Moni tiene ganas (parte1)
Ficticio, pero es lo que pasaría si tuviera la oportunidad.
Son las 9pm.
Mónica acaba de salir del baño, con el pelo húmedo y suave con acondicionador. Ya se puso la crema de noche y va al cuarto, dispuesta a usar humectante en sus piernas depiladas.
Mientras se seca, siente los vellitos que cubren su pelvis, siente el calor que emana más adentro y siente como se estremece su vagina.
Mónica siente que está húmeda, y no es sólo por el baño. Siente como despacio pero deliciosamente resbalan jugos en la parte interna de sus piernas.
Es su sexo que pide verga.
Es su sexo gritando inconteniblemente por tener aprisionando un miembro grande y amante, un miembro surcado por las venas y con su cabeza descubierta.
Mónica se toca los senos.
Sabe que necesitan ser lamidos.
Quiere que succionen sus pezones y que los muerdan. Necesita sentir que cada seno está llenando generosamente la mano poderosa de un hombre.
Mónica se siente sexy esta noche.
Ama sentir las sábanas en su cuerpo desnudo, el frío delicioso del ambiente, e imaginarse que un hombre está ahí con ella.
Un hombre de espalda ancha, de piel suave y velludo, de manos ásperas y la barba poco crecida.
Mónica quiere sentir el peso de ese hombre sobre su espalda y quiere sentir como mete la mano entre sus pompas. Quiere sentir sus dedos anchos explorando su sexo.
Haciendo círculos en su ano sólo por el placer de excitarla. Mónica gime de desesperación, quiere que los meta en su vagina pero él es listo, sabe que ella está preparada para dar mucho placer.
Hace a Mónica apoyarse sobre sus rodillas y la sostiene por atrás, manoseando sus senos mientras ella apoya las manos en la pared. Ella se está soltando a él. Ella quiere que la domine, sólo por esa noche, en ese momento, ella quiere tener un semental.
Ella está sintiendo su miembro alzarse entre sus pompas. Siente como su verga mojada está resbalándose entre su vagina y su ano. Ella se muere por tenerla adentro, pero él es cruel. Él quiere hacerla sentirse desesperada.
Él la jala del pelo y le muerde el cuello por atrás. Empieza a succionar su piel, casi dejando marcas. Ella gime y se deja llevar. Siente su lengua cálida en su oreja mientras una mano de él toca los vellos que cubren su vagina.
Ella siente como él juega con su botoncito, mojado y resbaladizo. Ella quiere ayudarlo pero no la deja. Ella empieza a hacer flexiones para meterse el miembro, pero él no la deja.
Empiezan a forcejear. Antes de que ella se de cuenta, él le amarra las manos por atrás. Ella ya no puede sostenerse, depende de la voluntad de él.
Él le mete los dedos en la boca y ella succiona al borde de la histeria como si fuera su miembro. Ella quiere sentir el sabor amargo de su semen. Ella quiere frotarse su semen en los senos.
Con una mano, él la sostiene del pelo y con la otra sigue tocando su clítoris. Ella no quiere que la toque más, ella quiere que la penetren, pero él no hace caso.
Él la hace acostarse de espaldas y acomoda una almohada. Las piernas de Mónica se abren y queda expuesta a su amante.
Él empieza a morder la parte interna de sus piernas despacito. Comienza desde los tobillos y va ascendiendo poco a poco hacia su sexo. Mónica no puede más. Mónica le pide a gritos que le meta lo que sea.
Él juguetonamente pasa la lengua entre sus pliegues y ella se vuelve loca. Ella le sigue reclamando hasta que él se detiene y la ayuda a pararse. Todavía amarrada, siente como la guía de la cintura hacia el tocador de madera.
Una nalgada resuena en su nalga derecha. La hace pegarse contra el tocador. Con una mano hace que ella se doble y apoye su cabeza y torso en el mueble, mientras que con la otra mano le separa una pierna para dejarla bien expuesta.
-¿Lo quieres zorrita?
-Lo quiero. YA.
-Va.
El miembro se desliza rápidamente dentro y empiezan a disfrutar. Ella siente como se estira esa vagina que estuvo tanto tiempo sin usar.
Sus fluidos caen con cada embestida y empieza a disfrutar de cada bombeo de su miembro. Él siente la suavidad y al mismo tiempo la estrechez de su vagina.
Ella sólo se deja llevar, él tiene el mando. Él la sostiene de la cadera y empuja con más fuerza. La nalguea una vez. La nalguea de nuevo. Ella grita de placer.
Ella está disfrutando como hace tanto no lo hacía.