Mis sueños de agua, otoño y metal

Hacia mucho tiempo que no escribía. De hecho aún no sé porque me he decidido a hacerlo, y precisamente en ésta página. Pero me alegro de haber parido este relato que sale directamente de mi encéfalo y me atraviesa por dentro hasta inundar mi matriz y salir volando de mi vagina como mil pajaros.

Sueño de otoño

El agua resbala por los frios cristales dibujando arteriales senderos al otro lado de mi mejilla. Mientras la voz me invoca una y otra vez reclamando mi cuerpo, que no mi alma.

-No pienso ir. No voy a ir - le insisto al teléfono.

-Haces bien -asegura su voz-. No debes avisar de terapias mal llevadas... Pero... Sé sincera. ¿Te apetece que nos veamos?

-Muchísimo - le contesto-, pero está lloviendo. Se manchará mi vestido nuevo con toda esa agua sucia de ciudad.

-No. No llevas razón -asegura-. Esa es un agua alegre. Apagará el fuego que nos consumió.

Quiero creer pero no creo. Sé que en esos incendios se quemaron mis ilusiones. Allí se quemó nuestra niña imaginaria; allí se quemó mi blanco vestido y mi ramo de rosas. Ahora de todo aquello solo me queda esta rota camiseta de Los Ramones y mi culotte a topos de woman secrett.

-Es tarde y no tengo todo el tiempo...- me dice incomoda la voz telefonica-. ¿Te apetece o no?

Asiento al aparato aunque él no sea capaz de verme. Sé que es malo para mí, pero necesito verle. Mi boca esta pastosa y mi cabello sucio. Ya ni mi garganta es capaz de soltar una afinada nota. Yo antes con él cantaba. Abría flores con mi voz y era capaz de separar los pies del suelo y levitar.

Ahora estoy anclada al suelo de mi habitación; a ésta cama revuelta y a mis complejos, que son muchos.

Nerviosa encuentro mis gafas y con ella soy capaz de ver los números del reloj despertador.

-Nos vemos en una hora. A las...

Dentro del reloj nada un pececito naranja. El tiempo es de agua.

  • Vamos a ver... Estoy soñando. Y yo controlo este sueño.

Me levanto corriendo de la cama y abro apresuradamente el armario. Dentro está (tal y como esperaba) mi traje de superheroína.

Sonrio y cierro los ojos.

Ya puedo estar tranquila. Esto es solo un sueño, y puedo hacer lo que quiera. Nada me afectará en este mundo, y aquí puedo ser más "yo misma" que al otro lado, en la vigilia.

Sueño de agua

Abro los brazos y las piernas y domino en toda mi abducción la cama.

Aún resbala por ahí abajo el jugo de hacer bebes. Lo noto resbalar y caer a la cama.

  • ¡Qué se joda! - exclamo a la vacia habitación.

Escucho algo.

Ahora aparece recién caido del techo. Sus manos están clavadas a unos hilos rojos y cuelga de ellos como una grotesca marioneta.

Cae sobre mi ensartandome de golpe con su sucio pene erecto.

  • ¡Me corro! - grita apurado.

  • ¿Vamos a tomar un cafe?

  • Mejor vamos directamente a follar.

La palabra "follar"... chorrea mi entrepierna solo de escucharla.

  • Follar, follar...

  • Tengo la regla, pero da igual.

  • Tienes la regla, pero me da igual.

¿Qué mejor asesinato que uno con arma blanca y sangre de por medio?

Ahora estamos en su habitación. Ha sucedido eso de las peliculas... ¿Cómo se llama eso? ¡Un fundido a negro!

Paso aleatoriamente de estar hablando en el portal de su casa a estar con su polla clavada en mi vagina, bombeando en su insistente busqueda del placer personal.

No creo que piense en mi placer. De eso no me da nada. Le observo boquear como un pez mientras jadea en su continuo vaivén y me da más pena que otra cosa. Si ahora mismo apareciera el cangrejo Sebastián me daría un consejo. Me diría: -"Váyase de aquí mamasita". Pero yo soy tan tonta que enlazaría su advertencia con una mamadita para terminar bien la tarde.

Un momento...

Soy una imbecil en la vigilia, pero estoy soñando. Cualquier cosa es posible si sé que sueño.

Mis piernas se funden ahora en una larga cola de escamas esmeraldas. El hombre no es consciente de nada. Sigue y sigue follandome sin darse cuenta de que ya no se esta tirando a un ser humano.

Aferra lo que antes era mi trasero y lo atrae para sí mismo, ensartandome más aún contra su miembro. Noto sus contracciónes. Está a punto de...

  • "Me corro (parte 2)"

No le dejo. Podría dejarle. Sé que no pasaría nada. No puedo embarazarme en sueños. Pero no consiento que nadie inventado por mí se salga con la suya.

Escapo utilizando mi destreza submarina recién adquirida y salto por la ventana, pero me doy cuente demasiado tarde de que sigo siendo imbecil en sueños.

Sueños de metal

No sé como he llegado hasta aquí. Aunque suele pasarme cuando sueño. Aparezco de pronto en un antro oscuro que apesta a pis y a cerveza pasada, mientras avanzó entre la gente que se mueve al son de una estridente música electrónica embotellada .

El ambiente esta cargado y apenas puedo ver nada. Solo humo y luces de láser verde.

Las sombras que frecuentan el lugar son en su mayoría hombres de mediana edad. Hay una prostituta para cada uno de ellos aguardándole. Aquí todas las mujeres que hay parecen serlo. Yo misma voy vestida como ellas, o sea que debo ser también una puta.

Escucho gritos del exterior. Parecen ser los gritos de cientos de personas aterradas a la vez. Aunque no existen ventanas ni puertas en este lugar. No puedo ver qué esta pasando (y tampoco me interesa mucho). Solo un señor achaparrado y entrado en años se atreve a comunicarse conmigo.

Me dice: - De los castillos en el aire dejan caer a gente como tú.

  • No sé - le contesto en un alarde de dialectica. Él no sabe cómo soy yo. No debería atreverse a introducirme en un grupo si no me conoce de nada. Además... Éste no es mi sueño. Yo no lo controlo, aunque sepa que estoy soñando.

Confusión.

  • Bebé un poco más -me dice el viejo mientras introduce una mano sinuosa por debajo de mi falda de colegiala. Me estremezco cuando el primer dedo roza mis labios mayores.

Su boca se posa en mis labios mientras que su lengua accede a una estancia a la que no había sido invitada. Me da arcadas notar como su lengua caliente roza mis dientes y el velo de mi paladar. Parece gorda y es roja como la de un perro.

¡Maldita la hora en la que he pensado en perros!

El viejo, bajo esa antiguo abrigo de pana esconde unos cuartos traseros caninos. Parecen los de un labrador. Los conozco porque siempre me han encantado los perros.

Descubro con asombro (y un poco de asco) cómo ahí abajo sobresale su pene de can de su capuchón. No para de chorrear líquidos.

  • Vamos... -me susurra al oido-, vamos a un reservado. Te voy a enseñar el bulbo de mi glande. Vuelve locas a las chicas. Ya lo veras.

Declino la invitación y me intento alejar de ese tipo, pero algo duro aferra mi brazo izquierdo y lo retiene con una fuerza increible.

Es un esqueleto. Abre la mandibula y creo que intenta comunicarse conmigo, pero solo escucho "clac, clac, clac" del chasquido de sus dientes cerrandose entre sí.

Intento desacerme de él, pero parece enfadarse. rasga mi corsé y al mismo tiempo el sujetador, dejandome desnuda de cintura para arriba.

Necesito mi traje de chica increíble. Es mi fetiche y protección ante estos casos.

No puedo librarme del saco de huesos que inexorablemente va ganando su espacio a mi lado. Me aferra de la cintura, del culo y del pecho derecho y lo aprieta con ganas, haciendome un daño de mil demonios.

-¡Sueltame hijo de puta!

Una presión en mi ano me hace voltearme, descubriendo allí al viejo perro de antes. Ha metido uno de sus dedos aceitosos en mi ano y lo mueve cada vez más adentro.

No me desagrada, para qué negarlo. Me produce una mezcla de excitación y deseo de defecar.

  • Te invito a una copa -me dice-, uof, uof...

El esqueleto se posiciona ante mí. Parece prepararse para algo mientras me aferra fuerte las caderas.

Ahora estoy desnuda. No sé adonde han ido a parar mi falda y mi ropa interior.

Suelto un grito ahogado al ver lo que pretendía el esqueleto. Un pene erecto de hueso ahora forma parte de la estructura de su coxis. Apunta directamente hacia mi vagina, y creo que tiene intenciones de usarlo.

  • AAAAAAAAAAAHHHHHH...

Grito de dolor mientras la sangre se mezcla con mis fluidos.

El esqueleto se mueve rápido en vaivén y me hace estremecer de dolor, placer y terror. Tengo también el dedo del perro metido en mi retaguardia y... un momento... ésto no es el dedo del perro. ¡Es el pene! Ese trozo de carne humeda y caliente que entra y sale de mi culo es la polla del perro que acompasa el ritmo del esqueleto, formando entre los tres una especie de mecanismo que se mueve al unísono.

Miro hacia los lados y veo a otras chicas como yo siendo penetradas de las más diversas formas y con los más diversos amantes.

Comprendo ahora  que no estoy sola. Formo parte de una máquina aún más grande formada por dispositivos y mecanismos unidos entre por engranajes.

Y aunque sea un sueño yo no lo controlo.