Misterioso Invitado

- Oh - exclamé al sentir unas manos delicadas posándose en mi pechos. No se hicieron esperar los besos en mi cuello, que recorrían toda su longitud hasta mis hombros. - No te detengas - susurré casi en tono de súplica.

Desperté como todas las mañanas. Debo confesar que cada vez me cuesta más levantarme, sobretodo si salgo la noche anterior.

Laura seguía enredada en las sábanas, así que entré al baño primero. Me desnudé, e hice todo el ritual frente al espejo (mirarme los ojos, sacar la lengua, los dientes, mostrar la panza, lo de siempre). Hice correr el grifo y esperé en el water hasta que comenzara a salir vapor, me gusta que el agua corra caliente sobre mi cuerpo. Entré a la tina y sentí el agua sobre mi. Un "mmm" escapó de mis labios al recibir el chorro en mi espalda.

Al acabar, me sequé, cubrí mi pelo con una toalla y me puse la bata del baño. Al pasar por el espejo, volví a verme, mucho más decente para comenzar la mañana. Salí camino a mi dormitorio, atravesé el pasillo y oí los ronquidos de Oscar, mi hermanito menor. El muy bestia deja su ropa en el camino al irse a dormir y para colmo los calzoncillos apoyados en el picaporte de la puerta. Es un cerdo.

Lo primero que hago al entrar a mi pieza es abrir la cómoda y elegir el conjunto que voy a usar ese día (es importante esta parte de la mañana, si no eliges bien, puede ser la última decisión que tomes si llegas a enredarte con un chico por la noche).

  • "El burdeo con los listones es definitivamente el elegido"- canté para mi.

Me saqué la bata y cogí el chon. Una vez acomodado con la respectiva toallita, tomé el sujetador, lo abroché con el fin de ahorrar tiempo.

  • "Oh" - exclamé al sentir unas manos delicadas posándose en mi pechos.

No se hicieron esperar los besos en mi cuello, que recorrían toda su longitud hasta mis hombros.

  • "No te detengas" - susurré casi en tono de súplica.

Sus dedos acariciaban los contornos de mis tetas tan suavemente que espasmos recorrían mi espalda. Poco a poco fueron a posarse a mis pezones, los que ya estaban erectos a más no poder.

Un "Aaaah" dejé salir.

Estaba como ida, casi no me podía mantener en pié. Mi anónimo visitante dejó descansar mis pezones y lentamente bajó a “mi zona íntima”.

  • “Abrete” - susurró en mi oído. No opuse resistencia alguna, estaba fuera de mi. Separé mis piernas para que mi invitado pudiera deleitarme con sus movimientos.

El meneo de sus dedos me transportaron al mismo olimpo. Sabía exactamente dónde tocar para dejarme a su sumisa merced. Mi orgasmo no tardó en llegar. Una descarga me recorrió entera, desde mi sexo hasta mi cabeza. Me sentí totalmente mareada, pero increíblemente feliz.

  • “Eres muy putilla” – me dijo – “cualquiera diría que te dejas con cualquiera”.

  • “Tú bien sabes que no es así, hermanita. Sólo contigo” – exclamé.