Monic

Millonario secuestrado y transformado

MONIC

Mi nombre es Alfred, tengo 27 año, mido 175 ojos negros, pelo castaño y soy multimillonario, soltero y con muchas amigas como es de suponer. Soy presidente del consejo de administración de una empresa heredada de mis padres que a su vez heredaron de mis abuelos. Vivo solo, aunque con frecuencia tengo visitas de mis amigas, ya sabéis, una copa un baile y después un buen polvo que nos viene bien a todos.

Últimamente salgo con más asiduidad con una chica  que en verdad es preciosa, pelo negro azabache, ojos verdes, unas medidas que están en  90-65-93, 1,70m. Unos labios carnosos y unos pechos que cada vez que los estrujo en mis manos veo la gloria, se llama Salma, su familia es muy heterogénea ya que ella nació en Colombia, de Padre Libanes y madre Armenia. Tiene 25 años.

En realidad nos llevamos muy bien, estamos muy compenetrados y conversamos mucho, importante en una relación, la comunicación, además de la confianza mutua, la ausencia de secretos entre la pareja. No obstante como en todas, tenemos nuestras pequeñas desavenencias y discusiones, lo que provoca que al hacer las paces estas sean más duraderas y sentidas.

Hace una semana, le he pedido matrimonio y me dijo que tenía que pensarlo que me agradecía el sentimiento pero era una decisión muy importante para tomarla a la ligera. Hoy me dará la contestación.

No veo la hora de encontrarme con ella y me diga la respuesta que espero.

Hemos ido a cenar a un restaurante sencillo, para estar más tranquilos y esperar la respuesta. Una cena ligera, una botella de vino un postre y…

-          Alfred, el otro día me pediste que fuese tu esposa, he pensado mucho tu proposición y creo que es el momento de contestarte.

Las manos me comenzaban a sudar no sabía dónde meterlas, me supongo que a todos los enamorados en esos momentos les pasa lo mismo.

-          Sí, quiero casarme contigo, te amo demasiado, y quiero vivir el resto de mis días a tu lado.

Me acerque, le cogí las manos, saque de mi bolsillo una pequeña caja y la abrí, era el anillo de compromiso, un diamante de 10 quilates engarzado en oro blanco, se lo puse en el dedo la agarre por la cintura y acerque mis labios a los suyos ambos nos fundimos en un beso, mientras los pocos asistentes del restaurante nos aplaudían celebrando nuestro compromiso.

En quince días se preparo la boda, sus padres llegaron desde Colombia, donde vivían, a la ceremonia asistieron las personas más relevantes de la ciudad y del mundo financiero sus amigas de la Universidad y mis amigos de juergas.

Salimos de viaje de novios que duro tres meses, recorrimos Europa, Japón, La india, Sudáfrica y Estados Unidos.

Ya de regreso, nos acomodamos en un pequeño apartamento de 200 metros cuadrados en una de las zonas más exclusivas de la ciudad.

Los meses fueron pasando, Todos los días cuando nos levantábamos, ella se vestía delante de mí siempre haciendo movimientos muy sensuales cuando se ponía la ropa interior, todos los días se ponía un conjunto distinto, una braguitas brasileñas, un tanga, un culote, siempre haciendo juego con el sujetador.

Un día le pregunte:

-          Cariño, yo no concibo  que te gastes una pasta en la ropa interior, que te queda de maravilla, todo hay que decirlo, tan bonita y que únicamente la ves tú y yo, no presumes de llevarla puesta?

-          Qué sentido tiene vestirte tan elegante para no poder lucirla?

-          Debe de ser de tus reminiscencias libanesas, ya que en los países árabes, las mujeres se gastan un dineral en ropa y joyas para lucirlas únicamente en casa.

Sus movimientos al ponerse el sujetador me ponían cachondo, tapar aquellos pechos con un sujetador talla 38C era un pecado.

Ella me contesto:

-          No Cariño, a las mujeres nos gusta ir elegantes interiormente, aunque no nos vean, nosotras sabemos que estamos bonitas y que los pensamientos de los hombres nos desean más porque no ven lo que tenemos puesto. Cuando te prohíben una cosa es cuando más lo deseas.

-          Además el contacto de este tipo de ropa con la piel nos excita sexualmente, es más suave, nos da la sensación de que vamos desnudas por la suavidad de los tejidos, nos ponemos delante de un espejo y nos vemos guapas y deseadas.

-          Un día tendrías que probártelas para que sintieras sobre la piel el tacto de este tipo de ropa, seguro que pensarías de otra manera y me darías la razón.

-          ¿Ponerme yo unas bragas y un sujetador? Ni lo sueñes.

Ahí se termino la conversación, terminamos de arreglarnos y cada uno salió para su trabajo. Yo a mi empresa y ella a una empresa en la que trabajaba como adjunta al departamento de relaciones humanas de una multinacional dedicada a Import-Export en general.

El tiempo transcurría con toda normalidad, cada vez que nuestras obligaciones empresariales nos permitían salíamos de viaje a diversas países o salíamos a navegar con unos amigos o compañeros de trabajo, por lo general eran matrimonios de nuestra edad y eran ellas las amigas que trabajaban en la misma empresa de Salma.

En una ocasión en la que Salma había salido de viaje por cuestiones de su trabajo, yo me quede solo en casa. Todos los días nos comunicábamos telefónicamente y las conversaciones se prolongaban una o más horas. Al terminar una de esas conversaciones y al acostarme buscando una camiseta para ponerme en la cama abrí uno de los cajones del armario, donde Salma guardaba su ropa interior.

La saque y la estuve viendo al mismo tiempo que al cogerla comprobaba su textura en las manos. Estaba solo y sin más comencé a probármela con el fin de comprobar lo que ella me dijo en su día, probar su tacto sobre la piel, me probé todas las bragas que tenía en el cajón, a cada una que me ponía, sentía en mi una caricia que con mis prendas no sentía, era como si las prendas en si me dijesen.

-          Alfred con esta braga estas cañón, te queda divina te hace mas estilizado.

Y así con todas, bragas, tangas, culotes, bragas-fajas incluso con ligueros y corsés a los que rellenaba con calcetines.

Me paseaba delante de los espejos para verme, disfrutaba con ello.

Un día cuando llegue a casa portaba una serie de bosas de regalo, se las di todas a Salma, se extraño de mi acto y me pregunto que era.

-          Es un regalo para ti, quiero verte más guapa por la noche.

Eran conjuntos de camisones cortos, muy sugerentes en diversos colores, compuestos de braguitas, sujetadores y desabilles muy sugerentes.

Esa noche tuvimos una sesión extra de amor y sexo, se probaron todas las posiciones habidas y por haber, incluso quise penetrarla analmente pero ella se negó me dijo que a las mujeres solo por delante a los maricas por detrás.

A la mañana siguiente los dos estábamos agotados pero felices las nuevas experiencias  habían sido satisfactorias para ambos.

Durante otra ausencia de Salma por viaje, nuevamente me probé su ropa intima, su aroma me cautivaba era algo que me atraía y así todas las noches durante su ausencia. Un día cuando me las estaba probando, apareció ella, había adelantado su regreso, y, me cogió en plena faena de desfile de ropa intima.

-          Alfred, pero se puede saber que estás haciendo?

-          Me habías dicho que tu ni en broma te probarías mi ropa?

No supe que contestarle, me temblaban las piernas y  me caía la cara de vergüenza. Salí del dormitorio y me refugie en el cuarto de invitados.

Ella vino detrás de mi pidiéndome perdón y disculpándose por no haberme avisado de su regreso cogiéndome infraganti en la prueba de su ropa.

Esa noche dormimos separados.

Continuara….