Mis recuerdos de la selva

Solo en un campamento de la selva en el Sureste de México, encuentro mi compañero ideal para sobrellevar mi calentura solitaria y sustituir las puñetas como único recurso...

Julián

Trabajaba yo en una zona selvática del sureste de México, estaba solo en el campamento, hacia un día estupendo, así que decidí untarme de repelente contra los mosquitos, ponerme sólo una camiseta de resaque y un pantalón deportivo corto apretado. Mer sentía con deseos de sexo y aunque lo más práctico hubiese sido una puñeta (masturbación) en solitario, decidí salir a correr un poco por el monte.

Los pantaloncillos, al movimiento apretaban mi verga calenturienta y eso me producía una sensación maravillosa, estaba excitándome con el roce. Cuando mas excitado estaba vi una figura a lo lejos y pensé que era producto de mi fantasía.

Cuando decidí que iba a darme la vuelta, algo me llamó la atención, me acerqué y pude ver entre los matorrales que un tipo de unos 35 años, nativo del lugar vestido sólo con un raído pantalón y sin camisa, mostraba un marcando pecho y un durito culo, además de un generoso paquete juguetón. Parecía algo exhausto de la carrera y estaba relajándose y estirándose un poco, yo le observaba con detenimiento, entonces entre los estiramientos empezó a tocarse un poco, tocaba su vientre y bajaba con la mano a su paquete, yo no podía creerlo, me ruboricé pero no me moví y seguí observándole, comenzó entonces a tocar con más fuerza el área de sus genitales; yo podía ver como se abultaba y como él, indeciso miraba un poco alrededor, no me vio y pensándose solo, se bajó un poco el pantalón y comenzó a acariciarse la gran verga que estaba dura. Me encantaba verle así con los pantalones bajados y en todo tu esplendor viril, tocándose sin reserva creyéndose solo.

Yo no podía más, mi propia verga estaba a punto de estallar y necesitaba algo. Sin hacer ruido me alejé y di una vuelta para colocarme delante de él, que se diera cuenta y pensara que yo no sabia que él estaba allí. Así lo hice, y él se quedo atónito. Al principio se asustó un poco pero luego al pensar que no le veía, se subió los pantalones y comenzó a observarme, yo sabiendo que me miraba empecé a tocarme muy excitado, comencé por levantar mi camiseta y sacar mi pecho; los pezones se habían puesto tiesos de verle masturbarse, y comencé a tocarlos, a acariciarlos, luego me quité el pantalón y comencé a tocarme, acariciaba mi garrote e introducía la otra mano entre mis piernas acariciando mis testículos y las nalgas. Con esto, él estaba excitadísimo, entonces me di la vuelta para que viera mi culo, pero nada más, entonces el cabrón no pudo más y se acercó, como si viniera corriendo, haciendo un poco de ruido, yo me di cuenta pero no hice nada y continué mi juego.

Él excitado, despacio, se colocó detrás de mi, se fue acercando más, yo lo miré sonriendo, hasta que se puso detrás de mí y podía sentir sus piernas contra las mías y su paquete cerca de mi culo, cuando me inclinaba un poco, me decía:

Te gusta ¿Verdad? y yo asentía con la cabeza, luego deslizaba una mano entre mis piernas y me tocaba los muslos, subía por encima hasta mis nalgas y agarraba mi duro miembro erecto con sus manos, yo estaba excitadísimo, luego bajó su cara hasta mi culo y levantándome un poco me beso, estábamos los dos durísimos, me daba la sensación de que yo era esa fantasía que nunca se había atrevido a realizar pero que tenía estupendamente aprendida.

Me tocaba la verga, la cogía dura con fuerza y me decía- ¿te excita?, te voy a hacer delirar de gusto, así me daba la vuelta y me bajaba los pantalones cortos y me mostraba su enorme reata dura apuntando hacia arriba, me hacía bajar la cabeza y yo comenzaba a lamérsela.

Estaba algo incómodo, pero me inclinaba y lamía desesperado por liberarla de los calzoncillos, luego los bajaba y se los quitaba y yo me metía su gorda tranca en la boca, así inclinado con el pantalón en los muslos y él sobándome el culo mientras tenia su pene en mi boca. Cuando más duro estaba, me apartó, me quitó los pantalones cortos y me llevó hasta una piedra donde se sentó. Me dio la vuelta y acercó mi culo a su verga.

Con una mano me acariciaba el pecho y los pezones y con otra tocaba mis nalgas y las mordía; les daba unos azotes, luego se inclinó un poco para ver mejor, metió un dedo en mi culo, y con la otra mano masajeaba mi verga ya hinchada y yo creía morir de placer, pero él necesitaba más, y me levantó.

Más tarde, bajédel todo sus pantalones y pude ver su hermoso culito duro, solo para mí. Comencé a besarle los hombros, la espalda la cintura hasta llegar a sus poderosas nalgas , las he besado también y sus muslos prietos y peluditos, luego he comenzado a lamer sus nalgas y su raja hasta llegar al final, yo me he dado cuenta de lo que quería y se ha inclinado un poco para ofrecérmelo, he introducido mi lengua entre sus nalgas y separándolas un poco he soplado en su agujero, lo he lamido y he metido mi lengua, he visto que le gustaba y que rugía cada vez que pasaba mi lengua.

Qué placer tenerle así, luego no ha podido mas y se ha dado la vuelta, su miembro estaba aun más grande y más duro que antes, me ha cogido y me ha hecho sentar encima de él; introduciéndolo dentro de mí, hemos cabalgado como locos durante un rato luego cuando el placer no podía ser mayor nos hemos separado y nos hemos masturbado mirándonos el uno al otro, yo me he corrido a la vez que su duro miembro descargaba y el placer le sobrecogía.

Luego entre besos hemos arreglado nuestras ropas y le he invitado unos tragos en el campamento.

Volvimos a tener otra sesión de sexo, pero ahora tuve que aprender a guardar el equilibrio en los momentos más cruciales: Cogimos sobre la hamaca. Jamás en mi vida lo había imaginado siquiera, fue sensacional y luego lo repetí con otros invitados.... pero eso.... eso es otra historia.

Espero comentarios en: mayinbeach@terra.com.mx

Julián.