Mis sobrinitas violadoras… (I)

Mis sobrinas Pili y Luci, me hacen la mayor trastada de su vida junto a sus tres mejores amigas a las que yo había bautizado como el trío calavera, o al menos yo creían que eran solo cinco

Mis sobrinitas violadoras (I)

(Los antecedentes: Sebastián el marido de mi tía Lucia, la madre de mis sobrinas. Abandono y enfermedad. Mis regalos de cumpleaños)

Este relato lo dejaré en el apartado de sexo no consentido , pues voy a relatarles lo que fue una real y  autentica violación.

Cierto es que el violado disfrutó y mucho durante aquellos dos días enteros en los que estuvo atado.

Mi mente, yo soy el violado como pueden suponer,  durante aquellos dos largos días no dejó de pensar, primero en quienes eran, aunque parecía obvio que fuesen mis sobrinas, luego en cuantas personas más las acompañaban en la ejecución de la violación, por cierto muy excitante y morbosa la situación, para terminar pensando quien sería realmente la mente perversa que lo ideó, dando por hecho que mis sobrinas, aunque muy trastos ambas, no me parecían a priori acreedoras de una mente tan sofisticada. Tenía que haber alguien más.

Quizás no lo descubriría jamás.

En todo caso, les digo en verdad. Yo jamás hubiese provocado aquel episodio de manera voluntaria, especialmente cuando una de mis sobrinas violadoras finalmente era hija del violado, aunque en ese momento, había cierta duda y la cosa no estaba confirmada.

Empecemos.

Ya les hablé de pasada en otro relato de mi tía Lucia. De su temprana muerte después del suicidio de su marido Sebastián.

Les pondré en antecedentes para que puedan situarse.

Sebastián era un bohemio y soñador, incluso había estado en Paris.

Jamás había trabajado de verdad Sebastián. Hoy diríamos que es un perro flauta con mucha jeta, aunque creo que en el fondo tenía su corazoncito.

Mi tía se enamoró perdidamente de él, aunque más bien de su polla, según mi abuelo. A sus casi cuarenta años Sebastián aparecido en la vida de mi tía Lucia, bastante más joven que él y absolutamente del todo inocente.

Con aquella profesión poco habitual, la de titiritero, un poco de labia y un gran pollón, Sebastián conquistaría a mi tía sin remisión, según me contaba “textualmente”mi abuelo Remigio, mientras se mofaba de su propio pareado.

El amor llego muy pronto entre el artista y la joven inocente.

También llegaría muy pronto Luci, su primera hija, aproximadamente a los nueve meses de la llegada de Sebastián por el barrio con su teatro de guiñol.

Poco después del nacimiento de la niña,  el titiritero voló

Según recuerdo, Sebastian se fue de casa, sin avisar, con la excusa de ir a por tabaco, aproximadamente al mes de nacer su hija Luci, mi primera sobrina de mi tía Lucia.

Eso sí, no tuvo que sacar mi abuelo la escopeta para que la incestuosa situación se corrigiese previamente.

Mi abuelo Remigio había obligado a casarse a los amantes antes de que naciese su nieta, por la cosa del honor y las habladurías. Las cosas de entonces.

Volvería el titiritero a nuestras vidas mucho más tarde, unos dieciocho años después. Cuando su “presunta” segunda hija iba a cumplir sus primeras dieciocho primaveras, o mejor dicho diciembres.

Pili nació precisamente el día de la Constitución de 1.986. Día arriba, día abajo, 38 semanas después de mi cumpleaños que había sido el 15.03 anterior. Por lo que siempre tuve alguna duda razonable de que fuese Pili, mi sobrina, verdaderamente hija mía.

Mi tía Luci, solo veía polla en aquella mierda de tío, decía mi abuelo.

Mi abuelo Remigio y yo tuvimos mucha confianza. Recién cumplida mi mayoría de edad, mi abuelo me trató como un auténtico amigo. Me contó sus historias, algunas relacionadas con historias de cama de mi difunta abuela, me enseño sus libros secretos, y me contó cosas del pasado republicano que ocultaba. Cosas todas muy interesantes, así como su propia vida.

Meses después se enfadaría conmigo al enterarse de lo mío con su prima, mi tía abuela Rafaela. Lamentablemente moriría días después de aquel cambio de actitud hacia mí,  poco después en una larga noche de muchos sucesos íntimos, algunos muy voyeuristas, que he dejado para un próximo relato.

Sigamos con mi tía Lucia,

Mi tía Lucia no dejaba de llorar.

Desde que Sebastián se había ido, su prácticamente recién estrenado marido, pues se había casado el día de reyes, apenas un mes antes del nacimiento de Luci, mi tía Lucia, su madre, no dejo de llorar ni un solo día.

Lloraba de día y de noche.

Lloraba cuando vino la comadrona y lloraba cuando se fue.

Mi abuelo me decía que lloraba porque no follaba. Aunque he de confesarles que creo que además de llorar por no ser follada, realmente estaba enamorada y lloraba por el abandono.

Llevaba razón mi abuelo, pronto lo descubriría, en cuanto a lo de follar.

También lloraba por lo otro, por el abandono de Sebastián.

Mi tía enfermaría por la ausencia de su marido y amante. Su muerte temprana siempre he creído que tuvo que ver mucho con la tristeza, de sentirse sola. Quitando quizás aquellos nueve meses que dormiría con ella, el resto del tiempo, un total de dieciocho años, estuvo absolutamente triste y depresiva.

Durante aquellos nueves meses descubriría una tía muy especial, caliente, cariñosa y atenta. Durante aquellos nueve meses en que se dedicó exclusivamente a mí, descubrí una mente creativa e ingeniosa.

Durante aquellos  nueve meses que dormí con mi tía, el sexo muy multitudinario. Nos pasábamos prácticamente toda l noche follando. Tuvo la ventaja aquella gran cantidad de sexo, que nadie la casa se lo llegó a imaginar nunca. Ella no gritaba nada aunque gesticulaba mucho.

El sexo con mi tía Lucia fue espectacular, fue apasionado, fue romántico y fue muy tierno, no exento de lujuria y desenfreno.

Ya les contaré todos aquellos detalles íntimos en el siguiente capítulo de esta trilogía.

Hasta muchísimos años después no sabría realmente que mi segunda sobrina, Pili, era realmente mi hija. Un diario escondido en un baúl viejo del desván, desvelaría su más profundo secreto.

En el diario en tono caliente contaba todos los polvos que había echado con su marido. La verdad es que además de la letra bonita de mi tía Lucia, los detalles y comentarios me pusieron cachondo, muy cachondo, años después al encontrarlo en la limpieza general de trastos que realice en la casa antes de derribarla, para construir una nueva casa dado el estado ruinoso de la vieja casa familiar materna.

Su hija Lucia, la mayor de las dos,  había nacido el día dos de febrero, su último polvo databa en el diario del día uno de aquel mes. No había follado con él desde entonces.

Ella siempre había sostenido que la noche antes de irse su marido Sebastián había estado con ella en la denominada cuarentena, que como saben es ese tiempo después del parto en que se desaconseja el sexo para que el órgano sexual de la madre se retraiga del esfuerzo del parto y se ajuste biológicamente a una situación normal.

Días antes de morir a finales de julio de 2004, me había llamado, unos diecinueve años después aproximadamente y me había suplicado que cuidase de sus dos hijas. De Luci y de Pili.

Así lo haría, aunque a veces me he arrepentido de ello, especialmente por las trastadas de  mis sobrinas. Algunas muchas menores y otras las menos imperdonables. Especialmente de la más insensata, a la que se debe este relato en tres actos. Mi violación.

Cuando pocos días antes de que Pili cumpliera sus dieciocho añitos apareció de nuevo Sebastián, mi tía Lucia ya no era la misma. Las depresiones y un cáncer incurable estaban acabando con la triste vida de mi tía.

Los continuos reproches de mi abuelo hasta su cercana muerte, no llego a conocer a Pili, la falta de su marido, la falta de ingresos, más la vergüenza de tener que pedir permanente ayuda a mis padres, especialmente a mi madre.

También fue muy importante la depresión crónica que tuvo, posiblemente por la falta de sexo absoluto desde el nacimiento de Pili, y el cáncer de pecho que le fue diagnosticado años después, se la llevaría con apenas cuarenta años.

Fue la primera en morir de las hermanas de mi madre.

Cierto es que mi tía tuvo sus momentos de calentura después de irse su marido. Unos nueve meses de calentura, aproximadamente. Conmigo.

Hasta que nació Pili.

Siempre he pensado que quiso evitar la vergüenza de un tercer embarazo, si acaso hubiese seguido conmigo o con cualquier otro, si se hubiese dejado llevar por su gran instinto sexual. No llego a divorciarse nunca. Siempre se sintió casada con Sebastián.

Creo que desde el nacimiento de su segunda hija, Pili, mi presunta hija, cerró su chip mental y se aisló del todo. Prácticamente no salió de su habitación. Solo dejaba que la visitase mi madre.

Ciertamente tuvo un cambio radical. Los nueve meses que convivimos íntimamente fueron una auténtica locura sexual. Mi tía Lucia creo que ha sido la mujer más caliente que he conocido.

También es cierto que yo a mi tierna edad, con dieciocho años recién cumplidos, la ayude a enfriarle su coño calenturiento. Más bien, su coño se estuvo autoenfriando con mi enorme polla, durante aquellos nueve meses de infarto.

El embarazo de Pili, mi sobrina fue achacado por todos a un último polvazo de Sebastián. Ella siempre lo declaro así.

Yo tendría mis dudas durante muchísimos años. Solo sabría la verdad por aquel diario encontrado muchos años más tarde que ya les había reseñado.

Sebastián, no recuerdo exactamente cuándo se fue a comprar tabaco para no volver, se fue unos pocos días antes de mi cumpleaños, en los primeros días de aquel frio marzo del 86.

Yo los cumplo el quince de marzo.

Al cumplir mis dieciocho mi tía me echó un polvazo de cumpleaños. Estoy seguro de que quiso follarme desde el primer día que me empecé a costar con ella, pero los pensamientos limitantes de aquellos tiempos eran así. Antes de cumplir los dieciocho, éramos considerados niños.

Vaya regalazado de cumpleaños que me echó aquella madrugada. El mejor cumpleaños de toda mi vida, aunque realmente no fue el único.

Menudo regalo. Ella creía desvirgarme.

Regalo sexual, que me siguió echando todas las noches hasta que nació Pili. Unos nueve meses de regalos a diario, durante tórridas horas todas las noches.

Mi madre llego a preocuparse algo por mi salud, al verme poco a poco ir perdiendo algo de kilos y frescura en mi cara.

Nadie, absolutamente nadie sabía, salvo las protagonistas, de mis andanzas sexuales múltiples. Nadie sospecho. Bueno salvo mi abuelo durante unos breves días antes de su muerte. Espero que me haya perdonado. Mi tía abuela Rafaela, me dijo que sí. La creí.

Les cuento especialmente los detalles sobre mi tía Lucia y los acontecimientos previos a empezar a follármela.

Ella lloraba y lloraba desde el primer día en que Sebastián se fue.

Mi abuelo estaba de los nervios. Mi madre también. No atendía a su recién nacida hija Lucia, con apenas un mes de vida. También le daba mucha guerra. No llego a darle pecho. Se le había cortado la leche dijo.

Para arreglar la situación su hija Lucia se quedó con mi madre y para que no estuviese sola, pues no quería salir de su dormitorio, me tocó dormir con ella, ya que al ser el mayor de los niños de ña casa, me creían el más responsable.

Lo cierto y verdad es que he sido siempre muy responsable, incluyendo además una devoción enorme por todo tipo de coños, especialmente de maduritas cachondas, aunque esto último era más bien un secreto, muy íntimo, que muy pocas personas conocían. Solo ellas.

Estaría viviendo con ella durante nueve meses como les he dicho ya en varios párrafos del relato. Me hacia el desayuno y la cena en la pequeña cocina que tenía la casa.

Como recordaran la vieja casa familiar de mis abuelos maternos se amplió cuando mis padres se casaron, haciendo varias habitaciones más y otra cocina. En su conjunto llegamos a vivir allí dos familias, la de mi abuelo y nosotros. Obviamente cuando mi abuela materna murió. Ya les contare un detalle escabroso al respecto, mi abuelo hacia vida indistintamente con las hijas que le quedaban en su parte de casa o con nosotros en la otra parte.

En cuanto a la comida del mediodía, yo entonces comía fuera de la localidad, en una gran empresa de la capital. Ya les conté algo de ello con lo del agujerito en el taller.

Desde la primera noche me dijeron que me acostase con ella. Ella asintió sin pestañear. Me apreciaba mucho. Se abrazaba a mí y lloraba hasta quedarse rendida. Los días pasaban y mi cumple se acercaba.

Mi polla aunque entretenida en aquellos tiempos con varios coños y bocas, tendría tiempo para dedicarle a mi tía Lucia,  a saber…

Raquel mi compañera del trabajo que me sacaba bastantes leches, casi todos los días. De diferentes formas, incluso follando de bastante posiciones aunque siempre de manera rápida por las circunstancias.

Las visitas muchas noches antes de acostarme a la viuda Fernanda, y casi todos los fines de semana, siempre con un trabajo previo oral, que era una auténtica delicia.

Mi tía abuela, que no se resistía a verse sola en la cama, llevaba meses y meses enviciada con  mi polla y durante aquellos nueve meses que la “abandoné” por mi tía Lucia, me buscaba en rincones para follarme. Especialmente en el taller, aunque también en el servicio, que descubrimos la noche de mi cumpleaños que era un sitio muy morboso. Ahora caigo, mi abuelo se tuvo que dar cuenta de algún resto de leche en el taller que tenía debajo del desván, él lo frecuentaba mucho con sus manualidades, allí me follaba mi tía abuela habitualmente  cuando no dormíamos juntos. Me hacía sacar la polla, se subía los faldones y se la clavaba. Luego se movía como una loca a pesar de su edad, hasta que me hacía correr. Algunos días me buscaba hasta dos veces. Los fines de semana más. Como se movía mi tía- abuela. Una delicia de mujer. Le encantaba como le comía el coño.

Mas las pajas y las mamadas de Juan en el taller.

Mas las propias.

Mas las putas, durante un periodo de tiempo. Ya les iré contando.

Mi tía Lucia entre llanto y llanto había notado mi polla grande y siempre dura todas las noches desde la primera noche en que nos acostamos juntos.

En aquella tierna edad, mi polla daba mucho de sí y siempre estaba dura.

Alguna noche me había dicho, en aquellos días previos a  mi cumple... Pepito que polla más grande tienes, se parece a la de mi Sebastián. Hablar de él y ponerse a llorar, todo era uno, los primeros días.

Pepito que ideas me dan. Me decía todas las noches varias veces, mientras daba vueltas y vueltas.

Me restregaba las tetas, su culo, las piernas y no podía dormir.

Pepito para tu cumpleaños te voy a dar un regalito. Me decía las tres noches previas, que se me hicieron interminables. Menos mal que durante el resto del día, Raquel en la empresa, la viuda Fernanda,  con mi tía abuela, y las mamadas de Juan, algo me consolaban.

El día llego, y el polvazo también.

Aquel célebre día, que precisamente cayó en sábado todas las mujeres que me conocían en la intimidad, quisieron regalarme algo especial.

Mi madre la única que ingenuamente me regaló un traje de flanela gris que me había hecho poco a poco con su máquina de coser. Era una muy buena modista.

El resto, de mis mujeres me follaron y alguna extraña más. Hablaré solo de los polvos, pues las pajas que las hubo como siempre, hoy no van a contar.

Por la mañana en la empresa Raquel me había echado un polvo por la mañana y otro por la tarde y me había regalado un frasco de colonia que olía de puta madre.

Al llegar a casa por la tarde mi madre, después de ponerme el traje que me había hecho y que me quedaba como un pincel,  me aviso que la vecina también tenía mi regalo. Una corbata y un polvazo previa comidita de coño.

Llegue a casa con el traje y la corbata y sin leche. Enseguida me reharía.

Cenamos todos juntos por ser mi cumpleaños. Chocolate casero y magdalenas de la tía abuela Rafaela. Besos abrazos y “cumpleaños feliz”. Entonces no había tantas tartas.

Tenía que salir a convidar a mis amigos del barrio. Era la costumbre. Me despedí. Mi tía Lucia me dio un beso y me dijo que no tardase mucho que tenía que darme mi “regalito” de cumpleaños.

Mi tía abuela Rafaela no tenía posibles pero me había hecho las magdalenas que más me gustaban. También al darme un beso me dijo al oído, que quería regalarme algo más. Hoy te veo muy ocupado, te daré un regalo o dos, mañana en el taller. Sonrió maliciosamente.

Mis amigos también querían darme su sorpresa. Ya la sabía. Lo normal en aquellos tiempos era llevarte de putas al cumplir los dieciocho.  Ellos jamás supieron de mis aventuras que ustedes están conociendo en mis relatos. Ya les he dicho mis amables lectores que era muy discreto. Siempre lo he sido.

Me llevaron de putas, mis mejores amigos del barrio, Fernando, y Perico.

La casa de putas estaba a las afueras de la una localidad muy cercana a la nuestra, donde hoy está el Parque de Bomberos.

La verdad es que yo hubiese preferido follarme a las madres de mis amigos, que estaban deliciosamente apetitosas, pero bueno.

A ambas madres, la de Fernando y la de Perico,  las había visto en ropas menores en alguna ocasión, especialmente en los meses de verano. Con una de ellas, con la de Perico,  me paso algo especialmente raro y curioso. Ya les contare a ver que piensan ustedes. Lo cierto y verdad es que ambas me tenían loco y me hice cientos de pajas pensando en ellas.

Ya les hablaré de todas mis vecinas del barrio en otros relatos, aunque especialmente de una de ellas.

Además de la viuda Fernanda, que me estuve follando incluso después de lo de su ictus, me terminaría acostando con dos vecinas más, las dos casadas,  y con la hija de una tercera, que decían que estaba zumbada. Lo único que le pasaba es que le gustaba follar.

También le daría restregones y algo de leche a la hermana de Fernando y también a la de Perico, aunque esta menos, ya que era más tímida.

Jamás se enterarían mis amigos de todo esto.

Finalmente, y ya les adelantó algo, llegue a follarme o más bien ella me follo a mi varias veces, la más anciana del barrio una viuda un poco rarita que tenía un montón de perros y gatos, que vivía muy cerca de nosotros. Me hizo algunas cosas muy memorables. Yo creo que la abuela Juana fue la más vieja que me follé en aquellos primeros años, por lo menos tenia ochenta años,  y desde entonces creo que viene mi gran afición por la maduras. Mi record esta hasta este momento en los 88 años. Una de mis suegras.

Sigamos, que no llego a lo de mis sobrinitas…

Con los jijis y los jajas de Fernando y Perico, ellos eran un año mayores que yo. Llegamos a las putas. Enseguida hablaron de desvirgar al mozo. (Que ingenuos)

Como era costumbre en una ocasión así, y con las risas de aquellas mujeres de todas las edades, incluida la dueña, todas se peleaban por desvirgarme, terminé entrando con una chica nueva, de edad media, rubia, pero con unos ojos azules preciosos,  que dijo ser francesa,  de nombre Julie, aún me acuerdo.

Quizás no era francesa pero en todo caso lo disimulaba muy bien.

Mon amour. Viens ici. Viens mon amour, viens avec moi que je vais te rendre très riche. Ma vie. Mon amour. Y cosas así, que suenan de puta madre. Aunque en la intimidad hablaba muy bien el español.

Tengo ganas de contarles detalles de aquel antro, de olores sensuales y penetrantes, pero lo haré con ocasión de estrenar a mi hermano al año siguiente, cuando el cumpliese los dieciocho.

Yo entonces ya funcionaba bien de dinero y le organicé a  mi hermano una increíble fiesta privada en aquella antigua casa de putas, con olor a casa antigua, muy especial, una casa de putas de reconocido prestigio en la zona. Una fiesta increíble que incluyo sin que él lo supiese a saber le hice una buena mamada de la polla de mi hermano, llegando incluso a correrse en mi boca. Deliciosa leche la de mi hermano.

Era la casa de putas, un sitio con encanto, según recuerdo. Hace tantos años de aquellos momentos.

Tomábamos antes de entrar a follar con las putas, en las habitaciones, un botellín de cerveza en la mesa camilla, donde todas se sentaban.

Cierto es que las diferentes razas de mujeres las encontré allí. Allí me follaría a mi primera negra y también a la primera brasileña. Ya les contaré.

No he sido mucho de clubs de putas,  ni de prostitutas en sus casas, pero la novedad de aquella primera vez me hizo sentir curiosidad durante un par de años.

Volvamos a Julie.

Solo les diré de Julie, la francesa, que me echo un polvazo super especial, lo hizo, según me dijo, porque se sintió agradecida de cómo le comí el coño.

Habría que agradecerlo a la viuda Fernanda. ¿Recuerdan aquel relato?

Era la primera vez que me comía un coño sin apenas pelo. Solo tenía una ligera franja encima del coño. Descubriría después que se llamaba depilación brasileña o pista de aterrizaje.

No me hartaba de coño y menos de uno tan especial sin apenas pelo. Hasta ahora mis coños habían tenido muchísimo pelo, eso sí, de diferente color. El de mi tia abuela Rafaela, totalmente blanco. El de la viuda Fernanda totalmente negro y el de mi compañera Raquel, con reflejos amarillos o pelirojos,

De todos modos, Julie tuvo que disfrutar mucho, pues se corrió al menos tres veces, mientras le estuve comiendo el coño al menos cuarenta o cincuenta minutos.

Agradecida por sus orgasmos inolvidables, según me dijo.

También me diría que jamás le habían comido así el coño y menos un chico tan joven.

Me comentó Julie, que en Francia era más normal el sexo oral, que en España, los hombres raramente lo hacían, o haciéndolo lo hacían como con asco.

En fin, agradecida y después de refrescarse, me hizo tumbarme, me comió la polla de una manera tan sensual que se me puso dentro de su boca sensual tan dura que casi se atragantaba.

Me dijo que tenía la polla más grande que jamás había visto.

Me puso el condón con su boquita. Me encanta eso.

Se subió encima de mí y en cuchillas se puso a follarme. Primero suavemente se movía para ir creciendo en velocidad y eficacia calenturienta.

Mientras me follaba me apretaba los huevos con su mano, pero bien fuerte, lo que me excitaba mucho más.

Me corrí enloquecido, realmente como un puto loco. Vaya polvazo el de Julie. Guau…

Después de descansar unos segundos allí sentada encima de mi polla, me pregunto si me había gustado, le dije que sí.

Me dijo que estaba encantada conmigo. Que mis amigos habían pagado dos polvos y que todavía me quedaba otro.

Estupendo le dije.

Me pregunto si quería correrme de una manera muy especial. Le dije claro que sí. Me encantan las sorpresas. Soy muy curioso. A veces de más.

Cierra los ojos. Me dijo. No los abras hasta que te diga. Se levantó, volvió. Me vendo los ojos. Me ato las manos al cabecero de la cama, con unos pañuelos negros de seda. Desde entonces he sido aficionado a los pañuelos de seda.

Nunca me han faltado, especialmente negros, pues especialmente a mí me ha gustado masturbar con pañuelos los coños para disfrutar luego de los restos blanquecinos que quedaban en ellos.

No crean, también los he utilizado y mucho para atar extremidades y vendar ojos. Que quede claro. Soy raro pero no tanto.

Sigamos con el segundo lecherazo de Julie.

Me abrió las piernas se acoplo entre ellas. Me quito el condón.

Me dio corte, haberle pedido que echase la lechaza del condón en mi boca. A pesar del sabor al látex, me gusta comerme la leche. Bueno, entonces no tanto. Ahora si.

Empezó a comer mi polla.

Flexiono mis rodillas.

La tenía otra vez durísima. La comía muy bien. Con mucho gusto. Al menos eso intuía dentro de mi oscuridad. Se apreciaba en el ritmo y el sonido de su saliva. Tragaba sensualmente de vez en cuando saliva.

Dejo mi polla de momento.

Abrió un bote o algo así.

Note mi culo, vamos mi ano,  fresquito.

Empezó a meterme el dedo en el culo. Con la otra mano a sobarme nuevamente la polla. A ratos comerla. A ratos menearla acompasada. De vez en cuando echaba saliva en mi glande cabezón.

Sin dejar de meter su dedo en el culo. Metió el dedo corazón entero. Sentí como lo doblaba sin dejar de menearlo.

La excitación era enorme.

Mi polla hinchada y dura. Las venas a punto de reventar.

Apretó con fuerza con su mano izquierda el tronco de mi polla. Muy fuerte. Como queriendo ahogarla.

Sin dejar de menear el dedo en mu culo.

Estaba a punto de reventar.

Note el hormigueo previo al orgasmo.

Ella también lo notó.

Acerco su boca y recibió todo mi semen en un chorro enorme de placer, con tres convulsiones más de polla. Saco el dedo. Relamió toda la leche  con su boca, que notaba dentro de mi oscuridad de una manera excitantemente sensual.

Me beso. Agradecí el detalle, especialmente porque su boca sabía a semen. Le metí la lengua para intentar arrebatarle algún resto.

Recuerdo excitado aquel momento.

Me quitó la venda y mientras me desataba sonriendo me pregunto que qué tal lo había hecho.

Le dije que genial, que había sido un polvo bestial.

Julie me hizo prometer que volvería a verla.

¡Prometido!. Muy pronto comenzaría con Julie una relación especial, que terminaría en una triste desgracia. Habré de contársela muy pronto. También me sirvió para conocer a su hija Marie, algo tan excepcional como corto. Lo excepcional de Marie a pesar de su juventud, apenas dieciocho años, era la relación promiscua que tenía con su padre y con su tío al mismo tiempo y en donde me metió para conocer en profundidad la visión bisexual del sexo en grupo.

Sigamos que aún no ha terminado el cumpleaños.

Era sábado como ya les había dicho y mis amigos aburridos me esperaban en el salón con cinco putas a cual más borracha. El rey de la fiesta era yo y había desaparecido casi dos horas.

Ellos se habían follado a dos putas cada uno, pero habían tardado muy poco, a tenor de la cara de aburrimiento que tenían y los comentarios que me hicieron.

Perico estaba exultante se había follado a su primera negra. Dijo que olía muy rara y que tenía el coño colorado. Me dejo muy intrigado. Habría de investigar todos esos detalles. Fernando por el contrario era siempre partidario de las más gordas y tetonas. Llevaban ya un año de experiencias y aunque no andaban bien de dinero, con sus trabajillos y chapuzas se pagaban sus caprichos de putas.

Después de las preguntas clásicas de ambos en mi presunto desvirgamiento. Les conté lo básico. Más bien lo que quieren oír. Les dije que tenía que volver a casa. Me apetecía estar con ellos, pero el regalo de mi tía Lucia me tenía excitado y ansioso.  Obviamente esto último no lo comente, solo lo pensé. Malhumorados se despidieron al dejarme en casa de nuevo.

Era la una de la madrugada cuando estaba llegando a casa. Fui al baño. Estaba ocupado.

Un momento. Era mi tía abuela Rafaela.

Abrió la puerta y la cara que puso, era de qué quería adelantarme el regalo. Me animo a pasar.

Olía a mierda. Había cagado seguro, pero no me resulto desagradable. Todo lo contrario. Es excitante el olor de caca si viene de una mujer deseada. Hablando de caca y de deseo, me ha venido a la mente lo de una chica que contratamos mi primera mujer y yo para que nos ayudase en casa.

Joder que estacas cagaba Marife. Largas y gordas. Más de una vez tuve que deshacerlas para que se fuesen cañería abajo. Me imaginaba su ojete tan abierto al ir sacando tremenda estaca. Una vez excitadísimo con esos pensamientos no pude resistirme a coger aquella enorme estaca con la mano y acercarla a mi nariz e incluso a mi boca. No he vuelto a hacer nunca más algo así, pero lo recuerdo muy excitado. Pueden creerse que sus estacas median al menos treinta centímetros y tenían seis o siete centímetros de diámetro.

Sigamos con mis regalos de cumpleaños.

Mi tia abuela Rafaela, después de meterme ansiosa en el baño, me saco la polla, obviamente ya dura y preparada para ser follada, me mojo la polla con su saliva sacando la lengua y depositando la saliva en la cuenca de la mano. Repitió el mismo acto pero con su coño, para humedecerlo bien.

Me hizo sentarme en el sillón del trono previamente tapado y levantándose el viso y dándose la vuelta, se acoplo.

Estaba cachonda.

Estaba muy mojada.

Se meneo como solía hacer o incluso más.

Un contoneo como un ocho muy rítmico.

Me folló convulsivamente. Jamás hasta entonces me había follado en el retrete. Estaba cachondísimo. Al terminar le dije que me dejase rechupetearle el coño. Accedió. Le robe toda la leche y de paso se volvió a correr.

Nos pusimos nuevamente cachondos y me volvió a follar esta vez como solía hacer de pie, ligeramente arqueada. Se sujetó a la repisa de enfrente en donde estaba  el espejo y sus caderas empezaron a jalear mi polla hasta que nuevamente salió mi leche.

Me adelante esta vez, pensando en que no me daría tiempo a poner mi boca en su coño en aquel reducido espacio del retrete y puse mi mano en su coño hasta que se llenó de leche y flujo.

Ella se limpió con un poco de papel y se fue, no sin darme un beso en la mejilla.

Antes de irse, me dijo, que de todos modos, me  quería seguir dándome otro  par del regalitos al día siguiente  en el taller o en el retrete o en ambos. Donde yo quisiese.

Mientras descansaba unos segundos en soledad del polvazo, disfrute gozosamente de mi leche, saboreando mis manos y mis dedos.

Estaba cada día más cachonda mi tía abuela Rafaela.

Al día siguiente era domingo y habría mucho tiempo para buscar un ratito o ratitos…

Que vicio de mujer, mi tía vuela Rafaela, y que momento tan triste estaba a punto de pasarle con muy abuelo. Eso es otra historia, que muy próximamente leerán en un relato triste pero al mismo tiempo fue el descubrimiento voyeurista con personas mayores más excitante de toda mi vida.

Mi polla seguía muy dura.

Seguía cachondo como les digo, mis amables lectores,  y con fuerzas en aquel momento de la madrugada, el chocolate hace milagros además,  en que iba hacia la cama de mi tía Lucia, seguramente a engendrar sin saberlo a mi sobrina Pili. Estaba muy cachondo, tremendamente cachondisimo.

También había quedado para el día siguiente además de con mi tía abuela Rafaela, con la viuda Rafaela, mi vecina y con Raquel en la discoteca, en donde teníamos un rinconcito oscuro en el que follábamos sin parar entre baile y baile. Ya me organizaría.

No sabía ingenuamente en aquel  momento, que al día siguiente estaría absolutamente derrotado. Mi tía Lucia no me dejaría dormir en toda la noche. Aun que a pesar de ello, cumplí como un “jabato” con todas ellas.

De momento a por mí tía Lucia. Estaba excitadísimo. Mi mente la deseaba con locura desenfrenada.

Serían casi las dos de la madrugada cuando me estaba metiendo en la cama con mi tía Lucia.

Me estaba esperando bastante despierta y con un increíble olor sensual…

Vaya nochecita que me daría mi tía Lucia. Toda la noche sin dormir y con una decena de orgasmos según me confesaría a la mañana siguiente.

Aquí termina el primer capítulo de esta trilogía, pero no lo duden continuará mañana 27.05.2020…