,  también con profesores, directores de establecimientos educativos, en una palabra,  me gustaba más follar,  que comer, desde los quince años,  me lié en grande con el sexo opuesto.

A los veintitrés  años,  aún estaba soltera,  disfrutaba del sexo y de los hombres,  sin límites, había tenido muchísimos amantes, mi debilidad eran los hombres casados, tenían experiencia,  sabían como tratar a una mujer como yo, eran discretos,  me colmaban de halagos y regalos,  y lo más que me atrapaba de ellos era la experiencia en el sexo.

Había probado y tragado pollas de todo tamaño y color,  pero ya estaba en una edad para pensar en tener una familia,  como la mayoría de mis hombres eran casados,  ninguno me ofrecía un futuro certero,  hasta que conocí a César en una fiesta de cumpleaños.

César era primo de una amiga mía que se llamaba Clara,  ella, como todos en general, no sabía de mis andanzas con los hombres,  pues yo,  siempre que hacía mis guarradas, las hacía en el más absoluto secreto, por eso me buscaba hombres casados, maduritos con cargos importantes que debían cuidar su imagen, ellos no andarían divulgando por ahí, lo que hacía esta mosquita muerta en la cama.

Clara me comentó que iba a ir un primo de ella al cumpleaños,  que era muy buena persona y soltero,  y lo principal era de muy buena familia,  con una carrera prominente, Clara pensaba que yo era la chica ideal para su primo César, y había decidido ser la Celestina, me decía que formaríamos una pareja perfecta al ser tan buenos los dos. Me interesó mucho la idea de Clara, pues no quería quedarme para vestir santos, mi imagen era tan impecable, que no tardaría mucho en "cazar" a un soltero importante.

Apenas César me vió,  se quedó embobado conmigo,  a mi no me disgustaba, y había que reconocer que era un muy buen partido, así que decidí ser una chica correcta con él y nos pusimos a noviar,  y en tres meses nos casamos.

César me respetó siempre,  pasaban los días y no me decía nada de llevarme a la cama.

César me besaba,  pero su mano no bajaba más de la espalda.  Un día mientras paseábamos en su automóvil,  me preguntó si era virgen,  yo le dije que lamentablemente, si, jaja.

-¿Por qué lamentablemente Mónica?

-Porque quizás a ti te gusten más la mujeres con experiencia. (Ahí saltaba una parte de mi doble personalidad)

-Mira Mónica,  a mi me encantan las vírgenes,  y prometo que de mi parte que llegarás virgen hasta el día de nuestra boda,  si tú lo deseas,  lo respetaré.

Y si amigos, tal cual lo dijo,  me respetó.

No quería defraudar a César,   mi intención era llegar al día de la boda, sin ninguna infidelidad en el medio. Ya que no podía darle una virginidad cierta, por lo menos no estar con otro hombre, hasta el día de mi boda.

Realmente la carencia de sexo con César u otro hombre,  me hizo acumular mucha calentura,   ya no había vuelta atrás, César quería una virgen y la tendría.

Debía seguir adelante con esta farsa,  pensaba en como actuaría la primer noche con mi marido César, qué haría para que no sospechara de mi mentira, cuando mi esposo quisiera penetrarme...

El jueves por la mañana nos casamos por ceremonia civil, fue un acto muy formal,  con un almuerzo para los amigos y familiares más íntimos, el gran acontecimiento, sería el día sábado al mediodía,  nos casaría un cura en la casa de campo de mis futuros suegros,  sería al aire libre y con muchísimos invitados,  por la noche nos íbamos de luna de miel,  en un crucero hacia el Caribe,  por  unos diez días.

El viernes después del mediodía,  debía ir a ver al modisto,  pues quería darle una última probada al vestido de novia,  para arreglar los últimos detalles,  así que salí de casa,  sin horario de vuelta,  por suerte en esa época no existían los móviles,  así que era medio imposible que me localizaran.

Me midieron el vestido,  realmente era maravilloso,  y yo me veía como una reina,  el modisto,  me hizo poner los tacos altos y caminar a lo largo del salón,  como tenía y tengo aún  un cuerpo privilegiado, no necesité ningún retoque, en quince minutos me encontraba en la calle,  ya libre y con toda la tarde por delante.

Caminé un trecho,  y recordé que estaba a la vuelta de la casa de una ex compañera de estudios que hacía un tiempo no veía,  ella se llamaba Laura,  como me sobraban horas, decidí ir a visitarla y ver como estaba ella y su familia.

Al llegar a la casa,  toqué el timbre de la puerta,  sentí murmullos de un televisor prendido,  me alegré porque eso me decía que había gente en la casa.

El que abrió la puerta era Mateo,  el hermano mayor de  Laura,  con el cual habíamos tenido una corta historia,  de salidas, con mucho sexo,  él estaba casado, así que ni lo pensé y tuve sexo del bueno,  nos dejamos de ver al poco tiempo,  según me contó Laura después,  su hermano se había ido a vivir con su esposa a otra ciudad.

Mateo se llevó una gran sorpresa al verme,  igual que yo,  pues lo hacía en otra ciudad.

-Mónica! ¿cómo estás? ¡cuánto tiempo hace que no nos vemos!

-Hola Mateo, qué sorpresa verte.

-Pasa Mónica, estoy de vuelta en la ciudad, acabo de divorciarme.

-¡Oh, qué pena!

-Las cosas de la vida, volver a verte después de tantos años.

-Vine aquí muy cerca y quise pasar a saludar a Laura y los papás.

-Pues mira, Laura y los papás salieron por unos días de viaje,  problemas de salud de la abuela, nada grave, pero la fueron a visitar y vuelven el domingo por la noche.

-Mira tú lo que son las cosas,  yo el domingo estoy ya embarcada en un crucero al Caribe,  pues ayer me casé en ceremonia civil, y mañana sábado será el casamiento religioso.

-¿Te casas? no puede ser, una belleza como tú debe estarse soltera.

Mientras me decía esto abrió la puerta de la casa y me dio paso.

-No, está bien Mateo,  ya me voy, solo pasaba a saludar.

-Pero Mónica, pasa a tomar algo, vamos, estoy con un tío y el hijo,  pasa y toma algo.

Sin darme tiempo me tomó del brazo y me hizo entrar a la casa.

En la sala,   estaban el tío y el primo de Mateo tomando tragos,  mientras miraban un partido de basket

Los dos hombres al verme se pusieron de pie,  sus ojos me recorrieron entera, esas miradas lascivas, me daban un cosquilleo en el bajo vientre.

-Este es Luis,  mi tío y Juan, el hijo.

-Encantado de conocerla señorita,  -me dijo Luis, un cincuentón,  con barriga prominente,  su cabeza era enorme y rapada,  llevaba solo un short que no le favorecía en nada,  pues su barriga cervecera era bastante pronunciada,  tenía todo el cuerpo lleno de vellos, en el pecho,  las piernas,  el torso, hasta en los brazos, era tan peludo como un mono,  lo que contrastaba con su cabeza rapada.

En cambio su hijo,  que andaría por los treinta, igual que Mateo,  era una belleza de muchacho,  alto, fornido como el padre,   sin un gramo  de grasa,  poseía fuertes músculos, y una cara muy varonil,  el padre también tenía aspecto muy masculino.

Luego de las presentaciones,  Mateo fue por una copa que llenó de tequila y ron,  tomé un buen trago, que me calentó la garganta y otras partes.

Mateo,  le contaba a sus parientes que habíamos sido novios,  que fue un placer follarme como me folló,  que mi cuerpo era maravilloso, y les decía que lo habíamos pasado bomba, el tiempo que estuvimos juntos.

-¿Verdad Mónica?,  ¡vamos cuéntales lo bien que lo pasamos juntos!

Bebí otro trago de tequila, pues la situación no era de la más cómoda,  Mateo estaba un poco borracho,  por eso estaba tan atrevido y contaba cosas privadas nuestras.

Mientras hablaba, me tocaba el cuerpo sin ningún tipo de recato.

Empezó a contarles que me había casado el día anterior por civil,  y que lo haría por la iglesia mañana.

-Pero que bueno,  -dijo Luis- tendríamos que hacerle una despedida entre los tres, vamos con Juan a comprar más bebidas y algo de comida, ella debe ser homenajeada como se lo merece, ¿qué te parece Mateo?

-Me parece una idea  excelente  -dijo Mateo- y volvió mirarme con esa cara de deseo que yo ya conocía.

Los dos hombres se levantaron y salieron hacia la calle por la compra.

Apenas se cerró la puerta Mateo me tomó entre  sus brazos,  me estrechó  muy fuerte,  y buscó mi boca,  di un paso hacia atrás y le dije:

-Mateo, no está bien esto,  por favor recuerda que no hace aún veinticuatro horas que me casé civilmente y mañana será la ceremonia religiosa.

-Vamos Mónica, esto quedará aquí entre tú y yo,  nadie lo sabrá. ¡Déjame darte la despedida, mamasa!

-Pero tus parientes volverán pronto.  Así que pórtate bien.

-No,  ellos no volverán,  fue una excusa para dejarnos solos, así que tranquila amor.

Los besos de Mateo siempre me pusieron cachonda, y me estaba besando como en los viejos tiempos.

-¿Te acuerdas Mónica cómo gozabas con mi polla y mi lengua en tu conchita deliciosa?

Mientras me decía esto con sus manos y su lengua me iba recorriendo todo el cuerpo,

Mateo me conocía lo suficiente para  saber mis debilidades.

Me abrazó y me dio un beso en plena boca,  mientras a su mano libre la llevó directo a mis piernas y levantó mi falda,  con un dedo corrió mi braguita, y me empezó a tocar la rajita,  su dedo anular se metió profundamente en mi vagina,  mientras que el dedo gordo,  lo friccionaba contra mi clítoris. Su lengua salía de mi boca, para pasarla por mis hombros,  mi cuello,  me lengüeteaba por todas partes, me chupaba el lóbulo, y metía su lengua en mis orejas, mis brazos,  su mano seguía acariciando mi vulva que ya empezaba a humedecerse.

No puedo negarlo amigos,  sus caricias me elevaron a la máxima temperatura,  la falta de sexo y lamidas por tanto tiempo,  hicieron que me dejara llevar por el encanto de sus arrumacos.

Mi respiración estaba entrecortada, y ya no me resistía a sus besos y caricias,  me había olvidado de los otros dos, y de César,   y recibí con placer todo lo que Mateo me daba.

Sin dejar de tocarme y besarme,  me quitó el vestido,  dejándome totalmente desnuda. Mi única vestimenta eran mis zapatos de alto tacón.

Rápidamente se desprendió de sus prendas,  me tomó del brazo y me condujo al dormitorio de los padres,  cerró totalmente la ventana que daba a la calle, al quedar la habitación oscura,  prendió todas las luces del dormitorio,   mientras hacía esto,  me decía que quería contemplar mi cuerpo desnudo,  había al costado de la ventana  una gran cama, retiró la colcha,  se sentó en la cama y yo quedé parada desnuda y en tacos altos,  entre sus piernas.

Extendió ambos brazos hacia arriba y empezó a pellizcarme los pezones, los cuales reaccionaron ante su tacto, se pusieron duros y erectos mientras con su boca abierta y húmeda recorría mis caderas,  con su lengua fue bajando, bajando...,  hasta llegar a la entrepierna.

Abrí mis piernas para darle paso a su lengua, que afanosamente buscaba mi clítoris, cuando lo encontró empezó a darle lengüetazos circulares,  apoyé mis manos en sus musculosos hombros, y me dejé llevar por esa sensación libertina que se había apoderado de mi cuerpo y espíritu.

Mis suspiros fueron anunciando mi corrida en su  boca,  la cual quedó empapada de mis fluídos tibios y salados.

Me arrodillé en la alfombra y tomé su falo empinado,  que apuntaba hacia el techo, no dudé en masturbarlo suavemente,  luego lo llevé a mi boca ávida de lujuria y me la tragué llevándola lentamente hasta mi garganta, entraba y salía,  la saqué y con mi lengua la recorrí de punta a punta, llegué hasta los huevos, y se los lamí deseosa mientras Mateo,  clavó un dedo dentro de mi ano,  luego dos, los metía y sacaba rítmicamente.

Luego me dijo que quería penetrarme,  y me puso en cuatro como una perrita, fue entrando de a poco, mi chochita se fue abriendo para recibir sus estocadas, empezó con un mete y saca lento que fue aumentando gradualmente, hasta llegar al fondo y salir y volver a entrar.

A Mateo siempre le gustaron todas las posiciones posibles y variadas..

Luego, antes de correrse se sentó en la cama,  los pies le llegaban al piso,  me pidió que lo montara, de frente pues mientras me follaba, quería comerme los pechos.

Me fui sentando sobre su pene,  su lengua licenciosa,  comenzó a lamer mis pezones en punta,  los besaba en círculo,  los mordía con sus labios,  tantos deseos acumulados por todo este tiempo sin sexo,  me hicieron perder la cabeza y gemir y rogar por polla dura,  le pedía más y más.

-¿Quieres más polla, perra?

-¡Siiiiiiii,  mucho más quiero!

-Toma, toma, -Cada vez que decía toma me taladraba con su instrumento maravillosamente duro.

Cambiamos de posición nuevamente,   él seguía sentado, esta vez lo volví a  montar, pero  me puse dándole la  espalda, de esta manera, Mateo con una mano fregaba mis senos, comencé a cabalgar sobre su polla, pasó su otra mano por delante y empezó a frotarme el clítoris con su dedo,  cerré los ojos, y me dediqué a mover mis caderas en círculo, mientras su polla bien dentro mío,  me perforaba y me hacía gozar como una golfa, un nuevo y estruendoso orgasmo salía de mi garganta. Sentí como un chorro de semen tibio me inundaba la rajita.

Con cara de viciosa,  el cabello enmarañado,  mojado de transpiración y la saliva de Mateo, abrí mis ojos y encontré  parados muy cerca nuestro a Luis y su hijo Juan.

Los dos estaban con sus penes duros,  tocándose mientras miraban como Mateo y yo nos gozábamos,  mi cerebro se llenó de lujuria,  y en vez de sentirme avergonzada,  me sentí invadida por mi otra personalidad, la puta perversa, fui irrumpida por una corriente de sensualidad.

Ver a ese señor barrigudo, mayor que mi padre,  feo, con todo el cuerpo peludo, con el pene duro en la mano,  y su hermoso hijo en igual condición,  me pusieron más cachonda aún.

Mateo, levantó su cabeza y saludó a sus parientes.

-Hola tío y primo,  la carne es débil, pero miren,  ¡vean esto!, - me pidió que me levantara de arriba de él,   y se puso de pie.

-¡Miren que  hembra!,  ¿ustedes serían indiferentes a semejante mujer?

-Pues te envidiamos, y te felicitamos a la vez.

Yo seguía parada, desnuda con mis tacos altos, por mis piernas iba cayendo el semen de Mateo.

-¡Miren esto! -Me hizo dar una vuelta y quedé de espaldas.

-¡Miren este trasero! -Mientras hablaba me manoseaba las nalgas duras y paradas.

Por instinto y al saberme mirada y deseada,  saqué hacia afuera mi trasero,  me sentía excitada, había aflorado en mi ser, la puta insaciable, que deseaba ser follada hasta quedar agotada, así que me dispuse a jugar con estos hombres.

¿Por qué no pasar un buen momento con los tres?, ya me lo había dicho Mateo,  nadie más que nosotros se enteraría de esto. ¿Por qué no hacerme mi propia despedida con una buena follada? ¡Hacía tanto tiempo que lo único que hacía era masturbarme!

Mañana por la noche recibiría el sacramento religioso del matrimonio,  pero hoy, era otro día.

Luis, se acercó y corrió mi cabello hacia atrás, tomó acarició uno de mis senos,  al ver que yo no me resistía,  lo besó.

Abrió su boca enorme, se metió medio seno dentro,  mientras con su lengua los lamía,  Juan, el hijo,  hizo lo mismo con mi otro pecho, cada botoncito tenía una boca y una lengua distinta.

Una ola de calor me invadió, los dos hombres me estaban poniendo cada vez más cachonda,  los dejé avanzar,  sus lenguas se repartieron mi cuerpo, mitad para cada uno.

Me tumbaron sobre la alfombra.  Luis abrió mis piernas y me empezó a besar desde la cadera hacia abajo,  besaba cada uno de los dedos de mis pies,  su lengua era rugosa, áspera y muy húmeda,  iba serpenteándome, desde la cadera a los pies, iba y volvía, mientras su hijo, se había arrodillado detrás de mi cabeza,  me chupaba desde la cadera hacia arriba,  no dejó de lamer un solo centímetro de mi cuerpo.

Luis llegó a mi entrepierna,  las abrió, y comenzó a besarme la rajita,  como un enajenado.

La lengua de Juan llegó a mi boca, en ese momento, la lengua de Luis rozó mi clítoris, lo aprisionaba con sus gruesos labios,  esa lamida me encantaba,  estaba ardiendo entera, saqué mi lengua hacia afuera,  y le lamí la lengua, a Juan,  nuestras lenguas por fuera de las bocas se  entrelazaron,  me gustó chuparle la lengua a Juan,  era una lengua suave, larga, en cambio la lengua de Luis era más tosca, era una lengua ideal para el clítoris.  Mi cuerpo se movía como una serpiente al recibir tantas lamidas, con los talones apoyados en la alfombra, mis caderas subían y bajaban en un ritmo cadencioso y carnal. Tuve otra corrida.

Luego cambiaron de posición y Juan se vino hacia abajo, y Luis se dedicó a chuparme los pechos,  mientras los apretaba con sus manos grandes y peludas.

-Ahora,  zorra chúpanos tú a nosotros. -dijo Luis-

Me arrodillé en la alfombra,  empapada de las salivas de Luis y Juan,  ellos se pusieron adelante mío de pié,  Mateo se unió a sus parientes,  viendo como me chupaban entre los dos, y como me corrí, verme gozar así, sin tabúes ni vergüenza, rogando que no pararan, que siguieran adelante,  lo excitó tanto que  ya estaba empalmado de nuevo.

Fui chupando las tres pollas alternativamente,  cuando tenía una en mi boca,  con las manos libres  masturbaba a los otros dos.

Era extremadamente excitante,  tener tres pollas a la vez, las tres dispuestas solo para mi.

Fui lamiendo primero a Mateo, su pene era normal,  tenía una rigidez absoluta, le pasaba la lengua por fuera, remarcando la lamida en sus venas azules, Mateo suspiraba pletórico.

Después pasé a Juan, ¡mmmmmmm!, ¡qué rico era!,  tenía el pene más largo que Mateo, lo besé enterito, bordeándole la punta con la lengua, esta chupadita, lo puso rebosante, gemía mientras me tomaba de la cabeza.

Luego pasé mi boca al falo de Luis, éste si que tenía una polla de temer, era grande, larga y gruesa, hasta el momento no había podido apreciar tal magnitud,  ya que su abdomen tan abultado no dejaba ver más que una pequeña parte de su verga, pasé mi cabeza por debajo de su abdomen peludo, y me quedé extasiada al ver las dimensiones de su verga, este hombre tan feo,  pero tan varonil,  de los tres era el que más me excitaba, tenía una mirada pervertida, y una lengua exquisita que me hizo gozar sin límites.

Como era el que más me excitaba de los tres, lo chupé insaciablemente, quería brindarle un largo placer, cosa que no se olvidara de mi fácilmente, lo lamí entero, sus testículos, el ano peludo,  sus vellos entraban en mi boca, se los mojaba con mi saliva,  Luis estaba en las nubes por la terrible mamada que le estaba brindando.

Los tres estaban enardecidos por las maravillas que les hacía con mi boca que no paraba de lamerlos.

Luego me pusieron en la posición de la perrita,  Mateo se extendió cuan largo era sobre la alfombra y puso su cabeza entre mis piernas,  comenzó a sobarme la rajita nuevamente, Luis, se agachó y me abrió las nalgas y comenzó a besar mi ano,  y Juan de pié me puso su polla en la boca.

Mateo seguía chupando mi rajita, Luis metía su lengua en el orificio de mi ano,  caricia que me hacía perder la razón,  luego me puso un dedo, después otro,  poco a poco fue dilatando mi ano,  entre las lamidas de Mateo y los juegos de Luis mi ano se fue abriendo, Luis me dijo que me iba a coger bien cogida,  como se debe coger a una terrible puta como yo,  por el culo.

Entre las lamidas, las palabras soeces, las manoseadas de los tres,  lograron que tuviera un nuevo orgasmo.

Mateo seguía tumbado en la alfombra,  como una loba en celo,  me acerqué y lo monté,  sacando mi trasero bien hacia fuera. Con mis propias manos abrí mis nalgas y le pedí a Luis que me enculara como había dicho.

Luis empezó a dilatar mi ano primero con sus lamidas subyugantes,  después un dedo y luego dos,  cuando consideró que estaba lista,  me penetró, lo logró en el tercer intento.

De sólo pensar que mi trasero se iba a tragar semejante verga,  me excité más aún.

Penetró apenas unos centímetros, di una sacudida,  Luis se quedó quieto,  hasta que me fui adaptando al grosor de su polla, esperó unos instante, y luego arremetió sin pausa, enterrándome toda su verga hasta el fondo.

-¡Ahhhh!!, me duele un poco, pero me gusta a le vez, ¡¡ahhh, qué rico se siente!

Juan acercó su polla durísima hasta mis labios,  la tomé entre mis manos, y la llevé a mi boca lujuriosa, y comencé a darle besos. En pocos segundos, la sacó, apuntó hacia mi rostro, le dió un par de jaladas, su leche jugosa fue cayendo sobre mi cara perversa, con sus manos la desparramó por mis mejillas, y con un dedo la fue corriendo hasta mi boca, abrí mis labios y saboreándola,  tragué algo de su semen.

Mientras tanto Luis, seguía tomado de mis caderas, me daba embestidas como un toro salvaje, entraba y salía con un ritmo frenético, cuando llegó su orgasmo, estrelló sus huevos contra mis nalgas,  sentí que su esperma me inundaba el trasero dilatado y abierto por su polla hermosa.

Mateo, al ver que los dos hombres habían eyaculado,  me pidió que se la mamara de nuevo,  gustosa,  me  arrodillé en su entrepierna y tomé su falo rojo y mojado de mis jugos,  tenía un sabor acre y salado, lo lamí suave, ya me dolía la mandíbula de tanto chupetear penes, su orgasmo fue calmo, pero contundente.

Había sido penetrada por mis tres orificios principales, tres tipos me follaban sin parar, y a la vez, daba y recibía por todas partes .

Me sentía plena,  llena, rebosante de sexo y lujuria,  no se cuántos orgasmos tuve a lo largo de las horas que pasé encerrada en la casa con esos tres hombres.

Los cuatro caímos exhaustos en la alfombra. Miré la hora y recién eran las cuatro de la tarde,  tenía un par de horas para seguir allí.

Después fuimos a la sala a beber y comer algo,  estuve sentada en las rodillas de los tres,  me iban pasando de uno a otro,  más pasaban los minutos, más excitada me sentía pues, ellos me tocaban continuamente,  pero el que más me subía la temperatura, era Luis,  quedé prendida de sus vellos, su lengua áspera, que me hacía vibrar cada vez que se posaba en mi cuerpo,  le dije al oído que quería volver a verlo a solas,  cuando volviera de la luna de miel,  me dió su teléfono,  recuerdo que apenas llegué del Crucero,  lo primero que hice fue llamarlo y concretar una cita para el día siguiente de mi llegada.

Llegué a mi casa a las 10 pm,  me dí una ducha y me fui a dormir agotada,  había tenido una tarde soñada.

Y llegó la hora de la boda.

Creo que fui una de las novias más bonitas de la ciudad,  mi blanco y largo vestido fue el comentario de la gente.

Llegué al altar del brazo del padrino,  que me entregó al novio,  que me creía virgen.

Mientras el cura me preguntaba:

-Mónica, ¿aceptas por esposo a César para amarlo y respetarlo, hasta que la muerte los separe?

Sentía dolores en mis pezones de tanto que me los habían chupado, horas antes,  me ardía el trasero de las arremetidas que había recibido,  mi vagina estaba inflamada, mis pechos inflados de tanto placer

-Sí, acepto.

Continuará

Gracias por leerme, espero sus comentarios en

urbana.abc@gmail.com