Model Call (02)
Sofía participa como modelo en la web sado y se hace muy popular, esto cabrea mucho a su novio John.
John llegó a su casa y encendió el ordenador. Estaba cabreado y de un humor de perros.
- Puta, so puta, no es más que una puta, todo el mundo se ríe de mí, joder.
John no sabía qué le cabreaba más, que sus amigos le llamaran cornudo o que Sofía pasara de él desde la última vez que se marchó de su casa. Ella había hecho cambiar la cerradura de su piso y nunca le devolvía las llamadas, seguramente ya ni siquiera vivía allí.
Sin embargo, habían quedado para esa misma tarde, ella le tenía que dar el dinero para que él pudiera pagar la deuda con el narco y después adiós, pues ella le había aclarado que no quería volver a verle nunca más.
John maldijo su suerte mientras tecleaba la dirección en el ordenador. Inmediatamente apareció la gran araña de la carátula y el joven fue directamente a los updates. Se lo había dicho un colega en el bar.
- ¿Has visto la última de tu novia?, joder qué buena está y qué cosas le hace ese tío, me he estado matando a pajas toda la noche. John sólo recordó que le dio un par de ostias antes de salir del bar y volverse a su casa a toda prisa.
Afanosamente buscó las novedades, ahí estaba el vídeo: "123, secuestrada y crucificada", decía el título. En la página, Sofía era conocida como "123" pues la mayor parte de las modelos ni siquiera recibían un nombre sino un número. La carátula presentaba a Sofía atada a una cruz en medio del bosque completamente desnuda y con el cuerpo cubierto de marcas de latigazos.
John estuvo a punto de darle un puñetazo a la pantalla del ordenador, pero al final se lo dio a la mesa con toda su rabia.
- ¡Zorra!, dijo casi llorando, pero de repente se dio cuenta de que estaba empalmado y se puso a descargar el vídeo en su disco duro. Mientras esperaba, John puso el vídeo de la primera sesión de su novia, ella ya había hecho cuatro y John se los había bajado religiosamente.
Sofía apareció sentada en una silla en un lugar sucio y sórdido, sólo llevaba encima una camiseta y una minifalda. Tenía las piernas cruzadas de modo que mostraba una buena porción de ellas a la cámara.
- Está preciosa, comentó para sí John.
La voz de PD sonó fuera de cuadro.
-¿Cómo te llamas?
Sofía
¿Cuántos años tienes?
Veinte
¿Me puedes decir tus medidas, Sofía?
Ella respondió poniendo las manos en la parte del cuerpo que describía
Uno sesentaycinco de alto, Ochentaycinco, sesentaydos, ochenta.
¿Estás nerviosa?
Un poco
¿Habías hecho alguna vez sado?
No, Sofía contestó riéndose
¿Porno?
No tampoco
Espero que no seas virgen
No, por supuesto
¿Qué opina tu novio de que seas modelo de BDSM?
Me da igual, en realidad lo hemos dejado. A John le daban ganas de morirse cada vez que oía eso.
¡Qué lástima!. Oye te tengo que hacer una pregunta. En tus preferencias has puesto que aceptas el máximo grado de Bondage y sado, me extraña mucho que aceptes soportarlo si nunca has hecho nada de esto, ¿Por qué no empezar poco a poco?.
Es cuestión de dinero, necesito mucho dinero.
Mmmh, eso es otra cosa, pero aún así quizá no puedas soportarlo
No me queda otro remedio.
¿Estás segura?, ¿es sólo por el dinero?.
Bueno no sólo, creo que esto me gusta.
Muy bien Sofía, ya sabes cómo funciona. Esta primera sesión es sólo un test para ver si esto te va. Si lo superas habrá una sesión de entrenamiento y después vendrán los espectáculos en vivo, ¿lo has entendido?. Sofía afirmó con la cabeza. Muy bien, levántate y quítate la camiseta.
Ella obedeció al momento y se sacó la camiseta en un santiamén. Con el torso desnudo, PD le hizo poner las manos en la nuca y mostrarse de frente y de espaldas a la cámara. A Sofía se le puso carne de gallina pues sabía que eso lo verían miles de personas, la página era muy conocida.
De pronto, PD le lanzó unos grilletes por el suelo y le ordenó que se los pusiera ella misma tras cruzar los brazos a la espalda. Sofía recogió los grilletes y se los puso en una muñeca, luego cruzó las muñecas por detrás.
Enséñanos cómo te las pones. Sofía se dio entonces la vuelta mostrando cómo se esposaba ella misma a la cámara.
Ahora quítate las bragas pero déjate la falda.
¿Así?-, dijo Sofía señalando sus manos esposadas
Sí, no es tan difícil, quítatelas.
No era difícil, pero tampoco fácil, así que a Sofía le costó bastante trabajo y esfuerzo quitarse las bragas. Además era humillante y la chica se empezó a poner roja mientras enseñaba su culo y su coño fugaz e involuntariamente.
Cuando terminó de quitarse las bragas, PD entró en plano, se sentó en la silla y la obligó a sentarse en sus rodillas mientras le sobaba todo el cuerpo. Después de esto recogió las bragas del suelo y al comprobar que estaban húmedas le hizo metérselas en la boca. Entonces se puso a retorcerle los pezones y después le levantó la falda y se puso a enredarle en el coño. Sofía se dejaba hacer sin resistirse en absoluto.
Después de abusar de ella todo lo que quiso, PD le obligó a arrodillarse y se sacó la polla para que Sofía se la chupara. Hasta entonces Sofía sólo había hecho el amor con su novio, pero estaba tan cachonda que se la chupó a PD con toda naturalidad. En contra de su costumbre, PD dejó que la felación continuara durante cerca de diez minutos hasta correrse en su boca.
- Trágala, vamos, traga y no escupas zorra, le dijo él, entonces se limpió los restos con las bragas de ella y las utilizó también para limpiarle a ella la lefa de su pecho. Tras esto Sofía tuvo que volver a meterse sus propias bragas en la boca manchadas ahora del semen de su verdugo. PD le selló los labios con esparadrapo, le volvió a poner de pié y le ordenó que se quitara la falda mientras él y otro ayudante trajeron una estructura de mecanotubos.
La chica se quitó la falda con muchas dificultades y cuando lo consiguió PD le obligó a arrodillarse y le introdujo un tapón anal por el agujero del culo.
- Mantenlo ahí y no lo dejes caer por nada.
Hecho esto le soltó los grilletes y la llevó hasta la estructura. Al verla, Sofía extendió sus brazos y sus piernas hacia las cuatro esquinas como había visto que hacían otras sumisas.
- Buena chica,- comentó PD mientras la ataba con unas correas.
Ya atada, PD empezó a chasquear un látigo delante de ella.
Recuerda que no puedes dejar caer el tapón, si lo haces te castigaré. La flagelación empezó pero John no pudo aguantar más de cuatro o cinco latigazos y empezó a correrse al oír los lamentos de su novia.
Que gilipollas soy, dijo John mientras se corría, la tenía y la he dejado escapar.
Tras eyacular, John paró el vídeo, ya sabía lo que venía detrás y el nuevo vídeo ya se había descargado completamente.
Por supuesto, Sofía superó el test y el entrenamiento e hizo otras dos sesiones en vivo que quedaron resumidas en sendos vídeos: "123 Seis horas de infierno" y "123 Doce Horas de Infierno".
Las sesiones en cuestión eran subiditas de tono como reflejaban los comentarios de los chats. Durante las mismas, Sofía fue sometida a un rosario de perversiones y torturas que ella soportó estoicamente mientras experimentaba frecuentes orgasmos, entre éstas Sofía tuvo que practicar sexo anal con una máquina y fue torturada con descargas eléctricas, látigos, pinzas de la ropa e incluso agujas hipodérmicas en sus pechos y en sus sexo, asimismo fue forzada a incómodas posturas de bondage.
Aunque John no lo sabía, el último vídeo fue una petición expresa de Sofía a PD. Ella confesó ante la cámara que le había gustado el vídeo de las tres jóvenes y PD le prometió repetirlo con ella.
El vídeo en cuestión se titulaba "123 Secuestrada y crucificada" y empezaba con Sofía en el asiento trasero de un coche. Aún estaba vestida con una camiseta y unos jeans. Estaba amordazada con un pañuelo y maniatada en plan hogtied. El coche estaba en marcha y rodaba por una carretera forestal. Al de unos minutos paraba y tras oírse una puerta PD entraba a "jugar" un poco con su prisionera.
Mientras le metía mano bajo sus ropas y abusaba de ella, Pd explicaba la fantasía sado que daba pie al vídeo. Esta consistía en que había ligado con ella esa noche en un bar y la había drogado. Después, cuando ella estaba medio atontada se la había llevado al coche y la había atado y amordazado. Pd iba desnudado poco a poco a la muchacha mientras ella se limitaba a emitir los consabidos mmmh, mmh de protesta.
La escena cerraba en negro y en la siguiente aparecía Sofía ya completamente desnuda en el asiento trasero del coche, ahora estaba sentada con las manos atadas a la espalda y las piernas bien abiertas con cada tobillo atado a los picaportes del coche. John se sorprendió al ver que ella se había perforado los pezones y el clítoris y los llevaba anillados, además llevaba un pequeño tatuaje en la ingle en el que ponía "esclava". PD le había separado y abierto los labios exteriores de la vagina con unos trozos de cinta aislante pegados a la cara interna de los muslos. Un plano-detalle mostró a miles de mirones pervertidos el potorro rosado y depilado de Sofía que destilaba una gota blanquecina, signo de que ella estaba ya mojada y caliente.
Esta vez, PD eligió como instrumento de tortura una pequeña varita flexible y puntiaguda y se puso a martirizar a su prisionera sin tener ninguna piedad de sus gritos. Gran experto en el uso de esa humilde herramienta, PD se puso a darle golpes en los pechos cogiendo la varita por un extremo y soltando el otro de golpe. John se puso otra vez a masturbarse al ver cómo atormentaban a su novia.
- Esto no es un truco, es de verdad, decía al oír los convincentes gritos y súplicas de ella, y lo más alucinante es que parece que le gusta.
Tras dejarle unas cuantas marcas en los pechos, PD se ocupó de su coño pinchándole con la punta bien adentro y arrancando de la joven alaridos y contorsiones bastante creíbles. De hecho, y esto tampoco lo sabía John, Sofía había conseguido arrancarle más dinero a PD a condición de que en ese cuarto vídeo todas las torturas fueran reales y no fingidas. El resultado era brutal, y John sudaba y el corazón le latía muy deprisa de ver el sufrimiento de su novia.
Tras unos interminables minutos, PD se cansó y el vídeo cambió a otra escena. Esta vez Sofía caminaba por una pista forestal. La joven iba desnuda y descalza y sobre los brazos llevaba atado el patíbulum, es decir, el brazo corto de la cruz. Una cuerda atada a la cintura obligaba a la joven a caminar a la marcha del todoterreno que la arrastraba por la pista forestal.
Este escena fue grabada en tiempo real y fue muy dura, pero la joven sumisa aguantó el dolor de sus pies, impaciente de ser azotada y crucificada como había pactado con PD.
Efectivamente, al llegar al claro del bosque se reprodujo la escena que ella había visto días antes, Sofía le tuvo que hacer una fellatio a PD hasta que éste eyaculó en su cara y eso le valió ser azotada antes de su crucifixión.
Esta vez el verdugo tenía carta blanca para ensañarse con ella, así que la ató a la rama de un árbol con los brazos en alto y las piernas atadas entre sí y le dio cincuenta latigazos por todo el cuerpo. Harto de limitarse en otras sesiones, PD se cobró con creces toda la pasta que había pagado a Sofía y la flageló a conciencia. La muchacha pedía piedad tras su mordaza y se convulsionaba como una serpìente, pero esta vez no había contraseña y no pudo evitar el doloroso castigo.
Aunque el montaje no lo reflejó, Sofía perdió el conocimiento durante su tortura. Entonces PD paró y la desató pensando que se había pasado de verdad. En realidad, en unos minutos ella estaba recuperada y pidió a su verdugo que siguiera con la escena.
La última escena del vídeo mostraba a Sofía crucificada en cuclillas y con las piernas separadas. La cámara se deleitó del cuerpo desnudo y marcado de la esclava y de sus esfuerzos desesperados por mejorar su postura. De hecho, antes de grabar, PD esperó cerca de media hora a que los efectos de la crucifixión provocaran en ella los primeros dolores y agarrotamientos. Es decir, Sofía sufrió la crucifixión de verdad. Tras deleitar a su pervertido público con diferentes vistas de la muchacha debatiéndose en la cruz, PD llevó uno de sus aparatosos vibradores y se lo aplicó en la entrepierna con el fin de provocarle un orgasmo.
- Tienes permiso para correrte, le dijo, y ante el efecto de la vibración en su sexo, Sofía empezó a bramar en medio del bosque con los ojos cerrados y la cabeza mirando al cielo. John y otras cien mil personas estaban masturbándose en ese momento, viendo a esa joven sumisa a punto de correrse. De hecho su orgasmo fue perfectamente perceptible no sólo porque Sofía gritó y gritó ocultando su rostro en uno de sus brazos sino porque todo su cuerpo empezó a temblar. John eyaculó casi al mismo tiempo con tal fuerza que las gotas de su semen aterrizaron sobre el teclado.
El vídeo terminó con PD acariciando los muslos de Sofía y susurrando que era una buena chica, finalmente la cámara enfocó su rostro y entonces apareció la araña que ponía fin a la película.
John estaba entre indignado y excitado, y quiso volver a ver el vídeo, pero de repente se dio cuenta de que llegaría tarde a su cita con Sofía, apagó el ordenador y fue al cuarto de baño a lavarse el miembro y las manos.
Media hora después John se encontraba con Sofía en el lugar convenido. El joven no pudo evitar un escalofrío al verla aproximarse en persona. Sofía estaba más bella que nunca, llevaba botas altas de tacón y medias, minifalda de cuero y una liviana camiseta de generoso escote. John no la veía desde que se marchó de su casa.
Hola Sofía, qué guapa estás. El intentó besarla en la mejilla, pero ella rechazó el beso.
Terminemos cuanto antes, le dijo ella secamente, aquí tienes la pasta. Sofía alargó un sobre y él miró el contenido y se lo guardó en el bolsillo.-¿Está bien?,- él asintió,- pues entonces, hasta nunca.
John le cogió del brazo
Espera un poco, ¿Es que todo va a terminar así?
Ya ha terminado, tú y yo no tenemos nada más que decirnos.
John no la soltó a pesar de la respuesta.
Dime una cosa, ¿te gusta lo que haces? ¿te gusta ser una puta?
Me encanta, qué pasa ¿me has visto?
John se avergonzaba de confesarlo, pero afirmó con la cabeza.
Yo y todo el mundo. ¿Qué crees que piensa la gente de ti?
Pues que soy una puta, una esclava sado y que me gusta serlo, es la verdad.
¿Y yo qué?, ¿crees que me apetece que todo el mundo te vea haciendo esas guarradas?.
Dime cariño, Sofía se acercó mucho a su novio, ¿a ti te gusta verme en internet?. John luchó por no decirle que sí.
Esa no es la cuestión, el caso es que soy el hazmerreír de todos.
Bueno, pues diles la verdad, que ya no soy tu novia, que me has mandado a la mierda y ya está, problema solucionado.
No es tan fácil, Sofía, yo te quiero.
Yo también a ti pero es que me asfixias, pareces mi padre.
Bueno, vamos a dejarlo, no serás capaz de despedirte así, ¿no?.
Qué quieres.
No sé, vamos a cenar o a tomar algo, ¿no?, tengo el coche ahí mismo. Venga, por los viejos tiempos.
Está bien, pero me tomo una copa y me voy, ¿vale?.
Sofía aceptó la invitación a regañadientes y se montó en el coche de John. Durante un buen rato ninguno de los dos dijo nada.
Sofía no hacía más que pensar en una cosa que le daba vueltas, era cierto que los dos se querían, pero ella no soportaba que él intentara controlarla. Ahora había descubierto sus verdaderos gustos en cuestión de sexo y él no encajaba en ellos. La paradoja radicaba en que su libertad consistía precisamente en su deseo de entregarse como esclava a quien quisiese y donde fuese. De hecho, todo sería distinto si su novio consintiera en convertirse en su amo, pero sólo en el sexo, un amo perverso y sádico como PD que le satisficiera en su deseo continuo de ser manejada y castigada como la perra que era. Sin embargo, su amo no sólo no le tendría que cohartar, sino que le tendría que animar a ser la puta de todos en webs sado, sólo así le aceptaría, pero eso era imposible así que estaba mejor sin él.
Estos pensamientos hicieron que Sofía se evadiera de la realidad, de modo que ella no se dio cuenta de que el coche había salido de la ciudad hacía un rato.
Eh, ¿adónde vamos?, preguntó Sofía alarmada al ver que el coche iba por un bosque.
Tranquila, ya falta poco.
¿Poco para qué?
De hecho, están ahí delante.
Sofía vio varias luces de coche delante y John paró el automóvil, cogió el sobre con el dinero y se dispuso a abrir la puerta, Sofía comprendió de repente.
¿Pero tú eres gilipollas?, ¿por qué me metes en tus historias?, ¿qué tengo que ver yo con este traficante de mierda?
Espera un poco, es cosa de un momento.
John se marchó.
- Pero qué imbécil es, ¿qué coño pinto yo aquí?
Sofía vio a su novio alejarse del coche y encontrarse con unos individuos con muy mala pinta. Ella les vio hablar y luego discutir acaloradamente.
- Pero, ¿qué coño pasa?, ¿tan difícil es darles el dinero y que se piren de una vez?.
El tiempo pasaba y los tíos seguían hablando, Sofía se impacientó, abrió la puerta y salió del coche a ver qué pasaba. Imprudentemente, ella se acercó a los hombres y éstos se quedaron mirándola.
Eh, ¿qué pasa? Dijo ella sin darse cuenta de que los gorilas del narco le rodeaban.
Tranquila, ya hemos llegado a un acuerdo, le dijo el narco con una sonrisa sádica.
¿Un acuerdo? ¿qué acuerdo?
Pues mira bonita, tu novio nos ha propuesto darnos la mitad del dinero.
Cómo que la mitad, ¿estás idiota, o qué?.
La otra mitad eres tú, preciosa.
¿- Qué?- , a Sofía se le aflojaron los esfínteres de miedo, pero a un gesto del
narco, dos gorilas le atraparon de los brazos y se los esposaron a la espalda.
La joven ni siquiera reaccionó al ver a John dándole la mano al mafioso y marchándose a su coche, sólo notó unas manos rudas que le empezaron a atar los antebrazos y vio cómo el narco se acercaba a ella.
Hola preciosidad, tu novio te ha vendido, ahora eres de mi propiedad
¿Estás loco?, ¿John, qué coño haces?, vuelve aquí.
Pero su novio no le hizo ni caso, John entró en el coche y derrapando se largó de allí dejándola en manos de sus captores.
¿Sabes?, le dijo el narco acariciándole la cara, llevo días viendo todos tus vídeos y haciéndome pajas, ahora te vamos a llevar a un sitio muy discreto que tengo en el campo y ahí vamos a grabar películas sádicas, pero esta vez de verdad. Sofía se puso a temblar al oír aquello.
- ¡Al coche con ella!.
Los gorilas le amordazaron y la arrastraron entre pataleos y patadas hasta el maletero de un gran coche, la metieron dentro como pudieron y se alejaron de allí. A los pocos minutos no quedaba ni rastro del secuestro de la joven. Al parecer, John se había vengado.