Mis sumisas - Laura, el inicio de todo

Una cita cualquiera me provoca el descubrimiento del placer del sexo con una sumisa

Hasta que conocí a Laura, mis relaciones se pueden considerar de ortodoxas, nada fuera de lo que la sociedad cataloga de normal.

Yo había pasado por un par de relaciones estables y algunos encuentros esporádicos. Estaba en un momento en el que había salido de una relación estable y no quería nada parecido.

Ella venía de una relación tóxica, acababa de romper con una pareja controladora y aunque no llegó a confesarlo abiertamente, había sufrido maltrato físico y psicológico.

Nos conocimos a través de una app, yo llevaba tiempo pero ella convencida por sus amigas más cercanas había empezado a hablar con algunos perfiles, entre ellos yo.

Sus fotos no eran muy llamativas, no eran el típico perfil que buscaba, pero ese día por alguna razón le di a que sí, quería hablar con ella.

Su cara era muy bonita, lo más destacable de las fotos sin duda, redonda, algo rellena, unos ojos oscuros y profundos, una boca pequeñita, seguramente fue lo que me llamó la atención, pelo largo, a media melena castaño. No parecía alta por las fotos, luego comprobaría que así era. Se la veía con algún kilo de más, un ligero sobrepeso, piernas anchas.

Por las fotos se podía saber que se avergonzaba de su físico, ropa ancha, bastante tapada, ni siquiera se la veía sonreír en las fotos, aunque irradiaba belleza.

Las charlas con ella se fueron alargando, no terminábamos de quedar, inicialmente no me llamaba tanto la atención pero fue ir yendo conociéndola y me fue creciendo la curiosidad, hasta que un día le dije que me mandara un audio, se negaba aunque logré convencerla. Eso fue el detonante de querer conocerla.

Hasta ahora las veces que había hablado con otra mujeres a través de estas apps había atrasado el momento de conocernos físicamente hasta tener claro que esa cita acabaría con los dos juntos, aquí tenía más dudas que fuera a suceder eso, pero entre su insistencia, su voz y no disponer de ningún plan que me hiciera cambiar de idea decidí quedar con ella el sábado para cenar.

Quedamos en uno de mis locales favoritos de Madrid, uno que conocía bien igual que los alrededores, digamos que era mi forma habitual. Al saber que ella iría en transporte público yo decidí llevar el coche por lo que pudiera pasar, era más sencillo la rapidez de ir en mi coche que tener que esperar un transporte ajeno.

Cuando la vi por primera vez, la impresión fue la esperada, una chica normal, no vestía demasiado provocativa, muy similar a las fotos. Muy tímida, al saludarnos su gesto natural fue bajar la vista al suelo a la vez que el rubor de las mejillas aumentaba.

Por un momento pensé que la noche no iba a ir como yo quería, las tímidas siempre han sido citas que no solían acabar como quería.

Estando junto a ella pude fijarme que el pecho era más grande de lo que podía parecer, llenaba la camiseta y eso que era amplia, y la boca… Sin duda era eso lo que me decidió haber empezado a hablar con ella, pequeña, bien proporcionada igualmente, labios carnosos, siempre me han perdido las bocas.

La noche fue muy bien, en función del aumento el alcohol también lo hizo la espontaneidad. Habíamos conseguido un amplio nivel de confianza las veces que hablamos por el teléfono móvil, pero no es lo mismo que en persona. Empecé a saber cosas de su relación anterior, la forma de evitar temas y evitando las miradas me dejaban ver que lo paso mal, tenía pinta de ser una chica que nunca le llevó la contraria a su pareja y así hasta el último momento que la hizo detenerse y separarse. Realmente por lo que contaba era el momento, sino difícil vuelta atrás habría tenido.

Nos fuimos a un local más oscuro, más íntimo en el que pudiéramos hablar aunque hubiera música de fondo, el aforo hacia que nos tuviéramos que juntar y así fue como poco a poco agarrando sus manos, alguna caricia acabamos besándonos.

Besaba de maravilla, con mucha ternura, despacio aunque aumentaba la velocidad en los momentos de más pasión. Y ahí, en un rincón del local, mientras acariciaba su culo con una mano y con la otra apartaba el pelo de su mejilla, le dije si quería venirse conmigo a mi casa.

Dudó mucho, pero los besos en el cuello y atraer su cintura a la mía, haciéndola notar mi calentón la terminaron de decidir.

Llegamos al coche parando varias veces en el corto camino para no perder el calentón y que se lo pensara y una vez en carretera me dediqué a meterle mano entre las piernas. No me quiso dejar, pero mirándola le dije abre las piernas y confía en mí. No pensé que fuera a funcionar pero bajo la mirada y lo hizo.

Esa respuesta me sorprendió, no me lo esperaba, no era timidez lo que sentía, estaba muy caliente, lo podía sentir en mi mano, lo estaba deseando aunque quizá el pudor de ser la primera vez que nos veíamos le decía que no debía, pero en cuanto le di la orden de abrir las piernas se ruborizó y cumplió mis deseos, era sumisa y yo estaba por descubrir un mundo.

Empecé a acariciar su entrepierna por fuera del pantalón, con fuerza, apretando para que me sintiera bien. Era un pantalón vaquero y aun así sentía mucho calor irradiando. Ella iba atenta a la carretera y cada vez que un coche pasaba por nuestro lado bajaba la mirada, pero no volvió a cerrar las piernas. Yo me estaba calentando cada vez más viendo como me dejaba tocarla, le pedí que abriera el pantalón y ante su duda volví a hablar con firmeza dándole una orden.

  • ¡Desabróchate el pantalón ahora mismo!

  • Pero nos pueden ver, seguro que no queda mucho para llegar a tu casa.

Insistía intentando con poca convicción que parase.

  • Quiero tocarte ahora, me encanta sentir el calor que sale de ti y ver que te está gustando, desabróchate, que te quiero tocar bien.

Mientras yo intentaba abrirlo en vano con una mano. Ella cedió y apartando mis manos empezó a abrirse el pantalón, lo que aproveché para tocar sus pechos a través de la camisa, pudiendo ver un sujetador que sinceramente no era de mi gusto.

  • Así me gusta, no te imaginas las ganas que tengo de tocarte bien y sentirte. Bájate la bragueta y baja un poco los pantalones, que toques con tu culo en el asiento.

Cuando terminó de bajar el pantalón, agarre su mano y la llevé a mi paquete. Quería sentir su mano, ver que hacía, si le podía la vergüenza. Su pequeña mano, sujeta por la mía estaba en contacto a través del pantalón con mi polla. Empecé a moverla a lo largo, como si de una paja se tratará.

  • Aprieta, agárrala, no sólo poses la mano, yo voy a quitar mi mano y tú vas a seguir.

Así empezó a seguir mis órdenes, con demasiada delicadeza, con miedo. En cuanto hundí mi mano en su entrepierna y solo su braguita se interponía entre mi mano y su coño, se sobresaltó, intentó separar su mano, pero el ordene que siguiera. Dudó yq yo empecé a acariciar la entrada de su vagina, las bragas estaban empapadas, me sorprendió cuanto, estaba ardiendo. Metí un poco el dedo, introduciendo parte de sus bragas dentro. Ella tenía su mano sobre mi polla pero quieta, fue cuando empecé a dar vueltas alrededor de su clítoris cuando un suspiro le vino, echó la cabeza contra el reposacabezas, se escurrió por el asiento para dejarse tocar más y por fin me agarró con fuerza la polla y empezó a querer hacer una pseudo paja por encima del pantalón.

Aparte las bragas y entre en contacto directo con su coño, sin una sola muestra de pelo, perfectamente depilado, suave, caliente, empapado, mi coche olía de maravilla, está mujer tiene un olor maravilloso.

Quise ver hasta que punto había llegado su calentura, saque la mano, abrió los ojos y me miró extrañada, pero no pidió que siguiera, estaba esperando ver que quería yo. Acerqué mi mano a su boca, extendí el dedo corazón dando a entender que lo chupara, no decía nada ni hacia nada, solo me pajeaba.

  • Chúpalo, mójalo bien, déjalo empapado que te lo voy a meter.

  • Pero…. Esta mojado, me da asco. Mételo por favor, no me dejes así.

No quería forzar demasiado, era la primera vez que quedábamos pero sabía que esa noche probaría su propio sabor.

  • ¡No sabes lo que te pierdes!, está delicioso, me pone muchísimo este sabor y es tuyo, deberías saber como es, como sabes -Dije mientras metía mi dedo en mi boca y lo saboreaba, estaba delicioso.

Ella aprovecho para desabrochar mi pantalón y sacar mi polla y dejarla a la vista.

  • ¡Es preciosa! – Me dijo.

Siguió tocándome, era muy placentero sentir su mano, siempre me gustaron las manos pequeñas como la suya haciendo estas labores.

Volví a la carga sobre su coño, esta vez estaba dispuesto a hacerla correrse, no quedaba mucho para llegar y no quería tener piedad y deseaba ver como era al correrse. Empuje sus piernas para abrirlas del todo, lo entendió y puso de su parte, las bragas tuve que volver a apartarlas y ya estaba empezando a mojar el asiento, se dio cuenta y quiso pararme y subirse el pantalón.

  • No he dicho que lo hagas, déjame tocarte, me encanta.

  • Pero te estoy manchando el coche.

  • Me da igual, me encanta ver como estás de caliente, lo importante es que disfrutes.

Metí mi dedo todo lo que pude. Lo metía y sacaba, con la palma acariciaba su clítoris al introducir el dedo, cada vez ella suspiraba más. Metí junto al dedo corazón el anular. Ahora ella gemía muy levemente y restregaba con velocidad mi mano sobre su clítoris, agitándola por dentro, le faltaba poco, estaba muy roja, había parado de tocarme y se agarraba al asiento.

Empezó a agitar las caderas, separó el culo del asiento, cerraba con fuerza las piernas y las abría levemente. Se estaba estremeciendo, gemía muy levemente mientras se mordía el labio.

No gritó, no dijo nada, apenas hizo ruido, la cara era preciosa pero me habría gustado verla expresarse más. Era muy vergonzosa y eso no me gustaba, me gustan más lanzadas. No tenía ningún tipo de iniciativa y lo que al principio era para mi un problema acabarían sacándole provecho.

Me lamí los dedos después mirándola, dije que se recolocara la ropa que estábamos llegando. Aparqué, salimos del coche y encaminando el portal la pegué a mi para agarrarlo el cuelo fuertemente y darle un beso y susurrar le al oído.

  • ¿Te ha gustado? Al menos por la cara que pusiste diría que sí.

  • Sí. – susurró bajando la mirada.

  • Quiero oírtelo decir, oírte decir que te has corrido entre mis manos. – mientras le decía esto agarraba fuertemente su culo por dentro del pantalón y pegaba mi entrepierna a su cuerpo.

  • No me hagas decirlo, me da vergüenza.

  • Estabas con las piernas abiertas, los pantalones bajados, mi mano dentro de tu coño… Te recuerdo que lamí tus jugos con mucho gusto. Me estuviste tocando mi polla y me hacías una paja y no te vi parar por la vergüenza, creo que podrás decir que te has corrido con mi mano en tu coño. Quiero que lo digas así “me he corrido en tus manos y me ha encantado”

  • ¿Por qué eres así? Sabes que es así y no tienes que oírme decirlo, me da mucha vergüenza.

  • Quiero que disfrutes del sexo y esto es parte del sexo, ser capaz de decir que te gusta. Así que dilo.

  • Jo… vale, me he corrido en tus manos – dijo susurrando.

  • Así me gusta y ahora vamos arriba que mira como me tienes – a la que llevaba su mano a mi paquete.

Subimos en ascensor y mientras aproveche para desabrochar la camisa, ya le podía de nuevo el pudor, con el sujetador al aire en un espacio que podría verle cualquier vecino. Se moría de vergüenza pero no se atrevió a decirme que no.

Empotre su espalda a la pared y empecé a comerle las tetas. Eran grandes, blanditas, muy suaves, como toda su piel. Los pezones eran rosados claros, destacaban muy poco respecto del resto de la piel, eran grandes pero no sobresalían demasiado. Me recree en ellos para ver hasta donde se empitonaban, no era mucho y me encantaba la forma de esas tetas.

Hundí mi mano de nuevo en su pantalón, no la deje tocarme, yo estaba muy caliente y mi intención era que ella recordara esa noche y tuviera varios orgasmos, mi prioridad era ella.

Se estaba olvidando donde estaba cuando paró el ascensor. Se quiso tapar pero no la deje. La convencí que a esas horas no hay nadie esperando un ascensor.

Entramos a casa y según cruzó el umbral de la puerta volví a pegar su espalda esta vez a la puerta de la casa, la besé con pasión y me correspondía. Empecé a quitarle del todo la camisa. Ese sujetador era muy feo y no le favorecía nada al pecho tan bonito que tenía.

  • Tengo que decirte que ese sujetador no te hace justicia, no te sacas todo el provecho que podrías.

  • Pero es cómodo y a mi me gusta.

  • Deberías hacer que se te noten más, me habrías vuelto loco mucho antes – le quité el sujetador del todo y volví a comerle las tetas.

Aproveche con las manos para bajar algo el pantalón y tener acceso a su culo y desde ahí tantear hacia el coño, no paraba de suspirar.

  • ¿Quieres ir a la habitación ya?

  • ¡Sí! Por favor.

  • Camina delante de mi, es la puerta al otro lado del salón, a la izquierda. Quiero ver tu culo como se mueve.

Llegó a la habitación y ni se dio la vuelta, se puso a los pies de la cama, no sabía que hacer, solo miraba la habitación para ver como era.

Me puse de rodillas tras ella, pegue un bocado a un cachete y dio un grito y un pequeño salto, no se lo esperaba. De rodillas la descalce y quite los pantalones.

  • Siéntate en la cama mirando hacia mi.

  • ¿Qué vas a hacer? – preguntó voz de miedo.

  • Quiero hacerte correr de nuevo y ya probé tus jugos, me han enganchado y quiero comerte el coño, beberlo directamente de la fuente.

  • No por favor, que me da vergüenza. Sube conmigo a la cama

  • ¡No! Abre las piernas y déjame comerte.

  • ¡Que me da mucha vergüenza! Para.

  • No te gusta? No te lo han hecho antes?

  • No, a mi novio nunca le gustó, decía que le daba asco.

  • Pues a mi me encanta y me encanta que me coman la polla y para dar hay que recibir. ¿A qué a él no le daba asco si se la comías? ¿O tampoco lo hacías?

  • Si eso sí, pero no me gustaba mucho. Lo hacía un poco y nunca le dejé que acabará.

  • Pues conmigo sí quieres más vas a tener que probar a que te lo hagan y si no te gusta luego me lo dices y no lo volvemos a hacer – dije abriendo sus piernas y viendo como cedía su fuerza.

Me fui acercando muy lentamente, dando besitos en el interior de sus muslos, rozando con la llema de los dedos el abdomen, bajando por la cadera, bordeando sus labios mayores sin tocarlos, acercándolos hacia las rodillas y volviendo a subirlas muy lentamente, sobre todo al pasar cerca de su coño.

Cuando estaba muy cerca de su entrepierna con mi cara, me detuve, dejé de dar besos, acerque mis dedos y separé sus labios, dejando ver su clítoris hinchado y palpitante. Su vagina estaba brillante, goteaba levemente. Su aroma me llegaba, suave, dulce, dejando presencia pero sin ser excesivamente penetrante. Ella tenía las mismas ganas que yo de lamerla. Acerque mi boca a un par de centímetros y dejé que mi respiración fueran mis primeras caricias, quería que lo deseara, que estuviera expectante y no supiera que venía. Lo acaricié levemente con un par de dedos, recorriendo sus labios mayores, la humedad llegaba allí mojando mis dedos, pero sin entrar y una caricia rodeando el clítoris.

Eché el aire caliente de mi aliento y se estremeció, no la tocaba y se estaba agitando, sople para que fuera más frío el aire y la hizo gemir, aunque quiso ahogarlo rápidamente.

Fue mi señal de partida. Lamí su coño de abajo arriba, le di un lametazo que mi lengua abarcará lo máximo posible, presionando fuerte para introducir un poco en su vagina. Mi lengua acarició el inicio del perineo, pasando por la vagina, arrastrando sus dulces jugos, y llegando a su clítoris. Fue una lamida fuerte, lenta, recreándome. Un fuerte gemido diciendo “ah” de forma alargada, demostraba su ansia en sentirlo.

Las siguientes lamidas fueron más rápidas, siguiendo el mismo recorrido y con menos fuerza. Hasta que en la última me concentre en el clítoris, lo metí entre mis labios, sorbiendo un poco y jugando con mi lengua sobre el, primero lento pero fuerte y aumentando la velocidad.

Empezaba a agitarse, con una mano empecé a jugar con mis dedos en su coño a la par que chupaba ese clítoris. Empecé a introducir los dedos y a hacerle un dedo, su agitación era mayor, me pedía parar pero con la mano que me quedaba libre, empuje desde su abdomen hacia la cama y más fuerza puse en la otra mano y sobretodo la boca.

Mi lengua iba a toda mecha, me costaba pero quería sentir que se corría en mi boca. Su orgasmo no se hizo esperar, levantando el culo de la cama, apollada con los talones y los hombros, cedió al orgasmo, pero otra vez un orgasmo mudo, en silencio.

Se tapo la cara y quiso pedir perdón. Me tumbé a su lado y seguía quitar las manos de sus ojos.

  • Apaga la luz.

  • ¿Por qué? – no entendía la vergüenza que tenía.

  • Por favor apágala – mientras apagaba la luz dejando a oscuras la habitación se quito las manos de la cara. – Gracias, gracias, gracias – mientras al tumbarme a su lado me abrazaba el todo y apollaba su cabeza en mi pecho – No pienses que soy una idiota, es que nunca me había sentido así, nunca me habían hecho eso y nunca sentí nada igual.

  • No deja de ser un orgasmo, es una forma diferente de llegar a el, a veces los cambios son divertidos y hay que probar cosas.

  • Pero yo nunca había sentido nada así, no había tenido un orgasmo. A ver, disfrutaba con el sexo, pero no sentía nada como esto, era divertido, estaba bien, pero no sabía que era sentir esto.

  • ¿Y nunca antes lo sentiste,? ¿Ni tocándote tú sola?

  • Nunca me he tocado. – lo dijo con muy poca voz.

  • Pues es una pena, pero nunca es tarde. De hecho a mi el sexo lo que me encanta además es ver disfrutar a la otra persona, por tener un orgasmo lo puedo tener incluso yo solo, pero el ver la cara de la otra persona no tiene precio.

Llevó su mano a mi polla y empezó a acariciarla con un par o tres de dedos. Aquello crecía y ya tenía ganas de dedicar tiempo para mí. Se incorporó levemente y bajando su cuerpo sentí que acercaba su cabeza.

  • ¿No decías que no te gustaba hacer esto?

  • Pero ahora me apetece, pero no enciendas la luz.

Sentí su aliento acercarse y al poco el húmedo placer de su boca metiéndose poco a poco mi polla. Introdujo un poco, no era muy buena pero le estaba poniendo ganas. Fui explicando como me gustaba e iba aplicando todo lo que pedía.

Al momento me tenía al máximo esplendor, sujetando ambos lado de su cabeza intentando introducir más en la boca, no le estaba follando la boca pero para su experiencia era demasiada exigencia. Dejé dentro todo lo que le cabía sin forzar demasiado y aguante un poco mientras le hablaba.

  • Voy a encender la luz y te voy a ver con tu boca en mi polla y me da igual que te de vergüenza, lo deseo. Y voy a sacarla para ponerme un condón y follar juntos, porque no aguanto más sin hacerlo ya.

  • No por favor.

  • Sigue un poco más que me está encantando.

Encendí la luz y vi que tenía los ojos cerrados, separe del todo su pelo y lo agarre en una coleta, veía su boca diminuta alrededor de mi capullo. Esa imagen me ponía a mil, ver las tetas colgar, ella a 4, subiendo y bajando la cabeza metiéndose la polla lo que podía y aún muerta de la vergüenza. Saqué un condón del cajón que tenía a mano, lo abrí y la separe para ponérmelo.

La tumbe bocarriba y colocandome encima empecé a acariciar con la punta su coño, lo frote hasta verla empezar a respirar por la boca y empecé a colocarla en la entrada de su vagina.

  • Pídelo

  • ¿El qué?

  • Que te folle.

  • No

  • Pide que te la meta

  • No me hagas esto, no aguanto más.

  • Dime con estas palabras, quiero tu polla dentro de mi coño

  • Es una guarrería, yo no digo esas cosas.

  • Pues conmigo vas a empezar o sino, no quiero más - a la vez me fui separando y dejé de acariciar con mi polla su coño.

  • No, no, sigue por favor, es que me da muchísima vergüenza, nunca he dicho esas cosas.

  • Dilo.

  • Vale, métemela.

  • ¡No! Pídeme mi polla, pide tenerla en tu coño, pide que te folle – volví a acariciarla de abajo a arriba con mi polla.

  • ¡Fóllame ya!, quiero tenerla dentro.

  • ¿Qué quieres tener dentro?

  • ¡Tu polla! ¡Fóllame ya! – Dijo con cierta desesperación.

Y con eso se la fui metiendo, fue entrando poco a poco pero del tirón, estaba empapada. Gemimos al unísono, me quedé incrustado en el fondo, pegando ambos pubis, para que sintiera hasta donde llegaba.

  • ¿A que lo estabas deseando?

  • Sí, pero me muero de la vergüenza.

Empecé a moverme suavemente, despacio pero hasta casi sacarla y volviéndolo a meter hasta el fondo. Quería ver como iba reaccionando. Tenia los ojos cerrados y apretaba los labios para no hacer ruidos. Estaba muy bella, el pecho subía y bajaba con las suaves embestidas, como iba a disfrutar esas tetas. Pero quería que interactuara, no quería una estrella de mar, quería que se implicará.

  • Abre los ojos y mira cómo te follo.

Abrió los ojos y me miró. Volvía el rubor a sus mejillas.

  • ¿No te gusta? No te escucho disfrutar.

  • Me está matando de placer, te siento muy dentro, nunca sentí nada así con mi ex.

  • Pues te quiero oír gemir, si tienes ganas de gemir, que gimas, no aprietes los labios, si quieres gritar, grita. No hay nadie para oír nos… y si hay algún vecino, que sepa que te están follando, bien follada, que disfrutas, que te estás corriendo.

  • ¡Ah! Dios me matas, ¿Qué me estas haciendo? – gritó por primera vez y se empezó a dejar llevar.

Aumenté mis embestidas, la agarré fuertemente de la cadera para empujar con fuerza, eso la invito más, sentirse apresada. Así que decidí probar cogerla de la nuca pero abarcando mucho cuello, no asfixiar la pero sentirse muy sujeta.

Los gemidos fueron mayores, así que deduje que le gustaba y decidí dar un paso más. Viendo que se acercaba su orgasmo decidí directamente agarrarla del cuello y apretar levemente y pellizcar con la otra mano un pezón.

Fue inmediato, empezó a correrse, un orgasmo salvaje, mayor que los anteriores. Gemía, gritaba, no se coordinaba, no sabía qué hacer y no cedí hasta que cayó rendida en la cama.

No me había corrido, pero me tumbe a su lado. Y empecé a acariciar todo su cuerpo. Ojos, nariz, boca, mentón, cuellos, orejas, pecho, me recree en los pezones y fui bajando a su sexo y metí mis dedos, ardía y palpitaba aún. Los saque y me llevé uno a su boca que chupo sin pensarlo. La hice mirarme mientras lo hacía. Aparte la mano de su boca y me chupe el otro dedo. Me encantaba su sabor. Apoyo su cabeza en mi hombro y me dijo al verme quitar el condón.

  • ¿Tu no has acabado?

  • No

  • ¿Y por qué has parado?

  • Me quedaba un poco para acabar y quería que te repusieras. Hay tiempo aún.

  • Quiero verte también a ti acabar – me agarró de mi polla y empezó a moverla. – ¿Cómo quieres hacerlo?

  • Uff, si me preguntas eso se me ocurren muchas maldades. – me reí.

  • Haz lo que quieras, hasta hoy pensé que había tenido orgasmos, pero ahora sé que es tener un orgasmo. Creo que es lo mínimo que puedo hacer por ti, que al menos acabes como quieras.

  • Se me ocurre una cosa. – me levante de la cama y salí de la habitación, buscaba un de pañuelo. – Ya estoy aquí. Ven a mi lado un segundo.

  • ¿Qué vas a hacer con ese pañuelo? – dijo mientras se incorporaba y se sentaba en el borde de la cama.

  • Te voy a tapar los ojos y voy a jugar con tu cuerpo, pasarás menos vergüenza y te dejarás llevar.

  • Me das miedo – dijo riéndose y dejándose tapar los ojos.

  • Ponte de pie y solo haz lo que yo te diga, ahora me toca disfrutar a mi.

La incorporé y empecé a besarla mientras apretaba sus cachetes. Ya la notaba caliente de nuevo, le estaba gustando ese juego. Y así se lo dije al oído y asintió con la cabeza. Metí mi dedo en su boca.

  • Chúpalo como si me la estuvieras chupando.

Lo empezó a hacer con ansia, si fuera mi polla no habría durado apenas. Empecé a comerle las tetas. Saqué mi dedo de la boca y la senté en la cama, me puse delante de ella y con mi polla empalmada empecé a acariciar sus tetas y fui subiendo por su barbilla, abría la boca pero le dije que aún no. La tumbe boca arriba y me puse con mi piernas entre sus brazos, sentía su pecho en mi culo y jugué con mi polla por su cara la llevaba de un lado a otro ella solo intentaba metersela en la boca y no la dejaba.

Puse mis testículos a la altura de su boca y le pedí que los lamiera, y así estuvo un poco mientras yo seguía pajeándome lentamente, manteniendo el máximo en mi erección. Me baje un poco y puse mi polla entre sus tetas, le escupí en su canalillo.

  • ¿Me has escupido?

  • Y me voy a hacer una cubana hasta correrme, me quiero correr entre tus tetas. Apriétatelas para atrapar mi polla.

  • Nunca he hecho eso, nunca se han corrido sobre mí.

Empecé a pajearme entre esas tetas y la hice que abriera la boca para intentar meterse la en la boca. Estaba en la gloria y no me quedaba mucho, ya dudaba si hasta forzar la máquina y correrme en esa boquita tan pequeña.

  • ¿Me dejas ver como lo haces?

  • No, o pides las cosas como se debe o no puedes.

  • ¿Me dejas ver como te follas mis tetas y ver como te corres? Quiero ver tu cara al correrte encima de mí.

  • No te iba a dejar, pero con lo bien que has aprendido a pedir las cosas te voy a dejar. – y le quité el pañuelo. – no me queda mucho para correrme.

  • Córrete, estoy deseando que te corras sobre mí.

Sus palabras fueron el pistoletazo de salida, me separé al sacarla de su boca y me incorpore para correrme sobre ella, sobre las tetas, no quería que llegara a la cara. Fue una corrida espectacular, salieron chorros con fuerza que dejaron sus tetas cubiertas, manché hasta las sábanas. Gemí como hacía mucho que no lo hacía.

  • ¡Dios, como me has puesto! Me ha encantado, pensé que me daría más asco y me ha encantado. Y tu cara, saber que te ha puesto tanto hacerlo sobre mí me parece maravilloso.

  • Buff, no sé cómo pero me pones muchísimo y eso es lo que pasa cuando estoy así de cachondo – dije tirándome a su lado en la cama.

  • Habrá que repetir más veces. No sé cómo lo has hecho pero nunca he hecho estas cosas, de hecho lo que he hecho hasta ahora no tiene nada que ver. – se puso a jugar con mi polla que había perdido fuerza.

  • Pues si quieres más te vas a tener que dejar llevar y confiar más en mi, yo lo que voy a intentar es que disfrutes y si nunca has tenido un orgasmo como se debe va a tener que cambiar y empieces a disfrutar del sexo

  • ¿Me puedo levantar a limpiarme? – me pedía aún permiso para todo, y no solo en el fragor del seco.

  • Por supuesto, pero dale un buen beso antes de irse – dije señalándome la polla.

Se rio mientras se levantaba, me miró parada y se agachó y se la metió entera en la boca, hasta ahora no había podido, pero al estar en ese estado le cupo y ya empezaba a empalmarme levemente, no podría pero era la respuesta al placer de verla en su boca.

  • Pero, ¿como puedes volver a empezar a ponerte así? – se sorprendió y salió rumbo al baño

  • Me lo provocas tú.

Estuve dando vueltas a lo que había pasado esa noche. Su personalidad tímida, en ningún momento llevándola iniciativa en ningún aspecto. Lo que me contó de su anterior pareja, como había sido maltratada psicológicamente y seguro que físicamente. No había tenido relaciones satisfactorias y por lo que me contó había cumplido siempre los deseos de él. Cuando se sentía apresada, sujeta, en los momentos más dominantes por mi parte, más excitada estaba.

Todo eso me hizo que quisiera indagar más en ese aspecto, me había gustado sentir ese poder y sobretodo verla disfrutar con ello. Veríamos hasta que punto podríamos llegar.

Llegó a la habitación con la ropa interior puesta, no me di cuenta y se la llevó para vestirse.

  • Es tardísimo, me tengo que marchar, se preocuparán por mi si llego mucho más tarde – ella aun vivía con sus padres – cogeré un taxi.

  • Ven aquí, no te preocupes, te llevaré yo, pero aún no queda una cosa que quiero hacer. Siéntate aquí pegada a mi.

  • Esta bien, ¿Qué es lo que quieres?

  • Quítate la ropa, aun no te quiero vestida. Cuando estés conmigo en mi casa estarás desnuda salvo que te diga lo contrario, quiero verte siempre desnuda, disfrutar viéndote por si nos apetece dar rienda suelta al placer.

  • ¡Cómo eres! Se me va a hacer tarde – pero ya se estaba desabrochando el sujetador.

  • Chúpamela – sonrió, se agachó y empezó a meterse la con suavidad – Hazlo con más energía, como si fuera tu caramelo favorito. Y ahora acuéstate mientras me la sigues chupando, pero encima de mí.

  • ¿Encima de ti?

  • Sí! Tus piernas a los lados de mi cabeza te voy a comer el coño mientras me la chupas.

  • Así estoy bien, disfruta tú.

  • He dicho que quiero comerte el coño, que quiero que te corras en mi boca mientras te comes mi polla. Además seguro que nunca antes lo has hecho.

  • ¿Por qué me haces estas cosas?

  • Porque quiero disfrutar de ti y aprendas que es el sexo, que es cosa de dos y porque te lo ordeno, así que métete la en la boca y dame tu coño.

No tuve que decir más y ya estaba encima de mi boca, aún tendría que mejorar chupándola, era torpe, arañaba con los dientes y faltaba la pasión y técnica necesaria para hacerme disfrutar al máximo, pero ya aprendería. Mientras yo me centraba en hacerla correrse.

En pocos minutos estaba sin coordinar sus movimientos, metiéndose más de lo que se había metido en la boca hasta el momento, intentando hablar con mi polla en su boca gritando “sí” una vez tras otra hasta que no pudo más y cayó rendida.

Yo no estaba cerca de acabar, así que la aparté y poniéndome al lado de su cara, cogí mi polla y la llevé justo frente sus ojos.

  • A partir de ahora quiero que cuando vengas lo primero que hagas sea besarme y después besarla a ella. – le daba golpes con ella en los labios. – llegarás a mi casa y me besarás y después me harás una mamada, ¿te parece bien?

  • Eres un guarro – soltó una carcajada.

  • ¿Qué vas a hacer el próximo día?

  • ¿Habrá próximo día?

  • De ti depende, si no aprendes a decir las cosas que quiero y como quiero, quizá no haya más.

  • Cuando venga te besaré al entrar.

  • Me comerás la polla, dilo.

  • Te la chuparé, sí….

  • Y quiero que cada vez te la metas más adentro, quiero sentir mis testículo en tu barbilla – dije metiendo un poco de más mi polla en su boca hasta que me molestaron los dientes. La saqué. – vístete que nos vamos, te llevo a casa.

En el camino de vuelta fui preguntando que cosas le gustaban más en el sexo y ya casi llegando a su casa me empezó a decir que le había encantado recientemente una película de una sumisa y un amo que se había puesto de moda, que no entendía como pero pensar en lo que le hacía a ella le volvía muy caliente..

A partir de ese momento tuve claro que me iba a dedicar a disfrutar de una sumisa, de mi sumisa.