Misión Alpha 331. Poseída por alienígenas
El 31 de diciembre de 2233 se recibió un aviso de socorro de la nave Alpha 331 en ruta hacia Alpha Centauro. Nueve meses después, una nave de rescate pudo localizarla. En su interior se encontraron los cadáveres de 8 de los 9 tripulantes. No se encontró el cuerpo de la operadora de control de la nave, Alicia Fuentes, sólo el diario de bitácora donde refleja sus experiencias durante los 107 días que permaneció en la nave tras el envío del aviso.
Día 1. Hoy a las 08:11, el radar ha detectado un objeto aproximándose a gran velocidad a nuestra nave. Tras analizar las imágenes telescópicas, hemos comprobado que se trataba de una nave espacial. Al cabo de una hora, nos ha alcanzado y ha realizado una maniobra de abordaje. He lanzado un mensaje de socorro y se ha aplicado el protocolo de seguridad. Cada miembro de la tripulación ha ocupado su posición. Yo me he encerrado en la sala de control, bloqueando las puertas de acceso. Por el canal de audio del grupo he oído como todos mis compañeros caían uno a uno. Los invasores han tardado apenas 10 minutos en alcanzar mi posición. Tras forzar la puerta de acceso, han entrado en la sala. Se trata de dos alienígenas de aspecto humanoide, de unos 2 metros 30 de altura. Aparentemente no llevan puesto ningún traje o protección. Están cubiertos de una piel azulada y brillante, manos y pies con seis dedos alargados. Su cabeza ovalada se estrecha en una especie de hocico con gruesos labios acolchados. Sus ojos son rojos. De su entrepierna cuelga un miembro flexible y grueso, de unos 20 cm de longitud. Han entrado cargando una especie de mochilas que han dejado en el suelo y se han acercado a mi. Yo estaba paralizada de terror, pensando que correría la misma suerte que mis compañeros. Sin embargo, se han limitado a acercarse a mí y observarme. Con sus largos dedos han empezado a palpar diferentes partes de mi cuerpo. Luego han sacado de sus mochilas una especie de tubos cilíndricos que han utilizado para escanear mi cuerpo, desplazándolos de arriba a abajo. A continuación, uno de los dos seres se ha colocado detrás de mí y me ha sujetado de los brazos. He forcejeado inútilmente. El otro alienígena ha colocado un dedo por debajo del cuello de mi uniforme y lo ha desgarrado hasta mi entrepierna, como si su dedo fuera una cuchilla, A continuación ha desgarrado la tela de piernas y brazos, con lo que el traje ha caído al suelo. De la misma forma han desgarrado mi ropa interior y me han dejado totalmente desnuda. Tras volver a escanearme con los cilindros, han sacado de sus mochilas unos artefactos también cilíndricos pero de mayor tamaño con unos tubos flexible conectados. Sujetándome de piernas y brazos, han introducido los tubos en mi ano y mi vagina. Al instante he notado cómo un líquido tibio invadía mi interior. En mi vagina la sensación ha sido agradable. En cambio, tras llenar mis intestinos he notado dolorosos espasmos que los han vaciado. Trás finalizar las lavativas, han retirado los tubos y a continuación me han introducido por la boca el tubo flexible de un nuevo artilugio. He notado cómo se me llenaba la boca de una sustancia gelatinosa que he tratado de escupir. Entonces han introducido el tubo hasta mi garganta y obligado a ingerir la sustancia. Después me han soltado y han abandonado la sala llevándose mi ropa desgarrada y sus mochilas y bloqueando la puerta. En la sala he comprobado que las comunicaciones con el exterior están inutilizadas. Sentía el vacío en mis intestinos aunque la sensación en mi estómago, tras llenarlo con esa sustancia, ha resultado agradable. Acurrucada en un rincón de la sala, temblando de frío y terror me he acabado durmiendo, supongo que por algún efecto narcótico de la sustancia que me han hecho ingerir.
Me he despertado cuando ambos seres me han agarrado de brazos y piernas. Uno se ha colocado detrás mío y pasando sus brazos bajo mis axilas me ha alzado. El otro, de pie frente a mí, me ha sujetado de las piernas y las ha alzado y separado. Inútil forcejear o tratar de librarse de sus garras. Sostenida en vilo a metro y medio del suelo, mis piernas flexionadas y separadas, he empezado a gritar y sollozar cuando he visto que el engendro que tenía delante mío sacaba de su hocico una larga lengua bífida, cubierta de una sustancia lechosa. Cuando la ha aproximado a mi vulva forzosamente abierta he suplicado sollozando que me soltaran pero los seres ni se han inmutado. La punta de la lengua ha frotado mi clítoris. Primero he sentido una intensa sensación de frío seguida de una placentera calidez. Mi mente se ha bloqueado, aterrorizada al sentirme apresada por aquellos dos seres. He entrado en una especie de estado de shock, incapaz de cualquier reacción, de forcejear, ni siquiera de sollozar.
El ser que tenía en frente ha continuado la exploración de mi sexo con su lengua. Tras empapar el clítoris con la sustancia lechosa, ha introducido su lengua entre mis labios vaginales. De nuevo a la inicial sensación de frío le ha seguido una agradable calidez. A medida que la lengua ha avanzado dentro de mi vagina, empapando sus paredes con la sustancia viscosa y para mi desesperación, he notado que mi sexo se inundaba con mis propios flujos y se dilataba. Entonces ha pegado los gruesos labios de su hocico a mi vulva y combinando lengua y labios “me ha comido el coño”, como se diría vulgarmente. Mientras, el otro ser había colocado sus manos sobre mis pechos y los acariciaba. El contacto de aquella piel azulada es muy suave. A pesar de la fuerza con la que me ha inmovilizado con sus brazos, las caricias de sus dedos han sido delicadas y muy a mi pesar han causado efecto en mis pechos y mis pezones se han puesto tiesos. He contemplado alucinada cómo esos seres conseguían que mi cuerpo reaccionara en contra de lo que cabía esperar de mi racionalidad y mi estado de ánimo. Tras estimular mi sexo y dejarlo dilatado y cremoso, la lengua se ha escurrido hasta mi ojete y lo ha untado con la sustancia viscosa. Como un accionado por un resorte, mi esfínter se ha dilatado dando paso a la lengua que se ha introducido en mi ano para inundarlo con la misma agradable sensación de calor.
Cuando ha sacado su lengua de mi culo y se ha separado de mi sin dejar de sujetarme de las piernas, he contemplado con horror cómo el miembro del ser que tenía delante, ahora aparentaba un inmenso falo erecto. Ya no colgaba de su entrepierna si no que se mantenía erguido por encima de la horizontal y ahora debía medir unos 40 cm. El miembro azulado brillaba destilando por la piel una sustancia lechosa parecida a la de la lengua. He vuelto a sollozar desesperada con la certeza de que su intención era violarme con aquel monstruoso falo. Efectivamente, ha aproximado el extremo de su miembro a mi entrepierna y ha empezado a penetrarme, pero para mi sorpresa, la penetración no ha sido en absoluto dolorosa. A pesar de lo grueso de aquel miembro, mi vagina ya de por sí dilatada se ha acabado de adaptar y el falo ha entrado con suavidad hasta llenar toda mi matriz. Entonces he empezado a notar pulsaciones dentro de mi vagina, como si el falo se hinchara y deshinchara. Aunque estaba aterrorizada viendo como un alienígena me estaba violando, de mi vientre emanaban oleadas de placer que me hacían gemir. El otro ser continuaba estimulando mis pechos y mis pezones que notaba duros de deseo. Entonces he notado que algo viscoso frotaba mis nalgas y presionaba sobre mi ojete. El ser que a mi espalda me sostenía entre sus brazos ha iniciado una penetración anal, práctica que yo jamás había realizado. Pero nuevamente la penetración no ha sido dolorosa. Como si sus miembros adaptaran su grueso al diámetro del orificio por el que entran. Pero cuando el falo ha dejado de deslizarse dentro de mi ano, se ha hinchado de repente y he sentido una oleada de dolor, como si me hubieran clavado un palo en el culo. Luego ha aflojado la presión y el dolor casi ha desaparecido. A continuación los dos falos que penetraban mi vagina y mi ano han entrado en sincronización, mientras uno se expandía el otro se contraía y viceversa. He sentido rabia y desesperación al darme cuenta de que aquellas pulsaciones dentro de mí me estaban produciendo un enorme placer. Con lágrimas en los ojos y sollozando, he intentado distraer mi mente de las oleadas de placer que emanaban de mi sexo y mi vientre. No quería entregarles a mis violadores un orgasmo. Pero ha sido inútil. Durante 20 minutos he luchado por contener el orgasmo, llorando como una niña y mordiendo mis labios. Pero finalmente el placer ha vencido a mi racionalidad y me he corrido como nunca lo había hecho. Y en ese momento ambos seres han empezado a eyacular dentro de mi. He notado como mi vagina y mi ano se llenaban con un líquido caliente. Las pulsaciones de los falos se han incrementado y han prolongado mi orgasmo mientras seguían inyectando dentro de mi su semen. Cuando mi orgasmo ha concluido, se han separado de mí y me han dejado en el suelo. De mi vulva he visto emanar una sustancia fluorescense y azulada.
Acurrucada en posición fetal, me he vuelto a quedar dormida. En el reloj de la sala he visto que habían pasado dos horas cuando de nuevo me han despertado. De nuevo me han alzado al aire, estimulado y penetrado. He tratado inútilmente de resistirme y de reprimir mi placer. Al cabo de media hora de su hábil estimulación, me he vuelto a correr y entonces ellos han eyaculado dentro de mí. Hoy han repetido las sesiones otras cuatro veces. Ahora ya hace más de dos horas desde la última vez que me han violado y no parece que vayan a venir de nuevo. Aprovecho para anotar en la bitácora de abordo estas notas por si alguien llega a consultarlas. Sigo encerrada en la sala de control, desnuda e indefensa, a manos de esos monstruosos seres.
Día 5. Estos días he estado profundamente deprimida y he sido incapaz de escribir nada. Cada día se ha repetido la misma rutina: a primera hora me purgan el ano y la vagina y me alimentan con la sustancia gelatinosa. Al cabo de una hora inician la primera de las seis sesiones diarias de penetraciones anales y vaginales, que se repiten cada dos horas. Hasta ayer he tratado desesperadamente de resistirme, de forcejear con ellos y como mínimo de no entregarles mi placer. Me he sumido en la depresión al ver que mis esfuerzos eran inútiles. En cada ocasión han conseguido que me corriera y acto seguido han eyaculado dentro de mí. Hoy me he despertado como si mi mente estuviera cauterizada, totalmente anodina. Supongo que me he rendido. Me he abandonado a sus manejos, ya sin resistirme ni reprimir el orgasmo. He tardado en correrme apenas diez minutos. Como siempre ellos han inyectado su semen en mi interior mientras yo me corría. Entonces, en vez de dejarme en el suelo han vuelto a estimularme y me han provocado un segundo orgasmo con sus correspondientes inyecciones de semen azulado. En cada una de las seis sesiones de hoy he tenido dos orgasmos. Noto como si mi vagina y mi ano vibraran. Es una sensación agradable. Mi sexo permanece ahora pemanentemente mojado.No sé qué pretenden estos seres ni cuánto me retendrán aquí, pero ya no tengo fuerzas para oponerme, me he rendido y entregado a ellos y en cierta forma esto resulta liberador.
Día 7. Ayer de nuevo me entregué a mis captores. Me avergüenza confesar que incluso deseaba que me poseyeran cuando han iniciado la primera sesión. En media hora he llegado a correrme tres veces. En cada una de las siguientes les he entregado dos orgasmos cada vez. Al irme a dormir todo mi cuerpo vibraba de placer y me sentía pletórica, saciada de mi ansia de sexo y placer. Cuando esta mañana después de las lavativas me han alimentado con la sustancia gelatinosa he notado náuseas y he vomitado. Entonces han vuelto a escanear mi cuerpo con sus cilindros, centrándose especialmente en mi abdomen. A pesar del pasajero mareo, cuando ha llegado el momento de iniciar la primera sesión del dia, me he sentido de nuevo excitada y predispuesta a entregarme. Los dos visitantes han aparecido igualmente, pero esta vez han cambiado la rutina. Han hecho que me arrodille y mientras uno me ha lamido con su lengua la vulva y el culo, arrodillado detrás de mí, el otro, de pie delante mío, ha empujado el extremo de su miembro erecto sobre mis labios. Ya acostumbrada a ser penetrada por esos falos que al principio me resultaban tan repugnantes, no me he resistido y he abierto la boca. Me ha sorprendido la suavidad del miembro que me ha llenado la boca y su agradable sabor. He empezado a salivar de forma exagerada y no he podido contener las ansias de lamer y chupar esa golosina. Mientras tanto el otro ha estado estimulando mi ano y mi vagina con su lengua y sus dedos. Conocen cada uno de mis puntos más erógenos y saben cómo estimularlos a la perfección. Su lengua y sus dedos acarician y presionan al ritmo de mis pálpitos de placer y entran en resonancia con ellos, haciendo que mi sexo se funda de deseo. Mientras, no he podido dejar de chupar el delicioso miembro que llenaba mi boca. Cuando he empezado a correrme, el falo ha penetrado más en mi boca y ha empezado a eyacular directamente en mi garganta el semen azul que hasta ayer habían estado llenando mi vagina y mi ano. El ser arrodillado a mi espalda ha continuado con sus estímulos prolongando mi orgasmo y mientras ha durado, el otro ha seguido inyectando en mi estómago su semen. Después han intercambiado sus posiciones y con mi segundo orgasmo he recibido una nueva dosis de semen azulado. En las seis sesiones de hoy se ha repetido el mismo rito, ya no han vuelto a penetrar mi vagina o mi ano, sólo los han estimulado para llevarme al orgasmo y entonces llenar mi estómago con su semen.
Día 8. Hoy me he despertado hambrienta y excitada a la vez. Mis pechos parece que se hayan hinchado y tengo los pezones especialmente sensibles y todo el tiempo erectos. No ha habido sesión de purgas, si no que han empezado a masturbarme y usar mi boca directamente. Yo he mamado ansiosa por obtener el nutritivo semen del alienígena. Al momento me sacia y me reconforta pero pronto vuelvo a sentir la necesidad de otra dosis. Cuando por la noche me he tumbado en el suelo a descansar, he notado mi vientre abultado. Sé que esos seres me han fecundado de alguna forma pero ya no tengo fuerzas para pensar o resistirme. Sólo tengo hambre y lo único que deseo es que vuelvan a alimentarme.
Día 42. Han pasado 5 semanas desde la última vez que escribí algo. Mi estado mental me ha impedido anotar nada en la bitácora. Un estado de embriagadora felicidad me ha tenido como anestesiada. Doce horas al día despierta y esperando a la aparición de los dos seres para que me provoquen varios orgasmos en cada sesión y me alimenten con su ansiado y nutritivo semen. Las otras doce horas dormida plácidamente. Hacía años que no dormía tan bien. Mi barriga ha estado creciendo escandalosamente al igual que mis pechos.Cuando esta mañana me he despertado, he notado las primeras contracciones. Asustada, me he sentado en el suelo a palpar mi vientre palpitante. En cuanto los alienígenas me han visto así, han empezado a escanearme. Me han colocado sobre la mesa de reuniones de la sala y ambos se han puesto a masajear mi cuerpo con sus manos. Los masajes han resultado muy relajantes, pero las contracciones han ido aumentando su frecuencia y han empezado a ser cada vez más intensas y dolorosas. Me han separado las piernas y ambos han introducido sus lenguas, especialmente babosas, en mi vagina, ayudando a su dilatación. Nunca he estado embarazada y por tanto desconozco cómo es parir a un ser humano. Espero que no sea tan doloroso y agotador como dar a luz a un alienigena. Mejor dicho, a dos alienígenas. Las contracciones cada vez más dolorosas se han prolongado durante horas. La tortura parecía no tener fin. Hasta que finalmente una cabecita azul y ovalada ha asomado por mi dilatadísima vagina. Uno de los alienígenas ha tomado al recién nacido entre sus manos, mientras yo seguía teniendo dolorosas contracciones. Al cabo de unos minutos otra cabecita ha asomado y el otro alienígena ha acogido a la segunda criatura. Entonces los han colocado a mis costados, acunados entre mis brazos y mis pechos. He contemplado aquellos dos criaturitas y a pesar de que eran como réplicas en miniatura de sus nada agraciados padres, me han parecido preciosos. La principal diferencia es que sus enormes ojos ojos son de un verde intenso, como los míos. Sus facciones, aunque iguales que las de sus padres, me han embelesado. Pronto han trepado a mis costados ayudados con sus manitas y llevado sus hocicos a mis pezones que ya habían empezado a destilar un líquido lechoso y azulado. Cuando han empezado a mamar, la sensación ha sido enormemente placentera. Mientras, los padres han estado lamiendo mi vagina aún dilatada y sanguinolenta y masajeando mis piernas. Al cabo de unos minutos me he dormido sobre la mesa, las dos criaturas mamando de mis pechos y los padres curando mi dolorida vagina. Cuando me he despertado mis dos hijitos estaban durmiendo tendidos sobre mi vientre. Los padres se han acercado y nos han escaneado a los tres. Las criaturas se han despertado y en seguida han trepado hasta mis pechos y han empezado a mamar. Uno de los padres se ha colocado en un extremo de la mesa y separando mis piernas recogidas ha empezado a lamer mi vulva con la lengua. Mi vagina había recobrado casi su tamaño normal y no sentía ningún dolor. Pronto la experta lengua y su saliva estimulante han empezado a excitarme. El otro alienígena se ha colocado a mi lado y ladeando mi cabeza ha introducido su miembro en mi boca. No he tardado en empezar a mamar el falo, estimulada por el placer que me daban la lengua en mi excitada vulva y las dos criaturas chupando mis pezones. Los cuatro seres maravillosamente sincronizados han conseguido que me corra al cabo de pocos minutos, recibiendo mi correspondiente dosis de nutritivo semen. Después los dos mayores se han intercambiando de posición para reiniciar los estímulos, mientras mis vástagos seguían mamando.
Día 99. Han pasado 8 semanas desde que dí a luz a las dos criaturas. Todo este tiempo se ha repetido seis veces al día el ritual de amamantamiento de mis hijos, mientras sus padres me mastuban y alimentan con su semen. Las criaturitas han crecido a ritmo vertiginoso. Ya casi tienen el tamaño de sus padres, y sin embargo siguen mamando.
Día 100. Esta mañana me he despertado sobresaltada cuando en la nave se ha oído un fuerte sonido que más tarde he deducido que fue causado por el desacoplamiento de la nave invasora. He notado mis pechos como deshinchados y más pequeños. Los pezones ya no supuraban leche azulada como todas las mañanas de las últimas semanas, tras haber estado horas sin haber dado de mamar. En la sala sólo he visto a dos alienígenas, mis hijos de ojos verdes. Los dos padres de ojos rojos han aparecido. Mis hijos se han acercado a mi. Uno se ha colocado a mi espalda y me ha sujetado por debajo de las axilas. Tras aplicarme sendas lavativas en la vagina y el ano y alimentarme con la sustancia gelatinosa, el otro me ha alzado del suelo sujetándome de las piernas y las ha separado. Se ha inclinado hacia mi entrepierna y ha sacado su larga lengua bífida para explorar con ella mi vulva. Yo he forcejeado, gritado y sollozado inútilmente para tratar de librarme. No he podido evitar que a los pocos minutos mis hijos me poseyeran, penetrando mi vagina y mi ano a la vez, induciendome en contra de mi voluntad un creciente placer que ha desembocado en un intenso orgasmo y la eyaculación dentro de mi de ambos falos. Sé que pronto dejaré de resistirme. Que me entregaré a ellos y que me acabarán fecundando.
Dia 107. Tras varios días poseída por mis hijos en contra de mi voluntad, finalmente he claudicado y les he entregado mi placer y mis orgasmos sin resistencia alguna. Esta mañana, tras las lavativas, cuando me han alimentado con la sustancia gelatinosa, he sentido nauseas y lo he vomitado todo. Ya sé qué significa eso y ellos también. Se han turnado para masturbarme y inyectar su semen en mi estómago. Cuando han acabado, la alarma del rádar ha sonado. He podido comprobar que una nave se aproximaba a la nuestra. Mis hijos parecen haberse percatado también y andan atareados. Tengo la impresión de que se preparan para abandonar la nave. No sé qué harán conmigo. Sólo sé que estoy hambrienta y que espero que no tarden en darme mi alimento.