Mitología para frikis (1)
Érase una vez un cabrero y un ciego que la liaron parda...
Hace dos años, aprovechando un episodio mitológico que incluí en un relato, se me ocurrió la idea de empezar una serie sobre mitología. No se preocupen, nada serio. Sólo unos cuantos episodios narrados desde una óptica ligeramente distinta a como habitualmente nos presentan la mitología clásica; es decir, actualizando las situaciones y los hechos narrados en plan cachondo.
Que me haya acordado ahora de los buenos propósitos de hace dos años, tiene que ver con que aún se me olvida apuntar las cosas, y con una conocida, amiga de la camarera del bar con los mejores mejillones de la ciudad.
PRÓLOGO.
Hablando de mejillones los del bar, no los de la camarera-, a primeros de año me hice el firme propósito de apuntarlo todo en la agenda. Con el tiempo, me he dado cuenta que sirve para un par de cosas más que para apuntar los guiones de los relatos que se me ocurren. A saber:
a) Para apuntar la dirección y que el taxista se oriente cuando tiene que llevarme a casa los viernes por la noche y va listo como tenga que esperar a que yo articule algo comprensible. En general, cuando alguno de estos tipos me ve entrar a gatas en el taxi, con la agenda entre los dientes, ya suele hacerse una composición de lugar, poniendo en marcha el protocolo de traslado de residuos urbanos y evacuación de desechos de la vía pública.
b) Evitar confundir a mis queridas. Algún lector particularmente perspicaz aunque perspicaz y lector de relatos de TR, me temo que no es una combinación muy afortunada- estará pensando: "Ya está el vacilón de los cojones contándonos los miles de polvos diarios que echa con supermodelos, claro". Pues no, listo, no van por ahí los tiros. Echando cuentas, mis queridas no pasan de media docena en lo que va de año. El problema es que soy cariñoso y despistado en esto último, algo tendrán que ver las cogorzas de los viernes, porque leí en wikipedia que el alcohol y las sustancias alucinógenas no hacen buenas migas con las neuronas-, por lo que tiendo a olvidar despedirme de la anterior antes de liarme con la siguiente. Alguna ha llegado a cabrearse por esta nimiedad, lo que demuestra lo rencorosas y mala gente que pueden llegar a ser algunas tías. Cuando se les pasa el ataque, a no ser que se echen novio formal o se casen en cuyo caso tardan dos o tres meses en perdonarte hasta que se convencen de que, comparado con el marido, no soy tan mal tipo-, todo vuelve a la normalidad. Lo que no te perdonan es que las confundas con otra.
A tal efecto, anoto nombre, color, aniversarios, características anatómicas relevantes y gustos raros. De esta manera minimizo el riesgo de meter mano a una simple conocida, pensando que pertenece a la categoría anterior. Ya se ha dado el caso, y resulta muy embarazoso, sobretodo cuando se trata de una amiga de la parienta, una vecina o una colega del trabajo.
Con la parrafada anterior pretendo indicar que no soy un lince, cuando de recordar tonterías se trata. Lo mío es el pensamiento abstracto, la asociación original de ideas, la metafísica cuando voy cocido- o la física a secas sólo con media docena de vodkas-.
De lo que ya no me acuerdo es a cuento de qué venía lo de los mejillones. Bueno, da igual, pasemos a hablar de mitología.
TODO COMENZÓ POR UNA ACUSACIÓN DE PLAGIO.
¿De dónde ha salido esa tontería de que el Olimpo es un monte de Grecia donde los dioses se entretienen jodiéndoles la existencia a los simples mortales? De Hesíodo "el cabra", seguro. Porque manda huevos que haya prevalecido la versión del cabrero. Es que el chico cuidaba cabras, no se las follaba como algún competidor celosillo estoy pensando en un tal Homero- llegó a insinuar. De lo que no hay ninguna duda es que el mozo empinaba el codo más de la cuenta y tenía una gran imaginación.
Homero "el ciego", el segundo autor en discordia cuando de egos de autores se trata, peligro-, se especializó en la lírica épica (La Ilíada, ¿les suena?) y las guías de viajes (La Odisea está sí que les sonara, porque han hecho varias pelis de éxito sobre ella), tomando prestados unos cuantos personajes paridos por la fértil imaginación de su colega. Después de un farragoso proceso legal por apropiación indebida y plagio como verán, estas peloteras no son exclusivas de TR-, el tribunal dictaminó que reconocía al ciego la autoría de las dos obritas citadas, mientras que el cabrero se llevó los honores de ser el padre de la mitología. No es de extrañar que no se volviesen a dirigir la palabra, ni que Homero difundiera rumores sobre las aficiones zoofílicas de su colega ni que éste respondiese con que lo de ciego, en realidad, se refería al consumo abusivo de sustancias ilegales. Así que, cuando alguien les cuente que el "tripi" se puso de moda en los años sesenta, lo que realmente quiere decir es en la década de los sesenta del siglo VIII antes de Cristo.
ANTES DE ZEUS.
Hagan la prueba y me darán la razón: si preguntan por ahí sobre mitología, nueve de cada diez encuestados responderán que Zeus, Afrodita -dirán Venus, pero no nos vamos a poner quisquillosos- y el Olimpo. Y no insistan en preguntar qué más, porque de ahí no pasan. El otro, el que falta para completar la encuesta, les saldrá con Sara Montiel o Marujita Díaz, que vienen a ser contemporáneas de estos chicos; pero no, no tienen nada que ver.
Nada más lejos de mi intención que discutirle a Zeus sus méritos y sus logros, pero hay que contar algo sobre la familia del pollo y la cosa tiene tela. Según contaba el cabrero, su papá era Crono (dios del cielo) y su mamá Gea (diosa de lo que queda debajo). Ascendencia noble y rancio abolengo donde los haya. Y lo de cabroncete, sin duda era un rasgo heredado de su augusto progenitor, porque hay que tener muy mala entraña para cortarle los huevos a tu propio padre. Hombre, en todas las familias hay sus más y sus menos; en concreto, en la mía, lo de "¡te voy a cortar los huevos!" era una expresión paterna muy corriente cada vez que ojeaba las notas del colegio o llegaba a sus oídos alguna de las fechorías del menda, pero nunca pasó de ahí.
Crono, no. Éste era muy "echao p´alante". Su madre, Rea Gea era la abuela, Rea la madre y Fea la tía-, que debía tenérsela jurada a su maridito, además de ser una arpía de cuidado esto lo sé yo de muy buena tinta-, convenció a su hijito de que papá, para el poco uso que les daba, no echaría en falta ni la polla ni los huevos y ¡zás!, el pobre Urano acabó sus días en el Tártaro un local de ambiente de muy mala reputación-, actuando como vicetiple de un coro de travestis.
A propósito de papá Crono, es Crono y no Cronos, como muchas veces se ve escrito por ahí. En caso de duda, recuerden que los relojes los buenos- llevan cronómetro y no "cronósmetro". Ya sé que esto no venía a cuento, pero una cosa es que aquí me dedique a desmitificar la mitología -¡jo, qué bien ha quedado eso!- y otra muy distinta que el destripe lo haga de forma chapucera y con meteduras de pata. ¡Eso sí que no!
Venga, no vayamos a perder el hilo con gilipolleces: habíamos dejado al padre de Zeus con la polla y los huevos del abuelo en la mano. ¿Saben lo que hizo con ellos el muy guarro? ¡No, coño, comérselos, no! Recuerden que aún no se habían inventado ni las corridas de toros ni los bares alrededor de la plaza sí, esos donde los aficionados se dan de bofetadas por una ración de criadillas de toro. Los tiró al mar. Vamos, que es hoy, le pillan los de costas, y le meten un puro que se caga pastas abajo. Está clarísimo que la conciencia ecologista de Crono brillaba por su ausencia.
Hay un detalle que me lleva a pensar que el abuelo Urano calzaba un cacharro de la hostia: al tirar su polla al mar, se levantó tanto oleaje, que de ella surgió Afrodita para nueve de cada diez, dejando al margen al tarado que la confunde con la ex de Jesulín, Venus-.
Pasó el tiempo, Crono se lió con una coneja perdón, con Rea; y como no había televisión, pues eso. De resultas de "eso" nacieron Deméter, Hera, Hades, Hestia, Poseidón y Zeus. ¡Hay que joderse, Zeus el pequeñajo de seis hermanos! Lo malo fue que, de aquella, no se habían inventado todavía ni las ayudas sociales ni los dos mil quinientos euros por enano traído al mundo ah, no, ya no me acordaba de que eso se acabó. Crono echó cuentas del pico por el que le iban a salir los pañales, la leche maternizada, la guardería, la vuelta al cole en El Corte Inglés y decidió sabiamente, lo que pasa es que el resto no echamos bien las cuentas- que lo mejor era comérselos. Así era que los vecinos se hacían cruces de lo buenísimas que estaban las barbacoas de Crono.
Su mujer, Rea vegetariana, por lo que se ve-, se hartó de lavar los platos sucios de las barbacoas y tramó un maquiavélico plan: envolvió un pedrusco en ropita de niño y se lo dio al gourmet de su marido. Supongo que Crono se quejaría de lo dura que estaba la carne no sé, algo diría. El caso es que al nene lo crió una ninfa, Amaltea, con leche de cabra. Hay otras versiones que afirman lo mismo, pero añadiendo el pequeño detalle de que Amaltea, ni ninfa ni hostias que era el nombre de la cabra. Todo este galimatías me lleva a pensar que, efectivamente, Homero tenía razón cuando acusaba a Hesiódo de tener demasiado buen rollito con sus cabras.
Venga, no era broma. Recientes estudios -de una universidad americana de ésas que no conoce ni Dios- han demostrado que Hesíodo parió esta parte después de una bacanal. Cuando toque, ya veremos que Baco era el dios romano del vino, copia sin licencia de copyright de su homólogo griego Dioniso, y que las bacanales eran los fiestorros que se organizaban en su honor. Atando cabos, hasta el más corto se habrá dado cuenta de que el cabrero no estaba en pleno uso de sus facultades mentales cuando se puso a escribir esta truculenta historia. Vamos, que el chaval tenía un mal vino.
Lo que parece que ocurrió, según los cotilleos que hicieron correr ríos tinta, y algún desmelene que otro en el programa "¿Qué me dices, Menelao?", fue que los seis enanos de Crono, al crecer, oyeron alguna historia picante sobre las actuaciones de su abuelo en el Tártaro y decidieron ir a ver de qué iba el asunto. Imaginen el desconcierto de los cuatro pichabravas y las dos flores de pitiminí, al ver disfrazado de drag-queen a su presunto- difunto abuelo. Hasta que papá Crono se enteró y se lió a guantazos con los nenes. Y como ésas no son formas de educar a nadie sobretodo cuando los enanos crecen y te pueden devolver las bofetadas, la ensalada de hostias que le cayó a Crono fue de las que hacen afición. "Hala, papá, vete a tomar po´l culo y p´a nosotros el negocio". Y los cabrones no decían lo de mandarle a tomar por el culo en sentido figurado, no En el Tártaro estuvieron encantados de tener al padre y al abuelo como atracciones de relumbrón.
Así fue como los hermanitos montaron el chiringuito financiero del Olimpo.
Apostillas del autor:
En las próximas entregas iré presentando personajes al buen tuntún, según me vaya acordando de ellos. Por tanto, le ruego al sufrido lector que se abstenga de criticar el desorden en el que aparecen así como de enmendarme la plana con tratados mitológicos de Wikipedia.
En el mismo sentido, da igual que se desgañiten pidiendo la segunda parte o, lo más probable, me llamen de todo menos bonito. A los primeros, gracias por anticipado, pero ya están en el horno los dos siguientes capítulos y fijo que caen. A los segundos, mi más cordial corte de manga por idéntico motivo. Concéntrense en criticar la redacción, el estilo o la ausencia de él- y punto pelota. Además, aún estoy esperando a que el cabrón aquel que me recomendaba dedicarme a pasear al perro, me mande sin gastos de envío, claro- el dichoso chucho.
Puede que algún experto en el tema, en vista del tono gamberro del escrito y de la nula documentación en la que se sustentan las teorías del menda, esté dudando entre salir pitando para presentar una demanda en el juzgado o al hospital, para hacerse mirar la subida de tensión que le ha provocado la lectura del texto. Ni una cosa ni otra, hombre. Échate unas risas y un polvito y olvida los cabreos, que para darnos sustos y disgustos ya tenemos al gobierno.