Mis vecinos (1)
De como encontre a una perra sumisa
Mis vecinos de planta eran una pareja de unos 30 años. Tenían una vida muy monótona. El marido, Carlos, salida de casa a eso de las nueve de la mañana y no volvía hasta casi las nueve de la noche. Ella, Paloma, salía con su marido pero sobre la dos de la tarde estaba de vuelta, posteriormente me entere que trabajaba a media jornada. La tarde la pasaba viendo la Tv y haciendo las tareas domésticas. Los fines de semana, bueno solo los domingos ya que Carlos trabajaba los sábados, solían salir por la tarde. Por cierto yo me llamo Julio y tengo casi cuarenta años.
Como he dicho éramos vecinos de planta, por lo que nuestras viviendas eran colindantes y tenían la misma distribución, solo que una era a la derecha y la otra a la izquierda. Estaba ubicada en la última planta del edificio por lo que teníamos una terraza bastante apañada.
Los dormitorios daban a un patio de la finca y las ventanas estaban por frente. Cuando hacían el amor los escuchaba perfectamente, todo lo contrario que sus amoríos que eran bastante deficientes. Me sorprendía bastante ya que Carlos parecía estar en buena forma porque donde trabajaba disponía bastante tiempo para comer por lo que solía ir a un gimnasio. Paloma por su parte era una mujer que estaba bien, sin más, no era una modelo ni tampoco un adefesio.
Por pura casualidad una tarde de primavera salí a mi terraza. Oí ruido y me acerque a separación con la terraza de mis vecinos.
Vi a Paloma en bikini, tomando el sol. La verdad era que no estaba mal. Se me ocurrió sacarle unas fotos con mi móvil. Al poco rato comenzó a acariciarse el vientre, luego los senos. Imagine que iba a desfogarse por lo que mi pene se puso duro. Se sacó un pecho y con la otra mano fue bajando hacia su braguita. Introdujo la mano y de forma lenta comenzó a masturbarse.
Yo también me saque el miembro y con la otra mano iba haciendo fotos. La mujer se corrió con suavidad, solo algún gemido. Yo me quede con la calentura pero jure que me iba a vengar.
Esa noche descargue las fotos a mi ordenador e imprimí tres, una en bikini, otra con una teta fuera y la otra con la mano en el coño. A la mañana siguiente las puse en un sobre y cuando sabia que habían salido, lo metí por debajo de la puerta.
Deje pasar un par de días, sabía que Paloma no le diría nada a su marido pero ella seguro que iba a estar nerviosa, muy nerviosa.
Volví a dejarle un sobre con dos fotos más y una nota que decía que si no quería que se hicieran públicas las fotos y que las viera también su marido acudiera a una cita en una cafetería próxima a nuestra casa.
A la hora que le dije, entro en la cafetería, fue a la barra, observando a todo el mundo. Estaba nerviosa, se le notaba. Cuando me vio su cara fue un poema, me saludo con la mano. Pidió un café.
Me acerque a ella y la salude.
-¿Por qué no vienes a mi mesa?
-No, no –dijo nerviosa y no sabiendo que hacer para salir de la situación-
Cogí su café y me dirigí a la mesa.
-Ven, Paloma –ordene más que dije-
Cuando se sentó estaba más colorada que un tomate.
-¿Tienes una cita a escondidas de tu marido?
-No, que va, solo me apetecía un café –comento sin convicción-
-Paloma no mientas, se que tienes una cita.
Se turbo. Me pareció que empezó a intuir.
Decidí que era el momento.
-Tu cita soy yo.
-Eres un cabrón –fue su respuesta-
-La verdad es que lo soy.
-¿Qué quieres?
-No lo imaginas, Paloma.
-Si es lo que pienso, la respuesta es no.
-¿Qué es lo que crees? –dije yo-
-A través de chantaje te quieres acostar conmigo.
-No te voy follar si tú no quieres.
-Ya y yo me lo creo –contesto-
-Mira claro que vamos a follar, Paloma, pero no voy a usar las fotos para eso, serás tú misma la que me pida que lo hagamos y en ese momento te follare
-No creo que eso ocurra. Entonces ¿a qué viene todo esto? –Preguntó-¿Qué quieres?
-Es muy sencillo, niña, solo tienes que hacer lo que yo te diga, ser obediente y tus fotos no verán la luz.
-Y dices que no me follaras hasta que te lo pida, no me lo creo.
-Te he dicho que serás tú la que me lo pida y no porque te lo mande, saldrá de ti, tendrás ganas de hacerlo.
Se quedo callada, avergonzada, roja y a punto de llorar. Era momento de que empezara a obedecer.
-Ve al baño, quítate las bragas y vuelve.
-Estás loco –dijo-
La mire fijamente sin decirle nada. Se levanto y fue al baño.
Al ratito volvió y se quedo de pie junto a la mesa.
-¿Y bien? –dije-
Abrió su puño izquierdo con las bragas. Yo extendí mi mano para que me las diera, dudo, le costó trabajo pero termino depositándolas en mi mano.
-Ahora te vas a ir a casa y esperaras a que te diga algo, puede ser esta misma tarde o mañana o no sé cuándo.
Sin decir nada se marchó de la cafetería tomando la dirección de casa.
Di tiempo a que llegara y me fui yo también.
Al día siguiente, a media tarde, la llame al móvil. Al ser vecinos nos habíamos intercambiado los números.
-¿Diga? –Clásica, eso me gusto-
-Ven a mi casa, la puerta está abierta.
Colgué sin darle opción a replicar.
Oí la puerta.
-¿Julio?
-En el salón.
Estaba sentado en el sofá, le invite a que lo hiciera, se sentó en la otra punta.
-¿Qué tal fue ayer el regreso a casa?
-Me sentí muy avergonzada.
-Venga cuéntamelo todo, Paloma.
Se lo pensó, estaba indecisa y no se decidía.
-Ábrete, se sincera conmigo y también contigo.
-Vale, pensaba que iba desnuda y que la gente lo notaba, quiero decir que notaban que no llevaba bragas.
-¿Qué hicístes al llegar a casa?
-Ir a ponerme unas bragas.
-¿Qué más?
-Sabía que estaba húmeda, así que me toque para comprobar. Estaba mucho más mojada de lo que imaginaba.
-¿Y?
Miro al suelo y se ruborizo.
-Me masturbe, Julio.
-¿Te gusto más que otras veces?
-No sé por qué hago esto y además te lo cuento, son cosas íntimas. Me da mucha vergüenza.
-Venga, no me hagas enfadar.
-Si me gusto.
-Súbete la falda.
Se puso de pie y subió la falda. Llevaba bragas. Me levante y di una vuelta a su alrededor. Le di un azote fuertecillo en las nalgas.
-¿Pero qué haces? -Me dijo-
-Cuando te reúnas conmigo no llevaras bragas.
No dijo nada y miro al suelo.
-Mañana es sábado, el tonto de tu marido te echara un polvo.
-Cierto, pero no le llames así.
-Le llamo como me da la gana. Dejaras la ventana abierta para que pueda ver como lo hace. Si miras me veras.
-Carlos también te podría ver Julio.
-Olvídate y solo obedece o sino ya sabes lo que te espera. Cuando te la esté metiendo si ves que no te vas a correr quiero que te masturbes al mismo tiempo. ¿Está claro?
-Clarísimo, tocarme con la polla dentro.
La acompañe hasta la puerta. Le di un casto beso en la mejilla y un azotito como despedida.
Oo0oo
El soplagaitas de Carlos era fiable como un reloj suizo, a la hora de todos los sábados entro en su dormitorio. Yo estaba oculto por las cortinas.
Se desnudó dejándose el calzoncillo y se acostó. Julia entro en camisón. Nada más verla se me puso la polla dura. Me asome y al verme me hizo señas de que me escondiera, no le hice caso.
Se metió en la cama, Carlos se tumbó encima de ella y se la clavo. El muy cabrón ni siquiera se quitó el calzón. Paloma me miraba, le hice señas de que se hiciera un dedo, pero dijo que no. Carlos no tardo ni cinco minutos en terminar. Apagaron la luz.
El domingo por la mañana sonó mi móvil, tenía un whatsapp.
“Cuando se marche a correr voy a verte”
No la conteste.
Al rato oí que Carlos se marchaba, creo que no había llegado al portal cuando sonó el timbre.
-Hola –dije cuando abrí-
Paloma paso sin decir nada. Vestía un veraniego vestido de andar por casa.
Ya en el salón le pregunte:
-¿Por qué ayer no obedeciste?
-No quería quedarme a medias.
-Sabes las consecuencias.
-Sí, me da igual, haz lo que quieras.
Metí la mano debajo del vestido, comprobando que no llevaba bragas.
Le cogí de la mano y la lleve a la mesa, apoye su cara contra el tablero.
-Te salvas porque has venido sin bragas pero mereces un castigo.
-Vale –me contesto-
Ya estaba madura.
Deje su culo al aire. Comencé a darle palmadas en las nalgas. Primero flojo y luego más fuerte. A cada azote daba un pequeño gritito. De vez en cuando pasaba los dedos por los labios vaginales y cada vez estaban más húmedos. Se lo puse bien colorado.
Después del castigo le dije que se desnudara. No dudo en hacerlo. La lleve al sillón y comencé a masturbarla. Alternaba entre meterle dos dedos en el coño y el clítoris. No tardo nada en ponerse a punto de caramelo por lo que pare, quería prolongar el momento.
Vi su cara decepcionada. Fue a hablar pero la mande callar. Le acaricie los pechos, los pezones los tenia duros, se los pellizcaba. Por primera vez la bese. Ofreció su boca, labios entre abiertos, le metí la lengua todo lo que pude. Respondió.
Volví a mastúrbala de la misma manera que antes. En seguida comenzó a gemir. Y no tardo en correrse. Fue una explosión magnifica.
No había tiempo para más antes de que volviera el soplagaitas de su marido. La mande para casa pero que mirara por la ventana del dormitorio.
Cuando se asomó yo ya estaba preparado, desnudo y con la polla dura. Me masturbaba mientras que me miraba. Paloma fue a tocarse también, pero le dije que no lo hiciera.
Obediente no lo hizo. Me corrí poco antes de que llegara Carlos.
El domingo lá deje tranquila, no supo de mí.