Mon petit, Mon amour. Jaime (1)

Miguel nunca pudo imaginarse que estaba elegido para vivir un amor tan inmenso con alguién tan excepcional.

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Mon petit

,

mon amour

.

J’taime

- I

Corría el mes de Marzo, ya estábamos a día quince las clases estaban a punto de comenzar, había cambiado de Colegio Industrial y este sería su último año, encontró un piso estupendo en el barrio de Boedo, hacía mucho tiempo que pensaba independizarse, aunque no disponía de trabajo estable pero copiaba planos en tela plastificada, un trabajo que había aprendido de un amigo que los hacía para el Ministerio de Marina, ya que eran imposible de heliografíar o fotocopiar, porque este tipo de copias no eran aceptadas por la Municipalidad de Buenos Aires, y se necesitaban para la aprobación de los planos y comenzar las construcciones, era un trabajo que pocas personas podían realizar por eso estaba tan bien remunerado y sus entradas al final del mes eran harto substanciosas. La relación que sostenía con sus padres era en extremo cariñosa, de hecho adoraba a sus padres, pero siempre intentaron, con todo su amor, de encausar su vida por derroteros de acuerdo a la experiencia que ellos habían tenido de la vida pero el hecho de ser y pensar de una forma muy particular le hacía desear organizar su vida de la mejor forma. Y cuando se le presento la oportunidad rápidamente no la dejó escapar, siempre anheló ser libre y ser responsable de sus propios hechos.

Atravesó el salón de entrada y se dirigió a un celador.

Nombre, preguntó el hombre, cuando de acercó a su mesa.

Miguel Sánchez.

Segundo piso, Séptimo B, aula 219 -Le respondió el celador-

Luego de dar las gracias se encaminó hacia allí, entre sus nuevos compañeros se contaban doce chicas y dieciocho varones, mientras avanzaba se decía para sí, que pena hay mas animales que gente, con perdón de los animales, por supuesto. Siempre había preferido la amistad y la compañía de las mujeres a la de los hombres y no era por una mera cuestión sexual era mas profundo que eso, de hecho, tenia un solo amigo que él y siempre le recriminaba el haber superado a todos los hombres y tener la desgracia de no haber alcanzado a las mujeres y es que su amigo era homosexual. Cuando llegó se quedó parado en el dintel de la puerta observando la algarabía que reinaba en el salón, fue observando con detenimiento y escrupulosamente como queriendo conocer los mas recónditos pensamientos de cada uno de ellos, a medida que pasaba el tiempo, iban mirando a aquel tipo que estaba parado en la puerta y los que se percataban de su presencia se iban acallando los gritos, creyendo que sería un profesor cuando todos se hubieran callado en ese momento.

-Dijo- Hola, perdonen pero estaba buscando en donde me iba a sentar , esa era la forma que usaba para comunicar subliminalmente a los demás la frase, aquí estoy yo, mientras caminaba hacia el sitio donde él había elegido alguien le preguntó. ¿Como te llamas? Miguel -Contestó- Todos lo miraban mientras pasaba entre los pupitres, se detuvo en uno casi al final del aula, en un banco doble había un muchacho sentado y nadie a su alrededor, los bancos traseros y delanteros estaban vacíos le dijo al que lo ocupaba.

¿Puedo sentarme a tu lado?

Si -Contestó- Muy turbado y asombrado de que alguien quería ser su compañero.

Gracias -Respondió- ¿Como te llamas?

Ricardo, -Le dijo- Con una gran timidez.

Yo, Miguel, y le estrechó la mano.

¡Oye! -le gritó Gabriel-, el que la oficiaba de jefe de una pandilla. ¿Te llamas Miguel? ¿No?.

Si, ¿Porqué?

¿Tú también eres maricón?. Todos los de la panda se rieron a carcajadas.

Miguel lo miró sin contestar.

Cállate idiota -Le dijo Noemí- Acto seguido se levantó, cogió todos sus libros y le dijo a su compañera. ¡Vamos Moni! y se pusieron en el pupitre delante de Miguel y Ricardo, que estaba vacío porque nadie se quería arrimar al muchacho. Gabriel se levantó enfadado y fue a donde se acababan de sentar las dos y quiso obligarlas a sentarse donde estaban, cuando extendió el brazo para agarrarla, con un rápido movimiento Miguel entrelazó sus dedos con los de Gabriel y dobló la mano de éste hacia arriba eso lo obligó a arrodillarse lentamente, a lo que Miguel mirándolo fijamente a los ojos y con sarcasmo le dijo suavemente.

No es necesario que le pidas perdón de rodillas, pero te diré algo, para tu bien y el de tu muñeca quiero que cuando te suelte vayas despacio hasta tu banco, te sientes y medites si vale o no la pena el hecho de faltar el respeto a una mujer, está claro, y como Gabriel no respondía dobló mas la muñeca y repitió más alto y con autoridad, - ¿Está Claro? - Gabriel asintió con la cabeza, presa de un gran dolor y te voy a dar un consejo, espero que lo entiendas, Donde quieras y cuando quieras.-Entendiste-

Nuevamente asintió y al soltarlo, con lagrimas en los ojos se retiró a su lugar.

Un silencio pesado se hizo en el aula. Habían presenciado la caída de un líder con los pies de barro.

Noemí, no podía dar crédito a lo que había visto y oído, cuando se repuso y con una gran sonrisa le dio un beso a Miguel y le dijo me llamo Noemí y esta es Mónica y él Ricardo.

Si, ya me lo ha dicho. -Contestó- Ese fue el comienzo de una larga y hermosa amistad.

Pasaron ocho meses, ya el curso estaba por terminar.

A los tres los envolvía el efluvio de paz y comprensión que emanaba de Miguel, nadie mas lo sentía, solo ellos, pero también presentían que algo muy felino latía en su interior y se sentían cada día mas atrapados por su personalidad.

De Mónica, eran muchos los problemas que la aquejaban, posiblemente la próxima separación de sus padres, junto con los problemas económicos que estaban pasando la hacía ser taciturna y solitaria, su mente se defendía olvidando muchas cosas, se negaba a recordar, eso es una variante de olvidar este es uno de los motivos porque le valió frente a los demás el mote de despistada, tenía veintitrés años la misma edad que Noemí, salía con un chico desde hace un año , nunca lo había presentado pero de él sabíamos que era diez años mayor que ella y que estaba terminando el último año de medicina y que cuando terminara la universidad planeaban irse a vivir juntos.

Noemí era el ser humano por excelencia, inteligente, comprensiva , fiel a la amistad y con una capacidad de amar extraordinaria y lo que jamás pasará desapercibido era su hermosura no había en ella un solo defecto y si lo hubiera quedaría eclipsado por su inocencia, siempre estaba dispuesta a ayudar a la gente, y todo eso se reflejaba en su rostro. Hacía mucho tiempo que se conocían con Ada, que así se llamaba la madre de Ricardo, y cada vez que iba a su casa la recibía y la quería como si de una propia hija se tratara. Noe, se sentía muy atraída por Ricardo, en realidad lo que más le atraía era la ambigüedad de él, su feminidad, íntimamente lo rechazaba porque no podía ver al amigo, sino que en su interior sabía que lo que sentía era un amor homosexual, era como amar a otra mujer, pero el encanto era muy fuerte.

Y en cuanto a Miguel, Lo veía seguro de sí mismo, era la mezcla de padre y amante, no lo conocía íntimamente, pero era el hombre que confiaría su vida sin pensarlo un momento y en la certeza que no la defraudaría. Siempre pensó que lo ideal sería vivir pegada a él por la seguridad que le transmitía.

Miguel tenía una predilección muy especial por Ricardo, había algo en él que le atraía de sobremanera, su rostro era el de una mujer hermosa, muy hermosa, sus cejas estaban perfiladas sin ningún tipo de depilación, no tenia barba, su cutis era suave, sus labios húmedos y carnosos y unos ojos negros y profundos que cada vez que lo miraba instantáneamente rememoraba a Raquel y eso le gustaba, ella estaba siempre presente en sus pensamientos. El se cuidaba muy bien de que el muchacho no se diera cuenta de lo que sentía, pero también Ricardo había sucumbido al encanto mágico de Miguel. Frecuentaban todos muy asiduamente la casa de Ricardo, que vivía solo con su madre, ya que su padre había muerto cuando el era pequeño, Ada nunca había querido reconstruir su vida con otro hombre, evidentemente pretendientes no le faltaban con 39 años era alta y delgada con un cuerpo digno de la mas estilizada modelo era de una hermosura inimaginable y hasta su madurez tenía una sensualidad sin par.

Se puso de novia con el padre de Ricardo, a los 16 años y se casó a los veinte, salió de la casa de sus padres para entrar en la de su matrimonio un año después tuvo a su hijo, en los primeros tres años había muchas cosas que hacer como para pensar en ella, el tiempo pasaba e iba haciendo concesión tras concesión hasta que se anuló completamente y quedó convertida en la perfecta ama de casa, lo único que le abría las puertas a un mundo, que para ella era irreal, eran los libros que los devoraba, aunque ella no lo sabía, esa era la evasión mas a mano, cuando murió su marido en aquel fatídico accidente cardio-vascular, recién había cumplido los veintisiete años y desde entonces vivía por y para su hijo, se había anulado como mujer así que luego de doce años de esa vida estaba totalmente anquilosada, pero muy de tarde en tarde se encendía en su interior una pequeña llama que la hacía sentir su piel mas tersa y la enriquecía con el perfume de todas las flores del mundo, sus ojos brillaban con un fulgor maravilloso y toda ella se abría húmeda de rocío como los pimpollos matinales de primavera, la mayoría de las veces reaccionaba tratando de apagar la llama y hundir en lo mas profundo de su ser aquellos sentimientos que la llevaban hacia esa puerta que siempre había permanecido cerrada.

A medida que iba rememorando su pasado se iba acercando al presente, a su presente, del cual era parte importante Miguel, que a pesar de tener plena conciencia de que era el mejor amigo de su hijo, ella, también lo consideraba su amigo personal mas allá de las diferencias que los separaban, sin saber porque nunca pudo verlo de la manera que todas las madres ven a los amigos de sus hijos, había pensado mucho sobre este tema, quizás fuera la madurez que poseía, su seriedad o su forma particular de ver la vida, era como si bebiera sorbo a sorbo y la saboreaba como el mas experto de los catadores, Ada no comprendía, pero intuía algo desconocido pero grandioso que había en él y que debía ser muy hermoso, no solo vivir así, sino, lo mas importante, sentir así.

El sonido del timbre hizo que se sobresaltara, en parte agradeció que alguien la abstrajera de sus pensamientos y se encaminó hacia la puerta, era Miguel, -pasa por favor-.

Hola -dijo- besándola en las mejillas, ¿Llegó Ricardo? –preguntó-

Aun no -Contestó- este no había sido uno de sus mejores días y estaba muy deprimida.

Intuyó que algo le pasaba, ella siempre lo recibía con mucho cariño incluso a los dos les encantaban las bromas y juegos de palabras muy sutiles en los cuales hacían un alarde de rapidez mental, inteligencia y dándose la impresión el uno del otro, que disponían de una compenetración maravillosa, sin embargo, hoy, estaba distante y por momentos ausente.

Ella lo cogió de la mano, con una sonrisa forzada, -dijo- Ven que necesito hablar contigo y de paso vamos a tomar un cafecito ¿Te apetece?.

Por supuesto que si, tú sabes que tus cafés son siempre bienvenidos para mi -Intentó bromear- sonriendo.

Al rato retornó con dos tazas en la bandeja y le entregó una y cogió la otra para sí.

Mientras bebían los primeros sorbos, él, dejó lentamente su taza en la mesa, muy suavemente la retiró de las manos de ella, acomodó un mechón de pelo que caía sobre su frente y agarrándole las manos entre las suyas.

-Le Preguntó- ¿Cuéntame lo que te pasa?. En ese momento Ada no pudo contener las lagrimas y comenzó a llorar desconsoladamente, abrazándola la apretó muy tiernamente contra su pecho, pasaron largo rato, sacó su pañuelo y comenzó a enjugarle las lagrimas y así muy cerca el uno del otro esperó que se tranquilizara totalmente.

Ella comenzó a hablar. Cuando nació Ricardo todo era normal era un bebe tan hermoso como lo es ahora, mi marido lo adoraba le quitaba horas al trabajo y a su tiempo libre para pasarlo junto a él, jugando como dos chiquillos de la misma edad, luego vino lo de su enfermedad, fueron años muy difíciles para mi, y cuando creí que ya todos los golpes habían pasado me llego el mas terrible, cuando Ricardo cumplió los once años cayó enfermo con una gripe muy fuerte hasta el punto que debió ser hospitalizado en la revisión medica me comunicaron que su desarrollo sexual no era normal y que de ahora en adelante necesitaba que lo tratara un urólogo y que él me indicaría los pasos a seguir, por todo lo demás estaba en perfectas condiciones, fueron muy largos los días de incertidumbre que tuve que pasar hasta que el especialista recibía la analítica y podía emitir un diagnostico más o menos coherente, por fin llegó el día y fui a su consulta allí me explicó lo que en medicina se llama un falso hermafrodita y me comunicó lo que yo me temía, que lo único que debíamos hacer era esperar la pubertad y ver que inclinación sexual adquirirá, de todas formas y para que esté alertada y llegado el momento no se desespere le diré que irá adquiriendo caracteres secundarios femeninos o también masculinos, eso es normal en ellos o ellas, ese es el dilema, si le inyectamos hormonas masculinas y se define como una mujer o viceversa, tendríamos un grave problema hormonal que puede llegar a ser fatídico, solo hay que esperar. Por experiencia de tantos años en esta profesión, sé que las madres en su estado de desesperación, caen fácilmente en garras de médicos inescrupulosos, que en su afán de ganar dinero, recetan tratamientos y hacen operaciones dejando secuelas irreversibles en estos chicos, no quiero con esto, que usted piense que pretendo negarme a que haga las consultas que crea conveniente con otros médicos, pero le recomiendo que medite muy seriamente la decisión a tomar ya que lo que está en juego es el futuro y la vida de su hijo. Por mi parte le recomiendo que venga a mi consulta cada tres meses aproximadamente, y no se angustie.

Allí comenzó mi vía crucis visitando las mejores clínicas primero las del país luego las del mundo en la esperanza de encontrar una solución, a medida que transcurría el tiempo empecé a notar que sus senos empezaron a crecer y su pene evolucionaba muy lentamente, con esto te resumo lo que fue mi sufrimiento día tras día durante estos últimos ocho años, hoy he recibido el mazazo final, el urólogo que lo estudiaba me ha dicho que no tiene solución, tendrá que ir a un psicólogo para que pueda asumir su condición, y lo siente tanto porque nunca será feliz.

El escuchar esta confesión no lo cogió por sorpresa, desde hacía mucho tiempo tenía la sospecha de que algo parecido estaba ocurriendo con él, y sintió la necesidad de estar mas cerca que nunca al lado de su amigo, porque en su mente se estaba formando la idea de que él podía hacer mucho por los problemas médicos de Ricardo. Necesitaba dar un poco de consuelo a esa mujer que tanto había luchado en silencio por la felicidad de su hijo. Alargo sus brazos, cogió la cabeza de Ada y enjugo con su pañuelo las lagrimas que corrían por sus mejillas, la abrazo fuertemente y le dijo al oído, casi en un susurro, si tu quieres ver feliz a tu hijo déjame educarlo a mi en ese sentido, estoy completamente seguro que todos han enfocado mal el problema.

Ada lo observó anonadada, no podía dar crédito a las palabras de Miguel, era increíble que pudiera solucionar ese problema.

Se oyó que la puerta se abría, la mujer se enjugo los ojos con un pañuelo, en ese momento entró Ricardo saludo distraídamente y luego miró fijamente a su madre, era evidente que había estado llorando, observó a Miguel, puso un gesto adusto y giro en redondo y fue corriendo a su habitación.

Miguel al ver la reacción de Ricardo se levantó lentamente y mirando a Ada y le dijo, vete a dar un paseo y distráete, déjame solo con él.

La mujer haciendo un gesto de resignación, cogió el bolso y salió lentamente por la puerta, todavía golpeaban en su cabeza las ultimas palabras que le había dicho, antes de la escena que montó su hijo.

Miguel se encaminó hacia el cuarto y tocó la puerta.

-Vete, por favor, vete.

Ábreme que quiero hablar contigo.

¡No, vete!. ¿No te das cuenta que puede ser tu madre?.

Ricardo, que no es lo que piensas, ¿Te he mentido en lo más mínimo alguna vez?, !Vamos abre¡.

-Se hizo un silencio, y lentamente se abrió la puerta. -Gracias-

Ricardo, tu madre es la mas maravillosa de las mujeres te quiere como muy pocas madres pueden querer, te comprende, no ha vivido ningún amor desde que perdió a tu padre, ahora, bien, que derecho tienes tú para pensar así de ella.

Sé que te ama, estoy seguro, ¡Todos te aman! ¡Noemí, te ama! , ¡Mi madre te ama! ¡Yo te amo!, ¡Dios!.

Se tiró en la cama y se puso a llorar como lo que era, un chico. Me senté a su lado, le acaricie las cejas, su pelo sedoso, sus orejas pequeñas y hermosas, ¡Que mal se debía sentir!, realmente no sabía lo que era, así que malamente podría encauzar sus sentimientos, apoye mi mano suavemente en su cara y con el pulgar comencé a recorrer sus rojos y carnosos labios, pude sentir como temblaba bajo mis manos, él se dejaba hacer, suavemente le desabroché los dos últimos botones de la camisa e introduje mi mano debajo, intentó evitarlo, pero yo insistí, dejó caer sus brazos a cada lado y me dejó hacer, acaricie su estomago, estaba asustado por lo que yo podía descubrir, la lucha en él era entre el miedo o el placer, ganó el placer y ya no se opuso mas resistencia, yo estaba muy feliz por poderlo hacer, sentía un gran placer acariciándolo, subí mi mano hasta su pecho, y fue ahí donde me quede paralizado, allí pude sentir unos senos maravillosos, mi respiración se hizo mas entrecortada y sentí que mis fuerzas me abandonaban, mi corazón latía acelerado, con mucha dificultad pude bajar mi vista, mientras terminaba de desabrochar toda la camisa, pude ver la piel de su estomago, suave como la de un bebé y de un mate excepcional, cuando pude ver todo su torso me quedé anonadado, era un espectáculo maravilloso ver aquellos senos con un pezón extraordinariamente largo con unas aureolas rosadas y de fondo una aterciopelada piel levemente morena y seguí tocando y mimando todo su torso, mi niño estaba jadeante bajo mis manos y como esto ya debía terminar, retiré la mano me incorporé rápidamente.

Tú también me repudias -Me dijo-.

Lo observé largamente, todavía estaba impactado, sintiendo lo que mis manos habían estado acariciando.

No, -Contesté- como regresado de otro mundo, -añadí- Tú eres maravilloso y no olvides que te quiero mucho, mañana te veré en la escuela y luego podremos hablarlo con mas tranquilidad, intentó hablar, por favor , te lo suplico, solo te pido una cosa, espera hasta mañana.

Salí de su casa y regrese a la mía caminando, el trecho era muy grande pero mas grande era lo que tenía que pensar y así poder analizar todos los hechos y por supuesto, calmarme, no era yo quien iba a caer en el mismo error que los demás, incluso en el error que Ricardo cayó de sí mismo.

AFRODITA

Fin de la primera parte