Mis vecinos

Me encontre a mis vecinos en un bar de copas. Aqui os cuento lo que ocurrio.

Creo que antes de nada debo presentarme. Mi nombre es Pedro. Soy un chico normal, mido 1'75 peso 80 kilos, llevo la cabeza afeitada, moreno, casado, sin hijos, etc. Centrémonos en la historia que quiero contaros. No sé porque aquella noche quise salir a tomar algo. Mi mujer había ido a Madrid a cuidar a su hermana y sobrinos que habían caído enfermos y yo me quede solo en casa. Supongo que fue el hecho de querer salir de la rutina lo que me llevo a aquel bar de copas. Me apetecía salir a comprobar el ambiente de la noche y las chicas. Uno siempre sale con la ilusión de triunfar una noche aunque luego nunca sucede nada. Aquella noche fue todo distinto. Me pedí una cerveza, me acomode en la barra, y me dedicaba a mirar como bailaban en la pista y a buscar con la mirada alguna interesada. Llevaría unos quince minutos allí cuando vi bailando a mi vecina Eva. Eva es bastante delgada, podría decirse que en extremo,, mide 1'60, rubia, melena larga y una piel perfectamente bronceada. Tiene un culito que incita a tocarlo solo con ver como lo mueve, y unos pechos grandes y bonitos en proporción a su cuerpo. Ella sabe de su deseado cuerpo y le gusta lucirlo con vestidos provocativos y la verdad que lo consigue. Tiene a todos los vecinos masculinos babeando y disfruta con ello pero nunca ha ido mas allá de la simple provocación. Verla allí bailando me pareció divertido, verla fuera del ambiente de escaleras y ascensor al que estaba acostumbrado me pareció interesante. Llevaba un vestido suelto azul celeste de tirantes y unos zapatos de tacón. Me extraño no ver a su marido Esteban. Esteban es castaño, ojos verdes, 1'80, 70 kilos, con buen cuerpo. Él para los vecinos es un ser muy raro tan pronto es la amabilidad en persona como puede que no te dé ni los buenos días. Yo seguía mirando a Eva, su manera de bailar, de moverse, era la atracción de los chicos. De vez en cuando se acercaba alguno buscando el roce, y después de permitírselo unos breves segundos, lo separaba como buscando espacio para seguir luciéndose ante todos y así continuamente. De pronto ella hizo un movimiento de cabeza hacia mí, y nuestras miradas se cruzaron. No tardo un momento en bajar la cabeza y mirar hacia su izquierda. Allí estaba Esteban, disfrutando al igual que yo del espectáculo de su mujer. Parecía relajado, nada celoso, disfrutaba de ver a su mujer tan provocadora. Eva dejo el baile y se acerco a él. Estuvieron hablando un rato, y al momento ella continuo el baile aunque algo menos llamativo. Parece que mi presencia les incomodaba. Yo no quería ser un impedimento para ellos, y además también me fastidiaba perderme el espectáculo ya que por mi culpa se había acabado. Así que decidí ir a saludar a Esteban. Me acerque a él.

  • Hombre, Esteban, como estas?

  • Ey, Pedro, no te imaginaba por aquí. Donde esta Ana?

Ana es mi mujer, por un momento había olvidado que yo también debería pasar desapercibido para no tener que dar explicaciones. No estaba haciendo nada malo, pero era algo fuera de lo habitual en mi, y al final siempre hay que dar explicaciones. Pero decidí mostrar indiferencia.

  • Ana, está en Madrid, una de esas gripes. Ha caído su hermana y los sobrinos y ha ido a echar una mano. Así que aquí estoy. A Eva ya la he visto bailando.

  • Si, ella disfruta bailando, yo soy más de apoyarme en la barra y verlo todo desde la barrera.

-Pues, yo ya me iba. Llevo aquí un rato y creo que ya va siendo hora de volver a casa. - pretendía hacer un amago de irme y vigilar mas escondido.

  • No te vayas, es pronto. Nadie te espera en casa, tomate algo con nosotros. Venga, yo invito.

Parecía que hoy tenía el día simpático. Había que aprovecharlo, además quizá de este modo se relajaran también y podría disfrutar del espectáculo de Eva sin esconderme.

  • Acepto la invitación. Vamos a pedir?

  • Espera voy a decírselo a Eva.

Levanto el brazo para avisarla. En cuanto nos vio, vino rápidamente con una sonrisa de oreja a oreja. Pensé que a ella, le incomodaría mi presencia, pero no.

  • Que tal Pedro? No te imaginaba yo frecuentando estos lugares. Parecías mas un tipo hogareño.

  • Así es, pero aprovechando la ausencia de Ana, decidí recordar viejos tiempos.

  • Y que casualidad que hemos venido a dar al mismo bar - advirtió Esteban. La verdad, tenia razón. En la ciudad abundaban los bares de copa, y precisamente este no era de los mas próximos.

  • Venga - les dije - vamos a tomar algo juntos.

Nos dirigimos los tres a la barra. Eva iba siempre entre los dos. No era mala elección. Tenerla cerca siempre es agradable. Pasamos el rato charlando de unas cosas y otras, pero note que los roces entre Eva y nosotros cada vez eran más frecuentes. Tanto entre ellos como conmigo. Al principio eran cosas naturales manos en los hombros, en el brazo, en la cintura. Pero cuando esa mano sobre tu hombro acerca sus dedos a tu oreja haciéndote suaves caricias ya empiezas a notar cosas distintas, o la mano en la cintura va lentamente cayendo hacia el culo y se mantiene allí. Pero como digo estas situaciones no tenían nada que ver con cuanto hablábamos. Nuestros temas seguían siendo trivialidades. Mis manos, por supuesto tampoco se quedaron quietas. Jugué a su mismo juego con el mismo disimulo. Eva tenia para los dos, no nos hacía de menos a ninguno, jugueteaba con ambos del mismo modo.

  • Vamos a bailar, Pedro. - me dijo Eva, sin ni siquiera esperar a mis respuesta. Para cuando quise entender lo que me había dicho ya me llevaba en volandas a la pista.

  • Yo no sé bailar, soy muy torpe para esto.

  • Solo tienes que moverte, y agarrarte bien a mí.

Eva bailando no se cortaba ni un pelo. Se rozaba contra mí, y por supuesto yo contra ella. El ambiente se iba calentando. Ya no era mi vecina, era una chica que me estaba poniendo a cien y que deseaba disfrutar con ella. Eso era lo que pensaba yo y lo que pensaba mi polla, que hasta el momento con las caricias y roces

sentido ligeras palpitaciones pero que ahora ya costaba mantenerla en el pantalón. Yo mire a Esteban. Estaba disfrutando del mismo modo que lo vi la primera vez en el bar. Durante el baile nuestros ojos se miraban, nuestros rostros se acercaban y nuestras bocas acabaron por fundirse en un beso. Yo no sabía si era lo correcto, si en ese momento Esteban venia hacia mi corriendo a pegarme o si el fin del mundo había llegado. Solo sabía que estaba disfrutando y que esta mujer besaba como una diosa. Sentía el roce de sus labios, el jugueteo de nuestras lenguas, el deseo de que no acabara. Tras ese beso vinieron unos cuantos mas, ya no se trataba de un impulso, y el hecho de que Esteban no hubiera aparecido separándonos, era porque Esteban ya

cual era el juego. O porque visto lo visto se había ido a casa, pero algo me decía que no. Poco a poco fuimos dejando el baile y acercándonos a alguna pared cercana buscando mas intimidad. Allí seguíamos liberando nuestra pasión y conociendo nuestros cuerpos. Pude sentir ese culo firme y duro, y esos pechos tan blandos y suaves. Ella por su parte, también pudo conocer el tamaño de mi miembro que sin ser muy grande era bastante grueso.

  • Lo estas pasando bien, Pedro?

  • Por supuesto que si

  • Que

Ana de ti en estos momentos?

  • Creo que ya tendría las maletas en la puerta de casa. Por lo visto Esteban, no es así.

  • Esteban y yo llevamos una relación abierta que se suele decir, pero lo que realmente nos gusta es compartir nuestra presa. - Exactamente así me sentía cazado como un presa. No lo podía haber dicho mejor. - Tú crees que serias capaz de disfrutar con los dos?

  • Eva, disfrutar de ti por supuesto. Disfrutar con los dos es más complicado.

  • Lo has probado?

  • No, no, que va

  • No hay que hacer nada que no se quiera hacer. Puede que solo puedas mirar, y vernos. Puede que tu y yo follemos y él quiera besarte y te guste. Nadie está hablando de hacer lo que no quieras. Pero hay que probar.

  • No me gustaría que Ana se enterase de esto.

  • Ana está lejos, y tu estas aquí. Nosotros nunca contamos nada por eso tu no sabias nada. Por eso nadie sabe nada. Solo te invito a jugar, no hay que explicar nada a nadie. La respuesta es sí o no.

  • No es tan fácil. Son muchas cosas.

  • Mírame aquí me tienes. Yo te deseo, tú me deseas - eso lo dijo tocando mi polla con su mano - Podemos pasarlo bien. La respuesta es sí o no.

La mano seguía sobre mi polla, y así no podía pensar - si, la respuesta es sí. - Se abalanzo sobre mi comiéndome los morros.

  • Lo pasaremos bien.

De nuevo volvía a llevarme a rastras a través de aquel local. Íbamos en busca de Esteban, quien nos esperaba con una sonrisa en la cara. No había oído nuestra conversación pero sabía perfectamente lo que allí se había hablado y cual había sido el final de la charla.

Fuimos al aparcamiento donde tenían su coche. Todo el rato iba de la mano de Eva, parecía un niño con miedo a perderse, con miedo a quedarme solo. Fue ella la que me metió en el asiento de atrás, y la que se sentó conmigo. Se acerco a mi oído y dijo:

  • Hoy no somos vecinos, solo somos amantes con ganas de disfrutar.

Estiro la mano hacia mi polla, y bajo muy lentamente la cremallera mientras no dejaba de mirarme a los ojos. Mi vista se alternaba entre la suya y su mano buscando mi polla. Pronto tomo contacto con ella, y nos besamos, mientras su mano seguía moviéndose delicadamente. Mi pene no podía crecer más pero por un momento llegue a pensar que si, que podría llegar a explotar. La mirada de Esteban estaba en el retrovisor. Creo que miraba más hacia atrás que a la carretera, pero no tenia cabeza para preocuparme. Yo solo disfrutaba de Eva, de sus pechos. Ella seguía disfrutando de mi polla, y yo la anima a chupármela. No hicieron falta demasiados gestos, ella lo entendió y quiero pensar lo deseaba tanto como yo. Acerco su lengua a la punta del pene, la pasaba suavemente, lamia la parte externa del pene, volvía a jugar con su lengua. me lo estaba haciendo desear, y lo hacía muy bien. Tras juguetear un tiempo que a mí se me hizo eterno, se lo introdujo en su boca. Sentir ese calor, ese roce con mi polla, esa saliva chorreando por mi pene, era un placer. Apretaba lo justo y suficiente para sentir una maravillosa mamada. Esteban mirándome, Eva sobre mi polla, mis manos acariciando sus pechos. No sabía que me excitaba mas. Eva seguía lamiendo, y la visión de todo aquello me hizo estallar en una corrida que no tuve tiempo de avisar.

  • Perdón, Eva. No me ha dado tiempo...

  • No pasa nada, Pedro. Esto es placer, y era lo que buscábamos ¿no?. - Todavía tenía restos de mi corrida en sus labios, el resto debía haberlo tragado. Mi mujer nunca me lo hubiera permitido. Pero a Eva no le importo. Todavía con los restos se acerco a mi boca y nos morreamos sintiendo el sabor de mi propio semen.

De pronto, Esteban detuvo el coche. Habíamos a llegado a su casa y a la mía. Pero decidimos entrar en su casa. Ellos lo quisieron así y yo también. Al entrar nos pusimos cómodos en el sofá, nos pusimos unas copas y con Eva, ya desnuda, en el medio empezamos a disfrutar de ella. En un principio, Esteban se encargaba del lado izquierdo, y yo del derecho. Esto no duro más que unos segundos, el resto del tiempo cada uno buscaba su lugar. Esteban prefirió ir bajando, yo me quede entre sus pechos, su cuello, sus orejas y sus labios. Esteban buscaba el ombligo, sus muslos y su coño. Eva simplemente disfrutaba. Disfrutaba de que dos hombres se la repartieran, de sentir placer en cada centímetro de su cuerpo, y de ser la reina de la fiesta. El sofá se nos empezaba a quedar pequeño. Nos fuimos todos a la cama. Esteban y yo nos desnudamos y nos abalanzamos sobre Eva. Comenzamos ordenadamente en el sofá, pero poco a poco Eva iba disfrutando de nuestras pollas, bien con su mano bien con su boca. De vez en cuando cogía alguna de nuestras manos y la dirigía al cuerpo del otro, a la cabeza a la espalda, viendo que le seguíamos el juego y siempre sin dejar de lamer cada centímetro de su cuerpo, se animo a que nos tocáramos nuestras pollas. Para mí fue raro que un hombre me tocara la polla, por otro lado excitante, pero lo mismo sucedió al tocarle yo a él, fue muy raro pero muy excitante. No siento atracción por los hombres pero tocar una polla no me resultaba ajeno. Conocía bien ese instrumento aunque no fuera el mío en ese ocasión el que estaba tocando. Todo fue surgiendo de manera muy suave hasta ir perdiendo el pudor. Ya todo era de todos. Pero yo tenía ganas de follar con Eva, me puse el condón y fui poco a poco buscando la postura y el momento en que mi polla se acercara a su coño. Esteban se encontraba saboreando esa zona de Eva, y al acercar mi polla algún lametón sentí. No importaba, yo tenía un objetivo en mente y lo iba a lograr. Mi polla se encontraba en la entrada de Eva, pero no quise meterla. Quería que la desease dentro. Esteban subió a sus pechos y su boca, mientras yo jugueteaba con mi polla recorriendo su coño, arriba abajo sin introducírsela. Notaba como se humedecía mas aun de lo que ya estaba. Ella gemía, y nosotros disfrutábamos de ello.

  • Métemela Pedro, por favor, métemela.

Estaba donde yo quería, ese era el momento de entrar dentro de ella. En aquel momento sentí que sobraba Esteban, pero todo tenía un precio y Esteban era el que yo tenía que pagar por disfrutar lo que ahora disfrutaba. Mi polla entraba y salía, estaba todo muy húmedo. Entraba con mucha suavidad y salía igual. era un placer. Yo sobre ella, entrando y saliendo, entrando y saliendo. Eva me pidió ponerse sobre mí. Me tumbe y ella cabalgaba sobre mí como quien monta a caballo. esteban se giro para quedar frente a ella, y puso sus piernas a los lados de mi cabeza y su polla en mi cara mientras el besaba y se abrazaba con Eva. Y fue en aquel momento en el que yo probé mi primera polla. Llevaba puesto el condón, así que su sabor fue a látex, pero se me hacia extraño tener en mi boca, algo que yo deseaba introducir en los demás. Su polla era más larga que la mía pero más fina. Mientras yo chupaba mi primera polla, Eva seguía disfrutando de su cabalgada, seguía gimiendo y gritando. Y con esta mezcla de sensaciones me volví a correr por segunda vez. Mi polla ya había cumplido. Eva y yo nos abrazamos aun con mi polla en su interior y nos besamos largamente. Me levante para ir al baño, me lave, me mire en el espejo. Tenía la impresión de estar soñando, pero al volver a la habitación, me di cuenta de que no era un sueño, era real. ahora los que follaban era Eva y Esteban. Eva estaba a cuatro patas mientras el bombeaba por detrás. Decidí sentarme en la butaca y verlo todo desde la distancia tocando mi polla flácida. Tenía porno en directo. Esteban cuando estaba a punto de correrse, saco la polla del coño de Eva, se quito el preservativo y se corrió en su boca. Después de todo esto, nos dimos una ducha los tres juntos comiéndonos la boca los unos a los otros, y me pidieron que durmiera con ellos. Y abrazados a Eva nos quedamos dormidos. Habrían pasado dos o tres horas, cuando me desperté. Me levante a mear, cogí mi ropa y me marche sin decir adiós. Creo que me incomodaba la situación de amanecer junto a mis vecinos en su cama. Nunca se ven las cosas igual por la noche que por la mañana. Pero la noche había sido genial.