Moldeando a Silvia. Versión apócrifa (33)

Moldeando a Silvia. Versión apócrifa (33)...

Prosigo con mi versión particular de la obra de Federico. Gracias por vuestra paciencia y espero pronto ir cambiando algún personaje.

Un saludo.

Alvaro y Sandra.

Satur cayó al suelo sin conocimiento mientras Luis se recuperaba y miraba a Benito con recelo por si también había ostias para el.

— Oye, ¿tu no eres el chofer de Silvia? ¿También eres su guardaespaldas?

— Algo así. Puedes levantarte, tranquilo, no te voy a pegar. En cuanto a ti — dijo dirigiendose a Silvia — vete a casa, date una ducha fría y procura dormir. Ya hablaremos mañana.

— No tengo nada que ponerme. ¿Tengo que ir desnuda?.

A Benito le hubiera encantado hacerla ir en pelotas por medio de su pueblo. Pero no quería ordenárselo delante de un testigo tan peligrosamente cercano a su hermana.

— Toma esto — le tendió su propia chaqueta — es lo único que te puedo dejar, tu ropa no la tengo encima.

Silvia se puso la chaqueta. Solo le cubría parcialmente el culo. Se fue a paso rápido por calles poco transitadas procurando alejarse de las farolas. Luis la vio alejarse recreándose en su paso, en su desnudez, en el vaivén que los zapatos de tacón imprimían a sus caderas. Como lamentaba la ocasión perdida, si las cosas no se hubieran torcido se la habría tirado varias veces en casa de su amigo. Benito pareció leer sus pensamientos.

— Chico, no siempre se gana, la vida es así. De todas formas no voy a dejarte con el calentón. Cuando tu amigo se espabile llévale al puticlub, ya sabes donde está. Pregunta por Tomás y dile que vas de parte del cubano, ya he hablado con el. Tenéis dos polvos pagados, que ha apuntado a mi cuenta. Si queréis mas, eso será a vuestras expensas. En cuanto a Silvia, es mejor que no la veais en los próximos días. ¿Ok?

— No entiendo nada pero muchas gracias. Por mi no te preocupes no vivo en el pueblo ni tengo que venir en estos días. Pero me quedo con la duda, parecía que quería guerra.

— No hay nada que entender muchacho. Por razones que no puedo explicarte, no puede follar con nadie en varios días.

— Problemas de salud supongo — se acercó a Satur que ya empezaba a levantarse y le ayudó a incorporarse.

— Entiendes las cosas de puta madre — le dijo Benito mientras se ponía su sombrero y se iba por donde había llegado — hasta la vista.

— ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Silvia? — dijo Satur sujetándose la cabeza — Tengo un calentón de órdago y una mala ostia que ni te imaginas.

— Se te pasará con un polvo gratis.

— ¿Como?

— Vamos, te lo explicaré por el camino.

Mientras, Silvia al amparo de la noche llegaba a casa. No sabía si alguien la había visto y llegó como un rayo hasta su habitación. Pero sus prisas tenían otro motivo. En cuanto llegó, tiró furiosa la chaqueta de Benito al suelo, se tendió en la cama y se puso a masturbarse como una loca. Le ardía el coño y estaba rabiosa por no haber podido ser follada como quería. Se corrió varias veces pero no quedaba saciada, necesitaba mucho mas. Sus dedos, sus manos y un calabacín que encontró en la nevera buceaban en su vagina que se abría a todo lo que llegara. Estaba palpitante y totalmente empapada. Y realmente estaba deseando que la semana pasara rápidamente para volver a asumir su verdadero papel. Se lo repetía una y otra vez:

— No soy una chica decente. No soy la jefa de nadie. Soy una puta. La puta mas arrastrada que ha existido jamás. Mis amos pueden hacer conmigo lo que quieran, cuando quieran y como quieran. No se quien es Silvia. Me llamo M.

Deseaba tener cerca a cualquiera para que la puteara como merecía. Pero en su odiada soledad, solo ella misma se pellizcaba los pezones, se abofeteaba, se tiraba del pelo, se azotaba el culo. No podía parar. Quería seguir hasta reventar.

Finalmente acabó en el suelo cubierta de sudor y de sus propios fluídos vaginales. Decidió hacer lo que le habían ordenado que hiciera, dormir. Se tomó una pastilla se acostó y durmió entre sudores y pesadillas hasta bien entrada la mañana.

La despertó Benito a las doce. Entró en su habitación y le subió la persiana. Un sol radiante inundó la estancia y la hirió en los ojos. Se tapó la cabeza pero Benito le tiró de la manta.

— Siempre tan floja. Has dormido casi diez horas. Pero ahora tienes que levantarte. Tienes una cita para comer ¿te acuerdas?

Poco a poco sus ojos se habituaron a la luz. Al darse cuenta de su desnudez a la vista de Benito sintió una nueva excitación. Su cuerpo estaba cada vez mas hambriento de sexo y solo deseaba que Benito la empalara allí mismo. Pero el negro se limitó a encender un cigarro y ofrecerle otro. Silvia dio unas caladas se levantó, se frotó los ojos, fue en pelotas hasta la cocina y puso la cafetera en el fuego.

— ¿Lo pasaste bien anoche? Era de esperar. No puedes estar tanto tiempo sin sexo. Alberto cree que te está haciendo un favor pero en realidad te está sometiendo a la peor tortura que pueda imaginarse. Verás como Jorge se de cuenta de que esto es lo que mas te jode. No vas a salir del pueblo.

— ¿Llamas pasarlo bien a poner cachondos a un par de garrulos y luego no poder tirarmelos?.

— Pues no. Me refería a la fiesta que te diste aquí después tu solita. Es una lástima que no lo haya grabado, sería un buen reportaje para colgar en alguna web de pajilleros.

Silvia puso cara de sorpresa. ¿Cómo podía saberlo si no estaba allí?

— Joder, joder, y que otra cosa podía hacer. Ese cabrón me puso a mil y entonces apareces tu y lo hechas todo a perder. ¿De que forma me espías ahora?

— Pues de ninguna. No lo sabía pero suponía lo que haría una viciosa como tu nada mas llegar a casa. Ahora ya lo se. Y no creas que soy un aguafiestas, tus amigos acabaron la noche bien saciados en el club.

— Pues que bien, muy filantrópico por tu parte. ¿Y yo que?

— ¿Tu que? ¿Acaso pretendes compararte con ellos? Ellos son personas y como tales merecen mi respeto, tu solo eres un objeto. Tu placer me importa un carajo. Y vete haciendote a la idea porque a ti tiene que importarte menos aún. Lo único que tiene que importarte es el placer que otros puedan sacar de ti.

— Y pensar que tengo que quedarme hasta el Domingo — dijo sin escuchar estas razones.

Se sentó, abrió las piernas y se dispuso a masturbarse sin importarle que Benito estuviera delante. Pero este la cogió el brazo con fuerza.

— Si sigues así voy a tener que ponerte un cinturón de castidad. Aguantate las ganas un poco. Además te tengo una buena noticia. Pero antes de contartela sirveme el café.

Silvia le puso una taza y ella se sirvió otra. Estaba expectante pero Benito no dijo nada mientras paladeaba cada sorbo. Finalmente dejó la taza y le contó las últimas novedades de lo que se estaba cociendo por Madrid.

— Sabes que Jorge y Alberto acordaron repartirse tu tiempo una semana cada uno. Pero se olvidaron de que no están solos en esto y los demás ya van teniendo hambre. Así que tus vacaciones van a ser un poco mas cortas de lo previsto. El Viernes por la tarde volveremos a Madrid y así el fin de semana podrás estar disponible. Jorge también tendrá que ceder algo de su semana pero eso ya no te importa. Tu a lo tuyo.

Esas noticias hace unos días serían nefastas pero ahora era al revés. Ella había cambiado al mismo ritmo que lo hacía su sexualidad y ahora la abstinencia era el peor de los castigos. Casi dio un salto de alegría.

A las dos se fue a casa de Marta y Ramón. Mientras, Benito comió algo y se fue al bar a tomar unas cervezas. Necesitaba pensar. La situación estaba cambiando y si seguía así se podía acabar enfriando y llegar al final. A Jorge y muchos de los otros lo que mas placer les causaba era someter a Silvia y arrastrarla por caminos cada vez peores. Pero ¿Qué pasaría si ella se entregaba directamente? Sin resistencia, sin condiciones, incluso pidiéndolo. Ellos se acabarían aburriendo y después de unos pocos polvos mas decidirían acabar con el juego. También conocía los planes de Jorge. La vendería a don Carlos y Alberto estaría de acuerdo con tal de terminar con esto de una vez. Y entonces él, Benito, se quedaría sin acceso a esta mina inagotable de placer. Además también contaba con que Silvia sería en el futuro una fuente de ingresos que le permitiría traer de Cuba a sus familiares.

Después de mucho pensarlo decidió llamar a Alberto. Necesitaba implicarle para que las cosas siguieran como estaban.

— No esperaba que me llamaras, ¿pasa algo?

— Verás, quería comentarte algunas cosas. He visto algunos cambios en la forma de actuar de Silvia que me preocupan. Si hasta ahora se resistía a ceder posiciones ahora parece querer caer hasta el fondo, la veo totalmente sometida o eso quiere.

— Eso mismo me estaba temiendo hace tiempo. Hemos creado un monstruo, placentero pero un monstruo al fin y al cabo. Por supuesto va en camino de escapar de nuestro control y dedicarse solo al sexo. Y eso no es lo que tu quieres ¿verdad? Le quita emoción a nuestro juego. Acabaría siendo como tirarse a una muñeca hinchable. A mi solo me confirma lo que ya sabía. Las cosas han llegado demasiado lejos y hay que detener esta locura antes de que acabemos mal.

— Eh, para el carro. Yo no soy Jorge. No tengo especial interés en humillar a Silvia pero si en follármela cada vez que me apetezca. Y ahí es precisamente donde le veo el problema.

— Mas bien los problemas. Son varios los tíos que se van a aburrir y no sabemos por donde van a salir. En el caso de Jorge podemos suponerlo, se la alquilará cada vez por mas tiempo a don Carlos. ¿Crees que tengo ganas de tratar en el futuro con ese proxeneta?. Acabará convirtiéndose en condueño de nuestra Silvia y exigiendo su parte del pastel. Y ya sabes como las gasta esta gentuza.

— Si, me lo puedo imaginar. Por eso te he llamado. Te confirmo que estoy de tu lado pero no se si eso equilibra las fuerzas.

Alberto se mantuvo un rato en silencio como rumiando las palabras de Benito. Sabía que no podía fiarse de nadie pero tampoco podía enfrentarse a todos a la vez. No le quedó mas remedio que aceptar esta inesperada alianza.

— También podemos contar con Pedro — dijo al fin — Y poco mas. Hay algunos que ya se han autoexcluído. Pero del otro lado tenemos a la mayoría. Jorge, Quique, Pablo, Bermúdez...

— Y te olvidas del principal, quien mas ganas tiene de seguir de que esto vaya a mas y sin ningún control.

— Sorpréndeme.

— Pues la propia Silvia. Si hay dos lados ya te digo cual va a escoger.

Alberto lo sabía, cualquiera que tuviera ojos en la cara lo sabía. Silvia era solo un rescoldo del pasado en un cuerpo que ahora se llamaba M. Era el último reducto de una moral que se apagaba mas cada día que pasaba. Si se extinguía, si Silvia desaparecía incluso como recuerdo, ya no habría ningún freno, ya no sería una empresaria, ni siquiera una mujer puteada. Solo sería una mercancía. Su único destino sería producir dinero, ser explotada 24 horas al día hasta su destrucción total. Y en ese camino todos podían verse salpicados y él como el que mas.

Era ABSOLUTAMENTE NECESARIO mantener con vida a Silvia, proporcionarle cosas a las que aferrarse. Familia, amigos, responsabilidades en la empresa, placer sexual, en definitiva, todo lo que pudiera mantener su autoestima en la medida de lo posible. Y de momento solo Benito podía hacerlo.

— Hasta el Viernes procura que se mantenga ocupada, que visite gente, que salga. Yo procuraré preparar las cosas por aquí para que su aterrizaje sea mas suave. Pero no va a ser fácil. Le tienen preparadas varias cosas.

— Alberto, sabes que tiene el coño como un volcán. ¿Que hacemos con eso?. Para ella no follar es la mayor tortura a la que puede estar sometida.

— Al menos hasta el Viernes es mejor dejar cicatrizar las heridas de los anillos. Pero si no hay mas remedio y tu lo sabes mejor que nadie, con prohibirle la penetración vaginal basta. ¿Seguro que solo es ella la que arde en deseo? — añadió con un deje de malicia — No te preocupes, te comprendo. En cuanto vuelva a casa puedes hacer que te la chupe o darla por el culo.

— Como me conoces cabronazo. No te preocupes, seré moderado y el resto del tiempo no la dejaré parar en casa.

— Perfecto. El Viernes cuando llegueis tiene la noche libre. Pero el Sábado a primera hora llévala a la oficina. Le tendré preparado algo que sorprenderá a todos.

— ¿No me puedes adelantar algo?

— No seas curioso. Aprende a disfrutar de la espera. Mientras, ya sabes, mantén su autoestima en el nivel que está ahora. Ni mas ni menos. ¿Sabrás hacerlo?

— Claro que si. Puedo ser un perfecto galán si me lo propongo. Yo también le daré una sorpresa el Viernes y te digo lo mismo: no seas curioso.

— De acuerdo entonces. Nos vemos el Sábado a las 8:00

— Te me cuidas Alberto, ¿Ok?

Silvia se aburrió soberanamente mientras Marta le contaba sus proyectos de futuro tan apasionantes como el color que había escogido para las cortinas del salón. Confiaba en que no se hubieran enterado del incidente de anoche con sus amigos. Probáblemente no contarían nada.

Después del café se despidió para irse. Al cruzar el patio vio que Javier estaba aparcando su camión. Lo llevó hasta el sitio mas alejado de la casa, bajó la ventanilla y le hizo a Silvia una seña para que se acercara.

Silvia se aproximó dudando. ¿Que querría de ella ese imbécil?. ¿Se confirmarían sus sospechas?. Al llegar, Javier la cogió de un brazo y la llevó hasta detrás del camión, a salvo de las miradas desde la ventana de la casa.

— Silvia, tu cara me sonaba y he estado pensando en ello. ¿De que podemos conocernos?

— No se, todos nos parecemos a alguien, y...

Javier se rió y sin mas preámbulos le metió las manos por debajo de la falda y le frotó el coño. Silvia había quedado paralizada.

— Hace tiempo que no veía una buena comedia — le dijo con picardía — pero la de ayer ha sido de las mejores. ¿Desde cuando una puta como tu tiene derecho a codearse con la buena sociedad de un pueblo como este?

Estaba claro, era uno de los que se la había tirado. Silvia intentó apartarle la mano y recibió una bofetada.

— No es la primera ostia que te doy. Supongo que no lo recuerdas porque yo solo era uno mas y tu estabas de coca hasta las orejas.

— ¿Qué es lo que quieres? — le preguntó Silvia aunque ya podía imaginárselo.

— Eso está mejor, empezamos a poner cada cosa en su sitio. Te explico. Esta noche voy a invitar a unos cuantos compañeros de fatigas a una fiesta dentro de mi camión y tu vas a ser el plato fuerte. Por supuesto no nos vas a cobrar nada mas que mi silencio. ¿O prefieres que le cuente a tu hermanita a que te dedicas?

¡No! Eso no podía pasar. Sería la puta mas grande del mundo pero para sus seres queridos tenía que seguir siendo Silvia, la hija que lloraba a su padre, la hermana ausente que de vez en cuando vuelve al hogar. Tenía que evitar eso a toda costa. De momento tenía que ganar tiempo. Después, negociar.

— Verás, yo no puedo decidir eso, mi chulo no va a consentir que os lo haga gratis. Y si vuelvo sin dinero a mi me partirá la cara pero a ti también.

— Claro. Y yo soy imbécil y me lo creo. ¡Venga ya!. Déjate de tonterías que las cartas están boca arriba.

— Si no me crees a mi, llama a tu amigo Luis y pregúntale. Anoche tuvo un encontronazo y te puede explicar las cosas mejor que yo.

— Te aviso. Como me estés intentando engañar voy a invitar a la fiesta al perro que me cuida el camión. ¿Has probado alguna vez un pastor alemán?

Sin soltar a Silvia cogió el móvil y llamó a Luis. Este le confirmó la historia incluída la cortesía de Benito.

— Así que ese negro es tu chulo. Esto es la ostia. No parece un mal tío, seguro que podemos llegar a un acuerdo. Pero lo que no cambia es que tu hermana no sabe nada de tu vida y yo puedo joderte con eso. Y ¿Por qué será que me parece que al negro tampoco le conviene?. Vete a verle cuéntaselo y que el decida. Si quiere que me llame y podemos llegar a un acuerdo. Pero a las nueve en punto quiero verte aquí arreglada, perfumada sin bragas y con el coño bien depilado. Si no le contaré a Alicia lo puta que es su hermanita y le daré un par de fotos que tengo de recuerdo — era un farol pero por la cara de Silvia supo que había tragado — Hasta luego entonces.

Le soltó la empapada entrepierna y Silvia volvió a casa sin dejar de pensar en las opciones que tenía: follar o follar.

Lo que si tenía claro es que tenía que mantener al margen a su familia a cualquier precio. Por su hermana que no tenía culpa de nada, por la memoria de su padre, por los recuerdos de su niñez. Ella se iría lejos, se hundiría en la mierda completamente pero su recuerdo en sus seres queridos se mantendría como siempre.