¿Misterio, curiosidad, duda…?

Después de mucho tiempo decido resolver un “enigma” que me ha perseguido durante mucho tiempo.

Después de un año “convulso” en muchos sentidos, empiezo a retomar el camino hacia el año 2020. Durante un largo tiempo, cercano a los tres años. He recibido más de la treintena de mails de una misma persona, incluso cuando deje de publicar relatos. A diferencia de algunos casos, la persistencia de este hombre, no era grosera, ni chabacana, todo lo contrario era muy correcto.

Estando fuera de España, me mando un mail que no lo leí hasta que regrese. Era un mail más íntimo, cuando digo más íntimo, me refiero a que se abría mas como persona. Eso hizo que descartara algunas teorías que tenía echas sobre él. Intercambiamos varios mails, pero era demasiado impersonal y así me lo expreso, estaba de acuerdo con él y al momento me mando su número de móvil, algo que rechace de inmediato.

Al final elegimos la formula del chat. No sabía mucho de él, salvo que era hombre y por la manera de expresarse se veía que era culto, algo que me agradaba. Algunas conversaciones se nos hicieron eternas hablando por ejemplo de algún libro, de algún escritor… daba gusto hablar con él. No sabía su edad, ni a que se dedicaba, ni nada de nada.

Llegue a la conclusión final de que estaría en los 50 años. Una profesión posiblemente liberal o un puesto de trabajo de dirección. Lo que si tenía claro, que contacto conmigo por mis relatos, lo que podía buscar estaba claro, pero el que exactamente no lo podía asegurar. Siempre en sus mails, había estado dispuesto a conocernos ya fuera en Madrid o Alicante. Siempre tenía buena disposición a ello y decía que esas ciudades las conocía y le venían bien. Siempre rechace el vernos y el rechazo decirme por escrito lo que quería o lo que le interesaba de mí.

El 19 de diciembre de este año, abrí el chat y tenía un mensaje de mi “amigo”, un mensaje en parte gracioso. “Si te parece bien el día 22, si te viene bien a las seis de la tarde nos podemos ver y ya que te gusta el buen café, en la cafetería… eso si no te ha tocado la lotería y has salido corriendo. Te he adjuntado un archivo a un correo que te he mandado” mire mi correo y efectivamente tenía un mail suyo, donde me ponía su nombre y adjuntaba una foto.

De momento en la edad me parece que no me había equivocado. Estaba en los 50. No conocía la cafetería y aunque no auguraba que tuvieran buen café, me lo empecé a pensar. Antes de contestar averigüe todo lo que pude de esa persona y quede bastante sorprendido. Le conteste aceptando la invitación. El nombre que me dio correspondía al de la foto y acababa de cumplir 54 años. Lo más curioso es que trabaja en Valencia. Estaba casado y su mujer era conocida, de armas tomar, por lo que se decía y aparentaba. Tal vez el que coincidiéramos en la misma ciudad es lo que aumentó el número de mails recibidos.

Era jueves y fui a mi lugar habitual, como el resto de la semana, Adriana no había aparecido y ese jueves si apareció, ni saludo verbal ni por gestos. Pues yo también pase. Al siguiente día viernes cuando llego la veo sentada y se vislumbra un conato de sonrisa, teniendo mejor cara. Me senté saludando únicamente al camarero, me puse los auriculares, revise un par de cosas y me puse a escuchar música. No me preocupaba lo más mínimo la actitud de ella, porque era muy libre de hacer lo que quisiera, al igual que lo era yo.

El resto del fin de semana fue bueno, entretenido y bailando mucho, con un grupo de personas, que a la mayoría las conocía de hace poco. La mayoría de ellos gente maja, aunque como es habitual en mí, aunque en seguida me integro, me reservo algunas cosas muy privadas y personales de mí.

Domingo 22, me levante un poco mas tarde de lo acostumbrado en mí. Estaba haciendo el plan del domingo, que es el día en el que suelo descansar, salvo que salga algo muy interesante. Me habían dejado un par de películas y después de comer, que lo hice pronto, me puse una de las películas y pensaba que me iba a gustar, porque las predecesoras estuvieron entretenidas. Era tan mala que me quede dormido.

Me desperté de pronto a las cuatro y poco, me estaba desperezando cuando recordé que había quedado a las seis, se me había pasado por completo. Me tome un café, me vestí con un pantalón chino acabado en lana y de color maíz. Nada de los que son tobilleros, que será la moda pero no me gustan. De calzado unos zapatos azules de ante con cordones y camisa ajustada de color azul marino, haciendo juego con los zapatos. Me puse un chaquetón, que sabía que con lo caluroso que soy no me haría mucha falta. Me vi bien con la combinación elegida y aunque quedaba un poco retirado me fui dando un paseo para estirar las piernas.

Calcule mal el tiempo y llegue con casi media hora de antelación. Entre en la cafetería, que era grande y espaciosa. No había mucha gente, estaba a un tercio de su capacidad mas o menos. Elegí la mesa mas apartada y donde creía que hablaríamos mejor. Mas puntual no pudo ser, a las seis en punto entraba por la puerta. Venía con dos muletas y le costaba andar. Iba vestido de forma impecable, con traje, pero sin corbata. Como él no me conocía le hice una seña. Sonrió como si se quitara un peso de encima y en la cafetería le conocían porque el camarero lo saludo… “Buenas tardes D. Juan, ¿Cómo se encuentra?” y la respuesta típica de esos caso, que dices que mejor.

Se acerco y me pidió si nos podíamos ir a la terraza, que no es que fumara mucho, pero no le venía mal fumarse de vez en cuando uno. Iba a coger mi taza de café y el camarero vino como una flecha, me decía que me llevaba él la taza. Nos sentamos en la terraza y nos fuimos a un extremo, porque decía Juan que así no le daban empujones en la silla. A él le trajeron su café, que por cierto no eran de traca. Empezó con el que el tiempo no era tan malo…

- Juan no creo que estemos aquí para hablar del tiempo. ¿Por qué esa persistencia en conocernos?

  • He seguido con interés tus relatos. Luego desapareciste y ahora has vuelto a aparecer, encima ahora viviendo aquí. Ha sido el destino.

- Si tú lo dices…

- No me andaré con rodeos. Tuve un contratiempo ( Agarra las muletas y me las muestra ) eso fue lo que me dijeron los médicos. Primero en silla de ruedas y luego esto, peo aquí me he quedado. ( Silencio… saca un cigarro y lo enciende, dándole una profunda calada )

- Continua

- Después de mi contratiempo ( Que no decía que le había pasado ) me encontré de pronto, en que no podía cumplir como hombre en todas mis facetas maritales. Teniendo una mujer tan exuberante como la mía, sabía que podía ser un problema, sobre todo por los buitres que cuando ven una víctima revolotean alrededor de ella. ¿Me vas entendiendo?

- Hasta ahora sí.

- Tenia que buscar una salida o una solución. Desde que nos divorciáramos hasta que se buscara un amante. Ninguna de las opciones fue del agrado de mi mujer y el enfado-crisis duro mas de dos meses. En este tiempo bucee por internet y allí vi tus relatos. Empecé a ver en ti mi salida. A mi mujer poco a poco la fui metiendo en tus relatos. Le gustaban, la excitaba.

Por tus negativas a mis correos, empecé a entrar en chats y puse algún anuncio también. Me encontré a muchos bocazas y hombres o jóvenes, que después de chatear con ellos, sabía que mi mujer no tendría ni para empezar.

- Disculpa que te interrumpa, ¿Por qué no tendría ni para empezar?

  • Mi mujer es mucha mujer. En todos los sentidos, a mi mujer le hace falta alguien que la de lo suyo y como no, quien la “someta” porque de siempre ha sido la dominante y ni yo, que la conozco desde siempre lo he logrado del todo.

- ¿Y porque has pensado en mí?

  • Primero por tus relatos, es lo que me hizo fijarme en ti, luego en tus contestaciones tan educadas y correctas. Y lo que más, en ese correo que te insinué que te recompensaría económicamente por acceder a conocernos, ¿Te acuerdas de tu respuesta?

- No recuerdo ese mail, la respuesta podría haber sido… Gracias pero como decía Benjamín Franklin… “El camino hacia la riqueza depende fundamentalmente de dos palabras: trabajo y ahorro” y no he realizado ningún trabajo para ganarme ningún dinero. También podría haber respondido lo que dijo Confucio… “Algún dinero evita preocupaciones, mucho, las atare” y yo tengo lo justo para evitar preocupaciones si aceptara su “invitación” las atraería.

  • Jajaja… justo fue la segunda y me hizo reírme a carcajadas. Supe que no había que buscar más, eras el indicado, solo quedaba ver el físico y ahora que te he visto, superas las expectativas y no te has hecho justicia al describirte en tus relatos.

- Es más fácil que te describan los demás. Pero te olvidas de algo fundamental, primero esta convencer a tu mujer y lo segundo que a tu mujer le guste el candidato. Siempre es más fácil todo, si ella lo elige, que seguro que habrá alguien que le llame la atención.

- Si eso seguro. Lo malo es que tiene que ser con alguien desconocido. Por nuestra situación, no podríamos permitirnos que se aireara nada. Ese es el gran temor, sobre todo de Rosanna. No nos podemos permitir el lujo de un escándalo… date cuenta que vivimos de nuestra imagen. Por eso no quise dejar nada por escrito.

- ¿Tu mujer sabe algo de esto? ¿Sabe que te has reunido conmigo?

  • No, no sabe nada.

- Has pensado que a tu mujer lo mismo, además de no hacerle gracia, es que tampoco está en la necesidad de estar con nadie. Que he conocido tanto a hombres como a mujeres, que el sexo lo tienen en un plano muy lejano.

- No lo he pensado, porque a Rosanna no le pasaba eso, el sexo siempre ha sido fundamental para ella y siempre estaba dispuesta a experimentar cosas nuevas, entre los dos, pero abierta a nuevas situaciones.

- Pues no sé qué mas decirte.

  • Ves es que eres perfecto, educado, tienes buena conversación, una presencia envidiable… me puedes decir que lo tendrás en cuenta.

- Si es que no me conoces. Aquí, ahora, soy educado, correcto… pero cuando estoy en otras situaciones… mira, concretamente en el sexo, hablando soy y por decirlo suave, bastante sucio.

  • Jajaja… es bueno tener esa dualidad. Porque nosotros la teníamos en nuestros momentos. No nos íbamos a asustar.

- Es que no sé qué decirte, también tendría que conocer a tu mujer, porque lo mismo a ella no le gusto o ella a mí no me gusta y no hablo solo del aspecto físico, que aunque no te lo creas para mí no es fundamental.

  • A por eso no te preocupes… estas a punto de salir de dudas.

- ¿Cómo?

Me hizo una seña con la cabeza para que mirara en una dirección. Había tres mujeres paradas hablando. Juan me dijo que una era su mujer y me dijo que era la que llevaba pantalones. Que no eran pantalones, eran leggings de color negro, no sabía si eran de vinilo o de cuero. Eran muy ajustados y le hacían un culo sensacional. Una de ellas se fue y con la otra se acercó a donde nosotros. Dio las buenas tardes, beso a su marido y por lo que sea me miro extrañada. Juan nos presentó tanto a su mujer como a la amiga.

Rosanna llevaba un jersey fino de cuello alto de color blanco y una cazadora corta a juego con los leggings. Juan les explico que yo era un apoderado de una empresa que tenía negocios con él. Pero su mujer rápido le corto y dijo que en domingo no se hablaba de trabajo. La miga se tomó el refresco que había pedido y se marchó. Nosotros nos pedimos otro café y fue cuando Juan le dijo este es Carlos, el famoso Carlos.

Su mujer le miraba extrañado a él y a mí, como no entendiendo nada y fue cuando se lo aclaro… “Rosanna algunas veces es que estas olvidadiza, este es Carlos, ya sabes… CARLOS” y la mujer contesto… “Vale, lo que tú quieras, de que tengo que conocerlo yo, si por más que le miro, no le recuerdo de nada” Juan se echó a reír y la mujer le miraba absorta. Hasta que dijo con cierto tono de euforia… “Es Carlos, nuestro amiguito… C A R T U Z, ¿Lo pillas ahora?”

Por su cara que se puso mas blanca que su jersey lo había pillado. Después del primer sobresalto, se le quito el blanco de la cara para ponérsele un rojo intenso. Toda ella era incredulidad. Juan realizó una pregunta para los dos… “Que… ¿Cómo os veis?” ella no contestaba y con mucha tranquilidad conteste yo. “No sé porque, pero me parece que a tu mujer no le ha hecho ninguna gracia esta sorpresa, como tampoco me la ha hecho a mí, aunque tampoco me causa la desolación que le ha causado a tu mujer. Y que como la veo, pues perfecta y no añado mas para que no lo vea como una grosería”

La expresión de Juan era de felicidad al oírme. La de Rosanna seguía recuperándose del primer impacto. Juan seguía hablando, estaba exultante y de pronto su mujer hablo… “Carlos por lo que veo tu tampoco sabias nada de lo que ha preparado el irritante de mi marido” fua a contestar Juan y ahora sí que con mucho enfado, tajante y con un tono de pocos amigos, su mujer le espetó… “JUAN… tu ahora el pico cerrado, no digas ni MU” y para que pasara pronto ese momento de tensión, hable yo.

- Pues no, no sabía nada. Es más, no sabía que era lo que quería, aunque podía imaginarme algo. Imaginarme lo que quería proponerme, no la encerrona esta.

  • Yo tampoco, porque sabe que no me ha hecho nada de gracia. Lo que si he visto, que no mentías en tus relatos, a cómo te describías, aunque no te haces justicia del todo. Creía que exagerabas pero no. Por lo que todo lo demás será cierto.

- Todo es cierto.

  • Dime que te ha contado este cabeza loca, que te ha propuesto y que has pensado cuando le has oído.

- Me ha contado lo de su “percance” lo que le ha ocasionado a nivel físico-sexual y al no poder darlo todo, que buscaba a alguien discreto que “ayudara” y que pensó en mí. Propuesta ninguna en concreta, aunque tampoco hay que ser adivino. Lo que he pensado que te tiene que amar mucho para deshacerse de los prejuicios, variar la moral y tratar de organizar todo esto.

  • Hay una parte que la ha variado mucho, porque para él no es un sacrificio ni nada por el estilo. Lo que no te ha contado que “eso” ya lo perseguía antes de que le sucediera nada, ahora lo que pasa que tiene una “coartada” para auto justificarse. ¿Tú lo ves normal? ¿Es de personas normales?

- Si cada vez que me han hecho esa pregunta, me hubieran dado un euro, no tendría que trabajar… Jajaja… y con la otra pregunta, esa de si es de personas normales, te contestare con lo que decía un japones que no se pronunciar su nombre… “Lo que nos hace personas normales es saber que no somos normales” y digo esto aun no teniendo claro si esto no está planificado por los dos. Porque no me fio ni de mi sombra, que últimamente me he llevado muchas sorpresas.

  • Te juro que yo no sabía nada… Bueno… ¿Y qué le has respondido a su propuesta? Ya por curiosidad.

- Básicamente le he respondido que antes se tiene que conocer las personas, ver si se caen bien, que es lo fundamental y luego si se gustan, si se sienten atraídos.

  • Y ahora… ¿Qué opinas?

- Opino que ya está bien de preguntas. Antes he adelantado algo y tú te has quedado en silencio. Una cosa que me molesta mucho en esta vida son los silencios y ya he tenido muchos silencios últimamente. Estoy cansado de silencios.

- Uy no te pongas así. Si eres agradable a la vista, muy agradable, no voy a ser una farsante diciendo lo contrario. No eres del monto, erres simpático, tienes una sonrisa incitante y una mirada profanadora. Pero no te equivoques, que eso no quiere decir que vayamos a tener nada. Es como si viera al actor turco, al Yaman ese, está también muy bueno, pero no tendría nada con él. ( No tenía ni idea de quien era, porque no veo ninguna película turca )

- Me parece muy bien.

Hubo un momento de largo de silencio. Interrumpido por Rosanna que bronqueaba a su marido por encenderse un cigarro, le dio una charlas sobre los perjuicios del tabaco. Juan estaba como si estuviera viendo pasar una vaca, una calada larga, otra calada profunda y hace unos aros al echar el humo. Al hacer su ultimo ahora nos dijo… “Como el café aquí no es que este malo, pero tampoco es del otro mundo… ¿Por qué no invitamos a Carlos a casa a que pruebe un café en condiciones?”

A Rosanna parecía que le iba a dar una indisposición, se llevó una mano a su tripa. Estaba demudada, no sabía que contestar. No estaba fingiendo en absoluto. Su mirada asesinaba a su marido y este pasaba. Por cortesía rechace el ofrecimiento y Juan seguía insistiendo, porque además sabía que no tenía nada que hacer, que salió en la conversación cuando estábamos solos.

Nuevamente rechace el ofrecimiento y le pedí que no insistiera, sobre todo porque su mujer se estaba poniendo fatal. Rosanna nos interrumpió diciéndonos que por ella no había ningún problema. Que podíamos ir para su casa. Eran menos de las ocho de la tarde, Rosanna se levantó y nos dijo que en diez minutos nos recogía. En ese tiempo, pagamos y nos fuimos a donde nos recogería Rosanna. Mientras…

- Joder Juan, en menudo brete has metido a tu mujer. Es imposible que no te hayas dado cuenta de que no quería. No es bueno forzar las situaciones. Te lo digo por si alguna vez quieres tener éxito.

- Déjate de bobadas, lo importante es si te atrae o no te atrae.

- Pues claro que si, está muy bien. El problema no está en mí, si no en ella. Está claro que no quiere y esto es como si te atracaran.

  • Conozco a mi mujer mejor que nadie, sé que no le has resultado indiferente y su cachondez esta como hace muchos años que no está.

- Pues no lo veo así, pero si tú lo dices. Porque lo que veo es que está muy nerviosa y disgustada.

  • Eso es cierto también, pero pesa más lo mío.

- Di lo que quieras, pero estamos cerca de la navidad y te van a montar un señor “belén”

Llego el vehículo de Rosanna, ayude a Juan a sentarse de tras, porque iba más cómodo y me senté delante con ella. Juan nos habló y me gire un poco para contestarle y me di cuenta de dos cosas, una que Rosanna se había quitado la cazadora y sus pechos hacían un abultamiento llamativo por su volumen en su jersey, coronado por la marca del pezón, que era muy prominente.

Hablamos todo el camino él y yo. Porque Rosanna no decía nada. Llegamos a su casa, un edificio bien alto. Su vivienda estaba en el último piso. Era un piso como los que a mí me gustan, altos y con una vista privilegiada, sin edificios muy cercanos que te puedan quitar intimidad. Aun así te podían ver, pero no sentirte “vigilado”

Me habían dejado en un salón enorme, mientras ellos se fueron a otro lado de la vivienda. Les podía oír y estaban un poco alterados, por lo menos Rosanna que le recriminaba a su marido el haberme invitado a su casa… “Como se te ocurre invitar a un extraño a casa, que lo acabas de conocer. ¿Cómo?” él la tranquilizaba… “Es un buen tío, he hablado bastante con él. No me digas que no se le ve simpático y agradable. Sabe comportarse y no me digas que no tiene conversación” Rosanna no le quitaba la razón pero ponías sus reparos… “Si, pero que no, no tienes razón y olvídate de que haga nada, está claro que con ese cuerpo le irán mas las jovencitas, no mujeres de casi cincuenta como yo”

No quise oír mas conversación, porque me daba igual, ni me iba ni me venía. Abrí el ventanal y me asome a la terraza, era una terraza grande, había dos tumbonas, un balancín enorme, mesas y sillones. Al entrar Juan me quede un poco desconcertado, venia sentado en una sillas de ruedas, que manejaba muy bien, al ver mi cara se dio cuenta… “No te asustes… jajaja… es que después del todo el día con las muletas, llego muy cansado y es preferible moverme en la silla, que los brazos acaban fallando”

Hablábamos de las vistas, del piso que lo compraron de obra y les salió muy bien de precio y nos interrumpió Rosanna que traía una bandeja con aperitivos. Me preguntaron lo que quería beber y Juan quería que probara un licor que hacia él. Muy diplomáticamente lo rechace, entre otras cosas, porque no les conocía lo suficiente y no me gusta beber nada preparado por otros si nos los conozco, así que les dije que si tenían cerveza y ella me trajo una.

A la hora de estar en su casa, nos reíamos de todo, el ambiente era muy bueno y todos nos habíamos relajado. Juan bebía de su licor casero y se le notaba el alegrón. Su mujer todo el tiempo tomaba coca cola zero, zero y yo solo llevaba dos cervezas, es que tampoco soy mucho de beber. A Juan se le soltó la lengua y empezó a ser indiscreto… “Carlos no dirás que no tengo una mujer cañón…” no quería contestar y la verdad que ahora que la había visto mejor, era verdad que estaba muy buena. Los pechos estaban muy levantados, se le marcaban los pezones y parecía que no llevaba sujetador, lo dudaba porque las tenia, lo que se suele decir muy bien puestas.

Su mujer le decía con un tono maternal… “Vamos Juan, no sigas bebiendo de eso, que sabes cómo te pones y no creo que a Carlos le interese nada de lo que dices” y el o no escuchaba o no hacía caso. “A que tiene unas tetas perfectas, no, no creas que se puso mas volumen, no, no… fue la mejor inversión, se las coloco y las han dejado perfectas…” Rosanna se puso colorada… “Venga Juan vale ya, que estas comprometiendo a Carlos… ¿Verdad?” y me miro a mi como implorando una ayuda.

“Es que no sé qué deciros, porque es verdad que tienes una mujer cañón, como tú dices y del pecho tu sabrás, que se lo ves todos los días… mas no puedo decir. Salvo que a tu mujer no le está haciendo mucha gracia que hables de eso y la puedo llegar a entender” parecía que se calmaba y que su mujer se iba tranquilizando, cuando me dijo… “Carlos… ¿Te puedo hacer una pregunta muy personal y que me contestes sinceramente? Mejor dicho pregunta petición” le respondí que podía hacerla pero que no me comprometía a nada.

Su mujer intervino con rapidez diciéndole que no se pasara. Creo que pensaba lo mismo que yo, que me iba a preguntar si me apetecía follarme a su mujer.

Pero no… La pregunta fue… “¿Es verdad que la verga te mide lo que pones en los relatos?” ante mi contestación afirmativa lo siguiente fue… “Podías dejar que la viéramos?” Rosanna grito… *“¡¡ J U A N !! POR DIOS… quieres comportarte y no ser grosero”* me tuve que reír porque Rosanna casi se cae de oír a su marido… la tranquilice diciéndole que no lo iba a hacer. Juan que estaba menos bebido de lo que quería hacer ver, nos “catalogo” como cobardes, a ella como estrecha, que parecíamos niños… hubo algunos términos que provocaron la rabia de su mujer que se salió a la terraza, imagino que a llorar y ya me empecé a sentir mal.

Le recrimine a Juan su actitud y se dio cuenta de que se le había ido de las manos. Salí a la terraza a ver cómo estaba su mujer, a despedirme y dejarlos solos. Estaba apoyada en la barandilla mirando hacia el exterior y tenía el culo colocado de una forma que era una invitación. Que no es que lo estuviera haciendo a posta ni que lo tuviera de una forma provocativa, en mi visión influía aparte de que estaba bien, que hacía tiempo que no follaba en condiciones.

Tenía los ojos llorosos y voy a resumir lo que me conto. Su enfado es porque según ella, su marido en otras ocasiones había contratado a tíos para que se acostaran con ella, no llegando a nada porque a ella eso la dejaba hecha polvo y pensaba que a mí también me había contratado. Me miraba con rabia, porque pensaba que la estaba tomando el pelo y mintiéndola cuando le decía que se equivocaba conmigo. Para que vira que no la estaba engañando le dije que trajera su móvil para enseñarle una cosa en internet. Salió y trajo una tablet.

Saque mi cartera le di una tarjeta y le dije que buscara en Google. Ella lo hizo y pudo ver varios enlaces, donde quedaba claro quién era y que evidentemente no estaba contratado por su marido. Le dio una risa nerviosa y no paraba de pedirme perdón, por haberme ofendido y me hizo una confesión… “Es que Juan sin quererlo me ha hecho sentirme como carne, ofreciéndome y me hace verme no deseada, fea…” me limite a decirle la verdad o la verdad que estaba viendo… “Que no te quiten la autoestima, que estás muy deseable para cualquiera. Que eres de las mujeres que seguro que quitan el sentido…”

Sus ojos brillaron un poco, sé que mis palabras le sentaron bien. Me pregunto que tendría a muchas mujeres revoloteando, mi respuesta la dejo desconcertada… “Jajaja… no todo lo que revolotea gusta y lo que gusta ya no revoloteas… así es la vida. Pero mientras revolotea algo que me guste…” me miro con intensidad, con profundidad y la vi venir, no me aparte, me dio un piquito muy suave en los labios, se apartó y me dijo… “Gracias” , se quedó mirándome y empezó el “desastre” porque la abrace y mi beso no fue un piquito, la bese con un beso con mucha lengua. No se quitó y respondió de la misma forma, la intensidad fue subiendo y subiendo, hasta que empecé a tratar de bajar sus leggings y se echó para atrás, “Imposible… no puedo, no puedo…”

La vi muy nerviosa, pero su mirada estaba llena de deseo. Pensé que lo mismo era porque estábamos en la terraza, pero ya había oscurecido, lo mismo se había arrepentido y sobre esas dos premisas, trate de convencerla para seguir. Seguía con sus negativas, hasta que por fin me dio el motivo. No era ni el lugar, ni el momento, ni su marido, era simplemente que según ella no estaba preparada adecuadamente para ese momento, que de saberlo se hubiera “arreglado” adecuadamente. Me hice el tonto y al final me dijo… “Repuñetas es que hay que explicarlo todo, tengo algún pelito donde no debía tenerlo… ¿Te vale ya?”

La contestación que obtuvo fue que la agarre de nuevo y empezamos a besarnos hasta alcanzar una intensidad desenfrenada y ya si pude meterle mano por donde quise. A pesar de que la temperatura ambiental no era buena, la de nuestros cuerpos lo compensaba. Acariciaba ya su coñito, que estaba algo más que húmedo, estaba muy mojada. Le costaba hasta besarme, de los gemidos que daba mientras mi dedos la tocaban. Una veces parecía que se contenía y otras veces se dejaba llevar.

Aunque costo un poco, por fin se quedó desnuda de cintura para abajo. Me mordía con fuerza, se estaba empezando a “descontrolar” y no hay nada más excitante que eso. Se movió bruscamente, se apoyó con los brazos en la barandilla y casi descompuesta… “Venga, venga… házmelo… HÁZMELO YA, no seas malvado, venga, venga… no me aguanto más” mientras ella me lo decía, me había sacado un preservativo, me solté a medias el pantalón, me lo puse y no me hice de rogar.

Coloque mi polla en la entrada de su coñito, ella se calló y se paró. Al ver que yo también estaba parado, meneaba su caderas y se echaba un poco para atrás, para que mi polla se metiera algo. Jugué con ella unos segundos y en cuanto la oí… “Vamos, métemelo todo, todo… no te lo pienses” y le fui metiendo lentamente la polla y cuando había metido nada más que un poco, arremetí contra ella metiéndosela toda de golpe. Una vez lo hice me pare mientras ella exclamaba… “Que animal que eres, me has… me has… llenado de felicidad, por lo que más quieras… MUÉVETE, NO TE PARES” y a pesar de que era un poco estrecha, nos acoplamos muy bien.

Poco tardo en correrse y lo hizo sin miramientos, hasta que se dio cuenta donde estaba y se mordió el antebrazo. Seguía embistiéndola sin contemplaciones, notaba que aunque se había corrido, se empezaba a poner otra vez a punto. Unas luces de otro edificio la desconcentraron, me dijo… “Para, para” y cuando lo hice, se quitó, recogió del suelo sus leggings y se tapó, lo que se pudo tapar y se fue hacia el interior de la casa. Pudimos ver a su marido en la cristalera mirando.

En vez de ir detrás de ella y al ver a su marido, me quede quieto, mientras me abrochaba los pantalones. Les pude oír hablar…

- Que vergüenza, que vergüenza… perdóname, Juan, no sé qué me ha pasado. Perdóname…

  • No seas tonta, no hay nada que perdonar. Me has puesto como nunca, eres una maravilla, aunque me da rabia de no poder haberos visto mejor, de oíros.

- No te entiendo, como puedes quedarte así. ¿De verdad te ha dado igual?

  • No me ha dado igual, me ha parecido fantástico. ¿Hace cuando no tenías un orgasmo así? Que conmigo no te he visto ponerte así nunca.

- No digas tonterías, contigo los he tenido muy buenos.

  • No me contestas, ¿Hace cuánto no tenías un orgasmos así?

- Bien, vale… mucho tiempo.

  • ¿Qué cómo lo tiene?

- UN ANIMAL… Y LE ARDE QUE NO VEAS.

  • Pero lo sabe usar…

- Que cosas tienes.

Ella se marchó del salón y ya me decidí a ir para adentro. Juan estaba con una sonrisa de satisfacción. Antes de que pudiera decir nada me dijo… “Rosanna se ha ido a duchar, aunque dice que esta avergonzada, yo iría a verla. Por lo menos a despedirte. Es la puerta que esta al final del pasillo, la que queda de frente”

La puerta estaba cerrada pero no del todo, estaba un dedo abierta. Se veía la habitación apagada, aunque se veía un rayo de luz dentro. Abrí la puerta y la luz venia de la puerta del baño, que estaba también casi cerrada. Entre y cerré la puerta tras de mí. Vi a Rosanna duchándose, ajena a que estaba allí. Me desnude rápido y entre en el baño. Me acerque hasta la ducha y cuando abrí la puerta de cristal, ella se giró sorprendida, se me quedo mirando, sonrió y eso fue la invitación.

Caía el agua de lluvia en la ducha, que nos mojaba mientras nos besábamos y abrazábamos. Rosanna cogió mi polla y la puso entre sus piernas. Nos estábamos poniendo cada vez “peor” la excitación, la calentura iba en aumento. Me hacía gracia, que ella no paraba de moverse y me decía que no se la podía meter, que no tomaba nada y que no podía. Que como allí no teníamos un condón, que no podía, pero no paraba.

Me fue empujando suavemente, hasta que tope con un asiento, me senté y ella se agacho, empezó a lamer mi polla, lo hacía por todos los sitios, no dejaba nada por lamer y lo hacía mirando hacia arriba, mirándome a los ojos. Estuvo un rato haciendo eso, metiéndose mis testículos en la boca y lamiéndolos, sabía muy bien lo que se hacía. Lamia, pero no se la metía en la boca, estaba haciéndome rabiar o que se lo pidiera, me aguantaba y al final, se la metió en la caliente boca. La saco de su boca y me pidió que no acabara dentro de su boca.

Sin pensarlo, me levante, ayude a que se levantara y le dije que si no me dejaba, que no dejaría que siguiera. Se asombro de mi respuesta. Cerré el agua y ella quería seguir en la ducha… “Mejor nos quedamos aquí, me da menos corte, en la habitación Juan nos va a oír si es que no entra en la habitación” la bese, me sonreí y la respondí… “De eso nada. Te voy a follar en vuestra cama, tu marido que haga lo que quiera. Quería que se follaran a su mujer, pues lo vera. Quería convertirse en cornudo, pues lo será y quería que su mujer se convirtiera en una putita, pues lo vas a ser en mis brazos”

Se había puesto una toalla alrededor. Me miraba “inquieta” y no sabiendo reaccionar. La cogí en brazos y la lleve hacia la habitación. Cuando la deje en la cama, me di cuenta de que la puerta ya no estaba cerrada, estaba un poco abierta. Quería apagar la luz, se puso casi obsesiva y no la deje. Me puse a comerle el coñito y ya se olvidó de todo. Me acariciaba mi mojada cabeza. Mientras lo hacia la miraba, tenía los ojos cerrados, la boca medio abierta y me fije bien en sus pechos, estaban muy bien colocado, los pezones, eran de un marroncito claro y unos pezones puntiagudos.

Empezó a mover su pelvis, en un principio suavemente y poco a poco la fue levantando, cada vez más, mis dedos los tenía dentro de su coñito y mi lengua sobre su clítoris. Cuando más se movía era cuando lo atrapaba con los labios y con mi lengua lo lamia en círculos, presionándolo en algunos momentos. Cuando la veía a punto de correrse, paraba mis dedos, quitaba mi boca. Ella se enrabietaba.

Muy bajito me decía que continuara, estaba mas comedida que en la terraza. Vi que miraba hacia la puerta y ya no estaba un poco abierta, estaba bastante abierta y Juan se había desabrochado su pantalón y se estaba tocando. Le dije que así no era el “juego” que tenía que ser más abierta, más locuaz y negaba con la cabeza. Volví a lamer su coñito, con mucha lentitud y dando unas pasadas largas con mi lengua. A la vez apretaba con cierta intensidad los pezones. Los gemidos que emitía iban siendo cada vez más intensos. La “violencia” con la que levantaba su pelvis para que se rozara mas con mi boca, era más que evidente.

Cada vez se cortaba menos, pero no miraba hacia la puerta, miraba hacia el lado contrario y ya si gritaba. Pedía con mas rotundidad las cosas… “Me vuelves loca, tu lengua, tu leeeengua… uuufffffff… que lengua… por tu vida no te pares… sigue, sigue, sigue… que llego… que ya lleeeeg…. AAAHHHHHHH… AAAHHHHHHH…” estuvo gritando unos segundos largos y su respiración era rápida. Ahora lo que hizo fue taparse con la almohada.

Quise quitarle la almohada, pero no se dejaba. Me coloque un preservativo, fui pasando mi polla por su coñito y con la punta apretaba el clítoris. Su reacción fue abrir más las piernas. Juan sin hacer apenas ruido se acercó a la cama. A Rosanna la cogí, le di la vuelta haciendo que quedara su cabeza al lado de donde estaba su marido y ella no se quitó la almohada de la cara en ningún momento. Seguí pasándole mi polla por su coñito y ella hacia igual que antes, levantaba su pelvis y hacia un movimiento para tratar de meterse mi polla.

Ahora fue Juan quien acaricio a su mujer y con mucha suavidad le quito la almohada, sin que ella pusiera ningún impedimento. Ella por fin le miro y él le decía… “Te acuerdas mi amor, cuando te lo hacía yo. Cuando se me ponía muy dura… cuando jugaba como lo está haciendo el, como te desesperabas y hasta que no me lo pedias no lo metía, ¿Te acuerdas? (Ella afirmaba con la cabeza ) pues haz lo mismo, siente como si te follara yo, acuérdate que nos besábamos con pasión y en ese mismo momento te lo metía de golpe…”**

Quise hacerle participe y aumente mi juego. Rosanna sin mirarme a mí, mirando como podía a su marido… “No seas tan cabrón… no hagas como siempre métemela de una putísima vez… quiero sentirte… soy tuya… solo tuya” en ese momento se morrearon de lo lindo y cuando lo hicieron, le metí mi polla hasta el fondo. Mis embestidas eran secas y profundas. Sin prisas. La agarraba bien y la embestía hasta que nuestros cuerpos chocaban y luego me quedaba quieto con mi polla metía hasta dentro.

Cambien el ritmo y fui aumentándolo poco a poco. Con ese movimiento no se podían besar bien y entonces juan, se retiró un poco y agarro una de sus manos y con la otra le tocaba sus tetas. “Amor me gusta verte siendo tan puta… como me gusta verte gozar de placer… porque no le has dicho que te folle de espaldas que es como mas te gusta… se su puta, nuestra puta esta noche” Rosanna movía de un lado para otro su cabeza, estaba tan excitada que creía que no se enteraba de lo que le decía su marido, pero si se había enterado. Porque se cambió de posición, se tumbó boca abajo y me dijo que así le gustaba más.

Según la follaba de nuevo, Juan le decía a su mujer… “No te puedes quejar, menudo vergajo te estas trincando. Mírame me gusta ver tu cara de puta” y ella se apoyó sobre sus codos para que el la viera mejor. Sus gemidos, sus “gritos” ya no eran comedidos y según veía la cara de su marido, lo eran mucho menos. Juan seguía diciéndole de todo y yo notaba como ella se ponía cada vez mas cachonda.

Quise tantearla, le di un par de azotes en cada nalga. Su respuesta fue un primer gemido leve y un segundo con más intensidad. Con una voz de puta mimosa le decía a su marido… “Juan me está pegando en el culo, ¿No vas a hacer nada? ¿No le vas a decir nada?” y Juan completamente fuera de si por su excitación la respondía… “Las putas callan y obedecen, poco te está dando y demasiado suave para una puta como tú… ¿Verdad puta?” y ella ya estaba metida en el juego, porque le contesto con un sí, muy largo.

La azotaba, descansaba porque el culo lo tenía demasiado rojo y luego la azotaba otro poco. Estaba otra vez a punto de correrse, se le notaba en sus movimientos y en su voz cuando respondía a algo de lo que el marido le decía. Me llene los dedos de saliva y mientras no azotaba su culo, le follaba el culo. No protesto para nada, todo lo contrario, levantaba el culo más. Estaba claro que ya se lo habían follado más de una vez. Saque mi polla y no lo dude, ese culo seria mío.

Cuando empecé a colocar mi polla en la entrada de su culito, Rosanna haciendo un paripé de que no se dejaba, de que no quería le decía a su marido… “Juan que este quiere meterlo por otro sitio. Esta vez no te puedes quedar indiferente” y Juan entre serio, preocupado y muy excitado me decía… “No sé si será buena idea, que Rosanna nunca lo ha hecho por ahí, porque entre otras cosas a mí me da reparo y con el vergón que tienes la vas a romper, no sé, creo que sería mejor seguir como estábamos”

No se la metía pero seguía en mí misma posición y entonces ella respondió… “Bueno… que lo intente un poquito y en cuanto me haga daño que la quite” fui metiendo mi polla, ella daba grititos de dolor, para mí un dolor fingido. Juan ahora agarraba sus dos manos, diciéndole todo el tiempo que si quería parar que parara, que no tenía ninguna obligación. Gracias a la lubricación del preservativo, a lo mojado que estaba de haberla estado follando, mi polla entraba apretada pero bien.

Tenía metida la mitad de mi polla y el marido le decía… “¿Quieres dejarlo ya mi amor? Que estamos para pasarlo bien, no para que sufras” ella movía la cabeza, sin poder saber que quería decir, pero ya no me anduve con mas rodeos, el resto de mi polla se la metí de una vez. Dio un potente grito, pero más que de dolor de sorpresa, de gusto. Juan cuando se dio cuenta de lo que había pasado, quiso que la dejase, pero ella le dijo que estaba bien, que me dejara seguir y su marido que se estaba tocando la polla, que era normal, pero no lograba enderezarla del todo seguía tocándose con más ganas.

Ahora me la estaba follando el culo bien follado, se tragaba mi polla sin problemas. Aunque al principio le costó un poco a su culito adaptarse. “Juan ya eres un auténtico cornudo y menudo culo tiene la puta de tu mujer, se traga toda mi polla sin problemas, es una delicia y que bien lo menea” Juan al oírme eso, se corrió sin poder evitarlo. Rosanna que se dio cuenta como yo le dijo… “Te quiero mas ahora siendo un cornudo… mi amor. Gracias por amarme tanto” y le pidió que se acercara, se besaron y se corrió de muy buena gana.

Mire a Juan, saque mi polla y le dije… “Para que seas un cornudo del todo, esta putita tiene que redondear el circulo” me saque el preservativo y me puse de pie, mientras ella seguía en la cama, para que me comiera la polla y los dos entendieron lo que era redondear el circulo. Esta vez juan protesto más serio, porque decía que a él no le dejaba nunca correrse en su boca. Rosanna con voz melosa… “Juan… va a ser solo un poquito y se lo debo, que ha sido muy bueno conmigo… ¿Verdad que no te importara?” sin esperar a que su marido contestase, se puso a comerme la polla y sabía que no aguantaría casi nada, porque ya llevaba un buen rato con ganas de correrme.

No hizo falta ser adivino para saber que me corría, porque soy demasiado expresivo y ruidoso cuando lo hago. Rosanna se tragó todo sin dejar escapar nada, ante la atenta mirada de su marido. Al acabar nos quedamos reposando un poco, cuando ya me iba a levantar para vestirme y marcharme, Juan sin que nadie le dijera nada nos dijo… “Yo me voy a dormir os dejo que sigáis vosotros solos” se dio la vuelta y se iba a marchar, cuando Rosanna dio un salto de la cama, morreo a su marido con el sabor de mi corrida en la boca y le dio las gracias.

Nos quedamos solos, me confeso porque había aguantado tanto por su culito y me enseño varios “juguetitos” que tenía, entre ellos un par de plugs anales y uno de ello muy grande. Follamos hasta que entro bien el día, me duche, me vestí y ella dormía plácidamente. No quise despertarla, salí de la habitación y Juan por lo que se ve también dormía. Me marche sin hacer nada de ruido.