Molido a Palos

Un padre incapaz de entender las cosas que motivan a un hijo para hacer las cosas que hace. Una historia que ocurrió hace mucho tiempo en una aldea perdida. Espero que les guste y agradezco sus comentarios.

★★★[El señorito Julián]

Con esos veinte años recién cumplidos el señorito Julián podría haber sido considerado todo un hombretón. Era alto, guapo y bastante corpulento comparado con los mozos de su misma edad.

Pero fue la caprichosa naturaleza  quien procuró al señorito Julián, de esos peculiares andares.

Se había librado de hacer el servicio militar después de que su familia realizara el correspondiente desembolso económico. Lo habían declarado plantillano y el no se sabe si agradecido o no, pensó que tampoco estaba mal eso de no tener que hacer la mili obligatoria.

El padre tenía miedo de que su querido hijo se volviera maricón perdido.

Y en parte no le faltaba razón ya que cuando se viera encerrado en el cuartel, rodeado de pollas, portadas todas ellas por tíos mas que  salidos y con su hijo...por alli... andando entre ellos …con esos andares …

Alguno de esos militares, el mas pillo, ... o varios que organizarían una especie de complot. No dudarían en mostrarle, al señorito, lo bueno que era el dejarse llevar por las horas de inactividad.

Al padre, en su más absoluto egoísmo,  no le hubiera importado que fuera su hijo el que se follara algún culo, pero de ahí a dejar que fuera el heredero de toda su hacienda el que se convirtiera en la más puta del cuartel, había todo un mundo.

En la mili no lo harían un hombre, mas bien al contrario, por eso sin contar con su Julianete, como él solía llamarlo, lo apartó del servicio militar obligatorio convirtiéndolo,  en un hombre en la reserva.

El dueño de la aldea y de todas las tierras que la circundaban pensaba que alejar a su querido retoño de tanto macho salidorro, era la mejor solución.

Iluso de si, creía que con el tiempo esos gestos de mariconeo tan manifiestos. Y que el  señorito mostraba en sus andares y en las expresiones de sorpresa que iban saliendo de su boca, se terminarían corrigiendo, ...hasta hacerse casi imperceptibles.

Pero no solo había hombres salidos y peligrosos en la mili, la aldea también era un lugar demasiado peligroso para el señorito Julián. Pero claro, eso el padre no lo sabía.

Pensaba que dejando caminar a su querido hijo entre esos tipos que solo hablaban de tetas y culos, de mujeres en general y de irse de putas con el escaso dinero que cobraban como jornal terminaría mostrando a su hijo cual era el verdadero camino a seguir.

Pero claro, lo que el padre no sabía, es que muchos de los temporeros que pasaban por la aldea y permanecían en ella unos tres o cuatro meses al año, lo habían terminado comentando. Algunos, ...los mas avispados, hasta se habían aprovechado de la situación.

-¿El hijo del señorito Maricón? …¡No,… es mucho más que eso!-Le había contestado socarronamente uno de esos segadores a Miguel una noche en la que bebía con él en el bar.

Todas las miradas de la gente se depositaron en ellos durante unos segundos y Miguel cambio rápidamente de conversación para evitar que ese tema que era algo tabú en la aldea le terminara causando problemas a su familia.

Por eso, aunque siguió bebiendo como si nada de lo que le habían contado le importara, supo que ese joven señorito, era la persona idónea en su empresa.

Llevaba tiempo dándole vueltas al tema y no pensaba ya en otra cosa, desde que  una noche le confesó a su hermano que no quería llegar a esposarse con su prometida.

No tenía mucho tiempo, su novia estaba preñada de otro.

Si habéis leído bien, le habían puesto una par de cuernos como las dos astas de un toro. Intentando hacerle creer que esa noche en la que se emborrachó y yació con su querida novia en lo alto del pajar, había pasado más de lo que  recordaba.

Por tanto si Miguel, quería romper el enlace tenía que conseguir una escusa muy gorda que le permitiera el hacerlo.

★★★[El espía]

Lo observó durante un tiempo.

"Si definitivamente... esos andares eran de lo que eran"

Siguió cada uno de sus pasos y esperó su oportunidad en los momentos y lugares en los que el señorito Julián se apartaba de su familia para correr libre por la hacienda

Se lo encontró al oscurecer rondando cerca de las balsas y no dudó en que ese era el mejor momento para llevar a cabo el complicado plan que tenía en mente.

Por las mañanas las pozas y los abrevaderos estaban llenas a reventar, de hombres haciendo algun tipo de faena y sobretodo de mujeres que lavaban y oreaban las ropas entre carcajadas y canciones; pero al oscurecer, las balsas eran visitadas solo por algún hombre que aprovechando la oscuridad de la noche se lavaba someramente el cuerpo en esas aguas cristalinas.

Muchos eran los que para desprenderse con más facilidad de la mugre acumulada durante semanas se terminaban bañando en esas calmas y someras aguas como dios los trajo al mundo.

El señorito Julián había descubierto en ese apartado lugar de la aldea, un puesto de observación para eso que tanto le gustaba ver.

¡Las pollas de otros tíos!

★★★[Un plan delicado]

Miguel se aproximó al joven con tanto sigilo que el señorito Julián solo se dió cuenta de la presencia del temporero cuando ya fue demasiado tarde.

Pero no intento huir, ni siquiera cuando ese rudo hombre colocó la callosa mano en la boca del señorito para evitar que gritara.

Los dos miraron en silencio por encima de las sábanas que ondeaban al viento para ver como al otro lado de estas había un tío bañándose en pelotas dentro de la poza.

-Tranquilo no tenemos porque contar nada de esto.- susurró Miguel en la oreja del señorito haciendo que su cálido aliento lo estremeciera.

-No-Murmuró el señorito Julián, mientras seguía mirando hacía la poza donde ese tiarrón seguía lavándose el cuerpo.

La mano de Miguel se posó en el culo del señorito y este aceptó la caricia con cierto agrado.

Arriesgó mucho  más e introdujo la ruda mano dentro del fino pantalón del señorito y agarrando ese culo prieto y firme empezó a sobárselo.

-Tienes un culo muy suave.

El señorito Julián ronroneo agradecido.

-Ademas de mirar a escondidas a ese hombre podríamos hacer otras cosas-Le susurró, Miguel a la oreja, mientras clavaba uno de sus ensalivados dedos en el caliente y dispuesto ojete.

El señorito Julián oculto tras esas blancas sábanas y con uno de esos rudos temporeros detrás, meneaba el culo como un gatito meloso, deseando que el dueño le diera algo jugoso y goloso con lo que jugar.

-Ese hombre tiene un pollón, pero el mío tampoco es pequeño.-Murmuró Miguel en la oreja del señorito.

El señorito Julián miró hacia el hombre que le susurraba en la nuca y atrasó la mano para rozar las telas del pantalón. Se decepcionó al ver que ese hombre aun los llevaba puestos.

-¿Puedo tocar?

-¡Debes tocar!

Se encontró un bulto prominente bajo la ruda tela y presuroso empezó a desatar el cordón que sujetaba esos sucios y desgastados pantalones.

Suspiró aliviado al ver como Miguel no llevaba calzoncillos y esa polla empitonada y dura se balanceo de un lado a otro como si un resorte invisible la estuviera moviendo.

El señorito cayó sobre sus rodillas tirando de los pantalones de Miguel que llegaron a los tobillos sin interrupción alguna. El frio que comenzaba a caer sobre esas tierras antes de la llegada de la noche, enfrió momentaneamente las nalgas de Miguel y todo su cuerpo se estremeció.

-De esto no hablaremos con nadie, …¿entendido?. -Preguntó el señorito antes de engullirse la tiesa herramienta de Miguel.

-No pienso hacerlo- Le dijo mientras empezaba a dejarse llevar por la mamada.

Creía que le iba a costar más mantenerse concentrado en el asunto, pero hubo de reconocer cómo el señorito la chupaba bien. …¡Demasiado bien!

Miró por encima de las sábanas y vió como el hombre de la balsa seguía bañándose. ¡Todavía tenía tiempo para dejar que se la chuparan un poco antes de...!

-Agggghhhhhhhh

Erguido mucho más que su polla en esos momentos, Miguel decidió enfrentarse de una vez por todas a sus temores…

Se agarró a la cuerda y esta incapaz de soportar su peso cayó al suelo manchando las húmedas sábanas con el fino polvillo.

-Vamos así, sigue,… ¡chupa mi  polla maricón!

Agarró con fuerza la cabeza bamboleante que trabajaba arrodillada entre sus piernas y empezó a follarse la boca.

El mamón del señorito demostró tener una pericia insospechada en esos momentos para él y empezó a gemir con más fuerza.

-¡Qué bien la comes, maricón! ¿Te gusta que te den de mamar rabo de toro para cenar, verdad?

Solo un ronroneo de satisfacción se escapaba de esa boca mamona y viciosa que iba arrastrando al joven labriego hacia el climax.

-¿Vas a dejar que me folle bien ese culo de marica que tienes, verdad?- Le dijo mientras le arrancaba la dura polla de entre los glotones labios para lanzarlo al suelo.

El señorito se iba a manchar la ropa, pero sin darle más importancia de la que merecía se bajó el pantalón unos dedos para dejar su culo bien expuesto.

-Hazlo despacio, por favor.... Que si no luego me duele mucho al andar.

Miguel sobó momentáneamente el suave y delicado culo mientras se pajeaba la dura y chorreante estaca.

-¡Eso no es lo que me han contado de ti!. Dicen que cuanto más fuerte se te da, mas fuerte gimes de gusto.

El señorito Julián debería sentirse avergonzado de ser la comidilla entre esos temporeros; con los que pasaba algunos ratos, pero en lugar de eso se sintió con muchas más ganas de ser penetrado. Se arrodilló y a cuatro patas esperó la llegada de la tremenda polla del labriego.

-Fóllame rápido que los segadores están a punto de venir a bañarseeeeeee.-Le inquirió el señorito justo antes de notar como el durísimo apero se clavaba hasta los huevos en ese hambriento y acogedor culo.

-Así te gusta, de velocidad, … o prefieres que vaya más rápido.

La pregunta era retórica pues no esperaba que fuera contestada por ese melindre que clavaba sus uñas en la áspera tierra notando como el duro y prieto rabo entraba y salía con cierta rapidez.

-Tú dameeeee asiiiii, …o como mas te gusteeeeeee, ….. pero quiero que te corrrasssss ... antes de que vengannnnn.

Al otro lado de las hileras de sábanas que ondeaban al viento miraba también un padre encolerizado.

Había dejado a su hijo cargando en el carro los últimos haces de paja mientras el aprovechaba para lavarse en la poza la mugre acumulada.

Después de pasarse todo un día acarreando paja desde los campos hasta las eras, debía de pasar aun por el bochorno de encontrarse a su Miguel dándole bien por el culo al maricón del señorito.

"Si el dueño de la aldea se enteraba de los líos que este infeliz se traía con el señorito, ese iba a ser el fin de toda su familia… ¿es que acaso quería algo así ese gilipuertas que además estaba a punto de casarse?"

Se desabrocho el cinturón pensando que con dos correazos le terminaría quitando ese mariconeo que de pronto se le había puesto, pero no sabía que ese infeliz terminaría enfrentándose a él, para contarle algo que no esperaba oír ni en la peor de sus pesadillas.

★★★[Tullido]

-Por lo visto el padre le ha terminado dando una paliza que lo ha dejado medio tullido.-Habló una de ellas

-Se ha refugiado en casa del hermano pequeño.-Comentó la más vieja de todas

-¡No es para menos!-Dijo otra de las personas que habían formado ese improvisado corrillo en la aldea.

Estaban reunidas en ese rincón sombreado parcialmente por los edificios que las circundaban, para poder  comentar discretamente el último chisme que esa familia les había proporcionado.

-¡Ha dejado preñada a la novia  y ahora se ha dado cuenta de que le gustan los tíos!

Entre risas todas, alabaron esta última ocurrencia, ya que parecían estar compitiendo entre ellas por ver cuál era capaz de elevar el chisme al grado sumo del cotorreo.

-¿Cómo sabéis eso?- Preguntó otra mujer algo incrédula

-El sargento de la guardia civil se enteró de todo cuando tuvo que ir a su casa para levantar el atestado…¡Menuda escandalera tenían formada allí!

-¿No habrá terminado denunciando a su padre el sinvergüenza?-dijo otra de las mujeres

-Por lo visto no, el del tricornio nos ha dicho que si el hijo no denuncia no pasara de un simple altercado del que posiblemente no hará, ni el informe

-¡Dicen que la criatura que esperaba su novia no ni es suya!-cuchicheo otra vecina.

-¿Y de quien va a ser sino?... ¿del espíritu santo?-Preguntó la otra.

Las risas y los cuchicheos cesaron durante unos segundos cuando vieron acercarse hasta ellos la silueta de un joven de unos veintitantos que paso de paso sin detenerse.

Era José, el hermano pequeño de esa familia, sobre la que cotorreaban en esos instantes. Al pasar por delante las fusiló a todas con la mirada.

-¡Buenas tardes!-murmuraron todas a la vez

-Buenas tardes-Respondió el joven que no sabía si aumentar la velocidad de sus pasos sería la mejor opción

-¿Cómo está tu hermano?-Oyó que preguntaba una de ellas mientras las demás la acompañaban con risitas cómplices.

-¡Molido a palos!-les contestó el sabiendo que era mejor ser directo y franco ante esas víboras que andarse con rodeos del léxico.

-¡Pobre chaval con lo trabajador y buen mandado que era!

-¡No se preocupen que saldrá de esta!

-¡De eso si!, …¿pero de lo otro?

De nuevo estallaron en carcajadas ante la ocurrencia de la última arpía y José apresuró los pasos perdiéndose tras una esquina.

Su hermano Miguel todavía seguía convaleciente y lo esperaba en su casa.

-Este por lo visto también es de los de la acera de enfrente.

(De nuevo volvieron las risas) Pero José no las oyó o fingió que no le importaba el oírlas.

Caminaba cabizbajo, portando esa bolsa en la  que una botella de coñac del más barato que había podido comprar, tendría que hacer de analgésico para el dolor de huesos.

El alcohol podía mantener alejado los pensamientos de los fuertes dolores que Miguel tenía como consecuencia de los números golpes que había recibido. Pero  el dolor de alma que en esos momentos tenía su hermano mayor, no se lo quitaría ni el alcohol más caro y exquisito del mundo

José realmente no podía creer que su hermano hubiera terminado dando ese paso, pero tampoco tenía ni idea de porque su padre se había  terminado ensañando con su hermano mayor, más que consigo mismo.

Al llegar a la casa se sentó junto a la cama de Miguel y recibió con una sonrisa la cara de satisfacción que había puesto su tullido hermano cuando lo vio entrar por la puerta.

-¿Te has despertado?

-Sí,… pero apenas puedo moverme.

-Tranquilo no tengas prisa.- Al contestarle abrio la bolsa y le alcanzó la bebida.

Miguel le arreó un trago.

No paró hasta beberse un cuarto de botella de un tirón

-Cuidado que no es agua precisamente.-Le reprochó su hermano pequeño antes de arrebatársela para darle el también un trago a morro.

-¿Qué se dice por la aldea?- Le preguntó Miguel mientras tosía.

José miró preocupado la mano con la que su hermano se cubría la boca y admitió con cierto alivio el hecho de que llevara un par de días en los que ya no tosía sangre.

-¡Te puedes imaginar, …como están ahora mismo todos!... Tienen  chisme para por lo menos un mes.

-Siento mucho que tengas que pasar por esto otra vez… Justo ahora que ya casi todo el mundo se había olvidado de lo tuyo.-Le dijo entre toses.

Posiblemente la sangre que debía tener encharcada en el interior de sus pulmones, le hacía toser de esa violenta forma, pero no había forma de saberlo porque no tenían dinero ni para pagarle al médico.

Miguel volvió a coger la botella para darle un nuevo trago, lo hacía con la zurda puesto que la otra mano la tenía vendada y colgada del cuello.

-No esas cosas no se olvidan y en este cochino lugar menos todavía.-Le reprochó José antes de levantarse de la cama algo nervioso.

No quería hablar de él, ni de su pasado. Ni siquiera con su hermano mayor.

Los dos se miraron durante unos segundos antes de volver a hablar.

-Voy a ir con las ovejas, están las pobres animalicos sin atender desde esta mañana. ¿Vas a necesitar algo más?

-¿Tardaras mucho en volver?-Preguntó Miguel con algo de inquietud en sus palabras.

-Un par de horas como mínimo.

-Entonces necesitaré que me acerques hasta el orinal.

Con lentitud José ayudó a su hermano a incorporarse y anduvieron hasta el rincón en el que el oxidado orinal reposaba en el suelo.

En otras circunstancias Miguel hubiera salido a la calle para mear al fresco, pero la pierna rota, el brazo vendado y las dos o tres costillas amoratadas que parecían no reponerse de los golpes, le negaban esa autonomía.

José lo acompañaba notando caer sobre sus hombros todo el peso de ese cuerpo fornido y musculoso que por las circunstancias se encontraba casi inerte.

Cuando llegaron hasta el lugar donde debían evacuar se volvió a dar cuenta que otra vez tendría que ser él quien debía sacarle la polla a su hermano mayor y guiarle después el chorro hacía ese lugar.

-Apunta bien.-Le dijo Miguel con una sonrisa cómplice.

-Te crees que es fácil- Le reprochó José haciéndole saber que era prácticamente imposible atinar con el amarillento chorro mientras intentaba mantener al tullido hermano en posición erguida.

-Es que se pone todo perdido-se lamentó Miguel al ver como el amarillento liquido caía en todos lados menos en el oxidado orinal

-¡Ni que lo tuvieras que limpiar tu luego!-le reprochó José mientras seguía sujetando esa caliente polla.

José sujetaba el miembro de Miguel y poco a poco iba apreciando como esa barra de carne se iba hinchando a la vez que soltaba el caliente y amarillento líquido, pero no dijo nada.

"Al fin y al cabo se trataba de un acto reflejo…"

Las últimas gotas de orina fueron sacudidas con fuerza sobre un rabo que estaba ya sí…más que duro.

-¡Esto de aquí parece que no lo tienes roto!

-Ya ves, como está la jodida,… parece que a ella no le duele nada.-Le dijo Miguel mientras cruzaba una mirada cómplice con su hermano pequeño.

La mano de José se negaba a soltar ese trofeo de carne y durante unos segundos siguió apuntando hacia el orinal. Meneándolo con lentitud, descapullándolo y admirando el enorme tamaño que había llegado a tener esa polla,  que volvía a tener entre sus manos, después de muchos años

-José,…he acabado hace rato- Le dijo el portador de esa polla durísima hasta reventar.

No se molestó en metérsela dentro del raído calzón y lo acompañó de nuevo hasta la cama. Llegaron a duras penas y nada más dejarse caer sobre ella. José se lanzó sobre esa polla que no había perdido ni un ápice de dureza.

Miguel suspiró al notar como el rabo era comido por esa experta boca que tanto había echado de menos durante todos esos años.

-ahhhhhhh   …. Ahhhhh … Joseeeeee paraaaaaahhhhh.

-¿Te duele, … dónde te he hecho daño?- Le dijo un hermano preocupado que se incorporó soltando ese manjar.

No era para menos, si su depravación había terminado dañando alguno de los tullidos huesos de Miguel, no se lo perdonaría nunca.

-No, … no. Es que si sigues así de rápido me voy a correr.

Los dos miraron sonrientes hacía esa polla chorreante que vibraba erguida y desafiante.

"Podían molerlo a palos, … pero su polla no dejaría de ponerse así de dura cada vez que se le presentara la ocasión de yacer con un tío."

-¿Qué quieres hacer?

-¡De todooo! …¡quiero terminar muriéndome de gustooooooo!, … ohhhh siiii que buenooooooo.

Al volver a hablar Miguel pudo notar como su hermano pequeño ahuecaba a tope la garganta para engullirse la polla hasta el fondo. Una vez dentro la fue soltando lentamente, lengüeteando durante la salida cada centímetro de ese rabo chorreante.

Al llegar al rosado Capullo el joven pastor se encontró con unas gotas de presemen, que salieron a borbotones.

Su lengua las atrapó y fue directo a compartirlas con la caliente lengua de Miguel.

Empezó a besar a su hermano pequeño sin notar como este se iba desprendiendo de la ropa con rapidez. Antes de que se diera cuenta tenía a su joven hermano totalmente desnudo y sentándose en cuclillas sobre la cama en la que el yacía convaleciente  cada noche.

José al dejarse Caer sobre el cuerpo de su hermano notó como se pinchaba con algo, pero no se trataba de uno de los muchos muelles que sobresalían en ese viejo somier.

Se estaba clavando el durísimo pollón de su hermano que entró reclamando para sí lo que siempre había sido suyo.

Las gordas y peludas pelotas chocaron con ese hambriento ojete y sus miradas volvieron a cruzarse durante unos segundos.

-¿Te duele?-Le pregunto Miguel a su auto-enculado hermano

-Nooooo. ¡Me encanta notar esta polla!-Le contestó José que hacía círculos con su peludo culo para lograr que esa larga herramienta se le clavara hasta los huevos.

-¡A mí también me encanta!-Murmuró Miguel que echó la cabeza hacia atrás para mirar al techo evitando inútilmente que los primeros avisos del inminente orgasmo le alertaran de que le quedaba poco tiempo.

Después de esos interminables y placenteros segundos, José se agarró a los barrotes de la cama y empezó a saltar sobre esa polla que lo atravesaba.

-¿Te dueleeeeeeee?-Le preguntó Miguel entre suspiros.

-Nooooooooo, … me encantaaaaaa, ahhhh siiiiii… que polla tieeeeeennnessssss

-Ahhhhhh, asiiiiii, ….siguueeeeeeee

-Me encantaaaaaaa, ahhhhh siii que gustoooooooooo

-Me voyyy, me voyyyyy a …

Entre berridos los dos machos se terminaron corriendo.

José lo hizo sobre el velludo cuerpo de Miguel.

-Ah cabrón que culo tienes. ¡No sabes cómo lo echaba de menos!-Le contestó Miguel mientras le daba un sonoro azote en el dispuesto y follado culo

-Y tú tienes un rabo que es la envidia de esta aldea.

-Díselo a Padre, ... que es incapaz de entenderlo. Ahhhhhh, ... no puedo massssss

Miguel, se corrió dentro de ese culo que le exprimía la polla como si de un limón se tratara.

No tuvo miramiento alguno en derramarse en el interior de ese abierto y caliente coño masculino.

Su hermano no quedaría preñado por mucha lefa que le echaran allí dentro.

FIN

Queridos lectores, si eres de los fieles seguidores supongo que habras visto que este relato es la continuación de uno llamado "Los cuernos". Espero que os haya gustado y agradezco los comentarios.

Si es la primera vez que me lees tambien te agradezco los comentarios, ... sean estos buenos o malos.

un Saludo y felices pajas.