Mis vecinos ardientes
De forma casual nuestros vecinos de enfrente nos hicieron disfrutar como locos.
Siempre me ha gustado mucho fijarme en mis vecinas cuando se asoman a sus ventanas, salen a la terraza y demás. Vivo con mi mujer en una casa adosada con lo que es muy frecuente poder ver a mi vecina de enfrente tomando el sol en su patio o simplemente ligerita de ropa en verano. No tiene un cuerpo excesivamente espectacular, pero cierto es que tiene algo que me pone a cien, alguna vez me ha visto mirarle desde mi ventana pero siempre se ha mostrado indiferente al verme.
Cierto día estando en nuestra cocina, a mi mujer le entró un calentón importante, nos pasa de vez en cuando que de repente empezamos a follar en cualquier parte de la casa. Sin ton ni son me bajo los pantalones que llevaba puestos y me empezó a chupar la polla como una loca, yo en ese momento tenía el rabo muy duro ya, con lo que empezó a pajearme con mucha velocidad.
Ella se desnudó del todo y me subí sobre la encimera para hacerle mas fácil el trabajo, me abrí de piernas y empezó a chuparme mis huevos, la encanta meterselos en su boca para luego escupirlo llenos de su saliva. En ese momento miré hacia arriba y ví a Carmen mi vecina de enfrente que observaba atentamente nuestra jugada. Lógicamente mi calentón subió como la espuma mientras ella no nos quitaba ojo. Nerea mi mujer seguía lamiéndome el pijo, mientras con mis manos le agarraba sus tetas mientras sus pezones se ponían como piedras.
Con tanta excitación no aguanté mas y me corrí sobre su cara, mi lefa le caía mientras yo intentaba recogerla toda con mis dedos para que los chupase, la encanta tragarse mi leche. Carmen mi vecina seguía mirándonos fijamente, en ese momento cojí un poco de lefa que seguía saliendo de mi rabo, me acerqué a la ventana y me lo metí en la boca, en ese momento ella se dio la vuelta y corrió rápidamente la cortina.
Mientras nos vestíamos le conté lo sucedido a mi mujer, que lejos de alarmarse sonrió lascivamente. A los pocos días me topé con Carmen en la acera de la calle que compartimos, al verla la verdad es que yo me corté bastante y pensaba que ella haría lo mismo, pero tras darla los buenos días me dijo:
-Me encantó vuestro Show del otro día, aunque mi marido y yo lo hacemos mucho mejor.
Me salió un "no creo" del alma y entonces ella me dijo; -mañana os esperamos a cenar y lo comprobáis.
Cuando llegué a casa le comenté lo sucedido a mi mujer, ella al principio puso alguna que otra pega pero ante mi insistencia terminó aceptando.
Al día siguiente aparecimos en su casa, mi mujer se puso para la ocasión una blusa blanca que con las tetas tan grandes que tiene se abría bastante dejando ver una canalillo muy sugerente. Además llevaba una falda por las rodillas y unas medias claritas.
Nos abrió Carlos, es un tipo alto no excesivamente fuerte pero si bien parecido, tras saludarnos nos sentamos en el salón a la espera de Carmen que estaba en la cocina. Cuando entró me quedé de piedra, llevaba un top amarillo muy fino que trasparentaba sus tetas, y unos pantalones de licra ajustados.
Nos sentamos a cenar, conversamos amigablemente mientras tomábamos algún vinito de mas, finalmente fue Carlos el que rompió el hielo y nos preguntó ¿a si es que te gusta chuparsela en la cocina, verdad? Mi mujer no se cortó ni media y le dijo, -- y en la sala y en el baño y en el coche.....entonces Carmen dijo-- ¿te gustaría aprender a chupar una polla de verdad? Y fue entonces cuando se levantó, le bajó de un golpe la cremallera a su marido y se metió su polla en la boca, rápidamente empezó a crecer mientras el agarraba su cabeza y la empujaba mientras la decía "enseña a esta puta como se chupa un rabo".
Movía la cabeza con mucha rapidez con su lengua limpiaba toda la saliba que dejaba en su capullo, hasta que se la sacó de la boca y escupiendo su polla para lubricarla empezó a pajearle con su mano. Mi mujer miraba la escena ansiosa por sumarse a la fiesta, entonces me bajé los pantalones y empecé a sobarme la polla que estaba ya muy dura, mi mujer al verme se subió su falda y empezó a tocarse su coño con masajes lentos.
Cuando nos vieron, Carmen dejó de lamer a su marido y se vino hacia mí, me agarró mi rabo y empezó a chuparmelo, mientras Carlos desnudó a mi mujer y de un tirón le rompió las medias que tenía puestas empezó a lamer su raja que estaba completamente mojada. En ese momento me levanté y puse a Carmen sobre la mesa le metí mi miembro hasta el fondo, tenía su coño tan mojado que no me costó en absoluto metersela ella se movía sin cesar como una loca, gritaba, gemía era genial. Mientras tirados en el suelo mi mujer estaba completamente abierta de piernas mientras Carlos la penetraba con fuerza.
Hicimos mil posturas, hasta que Carmen le dijo a su marido, -quieres abrirme el culo como tu sabes, entonces el cojió una botella vacía de vino que había en la mesa la humedeció con su boca y apolló a Carmen sobre la mesa, separó sus glúteos y empezó a introducir la botella en su culo, yo explotaba por el calentón entonces Carlos me dijo ya lo tienes me fui hacia ella y se la metí por detrás, ¡Qué maravilla! Era increíble poder follarme a aquella tía por el culo, gritaba todavía mas que antes.
Mi mujer entonces se colocó debajo y empezó a comerme los huevos para luego seguir por mi culo, Carlos se subió a la mesa y le puso la polla en la boca de su mujer, se la agarró y empezó a moverla r hasta que se corrió en su mano.
Carmen entonces se dio la vuelta sacando mi polla de su culo e hizo lo mismo conmigo, me corrí en su mano juntando los jugos de ambos, le ofreció el manjar a mi mujer que rápidamente empezó a lamerlos. Sus lenguas chocaban en la disputa y lo cierto que no dejaron nada en su mano.
Cansados y desnudos nos sentamos a descansar en los sofás mientras tomábamos unas copas, al poco la temperatura volvió a subir y fue entonces cuando Carmen me preguntó -- ¿te follas a Nerea por detrás o nó?, la verdad que en un par de ocasiones si que lo había hecho pero para mantener la temperatura la dije que nunca.
Entonces se marchó y volvió con un botecito de crema y un consolador bastante grande, puso a Nerea a cuatro patas sobre el suelo y embadurnó el consolador con la crema, luego se frotó también un dedo y lo introduje en su culo primero suavemente y luego con mas ritmo y haciendo circulos. Mi mujer gemía entre el dolor y la excitación hasta que Carmen recuperó el consolador y se lo fue introduciendo en su culito que ya estaba bastante dilatado. La escena nos volvió a provocar una erección fenomenal a los dos.
En ese momento y por sorpresa, Carlos cogió mi polla y empezó a moverla suavemente, yo en un principio me quedé sorprendido pero dada la excitación que tenía hice lo mismo con la suya y empecé a acariciarla. La escena era increíble, Carmen jugando con el culo de mi mujer y nosotros masturbándonos el uno con el otro.
Finalmente Carmen sacó el consolador del culo de mi mujer y se arrodilló sobre mi rabo chupandolo como una loca hasta que me corrí en su boca, Nerea hizo lo mismo con Carlos.
Desde entonces quedamos algún que otro día y seguimos experimentando nuevas sensaciones, pero eso será para otro día.