Mis sueños hechos realidad

Hola, soy Avril, tengo 36 años, casada, la mayor parte del tiempo estoy solita porque mi esposo sale mucho; te quiero contar cómo es que cumplí una de mis fantasías cuando yo juraba que me pasaría un rato agradable frente a la pc...

A un lado de mi casa están construyendo unos consultorios médicos, por lo que se encuentran trabajando ahí varios hombres; te contaré de uno en particular que me ha llamado grandemente la atención porque me gustó su físico, es atractivo, siempre sonriente; lo veo casi todas las mañanas cuando salgo a mi trabajo y por las tardes cuando regreso a casa; no sé su nombre, pero los saludo con los "buenos días" tanto a él como a sus compañeros. Sé que no le soy indiferente, pues me mira de una forma especial y yo siento que me tiembla el corazoncito y no nada más el corazoncito cada vez que cruzo una mirada con él; incluso, he llegado a imaginar cosas fantásticas a su lado, pero como sabía que ello era imposible, ya que implicaba ser infiel, tenía que conformarme con seguirlas imaginando, eso sí, tocándome cuando estaba sola y pensando en él.

Un sábado, que regresé muy temprano del trabajo, llegué estacionando mi coche frente al lugar donde se encuentran haciendo esa construcción, porque no había más donde dejarlo; llevaba la idea de pasar un rato en mi hobby favorito: navegar por Internet, chatear, leer relatos eróticos y… si se podía… tocarme, sentía rico hacerlo. Esa mañana entré a la regadera, me depilé, me vestí solo con una prenda de tela de toalla con tirantes, queda un poco abierta por enfrente y en la parte superior, en los pechos, tiene un coqueto decorado y por supuesto, sin ropa interior. No sabes lo que me excitaba mientras me arreglaba de esa forma, pensando que pronto estaría disfrutando frente a la pc, salí del baño y en mi recámara me apliqué un aceitito con un aroma delicioso por todo mi cuerpo, al tiempo que me acariciaba y sentía mi piel suave y calientita.

De pronto, llamaron a la puerta, pensé que tendría que vestirme rápidamente con ropa normal para poder abrir, pero antes de hacerlo, decidí asomarme por la ventana, encontrándome con la gran sorpresa que se trataba de esa persona que trabajaba al lado y que tanto me inquietaba; por un momento sentí indecisión, no sabía si abrir o no, si corría a cambiarme, si abría así como andaba… mi corazón temblaba y sudé de los nervios, pero finalmente resolví salir de esa forma, pensé que no tenía nada de malo hacer esa pequeña travesurita de hacer que me viera casi desnuda, respiré profundamente y jalé la puerta.

Obvio que fingí sorpresa al ver que se trataba de él, pero lo que no estaba simulado, era la extrañeza porque no tenía idea del motivo que lo llevaba a mi casa. Al abrir, recorrió mi cuerpo con su mirada, se le notaba apenado o por lo menos eso me hizo creer, como que no esperaba encontrarme así y temblándole un poco la voz me dijo que necesitaba que moviera mi auto porque tenían que bajar un material y les estorbaba. Yo me puse más nerviosa de lo que ya estaba y por respuesta solo me incliné a verme, no traía casi nada de ropa y no podía salir de forma, entonces pareció que adivinara mi pensamiento y dijo que si gustaba, él podía quitar el coche, así es que sin pensarla le contesté que estaba bien y le entregué las llaves; para esto, tuve que darle la espalda, pues tenía que ir a la mesita donde se encontraban y al darme la vuelta sentí como me seguía barriendo con sus ojos; no me molestaba, solo sentía una rara emoción.

Regresó casi enseguida, al devolverme las llaves rozó levemente su mano con la mía, fue algo electrizante y parecía que tenía intenciones de hacer más eterno ese momento excitante pues quiso que le diera un vaso con agua; igual de temblorosa fui por él y lo mismo electrizante sentí cuando al tomarlo rozamos de nuevo nuestras manos. Hasta entonces, yo solo había pronunciado dos o tres palabras, pero pensé que no podía estar ahí con cara de tonta, así es que mientras se bebía el agua, le ofrecí sentarse e inicié una conversación, sobre el clima, para variar, ya sabes que ese tema no falla cuando no sabes como empezar o cuando no tienes nada que decir.

Nos sentamos uno frente al otro y al hacerlo, quedaron mis piernas al descubierto, yo trataba de tapar un poquito con la misma prenda curiosa que traía, no sabría decirte si es toalla o bata, es algo original. El caso es que él seguía con su mirada mis movimientos. Luego se puso de pie, agradeció lo del agua diciendo que tenía que volver a su trabajo, hice lo mismo y al momento de recibir el vaso, ya no fue un simple roce, ahora sí tomó con algo de fuerza mi mano y la acarició sin dejar de verme a los ojos, era una mirada penetrante, transmitía pasión, deseo, yo simplemente sentí desfallecer de la emoción, estaba súper excitada, se acercó a besar mis labios y al darse cuenta de que mi respiración era agitada, con voz enronquecida por la misma situación, preguntó que si me gustaba ese beso, a lo que asentí con un movimiento de cabeza.

Después nos envolvimos en un abrazo donde él rodeaba mi cintura y yo su cuello, bajaron sus besos y sus manos por todo mi cuerpo, yo lo apretaba hacia mí recorriendo también su cuerpo con mis labios, me detenía en sus tetillas duras, las mordisqueaba y él atrapaba mis senos con caricias y besos. Bajó la toalla llevándome al sofá, donde sentada, abrió mis piernas, las que caminó suavemente con su lengua, dejando a cada paso su ardiente saliva hasta llegar a mi vagina, donde siguió esa caricia enloquecedora, repasando los labios vaginales con su lengua y meneando así mismo, el excitado y erecto clítoris. Era la locura, ese estremecimiento que no paraba en ningún momento; lo fue haciendo cada vez más aprisa, pues mis gemidos así lo pedían; hasta que en una excitante desesperación levanté mis piernas empujándome hacia él, logrando el maravilloso orgasmo.

Entonces me puso de pie y empezó a recorrer igualmente la espalda, con caricias y besos, llegando al ano, donde se detuvo especialmente a masajearlo con ricura, rozando mis nalgas con su duro pene, mientras tanto, en el mismo abrazo, alcanzaba mi vagina, en la cual metía sus dedos, sintiendo cada vez más la humedad en ella; yo, haciendo mis brazos hacia atrás, conseguía atrapar su verga y la repasaba con los dedos primero, con las uñas después y también sus testículos que se sentían súper calientes; ya no podía más, quería sentirlo dentro de mí y le pedí entre gemidos y con voz desesperada que me penetrara, "hazlo, hazlo ya por favor, penétrame".

Me tumbó en el mismo sofá y colocándome en la orilla, me penetró, fue increíble, metía y sacaba su pene que cada vez parecía endurecerse más dentro de mí, era un vaivén enloquecedor; cuando sintió que estaba a punto de venirse, hizo que me levantara y poniéndome de frente al sofá, recargué ahí solo mis brazos, penetrando ahora por el ano poco antes estimulado, haciendo que me inclinara más y más hacia su verga, ocupando entretanto mi vagina con sus dedos, logrando sentir la cosa más formidable, algo que en mucho tiempo no experimentada, es más, no recuerdo haberlo sentido antes, creía que la vida se me iba y regresaba en instantes; en aquel momento, con un grito de placer dijo que se venía y luego susurrándome al oído: "vente amor… vente conmigo, juntos, hagámoslo". Me estremecí de pies a cabeza con esa excitante súplica e hizo que lograra nuevamente encontrarme con la sensación de tocar el cielo con todo y estrellas.

Nos vestimos entre besos, coqueteos, risas y juegos, compartiendo lo que habíamos sentido cada uno, coincidiendo en que había sido súper, formidable, una maravilla, habíamos gozado, estábamos satisfechos. Después salió despidiéndose con un sabroso beso, acordando ambos en que tenía que volver pronto a repetir esa experiencia; cerré la puerta, suspirando y pensando en la forma tan increíble en que se hicieron realidad aquellas fantasías que me había hecho tener este chico cachondo.