Mis tres trofeos (Parte 13)
Se acaba la temporada de fútbol y toca elegir al mayor goleador, el jugador mas regular y el mejor jugador. ¿Quien ganara más? Yo voy con ventaja... Opto a cuatro trofeos.
Otro relato de esta serie que al parecer tanto os gusta (cosa que me alegra, jeje…) Espero que disfrutéis y valorareis y comentéis. Gracias.
Después de la orgia en el pueblo de la prima de mi novia, volvimos a nuestra rutina de siempre: Ir a clase, quedar juntos, quedar con los amigos, mantener relaciones sexuales solo nosotros juntos y yo entrenar y jugar a futbol. Estaba en un equipo de futbol once, nuestros resultados eran normales, victorias y derrotas casi por igual. Y aunque mi posición era de defensa, todo el mundo sabe que sin mi habría muchas más derrotas. No es que quiera echarme flores, pero cuando he faltado es cuando se ha notado.
Todo ocurrió casi a final de temporada, el entrenador dos años mayor que yo iba a celebrar su cumpleaños a la vez que la cena de equipo de final de temporada, por lo que podíamos llevar a nuestras novias, si es que teníamos, para estar más gente. Yo se lo explique a Cris pero esta no quiso venir, ya que la gente de mi equipo no le caía demasiado bien. Para dejarla tranquila, le dije que cenaría con el equipo saldría un poco y me iría pronto a casa. Ella aceptó mi plan, y finalmente llegó el día.
Salí de casa para ir al local del club donde íbamos a cenar. Vestía con una camisa negra, unos vaqueros oscuros, zapatillas de calle y un abrigo ligero ya que no hacía mucho frio, pero por si acaso. Me había peinado y puesto un poco de colonia, ya que al fin y al cabo íbamos a salir, así que había que ir guapo.
No llegué el primero pero tampoco el ultimo. El entrenador ayudaba a algún directivo a prepara la cena, mientras algunos del equipo hablaban en las mesas y otros ayudaban cuando se pedía. Me senté en un sitio estratégico, estaría centrado, con lo que tendría mucha gente con la que hablar, y además, al estar apoyado en la pared de atrás, no podría salir para ayudar ni nada.
Poco a poco el local se fue llenando con mis compañeros y algunas novias. A mi lado solo tenía chicos, pero en frente estaba sentada la novia de Alex, Ana. Era un bombón rubio, un par de años más joven que yo, de la misma estatura que Cris, con unos pechos que me cabrían perfectamente en la mano, y un trasero perfecto y en su sitio, acompañado por unas piernas que quitaban el hipo. Llevaba puesto un vestido negro, liso, de un solo tirante, que le llegaba hasta la mitad de los muslos, mostrando un bonito escote y sus preciosas piernas, acompañado por unos tacones altos y negros. Tenía el pelo completamente liso, y este le caía por la espalda, sus ojos verdes eran preciosos y los labios los tenia ligeramente pintados de rojo.
Alex era uno de los que mejor me caía del equipo, solemos reír, hablar y aunque su posición en el campo está alejada de la mía, solemos jugar bien juntos y sabemos dónde puede estar el otro para hacer un pase largo, etc…
-Buenas Alex.- Lo saludé chocando las manos.
-¿Qué tal tio?- Me pregunto, devolviéndome el saludo.
-Aquí, a ver si comemos un poco, jeje…
-Jaja… Eso, eso… Te presento a mi novia, Ana. El es Javi.- Nos presentó y nos dimos dos besos. Pude oler su perfume, y debo de admitir que quede completamente embriagado, y sin darme cuenta ella me dio el segundo beso muy cerca de la comisura de los labios.
-Encantado, Ana.- Le dije una vez nos separamos y nos sentamos.
-Igualmente.- Sonrió ella dulcemente.
-¿Y tu novia?- Me preguntó, Alex, al verme solo.
-Lleva varios días estudiando mucho y estaba cansada.- Mentí.
-Vaya, podríamos habernos conocido.- Suspiró Ana desilusionada. -Otro día.- Volvió a sonreírme como antes.
Faltaba ya poca gente, y al lado de Ana se sentó la novia de otro, para que así pudieran hablar las chicas. Y cuando todos estuvimos, y tras una pequeña charla del “míster”, se sirvió la comida y la bebida. De primero unos espaguetis con tomate y chorizo. Se podían beber refrescos, agua o sidra. Yo empecé por un refresco de naranja, al igual que Ana. Alex tomos un refresco de cola y la comida empezó animada, con algún brindis repentino y mucho alegría.
De segundo, había un par de filetes con patatas fritas. En ese momento, Alex y yo nos pasamos a la sidra y Ana siguió con su refresco. Los temas eran variopintos, y se cambiaba rápidamente de uno a otro. Incluso de vez en cuando acabas hablando con alguno que estaba a cinco personas de distancia. Ana, a diferencia de Alex, y de mi, solo había pedido un filete y una vez terminado, siguió hablando con nosotros.
-¿Y cuanto tiempo lleváis ya, Cris y tú?- Me preguntó Alex.
-Pues...- Casi pego un bote del susto, pero después de tragar saliva haciéndome el despintado seguí hablando. -Vamos a hacer cinco años.- La espalda me sudaba y no sabía a dónde mirar. Un pie desconocido, pero que me imaginaba de quien era, acariciaba mi entrepierna por debajo de la mesa. -¿Y vosotros?- Conseguí preguntar, a ver si de aquella manera el pie se detenía.
-Dentro de muy poco haremos un año.- Me contestó Ana con una sonrisa en sus labios.
-Parece mentira.- Se decía a si mismo Alex. -Y parece que fue ayer, ¿Verdad?- Le dijo de pronto Alex a Ana.
-Ya ves cariño.- Le contestó, tras dar un pequeño bote por la sorpresa de la pregunta. En ese momento la pierna dejo mi entrepierna. Alex, le dio un pico a Ana, justo a la vez que esta volvía a subir su pierna, pero antes de que llegara hasta la entrepierna, cerré las rodillas y atrape el pie a medio camino. Intento forcejear para librar su pie, pero no pudo.
-Voy al baño, ahora vuelvo.- Comentó Alex, levantándose y marchándose, dejándonos "solos".
-¿Qué haces?- Quise saber, sin que nadie se enterara. Al fin y al cabo, era la novia de Alex.
-Me dirás que no te ha gustado.- Sonrió Ana. -He notado como crecía.- Me explicó.
-Los dos tenemos pareja.- Intentaba convencerla.
-Yo voy a los partidos para verte y animarte a ti.- Me explico en voz baja.
-¿Y Alex?-
-El único modo de no llamar la atención, para acercarme a ti.
Sus palabras me habían noqueado, tanto que solté su pie. Ella aprovecho ese momento para volver a disfrutar del bulto que tenía en la entrepierna, y tras eso volver a ponerse el zapato. Al poco llegó Alex, y tuve que esforzarme para parecer que estaba normal. Evitaba mirar a la cara a Ana, aunque ella intentaba llamar mi atención rozando su pierna con la mía.
Poco después vino el postre, un trozo de tarta de queso con una bola de chocolate de acompañamiento. Empecé a comerlo con pocas ganas, pero como no quería que Alex me preguntara y tener que volver a mentirle, pues hice un nuevo esfuerzo.
-¡Ay! Que frio.- Exclamo de pronto Ana, aunque solo Alex y yo nos dimos cuenta y la miramos. Un pequeño trozo del helado de chocolate resbalaba por el escote de Ana. Actué sin pensar y le acerque una servilleta para que se lavara. -Gracias.- Me dedico una sonrisa que me volvió a noquear, y con cierta sensualidad, se limpio el escote, bajo la atenta mirada de Alex. Yo por mi parte la miraba a los ojos, hipnotizado.
-Ten cuidado.- Le "regaño" Alex.
-Ha sido sin querer.- Explicó Ana, aunque en ese momento me guiño un ojo. Solo yo me di cuenta, tal y cómo ella quería, y en seguida lo entendí. Se había manchado apropósito para que yo la mirara.
Mi cabeza daba vueltas y cada vez estaba más confundido. Sin darme cuenta llegamos al momento de tomar una copa y repartir los premios de la temporada. Primero iba el de mayor goleador. Todos sabíamos quien había sido, pero se hizo ambiente de suspense y sorpresa cuando el entrenador dijo su nombre.
-¡Alex!- Todos aplaudimos y Alex con una sonrisa en la cara se levantó y fue a recoger un pequeño trofeo con un futbolista chutando un balón. Se acerco a nosotros tras levantarlo y le felicitamos. De nuevo se hizo el silencio y volvió a hablar el entrenador.
-Ahora vamos a dar el de la regularidad. El ganador es... ¡Javi!- Todos me miraron y yo abrí los ojos como platos. No me lo creía. Nunca había ganado un trofeo como esos. No podía salir de allí para recogerlo, así que opte por pasar por debajo de la mesa. Nada mas bajar, pude ver como Ana, me invitaba a meterme entre sus piernas. Las tenia completamente abiertas, aunque no veía si llevaba ropa interior. Hice un amago de entrar, pero finalmente conseguí desviarme, a la vez que ella cerraba las piernas y me dejaba paso para salir. Recogí el premio, completamente sorprendido.
Iba volver a mi sitio, pero no me apetecía volver a pasar por debajo de la mesa, así que fui a quedarme de pie, cuando Alex me invito a sentarme a su lado. Entre él y Ana. Dudé, pero finalmente me acerqué y me senté. Tras recibir sus felicitaciones, volvió el silencio.
-Y ahora el de mejor jugador. Ha sido difícil de elegir. Muchos lo merecíais, así que para hacerlo mas interesante diremos tres nombres y os tendréis que levantar, en plan final.- Todos aceptamos, y entre el entrenador y los directivos eligieron a los dos que acompañarían al ganador. -Muy bien, los tres finalistas son... ¡Alex!- Alex se sorprendió pero se levantó y fue hasta el entrenador. -¡Miguel!- Era un centro campista bastante bueno, que sin duda se merecía el premio, pero entre ellos dos, no sabría decirlo. -Y el tercero es... ¡Javi!- De nuevo, me quede alucinado, pero a diferencia de antes me levanté tranquilo sabiendo que yo solo era para que la pelea estuviera igualada entre ellos.
-Suerte.- Le comenté a los dos, cuando llegue hasta ellos.
-Gracias.- Contestaron los dos a la vez.
-Y el mejor jugador del equipo es... ¡Javi!- Sabéis como es una estatua de piedra, pues en ese momento no era rival para mí. Miguel y Alex, me felicitaron tras la conmoción principal, y yo no sé ni cómo pude responder. Cogí el trofeo y lo celebre levantándolo, a lo que todos alzaron sus bebidas y bebieron al unisonó. Después me acerque a Alex y Ana, los cuales me felicitaron, y Ana me dio dos besos.
-Dos trofeos Javi. Creo, sinceramente, que te los mereces más que nadie.- Me felicitó Alex.
-Felicidades Javi, y ya lo siento por ti Alex.- Intentó parecer triste Ana, aunque tras nuestra conversación pude notar como estaba mintiendo.
-Tranquila. El año que viene te ganare, Javi.- Me retó Alex, a lo que yo le estreche la mano.
Poco después recogimos todo, y salimos del local para decidir a donde ir. Yo había tenido mucho, además de que cargaba con los dos trofeos. Pero entre Alex y Ana, aunque para mi sorpresa más por parte de Alex, consiguieron convencerme para que saliera con ellos. Habían elegido ir a una discoteca que estaba de moda en ese momento, y como estaba algo lejos tuvimos que coger un par de coches. Obviamente, yo, seguramente el mas responsable en ese sentido y el que menos había bebido, tuve que coger mi coche. En mi coche fuimos Alex, Ana y yo, ya que el resto ya estaba colocado en otro coche. Fue un viaje silencioso, pero para mí fue tenso y largo. Por suerte llegamos pronto hasta la discoteca y una vez nos juntamos todos, los chicos tuvimos que pagar para entrar.
-¿Que quieres Javi? Yo invito la primera.- Me dijo Alex, pero yo le pedí un refresco de naranja ya que luego tenía que conducir. El por el contrario cogió un cubata para él y otro para Ana. La música era buena, la compañía agradable, pero aun seguía alucinando por el comportamiento de Ana.
La mayor parte del tiempo simplemente nos movíamos para parecer que bailábamos, aunque de vez en cuando, Ana y Alex se juntaban mas para bailar juntos, y en esos momentos Ana me dedicaba miradas de lujuria. Sin poder aguantar más, me marche al baño, avisando previamente a la pareja. Una vez allí me acerque a una taza, sin cerrar del todo la puerta y comencé a mear, dejando de pensar en todo. Fue entonces cuando alguien entró en el baño, de primeras no le di importancia, pero había algo que no me gustaba. De casualidad me di cuenta de que quien fuera que acabase de entrar en el baño vestía tacones. Solo había una persona que en ese momento entraría en los baños de los chicos con tacones. Ana. Cuando me di la vuelta, la tenia justo en frente de mi.
-Hola, guapo.- Me saludo, como si nada. Yo por mi parte, me di la vuelta, me limpié y me subí el bóxer.
-¿Qué haces aquí?- Le pregunté mientras subía mis pantalones.
-Tú eres lo que me ha traído aquí.- Me contestó. -Así que...- No pudo terminar de hablar, ya que alguien entraba en el baño. Fue un segundo de angustia, pero ambos entendimos que así debía de ser, y tras alargarle una mano ella entró y yo cerré la puerta, sentándose de golpe en la taza cerrada..
-Estás loca.- Le susurré.
-Tú me vuelves loca.- Se insinuó y comenzó a alargar una de sus manos para acariciarme pero se detuvo en seco.
-Javi, ¿Estás bien?- La voz era de Alex.
-¿Qué pasa?- Le pregunté yo dejando de mirar a Ana. Momento el cual ella aprovecho para bajar mis pantalones, sin abrochar. La miré y ella rio divertida. Sus manos buscaron mis bóxer, y aunque tuve que forcejear, en seguida me detuve ya que estábamos haciendo mucho ruido.
-Es que como te has ido tan de repente, no sabía si te pasaba algo.- Comentó Alex.
-No, no, tranqu...- No pude hablar, Ana, tenia agarrado mi pene, que crecía por momentos siendo estimulado por Ana, a la vez que me acariciaba los testículos. Sin poder resistirlo comencé a excitarme y mi pene empezó a ganar tamaño. -Tranquilo, creo que me ha sentado mal mezclar la sidra con el refresco.- Le volví a mentir. En ese momento, Ana introdujo mi pene en su boca y empezó con una increíble mamada, arrancando un pequeño gemido de placer.
-¿Seguro?- Quiso saber Alex.
-Sí, sí... No te preocupes.- La excitación aumentaba cada vez, más sobre todo viendo la cara de lujuria de Ana.
-Está bien, te espero fuera.- Se despidió Alex, marchándose.
-Joder, Ana...- Ella detuvo sus movimientos sacándose mi pene y mirándome a los ojos mientras me masturbaba lentamente. -No pares pedazo de guarra.- Aquello contento a Ana, que tras una pequeña sonrisa, volvió al trabajo, mientras yo le agarraba la cabeza con una de mis manos para notar su movimientos.
Tras un buen rato, se detuvo y me sentó a mí en la taza. Se colocó delante de mí y comenzó a bailar sensualmente. Mi pene daba pequeños botes por la excitación, estando completamente bañado en la saliva de Ana. Tras provocarme con movimientos increíbles, se deslizó el único tirante de su vestido, y este cayó hasta el suelo dejándola solo con su ropa interior, un precioso conjunto de tanga y sujetador de color negro, con algunos bordes verdes, que le quedaban de miedo.
-¿Te gusta?- Me preguntó colocándose en una posición provocativa, y a la vez con voz de niña buena.
-Demasiado.- Le confesé sin dejar de mirarla. Ella rio y se volvió a acercar a mí, para quitarme la camisa. Después se inclinó dándome la espalda dejándome ver su perfecto trasero con aquel tanga. Asomó su cabeza por el lado izquierdo y tras relamerse me dio permiso para hacerle lo que quisiera. Lo primero que hice fue agarrarle el culo y disfrutarlo, para después bajar lentamente el tanga, dejando a la vista su ano y su húmeda y depilada vagina. Me acerqué lentamente y le di un lametón que empezó en su clítoris y termino en su ano.
-Umm... Javi... Cuantas ganas tenia de que me hicieras eso...- Su respiración había empezado a entrecortarse y algún que otro gemido comenzó a salir de su boca, a la vez que introducía mi lengua en su vagina. La saboreé y disfruté de ella como nunca. Para mayor comodidad de ambos, tenía una pierna agarrada, levantándosela para que su vagina estuviera más abierta y accesible. -Javi, métemela... No puedo esperar...- Parecía suplicarme, como si la vida le fuera en ello.
-Está bien, te lo has ganado.- Le avisé levantándome, a la vez que le dejaba que se apoyara en el suelo con ambas piernas, aun con los tacones puestos. Sin avisarla, acaricie su vagina con mi pene, humedeciéndolo, para penetrarla fuertemente. La introduje hasta dentro de un solo golpe, y la deje allí un rato, dejándole a Ana que lo sintiera bien, tras unos intensos segundos en los que Ana, gemía y me agarraba una de las manos que tenia cogiéndole de la cintura, arranqué y comencé a embestirla suavemente. Poco a poco, Ana empezó a gemir más fuertemente.
-Javi... Dame más... Dame más duro...- Sus palabras se mezclaban con sus gemidos, que hicieron que me excitara aun más, aumentando el ritmo, y la fuerza de mis embestidas, provocando más gemidos y gritos de placer por parte de Ana. Gracias a la música de fuera del baño, nadie que no entrara en el baño podría escucharla, pero eso hacía que ambos nos excitáramos aun mas. Ella ponía el culo en pompa y cada vez se iba agachando mas, haciendo una "L", del revés, con su cuerpo.
-Eres increíble Ana.- Su cuerpo estaba tan caliente que estaba empezado a sudar, haciendo que su cuerpo brillara un poco con la luz de allí y que lo hiciera más apetecible. Cansado de ver aquel sujetador destrozando su precioso cuerpo, lo desabroché rebajando un poco el ritmo de las embestidas. Ana, bajó los brazos para que el sujetador resbalara por ellos y cayera al suelo, dejando su pechos botando en el aire. Sin esperar un segundo atrapé uno de ellos y lo apreté, amasándolo, para luego pellizcarle el pezón. Lo tenía tan duro que enseguida grito de placer.
Poco después, nos detuvimos y empezamos a besarnos, gracias a los tacones, ella quedaba a una buena altura para que no tuviera que agacharme excesivamente.
-Javi, quiero ser tuya…- Sus ojos me decían que iba en serio. -Hazme tuya. Siempre que quieras.
-Eso te lo vas a tener que ganar.- Realmente estaba fuera de mi. En aquel momento solo pensaba en Ana y en mi, los dos solo. Tras mi respuesta, Ana, esbozó una sonrisa picara y volvimos unirnos en un fuerte beso, donde nuestras leguas se entrelazaban jugando una con la otra. Sin esperar mucho, levante una de sus piernas, abriendo su entrepierna, dejando que se apoyara en la pared y en la otra pierna, y con cierta dificultad acerqué mi pene hasta la misma entrada de su vagina, para luego penetrarla lentamente.
Una vez acomodados empecé a embestirla lentamente mientras nos mirábamos fijamente a los ojos, sintiendo nuestros cuerpos desnudos y sudados vibrar con cada una de mis penetraciones. Sus gemidos eran suaves e intensos, y clavaba suavemente sus uñas en mi espalda. En un arranque de placer, agarré la otra pierna de Ana, levantándola en el aire, haciendo que me abrazara con sus piernas para no caerse, y aumente el ritmo de mis embestidas, haciendo que sus gemidos fueran más fuertes y rápidos, y que sus pechos botaran descontrolados.
Ana, tuvo varios orgasmos seguidos completamente descontrolados, hasta que finalmente yo también llegaba a mi limite.
-Ana…
-Espera.- Había entendido que me faltaba poco para llegar al orgasmo, y me obligo a detenerme, dejándola en el suelo. Sin perder un segundo, se arrodilló y se introdujo mi pene en su boca, empezando una mamada a una velocidad endiablada. Sus manos ayudaban a que me siguiera excitando aun más, y su mirada de completo placer me llevó hasta el orgasmo, eyaculando dentro de la boca de Ana. Pero para mi sorpresa no se detuvo un instante mientras mi esperma llenaba su boca.
-Tranquila Ana… Que me vas a exprimir…- Le comente a modo de broma, pero ella siguió un poco más, tragando mi semen, limpiando mi pene y manteniendo la erección de este.
-Ummm… La más rica que he probado nunca.- Se relamió los labios mientras se levantaba. Me miro y me sonrió para luego besarme con dulzura. Yo le devolví el beso, agarrándole del trasero. -¿Crees que me lo he ganado?- Me preguntó separándose un poco de mi.
-No sé, no sé… Por ahora te llevaras mi marca.- Y sin previo aviso la empujé, suavemente, contra una pared, le agarré uno de los pechos y tras chuparle el pezón, subí un poco para hacer un chupetón. Fue largo y cuando acabé, parecía más bien un moratón, pero ella se lo miro satisfecha y sonriendo.
-Gracias.- Me dijo mientras recogía su ropa interior para ponérsela.
-Y también me llevare un trofeo.- Le dije quitándole el sujetador y el tanga. Ella no se molesto, simplemente lo aceptó, y se puso el vestido. El único tirante del vestido, tapaba por completo el chupetón, cosa que no me molestaba. Tras vestirnos, salimos del baño, separados, yo antes, para darle vía libre, y nos volvimos a juntar con Alex, que parecía preocupado.
-Creo que me sentado algo mal de la cena.- Le mentí una vez más. -Lo mejor será que me marche.
-Ana, ¿Te importa si nos vamos?- Le preguntó Alex. -Así, Javi nos puede acercar a casa.
-Está bien.- Contestó, tranquila. Pero hasta que no vio mi mirada, no se dio cuenta de que sus pezones, duros como rocas, se marcaban en su fino vestido, y para mi sorpresa, no hizo nada por escondérmelos.
Tras eso llevé a cada uno a su casa, primero a Ana y luego a Alex. Este no sospecho nada, a simple vista, y me fui tranquilo a casa, en ese sentido, con mis tres trofeos. Ahora tenía un amante y le había sido infiel a mi prometida.