Monic - 2
Secuestrado y transformado
MONIC – 2
Durante una semana, la comunicación entre Salma y yo fue completamente nula, reconozco que mi comportamiento no había sido correcto, pero ella lo tomo como burla y fue eso lo que más me dolió.
El tiempo transcurrió, Salma reconoció que su burla me había dolido y un día se acerco a mí mientras leía y con lágrimas en los ojos me pidió perdón por su burla al verme probando su ropa interior. Hicimos las paces y esa noche fue una noche loca de amor y sexo.
Un día al acostarnos me dijo:
- Cariño, el otro día cuando te vi con mi ropa me extraño, ya que tu habías dicho que de ninguna manera te pondrías esa ropa, pero me gustaría saber la sensación que te causo el verte con ella y como te vistes, no quiero burlarme es simple curiosidad.
Tras unos momentos de pensar la respuesta le dije:
- La sensación que me causo sinceramente fue muy agradable, su tacto con la piel me hizo sentir una sensación que hasta la fecha no había tenido, me vi más sensual tanto exterior como interiormente, tenía la sensación de ser deseado, tal vez la ropa femenina avive el cromosoma X que tenemos los hombre y que vosotras tenéis por partida doble.
- Y si yo te pidiese ahora que te volvieses aprobar la ropa, solamente para mí que te parecería?, Me dijo.
- Bueno me la probaría pero sin risas.
Entonces, fue al dormitorio y saco toda la colección de ropa interior que tenia, bragas, sujetadores, culotes, tangas, corsés, ligueros y me dijo.
- Toma hazme un pase quiero ver cómo te sientan te prometo que no me reiré.
Con calma y un poco nervioso, comencé a probármela, una tras otra, yo sentía que a cada prenda que me ponía más me excitaba interiormente, me sentía distinto y me movía como ella al ponérsela, sensualmente.
Cuando termine, me dijo:
- Cariño estabas divino, te sientan de fabula, te resaltan tus nalgas aunque para lucirlas mejor tendrías que esconder tu magnifico pene entre las piernas, además como todas son de talle bajo no te quedan bien por la mata de pelo púbico que tienes.
Mientras me decía esos halagos, se acercaba a mí y muy sensualmente me abrazo y me beso con un beso que hacía tiempo no me daba, al mismo tiempo que una de sus manos buscaba mi sexo para acariciarlo, los dos caímos sobre la cama abrazados besándonos terminando haciendo el amor.
Por la mañana antes de ducharme, me dijo:
- Cariño, para que veas que te quiero, si tu quieres a partir de ahora puedes usar mis bragas si te gusta, pero tendrás que afeitarte el pubis, si quieres te lo hago yo, ya sabes que yo me rasuro todas las semanas mi pubis y a ti te gusta verlo así. ¿Lo hacemos?
- Bueno, conteste, al mismo tiempo que me tumbaba en la cama.
Ella fue al baño y trajo todo lo necesario, espuma de afeitar, maquinilla y loción suavizante que ella usaba.
Y así tumbado como estaba, comenzó a esparcir la espuma por todo mi sexo, pubis, pene escroto y ano. Cuando lo tuvo bien enjabonado comenzó su faena, le dije:
- Cariño, ten cuidado que si me cortas después no tendrás nada para meterte en tu coñito.
- Eso es lo que tú te crees, tengo un hermoso consolador que lo utilizo cuando estas de viaje, sabes que no puedo pasar una noche sin que mi chocho sea visitado por tu pene.
Con una maestría extraordinaria, comenzó el afeitado, dejándomelo realmente como el de un niño de tres años, me di la vuelta y me rasuro el escroto y el perineo, dejando mi ano sin rastro de pelo alguno, luego me froto por toda la parte afeitada una loción suavizante que ella utilizaba, sentí un frescor y suavidad mágica. Cuando termino con todos los masajes que me dio mi pene estaba como el mástil de la bandera, y sin decirme nada se lo metió en la boca haciéndome una mamada de campeonato.
Entre mamada y mamada cada vez que lo sacaba de la boca decía:
- Ahora da gusto mamártela ya no me como tus pelos da un gusto pasarte la lengua por tu polla, y tu culo que me estoy poniendo muy caliente.
Cuando me pasaba la lengua por mi ano, sentía una sensación complementaria como cuando me ponía su ropa, mi esfínter se abría y cerraba involuntariamente como pidiendo algo que necesitaba. Al comprobar que mi pene estaba tieso y próximo a eyacular, se sentó sobre el de un solo golpe y me cabalgo como si fuese un potro desbocado, sus movimientos pélvicos estrujaban mi pene que de repente expulso mi carga de semen como si de un volcán se tratase. Los dos caímos agotados sobre la cama, de su coño salían los restos de mi semen que ella recogió en sus dedos y se lo metió en la boca. Tras unos minutos de descanso nos metimos en la ducha enjabonándonos mutuamente por todo nuestros cuerpos limpiando los rincones más ocultos.
Al terminar, Salma abrió su cajón de ropa intima y me dio unas bragas para ponerme, eran de color pastel con lazos en los laterales y un corazón bordado en el centro que coincidía exactamente sobre la zona recién afeitada. Comencé a ponérmela y antes de subírmela del todo ella me cogió el pene por la parte de atrás y me lo estiro hasta el perineo me dijo que cerrase las piernas al mismo tiempo que terminaba de subirme las bragas. Ya colocadas me dijo:
- Cariño mírate ahora y dime como te sientes.
Al verme estaba liso por la parte de adelante, como ella cuando se viste, me sentía extraño pero cómodo, el raso sobre mi pubis y mis nalgas me hacían sentirme divino. Al verme satisfecho ella se acerco y me dio un beso diciendo.
- Ahora ya sabes cómo nos sentimos interiormente, guapas y deseadas, toda mi ropa es tuya úsala cuando quieras.
A partir de ese día compartíamos la ropa intima y la comprábamos a pares.
Cuando tenía que orinar, lo hacía sentado, ya que me era más cómodo después el recolocar el pene en su sitio, era como si fuese a defecar, tomándolo como costumbre.
Continuara …..