Mis vecinas de Puente Viejo. (Parte 2)

A la joven hija de Concha prácticamente la había perdido, pero su madre tomó el relevo magistralmente... cierto que ya tenía 62 años pero follaba como una de 30. "No sabes la suerte de no poder preñarme… Porque otra cosa no, pero Follar a pelo y que me llenen el coño de lefa es lo más de la vida".

Sin embargo un día que volvía del instituto la vi a unos kilómetros de la villa caminando de vuelta a casa, la invité a subir al coche. Aquel trabajo lo solía hacer su hija una vez a la semana, bajando hasta el mesón a recoger la correspondencia y otras cosas, sin embargo Maribel faltaba ya unos días por causa del trabajo que encontró en la ciudad como cocinera de un pequeño restaurante y asistenta de la familia de los dueños de dicho establecimiento en el pueblo vecino…, vamos una chica para todo ¡Maribel podía! Ella aceptó encantada aliviarle la caminata por los caminos de sierra tan austeros y encuesta casi todo el tiempo… cuando subió al coche me percaté que su falda estaba anormalmente subida en un momento dado mientras se encajaba en el asiento del acompañante, se podían ver casi la totalidad de sus piernas, un poco rellenitas, pero muy, muy ricas.

Íbamos hablando, pero mis ojos caían una y otra vez sobre sus muslos apetitosos . Ella se daba cuenta y lejos de enfadarse, sonreía de forma pícara, no hizo intención de acomodarse adecentando su exposición explícita hacia mí. Además cada vez que cambiaba de marcha separaba un poco más las piernas como si deseara que le metieran mano a ella en vez de a la palanca de cambios. Yo estaba a cien, mi polla se salía del sitio pero no se notaba porque estaba sentado. ¡¡Una semana y media sin follar me estaba matando!! Al salir del coche intenté acomodar mi polla empalmada, pero fue imposible, la erección era tan grande que no podía hacer nada por ella. No era la primera vez que me excitaba o que ella me viese empalmado, pero que pensara con qué facilidad me tenía estimulado no era algo que me gustara supiera nadie. Cuando llegamos al portal ella iba delante y al intentar abrir la puerta trasera para bajar las cosas que traía para ella y el resto de los vecinos, se adelantó a ayudarme y sin intención alguna choqué contra su culo. Ella notó perfectamente la dureza de mi bálano y sonriendo dijo…

-“¡Uy, uy, uy, pero chico! ¡¿Así te has puesto solo por mirarme las piernas?!”

-“No, no… bueno…, lo siento Concha”, respondí intentado quitar hierro al asunto. “Es que…, no sé. Esto es… ya venía un poco alterado del centro comercial…”

-“¡Chico!, pero si yo ya estoy mayor”.

-“Bueno se conserva muy bien”.

-“¡Bah! No me digas eso hijo…”

-“Pocas mujeres a tu edad tienen el cuerpo y la fortaleza física para bajar y subir desde al mesón a la barranquilla…” Mirándome la entrepierna volvió los ojos a los míos con una mano en mi pecho me dijo…

-“No pasa nada hombre, tranquilo. Siempre es agradable sentir que aún…, ya sabes, con lo vieja que soy…” Ante su respuesta me sinceré aún más al instante…

-“No Concha, tú estás muy bien. De hecho me pareces una mujer muy atractiva. Tu marido tuvo mucha suerte y no te supo apreciar…”

-“¡Uy, pobre! ¡Tú sí que estás bien! Joven, guapo y buena gente. Nene estoy divorciada gracias a Dios de aquel gilipollas. A saber cómo estará el desgraciado, seguro que ese ya no tiene fuerzas para nada, el pobre”.

-“Lo siento no sabía…”

-“No lo sientas hijo, ahora estoy más feliz que nunca… Pero bueno ya me encargo de esto que has traído para nosotros…, tú ya has hecho suficiente por hoy… hasta mañana hijo ya me dirás lo que te debemos”.

Entré en casa a comer y darme una ducha después donde me hice una paja memorable pensando en Concha. ¡¡Bufff!! Recuerdo que el chorro de semen fue tremendo. Pasaron unos días y llegó el sábado. Era el mes de octubre y estaban empezando a encender la estucha para calentar toda la casa. Haciendo la comida y me di cuenta que no tenía sal, así que pensé en ir a pedirle a Concha, no sin la enorme esperanza de quedar después a tomar un café… Toqué a su puerta, oí a Concha decirme desde la cocina que pasara. Llevaba puesta la bata de costumbre, bastante desabrochada, lo que dejaba intuir el rico escote y sus muslos rellenitos. Fue al armario y trajo sal, pero noté que se había desabrochado un par de botones más que dejaban al descubierto sus piernas al andar. Me quedé embelesado y ella lo volvió a notar…me sonrió, sin embargo yo no tuve la valentía de alargar la mano y sobar ese culo apetitoso. Vamos que volví a mi casa súper empalmado, pero esta vez no me la pensaba cascar e hice bien reservando mis fuerzas, porque sobre la 16:30 de esa tarde fue ella quien tocó a mi puerta, había visto la fumarola de mi chimenea pero se notaba que no sabía encenderla, así que se decidió a echarme una mano con ella. Me dijo que si tenía que preparar la chimenea tal vez ella me podía ayudar porque sabía bien le truco para encenderla…

-“Romero me enseñó cómo funcionaba y solo yo sé prepararla para que funcione bien”, me dijo.

¡¡Ahí vi el momento!! Le di las gracias con una sonrisa encantadora y entró en casa hasta la chimenea rebelde que no entendía como prenderla. Llevaba la bata de antes, en su movimiento de agacharse se le quedó bien abierta, aún más que antes, con lo que parte de sus tetas quedaron a la vista. Ella se agachaba a acomodar los troncos de manera ordenada mientras me dejaba ver sus tetas y sus muslos con toda naturalidad…, casi hasta el coño se le veía en algunos momentos de máxima inclinación. Como era natural no me enteré como encender bien aquella chimenea, solo me fijaba en el show que me ofrecía Concha…. Me empalmé como un caballo. Yo pensé que ya estaba bien de insinuaciones claramente explícitas, así que mientras ella hablaba azuzando la leña y el fuego en cuclillas, le puse la mano en el interior del muslo. ¡¡Mmmmm, Dios! ¡Qué sensación! ¡¡Mi polla era una barra de hierro!! Concha se sobresaltó y quedó en silencio, mirándome. Yo mantenía la mano ahí, sobando el muslo. La otra mano fue a las tetas sin objeción. Ella entonces hizo el amago de intentar escapar de mis manos y sin demasiado convencimiento en sus palabras…

-“Oye, oye, ¿no te parece que te estás pasando? ¡Esto no está bien!”

-“Concha”, dije. “Déjame, por favor. Me excitas muchísimo. Llevas días insinuándote y hoy me has mostrando tus intenciones… en el coche, en tu cocina este medio día viendo cómo te desabrochas los botones sin que venga a cuento… Así no me das más que señales de querer esto”, dije señalando el bulto que tenía entre las piernas.

-“¡No, no, hijo no te equivoques!”

Se puso en pie sin hacer amago de marchase, en un “Quiero, pero cúrratela un poco más”, lo cual me dio pie a dar el siguiente paso… -“Ven Concha, lo estamos desando los dos, lo estamos necesitando”, dije.

La agarré de las nalgas y le apreté mi polla contra su coño. Ella entonces pareció estar de acuerdo porque soltó un gemido devolviéndome el apretón en mi culo. –“Estamos locos, pero solo se vive una vez y a mí ya me queda poco…”

-“Pues entonces disfrutemos mientras tengamos fuerzas…”

A la sazón sin esperar un segundo más, metió la lengua en mi boca, respondí con un morreo de la ostia mientras le sobaba el coño…, nos comíamos la boca como unos obsesos sedientos de placer y lujuria. Ella gemía eufórica, pensé el poco tiempo que le había durado la dignidad de mujer decente, aguantando sus ganas de macho…

-“¡Ay!, ¡Aaaay!, siii, siiiiiii, ¡Cuánto tiempo sin sentir una polla dura como esta! Tan joven y potente.”

La llevé a mi cuarto y le quité la bata mientras le sobaba todo el cuerpo y la besaba en cada centímetro de su cuerpo, sobre todo sus hermosas tetas, mamando y succionando sus erguidos pezones. Estaba buenísima y tenía el coño totalmente mojado, así que sin pensarlo le quité las bragas recostada como estaba, ella colaboró elevando su culo del colchón y de pronto apareció un coño enorme de vulva carnosa adornado con un fino vello rubio recortado apenas un centímetro los más largos… se veían perfectamente sus carnosos labios vaginales formando unos serpenteantes pliegues que ocultaban la gran raja de su coño. Con sus  dedos se abrí los labios mostrándome el interior de carne roja ardiente, observando lo cerrado de su entrada vaginal, lo que aseguraba no haber sido perforado dicho conducto en años por lo ceñido que se encontraba. Me bajé el pantalón mostrándole mi verga inhiesta como un fierro candente, quedó complacida por los 18 centímetros casi 19 de rabo de recio grosor plantados ante ella, los que pronto estarían horadando su más cuidada intimidad. Me coloqué entre sus piernas que abrí un poco más dejándola aún más despatarrada y allí arrodillado ante ella, posé mi polla sobre su pubis…, la acarició atreviéndose a sopesar mis cojones y con una sonrisa…

-“Los tienes muy cargados nene, se notan muy duros de la cantidad de leche que llevan dentro. ¡¡Toda esa leche la quiero dentro de mi coño!!”

-“No te preocupes será toda tuya…”

-“No sabes la suerte que tenemos de no poder quedarme preñada… Porque otra cosa no, pero Follar a pelo y que me llenen el coño de lefa es lo que más me ha gustado toda mi vida…”

No me lo pensé mucho más, mojé mi capullo en su jugo entre los labios internos y de una embestida la penetré como un toro más de la mitad de una sola vez, tras la segunda y finalmente una tercera mis huevos hicieron tope en su coño. Ella se corrió a la primera dando gritos de placer, sin llegar a pasar más de dos minutos follándomela a tope en firmes y contundente insertadas a todo lo largo de mi cipote…. la señora gritaba bastante a cada incursión del ariete, se notaba que llevaba años sin follar. Entonces seguí bombeando como un loco, me gustaba muchísimo percibir cada pliegue de sus paredes vaginales internas, me excitaba mogollón ver a esa señora gritando de placer, al tiempo que mi glande percibía descargas electrificantes de puro placer, frotando lugares nunca profanados por ningún otro hombre, completamente vírgenes hasta que yo los hube desflorado.

Tuvo otro orgasmo muy rápido en esas primeras embestidas, se veía a una hembra fuera de sí. Continué empalándola en eso momentos de convulsiones, nunca cejaba de follarla a tope hasta que culminó su clímax. Saqué mi polla de su alojamiento, y tras de ella un chorrito de fluidos de la corrida de la dama, se desprendieron cayendo como un reguero por su culo hasta las sábanas. Entonces la puse a cuatro patas, ella no puso objeción posando sus tetazas en el colchón y elevando el culo hasta quedar completamente enfilado con mi tronco… sin más que la rigidez del mi falo la penetré desde atrás agarrando sus tetas. Ella decía que así no, al sentir mi capullo en su ano en una acometida errónea…, pero en cuanto notó mi polla en la bocana de su coño se tiró hacia atrás buscando la penetración. De una sola vez su coño se engulló el cipote entero… se apretaba como una puta gritando muchísimo. Se lo estaba pasando bomba . Con esta nueva posición mi glande se alojaba en la misma entrada de su cuello uterino, y eso era novedoso para ella… Movía la cabeza descontrolada en pleno éxtasis ondeando su cabello, al sentir mi dura daga acuchillar su matriz ya infértil…

-“¡Qué dura la tienes cariño, qué dura la tienes!” Gritaba descompuesta de pura lujuria.

Yo le daba mandanga de la buena, pero uno no era de piedra y ya no podía más, llevábamos más de diez minutos follando como posesos cual perros en celo… así que cambiamos de nuevo y seguí fallándomela yo encima y ella bien abierta de piernas recibiendo los empellones de su joven semental. Ella cerraba los ojos, estaba en la gloria con todo el coño abierto , dejándose mamar las tetas y comer la boca sin dejar prisioneros con nuestras lenguas en lasciva lucha carnal. Mientras ella me mamaba la lengua sobándole las tetas y los pezones, mi pelvis no paraba dale que dale, echándole un polvo de primera. Volvió a correrse, y no era de extrañar con tantas sensaciones juntas después de tantos años de abstinencia. Me apretaba las nalgas con sus manos, a la par de mover su culo hacia mí al compás de mis empellones. Yo estaba como un loco, le daba enviones fortísimos una y otra vez, dando con mi grueso y duro capullo en su pared vaginal, hasta que de pronto sin poder resistirme más alargando la follada, me estremecí notando como mi cuerpo se tensaba convulsionando sin poder remediarlo… mi polla se endureció y mucho más mi glande a la misma vez que se abrieron la compuertas de mis huevos…, y comenzó a fluir mi leche a través de mi largo tronco venéreo, derramando todo mi contenido seminal en el fondo uterino del coño de Concha….

Fue una corrida impresionante, no paraba de salir lefa espesa en largos chorros de ingente esperma ¡El placer era indescriptible! Seguíamos dale que te pego hasta cubrir seis o siete aldabonazos de semen recién ordeñado de mis pelotas ¡Bufff, que polvazo! Bien cubierta por su nuevo y joven semental se aplastó contra el colchón quedando rendida…, yo exhausto con flojera en todo mi cuerpo. Atontado por el subidón y posterior bajón de adrenalina, me arrulló el sueño, y así a duerme vela debió de darse cuenta de lo sucedido Concha, porque volviendo a sus cabales y empezó a decir que estábamos locos y tal y cual, así que se vistió y se fue rápidamente a su casa. Os aseguro que me quedé tumbado como muerto. A la hora desperté del sueño de Morfeo, y cuando empecé a recordar lo que acababa de pasar me tuve que hacer una paja porque la polla se puso como una vara. En días posteriores nos hablábamos menos, hasta que un día charlamos abiertamente de ello. Nos lo debíamos de tomar como una circunstancia más en una relación amistosa entre vecinos… si éramos capaces de compartir una comida, un café o un arreglo en casa como una necesidad existencial, esto de follar para aliviar nuestra necesidad fisiológica tomando parte de los fluidos de otro, no tenía porque ser diferente. Convertirse en follamigos, no nos parecía distinto a ser solidarios con las necesidades vitales en las que todos participábamos. Si algún vecino me reclamaba para arreglar una mesa, estantería o techo derrumbado, comprar los vivieres de la semana como el pan de cada día soliviantando una carestía vital, el sexo no debía de ser nada ajeno a la persona con un carácter diferente a la de comer, abrigarse o mostrar tu cariño a los demás. Así no entendimos y por supuesto que ella quería repetir pese a marchase tan agraviada tras el primer polvazo…, la convencí de no estar obrando mal y ella me reconoció que había estado provocándome todo el tiempo. Así que esa misma mañana me la estuve follando hasta la hora de preparar la comida…, comimos juntos y en la siesta esa hembra de 62 años volvió a ser follada sin más compromiso que la de aliviar una necesidad imperante en todo ser humano que lleva más de diez años sin probar varón…

Mi vida transcurría armoniosa con clases de mañana en el instituto , de vuelta a casa mi comida o la que Concha me preparaba y una siesta de media a una hora…, en esa siesta a veces follábamos otras dormía solo. Después me ponía a realizar diferentes tareas docentes, caseras o escribiendo mis relatos. Los fines de semana solían ser algo diferentes, con paseos por el monte y joder con Maribel, hasta que ella se echó novio y me centré en exclusiva en su madre. Sin embargo la relación entre ellas se tornaba cada vez más tensa como ocurrió en aquella ocasión…

El caso es que hará un mes me pasé por su casa y me encontré sola a Concha y bastante nerviosa, al parecer por la noche Maribel le había entrado no sé qué manía con la herencia del padre, decía de venderlas para comprar un piso y poder casarse con su novio…. Tuvieron una discusión que la dejó desvelada toda la noche y por la mañana volvió a la carga, así que vino su novio y se llevó a Maribel, pero Concha seguía con los nervios alterados… me quedé con ella para hablar y tratar de tranquilizarla. Ella aún estaba con la bata y debajo se divisaba el camisón y aunque no parecía el momento para ello no pude evitar darme cuenta que lógicamente no llevaba el sujetador y sus tetas grandes y caídas andaban algo sueltos bajo aquellas prendas, además ambas prendas permitían ver de vez en cuando el escote algo arrugado e incluso en ocasiones el comienzo de aquellas ubres que amamantaros a tres hijos.

Tomaba yo un café y ella una tila en el salón mientras ella me contaba y se desahogaba hasta que de repente se fue derrumbando, me imagino que los nervios y el cansancio hacían mella, y comenzó a llorar, así que me acerqué a ella y la abracé para tratar de calmarla, ella se aferró a mí como un náufrago a un salvavidas y yo mantenía el abrazo acariciando su cabeza como si fuese una niña y supongo que por un cierto paternalismo le di un beso en la frente que le hizo alzar un poco la cara de mi hombro y responderme con un cariñoso beso en la mejilla seguido luego de otro leve en la boca que me sorprendió aunque quizás más a ella que escandalizada por su gesto me pedía perdón entre lágrimas diciendo, “no sé qué hago”, yo le respondí que no pasaba nada, lo cual era en parte mentira pues aquello despertaba mis fantasías púberes y no pude evitar responderle con otro beso en sus labios que ella no rechazó y que se prolongó mientras abríamos nuestras bocas para que nuestras lenguas se encontrasen y así jugueteamos un momento hasta que ella se frenó mirándome a los ojos y musitando…

-“Esto no está bien, estamos locos”,

Yo no quería que aquello se parase entonces y le dije que no pasaba nada que era cosa del momento. Ella me decía que le parecía que se aprovechaba de mí, de mi juventud y que además estaba Maribel… no podía hacer eso. Yo protesté diciendo que al contrario, que nadie se aprovechaba de nadie pues éramos adultos y su hija ya tenía un hombre que le daba mucho más que yo… me acerqué a besarla sin que ella opusiese resistencia . Tampoco me rechazó cuando comencé a tocar su cuerpo, con delicadeza, y mis manos pudieron palpar sus gordas tetas, su espalda, sus piernas y cuando dirigía mi mano por sus muslos hacia su entrepierna ella me paró, se levantó y salió del salón, diciendo…

-“Esto está mal, está mal.” La seguí y vi que entraba en su dormitorio mientras me decía… “Deja que me cambié y luego seguimos hablando.”

Así que me frené en el pasillo fuera de su cuarto, de inmediato mi deseo me impulsó a no hacerle caso y entrar para tratar que aquello no quedase en algún beso y nada más. Al entrar la vi de espaldas sólo con sus grandes bragas blancas y nada más, me quedé un poco helado al verla desnuda, aun siendo por detrás, con su piel tersa y blanca, su cadera ancha, su piernas firmes casi como debieron ser de joven. Su piel aun siendo tersa, se denotaba la piel de naranja pero sin nada de de pellejos o muslos flácidos y arrugados como tantas mujeres de su edad, la genética la había tratado bastante bien . Mirando más abajo si se notaban las pantorrillas con las venas y pequeñas varices marcadas color azulado. A otros no le parecería sexy, todo lo contrario que a mí… me motivaba un morbo especial al tratarse de una mujer exuberante donde gozar de su carnes abundantes y más o menos bien colocadas.

Ella sin darse la vuelta susurro… “¡Por favor Fernando!”

Pero yo no atendí a su súplica y me acerqué a ella abrazándola… ella ya dejó atrás su poca resistencia, asumiendo mi conquista…, se dejó tocar pues mis manos abandonaban el abrazo para comenzar a magrear sus tetas que ahora podía ver perfectamente y que aún escasa distancia no desmerecían en belleza y atractivo ¡Me excitaban sobremanera! Besaba su cuello y su espalda mientras la sobaba y una mano mía fue bajando por su barriga hacia sus bragas dejándome colarla dentro de ella, para acariciar su aterciopelado chumino y dirigirme hacia su clítoris, al cual comencé a acariciar mientras ella comenzaba a suspirar con más fuerza. Noté como se humedecía su coño mientras seguía frotando aquel clítoris tan grande como un garbanzo, nunca disfruté de uno tan majestuoso mientras ella me decía…

-“Hijo mío ¿Qué me haces por Dios? ¿Qué me haces ladrón…?”

Dejó caer una mano suya hacia atrás para buscar mi cipote, acariciándolo sobre el pantalón donde debió de notar que se halla completamente duro. Entonces la tumbé con suavidad en la cama, ella se dejaba hacer, le quité las bragas y abriendo sus piernas me dispuse a comerme su conejo. Ella trató de pararme con las manos, preguntado…

-“¡¿Qué vas a hacer, eso no te puede gustar hacérmelo…?! Es un coño viejo por donde han pasado más de una polla… y se han corrido decenas de veces.”

Yo no dije nada y pasé mi lengua por toda su vagina consiguiendo de ella un leve gemido de respuesta y entonces continué deleitándome con aquella añeja exquisitez. Usé mi lengua en su clítoris además de introducirla alguna vez en su orificio, también mordisqueé suavemente sus labios vaginales, lamía todos sus jugos que cada vez abundaban más y comencé a introducir mis dedos mientras mi boca seguía otorgándole placer a aquella señora que no paraba de suspirar y gemir. Me enfrasqué entre sus piernas asumiendo todo el deleite que su coño me ofrecía… aroma a hembra en celo, un clítoris grande y duro, una vulva mullida que mordisqueaba como un cerdo ante su comida favorita y sobre todo la sumisión de una mujer ante mi comida de coño, de lo que me siento muy orgulloso, pues ninguna fémina que haya follado conmigo no ha dejado de correrse en mi boca. Al cabo de no más de cinco minutos lamiendo, estrujando sus labios vaginales, follándola con mis dedos y mamando su pepitilla, de repente apuntó…

-“ ¡Ah, qué me pasa, qué siento, cómo me haces esto!”

Noté que su abdomen convulsionaba y supe que el orgasmo estaba llegándole, se echaba las manos a la cara y suspiraba con fuerza mientras le seguía mamando el coño hasta que se calmó. Me acerqué a su cara para besarla y me confesó que no sabía que le había pasado que nunca había sentido aquello con la boca de un hombre… entonces supe que ella era una de esas mujeres que nunca le habían comido el coño como es debido hasta extraer un orgasmo, y saber que yo le había proporcionado el primero me hizo sentir un orgullo a la par que una gran excitación…, así que comencé a desvestirme mientras ella me miraba con cara de vergüenza y excitación lasciva. Se abrió de piernas en clara invitación, dejándome ver su gran coño veterano de labios aviesos y carnosos replegados en grandes pliegues cerrando su hermosa y atractiva raja vaginal. Me coloqué sobre ella, entre sus piernas, Concha giró la cara a un lado plena de sonrojo mientras yo me disponía a penetrarla, y así lo hice suavemente aunque aquel orificio estaba completamente lubricado y me permitió enseguida introducirme por completo en ella, que respondió con un gemido y viró su cara hacía la mí mostrando algo de sorpresa. Al comenzar mis movimientos de entrada y salida buscando cada vez una mayor profundidad ella cerró los ojos revelando placer y comenzó a abrazarse para luego, cuando yo comencé a aumentar mi ritmo y fuerza, apretar sus uñas en mi espalda sin llegar a dañarme….

-“¡Qué dura la tienes! ¡Qué larga es joder! ¡Qué gorda es tu polla cabrón!”

Me decía excitada entre jadeos al mismo tiempo que bajaba sus manos a mis nalgas aferrándose a ellas para empujándolas pidiéndome que embistiese más fuerte, más hondo…, cosa que hice lo que originó grandes suspiros en Concha. Completamente entregada a la gran follada, comenzó a mover sus caderas buscando mayor profundidad en cada estocada…

-“¡Déjame sentir tus huevos contra mi coño!” dijo mientras doblaba sus piernas para permitir un mejor y acentuado acople en el coito y una más profunda penetración, hasta que me abrazó con sus extremidades inferiores sobre mi culo y sus brazos en mi cuello, atrapándome en una incesante locura de lujuria y pasión. No me pareció suficiente, luego levanté una de esas piernas colocándola sobre mi hombro provocando un gesto de sorpresa en ella, sin más premura elevé la otra gracias a su increíble flexibilidad dejando su coño tan expuesto como un frontón. Era escasa su resistencia y enorme la colaboración de la hembra en ser mancillada de tan guisa solo con tal de gozar al máximo de algo que se le negaba en los últimos quince años.

Al comenzar a moverme y con la facilidad que esa postura me daba para profundizar hasta los mismos huevos una y otra vez. Su coño se adaptó rápidamente a mi badajo y sus suspiros se tornaron en gemidos…, ahora sus ojos estaban abiertos mirándome con auténtico vicio, vidriosos al punto del llanto de placer, gozo y deleite a sus años, aquel gozo cuya esperanza perdió hacía mucho tiempo… Volví a parar un momento y mientras lamía su pie, cosa que le encantó por la cara de sorpresa y gusto que puso, alcé su otra pierna y la coloqué sobre mi otro hombro de nuevo. Así irguiendo mi cuerpo un poco logré esa posición de encaje total de la verga en tan veterana vagina, que al emprender otra vez mis movimientos obtuvieron de Concha un largo grito de delectación que fue seguido de varios más hasta que uno más largo y asemejado a un llanto me informó de su segundo orgasmo…. Yo no cabía en mí de orgullo y satisfacción por todo el éxtasis con el que estaba obsequiando a la veterana, aunque he de reconocer que mi aguante a pesar de la sobreexcitación que tenía se debía en parte a la masturbación que me había practicado aquella misma mañana al despertarme…. La vi exhausta tendida en la cama, desnuda y bañada de sudor y mi morbo se vio incrementado así que comencé a besarle los muslos mientras le daba la vuelta y ella aun dejándose hacer mostró cierta confusión mientras me preguntaba…

-“¡¿Más aún?! Eres incansable… si te hubiera conocido hace treinta años atrás…”

-“¿Me hubieras dejado que te follara así?”

-“Que me follaras las veces que desearas ¡Y que me preñaras!

La puse a cuatro patas apuntando hacia el armario de su cuarto cuyo frontal era todo un inmenso espejo. Vi aquellas nalgas y su estrellado ano tan atractivos que no me pude resistir…, y comencé a lamerlos, ella suspiró y mostró estupor pero no protestó ni trató de rechazarme y cuando tras lamerlo un rato introduje un dedo, noté un leve quejido de dolor reflejado en su cara tras el espejo. Mostraba un cierto disgusto, lo cual indicaba que jamás la había dando por el culo…

-“¡Ya veo que nadie se ha atrevido a darte por el culo!”

-“No por favor, por ahí no… Nunca me han dado por el culo y creo que con tu polla me vas a hacer mucho daño.”

Sus súplicas me ablandaron la lujuria de estrenar su ano, así que decidí que eso podía ser demasiado para la segunda vez y que por tanto mejor dejarlo en bien de una larga amistad donde tendríamos otras oportunidades. Entonces me dispuse a comenzar a penetrar nuevamente su acogedora vagina, y así lo hice sin pérdida de tiempo obteniendo sus cálidos y adorables fluidos que impregnaba mi rabo entre suspiros. La enterré de un solo envión dejando solo las pelotas fuera, hasta la misma raíz se tragó el coño de Concha sin el menor remilgo…, un coño profundo pues mi verga alcanza los casi 19 cm en plena erección, tal como en esos instantes me hallaba. Metía y sacaba todo el rabo dejando solo el capullo dentro para volver a entrar a fondo golpeando con mi pelvis sus nalgas, simulando el chasquido de la lluvia entre gemidos y gritos de gusto de la hembra en celo de Concha. La asía con fortaleza empujando todo el cipote a su fondo vaginal…

-“La estás metiendo hasta el estómago cabronazo…”

-“¡¡No la quieres ahí…!!”

-“Si cabrón sí… ¡Fóllame, fóllate a esta pobre vieja!”

Me decía entre jadeos mientras le aplicaba toda mi potencia en cada empellón. Ya pasaba más de veinte minutos jodiendo con tan exuberante dama cuando noté que ahora sí estaba a punto de correrme y mi excitación era brutal, un ardor incrementado por ver en el espejo su cara desencajada de gozo, donde ella también nos veía a los dos follando como locos….

-“Le voy a dar de comer una buena lechada a tu conejo ¡Prepárate porque te lo voy a llenar de lefa hasta las trancas!”

Le espeté a la vez que aumenté la fuerza y rapidez de mis embestidas… y ella se dejó caer poniendo su culo más en pompa para que me vaciara dentro de su coño. Electrizado de deseo como estaba volví a ver ese ano y no pude evitar introducir un dedo en él que provocó un aullido en ella seguido de sus gemidos, por lo que mientras golpeaba con mi polla su coño cada vez con más fuerza, introduje otro dedo en su culo sacándole otro aullido, cosa que me excitaba más aún. De repente noté que mi falo comenzaba a llenarle su chocho de semen y provocaba en ella otro orgasmo que esta vez acompaño de varios gritos, especialmente cuando horadaba con mi dedo pulgar su culo. Los chorros de leche se iban lanzando uno tras otro sin el menor recato ni miramiento…, sentía como se llenaba su cubículo vaginal a la vez que mis cojones se vaciaban y relajaban en cada chorro de los seis o siente que tuve.

Mi cabeza me daba vueltas, mi cuerpo se convulsionaba y finalmente se relajaba completamente atolondrado del subidón de dopamina. Estar inseminando a Concha era lo mejor que me estaba pasando en años , pese a saber que no la dejaría preñada, tal vez eso era lo mejor al despreocuparme cuando le llenaba el coño con mi esperma. Al cabo de casi medio minuto de orgasmo eyaculando como un toro, extraje el cipote de su holgado estuche y nos dejábamos caer en la cama rendidos cuando sentimos abrirse el portón principal de la casa…, saltamos de la cama vistiéndonos apurados, sobre todo cuando ella comprobó que era su hija con su novio que volvían. Ella se puso la bata sin el camisón y yo me vestí rápidamente… salió a recibirlos aparentando normalidad, a los pocos minutos aparecí yo saliendo del trastero donde tenían la conexión eléctrica simulando venir de hacer una revisión. Nos saludamos mientras hablaba con su hija en la cocina, su novio salió al porche y Concha preparaba café y en un momento que se giró y su bata se abrió un poco… vi que por sus labios le resbalaba un poco de mi leche, aproveché para avisarla con un gesto cuando su hija sacaba galletas del armario despensero, y ella se limpió con la mano…, no sabiendo que hacer se lamió los dedos poniendo cara de agrado al lamerlos con lascivia, lo que volvió a excitarme. Aquella imagen de sus dedos impregnados de mi lefa siendo degustada por Concha me suscitó tanto que me duró toda la tarde hasta que mi veterana vecina me visitó a casa haciéndome una mamada espectacular en la que no dudó en tragarse todo mi semen de la misma fuente.

Continúa...