Mis vacaciones en plena adolescencia.

Este relato es completamente real. Solamente hay algunas cosas diferentes, pero el 95% es real. Disfrutad que solo falta la ultima parte. ;) Besos.

Todo empezó el día que fuimos de vacaciones a Mallorca. Donde mi madre tenía familia y nos alojaríamos en diferentes casas de esos familiares. Así que ya tenía mis tonterías de adolescente y mis fantasías sexuales de hormonas revolucionadas en la cabeza. Mis pechos estaban creciendo, mi pelo era largo y al ser de altura media-alta y ser delgada podía lucir por la isla mi cuerpo en desarrollo.

Dia1:

El viaje hasta allí ya estaba planificado desde hacía meses, a mi madre no le gustan las cosas improvisadas. Y menos unas vacaciones a visitar a su familia. Hacía como 10 años que no íbamos a Mallorca y todos estábamos con muchas ganas. Bien temprano un taxi se presentó en la puerta de casa y nos acercó al aeropuerto. No sé si era que yo lo imaginaba, o el taxista me miraba muchísimo por el retrovisor. Pero me gustó esa mirada buscona de maduro.

Odio el trámite del aeropuerto; me encanta volar, pero todo el trajín hasta que el avión se  alza se me hace muy pesado. Llegamos a la isla con ese calor especial, una mezcla de vacaciones y mar. Mientras cogíamos el coche de alquiler mi madre hacía las llamadas correspondientes para avisar de cada movimiento nuestro. Con el coche en marcha y las maletas cargadas fuimos a nuestro primer destino; la hermana mediana de mi madre. Durante el trayecto estaba contenta, me gustaba esa sensación de vacaciones en la playa, en un lugar de donde tenía buenos recuerdos de cuando era pequeña.

Lloros, abrazos, sonrisas, felicidad. Toda esa mezcla de sentimientos invadía el momento de la llegada.  Tras cinco minutos, alguien bajó por la escalera. Mi primo, un chico alto, fuerte, pero que estaba en total adolescencia, una camiseta negra de tirantes, unos vaqueros gastados, descalzo y una melena casi más larga que la mía.

-¿Pero dónde iba con esas pintas? Pensé que al estar en una isla, las modas y eso estaría en otro ambiente. Pero bueno.

Nos saludamos con dos besos y pude sentir lo cachas que estaba. Pocos chicos de mi edad estaban tan fuertes como él. Os lo aseguro.

Las típicas preguntas de mi madre...

-Pero ¿cuántos años tienes ya? ¿Los estudios? Las vacaciones ¿bien?... Mi madre es lo más tradicional que puedas tirarte a la cara.

Nos prepararon algo de desayunar y nos acomodamos en la casa. Allí íbamos a pasar la mayor parte de las vacaciones. Al poco fue llegando más familia y tras comer pasamos el día en la piscina, bebiendo cosas fresquitas; la verdad, para ser el primer día estuvo muy bien. Por la noche cenamos en su terraza, una terraza con piscina y un porche muy bonito.

Día 2.

Temprano y tras haber desayunado, fuimos a nuestro primer día de playa. Tranquilidad, relax, familia y un poco de aburrimiento, la verdad. Mis tíos venían bien preparados con su nevera…, bebida fría que no falte. Mi primo, mi única esperanza, preparado con sus gafas de buceo estuvo mucho rato en el agua. Yo iba del agua a la toalla y de la toalla a la sombrilla. Alternando para no quemarme. Aun así necesitaba crema cada poco. Por la espalda mi madre acostumbrada a ayudarme, por mi parte frontal yo podía untarme de crema a menudo. Mientras pasaba crema por mis piernas, sin dejar ni un trozo de piel sin ese pringue blanco y tras aplicar de esta por mis muslos, mi dedo índice se coló por mi braguita rozando ligeramente mi labio vaginal. Simplemente ese roce me hizo soltar un pequeño suspiro. A lo que mi tía se percató y preguntó:

-¿Estás bien?

-Sí, sí. Debo tener un granito. Dije sin ni siquiera mirar a mi tía.

Mis dedos siguieron pasando muy cerca de la braguita intentando provocar de nuevo esa sensación. Llevaba dos o tres días sin tener un orgasmo y parecía ser que mi cuerpo me estaba enviando señales. Ahora, con más intención que en las anteriores ocasiones, mi dedo índice se coló por mi braguita queriendo tocar mi clítoris pero no llegué ya que había tanto flujo vaginal que mi dedo resbaló en exceso. Sentir ese flujo en abundancia me hizo darme cuenta que iba falta de un orgasmo. Pero allí no podría desahogarme. Así que empecé a planificar cómo podría obtener pronto mi orgasmo. Barajé varias opciones, en cuanto pudiese intentar una de ellas llevaría a cabo mi plan.

Después de construir mi plan y hacer algunas respiraciones levanté mi cabeza para ir al agua. Entonces vi a mi primo salir con las gafas en la mano, el pelo mojado, el pecho firme y brillante... Me quedé embobada, nuestras miradas coincidieron después de que mi primo levantara sus ojos de mi entrepierna. ¿Habría notado algo? Entonces pensé que quizá tras haber pasado mis dedos por la braguita había dejado algo mal puesto. Me levanté y coloqué bien mi parte de abajo del bikini.

-¿Vas al agua? Preguntó mi primo al llegar a las toallas.

-¡Sí! Que me aso.

-Te acompaño. El agua está  perfecta, fresquita.

-¡Guay!

Nos sentamos en la orilla y estuvimos hablando de cosas bastante interesantes- La verdad, cada vez me sorprendía más.

Mientras mis pies se mojaban, pensé que mi primo era muy majo, no era tan pánfilo como pensaba. La mañana pasó más amena desde que cogí algo más de confianza con mi primo y pude entretenerme un poco más.

Mientras mis padres recogían, hablaban antes de subir al coche. Íbamos todos al mismo sitio, habíamos estado juntos la mañana en la playa, pero allí estaban hablando de cómo era mejor hacer las brasas del fuego. Yo, dentro del coche con la toalla en el asiento para no mojar nada, ya que mi bikini estaba aún mojado. Tenía las piernas cruzadas. Llevé mi mano por la nalga de la pierna que tenía alzada. Solamente el momento de encontrar mi dedo la costura de mi braguita ya se me erizó la piel. Mi dedo presionó la carne de la ingle y se coló hasta llegar a mi coño mojado. Desde allí disimuladamente empecé a penetrarme sutilmente. Entraba solo la falange de uno o dos dedos. En pocos segundos estaba tan cachonda que solamente frotar mi clítoris me corrí. Cerré los ojos y respiré profundamente mientras mi abdomen daba espasmos. ¿Cómo podía estar tan cachonda? Saqué una pequeña sonrisa tras pensarlo. Al poco entraron mis padres al coche y me quedé dormida hasta llegar a casa de mi tía.

La tarde fue divertida. Después de comer vimos una película que escogimos mi primo y yo. A nosotros nos encantó, a los adultos no tanto. Al acabar tenían la costumbre de hacer un pequeño cineforum, hablar de la película, cosas que más han gustado, cosas que menos, mejoras que harían para que la película fuese mejor, etc. Más tarde nos dimos un baño en la piscina y por la tarde noche hicimos algún cóctel. Los adultos se ponían tibios de cubatas de Ginebra, mi primo que ya tenía más experiencia en ese aspecto y era una cosa normal en su casa, me preparó la bebida típica de allí. Estaba buenísima. Pero yo no era bebedora habitual entonces me puse contenta en poco rato. Me refresqué en la piscina y pasó la noche.

Llevaba todo el día sin quitarme el bañador así que fui a la habitación para ponerme algo de ropa seca. Mientras cruzaba la cocina. Mi tío que estaba cogiendo hielo, muy agradable pero también muy contento tras los cubatas de la tarde, me dijo:

-¿Dónde vas sobrina guapa?

-A ponerme algo de ropa seca, que llevo todo el día con el bañador mojado.

-Y qué bien ¿verdad?

-Sí, sí. Pero ya me pondré algo para la noche.  -Esa pregunta de mi tío ¿iba con segundas intenciones...?

-Vaya, ¿no te vas a bañar conmigo a la luz de las estrellas? Dijo mientras se acercaba a mí con una bolsa de hielo.

-No, por hoy he tenido suficiente. Sonreí.

Tras quererme tocar con la bolsa de hielo y hacerme la broma conseguí subir a la habitación, coger ropa seca y cambiarme en el baño, que estaba en el pasillo de las habitaciones. Mientras estaba allí escuché jaleo en la escalera; eran mi tío y mi tía dirigiéndose hacia el piso de arriba, pasaron ante el baño y fueron hacia el fondo del pasillo. Me quedé atenta para escuchar qué decían, -cosas que tenemos las mujeres, todas somos un poco cotillas-. Escuché decir a mi tío.

-Estas tan sexy, que te empotraba aquí mismo.

Mi tía se reía mientras coqueteaban...

-Calla tonto, que hay mucha gente por la casa. Mucha más de la que te puedes imaginar.

-Ah, entonces en nuestra habitación sí que puedo empotrarte...

Las voces se apaciguaron y me asomé, atontada perdida tras ese morboso momento vivido por parte de mis tíos.

Salí cuidadosamente del baño y escuché unos golpes. Así que mi cuerpo me pedía ir a ver qué más pasaba. Caminé con cuidado, atenta a cualquier ruido. Apoyé mi oreja en la puerta, para escuchar tras ella. Solo puede intuir un ruido. El típico ruido que haces cuando el helado de está derritiendo rápidamente, el ruido que haces cuando cachonda pérdida te pasas de fuerza chupando con más fuerza de lo debido la polla que tienes en la boca. Me entendéis ¿verdad? Pero entonces mis sentidos, que estaban a flor de piel, escucharon un lamento. Entonces me incorporé con cuidado y caminé hasta la habitación de donde procedía el lamento. Concretamente la habitación de mi primo. Así que con cuidado me puse en posición para ver qué hacía. La puerta solo estaba medio cerrada, tuve que abrir ligeramente para poder ver. Estaba sentado tras una silla gigante, parecía cómoda. Delante de él un ordenador con luces, altavoces, preparado para estar un buen rato. Detrás de esa silla, el bañador que había llevado durante todo el día. Mi mente hizo que lo imaginara desnudo mientras jugaba y la verdad que lo imaginé muy apetitoso. Mientras esperaba inquieta un gesto de mi primo para comprobar verdaderamente si estaba desnudo, me imaginé comiendo una polla, debido a mi posición. Estaba en cuclillas y por lo que había visto en internet, he imaginado, el equilibrio lo tenía. Solo me faltaba una polla. Con esa imagen en mi mente, me levanté para no ser pillada por algún miembro de esa familia y me fui de nuevo para el jardín, cachonda pérdida.

La noche paso rápido, ya que entre risas provocadas por mi tío, ya borracho, y mi cabeza imaginado cosas morbosas, ya podéis imaginar cómo acabé entre las sábanas. Masturbándome como una loca. 😁

Día 3:

Me desperté por la mañana y bajé a desayunar, tal cual me desperté, con una camiseta de tirantes y en pantalón cortito. Llegué a la cocina y no había nadie. Dudé entre desayunar o buscar a la gente; ya que no era temprano barajé la opción de que se hubiesen ido sin mí a la playa. Pero no creo que hicieran eso. Así que examiné toda la casa. Solamente me quedaba subir de nuevo al piso de arriba. Al examinar las habitaciones, me encontré con mi primo en la misma posición que la última vez.

-Hey. Buenos días. ¿A dónde se han ido? Tras picar ligeramente en la puerta.

-¡¡Hola!! –Saludó, girando esa silla gigante de un golpe en el suelo-. Me dijeron que iban a llenar la nevera. Pero que estabas dormida y no te iban a despertar.

-Ah, ok, ok. No pasa nada. Si estás aquí perfecto. Sola, me daba miedo en esta casa tan grande. Voy a desayunar, ¿quieres algo?

-Sí, sí, tranquila. Ya he desayunado. Gracias. Cualquier cosa estoy aquí. Vente si quieres cuando acabes.

-Vale. Dije sonriente y contenta.

Bajé a desayunar pensando que tenía un primo que era un sol. Majo, atento, educado… y cachas. Así que mientras desayunaba en la mesa de la cocina, leí algún relato para darle incentivos a mi cerebro. Por la abertura que me ofrecía el pantalón que utilizaba para dormir, me acariciaba delicadamente el coñito. Antes de acabar mis tostadas, ya tenía el coño empapado. Mis dedos resbalaban con facilidad por los labios vaginales de arriba a abajo. Me daba mucho morbo sentirme así. Pero tuve que coger aire y retomar el día. Subí hacia la habitación de mi primo y tras picar con los nudillos escuché las palabras que me daban permiso para acceder a su habitación. Entré cauta, vergonzosa, y algo insegura de si debía estar allí, pero entré. Allí estaba de pie en medio de la habitación de un adolescente. Desordenada y decorada al puro estilo todavía juvenil. Yo pese a estar en la misma franja de edad, ya había hecho ese cambio de muebles. Pero supongo que al ser chica eso lo tenemos más asumido. No dejó de prestar atención a la pantalla del ordenador, pero podía seguir conversando.

-¿Tampoco te haces la cama?

-¿Para qué? Si en unas horas la voy a deshacer de nuevo. Jaja. Rió tras el comentario.

-Yo digo lo mismo, pero mi madre me obliga a hacerla, ya que ahora no estudio y tengo mucho tiempo en casa.

-No estudias ¿Por qué?

-No es lo mío.

-¡Joder que suerte! Yo digo de dejar los estudios y me atan a un palo sin agua ni comida.

-Pues no lo dejes. Porque yo estoy un poco desesperada.

-Búscate un trabajo.

-En eso estoy.

-Ahhh, ok, ok.

Un silencio incómodo...

-¿A que juegas?

-Uno de disparar. ¿Juegas?

-Que va, seré malísima. No se me dan bien.

-Yo te enseño.

-No, de verdad. Ja, ja

-¿Que se te da bien? Preguntó.

-Ostia...parece Tinder esto.

-No quería molestar.

-No no, me gusta.

-Te gusta Tinder?

La conversación fluía e incluso me miraba tras poner en pause el juego.

-Sí, bueno, no. Bueno...-Me puse nerviosa-. Quién no busca tener pareja. ¿No?

-Yo paso.

-¿Por qué?

-Porque no quiero estar enganchado a alguien. Tengo otras prioridades ahora.

Su respuesta me dejo pensativa. ¿Porque diría eso?

-Pues creo que serias un buen novio.

-¿Que dices? Jajaja

-No mío, quiero decir, que eres muy agradable y educado.

-Ya. Y eso es lo que buscáis las chicas ¿no?

-Bueno, algunas sí.

-Prima...ves muchas películas. Voy a por un Cola Cao, ¿quieres algo?

-No gracias.

Me quedé allí mientras él iba a por su tentempié. A la que salió por la puerta, me mire el pijama si estaba todo bien. No llevaba nada de ropa interior y no quería ir enseñando mi cuerpo a mi primo. Pero mientras ojeaba mi pijama con las piernas cruzadas encima de la cama sentí tras la camiseta los pezones duros. Y mientras los observaba mi mente perversa me hizo cambiar de opinión. ¿Y si le enseñaba mi cuerpo a mi primo? Total, no íbamos a hacer nada y él no lo diría. Vería algo de mi cuerpo y se haría una paja recordándome, al menos yo lo haría. Puse las manos en la goma de la cintura y moví el pantalón haciendo que muy ligeramente la abertura de mi entrepierna quedara más ancha. Mis pezones seguían duros. Así que esperé su llegada apoyando mis manos en la cama.

Llegó y se sentó de nuevo en la silla tras beber de la taza que traía.

-Me gusta hablar contigo, primo.

-¿Y eso?

-No sé, supongo que no me esperaba esto y me está sorprendiendo.

-¿El qué no te esperabas?

-A ti. A que fueras así. Los chicos de mi edad no parecen tan sensatos.

-Porque buscan otras cosas contigo.

-¡Nooooo! Dije empujado su silla con mi pie, haciendo moverse.

-Jajaja, los dos reímos.

-Prima... -dijo mirándome de reojo con la cara sonriente.

-Primo... -contesté atenta.

-Mírate...

-¿Que me pasa?

-Que estás muy bien.

-Vaya, gracias...

-Es así. Si fueras fea, quizá ni hubiese puesto pausa. Dijo con una sonrisa de nuevo en su cara.

-Serás... intenté golpear de nuevo su silla con mi pie esta vez cogiendo más impulso. Pero mi primo agarró mi pie antes de que golpeara la silla. Alcé la mirada tras quedar sorprendida con su rapidez y sus ojos estaban clavados en mi entrepierna.

¡¡¡¡SSIIII!!!! Lo conseguí, -pensé tranquila en mi mente-. No me puse nerviosa, estaba muy consciente. Le miraba a los ojos, pero él no podía quitar su mirada de mi coño. Estaba atrapado en él. Moví mi pie y me soltó rápidamente, para seguidamente mirarme a los ojos. Mi corazón empezó a palpitar más rápido, ahora no sabía qué podía pasar… y quería más.

-Buffff... suspiró mi primo.

Sonreí algo más tímida. Me había venido arriba con enseñar el coño a mi primo.

-Pero ahora, ¿qué?

-¿Ahora qué, prima?

-¿Qué? Recogiendo mis piernas.

-Ah ,ok ok. Perdón. Dijo girando de nuevo su silla bebiendo de su taza.

Golpeé de nuevo la silla ligueramente con mi pie. Y con una sonrisa tímida dije;

-¿Ahora qué, primo?

-Joder, esto es brutal.

-¿Por qué?

-A ver... ¿puedo ser sincero?

-Yo creo que sí, ¿no?

-Vale a ver. -Nervioso, pero decidido a ser sincero-. Giró su silla para quedar enfrente de mí y empezó. És el primero que veo en vivo y en directo. Y me ha gustado más de lo que me esperaba. Yo soy muy morboso o…, vaya…, dentro de mi cabeza me considero morboso y me diste muchísimo morbo desde que te vi. Yo tampoco tenía esperanza con vuestra visita, pero me sorprendiste. Y ahora esto...

Yo le escuchaba atentamente con una sonrisa tibia en mi rostro. Él seguía hablando descontroladamente, como intentando justificase. Pero entonces le toqué con mi pie en su muslo. Y se quedó con su última palabra en la boca. No pudo acabar. Mi pie avanzó hasta tu paquete, que ya había reaccionado. Mi pie sentía su erección tras el pantalón, no llevaba nada debajo… lo podía sentir. Al estar sin camiseta observé su abdomen, cómo estaba hiperventilando. Mi posición era incomoda ya que estaba lejos y el pie que tocaba su paquete estaba en tensión. Así que apoyé mi pie en el suelo y y me senté sobre mi otro pie que estaba en la cama, acercándome un poco más a él.

-¿Y ahora qué, prima? Mientras nos mirábamos fijamente.

Nuestra mirada fue de conexión. Estábamos solos en la casa, el rato había ido de menos a más así que, ante la duda de que él siguiese adelante, tomé la decisión por los dos. Llevé mis manos a su paquete, creo que parecí un poco desesperada, pero lo necesitaba. Pude sentir, ahora sí, su polla muy dura. Debajo del pantalón se apreciaba la silueta de su capullo. Acariciaba lentamente su polla con mis manos. Su parte superior del cuerpo estaba muy tensa. Veía sus manos agarrándose fuerte a la silla. Pero necesitaba ver esa polla.

Mis dedos buscaron el hueco entre la goma y la piel. Bajé el pantalón y su polla quedó totalmente dura, mirando hacia arriba. La admiré, la vi tan bonita, con su capullo totalmente al descubierto, y mis manos agarraron esa preciosa polla. No había visto muchas, pero me pareció la mejor que había visto. Mi mano la agarraba suavemente. Y empecé a moverla arriba y abajo con sutileza. La dureza de la carne me facilitaba la faena, estaba tan dura que me apetecía apretarla fuerte. Pero fui cuidadosa y la mimé. En ese momento no quería soltarla jamás. Mi maniobra cada vez era más entusiasta. Mis manos trabajaban muy bien. Tanto que después de acariciar un poco sus huevos la polla empezó a disparar semen. Tuve que poner la mano que estaba usando para darle placer para que no me salpicara. Haciendo que sus piernas y su pantalón acabará lleno de ese maravilloso líquido.

-Dios, lo siento. Dijo mi primo relajándose por completo en su cómoda silla.

-No pasa nada. Dije contenta de haber provocado la explosión.

Mi mano seguía en su capullo. Y empecé a pasar mi mano ahora muy resbaladiza por su polla todavía dura.

-Joder no me esperaba esto.

-¿Y qué esperabas?

-Durar más.

Sonreímos los dos. La verdad que fue inesperado que se corriera tan rápido.

  • No pasa nada hombre. Sigue dura. Dije sin soltarla y queriendo quitar hierro al asunto, esperando alguna reacción por su parte.

  • Claro. Dijo con total seguridad espatarrándose en la silla mientras todavía sujetaba su polla en mi mano.

  • Cómo que claro. Contesté sonriendo.

  • Este no de calma tan rápido. ¿Qué te crees tú?

  • No es que no te crea, lo estoy comprobando con mis ojos. ¿Pero te quedas ahí parado?

  • Mira como me he puesto. Dijo evidenciando que estaba llenito de semen. A ser cierto estaba repleto, pero no era ni mi menor preocupación eso.

-¿Y, qué? Respondí juguetona y con ganas de más.

Nuestras miradas estaban continuamente conectadas. Me sentía ardiente por dentro y por fuera. En mi mano tenía el antídoto para calmarme. Así que como mi primo no parecía dar el paso, me puse en pie y me coloqué con mis rodillas en sus caderas. Su pringue ahora se pegaba también a mí. Notar ese flujo espeso y pegajoso por mis piernas me hizo excitarme más. Ahora estábamos todavía más cerca el uno del otro. Mi primo no tomaba ninguna iniciativa, pero todas las que yo hacía parecía que no le importaban. Cuando estaba dispuesta a besarle y dar un paso más. Mi primo giró la cabeza moviendo la silla hasta la ventana. Me agarré a él para no caerme y los dos miramos por la ventana, viendo como el coche de alquiler de mis padres esperaba mientras se abría la puerta del garaje. Apoyé mi cabeza en el hombro de mi primo y él me abrazó.

Sin más me levanté, su mano agarró la mía, pero fui alejándome mientras la soltaba. Fui directa al baño y me limpié el interior de mis piernas que se habían llenado de semen. Mientras me limpiaba vi cómo estaba muy mojada. Pude ver mi coño brillar emanando flujo a litros. Pero estaba muy enfadada por no haber llegado a más, por no haber aprovechado ese momento. Decidí ir a mi habitación e intentar desconectar. A los pocos minutos llegó mi madre y pensaba que aún dormía. Después de saludarme, me levanté para vestirme y bajar con la familia.

Hasta la hora de comer no volví a ver a mi primo, ese nuevo encuentro  se me hizo eterno. Necesitaba ver su mirada de nuevo, necesitaba saber que no había acabado allí nuestro momento. Y sólo verlo aparecer busqué sus ojos, cosa que él también me buscó al instante. Fui algo fría, pero esa mirada me ayudó a saber que algo estaba por llegar.

  • Esta tarde la prima y yo iremos a la playa, le presentaré algunos amigos. ¿Os parece bien? Preguntó a mi tía y mi madre que estaban limpiando un pescado que habían comprado.

  • ¡Ooh! Muy buena idea. Dijo mi madre volteando su cabeza para mirarme. Sonreí afirmando que realmente también me parecía una buena idea. Mi tía también confirmó el propósito y preguntó dónde iríamos y con quién. A lo que mi primo le dio la respuesta.

Después de comer subí a prepararme. Me puse un vestido veraniego con mangas que parecía una camiseta larga, y mientras me acababa de peinar y poner las sandalias, sentada al borde de la cama, vi mis braguitas en el espejo de la habitación. Pensé que era mejor ir sin ellas para dar más morbo al momento. A pesar de estar en un lugar desconocido y con gente desconocida, quería tener esa sensación de riesgo y peligro; me gustaba y me ponía más cachonda. Levanté mi vestido para llegar a mi braguitas, las bajé por mis muslos y las dejé caer a mis tobillos. Levanté un pie, seguidamente el otro y las puse en el bolso, por lo que pudiera pasar. Bajé al comedor y esperé a mi primo que no tardó mucho en llegar. Venía con su vestimenta habitual. Nos despedimos de los familiares y fuimos al garaje. Allí empezó una aventura maravillosa, una aventura que quedaría grabada en mi mente como las escrituras antiguas de Egipto. Su mano paso por mi cintura y me apretó hacía él.

-¿Vamos?

Sonreí y cogí el casco que me ofreció. Subí a la moto y me agarré fuerte, en el abrazo pude comprobar que estaba muy en forma. Jujujuju. Un caramelito. Tras unas cuantas curvas y caminos llegamos a un bosque, donde aparcamos en el inicio del camino. Dejamos los cascos en la moto y empezamos a caminar. El camino no era fácil, pero mi primo me ayudaba en todo momento. Finalmente llegamos a una roca y el final del camino, pero literal. El camino se cortaba en seco y si asomabas la cabeza se veían las olas chocar contra las rocas. Una preciosidad de foto, a lo que pregunté.

-Y aquí voy a conocer a tus amigos?

-¿Amigos? Pensé que querrías algo de intimidad, un poco de tu y yo a solas.

-Bueno, no me importa, pero pensé de verdad, que íbamos con algún amigo tuyo.

-No soy de muchas amistades. Vengo aquí de vez en cuando para desconectar, componer alguna canción, dejar fluir mi imaginación, entre otros.

-¿No tienes amigos?

-Alguno, pero normalmente vamos a escalar, bucear...

-¡¡Qué guay!!

-Podemos ir algún día.

-Al final nos van a faltar días a ti y a mí... Dije con ganas de entrar en acción.

-¿Por qué?

-¿Porque? Por nada, por nada. Dije mirando de nuevo ese maravilloso paisaje.

El silencio nubló durante unos segundos nuestra conversación. Mi primo tomó asiento delante de mí. Yo estaba en la roca más grande de allí. Solo escuchábamos las olas impactar contra las rocas y las ramas de los pinos crujir. Si mirabas delante, el horizonte; si mirabas atrás, bosque espeso. Me había traído al sitio idóneo para satisfacer nuestras mentes morbosas. Entonces ¿por qué no entraba a la acción? Eso me hacía ser cauta en todo momento. Yo hasta ahora no había tenido muchos ligues, pero normalmente siempre era el chico quien se había lanzado. Él era distinto. ¿Tímido? ¿Quizá inexperto?

Hablamos durante un buen rato. Pero en mi mente solo pasaba por abrir mis piernas y hacer que mi primo se amorrase entre ellas hasta correrme. Estaba ansiosa, caliente, cachonda.

-¿Qué, prima? Rompiendo ese silencio tras no haberme dejado de mirarme.

-¿Qué, primo? Sonriente, provocada por el nerviosismo.

-¿Qué tenemos que hacer tú yo?

-Pues no tengo ni idea.

-Lo de esta mañana, ¿qué?

-Ha estado bien, ¿no? Buscando una respuesta y saber por dónde salía.

-Muy bien; ya te dije que tengo una mente muy morbosa y me he puesto muy cerdo. No imaginaba correrme tan rápido.

-Bueno ya te dije que eso fue lo de menos.

-¡No, joder!

-Que sí. -Interrumpí, enfadada.

-Antes también lo has dicho, pero me toca la moral. -Se le notaba molesto.

Pero yo quería que entendiese mi postura, así que le dije.

-Mira, escúchame. Que te hayas corrido me ha puesto aún más cachonda. Eso significa que estabas 100% metido en lo que estaba sucediendo. Además tu polla seguía dura. Y eso me ha puesto el doble de cachonda. -Reímos los dos-.  Yo, si estoy enfadada por algo, que no lo estoy, -remarqué-, es porque no hayamos aprovechado en ese momento nuestros morbos, nuestra mente perversa.

-Joder, venían nuestros padres y somos primos.

-¿Y? Respondí directa y sincera. Queriendo decir que quería más.

La tarde se estaba echando. Se notaba en la temperatura, en la claridad pero sobretodo en el sol que se acercaba al horizonte. No paramos de hablar, de conocernos.

-Oye prima, y que tenías pensado cuando te has puesto encima.

-No estaba en condiciones de pensar. Jajaja.

-Joder ha sido una pasada.

-¿Que es lo más morboso que has hecho? Pregunté, para subir un poco la temperatura de la charla.

-Pues no creas que soy un experto. Jajaja, -reía, nervioso-, poca cosa. Remató apartando su mirada.

-Yo tampoco tengo mucha experiencia.

-Ah, ¿no? Pues no lo parecía está mañana.

-Me dejé llevar.

-Y ¿Por qué?

-Buufff... -Resoplé-, pues porque soy una mente inquieta.

-Me encantas... -tras comenzar a acariciar mi espinilla con sus dedos.

-Noooo. Dije convencida y con una sonrisa en la cara, ya que no dejaba de gustarme escuchar esas palabras.

-Síííí...

Nos miramos con fuego. Nuestra mirada lo decía todo entre nosotros. Su mano iba acariciando mi pierna pero cada vez iba más arriba, ya había superado mi rodilla. Hice un gesto para aprobar ese movimiento que estaba haciendo, cada vez más profundo. Apoyé mis dos piernas firmemente en el suelo más abiertas que mis hombros. Esperando que sus manos llegarán al destino más gustoso. Sus manos iban subiendo en cada caricia un poco más. Hasta que llegó a mi ingle. Allí su mano se detuvo y su mirada se alzó hasta mis ojos.

  • ¿Y tus bragas?

Me estalló una carcajada.

-En el bolso.

-Hostia puta prima. ¿Has venido así a propósito?

-¿Dudabas de mí?

-Eres una guarrilla.

-No, -apretando mis piernas bloqueando su mano. Porque no soy una perra cualquiera: ¡soy la más perra!

Su mano subió hasta mis labios vaginales y empezó a deslizar sus dedos por mi coño resbaladizo. El sol cada vez estaba más abajo. Se veía cada vez menos. Mientras mi mirada se perdía en el horizonte, mi orgasmo llegaba. Mi primo se levantó y se puso a mi lado. Le rodeé con mis brazos y se apoyó en mí. Sus dedos no paraban de tocarme. Mi respiración estaba disparada y cuando sus labios se posaron en el lóbulo de mi oreja empecé a correrme. Apreté mis brazos abrazándome a su cuerpo musculoso.

-Si prima, te lo mereces.

Llegué a un orgasmo brutal. En un lugar idílico, posiblemente sea el orgasmo más bonito que jamás haya tenido y tendré. Fue espectacular. Cuando recuperé mi ser, sentí a mi primo muy cerca, como cuándo recuperas el aliento después de un orgasmo compenetrado con la otra persona. Pero en esa ocasión estábamos vestidos, de pie, en un lugar de plena naturaleza y belleza abrumadora. Tan cerca de mí que su polla apretaba mi muslo de una manera anormal. Retrocedí mi cabeza y busqué su boca. Empezamos a besamos mientras mis manos sobaban su paquete. Estaba extremadamente dura. Sentía todo el perfil de su carne a través del pantalón. La luz natural estaba ya muy baja, cuando unos destellos de una luz azul iluminaron el bosque.

-Mierda, no puede ser.

-¿Que es eso? Dije deteniendo mi manoseo.

-La poli. Mi moto está mal aparcada. Quédate aquí no te muevas.

Mi primo salió disparado y me dejó allí, temblorosa y mojada. Ansiosamente desesperada por su polla. Miré al horizonte y escuché cómo discutía con la policía. Así que encendí la cámara del móvil y con bastante dificultad cruce el bosque hasta llegar a la moto. Conseguimos que no le multaran al decir que era un vecino y no un turista. La policía tuvo muy buen papel, la verdad. En cuanto se fueron recuerdo cómo nos abrazamos, con una complicidad especial. Sus manos acariciaban mi espalda con la yema de sus dedos, las mías su pelo, masajeando el cuero cabelludo. Fue un abrazo largo, tranquilizador, transmisor de toda la pasión que sentíamos el uno por el otro.

-Parce que hay señales para que no estemos juntos...

-Menuda mierda. Dijo mientras me agarraba del culo y me levantaba entre sus brazos.

Salimos de aquella urbanización y fuimos a un mirador que había de camino a casa. Paramos la moto y nos acercamos al lugar. Donde, como una pareja haría, me rodeó con sus brazos y nos deleitamos de aquella postal que nos ofrecía el mirador. Había más gente y cerca del sitio circulaban coches, no era un lugar muy amplio. Pero allí estábamos como dos tortolitos. Mientras hablábamos me susurró en la oreja.

-Podrías regalarme las bragas que supuestamente tendrías que haber llevado según marcaba mi fantasía.

-Vaya, así que ya habías recreado este encuentro.

-Por supuesto!

-Entonces tendrás que ganártelas.

-¿Más?

  • Pero ¿Qué mérito tienes? No has hecho nada.

  • Vale vale... Me agarró de una nalga bien fuerte, mientras nos alejábamos del mirador para dejar a otra gente admirar aquél lugar.

Emprendimos el camino a casa, teníamos que cenar con la familia, estuvo acariciando mi pierna, explicándome lugares y cosas de la isla. De película vamos. También intentó manosear mi coño salvaje. Pero le dije seriamente que condujera, las motos no eran mi mejor manera de viajar.

Al Llegar a casa, entramos la moto al parking y allí, pegados a la puerta de entrada bloqueando cualquier intrusión, hicimos un poco más el marrano. Los morreos no eran muy intensos, pero nuestras manos no daban abasto. Era una delicia poder tocar el cuerpazo de mi primo. Él no se quedaba corto. Iba muy salido. Mi vestido subía un par de palmos cuando manoseaba mis tetas. Un sobón. Cuando llevó las manos debajo del vestido para hacer las últimas guarradas, se encontró mis braguitas pegadas a mi coño. Durante el trayecto las cogí del bolso y las introduje ligeramente en mi rajita. Dejando la mayor parte por fuera. Esperando darle una sorpresa. De esa forma él mismo consiguió alcanzar su premio.

Si gesto para cogerlas fue brutalmente morboso. Sutilmente las sacó y las encerró en su mano como la medalla más preciada. Yo puse cara de niña buena y nos besamos suavemente para subir de nuevo a la casa.

Acabé el día agotada. Cenamos y me fui a la cama mi mente y cuerpo no daban para más.

Día 4:

Día de playa. Salimos temprano después de desayunar. Llegamos de los primeros, a una cala preciosa. Mis tíos y primo conocían a la perfección todo aquello. Una vez allí colocamos todo tinglado, como os dije mi familia iba bien preparada. Y mi primo había cambiado su actitud por completo, se notaba muchísimo. Los otros días no hablaba mucho, este sí. No fue directamente al agua a refrescarse, se quedó en la toalla que colocó bien cerca de la mía. Eso sí, su instinto no podía quedarse mucho más tiempo allí. Así que me propuso ir a bucear. Acepté con ganas, ya que ese tipo de actividades, como otras, me encantan.

Me facilitó las gafas, un tubo y al disponer solamente de unas aletas, me las dejó a mí.

-Así no te dejo atrás. Dijo bromeando.

Puse cara de tonta, siguiéndole la broma. En pocos minutos estábamos bastante lejos y mi primo ya me había tocado varias veces el culo. Cosa que no me disgustaba, la verdad. Fuimos rodeando las rocas hasta que dejamos de ver la playa. Pero delante de nosotros aparecía una diminuta cala, donde el agua constantemente se comía la tierra. Con un poco de cansancio, ya que en el mar todo parece cerca, pero está más lejos de lo que aparenta. Llegamos a la "cala" si la podemos denominar así y me costó dios y ayuda sacarme las aletas.

-Mira, ven. Dijo tras empezar a subir por una roca lisa.

Prometo que lo intenté, pero no fui capaz de subirme. Entre que iba descalza y los nervios... si nervios del momento, de la tensión del mar. Estiró su mano y me ayudó a subir con cierta facilidad. Una vez arriba lo vi más fácil. Pero cuando me acomodé en la parte más alta de la roca, aluciné. Podía ver la cala donde estaba nuestra familia rodeada por esas montañas. Barquitos un poco las alejados de la playa, una imagen muy bonita.

Entonces sentí a mi primo moverse. Cuando me giré casi chocamos con nuestras cabezas.

-Uuuyyy casi…, dije llevando mi mano a su pelo y poniéndolo detrás de la oreja después de evitar el golpe. Lo vi excesivamente sexy, todo mojado, apoyado en sus manos con las piernas recogidas. Estaba de anuncio de perfume. Él de anuncio y yo de película porno, por qué estaba muy encendida. Llevé mi mano a su paquete por encima del bañador.

-Waaaa, eres la caña.

-¿Hoy también nos has imaginado aquí?

-No, por eso aún es mejor.

Agarré su polla, que empezaba a endurecerse, a través del bañador. La pajeé como pude, hasta que mi primo se quitó el bañador para facilitarme la faena. Se lo quitó por completo, cosa que me encantó. Agarré la polla con mi mano y eché un último vistazo a la cala de donde veníamos y los alrededores. Nadie podía haber en ese recoveco del mundo, pero lo hice  para asegurarme que nada ni nadie nos molestaba. No sé, fue un gesto de por fin voy a poder comerme una polla. Me incliné y empecé a chupar la polla de mi primo. Tuve que ajustar la distancia, pero su polla se puso dura en segundos. Me metía su polla en la boca y cada vez que tocaba lo más hondo de mi garganta, daba un gemido que me alteraba todavía más. Mi boca sacaba más saliva de lo normal, supongo que al estar inclinada era pura lógica. Cuando la baba me hacía casi atragantar, sacaba la polla de mi boca, tragaba saliva y pajeaba aprovechando que la saliva servía de lubricante. Pero no dejaba mucho rato esa polla fuera de mi boca. Podía escuchar las olas del mar, la saliva de mi boca y los gemidos de mi primo. No tardé en sacar la leche de esa polla. La tenía tan cerca que podía ver cómo la raja del glande se abría para expulsar la leche a chorros. La gran mayoría del semen cayó sobre la piedra, algo sobre la pierna que tenía apoyada sobre esta. Me incorporé tras esa mamada y nos besamos.

  • ¡¡¡¡¡Wwwaaaaaaaaaahhhhh!!!!! Mi primo se levantó y gritó al viento. En pelotas, su polla quedó a la altura de mi cara. Se contoneaba de lado a lado.

  • No quiero que te vayas nunca prima. Dijo agachándose y dándome un pico en los labios.

Sonreí desde la misma postura que acabé, no me atrevía a moverme mucho, ya que no quería caer al agua desde allí.

Mi primo se colocó de nuevo el bañador y bajamos a la arena de esa mini cala, para poder regresar. Mientras nos preparábamos, los barcos habían empezado a moverse, recién despertaban. Yo imaginaba que alguien nos había visto y seguía con mi morbo mental.

Pasamos el día en la playa. comimos en un restaurante y llegamos por la tarde a casa. De nuevo tarde de cóctel, merienda cena y prontito a dormir. Esa noche tuve que correrme en la ducha, ya que dormía con mis padres y no era plan. Jajaja

Día 5:

Cambio de casa.

Nos tocó cambiar de casa, con mucha pena, como podéis imaginar. Íbamos a ir a la de la tía de mi madre. Una señora algo más mayor.

Desayunamos tranquilamente y preparamos las cosas. Yo no tenía muchas cosas en la maleta así que acabé temprano. Yo quería despedirme de mi primo cómo mandaba la ocasión. Me puse nerviosa, inquieta y hasta algo enfadada. No quería dejar de tener esas sensaciones con mi primo. Estaba siendo una verdadera pasada. Dejé mi maleta en la puerta y mi mente solo planeaba cómo poder tener un último encuentro con él. En el garaje, no, porque habría mucho movimiento. En el baño muy poco tiempo, y sería muy sospechoso. Cuando ya empezaba a darlo todo por pedido mi tía me dijo si me había despedido de mi primo. Y dije que no. Con un grito le dijo que bajara, pero no respondía. Mis padres bajaban por las escaleras cuando, se me encendido la bombilla.

-Ya subo a darle una colleja. Le dije a mi tía.

  • Sí, sí, mejor cariño. Y dile que baje a despedirse.

Así que ilusionada piqué en la puerta y sin más entré.

  • ¿No te vas a despedir de tu mejor prima? Dije a sus espaldas; como siempre estaba enganchado al ordenador.

  • Pues no. Contestó seco y serio.

Me acerqué por detrás, puse mi mano en su pecho desde detrás de la silla y lo acaricié. Cómo no, estaba sin camiseta. Así que sentí esos músculos que me ponían tan perra.

  • Ha sido una pasada. Gracias.

  • Pues sí. La verdad, una locura.

  • ¿Se repetirá? Preguntó alzando su mirada.

  • Puede... fui bajando mi mano por su pecho.

  • ¿La última? Preguntó con esa sonrisa pícara.

  • No. Dije cachonda perdida.

Mi mano agarró su polla por el pantalón de pijama. Una tela muy fina, tan fina y ligera que se podía hacer a un lado con mucha facilidad. Su polla apareció por su pierna y me deshice. Como una posesa hice hueco entre la silla y la mesa de juego ansiosa de polla. Me arrodillé y empecé a chupar. Mi primo parecía también desatado, ya que sobaba mis tetas con ganas y al poco tiempo estaba metiéndome mano por debajo de mi pantalón y braguitas. Quería dejar mis babas impregnadas en su polla para siempre. La mano que tenía libre se apoyó en mi cabeza y apretó ligeramente, como dándome indicaciones de que quería más. Así que hundí mi cabeza entre sus piernas y su polla tocó mi garganta. Aguanté unos segundos y cuando saqué de nuevo la polla de mi boca pude ver la cara de placer que tenía mi primo. Sonreí y volví a lo mío. Acabé en pocos segundos, esta vez para tener un mejor recuerdo, me tragué por primera vez en mi vida el semen de mi primo. No dejé ni una gota. Me lo tragué todo. Mi primo, mientras se corría en mi boca, metía dos dedos en mi coñito y provocaba mi orgasmo al mismo tiempo que me deleitaba de ese delicioso néctar. Recuperamos el aliento y lo último que hice desde el suelo fue apuntar mi número de teléfono en su pierna. Después de anotar el último número mordí, dejando una buena marca. Y salí de aquella habitación con una doble sensación, sensación de incredulidad y de tristeza. Con el sabor de semen en la boca, me despedí de mis tíos marchándome al coche para ir olvidando lo más rápido posible.

Acabé los días en Mallorca imaginando de todo. Me imaginaba con mi primo, con el que vendía helados, con cualquiera que se cruzará con mi mirada. Soy así. soy inagotable.

Continuará...