Moldeando a Silvia. Versión apócrifa (35)

Por fin en este capítulo empezamos a eliminar alguno de los personajes de la historia original. En los próximos esperamos seguir y meter otros nuevos. Gracias por vuestra atención y perdón por la demora postvacacional.

— Bueno, pues hemos llegado. Hogar, dulce hogar.

Benito había hecho el viaje de vuelta en poco mas de dos horas. Se veía claramente que tenía prisa. Tenía poco tiempo para organizar su estrategia. Sin embargo decidió subir con Silvia a su piso.

— Tengo que salir pero antes sírveme una cerveza bien fría y desnúdate.

— ¿Ya se ha terminado la veda?

— Mañana se acaba oficialmente. Pero hoy tenemos tiempo para un poco de romanticismo. Pero a la inversa. Normalmente los hombres regalan flores a las mujeres, las llevan a cenar a un sitio elegante y luego se acuestan con ellas. En nuestro caso va a ser al revés, primero vamos a follar y luego te llevaré a cenar y conocerás a una pareja de buenos amigos. De lo de las flores podemos pasar, creo que no les tiene mucha afición ¿verdad?

— Ya estabas tardando — dijo Silvia mientras le traía una cerveza en una jarra helada — dime, ¿Qué quieres que hagamos?

— No. ¿Qué quieres tú? Ya te he dicho que hoy tengo la vena romántica. Te dejo llevar la iniciativa. A ver que tal lo haces.

Silvia agradecida por la confianza se acomodó al lado de Benito. Lentamente se fue quitando la ropa mientras él la miraba saboreando su cerveza. Cuando quedó en pelotas le soltó los botones de la camisa y empezó a besarle el cuello, el pecho, siguiendo poco a poco hacia abajo. Le abrió los pantalones y dejó salir la polla que ya estaba a medio crecer. Continuó con sus besos y caricias a lo largo del miembro y de los huevos mientras el no hacía absolutamente nada mas que disfrutar el momento.

Cuando ya estaba a punto, dejó la jarra en la mesa, atrajo a Silvia y la estrechó contra su cuerpo mientras la daba un largo beso. Después, le abrió poco a poco las piernas y la penetró muy despacio, temiendo hacerle daño en las heridas recientes. Precaución inútil, la lubricación era excesiva y no dejaba lugar al menor roce. El orgasmo le sobrevino enseguida sobre todo ayudado por los aritos y a Benito le costó un poco mas.

— Bueno, ha estado sublime. Ahora tengo que irme. Tu dúchate ponte guapa y a las nueve pasaré a buscarte.

— ¿A dónde vas ahora?

— Bueno, tengo que resolver unos asuntos. No es nada, solo papeleo.

Salió y se dirigió a un tugurio frecuentado por todo tipo de gentes de mala vida. El no podía dejarse ver por el burdel para que nadie pudiera relacionarle con lo que iba a suceder así que necesitaba alguien que por una cantidad módica le hiciera el trabajo sucio. No le costó encontrarlo.

— A ver si lo he entendido. En resumen, tengo que ir al sitio en cuestión, arreglar el asunto de ese tal Jorge, buscar a la cubana, darle esta documentación, asegurarme de que la lea y la entienda y sacarla de allí. ¿Nada mas?

— Y nada menos. Y esta otra documentación es para tí. Leela antes de ir.

— ¿Qué es?

— Unos cuantos datos personales de ella que te ayudarán a vencer su desconfianza. Su nombre, apellidos, edad, historial médico, antecedentes, estudios… Y sobre todo los nombres de sus familiares, especialmente el de su hermana que vive en Alemania, que es quien buscó un buen abogado de inmigración para resolverle los papeles y dio conmigo.

— Que fuerte. Pero yo soy perro viejo y no suelo equivocarme. Si tu eres abogado yo soy bombero. Y si no lo eres ¿Quién cojones eres?

— Pues soy un tío que te va a pagar por un trabajo fácil con un polvo por añadidura si no haces preguntas idiotas. ¿Lo pillas?

— Perfestamente señor abogado. Como dice el refrán, en boca cerrada no entran pollas. ¿Cuándo quieres que lo haga?

— Mañana por la tarde. Procura acabar antes de que anochezca. Entrégale también este móvil. Es para que me llame cuando haya salido. Creo que sobra decirte, que si te pillan no me conoces de nada.

— Coño, claro. Como que ni siquiera se como te llamas. Solo se como dices llamarte.

— Que jodío. Mejor que sea así. Aquí tienes un anticipo. El resto cuando hayas acabado. Nos vemos.

— Hasta luego tío.

Benito volvió a recoger a Silvia. La suerte estaba echada y si todo salía bien habría muchas sorpresas. Llegaron con el tiempo justo pero con puntualidad británica a la cita con Orlando. Disfrutaron de una velada con cena, baile y copas y a las 2:00 volvieron a casa donde ambos se durmieron profundamente.

A las 7:15 escucharon el impertinente rugido del despertador. Tomaron un café rápido y Silvia se puso el mismo traje de anoche para no perder mas tiempo. Cogieron el coche y salieron para la oficina. Silvia trataba de sonsacar a Benito para averiguar lo que le esperaba pero fue inútil ya que Benito no sabía absolutamente nada. A pesar de su necesidad permanente de sexo los días pasados le habían dejado saborear la vida tranquila de una persona normal, se había sentido incluso especial en su trato con Benito y ahora le daba un cierto repelús que la volvieran a tratar como a una mierda. ¿Qué le tendrían preparado? De todas formas ya lo tenía asumido, se sometería a lo que fuera y la vida seguiría.

Apenas llegaron se dirigió a su antiguo despacho, ahora ocupado por Alberto. Le encontró revisando unos papeles.

— Hola Silvia. Has llegado demasiado pronto. Espérate ahí bien calladita a que acabe con esto y luego te cuento.

Buscó alrededor la silla de las visitas pero había desaparecido. Tampoco sabía si podía retirarse por lo que se quedó de pie hasta que Alberto acabó.

— Bueno, bueno. Espero que hayas descansado y vengas con fuerzas renovadas. Te van a hacer falta, te lo aseguro. Lo que veo es que no llevas un atuendo muy adecuado para desempeñar tu trabajo. Espera a ver que opinan los demás.

Llamó por el comunicador y enseguida entraron en el despacho Jorge y Luis Bermúdez.

— Le estaba comentando a Silvia que quizás necesite otro vestuario para su trabajo. ¿Qué os parece?

— Pues va a ser que no. Mejor estaría sin vestuario — puntualizó Bermúdez. Los demás rieron la ocurrencia.

— No, sería demasiado directo — dijo Alberto, y continuó dirigiéndose a Silvia — Hoy tienes que atender a un cliente muy especial. Vete a tu taquilla y ponte una minifalda mas corta. Y que se vea mas ese escote. Andando y date prisa que está por llegar.

Silvia se fue como una niña obediente sabiendo sin que nadie se lo dijera que en su taquilla encontraría la ropa que Alberto quería ponerla. Esto era nuevo, era la primera vez que la prostituían dentro de la empresa. Lo que no sabía es cuantos de sus empleados lo verían. Porque si algo era seguro es que lo que hiciera iba a ser contemplado y grabado para la posteridad.

— Bueno Alberto, ¿Qué es lo que va a hacer esta putita? Espero que sea interesante.

— Pues como supondrás vamos a verlo en directo. Tengo un circuito cerrado con varias cámaras conectado a mi ordenador. Hoy le toca debutar en la sala de juntas.

— Pues vaya un sitio raro para tirarse a una puta. ¿Lo ha pedido el cliente?

— Bueno…. mas o menos. Espera y verás. No seas impaciente.

Al poco tiempo apareció Silvia vestida con una minifalda que apenas le llegaba 2 cm por debajo del culo y un escote rompedor. Lo único que le diferenciaba de ir vestida como una puta era la chaqueta y las gafas que le daban un aire de oficinista, mas bien de secretaria al servicio particular de su jefe.

— A ver, siéntate ahí a ver que impresión das. Así. Descruza las piernas…. Se te ven las bragas. Perfecto. Pues ale, tira para la sala de juntas que el cliente te está esperando. A ver si dejas bien alto el pabellón.

Salió del despacho entre las risas de los tres hombres a las que siguieron risitas contenidas de los empleados que se cruzaban con ella por el pasillo. Intentó ignorarlos manteniendo la vista al frente y llegó casi corriendo a la sala de juntas.

Sentado frente a la mesa esperaba un hombre de estatura media, pelo moreno y unos 45 años muy bien llevados. Se levantó al verla entrar y le dio la mano lo que la sorprendió.

— Eres Silvia ¿verdad? Me han hablado mucho de ti. Supongo que ya sabes porqué he venido. Podemos empezar cuando quieras. Pero lo primero me gustaría que hablemos del precio. Sinceramente me parece excesivo.

¿Excesivo el precio? — pensó Silvia — el hombre llevaba un traje caro, un reloj de oro y un portafolios de cuero del bueno. No parecía el tipo de cliente que regatearía el precio de un polvo.

— De acuerdo pero si te parece pasemos a ese sillón de la esquina, estaremos mas cómodos que en esta mesa tan grande.

— Como quieras — dijo el hombre recogiendo su maletín y su móvil para dejarlo en la mesita frente al sillón. Se sentó comodamente y Silvia lo hizo a su lado levantando disimuladamente su falda mientras se sentaba. El hombre no se perdía detalle y recorría con la mirada sin disimulo toda su anatomía.

— Y dime ¿no quieres ponerte un poco mas cómodo? — le dijo Silvia y sin esperar respuesta le ayudó a quitarse la chaqueta y le soltó un par de botones de la camisa; él, parecía incómodo pero se dejó hacer — el precio es cosa de don Alberto ¿has hablado con el?

— Si y me ha dicho que no me lo puede bajar pero me ha dado a entender que tu si podrías al menos darme algún servicio adicional que lo justifique.

— Claro que si, en eso no hay ningún problema, de momento aquí tienes un adelanto — añadió soltandose el escote y dejando libres las tetas ante los ojos abiertos como platos de su cliente.

Este balbuceó algo sin sentido y enseguida le agarró las tetas y comenzó a amasarlas. El bulto que empezaba a crecer en sus pantalones era claro. Se levantó, cogió a Silvia la llevó a la mesa grande, la recostó en ella, le bajó las bragas de un tirón y se la tiró varias veces en diferentes posturas.

Cuando hubo acabado Silvia se recompuso un poco aunque no se vistió y fueron a sentarse otra vez en el sillón.

— Bueno — dijo el cliente — da gusto tratar directamente con la directora. Me encanta tu forma de trabajar. Y ahora ¿Qué te parece si revisamos el presupuesto a ver que servicios puedes añadir? Como ya te dije 50.000 euros me parece excesivo.

Ahora era Silvia la que no entendía nada. Por muy especial que fuera el cliente ¿Quién pagaría 50.000 euros por una puta? Ni siquiera para comprarla. A menos que….

— Espera un poco. ¿De que presupuesto me estás hablando?

— Pues de cual va a ser mujer, el de la campaña publicitaria de mi empresa. Alberto me dijo que no podía tocar el precio pero que hablara contigo a ver si incluímos algo mas, por ejemplo los rótulos de neón que habíamos descartado. ¿Qué te parece?

A Silvia no le parecía nada. Solo que era una nueva jugada de Alberto. La había hecho reunirse con uno de los mejores clientes de Publicidad Setién en calidad de directora pero le había hecho creer otra cosa. Como era un cliente nuevo, Silvia no le conocía y no se había percatado hasta que fue demasiado tarde.

Esto abría un nuevo infierno para ella. El cliente contaría lo sencillo que era tirarse a la directora de Publicidad Setién consiguiendo de paso mejoras en los contratos. En poco tiempo todos los clientes reales o potenciales de la empresa sabrían que su directora era una calentorra de coño fácil. Peor aún, muchos directivos usaban el sexo para conseguir algo a su favor pero Silvia lo había usado para conseguir algo en su contra. Era la puta y además pagaba la fiesta. Con estas perspectivas todos los clientes pedirían una entrevista "personal" con la directora para tratar los contratos. Silvia ya se veía en un nuevo despacho sin mesa ni sillas, solo una cama y una máquina de condones.

El resto de la entrevista fue una capitulación. El cliente fue repasando los puntos que inicialmente no se habían incluído en el presupuesto y Silvia, totalmente descolocada decía a todo que si. El empezó diciendo "que te parece si metemos esto" pero al poco tiempo ya era "vamos a meter esto". No sugería, ordenaba y se iba creciendo a medida que veía que la rendición era total y sin condiciones. Y también veía que su superioridad podía llegar mucho mas lejos de los asuntos meramente comerciales.

Finalmente dijo — aquí tienes el contrato con todo incluído. Firma de una puta vez. Y no te preocupes, si se me ocurre algo mas ya vendré otro día, echamos otros dos o tres polvos y me firmas otro contrato. ¿De acuerdo chochito?.

— Si.

— Se dice "si señor".

— Si señor, le espero cuando quiera venir.

— Perfecto. Y ahora retírate y dile a Alberto que venga que tenemos que hablar de cosas de mayores.

Salió con la cabeza baja y fue hacia el despacho de Alberto con la seguridad de que todos los empleados que la miraban sabían lo que había pasado. Aparte de estar desaliñada olía a semen a distancia. Llegó hasta el despacho, dio el recado a Alberto y se dispuso a ir al vestuario a darse una ducha pero Jorge la agarró del brazo y la metió otra vez en el despacho. Sin decir ni una palabra le arrancó toda la ropa y la tiró a la papelera. Luego la puso a 4 patas en la alfombra y la obligó a hacerle una mamada mientras Bermúdez se la tiraba desde atrás.

Al acabar la echaron a patadas del despacho y se encontró sola, sucia, en pelotas y en medio del pasillo aunque afortunadamente no había nadie pues ya había pasado la hora de ir a comer. Fue corriendo al vestuario esperando que nadie mas la parara por el camino. Necesitaba ante todo refrescarse y descansar un poco. Luego se pondría la ropa que traía esta mañana y había dejado en su taquilla.

Abrió el grifo y se demoró un buen rato debajo de la ducha. Se lavó a conciencia y cuando hubo terminado fue a la taquilla a por su ropa. Una nueva sorpresa le aguardaba. Su taquilla estaba abierta y completamente vacía. Lo primero que le vino a la cabeza fue la similitud con su vida, así la querían tener sus torturadores, siempre abierta y vacía de toda condición humana. Y ahora no tenía nada que ponerse. Notó que alguien la observaba, se dio la vuelta y se encontró de cara con Quique.

— Así me gusta, desnuda y bien limpita para empezar mi turno.

La empujó contra la pared, se sacó la polla y se la tiró sin contemplaciones haciendola mucho daño y dejandola tan sucia como antes de ducharse. Ella intentó volver a la ducha pero el se lo impidió.

— Ale, vamonos que aquí ya está todo hecho.

— Pero ¿A dónde vamos? ¿Vas a obligarme a salir a la calle desnuda? Por favor, dejame ponerme algo. Muchos de mis empleados están comiendo en los alrededores. Por favor

— No me gusta engañar a nadie. Quiero que parezcas lo que eres delante de todo el mundo. Pero por desgracia Alberto me ha pedido que mantenga algunas apariencias y no voy a contrariarle. Iremos en mi coche que está en el aparcamiento.

Subieron al coche y Silvia se encogió todo lo que pudo en su asiento tratando de que su desnudez no traspasara los cristales. Cuando se habían alejado un poco, Quique cogió una aguja que llevaba en su camisa y se la clavó a Silvia en el culo. Esta, dio un grito y saltó del asiento y enseguida pudo ver como varias personas (por suerte todas desconocidas) miraban hacia el coche y señalaban con el dedo. Se volvió a sentar sabiendo que cuando Quique quisiera la volvería a pinchar o mas simplemente la ordenaría que bajara del coche.

Llegaron a casa de Quique y entraron directamente en el parking. Subieron mientras ella rezaba para que el ascensor no se parara en ningún otro piso.

— Bueno, pues ya hemos llegado. Ahora te tengo varias tareas. Lo primero me vas a limpiar el piso que ya le toca. Después prepara maletas para una semana, que mañana nos vamos de viaje a la playa con unos amigos. Mi ropa está en el armario. La tuya encima de la mesa de la cocina.

— ¿Vamos a la playa? ¿Y eso?

— Pues verás, resulta que un amigo nos deja un chalet en la costa del Maresme unos días. Además de nosotros van unos amigos de la facultad, especialmente una amiga a la que espero conocer mas intimamente. No te lo tomes a mal, me encanta follarte y hacerte toda clase de putadas, lo que pasa es que a ti tengo que compartirte y ya estás muy usada. Necesito tener una putita en exclusiva que se someta a todos mis caprichos. Y esta me parece una candidata idonea.

— ¿Y que te hace pensar que sea sumisa? ¿O es que también la vas a chantajear?

— Bueno, algo me he informado. Ya sabes que soy un poco hacker, y ella tiene la mala costumbre de meterse en chats en los ordenadores del departamento de informática. Nada mas fácil para mi que ponerle una trampa para ver donde se mete y lo que escribe. Lo tengo todo en mi pent-drive. Si quieres te lo dejo para que te pajees un rato. Con que leas un poco verás que lo que busca es un tío que le de caña, mucho sexo y poco o nada de romanticismo. La vena sumisa la tiene bien definida, solo hay que hacérsela descubrir y darle forma. Y precisamente por eso te llevo conmigo.

— ¿Quieres que haga de Celestina? No jodas.

— Mas bien quiero que hagas de ejemplo. Que vea lo puta y obediente que eres y lo feliz que te sientes de serlo. Que se ponga en tu piel y eche a volar su imaginación. Además entre mujeres siempre os contais detalles mas íntimos y ya sabes que la información es poder. De paso también me puedes servir para ahuyentar posibles moscones. Uno de mis colegas anda detrás de ella así que una de las primeras cosas que tendrás que hacer es tirártelo y apartarlo de la circulación.

Piensa que si todo sale bien te librarás de mi. Y ahora me voy a echar una siesta. Hasta luego. Limpia bien el vater que debe tener hasta mutantes.

Lo primero que hizo fue ir a ver que ropa le había dejado ese imbécil y se llevó otra sorpresa. Era la misma que le habían obligado a ponerse esta mañana. Por supuesto estaba arrugada y sucia. Y no había nada mas. ¿Cómo iba a pasar una semana sin cambiarse ni siquiera de bragas?

Intentó no pensar en ello, metió la ropa en la lavadora, se vistió solo con un mandil y se puso a la tarea de limpiar la casa. Había roña de varias semanas y tuvo que emplearse a fondo. Le llevó varias horas y cuando acabó estaba agotada. Entonces se puso con las maletas. Cuando al fin tenía todo listo estaba hecha polvo y cubierta de sudor.

Se sentó pero antes de un minuto apareció Quique, la llevó al sofá donde la tiró de un empujón, le arrancó el mandil y se sacó la polla lista para otra sesión. Ella no podía mas, le costaba horrores cada movimiento que hacía, le dolía todo el cuerpo y no veía como podría complacerle.

— ¿Puedo ir primero al baño? — dijo intentando al menos sentarse allí unos minutos para recuperar el resuello.

— Pues va a ser que no. Ya has tenido bastante tiempo de mear. Ahora a trabajar. Venga, abre las patas.

Silvia se abrió resignada y Quique la penetró con fuerza buscando que le doliera. Ella se movía muy despacio, solo dejándose hacer, algo a lo que Quique no estaba dispuesto. Empezó por darle un tremendo azote.

— Vamos zorra, mueve el culo. Ni se te ocurra bajar el ritmo. Venga, mas deprisa.

— Por favor Quique no puedo mas, déjame descansar un poco y te prometo que luego voy a hacerlo mucho mejor.

— Eso no son mas que excusas de holgazana. Eres una puta y lo único que tienes que hacer es follar y si no puedes mas, joderte y seguir hasta que el hígado te salga por la boca. Y ahora basta de cháchara y dale duro.

Lejos de darle ningún respiro, la obligaba a ir cada vez mas rápido. Ella se ahogaba, tenía las pulsaciones cerca de la taquicardia y no esperaba ninguna compasión. Sacaba las fuerzas de donde no las tenía para mover las caderas a ritmo de batidora. Si bajaba la velocidad Quique la obligaba a base de ostias a volver a subirla.

Siguió así un buen rato hasta que se desplomó y quedó dormida. Quique la despertó enseguida con una bofetada y la obligó a seguir. Así otra vez y otra y otra, hasta que ni con bofetadas ni zarandeándola consiguió que recuperara la conciencia. Solo entonces entendió que había llegado de verdad al límite de su resistencia física y la dejó dormir hasta por la mañana.

Pasó la noche entre pesadillas y sudores. Al final soñó que se ahogaba y al despertar descubrió la causa. Quique se le había montado encima y le había metido la polla hasta la garganta con otra de sus gracias tontas.

— Vamos, tomate tu desayuno. Rico en proteínas y muy nutritivo. Y en cuanto acabes preparame el mío. Dos tostadas, café con leche y zumo de naranja.

Mientras Silvia preparaba el desayuno, Quique bajó a comprar el periódico. Cuando volvió estaba muy excitado.

— No te lo vas a creer. Han detenido a Jorge.

— ¿Cómo?

— Toma, leelo tu misma.

"Efectivos de la Policía Nacional han desarticulado una red de trata de blancas en las inmediaciones de Madrid. Las mujeres eran captadas en sus países de origen y una vez en España eran despojadas de su documentación y obligadas a ejercer la prostitución bajo amenazas y coacciones. La trama fue destapada cuando una de las chicas, menor de edad consiguió escapar y denunció a sus captores. En la operación han sido detenidas cinco personas de diversas nacionalidades acusados de detención ilegal, inducción a la prostitución, tráfico de estupefacientes y saltarse un semáforo en rojo mientras emprendían la huída. Han sido liberadas 29 mujeres en su mayoría de origen iberoamericano. El cabecilla de la banda, C.F.J. de nacionalidad española, se encuentra en paradero desconocido por lo que el operativo se mantiene abierto y han sido reforzados los controles en aeropuertos y aduanas para evitar su salida del territorio nacional".

Silvia no se lo podía creer ¿Qué había pasado? Eso significaba uno menos a joderla aunque seguro que se haría otro reparto y seguiría sin tener tiempo libre. Dejó el periódico y se pusieron a desayunar mientras pensaba en los últimos acontecimientos.