Moldeando a Silvia. Versión apócrifa (32)

Prosigo con mi versión particular de la continuación de la obra de Federico. Pero puesto que ha resucitado eso lo cambia todo. Iré tratando poco a poco de alejarme de su hilo e ir cambiando los personajes porque si no va a ser un lío. Por favor añadir comentarios, si no gusta dejaré de escribir y si preferís otra orientación se puede cambiar sobre la marcha. Como Federico, recalco que esta historia es totalmente ficticia y no apta para menores o personas sensibles. Las situaciones que aquí se relatan no deben ser llevadas a la realidad salvo por personas adultas y con su expreso consentimiento siempre de acuerdo con la legalidad vigente. Mis agradecimientos a Sandra, la musa que me inspira y a Federico que siempre nos descubre algo nuevo de la personalidad humana.

Prosigo con mi versión particular de la continuación de la obra de Federico. Pero puesto que ha resucitado eso lo cambia todo. Iré tratando poco a poco de alejarme de su hilo e ir cambiando los personajes porque si no va a ser un lío.

Por favor añadir comentarios, si no gusta dejaré de escribir y si preferís otra orientación se puede cambiar sobre la marcha.

Como Federico, recalco que esta historia es totalmente ficticia y no apta para menores o personas sensibles. Las situaciones que aquí se relatan no deben ser llevadas a la realidad salvo por personas adultas y con su expreso consentimiento siempre de acuerdo con la legalidad vigente.

Mis agradecimientos a Sandra, la musa que me inspira y a Federico que siempre nos descubre algo nuevo de la personalidad humana.

Silvia acabó de vestirse y arreglarse y salió de la habitación. Antes de que fuera a su cita Benito le recordó:

— No lo olvides: la primera prenda a las doce en punto. Luego cada media hora. Y no vale mas que lo que te dejé en la cama.

Hacía una buena noche que invitaba al paseo. Mientras caminaba iba pensando que quizás sería mejor inventar alguna excusa y no empezar una noche que no sabía como podía terminar. Pero las doce parecía una hora muy lejana, podía tomar un par de copas y después retirarse elegantemente. Sin embargo sus pensamientos no tenían en cuenta a su propio cuerpo. Habituada como estaba a vivir para el sexo llevaba ya mucho tiempo de abstinencia y lo que menos quería era dormir.

Que dilema. Necesitaba follar pero estaba segura de que Benito se lo impediría si se presentaba la ocasión. No le dio mas vueltas y apretó el paso.

A las 22:00 Silvia llegó al Poseidón, el pub de moda en el pueblo puesto que no había ninguno mas. Nada mas entrar vio a Luis Miguel y Juana acodados en la barra junto con otro chico. Mientras se acercaba iba observando sus rasgos, talla normal, espalda ancha, brazos fuertes, el resto se lo imaginaba. ¡No podía pensar en otra cosa!.

— Mira Silvia, este es Saturnino, Satur para los amigos. Tiene la huerta cerca de mi casa. Como este es el único pub siempre te encuentras algún conocido. ¿Qué tomas?

Silvia pidió un ron con limón y los cuatro se sentaron en una mesa. Satur recorría con la mirada las curvas de Silvia y no se cortó:

— Joder, vaya par de tetas que tiene vuestra amiga. ¿Está libre?

Silvia enrojeció aunque ya estaba acostumbrada a comentarios soeces pero no se esperaba algo tan directo.

— ¡Eh tu!. Ponte a la cola que yo he llegado antes – le respondió Luis Miguel – en cuanto la vi supe que era mi media naranja. Me he enamorado.

— El uno es un puto cerdo y el otro se enamora de todo lo que se mueve. No me extraña que ninguna se os arrime. No les hagas caso Silvia.

Al menos no estaba sola ante un par de sementales de pueblo. Estuvieron un rato conversando amigablemente. De vez en cuando Silvia les oía comentar por lo bajo lo buena que estaba esta o que culo tenía aquella pero no les puso mucha atención.

En un momento dado pusieron un disco de salsa. Satur sacó a bailar a Silvia. Realmente no se lo pidió, la sacó sin mas. A ella no le disgustó bailar pero Satur no tenía intención de demostrarle sus habilidades en la danza. Enseguida Silvia se dio cuenta de sus intenciones, cada vez que se acercaba durante el baile aprovechaba para frotarse un poco con sus tetas y cuando la cogía por las caderas, deslizaba disimuladamente las manos hacia sus nalgas.

Silvia no sabía como deshacerse de ese mastuerzo sin mucha brusquedad.

Por el rabillo del ojo vio que Benito había entrado en la pista y estaba bailando con una joven caribeña. Ambos eran el centro de todas las miradas por su ritmo y su natural flexibilidad de mulatos. En la mesa Juana y Luis hablaban distraídamente.

Poco a poco los toqueteos de Satur se hicieron mas descarados. Cada vez que la acercaba y se apretaba, ella sentía el roce en los aros de sus pezones que enseguida se le endurecían. Y mas abajo notaba como la polla de Satur crecía por momentos. Tenía cerca su cara, notaba su aliento en el cogote y podía oler una indescriptible mezcla de sudor y Brumel. Sus manos le recorrían la espalda desde los hombros hasta cada vez mas abajo. Por fin, se lanzó dandole una sonora palmada en el trasero. Aquello fue demasiado. Silvia le cortó diciéndole que no siguiera por ahí, y se fue a la mesa. Benito la vigilaba de lejos.

— Vuestro amigo es un pulpo. Me lo he tenido que sacar de encima. Espero que no se lo tome a mal.

— No te preocupes, está acostumbrado. Su estrategia es entrar a muchas tías. La mayoría lo mandan a la mierda pero alguna pica. A mi también me lo ha hecho varias veces.

— ¿Y has picado?

— Si no puedes vencerlos únete a ellos. Solo te diré que tiene una buena tranca y para un rato está bien. No es de los que se enamoran de nadie.

Luis Miguel terció en la conversación:

— ¿Te ha excitado el toqueteo? Yo te ofrezco mi corazón, me he enamorado de ti.

Y se puso de rodillas ante Silvia haciendo el payaso.

— Este tío es la ostia — dijo Juana descojonandose — anda levántate y pide otra de lo mismo.

Silvia vio como Benito le hacía señas y miró el reloj que colgaba de la pared: 00:10. Sabía lo que tenía que hacer. Se quitó el cinturón y lo dejó colgando de la silla.

— Me aprieta. Mejor así — se excusó — y se me está haciendo tarde, me tengo que ir.

Entonces apareció Satur y ofreció una flor a Silvia.

— Acepta este gesto de reconciliación. Prometo no meterte mano en los próximos 5 minutos.

— Vale, disculpas aceptadas pero ahora tango que irme — el reloj marcaba 00:18

Luis Miguel apareció con los cubatas.

— No puedes irte ahora, tu vaso está lleno y solo tus labios de fresa pueden vaciar su ambarino contenido.

— Bien, tenemos un poeta entre nosotros — terció Juana.

Silvia se vio obligada a sentarse y tomarse su cubata como una niña obediente. Encima se lo habían cargado bien. Intentaba tomarlo lo mas rápido posible pero le rascaba y se atragantaba. Además era consciente de que el alcohol no le ayudaría a encontrar buenas excusas para irse.

— Tranquila, que no se te va a escapar — dijo Satur. Tenemos toda la noche cariño.

Silvia empezaba a estar demasiado borracha para poder dar una respuesta coherente. Además empezaba a sudar, la ropa se le pegaba al cuerpo y mostraba mas claramente sus formas. Vio que el reloj marcaba las 00:34. Se quitó la chaqueta dejando al descubierto sus hombros y brazos. La cabeza le daba vueltas. Cuando fue a colgar la chaqueta de la silla se dio cuenta de que el cinturón había desaparecido. Miró a su alrededor: Benito le sonrió de lejos haciendole una señal de OK. Luis y Satur la miraban con deseo mal disimulado. Juana meneaba la cabeza sin entender nada.

Mientras el reloj seguía avanzando inexorablemente. Ya había llegado al límite del decoro. ¿Qué sería lo siguiente que se quitaría?. De cualquier modo llamaría la atención.

Apuró lo que le quedaba de un trago. Cuando dejó el vaso se dio cuenta de que Juana se había ido. Había dicho adiós pero Silvia ni se había enterado. ¡Estaba sola con ese par de salidos!. ¡A las 00:50!

— Estoy mal, tengo calor, me tengo que ir — balbuceó. Pero Satur le dijo:

— Ten un poco de educación, Luis no ha acabado su copa. Además Juana ha pagado la primera y Luis la segunda. Faltamos tu y yo.

— Pero es que este sitio me agobia — ante la catástrofe que se avecinaba Silvia quería al menos estar lejos de tantas miradas, mientras el reloj daba la 1:00. Sabía lo que tenía que hacer pero ¿Cómo? Esperó un poco para ver si miraban hacia otra parte pero no lo logró así que tenía que quitarse algo delante de ellos.

— Hace mucho calor — dijo como tratando de disculpar lo que iba a hacer.

Como pudo se metió las manos por debajo de la falda y ante la mirada atónita de los dos hombres se bajó las medias aunque el resultado no era tan dramático pues la falda le llegaba casi a las rodillas. Satur dijo en voz mas alta de lo que Silvia querría:

— Si señor, así se hace. ¿No quieres quitarte algo mas? Sigues sudando.

Luis intentó decir algo pero estaba muy borracho y solo le salieron gorgoritos.

Por suerte, Satur aceptó tomar la siguiente en otro sitio mas tranquilo. Silvia se levantó y empezó a caminar hacia la puerta mientras Satur sin cortarse le pegó un viaje al culo. Silvia no podía perder tiempo para protestar y siguió caminando. Luis les seguía como un zombi. Benito también salió.

Una vez en la calle Silvia se despejó un poco. Rezaba para que Satur no se acordara de que parte de su ropa había quedado dentro porque en ese caso querría volver a buscarla. Preguntó:

— Pero ¿hay algún sitio mas para ir?

— Hay un antro en un sótano aquí al lado. No es exactamente un pub es un sitio pequeño con mesas separadas por biombos, música suave y luz tenue. Muy romántico.

Claro, de lo mas romántico. Irse desnudando delante de ese palurdo y además cargando con un borracho que ya casi no se sostenía.

— ¿Y si lo dejamos para mañana? — Silvia lo veía venir.

— Nada de eso, quedan dos rondas. Si no puedes mas, tomate una coca cola.

Llegaron al lugar en cuestión, tan escondido que no tenía ni nombre. Entraron y entre los dos ayudaron a Luis a bajar las escaleras. Abajo había una barra redonda y alrededor mesas con una butaca doble a cada lado. Estaban separadas por biombos de madera que llegaban casi hasta el techo. El aire era casi irrespirable, mucho humo en el que se mezclaban los olores del tabaco y el hachís y humedad por la condensación de la transpiración de todos y la falta de ventilación.

Se acomodaron en una mesa, a un lado Luis y al otro Silvia junto a la pared y Satur a su lado.

— Esta la pago yo. ¿Qué quereis? — Silvia pidió una cerveza y Luis una tónica — este chico no sabe beber. Me parece que nos va a tocar llevarlo a su pueblo.

Mientras Satur pedía las bebidas, Silvia intentó dar conversación a Luis para que no se durmiera. Esperaba que pudiera salir de allí por su propio pie. En el extremo opuesto del local, Benito se fumaba plácidamente un habano mientras le miraba furtivamente a cada rato.

Mientras tomaban sus bebidas notaba como Satur recorría con la vista toda su anatomía deteniendose sobre todo en las tetas. Silvia intentaba implicar a Luis en la conversación pero este respondía con monosílabos. Aunque tampoco se perdía detalle de sus curvas. Para colmo de males, su propio cuerpo se aliaba contra ella. Llevaba mas tiempo de abstinencia del que estaba acostumbrada y entre eso, los toqueteos y las miradas notaba como sus bragas empezaban a humedecerse.

El reloj dio la 1:30. Esta vez no podía tener testigos.

— Tengo que ir al baño. Vuelvo enseguida — dijo. Satur no se levantó por lo que tuvo que salir pasando por encima de el. Cuando pasaba el culo por encima de sus rodillas, Satur la cogió por las caderas y tiró de ella hacia abajo. Notó que estaba empalmado.

— Vamos, ¿Qué me das para que te deje salir?.

— Sueltame joder, que me estoy meando — Benito la apuraba con la mirada y no podía perder mas tiempo. Mientras salía recibió un par de pellizcos.

Afortunadamente en el baño no había cola. Se quitó el sujetador y lo dejó junto al lavabo. Ya lo recogería Benito mas tarde. Se refrescó la cara y salió intentando que las tetas no se le movieran mucho a cada paso que daba. Misión imposible. Los zapatos de tacón imprimían a su paso un contoneo inevitable que marcaba el son al que bailaban las tetas, libres de toda presión. Notó muchas miradas en sus atributos, era evidente, cualquiera de los parroquianos que la hubiera mirado antes se daría cuenta de a qué había ido al baño, y la apuntaría inmediatamente en la lista de guarras a las que hay que entrar. Pasó otra vez por encima de Satur que le volvió a meter mano pero al menos lo tenía detrás aunque para darse cuenta del movimiento de sus tetas solo tenía que mirar la cara de Luis. Sus ojos abiertos de par en par eran el espejo que mejor reflejaba la situación.

Y el tiempo seguía pasando, los minutos duraban menos que los tragos que los dos hombres daban con una lentitud que la exasperaba. Satur se le acercó hasta que pudo notar su aliento y le susurró:

— ¿No te gusta este sitio? Si quieres la última la podemos tomar en mi casa. Por Luis no te preocupes, puede quedarse a dormir en la habitación de invitados.

— Es que… no puedo. Tengo que ir a casa ya, si no mi hermana se preocupará.

— No jodas. Ya eres bastante mayorcita para que tu hermana cuide de ti. Vamos que te va a gustar — y sin mas le dio un morreo que la pilló por sorpresa. Aunque no le correspondió activamente tampoco pudo rechazarlo ni siquiera cuando Satur le metió la lengua y empezó a pellizcarla los pezones recreádose en los aros.

Ella ya estaba muy ente. Necesitaba un polvo y no le importaba que viniera de Satur aunque no era su tipo. Pero recordaba perfectamente las órdenes de Alberto. Nada de sexo. ¿Qué hacer?.

— Es que me toca pagar a mi una ronda — dijo para ganar tiempo. Pero según lo dijo se dio cuenta de que era peor. Ya era la 1:40.

— Vale, mas de lo mismo para mi, lo que quieras para ti y un vasito de leche para el colega, je, je, je.

Se dio cuenta tarde del lío en que se metía. Pero si aceptaba ir a casa de Satur ¿Cómo iba a librarse de un polvo?. Para terminar de complicarlo, Satur le metió la mano por debajo de la falda y le fue sobando los muslos hacia arriba mientras con la otra mano le pellizcaba el culo.

Se le ocurrió la idea peregrina de escapar sin mas explicaciones. Se libró de Satur salió de la mesa como pudo y se encaminó hacia la escalera. Pero a media subida se topó de cara con Benito.

— ¿A dónde crees que vas? Es de muy mala crianza salir así, sin despedirse y dejar solos a tus compañeros. Vuelve ahora mismo y cuando quieras irte que sea de buena manera y con un mínimo de educación.

¿Qué significaba esto? ¿Estaba Benito aprobando que se tirara a Satur? Alberto le había dicho lo contrario. ¿Qué iba a hacer? Regresó a la mesa.

— Disculpadme, tenía ganas de vomitar y por eso subí para echar la papilla en la calle. Mejor nos vamos, no puedo beber nada mas.

Satur prefirió dar por sentado sin indagar mas, que Silvia aceptaba ir a su casa. La cogió de la mano y se encaminó hacia la salida. Silvia se soltó la mano, solo faltaba que alguien la viera y pensara que Satur se la había echado de novia.

— Espera — dijo antes de que la volviera a coger — ¿Qué hacemos con Luis?

— Es verdad, no tiene muy buena cara. Venga, cógele tu por un lado, yo por otro y vámonos ya. Es aquí cerca.

Cuando salían Silvia vio que el reloj marcaba la 1:50. Apuró el paso. Al salir, Luis se recobró un poco con el aire fresco de la noche.

— No os preocupeis, puedo andar yo solo.

— Vale tío, pero no conducir. Te vienes a mi casa a dormirla y mañana será otro día. Vamos pues.

— Pero ¿y ella? — le dijo por lo bajo — ya he visto como te ha puesto y está claro que quiere guerra. No me digas que no te has dado cuenta. Antes llevaba sujetador y ahora no. No se cuando se lo a quitado pero está pidiendo polla como una loca.

— Ya lo se colega, ya lo se. Y le voy a dar una buena ración. ¿Y tu? ¿No te apetece probar un poco? Aquí hay hembra para los dos y aún sobra.

— Tu vete empezando a ver si mientras se me pasa el pedo. Haré como que duermo y luego si se tercia me llamas a la puerta ¿Vale?

— Por un colega como tu lo que sea, tío. Que buena está la muy puta.

Al pasar por la plaza el reloj de la iglesia lanzó un mensaje terrible: 2:00. Silvia iba delante de los dos amigos. ¿Qué iba a hacer ahora? Las tres opciones que le quedaban la dejaban como una ninfómana. O se quedaba en bragas, o con las tetas al aire o tendría que subirse la falda y bajarse las bragas delante de ellos. Al menos en este caso después quedaría cubierta de otras miradas así que se decidió por esto último. Ante la sorpresa de Satur y Luis, se levantó la falda pero no pudo hacerlo lo suficiente para que las manos le cupieran por debajo. Era demasiado ajustada y no llegaba. Y sabía que Benito no andaría lejos. Si no se quitaba algo ya mismo le haría algo mucho peor.

Se volvió a bajar la falda, se soltó los botones y la dejó caer al suelo. Muerta de vergüenza siguió andando en bragas que transparentaban mas de lo que ocultaban. Los dos hombres la seguían como hipnotizados con la vista clavada en su culo macizo, en el movimiento de sus caderas que se contoneaban a cada paso.

Ella apuraba el paso. Aunque no había nadie mas en la calle no podía tentar a la suerte. Por otra parte su coño palpitaba de deseo aumentado al saber que tenía dos pollas a su disposición. Quería llegar cuanto antes. Pero ¿Qué diría Alberto? Se le ocurrió otra idea descabellada: ella no cedería. Sería una violación. Pero ¿Cómo hacerlo pasar como tal si ella misma se estaba despelotando en mitad de la calle?

Enseguida notó dos manos que le agarraban las tetas y se las apretaban con fuerza y otra que se le metía bajo las bragas mientras un par de dedos le tanteaban el coño.

— Tiene un lago debajo de las bragas. Te lo dije Luis, está en su punto. No se si vamos a llegar a casa.

— Que par de ubres — Luis se las masajeaba, apretaba y le pellizcaba los pezones hasta hacerla llorar de dolor.

Silvia quería mas, estaba deseando que los dedos siguieran empujando pero tenía que aparentar resistencia. No podía, ya se veía inmersa en un menage a trois y notaba como el deseo la recorría haciendola temblar, las tetas, el coño, la espalda. Tuvo que hacer un enorme esfuerzo para hablar.

— No, no es lo que pensais, dejarme por favor.

— Claro, por supuesto que no — dijo Luis — Está claro que lo que mas deseas ahora es rezar un rosario.

Satur soltó una carcajada — Que cachondo. Venga, vamos al lío.

— Lo digo en serio, quitarme las manos de encima coño — Y como pudo se separó de ellos. Eso enfureció a Satur.

— Pero bueno, te despelotas en plena calle, nos dejas llegar tan lejos y ahora quieres echarte atrás. Eres una calientapollas de mierda. Pero no te vas a librar, ahora te vamos a reventar a pollazos.

— Déjalo Satur, tío, que nos buscamos un problema.

— Pero que dices. Vamos a ese callejón, ahí no nos ve nadie. Y si esta puerca sabe lo que le conviene no dirá nada.

— Tío, soy tu amigo y no quiero que te busques un problema. No te voy a dejar.

Sin decir una palabra Satur dio un fuerte puñetazo a Luis y lo dejó sin sentido. Después agarró a Silvia y tiró de ella hasta el callejón.

— No lo hagas. Haz caso a Luis — gritaba ella para justificarse aunque casi se corría solo de pensarlo.

Satur le rompió el top y le arrancó las bragas dejandola completamente en pelotas. Mientras con una mano la sujetaba, con la otra se bajó los pantalones dejando al aire una polla enorme que apuntaba directamente a su objetivo.

— Vamos puta, se que lo estás deseando. Abre las patas que te vas a enterar de lo que es un macho de verdad.

Mientras, le apretaba las tetas con la mano libre. La besó en la boca y la metió la lengua hasta la garganta. Empujó la punta de la polla contra su coño ya sin resistencia. Satur se disponía a empezar una noche de lujuria que no acabaría allí. De pronto, recibió un fuerte golpe en la cabeza y ya no vio nada mas.