Mitos y Señales: La Esfinge con Cara de Luna

Alegoría de personajes elevados en el altar del Rock, segunda parte, Ziggy Stardust.

Galería De Las Máscaras Del Rock.2

Mitos y Señales: La Esfinge con Cara de Luna.

Ella, morena y pálida a la vez, Eva, el prototipo de la rareza, entre todas las mujeres de la tierra, la belleza inalcanzable ni siquiera con productos y cirugías. Los labios plenos pero inescrutables, como los labios de la esfinge, y los ojos que chispean fuego verde, frío.

Ese rostro fue lo primero que le llamó la atención en el planeta, ella entre todas las bellas mujeres y entre todos los bellos hombres, ella la de piel de misterio y sombras en las palabras, ella la de delicadas manos enguantadas para ocultar lo infinitas, ella se dignó mirarlo de entre todas las rarezas que caminaban sobre el Hollywood Boulevard, y le rompió el corazón.

¿Que hacía ella ahí? tan fuera de lugar, una turista en la vida de muchos, esa que llega, se divierte y se va. Que hacía ella, tan propia y ajena a todo, entre tantas hambres de atención?

A él no le importaba, todo era nuevo, todo bello y excitante desde que decidió bajar a la tierra desde el espacio. Pero ella, ella era una esmeralda entre topacios, dormida en una mina de terciopelo.

Ziggy acababa de cortar un disco que los altos ejecutivos adivinaban ya de diamante. Era su mensaje a la tierra, quería que lo conocieran y escucharan sus conceptos, una vez pasado su temor de aterrorizar a los humanos con su presencia alienígena.

Y por eso con tiempo libre caminaba las calles aspirando ambientes, probando los sabores, absorbiendo los colores, los rostros y personalidades, y se encuentra con esa criatura, digna de los helados palacios de Marte con sus solemnes salones rojos.

Ziggy inclinó la cabeza hacia un lado, con curiosidad animal, instintiva. La observó, no como presa, si no como objeto de estudio. Con interés lúdico se acercó a ella manejando todos los movimientos de seducción ambigua que aprendió en su planeta y ella… ella lo observó de arriba a abajo fríamente y siguió su camino sin reflejar ánimo, ni tristeza, ni sorpresa, ni alegría.

Una fría delicia en verdad, un escalofrío que recorrió su columna, la dulce conquista se le presentaba como un reto, un desafío que él, el hombre de las estrellas, tan lleno de su propio ego aceptó con confianza.

La siguió, abriéndose camino entre los corazones vacíos y los espíritus rotos, todos esos sueños descarriados con ojos cristalizados que recorrían el boulevard. Y sus dedos alcanzaron el hombro desnudo de ella, y esa mirada verde como el ajenjo lo penetró hasta el alma que creía no tener, una caricia cruel a un corazón dormido que le hizo recordar:

Hace muchos años, en el espacio profundo, un cono metálico que hoy sabía, los terrestres llaman cápsula, y un hombre dentro de ella. Le preguntó su nombre –"Tom"- solo le contestó el humano y volvió a hundir su rostro en el traje espacial.

Ziggy tocó su fría mano y sintió su locura, palpó su depresión y sufrió por su corazón roto.

Ahora lo sabía de primera mano, ese hermoso rostro inescrutable, que no prodigaba siquiera una sonrisa, le estaba arrancando el corazón con una sola mirada.

Él, orgulloso, le robó un beso que supo a gloria y segundos congelados en el tiempo porque ella correspondía, pero luego le clavó las uñas en el pecho y lo alejó para huir corriendo y refugiarse en la oscuridad del bosque de rostros sin reflejo.

Por eso hoy cuando la recuerda termina con una aguja en la vena y cristales bajo la lengua. Cantando canciones lascivas sin dedicatoria sobre el escenario y ahogándose en multitud de cuerpos tibios en homogeneizadas habitaciones de hotel.

Cuando se queda solo y enciende su cigarrillo de polvo de diamantes su corazón aun duele, su alma aun palpita un fulgor verde, y sus labios aun solo saben a ella.