Momentos - llevo blancas

Jugadas de ajedrez

El rey es el único que muere hasta que deja de moverse.

Hemos puesto el tablero de madera encima de la mesa, es mejor jugar encima de unas buenas tablas.

Comienzo deslizando mi mano por el tablero hasta llegar al peón y colocarlo dos casillas por delante, queda ahí en medio y solo, así que tu me dedicas una linda mirada y decides mover el tuyo hacia mi peón, de esta manera también me regalas una sonrisa.

Mi movimiento sinuoso te insinúa que muevo el peón paralelo pero esta vez una simple casilla, ahí, lo coloco para que no se mueva justo un paso por detrás, protegiéndolo. Me asombra como clavas tus ojos en los míos, suben tus mejillas y me vuelves a sonreír más delicadamente al tiempo que tu mano sobre el tablero coge su peón y lo sube hacia el mismo lugar. Sobre el centro se centra toda la atención, los colindantes peones del tablero se adelantan hacia la zona más caliente de la maciza haya, dejando espacio para que los alfiles se muevan arriba y abajo cruzando diagonales por colores, tu sonrisa ya, picara, despacio me va indicando, muerden ya tus dientes en los labios y tienes abierta en el tablero a la reina, moviendo turnos pasamos el tiempo divirtiéndonos, trabajando la cabeza más que otro sentido.

De pronto me sorprendes sacando algún caballo que otro, este se mueve cabalgando arriba y abajo comiéndose piezas por donde pasa, me encanta cuando mueves con tu mano el caballo en esa casilla, la clavaste. Me defiendo como puedo de tus arrebatos, no puedo dejar de mirarte un momento sin pensar que puede pasar en el siguiente movimiento. Tengo que enrocar al mi rey, ya que tu reina está al acecho, lleva consigo su mejor arma, todos los movimientos posibles. Mi torre protege al rey de tu envestida, atacas por todos los lados del tablero, ya te aburre jugar en plano y decides atacar por debajo. Estás jugando a ganar, precisamente eso es lo que me encanta, es eso lo que quiero, dejarte ganar. Una simple jugada magnifica saco de mis casillas a mi reina que enfurecida por el atrevimiento de tus caballos saltando, arremetió bruscamente cuando los dedos desnudos de tus pies tocaron entre mis piernas. Asia nos regaló el pasado de su sabia.

Fué un instante divertido que me gustó mucho cuando se introdujo en la jugada para clavar en la mejor casilla del tablero.

Lo mejor de jugar contigo a este juego es que ganamos los dos.