Mohamed, mi papi - Capítulo 2
Continuación directa del capítulo 1. Mohamed me usa como quiere y me lleva a nuevos pozos de deseo.
El hombre de la casa.
Casi me arrastró casi tres metros hasta que salimos del salón y llegamos al baño, me empujó dentro y se puso a mear conmigo tirado en el suelo. De su enorme rabo emanaba un chorro potente y amarillo anaranjado, con un potente olor a amoniaco y cerveza. Cuando cortó el chorro se volvió a mí.
- Limpia.
Sin decir nada me acerqué a cuatro patas y lamí su polla dejándola reluciente y saboreando los restos de orina. Después se metió a la bañera y me ordenó que me uniese. Una vez dentro, antes de abrir el agua me agarró la cabeza y me hundió en su axila, el olor era embriagador.
- Chupa.
Obedecí y comencé a lamer y aspirar su peludo sobaco, empecé a empalmarme. Mohamed continuando con su agarre me usó de esponja y me pasó por su pecho, entonces echó su mano libre a mi polla y empezó a pajearme. Mientras me pasaba de axila a axila, de pezón a pezón, por su cuello y su vientre, me meneaba el rabo hasta que me corrí en su muslo. Al notar mis chorros me apartó de su cuerpo y me miró, no tuvo que decir nada. Me agaché y limpie mi lefa de su piel, la mezcla de sabores me volvió loco. Entonces se giró y dejó su culo apuntando en mi dirección, mi lengua pasó primero por sus peludas nalgas para luego abrirse paso a su ano. No estaba limpio, pero no era desagradable en absoluto. Lo disfruté, Mohamed también pues se masturbaba mientras le comía el culo.
Me fascina comer culos, casi más que pollas y tener esa complicidad con Mohamed que disfrutaba de ello me volvió loco. Me puse primitivo, devoraba su ano, me hundía entre sus nalgas notando que se me enrojecían las mejillas. Él gemía y aceleraba la paja hasta que se corrió sobre las racholas de la pared de la bañera. Pare en el acto.
- ¿Por qué no has acabado en mi boca?- Le pregunté ofendido.
- No quería, si quiere leche limpia.
Me miró con indiferencia allí arrodillado en la bañera, se hizo a un lado y avancé hasta donde estaba la lefa deslizándose. Mohamed sabía que no me podía resistir y lamí las racholas hasta dejarlas relucientes y tragué casa gota. Abrió el agua caliente y colocó el tapón, me dijo que saliese y se estiró. Los pies le sobre salían.
- Tengo hambre, cocina. Y trae cerveza.
Asentí, volví al baño con una cerveza. El agua empezaba a cubrirle y a humear. Le contemplé un segundo y me puse cachondo, me insultó y me ordenó que le alimentase de nuevo. Volví a la cocina y le preparé un bikini solo con queso. Se lo llevé, tenía el nivel por el pecho y se frotaba con el jabón. Una parte de mi se entristeció, se estaba quitando ese olor a cerdo, pero iba a oler a macho limpio. Devoró el sandwich y apuró la cerveza. Me dí cuenta que yo seguía desnudo dando vueltas por casa sirviendo a aquel hombre que la había invadido. Me acerqué cuando acabó para recoger, entonces mientras tomaba el plato me cogió la polla y se la llevó a la boca. Del susto solté el plato que se hizo pedazos. Me mamaba con hambre y desenfreno, me puse duro, retiró mi prepucio y me escupió en el glande. Volvió a mamarme, yo gemía, pisé un trozo de plato que se me clavó y me hizo sangrar, no me importaba estaba sintiendo mucho placer. Me corrí sin avisar y pensé que me iba a odiar por ello, de nuevo me sorprendió me hizo agacharme y besarle, en el beso me pasó mi lefa.
- Ahora limpia.
Eso hice, también me cure la herida del pie. Mohamed siguió a remojo un rato, le llevé toallas limpias y cuando le vino en gana salió. Yo me había puesto un pantalón de pijama y una camiseta entre tanto, apareció húmedo en el pasillo me vio vestido caminó hacia mí y me soltó una bofetada que me hizo caer.
- Si yo en casa tú no ropa.
Caminó hasta el salón dejando caer las toallas y a mí en el suelo. Se sentó en el sofá y se puso a ver la tele. Me ordenó que le lavase la ropa y que fuese pensando en que poner para comer. En definitiva aquel día le serví como al hombre de la casa en una anticuada metáfora. No me tocó en el resto del día, solo me iba pidiendo cosas y hablaba por el móvil. Se hizo un par de pajas mirando porno que le puse en mi portátil siguiendo sus instrucciones. Se iba corriendo en el suelo y yo lo limpiaba, cuando ya se hizo de noche me dijo que cogiese un vaso y me sentase con él a pajearnos mutuamente. Es porno que miraba era hetero y a mi no me interesaba pero tener su polla en mis manos y él la mia en la suya me bastaba. Cuando ese vaso estaba casi lleno de nuestra mezcla me hizo beberlo y chupar cada gota. Luego me pidió la cena. Mientras comía me dijo:
- Ahora vamos cama tu madre. Te follo allí.
- Gracias papi.- Fue lo que salió de mis labios.
Así le llevé de la mano hasta la habitación de mi madre, sin reparos. Esa cama conocía mucho sexo y ya me habían follado en ella. Ahora Mohamed iba a clavarme el rabo más grande que mi culo había conocido hasta la fecha. Nada más crucé la puerta y encaré la cama Mohamed me empujó y caí de en la cama, con el salvajismo de que hacía gala se arrojó a mi culo. Me separó las nalgas y empezó a comerme el culo con ansia. Su lengua estaba en proporción al resto de su cuerpo, de una lamida me cubría toda la raja y era incluso capaz de deslizar la punta dentro de mi ano. Me comió durante casi veinte minutos, cuando se separó me puso una mano en la espalda, la otra agarró su rabo y lo dirigió a mi agujero hambriento.
No mentiré y diré que fue todo placer. Mohamed cuando quería no era nada cuidadoso y entonces no quería serlo. Me hizo daño y aunque lloré y le pedí que parase no me hizo caso. Me folló así media hora, duro, abriéndome, lubricándome solo con saliva. Se me corrió dentro con un bufido y se tiró boca arriba en la cama exprimiendo las últimas gotas de lefa que le quedaban. Hacia el final de la follada sentí algo de placer, pero más bien poco. Mientras Mohamed descansaba yo fui al baño y aplique un buen pegote de vaselina a mi ano inflamado. Me calmo el dolor y me permitió ver que no había sangre ni desgarro.
Volví a la habitación para encontrarle rebuscando en los armarios de mi madre, en particular en los cajones de ropa interior. Había esparcido varias bragas por el suelo y tenía unas en la mano que estaba oliendo.
- ¿Donde sucias? ¿Donde coño tu madre?
Le indiqué el cesto de la ropa sucia, allí se fue. Rebuscó y encontró un tanga usado. Lo aspiró y se lo restregó por el rabo medio duro.
- Buena puta tu madre. Yo quiero ver.
Le busqué fotos de algunas vacaciones en la playa y me mandó que se la mamase mientras las miraba y olía sus bragas. Acabó en mi boca y se durmió, yo me achuché a su lado. Me había usado como a un juguete todo el día, se había corrido como diez veces y me había dado más placer que ningún tío antes, también me había hecho más daño. Dormí feliz, si se iba a quedar toda la semana iba a follar más que en mis diecinueve años de vida.
Me desperté con los embates en mi culo, gemí y una mano me tapó la boca. Noté que esta vez estaba mejor lubricado y me daba más placer, me estaba llegando muy adentro y muy rico. Empecé a acompañar sus movimientos con los míos. Esta vez duró más, porque ya no le quedaba nada más que correrse creo y solo soltó un par de chorros calientes. Aun así aquel polvo fue el mejor de mi vida, porque con ese hombretón encima aplastándome y follándome me corrí sin tocarme.
Después de ese despertar ya conocía la dinámica del día, alimentar y satisfacer a mi papi. La actividad sexual se redujo, pero nos morreamos más y hablamos más llegué a conocerle un poco más pero tampoco se abrió demasiado. Me dijo que quería hacerme su puta, que cuando su madre volviese teníamos que seguir viéndonos. Así quedamos y pasaron seis días más. Mi madre volvió y Mohamed apenas se había marchado, me dijo que la casa apestaba y se perdió en Tinder sin hacerme caso.
Mohamed me escribió aquella noche, dormía en un albergue de Cruz Roja, me envió una foto de su polla. Me preguntó si mi madre ya estaba de vuelta le dije que sí y le dije lo de Tinder.
- ¿Qué es Tinder?
- Es una aplicación para follar.
- Tu madre también necesita papi.- No era una pregunta.
- Supongo que sí.
- Bien.
- Aquí muchos amigos necesitan puta.
Me mandó unas fotos de otros hombres, tres magrebies y uno negro. Me pidió que yo mandase fotos desnudo. Lo hice y me mandó él, sus amigos se habían sacado las pollas. Le envié el emoticono con ojos de corazón.
- Avisa cuando madre no este. O cuando este ella puta igual que tú.
- No quiero que se follen a mi madre, les quiero para mi papi.
- Ellos para ti si tu madre para mi.
Mohamed me estaba chantajeando con mi adicción al sexo. Le dije que lo pensaría. Dejó de hablarme y pasó varios días sin contestarme a los mensajes. Días en los que le busqué por la calle y en el Mercadona, días en los que me metí dos juguetes en mi culo para comparar la sensación a su rabo. Por más que le suplicaba no contestaba y al final cedí.
- Te conseguiré a mi madre, pero por favor papi necesito que me folles.
- Ahora va.
Continuará...