Mis Queridos vecinos (III) ultimo

Un astrónomo, exprime sus observaciones visionando la vida sexual de sus vecinos y participando de ella

Una tarde de pajas y demás...

Una tarde, contemplé en uno de los pisos vecinos, un cierto movimiento  de chicos, creí que se habían acercado hasta la  casa  de su amigo a ver un partido, pero aquella noche, que yo supiera no había ninguno programado, con lo cual me olí que allí había más que una reunión y lo que allí aconteció unas horas más tarde así me lo reveló.

Los visitantes se habían sentado todos juntos en un largo sofá pegado a la pared  frente a la ventana, aún lado les quedaba un televisor que yo apenas  veía de refilón , en el cual podía contemplar una película porno , donde alguien ensartaba a alguien .

No tardé mucho en enfocar a mis espiados y sus manos, que se iban perdiendo por las distintas braguetas, incluso alguno a dos manos, uno de los cinco  que yo contemplaba, el más fuerte  con espesa barba, antiguo vecino del barrio que yo conocía de vista,  pronto se abrió el pantalón tejano, dejando ver una larga polla depilada,  de base muy ancha que terminaba en una fina cabeza sin descapullar;  la película seguía,  y varías manos ensalivadas se iban perdiendo no solo sobre esa polla sino en el resto de las braguetas, de las cuales iban surgiendo diversas pollas, que iban desde la más inocente, que el barbudo ya absorbía a lametones aquellas otras más gordonzuelas y descapulladas....

No tardaron mi media hora en desproveerse de los pantalones, y componer las más bellas estampas homo, el barbudo parecía dirigir la escenografía  e invitaba a que el dulce jovencillo de incipientes pelillos en la cara y pubis, a que  se abriera ante él para sorbetear todo aquel dulce paisaje que allí se le ofrecía, empezaba los lametones desde el ojete hasta periné a la vez que otro le masajeaba su polla desde atrás y le daba finos lengüetazos en su parte trasera, el cuarto más decidido se había embadurnado al polla larga y muy fina y se preparaba a ensartar a su amigo.

Este medio a gatas se abría las nalgas mientras su joven compañero iba dejando surcar su polla por el canal del culo, que pronto se abrió para dejar paso a la dulce polla, que sin apenas contratiempos fue tragada por el rubincundo culo afeitado hasta las mismas pelotas, el ensartador se echó sobre la espalda de su amigo y tomándole la polla le fue pajeando en un continúo vaivén,

Ahora el vecino barbudo incitaba a que el joven impúber le  ensartase a él su pirulillo aún sin descapullar,  mientras el quinto se echaba bajo el príapo de mi vecino y en ese pendoneo de polla lamía y lamía, para gusto del barbudo que verse ensartado por aquella pequeña y activa polla y chupado de aquella manera, le hizo correrse en apenas unos minutos; las escenas se fueron alternando, pero la llegada de mi exmujer, que venía recoger algunos de sus adminículos y la escena que con ella tuve acabó con tan excitante vista y experiencia.

Mi vecina preferida.

Pero quien  acaparó mi atención fue una vecina del piso de enfrente, ya levaba casi tres años en el bloque de pisos , y hasta ahora no le había prestado atención; como pasaba en estos momentos muchas horas en casa, me asomaba a la ventana del salón a tomar un poco el aire y allí sin que me diera mucha cuenta pasaba algunos ratos contemplando desde la cercanía de espectáculos que se me presentaba delante y protagonizados por mis vecinos, a los prados y montes que asomaban detrás de los edificios.

Uno de esos días contemplé como una vecina, salía a tender la ropa como otras veces, sin embargo y no sé porqué le presté más atención, salió un par de veces y tendió más ropa, supongo que de su marido un gordo y calvo que por allí ganduleaba, o de alguno de sus hijos, he de decir que la mujer tiene unos cuarenta años, y no está mal de todo, aunque tampoco nada la diferencia de otras muchas que existen en el vecindario.

Salió una vez más, y como yo no le quitaba la vista de encima, lo cierto es que no tenía otra cosa que hacer, pues me dediqué a observarla con más atención, en penúltima vez que salió se desabrochó un poco la floreada bata a la altura del tetamen, y me dejó ver el nacimiento de unas blanquecinas tetas que allí nacían, a la vez que de refilón me observaba.

No volví  a prestar mucha atención a la vecina , hasta que Gilberta apareció por casa y me enseñó que mis utensilios de trabajo podían servir para algo más que contemplar estrellas; cuando le tomé el gusto a de contemplar a los vecinos me dispuse a contemplar a mi vecina preferida, pero un tanto a escondidas de  Gilberta que ya se había medio dueña de mi vida.

Veía pues a la vecina evolucionar por las tres ventanas de la casa , más la del cuarto del cuarto de baño, y veía como evolucionaba la vida de la familia, todos se levantaban muy temprano, y hacían sus tareas, pero yo esperaba con impaciencia la  presencia de mi vecina a eso de las 10 de la mañana, cuando quedaba completamente sola, era entonces cuando esta se hacía más jugetona...: yo no se sabía si era juego, coqueteo o simple quehacer, pero algunos de sus movimientos, me sugerían más de una simple intención de limpiar y adecuar la casa.

EL caso es que otro de esos días volvió a repetir la acción del tendedero y fijando su vista en las tetas, observó cuanto yo podía ver de ellas, como que no quiso la cosa aún se abrió un poco más la bata y me dejó ver unas redondeces que pronto mis objetivos enfocaron con gran delicia; la vecina yo creo que una vez captó pues que mis objetivos la tenían escudriñada y empezó una evolución que terminó llevándomela un buen día al huerto.

Pero no adelantemos acontecimientos;  cada día a eso de  las 10 de la mañana empezaba nuestra sesión, ella empezaba a trajinar por la cocina, donde entre tender ropa y coger utensilios de cocina de los altos armarios me iba enseñando un  poco por aquí un poco por allá, en una de esas ocasiones en las cuales estaba subida a una banqueta, su marido apareció en la pantalla de mi objetivo, y maldije tal intromisión, aunque luego tuve que agradecerle el detalle, pues se arrimó a su señora, llamémosla Claribel, y le besó las piernas a la altura del gemelo, a la vez que metía una de sus manazas por entre la bata y dejó al descubierto el comienzo de unas nalgas que  en ese momento no llevaba braga, o eso me pareció...tras un breve escarceo la vecina despachó al moscón.

Le agradecí al imbécil el detalle, y rogué al misericordioso que se lo llevase pronto de allí, como así sucedió aunque ignoro por cuenta de quien...; y nos volvimos a quedar en la intimidad, mi vecinita acomodó pues la bata y dejó perfilar su figura con la tela pegada  por el sofoco, lo cierto que era una de esas marujas sin más, pero que en su proceder la hacía apetecible, aunque tuviera verrugas hasta en el mismísimo coño.

Lo cierto es que cada día no avanzábamos mucho, un día apenas se dejaba ver , otro dejaba caer una picarona sonrisa, y otra dejaba todas las ventanas abiertas para ver su figura evolucionar por la casa; ya estaba casi desesperado cuando un buen día saqué por la ventana uno de los telescopios para contemplar el grisáceo  cielo, y le hice ver que ella también podía ser vista con tal aparato; no noté cambio hasta dos días más tarde en que  descubrí  que ha habido un cambio en su habitación matrimonia, un espejo  que convenientemente bien enfocado me daba un ángulo de la habitación que hasta ahora no podía ver... y que por otra parte  nadie podía contemplar desde ninguna ventana y  menos sin objetos telescópicos de precisión.

Eureka ¡ había captado el  mensaje, nada parecía cambiar hasta que una mañana tras quedarse sola, a eso de las doce, la contemplé con una toalla enrollada en la cabeza y dirigirse  a la habitación , esta era la mía, y allí estaba en el aquél rincón medio en penumbra dejó caer su bata, y pude contemplar su rubicunda figura, de madre y señora poco dada a cuidados excesivos, estaba enfundada en una ancha braga blanca y un sostén del mismo color, un relámpagazo del sol sobre el espejo de telescopio, con ello  descubrió mi presencia, con pudorosa candidez o morbosa combinación de todo un poco, se dio vuelta y empezó a dejar caer la braga y el sostén dejándome contemplar su figura de perfil, una abultadita barriga, unas tetas redondas y todavía turgentes y de tamaño normal, un monte de venus perlado de rubios pelillos poco agrestes, y unas nalgas respingonas proporcionadas, nada del otro mundo, pero que me tenía embrujado, aunque le colgara todo....

Fueron sus buenos minutos de contemplación, que remató con una sentada en la cama y dejándome ver en primer plano su felpudo perlado de aquellos rubios pelos por entre los cuales asomaban unos gruesos labios hambrientos de polla...; a partir de aquel día no le quite ojo, me pasé días y noches  a la caza  de aquel cuerpo , de  algo más que me indicara que  aceptaba mi intromisión en su intimidad; y así era, eran pequeñas cosas, un día se ponía una estrecha minifalda y cuando se sentaba en la cocina bajo la mesa podía ver el color de sus bragas, hubo un día que me enseñó su chocho al desnudo, y en presencia de su marido que sorbía el plato ajeno a todo , se metía un dedito en el “chichi”.... y así empezó la escalada de captar más y más, me tenía rendido a sus pies.

Lo que ya me puso al hilo de la acción, fue un día en la que la ví  remolona y tirándole los tejos al calvo de su marido, al que terminó metiéndole la mano en la bragueta, mientas se mecía en su hombro y me presentaba su picaron rostro; lo dejó allí en la cocina y pronto éste la siguió hasta el cuanto de baño, donde esta se estaba peinando; la ventana un tanto entornada, me dejaba per muy poco de lo que sucedía, ví como sus tetas eran masajeadas , luego la vi darse la vuelta y agacharse aunque solo veía su nuca de vez en cuando aparecer por el hueco abierto, me imaginé el chupeteo a mi polla, en vez de la de aquel energúmeno, que pronto la puso apoyada  en el lavabo mientras la ensartaba, yo no podía ver nada más que su cara y sus pechos bambolenates   al son de cada  embolaba que recibía.. Ví pues su cara de goce y su lengua merodear por lo labios y eso me invitó a la acción que al final  tramé.

Terminé completando mi espionaje con alguna llamada telefónica  para conocer su voz, y le dejé en su buzón varios relatos, que ví como leía con deleite mientras e acariciaba, hace unos me enteré que normalmente fregaba las escaleras de su edificio los jueves, y que en los dos pisos de arriba , en invierno no vivía nadie, observé las horas en que fregaba, y al Jueves siguiente antes de bajar a fregar le pisoteé las escaleras hasta pasar por delante de su puerta y dejando claras huellas de que alguien había subido hacía los pisos superiores, desenrosqué la bombilla  de la entreplanta y baje dos pisos,  esperé  pues a que hiciese la limpieza, al ver que había pisadas hacía arriba subió con los utensilios hacia arriba y se puso a fregar mientras maldecía la poca luz de la escalera, subí sigilosamente  y allí la encontré de rodillas bajando culo atrás, sintió pues mi presencia y miró hacía atrás quedando quieta, momento que aproveché para meterle una mano por entre la bata y el mandil y legar a su caliente chocho, que tras el contacto se abrió como un girasol, se puso de pie, era un poco mayor que yo en altura y en  edad, e incluso algo fea, pero su cuerpo me había atraído tanto que en apenas en unos segundos ya la tenía media desnuda allí en la escalera y con mi polla entre los  muslos, entre la diferencia de estatura y los escalones no acabábamos de encontrarnos; tras el manoseo mutuo, con cierto rebeldía por su parte terminó jugando al mismo juego y buscando mis almidgálas con una lengua larga y fina.

Ya estábamos desbocados y terminamos rodando por las escaleras, momento que aproveché para ponerla boca abajo y buscar su hisurto  pubis y en aquella raja hambrienta encalomarle mi caliente nabo, me pedía que no me corriera que podía dejarla preñada, no hubo preocupación , cuando le dije que estaba vasectomizado, lo tomó con más afición y es el día de hoy que a veces viene a cuidar de mi casa, de mi príapo haciendo buenas migas con Gilberta y contemplando a veces los tres al resto de los vecinos

GERVASIO DE SILOS