Misión suicida
Este suceso sucede más de lo que piensas.
Tres meses de duro entrenamiento, preparándonos para la pesadilla que se nos avecindaba, tres meses de carreras de obstáculos escuchando la misma canción.
Tengo la polla como un camión
Que no me cabe en el pantalón
Fui a la tienda y me dijeron ¡vete!
Que no hay pantalón para tanto paquete.
Si quieres estar caliente
Acuéstate con la churrera
Estarás toda la noche
Churro dentro churro fuera.
Era duro el entrenamiento, pero era mejor que lo que nos esperaba.
Nosotros en el camión, como corderillos en el matadero dispuestos a ser degollados, ellos bromean diciendo que ha sido el acuerdo más fácil de sus vidas, les envidio, es mi tercera incursión, se lo que nos espera, sé que no habrá risas, se que solo habrá.
Dolor
Al llegar, bajamos todos a la vez.
-¡Dios mío! Es machismo peor de lo que podía concebir, están por todas partes, una multitud despiadada, cruel, sin ningún sentido de la decencia.
Ellos se sienten intimidados, pero yo me lanzo, no pido piedad, honor o orden, solo entrar, coger mi objetivo y salir si es posible de una pieza.
Detrás de mí oigo los gritos de mis compañeros que incrédulos caen víctimas de la multitud, suplican ayuda, pero suplican en vano.
Subo las escaleras, apartando a todo aquel que se interpone en mi camino, son muchas, son grandes, son fuertes.
Pero no me frenaran.
¡Por fin llego al piso! ¡Ha valido la pena el entrenamiento! La multitud matándose entre sí como animales rabiosos.
Mis ojos se clavan en tres objetivos, voy por ellos con rabia.
Me golpean, me arañan, me pisotean, pero llego a los objetivos con dolor.
Estaba dispuesto a retirarme cuando de repente recuerdo el objetivo secundario.
Bajo dos pisos peleando contra la multitud, apenas tengo fuerzas, pero he de seguir.
¡Allí está la caja! Alargo el brazo a ella, pero al cogerla, una gigantesca boca me muerde el brazo.
¡Duele! Me quiere arrancar el brazo de cuajo, golpeo a aquella mujer, pero ella va a por la caja diciéndome ¡mías! ¡Mías!.
-¡no te caben! ¡Foca! le dije con cruel sinceridad
Emprendí la huida, nunca he entendido como lo hacia, pero conseguía huir de ese edificio de pesadilla.
Al subir al camión, el conductor me pregunta por los demás.
Yo le miento diciéndoles que no lo han conseguido, solo quiero irme, el conductor no lo piensa más y emprendemos la retirada.
Me siento mal por dejarlos, pero no debieron hacer ese acuerdo.
Me deja en mi casa, tambaleo, agotado, herido, pero consigo llegar y le digo a mi mujer.
-¡lo conseguí otra vez! ¿Cumplirás tú lo acordado?.
-claro cariñin, cuando haya fútbol, toda la tele para ti, ¡qué bolso más bonito!, ¡Que abrigo!, ¡Que zapatos! Y ¡Dios mío! Pensaba que se habían llevado todas las existencias de esas bragas, este año podrás hacerme el coito anal, cariño.
Yo solo pensaba en una cosa
¡Quién haya inventado las rebajas de los grandes almacenes puede considerarse muerto!